Capítulo 13


Bella se quedó en silencio mientras salían del océano y Jasper ajustaba los controles para iniciar el viaje fuera de la superficie del agua y en la fina atmósfera de Genus 6.

Cuando rompieron la fuerza gravitacional, Bella dejó escapar una fuerte exhalación. Se sintió rara. Y temblorosa. Y un poco enferma.

Edward la miró.

—¿Estás bien?

Parpadeó, teniendo un momento difícil para procesar cualquier cosa. Edward también sangraba de su hombro, se las ingenió para darse cuenta.

—¿Huh?

—Te ves pálida —dijo Jasper, mirando desde donde estaba. Uno de sus ojos estaba cerrado por la inflamación—. ¿Te sientes bien?

—No sé —admitió—. No puedo creer que esto esté ocurriendo. — Puso una mano sobre su estómago—. ¿Realmente conseguimos escaparnos?

Los ojos de Edward se ablandaron un poco cuando descansaron en su cara.

—Estamos consiguiéndolo.

—Todo sucedió tan rápido —balbuceó—. Y con este aparatoso transporte, creo que me estoy sintiendo un poco mareada.

—Lo que es natural.

Trató de fruncirle el ceño, pero estaba temblando demasiado.

—No pareces… —Se interrumpió, gimiendo al sentir una repentina oleada de náuseas. Luego, con un destello de pánico, se dio cuenta de lo que iba a suceder.

Tanteó en su cinturón de seguridad y fue a agarrar un contenedor de basura justo cuando su estómago comenzó a arrojar. Vomitó dolorosamente. Una dura reacción física que parecía estar en respuesta no solo al movimiento irregular del transporte y el cambio de la atmósfera y gravedad… sino también a la adrenalina de las últimas horas y el trauma de los últimos dos meses.

Sintiéndose mejor después de vomitar, se limpió la boca con la mano.

—¿Mejor? —preguntó Edward, un parpadeo de preocupación sobre su estoica cara.

Ardiendo de vergüenza, lo miró sarcásticamente.

—Sí. Solo fingid que no visteis esto, ¿de acuerdo?

Jasper se rio, y Edward gruñó, un gruñido que reconocía como alivio y diversión.

—No vi nada —dijo él.

Bella se levantó, sintiéndose más estable ahora que se había acostumbrado al movimiento de la nave.

—¿Van a perseguirnos?

—Harán al menos una búsqueda superficial, pero no creo que pidan ayuda. Eso significaría admitir que dejaron escapar prisioneros. Probablemente solo nos cuenten entre los muertos del motín. Ya sabes cómo es la Coalición: deja que las cosas continúen igual a menos que les afecte a ellos directamente. Sin embargo, necesitamos deshacernos de este transporte y encontrar una nave espacial más segura tan pronto como podamos, en caso de que decidan ser más minuciosos.

Genus 5 está a menos de una hora —dijo Jasper—. Voy a llevarnos allí. La capital es una gran ciudad. Allí todo es posible. Podemos perdernos allí bastante fácilmente.

Edward asintió.

—Suena bien. —Estaba a punto de tomar asiento nuevamente cuando pensó en otra cosa—. Entonces, ¿tenemos una hora?

—Casi. ¿Por qué? ¿Quieres tomar una siesta?

—No. Demasiado nerviosa para eso todavía. Pero probablemente tenga una ducha en la cabeza. Si no me necesitáis para ayudar…

Edward sonrió, con una expresión inusualmente suave en su rostro.

—Aquí lo tenemos todo cubierto. Ve a ducharte.

Bella lo hizo.

La ducha era anticuada, un poco oxidada, y no estaba particularmente limpia. Pero había pasado dos meses desde que había podido tomar una.

Con la excepción de tener relaciones sexuales con Edward, nada se había sentido mejor en su vida.

