Capítulo 3
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Al anochecer, todos los miembros se dirigieron al comedor para cenar. Francamente las cosas estaban igual que siempre, Atra se encargaba de preparar las comidas para los soldados con la ayuda de Cookie y Cracker.
Al fondo, Shino se encontraba sentado al lado de su rubio amigo. Eugene miraba con atención al castaño como si a este le hubiese salido un tercer ojo o algo por el estilo. Era increíble lo callado que estaba. Simplemente parecía otra persona.
De un momento a otro, su silencio se vio interrumpido por una presencia femenina que los observaba sonriente. Era la subordinada de Yamagi, quien se había adelantado a su jefe y compañero.
-¡Hola! ¿Puedo sentarme? – su voz alegre los hizo sentir un poco incómodos.
Luego de compartir una mirada recelosa, al final optaron por ser personas con modales y permitirle hacerles algo de compañía.
-Claro, adelante. – comentó Eugene.
Una vez la chica tomó asiento, llamó con efusividad al mecánico, el cual venía acompañado de Marcus y la pequeña Lila. Yamagi maldijo para sus adentros, mataría a Violeta si esta intentaba hacer lo que pensaba. Escoger un lugar al lado de Shino no era lo que necesitaba en estos momentos, sus sentimientos empezaban a flaquear.
Al final, fue llevado por Marcus a la mesa. Para el pelinegro era la oportunidad perfecta para tratar de saber más acerca de la relación entre su jefe y el piloto.
-¡Shino! – exclamó la pequeña Lila con alegría. Ese joven a ella le había encantado, era ¿cómo explicarlo? Muy similar a su papi.
-Hola enana, veo que estas de mejor humor. – respondió el rubio.
Yamagi la colocó en la banca para acomodar mejor los alimentos de esa noche. Optó por sentarse al lado de Violeta, mientras que Marcus quedó frente a Eugene, el cual le dedicó una mirada interesada. Definitivamente ese era el peor escenario para el rubio.
-Lila, quédate quieta, debes cenar. – pidió el rubio tratando de calmar a la enérgica pequeña. La paternidad no estaba siendo nada fácil para él, a pesar de que Violeta le solía ayudar de vez en cuando.
-Vamos Lila, si te portas bien, te daré un dulce. – comentó Marcus en tono amable. Sabía que uno de los pasos para ganarse el cariño de su jefe era a través de la niña.
La pequeña miró con intensidad a la joven de cabellos rosados; Violeta, para suerte-desgracia de Yamagi tenía una influencia significativa en su hija. Era como una mini versión suya. Violeta únicamente sonrió inocentemente, a lo que la niña captó el mensaje y respondió:
-No debo aceptar cosas de extraños. – contestó cortante. Violeta sonrió ampliamente tratando de controlar una carcajada delatora, mientras Yamagi reprendió a la pequeña, que en cuanto pudo se refugió en los brazos de Shino.
-Vamos jefe, no es para tanto. Debería estar contento. Lila sabe distinguir a los amigos de los enemigos. – habló la chica mordazmente, para acto seguido recibir un pisotón por parte del pelinegro. – Vuelve a hacer eso y yo misma de apunto el pie.
-Deja de meterle cosas extrañas a la niña. Bruja. – contestó el pelinegro. Ambos se miraban desafiantes.
-Ustedes dos parecen llevarse bien. – comentó Eugene dándole un trozo de fruta a Lila, quien ahora permanecía en los brazos de su amigo.
-Vine aquí a conseguir amigos, no empieces con el pie izquierdo rubio. – mencionó Violeta con desdén. A ella la habían ofendido, si, pero nunca a tal punto de poner a ese engendro y a ella en una misma oración.
-Violeta, tener una actitud hostil tampoco te conseguirá amigos. – reprendió Yamagi. En ocasiones se cuestionaba si realmente estaba criando a una sola niña o a dos.
-Tiene razón jefa. Me disculpo joven Eugene. – ambos miembros de Tekkadan quedaron sorprendidos ante el cambio de personalidad de la chica. A percepción de Shino, parecía tener sentimientos por Yamagi. – Y dígame, Shino…- llamó la atención del castaño - ¿Tiene usted novia, esposa, pareja de solo sex…cariñitos? – debía recordar a la infanta, por ende, ser family friendly.
La pregunta había caído como una bomba, pero era de esperarse ella era así, explosiva, espontánea, mordaz. Yamagi por un lado se sintió avergonzado, pero por el otro, deseaba escuchar la respuesta de Shino.
-Ammm, no, no tengo. – respondió con su habitual tono alegre. Por primera vez se sintió ligero al hacer tal afirmación.
-¿Por qué la pregunta señorita? – cuestionó Eugene. En cuanto proceso la interrogante, sus alarmas se encendieron.
-Nada en particular. Noté que en este lugar las mujeres son contadas y todas ellas están casadas. Esa de allá – dijo señalando a Atra que cenaba al lado de Mikazuki y su hijo – me comentó que está emparejada con el mocoso molesto y otra joven. Son algo así como un trío. No es algo que me esperaba.
