Capítulo 4
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Amaneció tan feliz que no pudo evitar nuevamente convertir el área mecánica en un salón de música; la única diferencia eran que estaba en su día libre y acordó cuidar a la pequeña Lila, por lo que música infantil empalagosa era lo único que se dejaba escuchar. Aun así, lo pasó por alto, ahora que tenía un socio en su plan de cupido, se sentía con más seguridad.
-Ayyy Lila, ¿de nuevo? Esa canción ya la hemos escuchado cinco veces querida. – Comentó Violeta con aburrimiento mientras a su espalda, Yamagi continuaba trabajando en Flauros.
-Déjala que disfrute Violeta, al menos es más relajante que la que tú pusiste el otro día. – mencionó el rubio con diversión. Cómo adoraba las represalias que su hija tomaba con Violeta, simplemente sublime.
-Vamos jefe, no diga eso. Yo lo vi muy bien acompañado mientras disfrutaba de la música. – la sonrisa pícara de la joven lo hizo sonrojar. Al final si lo había hecho a propósito la muy condenada.
Justo cuando iba a replicar, una serie de pasos en la plataforma de hierro lo interrumpieron. Eran Shino y Eugene, quienes venían a que el castaño realizara la última prueba a la cabina. Si todo salía bien, esperaba empezar a trabajar en las armaduras en uno o dos días.
-Hola Yamagi. – saludó el chico de ojos verdes mientras miraba de reojo a Violeta que actuaba como si nada.
-Hola. Llegaron temprano. – mencionó el chico mientras bajaba.
-La reunión con Orga fue rápida. La señora Merribit tenía todo muy bien organizado. - finalizó el rubio mayor aliviado.
-Por cierto, Yamagi, estoy impresionado, apenas han pasado dos días y las máquinas están siendo reparadas rápidamente. – Halagó Shino. Realmente estaba asombrado, sabía que Yamagi era una especie de genio de las máquinas, pero nunca había dimensionado las cualidades del rubio.
-¡¿Verdad que sí?! El jefe es lo más maravilloso que existe. ¿Tú que más piensas Shino? – cuestionó con interés la chica mientras cargaba a la pequeña Lila, quien la secundaba con ojos brillantes.
-B-Bueno…creo que es fantástico. Estaremos más seguros con las máquinas en funcionamiento. – mencionó el castaño mientras se rascaba la cabeza con nerviosismo. Una parte de él se sentía cohibido por esa chica.
El gesto de decepción fue colectivo, por lo visto, para los socios el trabajo iba a ser arduo.
-Te agradezco Shino. Aún así, el crédito no es solo mío, Violeta y Marcus están haciendo un excelente trabajo. – la sonrisa angelical derritió los corazones de los presentes.
-Violeta, juguemos. – interrumpió la pequeña Lila. Aunque adoraba estar al lado de su papi, nada se comparaba con salir a explorar.
-Oh, claro. ¿Qué quieres jugar? – ella adoraba a esa niña. Era tan dulce, pero a la vez tan perspicaz, justo como su persona.
-Quiero que todos juguemos a la casita. – la inocencia de la infanta, hizo que su bombilla maléfica se encendiera. Esa era una oportunidad de oro para cuadrar un nuevo momento a solas para su jefe.
-¡Claro que sí cariño! Aunque…vamos a necesitar a un papá, a un hijo y a una mamá. – la sonrisa de la joven, fuera de ser tierna parecía más bien la de un demonio a punto de robar unas cuantas almas.
-Papa, Shino, Eugene…juguemos a la casita. – pidió con ilusión Lila. Ella estaba pequeñita, claro que sí, pero era super lista. Había captado a la perfección el mensaje de Violeta. Si bien no entendía bien cuáles eran las intenciones de su amiga mayor, notó que ella quería a su papá y a Shino en un mismo lugar.
-Lo siento Lila. – negó el mecánico – Aún estamos trabajando. - No, no y no. Ya no caería más en los jueguitos de Violeta. Él debía mantener sus ideales y objetivos, si nuevamente caía el nuevo rechazo sería muy duro para su persona. – Además, después de la prueba debo ir Cryse a comprarte ciertas cosas.
-Si necesitan ir a Cryse, podemos llevarlos. Shino y yo debemos ir a realizar unos recados que la señorita Merribit nos encargó. – comentó Eugene. Entendió de inmediato la intención de su "socia", pero al notar que ésta falló, no dudó en aprovechar la oportunidad.
-Si, no hay problema. Será divertido – habló el castaño con su habitual ánimo de siempre. Francamente tenía algo de curiosidad por ver a Yamagi en su faceta de papá.
Con todo acordado, el grupo se dispuso a finalizar el trabajo para proceder a realizar el resto de labores propias. Antes de irse, Yamagi le encargó a Marcus el taller mecánico, al ser el último en terminar de arreglar a Gusion apenas estaba empezando las pruebas con Akihiro, por lo que su ausencia no representaría gran problema.
El pelinegro observó como su jefe se retiraba acompañado de Violeta, la niña y el rubio vice capitán. Imaginaba que el maldito piloto también se encontraba en algún lugar. Era hora, debía poner a jugar sus cartas si deseaba que las cosas salieran tal cuál él quería.