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Cuando aterrizaron en Genus 5, dejaron el transporte en una estación de acoplamiento pública, y Jasper hizo su cosa persuasiva y obtuvo suficiente dinero para comprarles una comida y una muda de ropa. Esa noche fueron a un bar bastante sórdido y usaron el dinero restante para unirse a un juego de cartas. Al final de la noche, habían ganado una desvencijada nave espacial, estaba segura, de forma anónima, y suficiente dinero para combustible y las provisiones adecuadas.

Bella no estaba sorprendida por su éxito en el juego.

Nadie podía farolear mejor que Edward, y Jasper podía hacer que las personas hicieran lo que él quería que hicieran.

Se había sentido incómoda e insegura desde que aterrizaron. Jasper estaba planeando irse por su cuenta, una vez que llegaran a algún planeta donde vivía un amigo suyo. Iba a comenzar su vida de nuevo, haciendo algún tipo de trabajo por cuenta propia que le hiciera ganar dinero. Pero no estaba segura de cuáles eran los planes de Edward una vez que estuvieran a salvo. Habría tenido derecho a dejarla en la primera ocasión conveniente, en lugar de arrastrarla a su alrededor, pero ciertamente no lo sugirió.

Esa noche, consiguieron habitaciones en una casa de hospedaje de mala muerte que no pedía papeles de identificación, y dado que solo habían conseguido dos habitaciones, asumió que dormiría con Edward.

Ambos tomaron una ducha antes de acostarse, y Bella pasó un largo tiempo peinándose los enredos de su pelo. Pero no hablaron mucho. Edward parecía cerrado y taciturno, y todo se sintió extraño, antinatural.

Edward ni siquiera olía como él mismo. Olía a jabón. Parecía extraño e irreal.

—¿Tu hombro está bien? —le preguntó. Había estado sangrando antes allí.

—Sí. Una herida superficial. Nada grave.

—¿Quieres que te la vende?

—Ya me encargué de ello. —Llevaba una camiseta con mangas. No lo había visto nunca antes con algo de mangas.

—Está bien —dijo, tragando saliva con fuerza. Quería decir algo más, algo sobre lo extraño que se sentía, lo diferentes que eran las cosas, cómo sentía como si él se estuviera deslizando entre sus dedos. Pero él no estaba de humor conversador, y estaba aterrorizada de oír la verdad, así que al final no dijo nada salvo—: Buenas noches.

Tal vez él rodara sobre ella como lo hacía a menudo. Quizás en el sexo las cosas se sintieran más naturales.

Pero él no hizo ningún avance en absoluto. Solo dijo:

—Buenas noches. —Le dio la espalda y apagó la luz.

Se sentía como si fuera un extraño a su lado, y se dio cuenta con el insoportable inminente conocimiento de que lo que había sido tan bueno en el interior de la cárcel, podría no durar ahora que estaba fuera. Lo que desesperadamente quería, necesitaba de él, podría no ser una posibilidad.

La libertad podría significar que lo había perdido.

No estaba completamente negro en la habitación, de la manera en que siempre había sido en el Hold, pero todavía se sintió solitaria y asustada durante mucho tiempo antes de que finalmente se durmiera.

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Ella olía a Edward cuando despertó.

Era solo un tenue olor, no como siempre la había rodeado cuando despertaba, pero era distinto, inconfundible, profundamente familiar.

Era Edward, y lo conocería en cualquier lugar.

Rodó hacia su olor mientras gradualmente despertaba, hasta que pudo sentir su cuerpo bajo sus manos. Respiró profundamente, confortada por el familiar olor de él.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó, su voz ronca, completamente despierto.

—Olerte —murmuró, obviamente todavía no muy consciente.

—Lo siento. Puedo tomar otra ducha.

—No. —Extendió la mano hacia él medio dormida, suspirando de placer mientras la envolvía con sus brazos y la atraía hacia sí—. Me gusta.

Él se rio entre dientes y deslizó sus manos por su espalda hasta que estaba ahuecando su trasero.