-Bueno – Shino tomó la palabra – en Tekkadan hay todo tipo de hombres, mujeres y relaciones extrañas.
-¿Ah sí? – sonrió la chica con interés. Por lo visto su olfato iba por buen camino. Eugene notó el gesto y de inmediato sus pensamientos empezaron a girar en torno al interés de esa mujer por los miembros.
-S-Siempre fue así Violeta, ahora termina de comer, mañana tenemos mucho trabajo. – Yamagi interrumpió la conversación. Intuía a lo que su subordinada quería llegar, pero si hablaba quedaría en evidencia. Durante su estadía en la tierra, él decidió abrirse con quien consideraba su amiga y confidente. Le contó todo acerca de Shino, lo que sentía por él, su rechazo y cómo pensó que lo perdería, pero ahora que estaba vivo, debía tener cuidado con las intenciones de la chica.
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Era las 10:00 am y él estaba a punto de explotar de la vergüenza. Pero ¿cuál es el motivo? Sencillo, Violeta.
La chica no solo había convertido el área mecánica en una sala de música, sino también ponía canciones con doble sentido sobre parejas que se amaban y no podían estar juntos. Él sabía perfectamente que Violeta lo hacía debido a que Shino y su persona continuaban trabajando juntos en la cabina, pero francamente su concentración se estaba yendo por un caño.
Su cabeza repetía una y otra vez la frase "En Saturno viven los hijos que nunca tuvimos", y no podía evitar pensar que esa estúpida canción representaba a la perfección su situación con Shino. Vamos, que no podía ser tan egoísta. Tal fue su nerviosismo, que piso mal, resbalándose y a punto de caer.
Afortunadamente, la grande y firme mano del castaño lo sostuvo justo a tiempo. Con fuerza subió nuevamente al mecánico a la cabina.
-Eso estuvo cerca. ¿Estás bien Yamagi?
-Si, gracias Shino. – su corazón latía a mil, no solo por el susto, sino también porque el castaño aún tenía su mano sostenida y sumado a lo anterior, pasó otra por su cintura. – Y-Ya estoy bien.
Ante este último comentario el castaño se percató de su posición y rápidamente soltó al rubio de su agarre. Un silencio incómodo se formó entre ambos, ni siquiera podían mantenerse la mirada. Yamagi pensaba que estaba volviéndose loco, porque le pareció notar a Shino sonrojado.
-¡Jefe! ¿Se encuentra bien? – Violeta y Marcus al escuchar el golpe y presenciar como Shino ayudaba a Yamagi no dudaron en correr para verificar el estado de su jefe. Cuando llegaron, ambos notaron el sonrojo entre los varones, acto que hizo sonreír a Violeta. – Por lo visto se encuentra muy bien ~
-S-Solo me desconcentré. Quieres por favor quitar esa música. – Lo único que deseaban en esos momentos era que la tierra se los tragara.
-Si Violeta, ya quita esa música fastidiosa. – acotó Marcus de mal humor. Estaba seguro de que ella estaba haciendo todo eso para crear situaciones insinuantes entre Yamagi y el piloto.
-Hay cosas peor de fastidiosas y desgraciadamente no las quitan. – dijo mirando mal a Marcus – Muchas gracias por ayudar al Jefe, Shino. Es ustedes como un príncipe.
-Claro, jaja. – respondió el castaño sintiéndose algo incómodo al recibir el halago. Recordaba que a Yamagi le molestaba un poco cuando él coqueteaba con mujeres o éstas lo elogiaban, aunque no pareciera el rubio era celoso. Y no se equivocaba, notó como el mecánico trataba de ocultar un puchero molesto que se le hizo adorable.
-Muévete, tenemos trabajo. – Marcus dio por finalizada la conversación. Estaba molesto, por lo visto él también debía ponerse manos a la obra.
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Cuando terminó sus labores con Barbatos se dirigió al baño, necesitaba limpiarse la grasa. Al finalizar, fue interceptaba en la puerta por cierto pelinegro que la esperaba.
-¿Ahora también eres una especie de acosador? Qué asco. – inició la chica con odio.
-No digas estupideces. Quiero que me digas cuáles son tus planes. – Cuestionó Marcus con enojo.
-No sé de qué hablas. – respondió Violeta restándole importancia al asunto. Ella tenía mejores cosas que hacer.
-Hablo del Jefe Yamagi y ese tal Shino. Crees que no noté que el teatro que armaste tenía doble sentido, al igual que las preguntas de la cena de ayer. ¿Qué hay entre ellos?
-No lo sé, es problema de ellos y tú no deberías meter las narices donde no te llaman.
-Estoy seguro de que mientes Violeta. Sabes que me gusta el jefe, y me odias, no me extrañaría que estés planeando la forma de alejarlo de mí.
-No te preocupes, él solito se dará cuenta de la clase de víbora que eres. Yo no tendré que hacer nada.
