Capítulo 2
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-¡Yo voy a pilotearlo algún día! – exclamó con determinación la niña.
El grupo de varones abrió los ojos con sorpresa, para Orga esa niña tenía alma de guerrera, es como si ya fuera un miembro de Tekkadan.
-Ya veo. Supongo que deberé cuidar a Ryusei-Go para dártelo algún día. Claro, si tu madre te lo permite. – respondió Shino con una sonrisa. Si bien no procesaba del todo la información, debía aceptar el hecho de que Yamagi aceptó seguir con su vida.
-Cierto, Yagami. ¿Te casaste? ¿Dónde está la madre de la niña? – preguntó Eugene con interés. Siendo el único consiente de los sentimientos que rodeaban a ese par, obtendría toda la información que alcanzara a recopilar para tratar de ver hasta dónde podría ayudar o no.
-Yo no me case. – contestó con molestia el rubio. Desde que Lila llegó a su vida, esa pregunta ha sido una constantex. Era fastidioso, a él no le interesaban las mujeres como a ellos.
-¡Soy adoptada! Papa Yamagi quedó enamorado de mi dulzura y me adoptó. – dijo la pequeña niña de tez morena mientras levantaba la mano con orgullo.
-Ya veo. Entonces eres una niña muy afortunada. Conseguiste al mejor papá del mundo. – halagó el castaño mientras revolvía el cabello rizado.
Ante el comentario, Yamagi volteó su vista sonrojado. Debía calmar su corazón, él se prometió enterrar sus sentimientos por Shino una vez que volviera a Marte; además ahora su corazón pertenecía a Lila y las máquinas.
-El afortunado soy yo. – reveló el rubio mientras miraba con cariño a la niña. Lila lo salvó de muchas maneras. – Bien, es mejor que nos instalemos. Mañana a primera hora estaremos en el taller. Orga, por favor cítalos temprano, hay mucho que organizar.
-C-Claro.
Vaya, qué extraño. A pesar de que el peliblanco siempre consideró a esos muchachos como su familia, hasta cierto punto ejercía un mando sobre ellos, pero ahora, la posición de Yamagi era de un par. Estaban en una alianza y el joven – ahora director de la empresa Kassapa – ejercía una diplomacia que solo vio en la señorita Kudelia.
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A la mañana siguiente, la mayoría de los miembros incluyendo los pilotos se encontraban esperando en el área mecánica a que Yamagi llegara con las instrucciones para trabajar. Algunos estaban aburridos, otros como Mikazuki, impacientes por volver a usar las máquinas, pero todos estaban más interesados en los nuevos integrantes del equipo.
-Buenos días a todos. – saludó Yamagi amablemente – Lamento la tardanza.
A su lado divisaron a dos personas. Un hombre y una mujer que, a percepción de Orga, destacaban mucho y eso que Tekkadan se caracterizaba por estar conformado por personas extrañas.
-Les explicaré la forma en cómo trabajaremos. – continuó Yamagi – En primer lugar, el jefe Kassapa conformará la unidad de trabajo 01; deberán encargarse de los mobile workers, - El hombre mayor asintió con la cabeza. – La unidad 02 estará liderada por Violeta, ella se encargará de Barbatos. Mikazuki, deberás trabajar con ella.
-¡Es un placer conocerlos a todos! Estaba ansiosa por trabajar con Tekkadan y sus demonios. A nombre de mi adorado jefe daré mi mayor esfuerzo. – se presentó la chica mientras abrazaba efusivamente a Yamagi, el cual luchaba para quitársela de encima para sorpresa de más de uno. Violeta era una joven de piel blanca, ojos celestes y cabello teñido de un color rosa fantasía. Vestía un traje similar al del rubio con la diferencia de que la parte de arriba estaba suelta hasta la cintura, dejando ver un top en color negro.
-Ejem…- carraspeó el rubio haciendo que la chica lo soltara. – La unidad 03 estará al mando de Marcus, él se encargará de Gusión por lo que Akihiro será quien lo asista.
-Es un placer. Al igual que mi compañera, haré mi mayor esfuerzo para enorgullecer a mi jefe. Es nuestra meta más importante. – comentó el joven de cabello negro, alto, tez blanca y ojos grisáceos con una sonrisa radiante.
A Eugene ese tipo le parecía una versión 2.0 del rubio Fareed. Ambos destilaban caballerosidad hipócrita. Akihiro por su parte solo asintió.
-Finalmente, la unidad 04 la dirigiré yo y atenderé a Flauros. Al ser el Gundam que más problemas está presentando será mejor que me encargue de él. Cuento contigo Shino.
-¡Si, dalo por hecho! – contestó el castaño con su entusiasmo habitual.
