Ahora estaba volando sobre el cielo, debajo de él se encontraba la ciudad siendo azotada por múltiples tornados. Nervioso miró a su alrededor, justo el dragón pasó volando frente a él y casi la hace perder el equilibrio.

Paimon se las arregló para volar hasta el lado de su amigo.

—¿Eh? ¿Puedes permanecer con las Alas voladoras tanto tiempo en el aire? —dijo la peliblanca sorprendida.

En ese momento se dio cuenta también, sentía una extraña sensación, como si el viento le estuviese ayudando para poder volar en vez de planear hacia abajo.

—Soy yo quien ha hecho que el viento esté a tu favor para que no te cayeras —se escuchó decir a una voz misteriosa. Paimon con miedo miró a su alrededor, pero no vio a nadie.

Siguió volando hasta que pudo divisar al dragón no muy lejos. Desde esta distancia podía ver a la enorme bestia, pero tenía algo extraño, en su espalda tenía unas especies de espinas moradas que no lucían natural.

—Ahora, imagina que puedes sostener este viento en tus manos y lanzarlo para atravesar las nubes… —continuó esa voz.

—¡¿Q-quién dijo eso?! —Paimon asustada se pegó a su espalda.

Siguiendo las indicaciones de la voz, juntó sus manos como cuando hizo el torbellino de viento frente a la estatua del dios Anemo. Una pequeña esfera de energía se formó en sus manos.

—¡Lanzala! —gritó la voz.

Disparó la bola de energía hacia el dragón, pero este lo esquivó fácilmente.

—Otra vez, pero más rápido.

—Oye, ¿quién eres? Estás asustando a Paimon —dijo el hada aterrorizada.

Ahora juntó la energía nuevamente disparó más rápido que antes, pero no consiguió golpear al dragón en varios intentos, hasta que por fin una de las bolas le dio en una de las espinas moradas, lo cual hizo rugir al dragón.

La enorme criatura hizo una maniobra y luego aumentó su velocidad hasta desaparecer en la distancia.

Viendo que el monstruo se había ido, no tuvo más opción que volver a la ciudad, así que descendió, pues el viento dejó de darle soporte.

—¡Aether! —Amber corrió hacia él y lo tomó de los hombros preocupada —. ¿Estás bien? ¿Te hiciste daño?

El rubio negó con la cabeza.

—Impresionante —un hombre se acercó caminando lentamente mientras aplaudía — ¡Guau! Tienes la fuerza suficiente para hacerle frente al dragón…

Era un hombre alto y moreno con un parche en su ojo derecho.

—¿Acaso eres nuestro huésped… o una nueva tormenta? —el chico miró al hombre que lo veía directamente a los ojos.

—Stormterror... ¡ha atacado la ciudad! —la castaña tomó un segundo para procesar lo que estaba sucediendo —. Kaeya, llega justo a tiempo. Tenemos que…

—Un momento Amber, me parece que no nos has presentado aún —el hombre miró con su ojo al rubio y al hada que lo acompañaba.

—Oh ¡Cierto! Él es Kaeya, Capitán de Caballería de los Caballeros de Favonius —dijo la chica de rojo señalando al hombre con su mano —. Ellos son dos viajeros que vienen de muy lejos, Aether y Paimon —ahora señaló al chico y su amiga.

Kaeya miró a Amber con cara de pocos amigos.

—¿"Vienen de muy lejos"? ¿Es todo lo que sabes? —dijo viendo con desaprobación lo descuidada que era la joven.

—Para no hacer la historia tan larga… —dijo algo nerviosa.

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—Ya veo. Bienvenidos a Mondstadt. Lamento que vengan en un mal momento… —dijo de brazos cruzados, luego puso su mano derecha en su pecho —. Entiendo el dolor de separarse de la familia. Pero no entiendo por qué buscan al dios Anemo. Supongo que todos tenemos nuestros secretos, ¿no? —el moreno sonrió.

Aether suspiró.

—Jaja No voy a insistir más en el tema —Kaeya se relajó un poco —. En primer lugar, en nombre de los Caballeros de Favonius, les estamos agradecidos.

—Bueno, no podíamos quedarnos de brazos cruzados —dijo Paimon con las manos en la cintura.

—Nu fue nada, ¿dúnde está la recumpensa? —el rubio se veía totalmente serio al decir esto, a lo que el hombre no pudo evitar soltar una carcajada.

—Muchos habitantes de Mondstadt han sido testigos de tu combate contra el dragón. La Gran Maestra Intendente de los Caballeros de Favonius está muy interesada en conocerlos, y les invita formalmente a nuestra sede —el moreno puso sus manos en la cintura.

Tanto Paimon como Aether se sorprendieron y Amber mostró una gran sorpresa también.


Eula es una mujer muy orgullosa, como parte de la nobleza es lo que se esperaría de ella, por lo tanto siempre que hace algo lleva consigo la elegancia y gracias que portan los nobles, aunque a ella no le importan mucho las etiquetas.

—Desagradables Fatui… —dijo algo molesta, había perdido toda la mañana por su culpa, pronto tendría que dejar Mondstadt, y tenía que ir con Amber antes de ello, pues era una promesa como parte de una de sus muchas venganzas.

A la distancia divisó la ciudad del viento, estaba extrañamente rodeada de nubes grises, como si en cualquier momento un tifón se fuera a desatar sobre ésta.

—Debe ser obra de ese dragón otra vez, Stormterror es todo un dolor de cabeza… que envidia, ser una criatura libre que puede hacer lo que le plazca —se dijo a sí misma imaginando a ella misma con forma de dragón volando libre por el cielo.

—Razor conseguirlo. Jabalí para la manada —aquel chico criado por lobos acababa de cazar su presa y la puso sobre su hombro con bastante facilidad, algo increíble, pues estos animales llegaban a pesar más de 70 kg, ¿qué tan fuerte era ese chico?

