Capítulo 8

.

.

.

Luego del dichoso incidente con Isabella, los días siguientes se convirtieron en un verdadero calvario. Soportar a esa mujer chillona era algo así como una obra titánica para los miembros de Tekkadan. Incluso la señorita Merribit le rehuía de vez en cuando ya que, la mujer solía pedir una serie de gustos que rayaba en lo imposible conseguirlos. Por otra parte, Orga se encargó de mantener ocupado a Gideon con el fin de que este se mantuviera alejado en la medida de lo posible de la rubia o bien, de cualquier otro miembro femenino.

Por su parte, en el área mecánica la tensión se podía cortar con una tijera. Resulta que, en el transcurso de la semana desde que los visitantes llegaron, Isabella no se despegaba de Shino o bien de Eugene, haciendo que los celos y, por ende, ánimo de Yamagi se convirtieran en algo similar a un campo minado.

Violeta procuraba trabajar en silencio y no hacer comentarios relacionados al tema para evitar agudizar el mal genio de su jefe. Una parte de ella deseaba apretarle el pescuezo a la resbalosa esa; otra, agarrar a Shino y golpearlo con una de sus herramientas, y por qué no; darle a Eugene una paliza también. Aunque, no es que ella se encontrara celosa del vicecapitán, obvio no, lo que sucedía era que su supuesto socio estaba facilitándole el terreno al enemigo. Marcus había aprovechado mucho la semana, pegándose como parásito a Yamagi cada que lo tenía en su rango de visión. Todo lo que se avanzó retrocedía.

Durante el día, solo estuvieron Yamagi y su persona trabajando, debido a que solo estaban dando los últimos detalles a Barbatos.

-Creo que es todo por hoy. – mencionó Yamagi limpiando el sudor de su frente y observando el ocaso.

-Jefe, yo terminaré de acomodar todo. Usted vaya a ver a Lila, hoy apenas si pudo verla durante el almuerzo. Estoy segura de que extraña a su papá. – sugirió la pelirosa. Quería en la medida de lo posible darle el espacio suficiente para que estuviera más tranquilo.

-¿Segura? Si quieres yo…

-Estaré bien. Ahora vaya.

Al ver la sonrisa tranquila de la joven, el rubio sonrió y se retiró con el fin de ver a su pequeña.

Violeta observó un poco la zona de trabajo y se dispuso a continuar su labor. Estaba cansada y lo que más quería era cenar – si es que le daba tiempo – darse un baño y dormir hasta el día siguiente. Mientras recogía unas cuantas tuercas del suelo, a sus fosas nasales llegó un aroma delicioso que la hizo voltear para toparse con Eugene quién le extendía un empaque con comida.

-Vaya, miren quien está aquí, el traidor. – murmuró mientras colocaba las piezas en un estante y se cruzaba de brazos.

-Oye, no sé de qué hablas. Solo vine a dejarte esto. – contestó el rubio con pereza.

-Bien, ponlo ahí y vete. Estoy ocupada. – respondió la chica de forma cortante.

-¿Quieres decirme qué diablos te pasa? Tú y Yamagi han estado muy molestos estos últimos días. – se quejó.

-Me preguntó por qué será. – Eugene pudo notar la evidente furia en los ojos de la chica. Intuyendo un poco por dónde iba la cosa – Se supone que eras MÍ socio y lo único que has hecho es ayudar a esa…¡bruja! Viene aquí a pavonearse contigo y Shino, y lo único que eso ha logrado es que todos mis esfuerzos se fueran a la basura.

-Escucha no hago esto porque quiero. Esa mujer es una fastidiosa. – Nuevamente se quejó el oji verde mientras se acercaba a la chica.

-Entonces solo haz algo para quitártela de encima. ¡Y Shino también! – exclamó con frustración la joven resoplando agitadamente.

-No es tan fácil sabes. Si hacemos un movimiento en falso la misión que la princesa nos dio puede fracasar y estamos a dos días de la maldita ceremonia.

-Si claro, la misión… - contestó Violeta irónica.

-Quieres dejar de hacer ese gesto; parece que estás haciendo un show de celos.