—No estoy seguro de qué pensar sobre eso.

—Es extraño, estar afuera —admitió, acariciando su pecho con su nariz y respirándolo.

Él exhaló profundamente.

—Lo sé.

Se movió contra él y sintió que estaba duro, su erección atrapada entre sus cuerpos. Una tensión desatada en su pecho en reconocimiento. Aún la deseaba. Al menos eso no había cambiado.

Se frotó contra él lentamente, hasta que gimió bajo en su garganta.

Luego la agarró por su rostro y la atrajo hacia un profundo beso.

Se besaron por un largo tiempo, moviendo sus cuerpos el uno contra el otro. Se sentía tan diferente, con la piel limpia, el cabello limpio, pero la dura tensión en su cuerpo, la urgencia en su toque no había cambiado.

Con una mano, él acarició su cabello mientras se besaban, y con la otra acarició uno de sus muslos. No pasó mucho tiempo hasta que ella estuvo profundamente excitada, gimiendo ligeramente mientras el deseo la recorría por completo.

—Edward, por favor —jadeó, alejando su boca de la suya—. Te necesito. Ahora.

Soltó un gruñido ahogado y rodó sobre ellos, por lo que ella estaba sobre su espalda y él posicionado entre sus muslos. Buscaron a tientas en su ropa, y él usó su mano para alinearse a su entrada, y luego se hundió dentro.

Su coño se adhirió a su dura longitud, y se arqueó de placer por la penetración.

—Edward.

Empujó un par de veces contra ella, solo embestidas pequeñas e involuntarias. Y dijo una palabra sin aliento con cada empuje.

—Sí. Nena. Bella.

Ella se arqueó de nuevo, adorando el sonido de su voz, la sensación de su necesidad. Envolvió sus piernas alrededor de él y se aferró con sus muslos y brazos. Siguió respirando su nombre mientras se mecía debajo de él, igualando su ritmo tanto por instinto como por la práctica. Ella no parecía poder parar.

Luego la estaba besando de nuevo, incluso cuando su movimiento se hizo más urgente, y se sintió como si estuvieran verdaderamente unidos, verdaderamente juntos, verdaderamente uno. Su pecho estaba dolorido por ello cuando el placer se liberó dentro de ella, y arqueó su cuello, rompiendo el beso y gritando suavemente mientras su cuerpo se estremecía a través del clímax.

—Joder, sí —murmuró, empujando contra sus contracciones—. Nena, me encanta cuando te corres.

Él estaba sudando ahora, y olía más a Edward que nunca. Y ella había bajado lo suficiente como para mirar y sentir cómo se congelaba, la liberación rompiendo en su rostro, antes de que se cubriera con un placer palpable.

Se agarró a él cuando se corrió dentro de ella, y lo abrazó cuando empezó a relajarse.

Se quedó acostado sobre ella durante un minuto, su peso pesado y caluroso y amado.

—Eso fue tan bueno —suspiró después de un minuto, necesitando decir algo, desesperadamente queriendo escuchar de él algún tipo de reflejo de sus propios sentimientos.

—Sí —murmuró él, besando su cuello. Ella esperó, pero no dijo nada más.

Tal vez era solo sexo para él. Tal vez solo una liberación física. Tal vez quería volver a su vida real y cortar los lazos con los recuerdos de pesadilla del año que había pasado en la cárcel.

¿Quién podría culparlo, después de todo? Las relaciones formadas en crisis no estaban destinadas a durar.

No iba a hacerlo sentir culpable. Él había estado más que a la altura de su trato. No solo la había mantenido a salvo y la había cuidado mientras habían estado en el Hold. Los había logrado sacar a los dos. No iba a hacerlo sentir mal si él no quería tenerla a su alrededor para el resto de su vida.

La idea de vivir el resto de su vida sin él la perturbó tanto que de repente tenía que conseguir algo de espacio. Se retorció ligeramente hasta que él rodó fuera de ella, y luego ella misma se metió en una bola bajo las mantas, diciéndose que tenía que recomponerse.