Eula continuó su camino de regreso a Mondstadt, cuando escuchó la voz de una chica que pedía ayuda. Corrió a gran velocidad hacia ella.

Era una muchacha joven rubia, usaba un vestido azul celeste y llevaba un bolso blanco con amarillo, a su alrededor estaban 7 Hilichurl, 3 slimes pequeños, dos grandes y un Samachurl Dendro.

Dos de los Hililchurl la sujetaban por los brazos, otros dos por las piernas dos bailaban y el último estaba frente a ella y bruscamente rasgó su vestido por el costado, la chica gritó asustada.

El Samachurl hacía una especie de ritual con su báculo. Uno de los slimes se pegó a su pie derecho y el zapato de la chica comenzó a desintegrarse.

Eula no dudó ni un segundo, saltó y dio un par de volteretas a la vez que materializaba su mandoble en sus manos, lo lanzó contra el monstruo que sujetaba su brazo derecho y la espada lo atravesó por el pecho, dejando un enorme rastro de sangre en el suelo, sin embargo, la precisión de la peliazul era tanta, que ni una gota salpicó a la chica cautiva.

Los slimes grandes voltearon en dirección a la mujer que venía ahora hacia ellos, los demás Hilichurl dejaron a la muchacha y tomaron sus armas.

La Visión de la Caballera brilló. Eula dio un giro sobre sí misma y luego extendió su pierna, la cual fue cubierta por energía Cryo y con la gracia de una bailarina de ballet le propinó una patada al Slime grande, dejándolo congelado.

El Samachurl agitó su báculo y un montón de hojas aparecieron alrededor de la peliazul, luego una cerca de enredaderas con espinas cubrió gran parte del terreno.

Dos de los Hilichurl que eran rojos tomaron sus garrotes y estos se envolvieron en llamas para luego cargar contra ella.

Eula saltó sobre el Slime congelado y su claymore volvió a sus manos, dio una vuelta en el aire y cayó sobre otro de los Slimes grandes, al cortarlo en dos este explotó, salpicando agua por todos lados.

Los Hilichurl con porra de fuego venían quemando todo el pasto de alrededor.

—Vórtice helado —susurró dando un corte horizontal envuelto en hielo que cortó los brazos de los dos monstruos que venían corriendo.

Los tres Slime pequeños iban a golpearla, pero la chica dio una vuelta sobre sí misma y los destruyó con el mismo movimiento que acababa de hacer, la pequeña capa que ella llevaba brilló envuelta en hielo y un color blanco azulado brillante.

Quedaban dos Hilichurl, pero estos parecían tener miedo y estaban a punto de correr, sin embargo, Eula no les dio tregua.

—¡La venganza será mía! —la peliazul dio una vuelta a la vez que su visión brillaba, luego lanzó su mandoble hacia los dos fugitivos y este se clavó frente a ellos para luego explotar en una brusca explosión que mostró el emblema de los Lawrence, los 2 monstruos se desintegraron.

Ahora quedaba con vida el Samachurl y los dos Hilichurl sin brazos.

—Que eso les sirva de lección. Para la próxima no tendré piedad con ustedes, basuras —la espada de la chica se materializó en su mano izquierda y ella la clavó en el piso, luego echó hacia atrás el mechón de su cabello.

Los monstruos se retiraron asustados.

Eula miró a la chica que estaba en el suelo, tenía unos cuantos golpes, pero no era nada grave. Su ropa estaba rasgada y algo sucia.

—Hump. No creas que hice esto por ti, tan solo hice lo que tenía que hacer —se cruzó de brazos mientras apartaba la mirada —. ¿Estás bien?

—S-sí, muchas gracias por salvarme —la muchacha se puso de pie con algo de dificultad.

—Tu ropa está hecha jirones, no puedes andar así —se acercó a la rubia y su Visión destello con una luz blanca. Eula pasó sus manos por el vestido de la chica y las partes rotas fueron cubiertas por fragmentos de escarcha que cubrieron todos los desperfectos —. No puedo hacer nada por tus zapatos.

—No, esto es más que suficiente, muchas gracias. De no ser por usted, quién sabe lo que me habrían hecho esos monstruos —la chica recordó con amargura como la habían tratado. Miró a su salvadora a sus profundos ojos violeta y quedó fascinada —. ¿Puedo preguntar su nombre?

—¿Por qué le diría mi nombre a una plebeya como tu? ¿Acaso no conoces a los miembros de la nobleza? ¡Que insolente!

La chica se vio sorprendida.

—¿E-es usted de la nobleza? Mis más sinceras disculpas, no lo sabía, señorita —la rubia se inclinó en una reverencia.

Eula bufó fastidiada.

—No tienes por qué agachar la cabeza, no me gustan esas formalidades —la peliazul se cruzó de brazos —. Vamos, te escoltaré a la ciudad, Barbara curará tus heridas.

Eula comenzó a caminar.

—Perdón por ser una molestia… —la muchacha se encogió de hombros y jugueteó con sus manos tímidamente —. ¡Cierto! Aún no me he presentado, mi nombre es Satis.

La Caballera de Favonius la miró de reojo y vio las dificultades que tenía para caminar.

—Toma mi mano, no puedes caminar bien —volteó la mirada mientras le extendía la mano.

Satis se sonrojó

—No creas que estoy haciendo esto por ti, no es que tenga pena ni nada parecido, solo estoy cumpliendo con mi deber —aclaró la peliazul. Satis sonrió y tomó su mano.

—Muchas gracias.

—… Juro que me vengaré. Recordaré esta ofensa —bufó.


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—¡Pero quiero salir! —reclamó la pequeña niña rubia.

—Ya te lo he dicho Klee, Jean me ordenó mantenerte en la Sede de los Caballeros hasta que pase la tormenta, es una orden directa de la Gran Maestra Intendente, así que no puedo desobedecer. No esta vez —dijo el joven. La pequeña hizo un puchero molesta.