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Estaba asombrado, Cryse había cambiado muchísimo desde que fue. Había mayor desarrollo y la ciudad creció considerablemente. Shino detuvo el vehículo cerca de lo que parecía ser un centro comercial.
-Aquí deberías poder encontrar lo que necesitas Yamagi. – mencionó Shino mostrándole una tienda con divertidos adornos infantiles.
-Ah, si. Tienes razón. Violeta, ¿vamos? – mencionó observando a la pelirrosa.
-Mmm…jefe ¿puedo decirle algo? – preguntó tímidamente la joven para sorpresa del grupo. Eugene miró expectante la reacción de la fémina.
Ante la afirmativa del joven, la chica se acercó al oído de este y le susurró algo que de inmediato causó un sonrojo en el rubio. Éste miró de reojo a Eugene para luego voltear a ver a la chica.
-E-Entiendo. S-Shino, ¿podrías acompañarme a la tienda? – esta bien, no era que él estuviera buscando excusas para estar a solas con el joven, en esta ocasión lo hacía por Violeta.
-¿Eh? Claro. Si no hay problema para ti Eugene.
-No, supongo que no.
Una vez que el grupo se dispersó, Eugene y Violeta tomaron el camino opuesto al par de varones. El vice capitán sentía algo de curiosidad por lo que la chica le reveló a Yamagi. Al final había sido una forma de dejarlo a solas con Shino.
-Oye. – llamó la atención de Violeta - ¿qué le dijiste a Yamagi?
-Que me gustas y quería un momento a solas contigo. – contestó la mujer de cabellos rosados como si no fuera la gran cosa.
-¡¿QUÉ?! – casi cae de espaldas. Esa mujer definitivamente era un peligro andante.
-Relájate. Fue lo único que se me ocurrió para dejarlos a solas. Ahora, vamos a buscar tus cosas, estoy aburrida y será mejor que me entretenga con algo.
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Cuando ingresaron al local, las miradas indiscretas se posaron de inmediato en la pareja. Yamagi se sorprendió al notar que la mayoría de personas eran mujeres que los miraban con emoción.
-C-Creo que estamos llamando la atención. – mencionó el chico mientras trataba de cubrirse el rostro por la vergüenza.
-¿Tú crees? Bueno, debo decir que este no es un lugar muy visitado por hombres. – la tienda era de un excesivo color rosa pastel, adornado con figuras infantiles de todo tipo.
-B-Bienvenidos caballeros, ¿en qué puedo ayudarles? – una empleada de la tienda se acercó a ellos y los observaba maravillada. Fueran o no pareja, el chico castaño era super guapo, quizá podría ligarlo.
-Necesito productos de aseo infantil. – el rubio tomó la palabra. Mientras Shino cargaba a la pequeña Lila, la joven se dedicaba a mostrarle la generosa cantidad de productos con los que contaban, todo mientras miraba de reojo a Shino. Yamagi notó el intento de coqueteo, por lo que decidió despachar a la joven alegando que de necesitar otra cosa la llamaría con gusto.
Cuando estuvieron solos, el piloto miró con interés la forma tan selectiva en la que Yamagi miraba los diversos productos. Para él todo lucía igual, es decir, jabón era jabón, etc.
-Lila es muy alérgica, por eso debo buscar productos neutros. Son escasos, como puedes ver la mayoría de estos son perfumados. – informó el mecánico a la pregunta muda del joven.
-Mmm, ya veo. ¿Y qué hay de ti Yamagi? ¿Usas productos especiales? Siempre tuve esa duda porque tu piel parece de porcelana. – Era cierto, en Tekkadan la única persona que siempre tenía un olor agradable – incluso antes de que Kudelia les comprara productos de aseo personal en masa – era Yamagi. El chico no solo tenía aspecto de ángel, sino que su piel eran tan blanca y nívea que estaba seguro era la envidia de cualquier mujer.
-Y-Yo…- su corazón empezó a latir como loco – no uso nada en especial. S-Solo unos jabones naturales que me agradan mucho.
Al castaño le pareció divertida la reacción de Yamagi, por lo que aprovechó para ¿coquetear?, un poco con él. Sabía que quizá no era lo mejor, más tomando en cuenta sus sentimientos hacia Yamagi, pero francamente esa expresión tímida le estaba empezando a mover unas cuantas hormonas.
-Entonces…- dijo mientras bajaba a Lila y se acercaba al oído del rubio - ¿qué tal si los compartes conmigo en un baño?
Yamagi quedó en shock. Su cerebro, fuera de procesar las palabras y conectarse para responder algo coherente, se dedicó a fundirse. Shino nunca le había insinuado algo así, es decir, el ofrecimiento a beber se quedó corto en comparación a esto. Sintió una corriente eléctrica recorrer su cuerpo ante el contacto del aliento de Shino con su blanquecina piel.
-N-No juegues conmigo. – fue lo único que se atrevió a decir. Se molestó, por supuesto. Una cosa era que Shino conociera sus sentimientos, pero otra muy diferente era permitir que los usara en su contra para molestarlo.