Violeta notó la sonrisa boba que se formó en los labios de su jefe en cuanto el sujeto se levantó. Así que ese era la manzana prohibida de la que su jefe tanto le habló. Debía admitir que el tal Shino estaba muy, muy bien. En realidad, todos en ese lugar eran unos manjares; cualquiera mujer se deleitaría con gusto. Era hora de poner en marcha su plan.
-No sé qué está pasando por tu mente, pero espero que no sea nada que vaya a afectar al jefe. – habló Marcus dirigiéndose a Violeta, esta miraba embobada a la "parejita". El comentario llamó la atención de todos los presentes quienes miraron con interés a la joven.
-Mmm…es complicado. No estoy segura de cuánto le vaya a afectar tu muerte al jefe. Estoy indecisa si lanzarte por la plataforma o hacer que Gusión te pulverice. La pérdida no sería mucha. – contestó la joven "inocentemente" mientras sonreía. El grupo militar se quedó en completo silencio y el rubio solo atinó a dar por finalizada la reunión para ponerse manos a la obra. Ese par aún no dejaban de pelear, juraría que se odiaban a muerte.
Una vez que todos se dirigieron a sus puertos, el sonido de llaves, golpes, cerraduras entre otros se escucharon.
Yamagi subió a Flauros acompañado de Shino y Eugene. Este último miraba con interés la interacción entre ambos varones. A simple vista, todo parecía bastante normal, seguían siendo los mismos de siempre, pero estaba seguro de que aquello solo era una fachada.
-Empezaré a revisar su sistema operativo. Según el informe, el principal problema es que Flauros no quiere encender del todo. – comentó el rubio para sí mismo mientras revisaba su inseparable tableta.
-Ryusei-Go parece estar haciendo un berrinche. – mencionó con molestia el castaño. En parte entendía muy bien el actuar de su máquina, Ryusei – Go era más de Yamagi que suyo. El mecánico lo conocía mejor que él mismo, incluso podría afirmar que su conexión era con el rubio.
-Supongo que se molestó por que lo llevaste a su límite. – respondió el chico con una sonrisa. Misma que fue devuelta por el chico de aretes.
Eugene miraba su entorno perplejo. ¿Es que acaso era el único que lo notaba?
-Ya váyanse a un hotel. – mencionó el vice capitán de Tekkadan mientras se retiraba estratégicamente y dejaba a ambos jóvenes con un perceptible sonrojo.
Yamagi decidió continuar con su trabajo, mientras Shino desviaba la mirada. Cuando sus pupilas tuvieron contacto con el área de mantenimiento de Gusion se llevó la sorpresa de que, el ayudante de Yamagi ¿Marcus era su nombre? Lo miraba con desdén para, acto seguido, desviar su mirada. ¿Qué le había picado a ese tipo?
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Marcus, era un joven que le tenía un gran respeto a Yamagi. Consideraba que era una persona maravillosa e incluso tenía sentimientos por el rubio aparentemente. En cuanto vio las miraditas que su jefe y el piloto se dirigieron el disgustó por el castaño apareció de inmediato. Ese chico podría ser un eventual obstáculo a sus objetivos.
Alrededor de una hora después, los gritos femeninos alertaron al resto de los trabajadores. Yamagi bajó de Flauros algo preocupado para investigar qué era lo que sucedía, todo parecía indicar que se trataba de Violeta.
-¡Oh sí! ¡Escúchenlo! ¡Es Barbatos! – gritaba con emoción la joven mientras inflaba el pecho de orgullo. Definitivamente, era la más emocionada de los tres mecánicos. En la tierra únicamente pudo leer los documentos que el mecánico de Saisei le permitió, pero en cuanto sus pupilas tocaron la información sobre los Gundams quedó enamorada de las máquinas. Sin importar lo antiguas que eran, para ella no había mejores modelos. – Ese bastardo creyó que podía resistirse a mí y mírenlo, ronronea como gatito.
-Increíble Violeta. – felicitó Yamagi – Rompiste el récord. A este paso el primero en funcionar será Barbatos.
-¡Jefe! – exclamó sonrojada – Es lo menos que podía hacer. Ya estaba harta de la mirada de este chico; para ser alguien de pocas palabras irrita bastante.
Mikazuki algo ofendido por las palabras de la chica, respondió mordazmente:
-Tu irritas únicamente con tu presencia.
-¡Amén a eso! – contestó Marcus desde su lugar de trabajo.
-¡Cómo arde la envidia! – habló la chica sonriendo mientras se retiraba para continuar con sus labores.
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Shino observaba a Yamagi trabajar. Verlo nuevamente sobre Ryusei-Go le daba una paz infinita. Durante esos tres años de ausencia, extrañó muchísimo ver al rubio consintiendo a la máquina. Yamagi seguía siendo Yamagi en esencia, pero se notaba que había cambiado. Ese hecho lo hizo reconsiderar su posición. Yamagi era papá ahora, tenía importantes responsabilidades en su vida, desde las máquinas hasta su pequeña hija, era más que obvio que sus prioridades habían cambiado. Sin mencionar que ahora era una persona importante.