—Pero el hermano Albedo le prometió a Klee que saldríamos a una pesca explosiva después de comer en la cafetería —reclamó ella aún molesta.

—Klee, por favor, entiende al señor Albedo, si desobedece esta orden se meterá en graves problemas, ¿quieres que lo castiguen también a él?

—Klee... por favor, entiende, esta vez no solo te meterás... —Sacarosa jugueteó con sus manos algo nerviosa —. La Gran Maestra Intendente lucía muy preocupada.

Klee miró a los ojos de los demás y pensó un momento. De repente sus brazos cayeron con decepción.

—Está bien… Klee se quedará en la sede —la niña se puso bastante triste, lo cual afectó a todos los demás, que se miraron entre sí sin saber qué decirle exactamente.

—Qué tal si vamos a la cocina y preparo unos panqueques, puedes ayudarme si quieres —Noelle se acercó a la pequeña —. Pero nada de explosiones.

—¿Enseñarás a Klee a prepararlos? —dijo emocionada nuevamente la niña rubia.

Era sorprendente lo rápido que Klee podía dejar atrás cualquier problema para luego sonreír sin ninguna preocupación, que bonito era ser un niño.

—¡Claro! Tu madre Alice también preparaba unos muy buenos, de ella fue que aprendía hacerlos —agregó la criada, esto puso una sonrisa aún más grande sobre la niña, si es que esto era posible.

—¡Yei! ¡Mamá es la mejor! ¡Klee aprenderá algo que mamá le enseñó a Noelle! —la pequeña rubia comenzó a saltar emocionada —. ¡Noelle es la mejor!

Dejándose llevar por la euforia del momento, la niña de rojo abrazó a la peliblanca.

—Mmm… ¿podría participar... yo también? —Sacarosa levantó su mano tímidamente, a lo que la criada asintió con una sonrisa.

—En ese caso me gustaría probar sus platos, ¿les parece bien? —Albedo se unió a la conversación —. Yo también voy a cocinar, por supuesto.

—¡Entonces hagamos una competición para ver quién prepara los mejores panqueques! —los ojos de Klee resplandecían como las estrellas —. ¡Vamos!

Como siempre la niña salió corriendo hacia la cocina, dejando a todos detrás.

—¿Jean te pidió que mantengas ocupada a Klee? —el rubio miró a la criada.

—Así es. La señorita Jean previó que Klee no se podría controlar, así que me pidió que la mantenga ocupada con algo, así que se me ocurrió ir a cocinar —contestó Noelle —. Es usted muy perspicaz, señor Albedo.

—Vamos.

Sacarosa miró al joven mientras este caminaba al lado de Noelle. Siempre lo había visto con admiración desde que él le habló por primera vez y le enseñó sobre su Alquimia de la vida, totalmente diferente a su alquimia, que estaba más enfocada en objetos inanimados, pero era algo que los unía.

"¿Qué pensará él de mí?"

Se preguntaba a veces cuando estaba sola, dentro de su pecho había empezado a aflorar un sentimiento que era desconocido para ella. Se sentía cálido cuando estaba junto a él y verlo caminar junto a otra chica no la ponía muy contenta.

"¿Qué es esta sensación?"

Apuró el paso para estar más cerca de ellos, pues se había quedado algo atrás al quedar enfrascada en sus pensamientos.


—¿Diona? ¿Qué haces en el Obsequio del ángel? —preguntó un hombre al ver a la niña durmiendo sobre la mesa.

La niña se levantó exaltada y miró a su alrededor, cuando por fin recordó todo.

—¿A dónde fue? —se levantó de la silla rápidamente, en la barra no estaba la razón de su estadía en ese lugar.

—¿De quién hablas? —preguntó el hombre.

—¡Ugh! —la nariz de la niña se arrugó con desagrado —. ¡Hueles a alcohol!

La pequeña felinés salió corriendo de la taberna. Miró a su alrededor, pero no había ni rastro, el clima estaba muy mal. El cielo estaba nublado y había basura por el suelo, también los carteles estaban tirados por el lugar.

—¿Qué pasó aquí?

La poca cantidad de gente por la calle se veía bastante agitada.

—Diona, hola —la saludó una voz masculina.

La niña lo miró, era Bennett el chico con muy mala suerte del Gremio de aventureros.

—¡Ugh! Es él… —la niña lo miró con desagrado.

—¿Pareces tener prisa, estás buscando algo? —le preguntó agachándose para estar a su altura. La niña se cruzó de brazos.

—Hump. No te preocupes, no necesito tu ayuda… —bufó volteando la vista —. Pero… ¿Has visto al dueño del Obsequio del ángel?

—¿Te refieres al señor Diluc? Lo vi hace 20 minutos, iba saliendo de Mondstadt, seguro volvía al Viñedo del amanecer —respondió el peliblanco.

Diona chasqueó la lengua molesta.

—¿Qué pasó? ¿Por qué está todo el mundo tan agitado? —cuestionó ella.

El chico sonrió.

—¿No lo viste? Un forastero luchó contra Stormterror e hizo que se vaya, aunque eso no deshizo el mal tiempo.

—… Bueno, no me importa, supongo que tengo volver a la Cola de gato —después de perder su objetivo no tenía nada más que hacer que volver al trabajo.

—Sí, adiós. —la niña se perdió al doblar por una esquina —. Bien, creo que voy a-

Bennett dio un paso, pero justo pisó un cartel que estaba en el suelo y resbaló, cayendo bruscamente sobre su brazo derecho. Un fuerte ruido horrible se escuchó.

—¡Argh! —se quejó del dolor. Se levantó con cuidado, pero el dolor era casi insoportable —. Rayos, me he dislocado el hombro.

Además de dislocar su hombro, también se hizo una herida en el brazo, por lo que un poco de sangre comenzó a brotar de este.

