Capítulo 12


Aro estaba de pie dentro del vehículo blindado, meciéndose y enfermizamente pálido.

—¿Está bien? —preguntó, sin tener que fingir la ansiedad en su voz—. ¿Está bien?

Él parpadeó en su dirección.

—¿Qué… sucede?

—No lo sé. Me estaba poniendo la mordaza, y entonces fue como si se hubiera desmayado o algo así. ¿Se siente bien?

—No. —Se dejó caer en uno de los asientos, respirando despacio—. ¿Nos estábamos marchando?

—Sí. Él estaba perdiendo el control, por lo que usted tuvo que noquearlo, y luego me estaba preparando para el chequeo. —No tenía ni idea de cómo funcionaba la habilidad de Jasper, pero desesperadamente rezaba para que Aro creyera la historia.

Todavía pareciendo aturdido, Aro miró por la ventanilla del vehículo para ver a Edward tumbado en el piso de la celda, evidentemente inconsciente. Jasper no estaba a la vista.

La cara de Aro se estaba aclarando y adquiriendo más color, y parecía un poco menos mareado cuando dijo:

—No sé lo que pasó. Todo se desvaneció. Nunca me había pasado antes.

—Tal vez debería ir a ver a un doctor. —Mantuvo el rostro y sus ojos relajados—. Hay algunas condiciones médicas que causan eso. Espero que no sea nada serio.

—Sí. —Debió de reunirse a sí mismo porque alcanzó a través de la mordaza que colgaba bajo su barbilla.

—¿Tiene que ponerla? —preguntó, su pulso empezando a correr de nuevo.

—Es el protocolo. No será por mucho tiempo.

Ella asintió, incapaz de decir nada ya que estaba amarrando la mordaza en su lugar. Luego él fue a sentare frente a los controles del vehículo y lo condujo a la entrada de la prisión.

Ella tuvo un breve momento de pánico, pensando si necesitaría la cosa en su brazalete que activaba las puertas, pero estas se abrieron automáticamente, evidentemente controladas por uno de los guardias del otro lado.

Cuando se acoplaron en el lado del centro de control de la prisión, unos guardias salieron… todos ellos blandiendo armas. Aro la ayudó a salir de la nave, pareciendo de nuevo como él mismo.

La historia que había plantado evidentemente había sido creíble.

Notó que uno de los guardias la miraba con avidez, su mirada recorriendo su cuerpo. Sus pantalones ya estaban tan gastados que la tela era suave y delgada, caía sobre sus caderas y le daba forma suavemente a las líneas de su trasero y piernas. Solo estaba usando su camisola. Los delgados tirantes se habían dado de sí, de forma que siempre se caían sobre sus hombros, y el desgastado tejido se aferraba a ella, revelando las curvas de sus pechos y los picos de sus pezones, y dejaba una tira de piel desnuda entre la cintura y la parte superior de sus pantalones.

Estaba en mejor forma de lo que nunca lo había estado en su vida, gracias a dos meses de ejercicio riguroso con Edward. Pero tampoco se había bañado en dos meses. Y no podía creer que nadie, salvo Edward, la encontrara realmente atractiva.

—Me haré cargo del chequeo, si quieres —Se ofreció voluntario.

Aro pareció un poco molesto, pero luego su actitud profesional reapareció cuando les ordenó a los demás que se prepararan para la hora de la comida.

Así que fue Aro quién condujo a Bella a través de una puerta automática diferente, y fue él mismo quién le quitó la mordaza.

Después de aclararse la garganta, Bella preguntó débilmente:

—¿Qué va a hacer conmigo?

—Un chequeo. No hay nada que temer.

De nuevo, Bella comprendió que sus palabras fueron un gesto de amabilidad, aunque no se sentía particularmente amable para ella en este momento. Sabía lo que se le avecinaba, y habría sentido miedo, si creyera que realmente tenía que seguir adelante con el proceso del chequeo.

—¿No hay un… un doctor?

—No tenemos ningún médico aquí. Las máquinas hacen la mayoría del trabajo, de todos modos. Tienes que quitarte la ropa y acostarte aquí.—Aro a través de gestos señaló la larga mesa que había en el centro de la habitación—. Pon los brazos y las piernas en los puños, y yo los cerraré desde fuera.