-Si fuera un juego…no estuviera deseando tanto que pasara. -respondió con voz ronca. Vamos, él no estaba en mejores condiciones. Estaba impactado por la excitación que estaba empezando a sentir por el simple hecho de detallar más la delicada piel del rubio. Era seguro que perlada en sudor luciría aún más jugosa. Debía calmarse o de lo contrario terminaría dando un espectáculo no apto para niños en – para variar – una tienda infantil.
-S-Será mejor que vayamos a pagar. Eugene y Violeta debieron haber terminado.
Necesitaba volver a la base de inmediato. Todo su ser se lo pedía a gritos. Definitivamente no estaba capacitado para ser el objeto de esa parte seductora de Shino. Admitía que siempre fantaseó un poco, pero vivirlo en carne propia era algo que no pudo soportar.
Cuando llegaron al vehículo, Violeta y Eugene los esperaban. La chica notó con interés el sonrojo en su Jefe, por lo que intuyó que algo bueno había pasado. Cuando llegaron a las instalaciones de Tekkadan, Eugene se retiró a dejar el pedido a Orga, mientras que Violeta volvió al área mecánica para verificar que todo estuviera en orden. Shino traía en sus brazos a Lila, quien estaba profundamente dormida por el viaje, acompañó a Yamagi hasta su habitación con el fin de acostar a la pequeña.
Notó que, a diferencia de otras habitaciones individuales – sí Orga invirtió en habitaciones propias para los muchachos – esta era un poco más grande y que, detrás de una pared se encontraba el espacio con la cuna de la pequeña Lila.
-Puedes acostarla ahí. – comentó el rubio dejando las compras en una mesa. Quería que Shino se retirara, no porque su compañía le disgustara, sino porque se sentía tan débil emocionalmente que no sabía muy bien si podría resistir otro coqueteo.
-Listo. Está profundamente dormida. El viaje debió ser pesado. – comentó el chico. Quizá debía también ofrecerle una disculpa a Yamagi, su actuación a lo mejor fue inapropiada.
-G-Gracias por todo Shino. – maldición, los nervios se lo estaban comiendo vivo. Estaba en un dilema, una parte de él quería besar al piloto, pero la otra, la racional le gritaba que eso no era lo mejor.
Shino nuevamente notó esa actitud tímida en el rubio por lo que sus hormonas nuevamente se encendieron. Mandó al diablo todo por un momento, tomó al chico con fuerza y lo besó.
Se sentía endemoniadamente bien y él maldecía una y otra vez lo estúpido que fue. Lo que estaba sintiendo al besar al mecánico no se comparaba con las mujeres con las que se acostó en el pasado, era olímpicamente mejor. Los labios de Yamagi eran suaves, adictivos, no quería detenerse. Por su parte el rubio se dejaba llevar, aturdido por el candente beso. Ni en sus más locos sueños se imaginó ser besado por Shino de la forma en la que lo estaba siendo. Tan ensimismado estaba en el beso, que no notó cuando el chico lo arrinconó a la pared. Estaba siendo prisionero del grande, fuerte y musculoso cuerpo de Shino.
El castaño al notar lo permisivo que estaba Yamagi, aprovechó para introducir su lengua en la boca del chico arrancándole un gemido que lo encendió al punto de querer hacerlo suyo justo en esos momentos, sin embargo, el ruido de golpes en la puerta los hizo separarse bruscamente. Yamagi sintió como si un balde de agua le hubiese caído encima; no era para nada conveniente que encontraran a Shino en su habitación, menos con lo que acababa de suceder. Un poco agitado le pidió al castaño esconderse en el espacio donde Lila dormía.
Al abrir la puerta Marcus lo recibió algo curioso. Yamagi lucía agitado.
-¿Se encuentra bien, jefe? – con cautela detalló que los labios masculinos estaban un poco hinchados y el cabello rubio desordenado.
-C-Claro que si. Dime qué necesitas Marcus.
-Gusion está listo. Necesito que lo avale para proceder con la armadura. También quería discutir con usted acerca de una buena compañía que podría proveernos materiales de alta calidad.
-Esta bien. Dame unos minutos y te alcanzo, solo voy a cambiarme y a dejar a Lila con Violeta.
-Claro. – contestó Marcus. Sospechaba que el rubio escondía algo y si ese algo era al estúpido piloto sería mejor que actuara de inmediato. – Por cierto, jefe, si está libre por la noche, me gustaría invitarlo a tomar algo. – Al escuchar esto último, Shino se sorprendió, pero de inmediato captó el mensaje.
Otra vez esa propuesta…
-Y-Yo…lo pensaré y te aviso. Gracias Marcus. – mencionó el chico mientras cerraba la puerta. Era alrededor de la tercera vez que el joven le pedía salir solos. En el fondo no quería, primero porque para él esas palabras tenían mucho significado y segundo porque si Marcus tenía un interés en su persona, esto no era correspondido.
-Será mejor que me retire. Nos vemos luego. – dijo Shino mientras recogía su chaqueta – que fue retirada por el rubio en algún momento de su beso – y salía de la habitación.