Ante el comentario la chica se puso nerviosa.

-¡N-No estoy celosa! Simplemente que me di cuenta de que tú y yo no servimos como socios. No le entregaré a Yamagi a ese vendido de Shino, ni tampoco se lo confiaré a un traidor como tú.

-Escúchame tonta – nuevamente Eugene tomó la palabra mientras sujetaba a Violeta del brazo con el fin de evitar que lo dejara hablando solo – He estado con Shino todo este tiempo y créeme que está incómodo. Él no quiere estar cerca de ella, quiere estar con Yamagi.

-Mmm…¿ha sí? Y dime, ¿tan incómodo como cuando visitaban los burdeles? ¿Tan incómodo como cuando aprovechaba la ausencia de Yamagi para salir con prostitutas? – Ante el gesto de sorpresa por parte del rubio Violeta continuó – Así es…yo también me informé sobre ustedes. Tú eras quien lo cubría.

-Es esa época Shino no sabía cuáles eran sus sentimientos hacia Yamagi. Y él tampoco se los expresó. – trató de excusarse el rubio. Consideraba un sin sentido esa discusión, más porque él nunca fue de meterse en relaciones. Santo cielo, fue hasta sus 17 años que si quiera salieron con una chica y tuvieron que pagarle, eso era deprimente.

-Di lo que quieras. – respondió la chica soltándose del agarre – de todas formas, siempre supe que solo puedo confiar esto a mí misma.

Sin más, tomó su cena y dejó la habitación. Necesitaba un baño de agua helada para despejar todo el remolino de sentimientos que sentía en esos momentos y procesar otros más.

.

.

.

En cuanto llegó a la cocina, encontró a Lila quien era atendida por Atra y saludó al pequeño Akatsuki.

-Lamento la demora, nos agarró un poco tarde. – se disculpó el rubio.

-¡Papiiii! – exclamó feliz la niña mientras corría a sus brazos. Yamagi la tomó en brazos dándole un eufórico abrazo.

-Hola, ya estoy aquí.

-No te preocupes por nada Yamagi, esa una niña excelente. – comentó Atra mientras acariciaba el cabello rizado.

-Bien, es hora de irnos. Gracias por todo, en serio. – se despidió el mecánico.

Al fondo, Shino escuchaba atento la conversación entre los jóvenes. A decir verdad, desde que la mujer rica no se le despegaba, las cosas con Yamagi se pusieron tensas; el rubio lo ignoraba e incluso le comentó que Atra sería quien cuidara a la pequeña Lila por un tiempo en lo que él "terminaba su misión".

Todo era culpa de la fastidiosa mujer, deseaba tanto que se largara de Tekkadan y nunca más volviera. Sabía que debía decirle algo, pero tampoco se atrevió en cuanto notó la cercanía que últimamente tenía el tal Marcus con Yamagi. Sentía su cabeza hecha una maraña de celos e impotencia. Él no era quien para reclamarle nada al rubio, así que, de hacerlo, era probable que le lanzara algún objeto punzocortante.

.

.

.

A la mañana siguiente, en cuanto terminaron a Barbatos, ambos jóvenes se dirigieron a ayudar al viejo Kassapa. Por fortuna los mobile workers estaban a punto de entrar en funcionamiento lo cual les daría mayor garantía para trabajar al resto de los pilotos. Desafortunadamente, ninguno de los dos contó con la presencia de Isabella quien se encontraba en una silla abanicándose y justo al lado Eugene y Shino se encontraban de pie.

-Vaya, vaya, miren quiénes llegaron. – se levantó la chica en una especie de intento de lucir elegante. – Justo hace unos momentos me aburría y ahora creo que me divertiré mucho. - Isabella se acercó a Violeta quien la miró con la cabeza en alto. – Aún no olvido lo que me hiciste la otra vez, mocosa.

-Mmm ya veo. Entonces imagino que fue una buena anciana y aprendió su lección, por lo que no la repetirá de nuevo. – finalizó la chica de cabellos rosados con una sonrisa.

Euegen y Shino intercambiaron miradas preparándose, esta vez no permitirían ninguna especie de insulto hacia Yamagi o Violeta.