A pesar de que sabía lo que venía, las palabras aún hicieron que su vientre revoloteara por los nervios.

—¿Tengo que quitarme la ropa? —preguntó, ya que sabía que tenía que retrasarlo hasta que Edward y Jasper llegaran a su lugar—. Esos otros guardias fueron…

—Nadie te verá salvo yo —aseguró Aro—. A menos que no te pongas en la mesa por ti misma. Entonces tendré que traer a otros, y lo haremos por la fuerza.

—Haré lo que se supone que tengo que hacer. —Habló rápidamente y amplió sus ojos, y no tuvo que fingir la ansiedad—. No quiero ningún problema.

Eso pareció complacer también a Aro. La esquina de sus labios ligeramente giró hacia arriba.

—Eso pensaba. Estaré fuera, pero voy a tener que observar a través de la ventana para asegurarme de que no intentes nada.

—Entiendo.

Cuando Aro salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de él, Bella se quitó su ropa, dejándola en una mesa vacía. Se sentía incómoda y temblorosa estando completamente desnuda, especialmente sabiendo que Aro estaba mirándola, pero fue a la mesa, tumbándose sobe su espalda, y poniendo sus talones y manos en los sitios designados.

Hubo un clic fuerte cuando los grilletes se cerraron en sus muñecas y tobillos. Estaba desnuda sobe la mesa ahora, en posición del águila, con las piernas separadas.

La única vez que podía recordar sentirse más vulnerable, fue cuando había sido arrojada al Hold.

Sin embargo, Aro no iba a lastimarla. Él podría no ser un hombre verdaderamente bueno, pero era un seguidor de las normas, y no estaba dispuesto a herirla o rebajarla.

Había llegado a esta conclusión por sí misma, pero se sintió confortada por el hecho de que Edward había evaluado al hombre de la misma manera.

Edward no la habría dejado hacer eso si no hubiera estado seguro de que estaba a salvo con Aro.

—¿Tienes frío? —preguntó Aro, cuando regresó a la habitación.

Lo tenía. Su piel se había erizado en piel de gallina, y sus pezones se habían fruncido en picos erectos.

—Un poco. —Su voz salió temblorosa, por lo que no tuvo que intentar fingir—. La mesa está realmente fría.

Aro todavía no la había mirado directamente, como si estuviera haciendo un punto en no hacerlo, y ahora se volvió para ajustar uno de los controles del panel que cubría la mitad de una pared.

—Veré si podemos conseguir que esté un poco más cálido aquí.

—Gracias —susurró.

La miró a los ojos entonces, aun logrando evitar mirar su cuerpo desnudo y extendido.

—Te haré un chequeo visual primero para buscar signos obvios de mala salud. Luego, deberás pasar una serie de pruebas computarizadas. Es incómodo, pero deberías estar bien.

—Está bien. —Realmente esperaba que Edward estuviera poniendo las cosas en movimiento pronto.

Supuso que estaría bien hasta que él activara la máquina. Entonces, todo el infierno se desataría, y todos estarían en un gran peligro.

Por primera vez, Aro dejó que sus ojos se desviaran a su cuerpo. Se demoraron en sus firmes y redondeados pechos, aunque claramente intentó no mirar lascivamente.

—¿Algo te ha venido preocupando?

Aparte del hecho de haber sido arrojada a una prisión para ser usada como los convictos quisieran, asumió que lo decía en serio.

—Mi piel está picando mucho, porque no puedo asearme adecuadamente —le dijo, aunque supuso que eso sería igual para todos— Tengo un par de cortes que me temo que están infectados.

Aro había mirado cuidadosamente su cuerpo, haciendo todo lo posible para mantener un desinterés profesional. Pero notó que su respiración se trababa y su rostro se sonrojaba ligeramente, y estaba bastante segura de que eran signos de emoción.

—¿Dónde están los cortes?

—Uno está aquí. —Hizo un gesto con la barbilla a su axila derecha—. No lo he tenido mucho tiempo, pero realmente me ha estado molestando.