—Mmm duele bastante, debería ir a ver a Barbara… pero no quiero molestarla —se quedó en ese lugar por un minuto debatiendo si ir con la monja o no —. Supongo que no me queda de otra, no podré dormir por la noche con el hombro así.

El desafortunado aventurero puso rumbo a la catedral, seguro que ella se encontraría allí.


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—Ahí está; Mondstadt la ciudad del viento kekekeke en estos momentos debe estar hecha un caos gracias al dragón —se rió.

—En cuanto estén ocupados los Caballeros de Favonius será nuestro momento de actuar, destruiremos la ciudad de una vez por todas —dijo otro.

—Cuando el Heraldo vuelva será el momento idóneo —comentó un tercero.

—Hump. No me sorprendería que esos incompetentes caballeros no puedan proteger la ciudad —dijo una cuarta voz.

—Tienes razón, esos inútiles son una molestia, pero- —se giró con los ojos abiertos de par en par —¿Quién diablos eres?

—Eso del Heraldo suena interesante, cuéntame más —un sujeto pelirrojo alto estaba de brazos cruzados frente a ellos 3 —. Mago del abismo.

Eran 3 magos del abismo, uno Cryo, otro Pyro y el último era Hydro.

Los tres pusieron sus escudos.

—¿No están dispuestos a hablar? Entonces no me sirven —el pelirrojo dio un paso al frente y extendió su mano izquierda, en la que se materializó su arma.

Los magos del abismo se separaron para rodearlo.

El mago Hydro lanzó una bola de agua contra él, Diluc la esquivó inclinándose ligeramente, sin dejar de caminar.

El mago Cryo lanzó un fragmento de hielo, el hombre lo deshizo fácilmente con un movimiento de su mano.

El mago Pyro invocó a 3 cabezas que lanzaron fuego, luego el mago Cryo hizo caer trozos de hielo donde él estaba a la vez que el Hydro lanzaba una enorme bola de agua. Todos los ataques colisionaron, produciendo una gran nube de vapor.

—Lo hicimos —celebró el mago Pyro.

Del vapor salió disparado el pelirrojo, su puño atravesó el escudo del mago Pyro y agarró su cabeza con fuerza, los otros dos se asustaron.

—Puede que ya no sea parte de los Caballeros de Favonius, pero protegeré Mondstadt así como mi padre hizo en vida —cerró su mano con fuerza, partiendo el cráneo del mago del abismo —. Y seguiré su legado de protegerla en su ausencia.

El mago Hydro se teletransportó a varios metros del lugar y miró horrorizado cómo caía el cuerpo de su compañero. El mago Cryo también se teletransportó.

—Está loco —en los ojos del pelirrojo se podía ver esa furia y rabia que le carcomía en el fondo de su alma, le daba esa aterradora aura de ansia de sangre.

—Es hora de… —Diluc llevó su mandoble a su hombro a la vez que adquiría una pose de ataque. Todo alrededor del hombre se cubrió de llamas a la vez que su visión brillaba con una intensa luz roja.

El mago Cryo apareció varios metros más allá, pensando que estaba a salvo de aquel sujeto.

—Retribución.

Diluc lanzó su poderoso ataque, el cual tomó la forma de un halcón en llamas que salió volando para luego caer sobre el mago Cryo, este gritó de dolor al ser calcinado por las intensas llamas. Luego de unos segundos no quedó más que cenizas.

—¿Creían que podían escapar? —la claymore desapareció de sus manos —. He luchado contra miles de magos como ustedes, sé cómo funciona su teletransportación.

El mago cayó al suelo asustado, empezó a sudar al ver como ese hombre se acercaba a él caminando lentamente mientras arreglaba las mangas de su abrigo.

—Te dejé para el último a propósito —Diluc se paró frente a él, con su semblante imponente —. Tienes dos opciones: me cuentas todo y te mueres. O me cuentas todo y te mueres, pero más rápido y con menos dolor.

El mago del abismo sintió como si se estuviera derritiendo, aquel hombre tenía una figura demasiado imponente, apenas podía respirar de lo sofocante que era su presencia, no podía decir si era eso o por el calor de las llamas que había alrededor.


—Oye, ¿no es ese el chico que estaba luchando contra Stormterror hace un rato?

—¿Quién será? No parece un ciudadano de Mondstadt.

—Sus extrañas ropas sin duda son de fuera.

—Aether, parece que te hiciste muy famoso rápidamente, Paimon está impresionada —dijo viendo cómo la gente cuchicheaba acerca de su amigo.

—Te lo dije, todos te vieron mientras peleabas contra Stormterror — dijo el hombre del parche mientras guiaba el grupo.

Andaron por la gran ciudad hacia el suroeste desde la estatua de Barbatos. Mucha gente por el camino dijo lo mismo, viéndolo con asombro y curiosidad, Paimon se sintió orgullosa.

Después de unos minutos llegaron por fin al gran edificio. Era inmenso. Había varios estandartes con la figura de un halcón y también grabados en piedra cerca de la puerta, al pie de las escaleras había dos guardias custodiando la entrada.

—Capitán Kaeya —el hombre de la derecha tenía una mirada severa. Hizo un saludo mientras se mantenía firme.

—Buenos días Capitán. Quiénes son sus invitados, ¿son los que la Gran Maestra Intendente Jean mandó a llamar? —cuestionó el de la izquierda, llevaba gafas que le daban un aire intelectual. También hizo el saludo.

—Así es. Su nombre es Aether y su acompañante, Paimon —respondió el Capitán de Caballería.

Amber se adelantó un poco.

—A mi izquierda está Porto, es algo estricto, pero es muy bueno en su trabajo —dijo la castaña mientras lo señalaba con su mano —. A mi derecha está Athos, si tienes alguna duda él te la puede responder, es muy inteligente, casi como Lisa, la bibliotecaria.

—Jeje es un honor que me consideren casi tan inteligente como la señorita Lisa —dijo apenado rascando detrás de su nuca.

El chico rubio saludó con la cabeza a ambos hombres.