-Mira pequeña infeliz…

-¡Señora! – esta vez quien intercedió tomando con fuerza la muñeca de Isabella fue Yamagi. Su paciencia estaba llegando a su límite y esa mujer se estaba ganando una paliza. – Usted es quien viene a provocar, así que le pediré que se vaya o me veré obligado a sacarla por la fuerza. – dijo el rubio mientras apretaba el agarre.

-¡Suélteme! No puedo creer tal agresión hacia una dama.

-¿Violeta, tú vez alguna dama por aquí? – interrumpió el rubio causando más indignación en la mujer.

-Mmm, no. Solo una perra cuyos ladridos me están sofocando. Mira, qué tal si le pides a esos dos que te saquen a pasear antes de que limpie la grasa del piso con tu cara.

-E-Esto no se va a quedar así. – gritó Isabella con furia – Ustedes no saben quién soy yo, ¡ni saben lo que les… - su reclamó se vio interrumpido por la mirada severa de Marcus. Acto seguido, tragó saliva y se retiró dejando a ambos hombres atrás.

-Será mejor volver al trabajo. – habló el anciano mientras colocaba una mano en los hombros de Yamagi y Violeta. – Ustedes dos han estado muy estresados gracias a esa señora, sería bueno que se relajen de vez en cuando.

-Me voy a relajar el día que le rompa la cara a esa bastarda desgraciada. – comentó Violeta sacando a relucir su característico vocabulario.

-El día que lo hagas te daré un bono extra. – secundó Yamagi haciendo que los presentes solo sonrieran con nerviosismo.

.

.

.

Al día siguiente, luego de trabajar durante toda la mañana, Yamagi decidió que la tarde la tendrían libre debido a que él jugaría en el parque con Lila y además, tenía un plan en mente para la noche. Este consistía en embriagarse hasta caer inconsciente al lado de su fiel compañera, ya que, realmente consideraba que ambos debían sacar un poco de estrés.

Por su parte Eugene y Shino se encargaron de ayudar en el taller mientras los dos jóvenes no estaban a solicitud del anciano.

-Ellos no vendrán ni siquiera a hacer una revisión. – Comentó el mayor al notar que los dos jóvenes buscaban a los mecánicos con la mirada.

-Anciano, ¿por qué las mujeres son tan complicadas? – preguntó Eugene al aire.

-¿Por qué Yamagi es tan complicado? – secundó Shino con pesar.

-Ya veo por qué ustedes son amigos; son igual de idiotas. – regañó el moreno recibiendo a cambio un gesto de incomprensión por parte de Eugene y Shino – Ustedes son los complicados que enredaron las cosas. Y lo peor es que aún no se han dado cuenta que esos chicos están celosos.

-¿Celos? – Yamagi ¿sentía celos? ¿Por qué? Él le obsequió los chocolates y se besaron en dos ocasiones. ¿Qué no era obvio lo que sentía? Por lo visto debía ser más directo. Estaba decidido, esa misma noche buscaría a Yamagi y le confesaría sus sentimientos.

Ambos jóvenes se dispusieron a buscar a la pareja en cuanto terminaron de asearse; sin embargo, esta vez quien los recibió fue Merribit, la cual llevaba a una dormida Lila en sus brazos.

-Ah, si. Él y Violeta se dirigieron a Cryse. Me dijo que por favor cuidara a la pequeña y que él la recogería mañana. Creo que iban a ahogar las penas…cargaban varias botellas de alcohol. – mencionó la rubia con inocencia.

Euegen y Shino compartieron miradas de pánico y salieron disparados hacia la ciudad. Esos tontos no entendían la gravedad de sus actos, la ciudad se había vuelto muy peligrosa.

.

.

.

Yamagi y Violeta se encontraban sentados en un parque algo alejado del centro de la ciudad. Estaban seguros que ahí no serían molestados, por lo que con tranquilidad, empezaron a tomar como si no hubiera mañana, embriagándose justo después de la terminar la segunda botella de algo llamado Vodka.

-N-No lo entiendo…- inició Yamagi mientras tomaba un sorbo a la tercera botella visiblemente sonrojado - ¿Esh porque no tengo peshos?