El corte estaba en realidad hecho en el costado de su pecho. Y se lo había hecho esta mañana cuando Edward había trazado cuidadosamente una herida superficial con su cuchilla escondida.

Le pareció escuchar a Aro contener el aliento, pero no dijo nada mientras se volvía para conseguir un tipo de ungüento desinfectante de un kit médico. Muy suavemente, limpió el corte y luego extendió el ungüento sobe la herida.

Cuando rozó accidentalmente su duro pezón con el lado de la palma de su mano, Bella tomó un fuerte aliento, y su espalda se arqueó levemente.

La segunda vez que rozó su pezón, no estuvo segura de que fuera un accidente.

—Él te… —Aro comenzó a aclararse la garganta después de que su voz se agrietara. Su rostro estaba aún más ruborizado, y había un ardor ahora apenas reprimido en sus ojos—. ¿Él te hizo daño?

Ella no se molestó en preguntar de quién estaba hablando.

—Quiere decir, ¿si me golpea o algo así? No. No lo hace.

Los ojos de Aro se movieron brevemente de nuevo hacia sus ojos.

—¿No lo hace?

Logró formar una pequeña sonrisa, esperando que pareciera un entendimiento mutuo basado en el escepticismo de su voz.

—Realmente no lo hace. Piensa en mí como suya. Le gusta… asegurarse que todo el mundo sabe que soy suya. Pero no me quiere dañada.

Él había vendado el corte y lo había rozado una última vez, dejando que su mano se demorara en su pecho un segundo demasiado largo.

—¿Dónde estaba el otro corte?

Bella tragó fuerte y se mordió el labio inferior entre sus dientes. Las cejas de Aro se unieron.

—¿Dónde está? —Su voz era más suave que antes.

—Ahí abajo —susurró, asintiendo con la cabeza hacia abajo entre sus piernas—. Él… me cortó.

La mano de Aro se sacudió visiblemente.

—¿Qué?

—Me cortó —explicó—. Cuando estaba… estaba rasurándome.

Él bajó la vista hacia su suave ingle afeitada.

—¿Te afeita? —Parecía absolutamente horrorizado.

—A él le gusta que… que me vea de una determinada manera.

El corte junto a su coño había sido idea de Bella. Edward había querido utilizar el que había hecho cerca del pecho, pero Bella había insistido que no sería suficiente para distraer a Aro durante el tiempo suficiente que necesitaban.

Ella no tenía tanta confianza en sus encantos como Edward tenía.

Edward no había estado nada contento con la idea de cortarla en ese lugar, y aún lo estuvo menos con la idea de que Aro la mirara, tocándola ahí abajo.

Pero Bella había insistido, queriendo usar todas las ventajas que posiblemente pudiera, y al final, la estrategia y la necesidad superaron la instintiva protección de Edward.

Secretamente, había quedado un poco complacida con esta evidencia de su posesividad hacia ella, pero trató de no detenerse en esa indigna reacción ante tales circunstancias antinaturales.

Con un toque casi delicado, Aro limpió el corte, que era realmente incómodo, en el pliegue entre la cara interna del muslo y el coño.

Ella jadeó al primer contacto y arqueó su columna para levantar sus pechos otra vez, esperando distraerlo y así hacer que se quedara aún más.

—¿Duele? Lo siento. —La mano de Aro temblaba un poco ahora.

Si algo no sucedía pronto, entonces Bella tendría que descender hasta las tácticas más dramáticas. El siguiente paso sería ponerla en ese tubo, y a Edward le costaría mucho más hasta llegar a ella.

Solo estaba pensando a través de qué tipo de tácticas usaría cuando hubo un repentino ruido de choque. La explosión fue tan fuerte y tan repentina, acompañada por un ominoso temblor, que Bella gritó de verdadero asombro.

—¿Qué…? —La cabeza de Aro se sacudió y miró a su alrededor con vaga confusión. No debía estar completamente en su máxima capacidad de pensamiento, después de lo que Jasper le hizo, ya que sus reacciones eran muy lentas.

—¿Qué fue eso? —jadeó ella.

—Yo no… —Otra sacudida que se sintió como un terremoto y las alarmas comenzaron a sonar por todas partes—. Maldita sea. —Él se dirigió hacia la puerta—. Volveré pronto.