Edward tenía un buen corazón, sin importar cómo intentaba ocultarlo. Incluso un año en la cárcel no había conseguido estropeárselo. Si supiera lo triste que estaba por el pensamiento de perderlo, se sentiría culpable.

Se sentía como si estuviera mirándola, pero no podía correr el riesgo de levantar la vista.

Por último, él dijo:

—Creo que voy a tomar una ducha.

—De acuerdo. Tomaré una después de ti. —Pensó que logró que el sonido saliera natural mayormente.

Tembló y se estrechó a sí misma después de que Edward se levantó y se fue al baño hasta que controló la emoción.

Hubo una llamada a la puerta unos minutos después de que oyera la ducha. Se sentó de un salto sorprendida y momentáneamente aterrorizada.

Habían visto a un par de guardias de la prisión ayer por la tarde en la estación de acoplamiento pública. Evidentemente, habían hecho una búsqueda de ellos después de todo.

Tal vez los habían encontrado.

—Soy yo. —La voz de Jasper llegó a través de la puerta. Aliviada, Bella se puso la ropa y se levantó para abrirla.

Jasper estaba completamente vestido y sonriente, impresionantemente guapo, a pesar de su ojo todavía inflamado. Compadecía a la chica sobre la que Jasper hiciera un movimiento real. La pobre no tendría ni una oportunidad.

—Encontré un viaje —dijo, mirando hacia detrás de ella, y evidentemente dándose cuenta de que Edward estaba en el baño—. Creo que estaremos más seguros separando nuestros caminos ahora.

—Oh, de acuerdo. —Comprendió que posiblemente estaba en lo cierto, pero lamentaba ver marcharse a Jasper. Se sentía extrañamente cercana a este hombre misterioso, carismático e increíblemente atractivo—. ¿Quién es el que te lleva?

—Alguien que va en la misma dirección que yo. —Levantó las cejas—. Ella estaba feliz de darme un impulso.

—Apuesto a que lo estaba.

—Así que estoy marchándome. Cuídate —dijo Jasper, inclinándose para besar su mejilla—. Gracias por escogerme de entre la manada y darme una ruta de escape.

Él había dicho que se suicidaría si se quedaba mucho más tiempo en el Hold. Estaba absolutamente segura de que era verdad.

En un pensamiento fugaz, decidió que el mundo habría sido peor si lo hubiera hecho.

—Muchas gracias —dijo con una sonrisa—. No podríamos haberlo conseguido sin tu ayuda. ¿Estarás bien?

—Por supuesto. Sé cómo cuidar de mí mismo.

—No te metas en problemas otra vez.

—Siempre estoy en problemas —dijo con su sonrisa característica—. Te diría que te cuidaras también, pero creo que alguien ya tiene cubierto el trabajo.

—Yo… no sé nada sobe eso —dijo Bella, un poco remilgada, ya que no estaba del todo segura que la suposición de él sobre ella y Edward fuera verdad, y de todos modos, no era asunto de Jasper.

Él se rio entre dientes, y bajó su rostro para murmurar:

—Quizás no lo sepas, pero yo sí. Leí sus sentimientos, ¿recuerdas? Y nunca antes había sentido algo así como lo que siente por ti.

Lo miró sin aliento, una emoción ronroneando a través de ella con las palabras.

—¿De verdad?

Asintió

—Si sintiera algo tan profundo por una mujer, estaría completamente aterrorizado. —Miró por encima del hombro de ella a la puerta del baño—. Dile adiós de mi parte. Y gracias. Y dile que no tiene nada de qué sentirse culpable.

—¿Qué? —preguntó Bella, tratando de comprender exactamente lo que le estaba diciendo.

—Solo díselo —dijo Jasper. Luego la besó en la mejilla y se volvió para irse. Pero agregó mientras caminaba por el pasillo—: Puedes confiar en mí.