—Perdón por hacerle perder su tiempo, Capitán. Pueden pasar —dijo Porto señalando las escaleras.

—Con su permiso.

—¡Hasta luego chicos!

Los cuatro procedieron a ingresar en el edificio.

Una vez dentro, Paimon y Aether vieron sorprendidos lo enorme que era el sitio por dentro, había decenas de caballeros tantos hombres como mujeres de aquí para allá, algunos de ellos cargaban enormes pilas de papeles, otros cajas llenas de cosas que no se alcanzaba a distinguir desde la distancia.

—¡Huffman, Hertha requiere de tu presencia en la puerta este!

—Enseguida voy, debo entregar primero estos papeles a Swan.

—Ah, no te preocupes, el turno de Lawrence comienza ya, así que dáselo a él para que los entregue a Swan.

—Wyratt, es hora del cambio de turno, puede ir a almorzar, yo me haré cargo de la biblioteca.

—Wood, ¿qué tal le fue a Klee ayer, volvió a romper la puerta con una de sus explosiones?

—Ayer estuve hablando con la señorita Lisa, me sorprende que aún recuerde mi nombre, la invitaré a almorzar la próxima vez.

—Wow, sí que hay mucho trabajo en este lugar —dijo Paimon viendo cómo la gente no paraba de moverse. Aether asintió.

—Por aquí está la sala de la Maestra Intendente —Kaeya se puso al lado de una puerta.


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—¡Bennett! —la rubia corrió rápidamente a ver al peliblanco, este venía herido como siempre, aunque ahora sujetaba su brazo con una mueca de dolor.

—Jeje hola… —sonrió nervioso —. Lo siento, otra vez volvía a hacerme daño.

—¿Qué te pasó? —la chica se acercó a él —. Ven voy a curarte.

Bennett asintió y la siguió a una habitación de la catedral.

—Eres mi paciente más habitual, debes tener más cuidado cuando vayas de aventuras —le sermoneaba ella. Él rió.

—El mundo no está de mi lado, pero eso no importa, un día de estos seré un famoso aventurero, el mejor de todos —dijo animado —. Hoy salí con un nuevo grupo, pero pasaron varias cosas… y al final me abandonaron.

—… ¿Nunca has pensado en dedicarte a otra cosa? Ser aventurero es peligroso y ya sabes las cosas que te pasan cada vez que sales de la ciudad —Barbara abrió su grimorio y pasó por varias páginas. Por su tono de voz, lo decía bastante en serio.

Bennett sonrió.

—Yo también lo pensé en algunas ocasiones, pero no se me ocurre otra cosa que pueda hacer.

La rubia puso sus manos sobre la herida del chico, luego su visión comenzó a brillar.

—No lo hago solo por mí, es también por mis padres, mis hermanos y por todos en el orfanato, si algún día encuentro un enorme tesoro podré usarlo para darles una buena vida, se los debo —la melancolía se apoderó de sus palabras, pero su sonrisa no desapareció.

—Eso lo entiendo, pero no tienes que hacer esto si siempre sales tan herido, un día te podría… Hay otras formas de conseguir alcanzar tu sueño, ¿no crees?

Una pequeña burbuja de agua se formó frente a sus manos y la puso sobre la herida, poco a poco comenzó a sanar.

—¡Pero es divertido! ¡El riesgo, la adrenalina, la satisfacción de cuando por fin encuentras lo que estás buscando, o sortear obstáculos o una trampa muy difícil! ¡Es una sensación maravillosa!

—No lo entiendo. ¿Qué tan importante es para ti?

—¿No tienes un sueño también, Barbara?

—¿Yo? Mmm… claro que sí —pensó en su hermana. Sobre una enorme colina, con la luz ensalzando su figura, volteando hacia ella y sonriéndole —. Me gustaría ser más como mi hermana, ¿algún día podré ser tan grande como ella? Todos la admiran, es tan confiable y fuerte, pero yo…

—Tú también eres increíble, Barbara. Eres el ídolo de Mondstadt, todos te admiran también —Bennett la miró a los ojos y sonrió —. Mondstadt no sería lo mismo sin ti, tus canciones, tu habilidad para curar las heridas y el corazón. Desde mi punto de vista, eres igual de importante para todos nosotros.

Barbara terminó de curar su brazo dislocado y la herida.

—Muchas gracias Bennett, se supone que yo era la que iba a curarte, pero siempre me terminas dando ánimos —la rubia sonrió y se puso de pie con energía —. ¡Tienes razón, si quiero ser tan útil como mi hermana, solo tengo que brillar con mi propia luz! ¡Ya tengo una idea para una nueva canción!

El chico también se puso de pie y movió su brazo para comprobar que ya no le dolía.

—Como agradecimiento por curarme, ¿qué te parece ir a comer al Gran cazador luego?

—Aún tengo tareas que hacer en la catedral, pero por la noche estoy libre.

—¡Perfecto! Esta noche vamos a cenar Pollo al chile Jueyun.

—¿En serio? ¡Me encanta la comida picante! —dijo emocionada.

—¡Por cierto, hoy conocí a un sujeto bastante extraordinario!


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Jean se notaba bastante nerviosa, estaba dando vueltas en la habitación mientras Lisa la observaba. Tenía un papel en las manos.

—Godwin… —no pudo más, se reclinó en su escritorio y miró el reloj sobre la puerta, eran las 2:30 y aún Kaeya no había vuelto.

Dejó el papel sobre la mesa y caminó hasta la puerta.

—Vamos Jean, ¿cuál es la prisa? ¿No acordamos que los veríamos aquí? —la interrumpió Lisa mirando de reojo a su amiga. Ella tenía un libro sobre sus manos.

Cuando Lisa cerró el libro Jean la miró consternada.

—Tranquila, yo te echaré una mano cuando llegue el momento —la bibliotecaria se volteó para recargarse sobre la baranda, detrás de ella había una estantería repleta de libros. Lisa posó su rostro sobre su mano mientras miraba a su amiga.