Admitía que una parte de él quería pedirle nuevamente una salida a solas – ya que no pudo cumplir con la anterior – pero no sabía si era o no el momento, considerando que apenas hacía un día de su llegada. Odiaba con toda su alma haberse dado cuenta de sus preferencias demasiado tarde. Luego de un tiempo lo aceptó. Ir a los burdeles de la ciudad era pérdida de tiempo, ninguna chica se le hacía atractiva ya que en su mente únicamente se venía la imagen del rubio. Su sonrisa angelical, la preocupación que siempre mostraba para con su persona, el esfuerzo que ponía en mantener en correcto funcionamiento a las máquinas; Yamagi era el ser más especial que ha conocido en su vida y se dio cuenta de ello justo cuando casi pierde la vida. Ahora sus intereses románticos – y porque no sexuales – giraban únicamente en torno al joven mecánico.
-¡Papaaaa! – un grito estridente e infantil lo sacó de sus pensamientos. La pequeña Lila estaba de pie justo a su lado mirando con furia al rubio. ¿La razón de su enfado? Ella tenía sueño. Su papá la dejó al cuidado de una señora llamada Atra. Esta estaba con su hijo – el cual le cayó muy mal, dicho sea de paso – y ya a esas alturas se sentía cansada. Quería dormir en los brazos de su papá.
-Lila, ¿sucede algo? – preguntó el rubio mientras asomaba su cabeza.
-Tengo sueño…- renegó la niña con lágrimas en los ojos.
Todo parecía indicar que un berrinche, típico de los niños pequeños, estaba por avecinarse. Maldición, él estaba bastante ocupado con Flauros, ya que este aún no respondía, por lo visto su daño era mayor al que pensó.
-Lila ¿podrías esperar un poco? – preguntó el muchacho con cautela. Su pequeña era una bomba de tiempo.
-Oye Lila – intervino Shino para sorpresa de Yamagi – Tu papá está ocupado arreglando a Ryusei -Go. Él es el único capaz de hacerlo funcionar, así que ¿quieres que te ayude a dormir? – Quizá él no supiera mucho de bebés, pero vaya que sabía entretener a los niños.
-¿Me das mi biberón? – le preguntó inocentemente la pequeña sacando un gracioso tarrito con leche preparada.
Shino tomó en brazos a la pequeña y le dio el objeto; acto seguido la pequeña se acomodó totalmente recostada como si de una suave cama se tratara. Shino miraba con una mezcla de curiosidad y miedo el accionar de la niña. Sentía que podía dejarla caer en cualquier momento.
-Si no empiezas a mecerla no se dormirá y se pondrá de mal humor. – comentó el rubio a modo de consejo.
Los siguientes minutos los pasó embelesado ante la imagen frente a él. Shino era una persona con un corazón tan hermoso. La delicadeza con la que trataba a su pequeña era asombrosa, él sería un gran padre algún día. Quién sabe, a lo mejor el castaño salía con alguna chica de Cryse. Ese pensamiento lo trajo de vuelta a la realidad y decidió continuar con su trabajo.
Cerca de una hora más tarde – tiempo en que el castaño aprovechó para sentarse en la plataforma ya que la niña estaba profundamente dormida – el rubio al fin solucionó el problema con Flauros. Salió de la nave y le explicó a Shino la situación para que éste probara la máquina.
-Al parecer el problema radicaba en unos cables quemados que no vieron antes. Estaban debajo de la cabina, por eso fue complicado encontrarlos, pero ya debería encender ¿Qué tal si lo pruebas? – informó mientras hacía ademán de tomar a la pequeña niña en sus brazos.
-Bien, déjamelo a mí. – entregó a la pequeña Lila con cuidado y rápidamente subió al Gundam. Conectó su sistema y procedió a encenderlo. Rápidamente, los ojos de la máquina se encendieron y empezó a responder a los movimientos cuidadosos del castaño. ¡Genial! Su Ryusei-Go estaba de vuelta. Pronto estaría en acción. – ¡Asombroso Yamagi! Responde perfectamente. ¡Gracias como siempre! – dijo el varón mientras le extendía la mano.
Yamagi dudó un poco, esa escena le recordaba mucho a esa vez donde Shino le dio la mano por primera vez y descubrió los sentimientos que tenía hacia el piloto. Al final, optó por no rechazar el gesto.
-Claro. Lo que sea por mi familia. – contestó el rubio mientras se retiraba con la pequeña en brazos.
Shino observó con detenimiento su mano. Familia. Esa palabra era la raíz de todos sus problemas, estaba seguro. Yamagi debe pensar aún que él mantenía en firme lo que le había mencionado a Eugene, pero actualmente sus pensamientos habían cambiado radicalmente.