-No…no esh eso. Mírame, tengo peshos e igualmente fui…fui traicionada. – secundó la chica tomando la botella y tomando una generosa cantidad.

-¡Ahhh, maldición! ¡Shino es un tonto! – exclamó el rubio mientras gritaba.

-Odio a los hombres. Son unos malditosh imbéciles.

-¡Así es! – apoyó el rubio mientras dejaba caer su cabeza pesadamente sobre sus hombros – Pero…aun así yo amo a Shino, sabes. Lo he hecho desde que tengo memoria y él…apenas si me nota. Unos cuántos besos no bastan.

-Sabes Yamagi…creo que en lugar de alcohol, necesitamosh sexo. – comentó la chica mientras ambos echaban a reír sin parar.

-Creo que sí. Es decir, quién no querría…acostarse con nosotrosh. ¡Somos malditamente atractivos! -se quejaba el rubio mientras se levantaba tambaleando.

Violeta había olvidado que cuando el rubio bebía, su actitud dulce y serena de siempre se transformaba en una totalmente opuesta. Era una Yamagi playboy con la autoestima hasta las nubes.

-Deberíamos vengarnos y acostarnos con tipos. – ideó Violeta mientras se acostaba en la banca.

-No, no, no. Ningún hombre es tan sexi como Shino. – Yamagi levantó las piernas de Violeta y tomó asiento también. Empezaba a sentir que sus piernas tambaleaban.

De un momento a otro, Yamagi sintió unos brazos masculinos rodear sus hombros. Al sentir el contacto se levantó rápidamente topándose cara a cara con dos desconocidos que se acercaron peligrosamente. Con agilidad tomó a Violeta y le colocó detrás suyo con el propósito de protegerla de esos hombres.

-Oigan, oigan. Vamos no tienen que actuar tan a la defensiva. – comenzó a hablar uno de ellos.

-Es cierto. Mi amigo y yo los escuchamos hablar sobre querer un poco de diversión y nos pareció buena idea unirnos. – secundó el otro.

Yamagi miró con desgrado a los varones. Que a un hombre le gustara otro no era muy común en Marte – o por lo menos no era algo visible – pero le sorprendió que las miradas lujuriosas se dirigían hacia su persona y Violeta. Aún sosteniendo a la chica de la mano, respiró hondo tratando de serenarse y hablar de la forma más coherente posible.

-Váyanse de aquí, por favor. No queremos su compañía. – habló con firmeza. A su espalda, Violeta sostenía con fuerza la botella de licor lista para atacar de ser necesario.

-Oh vamos rubio…No seas tan aguafiestas. Créeme que puedo hacerte pasar un muy buen rato. Quisiera ver esa linda carita tuya retorcerse de placer. – comentó uno de los hombres mientras se levantaba e intentaba acariciar el rostro de Yamagi.

El rubio fue testigo de cómo la botella de licor se estrellaba contra el rostro del desagradable sujeto. Violeta le había quebrado la botella en la cabeza y, justo antes de tomar a Yamagi y echar a correr murmuró:

-Lo siento, me confundí de basurero.

.

.

.

Corrieron todo lo que sus cuerpos ebrios les permitieron, llegando a un lugar desconocido, pero que tenía una pinta extraña. Había parejas besuqueándose por todos lados, locales adornados sugerentemente con luces en tonos rosas y rojizos, así como también mujeres arregladas pomposamente invitando al público masculino.

-¿Dónde estamos? – preguntó Yamagi sintiéndose un poco abrumado por el lugar. Le desagradaba por completo.

-No tengo idea, pero quiero salir de aquí ya antes de que esos sujetos nos encuentren. – mencionó Violeta con cansancio. No estaba en condiciones para ponerse a pelear.

-Violeta ¿qué hacemos si aún nos siguen?

-¡Ahí están! – el grito furioso proveniente de sus espaldas los alertó, notando de inmediato que era uno de los sujetos que lo seguían decidieron reanudar la huida.