Este último comentario sacó a Marcus de sus casillas. Con brusquedad tomó a la chica del brazo, no sabía con claridad cuáles eran sus intenciones en ese momento, pero acabaría con ella, le borraría esa estúpida sonrisa altanera de una vez por todas.
De pronto sintió una mano en su hombro que lo apretaba con fuerza. Al girarse se topó con los orbes verdes del vice capitán.
Eugene pasaba por el pasillo cuando a sus oídos llegó la extraña conversación entre los subordinados de Yamagi. Sabía que algo le olía mal entre esos dos, pero lo que más le llamó la atención fue el calificativo que la chica utilizó. ¿Quién era Marcus? ¿Quién era Violeta y por qué sabía lo que sucedió entre Shino y Yamagi? A su mente llegaban tales conjeturas, mismas que fueron interrumpidas en cuanto notó el acto violento del pelinegro para con la chica.
-Oye, aquí en Tekkadan respetamos mucho a las mujeres. Si quieres ser uno de nosotros será mejor que la sueltes. O con gusto yo tomaré su lugar. – la voz amenazante de Eugene, dio por terminada la discusión entre los mecánicos. Marcus se acomodó su chaqueta y se disculpó retirándose del lugar bajo la atenta mirada del rubio. Violeta, aprovechó el silencio para retirarse también, pero a diferencia del pelinegro, fue detenida por Eugene. – Espera un momento. Necesito que hablemos.
-Ayyy querido ~ no tengo nada que hablar contigo. – respondió la chica visiblemente nerviosa. Lo último que quería era armar un escándalo, su plan debía llevarse a cabo de forma discreta.
-Escuché su conversación. Yamagi y Shino son muy importantes para Tekkadan, si existe la mínima posibilidad de que a ambos les llegue a suceder algo…
-¡No soy su enemiga! – interrumpió la chica – Yo no quiero hacerle daño al jefe Yamagi o tu amigo.
-¿Entonces qué quieren tú y ese tipo?
El interrogatorio de Eugene la empezaba a irritar.
-Ven aquí. – dijo. Arrastró al rubio hasta los baños femeninos. – Aquí será más seguro. Está bien, no es un lugar muy visitado. – advirtió la chica al notar la visible incomodidad del vice capitán – No puedo decirte qué quiere Marcus con exactitud porque no lo sé. Lo único que sé es que Lila y yo lo detestamos. Desde que se unió a Kassapa las cosas han sido muy sospechosas, y lo peor de todo es que él dice estar enamorado del jefe, pero no me parece algo cierto.
-¿A qué te refieres? – increpó el rubio con interés. Un rival amoroso a estas alturas podría acabar con los sentimientos entre esos dos.
-Dos días antes de venir a Marte, lo vi en un bar besando a unas chicas. No me parece algo que un enamorado sea capaz de hacer. – finalizó la chica con evidente malestar. Eugene sabía que estaba en una situación algo complicada. Desconocía a Violeta por lo que afirmar que ésta le estuviera diciendo la verdad es algo que no sabría si aceptar o no. La pelirosa notó la expresión de confusión del chico. - ¿No me crees verdad?
-N-No es eso. Digo, no te conozco…- empezó el rubio tratando de no ser descortés.
-Estoy encerrada en un baño con un tipo que tampoco conozco, ¿crees que mentiría bajo estas condiciones?
Buen punto. Ella hasta cierto punto también se arriesgaba con un desconocido.
-Es solo que no entiendo, si las intenciones de Marcus no son buenas, ¿qué hay de las tuyas?
-Mira, no entraré en detalles porque es algo personal, pero él me salvó; le debo mi vida – confesó la chica mirando con sinceridad a Eugene. Éste, al notar el gesto de la mujer empezó a tener un poco más de confianza. Sabía de buena mano cómo era Yamagi. – Es por eso que, en cuanto me confesó los sentimientos que tenía por el piloto y todo lo que sucedió entre ellos, decidí hacer mi mayor esfuerzo para que estén juntos. Haber venido a Marte es mi oportunidad para lograrlo, no puedo permitir que el idiota ese me la quite.
Estaba un poco frustrada. Tenía miedo de que realmente Marcus se entrometiera en su camino. Eugene notó el gesto molesto de la chica, no sabía si era que tenía debilidad hacia las mujeres, pero luego de un suspiro cansado, dijo:
-Te ayudaré. – reveló para sorpresa de la chica – Conozco al idiota de Shino y sé que no avanzará en mucho si no intercedemos.
-¿Eso quiere decir que él…
-Si, por fin aceptó que también tiene sentimientos por Yamagi. Era obvio. – afirmó el rubio restándole importancia.
Un agudo gritito salió de las cuerdas vocales de Violeta causando gracia al rubio. Estaba feliz, los sentimientos de su Jefe eran correspondidos, no todo estaba perdido como él pensaba.
-¡Muy bien, seremos socios! – exclamó la fémina mientras le daba un apretón a sus manos.
-S-Si. – contestó el Vice capitán con nerviosismo.