Justo la puerta del despacho se abrió y cuatro personas entraron.

—Jean, los he traído —dijo Kaeya al ingresar al lugar.

Las caras no conocidas miraron con curiosidad alrededor.

Jean volteó sorprendida.


Aether miró el despacho de la Gran Maestra Intendente, tenía un escritorio lleno de papeles, una mesa con un juego de té y enormes estanterías llenas de libros. Una mujer castaña tenía un libro en su mano izquierda y lo miraba con interés mientras que la otra, rubia, le veía con sorpresa mientras el hombre del parche contaba los acontecimientos.

—… y cuando terminó los traje directamente aquí —terminó de contar.

La Gran Maestra Intendente lo miró.

—Viajeros traídos por el viento, Mondstadt les da la bienvenida. Soy Jean, Gran Maestra Intendente de los Caballeros de Favonius —miró a la otra —. Ella es Lisa, la bibliotecaria.

—¡Oh my! ¿Acaso vienen a ayudarnos, queridos? —la mujer les sonrió —. ¡Son tan adorables!

—Jeje —Paimon se sonrojó por el comentario.

—Por desgracia, llegan en un mal momento… Con la reaparición de Stormterror, la ciudad está hecha un caos —Lisa se cruzó de brazos —. El flujo elemental y las líneas ley de la ciudad nos ponen en desventaja. Somos como un ovillo de lana en las zarpas de un gato.

—Ese es un símil muy adorable —dijo Paimon, a lo que Aether asintió.

—Debemos hacer algo para solventar esta situación —agregó la Gran Maestra Intendente.

—No puede haber una situación peor para una bruja... Mi piel está a una partícula elemental de arruinarse... —dijo cómicamente la mujer de morado.

—De no ser por estas interferencias, los Caballeros de Favonius podríamos ayudarles mucho más. Por ahora solo podemos ayudarles poniendo anuncios de personas desaparecidas —se lamentó Jean —. Les pedimos que se queden en Mondstadt por un tiempo… Los Caballeros de Favonius le ayudarán a encontrar a su hermana.

—Peru… Nu pudemos dejar que hagan tudu el trabajo, también qoeremos ayodar —dijo el rubio con decisión.

—No lo sé, eres un viajero, no tienes por qué.

—Gran Maestra Jean, ya escuchó de sus hazañas contra Stormterror, seguro él podrá ser de mucha ayuda —defendió Amber.

—Alguien con la habilidad de combatir al dragón merece por lo menos ser tomado en consideración —agregó Kaeya de brazos cruzados.

Jean se lo pensó un momento, pero luego de ver a los ojos del chico no pudo negarse.

—Bien, en ese caso necesitamos un plan —dijo firme la Gran Maestra Intendente —. Con Stormterror atacando Mondstadt, tenemos la oportunidad de cortar el problema de raíz. Lisa inspeccionó la nube que cubre la ciudad y descubrió el origen del poder de Stormterror.

—Su poder proviene de los Templos de los Cuatro Vientos abandonados. La habilidad del dragón de crear este tipo de tormentas se debe gracias a que extrae su poder de esos templos —explicó la bibliotecaria.

—Nuestro objetivo es inspeccionar tres de los cuatro templos. ¿Saben por qué solo tres? —dijo Jean.

—Paimon no entiende por qué. ¿Es algo que solo los lugareños saben?

—Luego se los explicaré —dijo Lisa parándose al lado de Aether.

—Caballeros de Favonius, el tiempo apremia, debemos resolver este problema lo más pronto posible, así que nos dividiremos en 3 grupos: Amber y Kaeya al Templo del Lobo; Lisa y Aether al Templo de la Leona, y yo iré con Eula al Templo del Halcón, ella debe estar a punto de regresar de su misión —Jean se puso firme —. ¡En marcha!

Todos asintieron con energía.


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—Me conmueve que vengas a ayudarnos en una tarea tan peligrosa. Si tienes alguna pregunta, no dudes en decirme.

Tanto Aether como Lisa llegaron al templo después de un tiempo. Era una instalación enorme, aunque lucía en ruinas. Lo más destacable era la enorme puerta de entrada, mínimo de dos metros y medio.

Lisa se acercó a la gran puerta y la tocó, posteriormente esta se abrió lentamente, desprendiendo una especie de energía.

—Estas puertas normalmente te conducen dentro del edificio, pero si posees una Visión puedes acceder a un lugar diferente que se encuentra en una dimensión de bolsillo —explicó la bibliotecaria.

La energía que desprendía la puerta se concentró, formando una especie de portal, ya no se veía el interior del templo como hace un instante. Paimon y Aether se sobresaltaron.

—Vamos —Lisa atravesó el portal y desapareció.

Paimon miró a su amigo y este le devolvió la mirada de incredulidad. Luego ambos atravesaron también el portal.

Del otro lado se sentía algo diferente, como si el tiempo fluyera de forma distinta, además una especie de energía se podía percibir en el lugar.

—¡Este sitio es enorme! —la peliblanca no exageraba, el sitio era decenas de veces más grande de lo que parecía por fuera.

—Lo sabía. Hay una fuerte energía elemental que viene de lo profundo de este templo.

Lisa estaba más adelante, viendo hacia el fondo del templo.

—Más que un templo, esto parece una mazmorra —comentó Paimon, viendo todo los mecanismos y estructuras extrañas del lugar.

Avanzaron por el lugar, tuvieron que sortear varios obstáculos para avanzar, pero gracias al intelecto de Lisa apenas tuvieron complicaciones. Paimon intentó volar hasta el final del templo, pero no pudo, la energía del lugar no le permitía volar libremente, así que no tuvieron más opción que ir todo el camino largo.