Ella sabía que volvería, pero no estaba planeando estar aquí cuando regresara.

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El dispositivo de Edward había causado algún tipo de explosión. No era exactamente una bomba, al menos no como siempre había entendido los artefactos explosivos, pero destruyó una de las paredes de la prisión. No lo suficiente para causar daños estructurales, inundar el Hold con las venenosas aguas o causar una masiva devastación. Los cimientos y el refuerzo de la estructura eran demasiado sólidos para eso. Nada que Edward pudiera crear con piezas desechadas podría hacer algo más que rascar en la superficie de la pared.

El daño fue solo superficial: un ruido fuerte, mucho estruendo, algo de hormigón arrancado y metal. Como lo había plantado en el baño público, también debería estropear las tuberías.

A lo sumo, sería una inconveniencia temporal, ya que el personal de la prisión se esforzaría por reparar el daño. El dispositivo nunca fue diseñado para hacer volar a la fuerza una salida del Hold.

Simplemente proporcionó una distracción.

La explosión causaría el caos en la prisión, y ese caos fácilmente podría convertirse en disturbios ya que el personal de la prisión intentaría mantener el orden, y evaluar y reparar los daños.

El caos también les daría a Edward y a Jasper la oportunidad de irse. Al menos, ese era el plan.

No estaba segura de cómo lo harían. Los hombres ni siquiera habían estado seguros. Simplemente tendrían que aprovecharse del caos y de alguna manera lograr escabullirse, usando el brazalete que le habían quitado a Aro y que se suponía que desbloquearía las puertas.

Nadie era tan fuerte como Edward, y Jasper tenía su don especial.

Seguramente, entre los dos y el brazalete, podrían hacerlo.

Si no era así, todo habría sido en vano, y sería sometida a largos y arduos exámenes médicos, y regresaría a la cárcel esta noche, donde ella y Edward pasarían el resto de sus días, confinados como animales.

Esperó, todavía atrapada por las restricciones en la mesa. Edward debería estar allí pronto. En cualquier momento. Había dicho que lo esperara, que iría por ella. Sabía que lo dijo en serio.

Si él no llegara, significaría que había fallado. O que estaba muerto.

Estaba mentalmente agitada por ese pensamiento cuando las puertas se abrieron, y Edward corrió dentro de la habitación, sudando, su camisa desgarrada, un corte cerca de su ojo y una pistola que debía haber conseguido de un guardia.

Claramente había tenido que luchar para llegar a ella.

Dio un pequeño sollozo de alivio cuando él la liberó de las esposas y la ayudó a bajarse de la mesa. Casi se derrumbó contra él, y él le dio un fuerte y rápido abrazo, interrumpido cuando Jasper metió la cabeza en la habitación.

—No hay tiempo para eso. Tenemos que movernos ahora.

Jasper evidentemente había estado luchando también. La sangre manchaba su cabello, y estaba sosteniendo su brazo de forma extraña.

Bella agarró su ropa y estaba tratando de ponérsela rápidamente mientras Edward tiraba de ella hacia la puerta.

—¿Así que la pulsera funcionó? —preguntó.

—Hasta ahora.

Los tres comenzaron a caminar hacia el centro de control. Apareció un guardia en la entrada, evidentemente fuera de servicio, cuando el resto había ido a ver la crisis, por lo que Edward con calma le disparó en el hombro, y lo dejó tumbado en el suelo.

Bella se abrazó a sí misma, sintiéndose cohibida y temblorosa cuando Edward caminó hacia el panel de control. Había un banco de pantallas de visualización, en las que aparecían imágenes de vigilancia de la prisión. Parecía ser el caos, con los presos amotinados y los guardias apresurándose, justo como habían esperado.

—Estoy abriendo las puertas del acoplamiento del transporte —dijo Edward centrado, tirando hacia abajo una palanca y moviendo un interruptor—. Parece que hay una demora de tres minutos, otra precaución de seguridad, supongo, así que tenemos que permanecer aquí, por si alguien viene y cancela la apertura.