Llegaron a lo profundo del lugar sintiendo sus fuerzas desfallecer a causa del alcohol. Por desgracia, no habían logrado perder al sujeto y el otro los alcanzó mientras su cabeza sangraba.

-¡Me las pagarán malditos! ¡Los haré mis perras de por vida! – amenazó el hombre ensangrentado mientras se acercaba con una enorme navaja.

Por instinto, el rubio nuevamente colocó a la chica detrás suyo dispuesto a hacer todo lo posible para protegerla. Si ese sería su último día de vida, al menos no quería ser un cobarde, aunque…si deseaba poder estar un poco más con Shino.

Sin embargo, justo cuando esperaba el impacto, sintió una mano pesada bajar su cabeza y empujarlo hacia atrás. Como si de una cámara lenta se tratare, Violeta y Yamagi fueron testigos de cómo Shino y Eugene hacían acto de presencia desde sus espaldas y golpeaban fuertemente a los hombres quienes de inmediato quedaron inconscientes.

Luego de un corto silencio, ambos hombres voltearon a mirar a la pareja con enojo. Los habían estado siguiendo desde que los ubicaron en el parque justo cuando el hombre quiso tocar a Yamagi y Violeta le quebró la botella. Por muy ebrios que estuvieran, ese par corría a velocidades que incluso a ellos les fue difícil alcanzarlos.

-¡¿Se volvieron locos?! – regañaron ambos hombres haciendo que Yamagi se sentara en el suelo cubriendo su rostro y Violeta hiciera un puchero antes de empezar a llorar.

Una vez que lograron calmarlos, Shino tomó la palabra:

-Y bien, ¿qué hacían en ese lugar? ¿cómo llegaron a él?

-¿Por qué? ¿Te molesta? Imagino que tú lo conoces bien. – respondió el rubio visiblemente enojado. Aún estaba tan celoso.

-Jefe…por favor. – intervino Violeta tratando de calmarlo. – No lo hicimos con intención. Solo…de la nada llegamos mientras huíamos, estamos ebrios por si aún no lo han notado.

-Deja de excusarte Violeta, no hicimos nada malo y ellos no tienen derecho a regañarnos. – continuó el rubio aún molesto.

-Oye Yamagi, estuvieron a punto de ser lastimados por dos tipos si no hubiéramos intervenido. Deja de actuar tan irresponsablemente, menos cuando tu empleada estaba contigo. – regañó Eugene al notar que el castaño se quedó sin palabras. Ese barrio era el que solía frecuentar Shino en el pasado de ahí la incomodidad que esto representaba para ambos.

-No somos unos niños. – respondió el rubio levantando la mirada hacia Shino con enojo y determinación. Quería que Shino lo notara, que notara que ya no era el mismo de antes – No soy un niño al que deban proteger. Y Violeta tampoco lo es.

La chica trataba de intervenir con el fin de evitar que aquello se convirtiera en una pelea que hundiera aún más sus planes.

-Yamagi…solo vámonos sí. Ya no quiero estar aquí, por favor. – rogó la chica.

-Me niego. – negó rotundamente el rubio.

-Hey, Eugene – intervino nuevamente el castaño con gesto serio – Adelantate y lleva a la señorita a Tekkadan. Por lo visto se encuentra mal. Nosotros iremos más tarde.

Ante la orden, Yamagi solo desvió la mirada. No tenía idea de cuáles eran los planes de Shino, pero la parte suya a la que volvía la conciencia le dictó que era mejor llevarse a Violeta. Ella estaba más preocupada por él y porque las cosas con Shino no se arruinaran que por su propia salud física y quería liberar a la chica de esa carga de una vez por todas.

-Como digas. Solo tengan cuidado. – dijo el vice capitán mientras tomaba a Violeta de la mano y se retiraba. La chica solo volteó a ver a la pareja con preocupación; esperaba que las cosas no se fueran a la basura de nuevo.

.

.

.

Capítulo 8 ¡up!

Agradezco muchísimo a las personas que leen el fic, cada vez son más y eso me alegra. Espero que disfruten el fic tanto como yo el escribirlo.

PDT: tuve que re subir el capítulo 7 debido a que tenía un error que olvidé corregir al momento de subirlo XD.