—Hay muchos mecanismos en este tipo de lugares, como este, por ejemplo —Lisa se paró al lado de uno de ellos de color morado —. Este se activa con el Elemento Electro, no es difícil saber el elemento que activa cada mecanismo, ya que posee el color de este. Apártense un poco, voy a activarlo.

Lisa levantó su mano y la especie de cristal morado que tenía con ella brilló con una luz morada.

Al activar el mecanismo aparecieron varios slimes Pyro.

—Yo me encargo.

Los ojos de la bibliotecaria brillaron y luego una brutal descarga eléctrica golpeó a todos los slimes y explotaron violentamente al mismo tiempo.

Una puerta se abrió luego de ello.

Siguieron avanzando por el lugar acabando con varios monstruos por el camino, hasta que llegaron a una parte donde habían unas plataformas móviles.

Cada vez que Lisa usaba su poder, el colgante que llevaba con sigo brillaba y esto llamó su atención más de una vez, hasta que ella se percató.

—Oh, ¿quieres saber sobre mi collar? —el rubio asintió —. Estás bromeando… ¿En serio me estás preguntando? Esto es una Visión. Es usado por los elegidos para poder manipular los poderes elementales. Puedes considerarlo como una "varita mágica", o eso dicen los mitos.

—¡Cierto! Esto es algo que Paimon ya sabía… pero se me olvidó decírtelo —Paimon jugueteó con sus dedos avergonzada —. Las Visiones son objetos que entregan los dioses a los mortales y como dijo Lisa, permiten a los mortales canalizar los elementos, ¿recuerdas sobre los dioses que te conté en la mañana?

Aether se dio cuenta, ahora tenía más sentido. Jean, Amber y Kaeya también tenían una de ellas adheridas a sus vestimentas.

—¿Qué, nunca has visto una Visión antes?

—Es la primera vez… —dijo Aether mirando el collar en el pecho de Lisa.

Ya habían llegado casi al final.

¿De dónde eres exactamente...? —Aether la miró a los ojos —. ¿Eres acaso un Hilichurl con un nivel de inteligencia razonable?

La bibliotecaria lo inspeccionó con la mirada.

—No, los Hilichurl no son conocidos por su inteligencia… Y tú estás más o menos cualificado para ser un aprendiz magistrado —no se podía llegar a una conclusión lógica simplemente observándolo.

Antes de darse cuenta, ya estaban en lo más profundo del templo, en el centro de la habitación final había una especie de piedra con un símbolo desconocido para él.

—Rompe esa piedra con símbolo Anemo y podremos irnos a casa —le indicó la mujer —. La idea de poner los pies en alto y relajarme me entusiasma demasiado.

—Verás Lisa… Aether es un sujeto especial —dijo Paimon. El chico se puso frente a la roca y levantó su mano frente a esta.

Una esfera de viento se formó en la mano del chico y luego explotó, rompiendo la piedra en el proceso.

Lisa lo miró atónita.

—Aether puede-

—¡Puedes manipular el elemento Anemo sin una visión! —exclamó sorprendida.

—¡Oye! ¡Eso era lo que Paimon iba a decir! —reclamó molesta el hada flotante.

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.

.

—… Ya veo, así que de eso se trata. Sin duda eres la primera persona que veo que puede manipular los elementos sin una Visión. Cuentan las leyendas que sólo los dioses poseen esta capacidad.

—Lisa, recuerdas que nos dijiste que luego nos dirías por qué vamos a solo a 3 templos, ¿podrías decirnos ahora? Paimon se muere por saber.

—Bien. Para que lo entiendan debo contarles algo de historia —la mujer llevó sus manos a su cintura —. Pero primero salgamos de aquí, se los contaré en el camino de vuelta.

En el fondo de la habitación estaba la misma puerta que usaron para ingresar, Lisa hizo lo mismo y el portal se abrió nuevamente, así que todos lo atravesaron y terminaron justo en la entrada del templo.

—El Dragón del Este, la Leona del Sur, El Lobo del Norte, el Halcón del Oeste… Ello son los protectores de los Cuatro Vientos de Mondstadt, y están relacionados a Barbatos, el Arconte Anemo —esta última frase hizo que él centrara toda su atención en escucharla.

—¡Ah! Los templos tienen los nombres de los cuatro animales —dijo Paimon —. Este es el Templo de la Leona, ¿verdad?

—En efecto, cariño —asintió Lisa —. Dvalin… ese es el verdadero nombre de Stormterror. Alguna vez, antes de que la gente le pusiera ese sobrenombre, fue el Dragón del Este. Es por eso que Dvalin solo puede canalizar tres de los Cuatro Vientos. Porque desde el principio se ha ido consumiendo a sí mismo.

—¿Por qué haría algu así? —cuestionó el chico.

—Por odio, supongo.

—¿Odio? —dijo Paimon.

—Odio hacia Mondstadt. Impulsado por el odio, se volvió más poderoso que el propio viento y, así, se convirtió en Stormterror.

—¿Pero por qué uno de los cuatro vientos… odiaría la ciudad que debía proteger? —él también tenía curiosidad.

—… —Lisa levantó los brazos —Como habitante de Mondstadt, es difícil hablar del tema. Pero puedes leer acerca de ello en la biblioteca cuando volvamos a la Sede de los Caballeros de Favonius.


—Aquí está la catedral, esto es lo máximo que te puedo acompañar. Ve a ver a Barbara directamente —Eula estaba al pie de las escaleras que llevaban al edificio de brazos cruzados mientras observaba a la chica.

—De nuevo, muchísimas gracias por salvarme, señorita… —Satis la miró con timidez.

Eula suspiró.

—Mi nombre es Eula Lawrence, Caballera de la Marea de los Caballeros de Favonius —la miró a los ojos esperando la reacción de desprecio que siempre recibía por parte de los ciudadanos de Mondstadt.

La chica mostró una expresión de sorpresa, era lo normal que pasaba cuando alguien escuchaba su apellido, luego procedían a alejarse o tratarla con desprecio, pero curiosamente este no fue el caso.