La mente de Bella estaba tan borrosa por la ansiedad, adrenalina y emoción que apenas podía procesar que esto estuviera sucediendo realmente.

—No puedo creer que esto esté funcionando.

—No estamos fuera de aquí todavía —dijo Jasper. Sus ojos recorrieron todo su cuerpo—. Es posible que quieras terminar de ponerte la ropa — le dio una sonrisa caprichosa—. No me estoy quejando.

Edward hizo un sonido gutural, y Bella se puso la parte superior, ya que antes solo se había podido poner los pantalones.

Edward la miró, pero solo de una manera impersonal. Después del rápido abrazo que le había dado antes, ni siquiera parecía contento de verla. Estaba atentamente centrado en su plan y no estaba perdiendo el tiempo con miradas calidad o de aprecio.

—¿Así que todo salió según habíamos planeado? —preguntó bruscamente, cuando fue a pararse junto a él.

—Sí. —Ella mantuvo su voz baja, por lo que Jasper, al otro lado de la habitación, no podía oírla. Había conocido el plan, pero todavía parecía demasiado personal para hablarlo con él—. Perfecto. Por un rato, temí que se quitara los pantalones o algo así, pero la explosión llegó en el momento justo.

—¿Qué tan lejos llegó? —Si era posible, la voz de Edward era incluso más ronca que antes.

—Todo lo que tenía que hacer era tocar mis pechos y rozar mis partes femeninas. —Dejó escapar un suspiro y sintió la incomodidad retorciéndose en su vientre—. Estaba excitado. De hecho, me siento realmente mal por él.

Edward se puso rígido a su lado.

—¿Lo haces?

Notando su cara tensa, Bella frunció el ceño.

—No te vas a poner raro conmigo, ¿verdad? Esto era parte del plan.

Su boca se presionó en una línea apretada, y no respondió.

Bella estornudó, preguntándose qué estaba pasando en su cabeza y bastante segura de que iba a estar molesta con ello, hasta que Edward dijo:

—Ahí. Las puertas se están abriendo. Vamos a salir de aquí.

Mientras corrían por la bahía de acoplamiento, dos guardias más aparecieron en el pasillo, gritando "¡Hey!" cuando se dieron cuenta de que había prisioneros escapándose.

Edward noqueó a uno antes de que el hombre pudiera levantar el arma, y Jasper agarró el arma del otro y se la estrelló en la cabeza.

Luego aparecieron más, tantos que la mente de Bella se nubló de miedo. Hubo algunos disparos desde ambos lados que debieron fallar, pero estaban en un lugar tan estrecho que tuvieron que recurrir al combate cuerpo a cuerpo. Mientras Edward y Jasper forcejeaban con varios guardias, Bella logró quitar un arma de alguien que había sido noqueado, y la usó para asestar un duro golpe contra la parte posterior de la cabeza de un hombre que iba a por Edward.

El impacto del golpe sacudió todo su cuerpo, pero al menos el hombre cayó.

Todavía estaba tratando de procesar la escena cuando Edward agarró su brazo otra vez, arrastrándola por el pasillo hasta las puertas de la estación de acoplamiento.

Allí, Edward levantó el mecanismo del brazalete para abrir la puerta, que lo hizo directamente al transporte. La apertura de las puertas de atraque inundaba la bahía con agua venenosa, por lo que los transportes tenían que acoplarse directamente a la estación.

Después de eso fue casi fácil. Las puertas de acoplamiento estaban empezando a cerrarse de nuevo cuando un guardia debió ver que estaban abiertas y se apresuró a cerrarlas, pero lo hicieron demasiado despacio para el caso. Ellos ocuparon sus lugares en los controles del transporte, y Jasper encendió el motor, lo desenganchó de la estación y lo lanzó al océano antes de que las puertas se cerraran completamente.

El transporte no era una de las elegantes nuevas naves de la Coalición. Era aparatoso y maltratado, y traqueteó y gimió cuando Jasper lo pilotó. Pero se movió. Y comenzaron a subir hacia la superficie del océano, con solo unos pocos crujidos más y chisporroteos.

Iba a sacarlos de este infierno. Fuera del planeta completamente.

En lo que respecta a Bella, era una hermosa y maravillosa nave.