—¿Es usted una Lawrence? ¡Eso es sorprendente! —dijo emocionada. Eula la miró como si hubiera dicho una locura.

—¿No vas a huir al escuchar mi apellido? Ya sabes, los antiguos tiranos aristócratas de Mondstadt —la peliazul frunció el ceño.

—¿Huir? ¿Por qué? Siempre me ha parecido horrible lo que hicieron los nobles en el pasado, pero eso no tiene nada que ver con usted. Todo lo que pasó en el pasado es historia, eso no condiciona la vida de todos los descendientes. ¿Acaso un nieto tiene la culpa de algún delito que haya cometido su abuelo? Pues... Eso, juzgar un libro por su portada está mal, o eso creo.

La mirada que le dio esa chica era algo nuevo para Eula. La habían insultado de muchas formas distintas, la habían visto como si fuera una cucaracha, pero nunca con la amabilidad y compasión que reflejaban los ojos esmeralda de esa muchacha.

—… —Eula no supo cómo responder a eso, estaba atónita.

—¡Capitana Eula! —la llamó un hombre que venía corriendo —. Por fin la encuentro, la Gran Maestra Intendente Jean requiere de su presencia en el Templo del Halcón.

La peliazul miró al hombre, era Huffman, uno de los Caballeros de Favonius.

—Entendido. Enseguida me pondré en marcha —Huffman asintió, luego de hacer el saludo se marchó.

—Fue un gusto hablar con usted, señorita Eula —dijo Satis haciendo una reverencia.

—Hump. No es como que me haya divertido… —se cruzó de brazos —. Más te vale que te mejores y no vuelvas a meterte en problemas o la venganza que tengo para ti se acrecentará

La mujer comenzó a caminar. Satis sonrió y la despidió agitando su mano, pero Eula no miró atrás, tan solo siguió caminando hasta que desapareció de su vista.

—Ella es muy amable, me gustaría agradecerle en alguna ocasión —la rubia llevó sus manos a su pecho. Le agradeció una vez más en silencio.

Un chico de cabello blanco salió de la catedral corriendo. Satis lo vio, estaba sonriendo bastante feliz.


Bien, por fin he terminado el segundo capítulo y bueno, vamos a las curiosidades.

Comencemos con Aether. Sé que es rara la forma en la que habla, y bueno, como ya se dieron cuenta, él confunde las "o" con "u", esto se debe a que en el apartado "Voz" del personaje del juego en una de sus conversaciones con Paimon, se menciona que al llegar a este mundo él no podía hablar correctamente y Paimon le fue enseñando. Pues bien, a lo largo de la historia él ya hablará correctamente y tendrá diálogos fluidos, así que sean pacientes.

El sonido que escucha al principio que suena como las olas del mar es de gracias a Eula, pueden investigar por su cuenta, pero su apodo de Caballera de la marea se debe a esto.

Cuando Paimon le explica a Aether sobre los elementos y él hace referencia a que es como en el latín, bueno es parte de su historia original que revelaré en el futuro, cuando Aether pueda hablar correctamente tal vez cuente sobre su pasado.

Sobre Diona, pues su forma de hablar agrega "nya" o "meow" en algunas frases, esto debido a su raza. Por si no lo sabían, Diona es mitad felinés, al igual que Sacarosa, aunque esta última no presenta esta característica de Diona.

Cuando Diona va a la taberna del Obsequio del Ángel ve entrar también a Rosaria, pero pasan un par de minutos antes de que esta entre, y escucha como Kaeya cuenta una anécdota, pues esa anécdota es parte de un cómic, lo pueden encontrar en Instagram, el artista se llama "_hui.an", por si lo quieren ver completo (Aunque está en inglés, pero me pareció muy divertido).

Con Razor, la parte en la que él habla con los Hilichurl uno dice "Mita muhe", esto se traduce como "Me gusta la carne", a lo que Razor responde: "Gusha muhe", lo que quiere decir "Come hierba" y el Hilichurl responde molesto "Moshi gusha", que expresa descontento, y a la vez manda a los demás a atacar.

Escribir los diálogos de Fischl es bastante tedioso y complicado, pues su forma de hablar es difícil de imitar, yo primero escribo lo que quiere decir y luego lo cambio por palabras que ella diría, no deja de ser complicado, pero me es más fácil así.

La frase de Bennett "La aventura es peligrosa" es en efecto el "Bouken da bouken" que él dice en japonés, pero estuve investigando y traducir esta frase es mucho más complicado de lo que parece, así busqué hasta encontrar esta versión, que es una traducción más o menos literal, luego usaré la frase que él dice en el juego.

Cuando Aether conoce a Fischl , esta dice "Estrellas que no regresan" para las personas que jugaron Genshin desde el inicio les sonará, este fue el nombre de lo que todo el fandom considera como el mejor de todos los que llevamos hasta ahora.

"Prólogo: El forastero que atrapó el viento" es otra referencia al capítulo que ocupa en la trama del juego el arco de Mondstadt.

Cuando Eula pelea contra los Fatui, ella grita "La venganza será mía" y comienza a atacar de forma frenética, pues porque es lo que uno hace cuando activa su Burst en el juego, funciona igual que en el juego, por eso se iba creando la espada detrás de ella.

Todos los sucesos del capítulo transcurren con una diferencia de más o menos 1 hora o 2 minutos de diferencia, siendo que Aether y Paimon toman rumbo a Mondstadt a las 8am.

Para finalizar, creo que pronto haré un spin-off donde contaré pequeñas historias que ocurren en Teyvat, lo significa que estará todo ligado a la trama principal, pero servirá para conocer más a fondo a algunos personajes y el mundo en el que viven.

No se olviden de buscar las curiosidades del capítulo, no hay tantas como en el anterior, pero ahí están.

Ahora sí, eso es todo, ¡hasta la próxima!

Postdata: los comentarios siempre son bienvenidos recibidos.