Capítulo 9
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Yamagi miraba con nerviosismo la espaciosa habitación del motel. Esta tenía una amplia cama y una luz tenue, daba la impresión de ser algo así como un motel de esos a donde las parejas iban. Pero, ¿cómo llegaron ahí? Fácil, el castaño lo arrastró contra su voluntad cargándolo a la fuerza. Shino ignoró por completo sus quejas y bueno, ahí estaban.
-¿Por qué estamos aquí? – preguntó el rubio frunciendo el ceño.
-Mmm…porque es tarde y Eugene se llevo el auto. – contestó con simpleza el castaño mientras se lanzaba pesadamente a la cama. Era casi media noche y estaba acabado por todo el trabajo del día más la actividad física de hacía unas horas. Estaba asombrado de que Yamagi aún tuviera energías.
-Quiero volver a Tekkadan. – exigió el rubio visiblemente molesto.
Shino notó el gesto de Yamagi. Sabía que, a pesar de estar ebrio el mecánico estaba consiente y eso significaba que el enojo de hacía días atrás aún estaba presente.
-No nos iremos. Necesito hablar contigo a solas y sin interrupciones. – mencionó Shino mientras se sentaba en la cama e invitaba al rubio a hacerse a su lado. Con recelo, Yamagi tomó asiento al otro lado de la cama. Ante el silencio de su acompañante, Shino decidió tomar la palabra, era el momento de aclarar las cosas entre su persona y Yamagi de una vez por todas. – Me gustas…no, te amo. – soltó sin más haciendo que el rubio se sonrojara a más no poder aún sin darle la cara – Me arrepiento de no haberme dado cuenta antes, pero más por ignorar las señales.
-S-Shino…- murmuró Yamagi al sentir el peso del castaño en su espalda.
Shino recostó su espalda contra la de Yamagi, mientras con una sonrisa continuaba hablando:
-Tu siempre me agradaste de forma distinta a los demás, eras más especial para mí. Desde que te conocí fue así. Ese día que creaste las flores de hielo para el funeral quedé tan asombrado que me puse nervioso cuando hablé contigo. Siempre supe que eras algo así como un genio de la mecánica, pero luego me demostraste que tus habilidades eran incluso superiores a lo que imaginaba. – Luego de una pausa en la que aprovechó para tomar la mano del rubio continuó – Sin embargo, me confundí cuando Orga dijo que todos en Tekkadan éramos familia. Simplemente eso hizo que ignorara la forma en la que me sentía a tu lado, pero…esa vez, cuando juntos disparamos por primera vez el Galaxy Cannon…yo me sentía absurdamente feliz de llevarte en mis regazos. Cuando te dije en las colonias que deseaba el poder para proteger a alguien, ese alguien eras tú. - Yamagi recordó aquel suceso con vergüenza. Fue la primera vez que estuvo tan cerca del castaño, apenas si pudo concentrarse. Tuvo que hacer gala de todo su profesionalismo para llevar la misión a cabo. Y en las colonias, Shino lo miró tan fijamente que desvió la mirada para tratar de ocultar su sonrojo. – No podía quitarte la mirada de encima; siempre has tenido un rostro tan fino y atractivo; pero ese día simplemente me sentí como un completo idiota a tu lado. Comparado contigo yo solo soy un simple piloto…
-¡No digas eso! – interrumpió el rubio mientras volteaba. No podía seguir escuchando aquello, Shino tenía tantas cosas positivas que no podía menospreciarse de eso modo, él no lo permitiría. – Shino es importante para Tekkadan. No solo eres un gran piloto, sino que tú siempre nos protegías a todos los niños. Muchos lograron sobrevivir gracias a ti y…cuando tú no estás, todo se siente muy silencioso.
Los orbes celestes se inundaron en lágrimas ante el recuerdo de esa última batalla en la que el castaño casi pierde la vida. Shino al notar esto, tomó al rubio y lo envolvió por completo en un fuerte abrazo.
-Ese día…ese día solo quería confirmar si realmente te gustaba. Por fin había podido aceptar mis sentimientos y estaba dispuesto a conquistarte, sin embargo, eso pasó y tu te fuiste. Casi me vuelvo loco cuando supe que te habías ido. – confesó el mayor mientras profundizaba el abrazo.
-S-Shino…¡tú también me gustas! – soltó el joven mientras lo miraba con determinación y un lindo sonrojo en sus mejillas – Me gustaste desde la primera vez que te vi, pero conforme fui conociéndote solo hiciste que me enamorara más.
-Sí, lo sé. Lamento no haberme dado cuenta antes Yamagi. – dijo el castaño con una sonrisa tierna; esa misma que siempre le dedicó únicamente a él. Porque ahora que hacía memoria, Shino solo le sonreía de esa forma a él.
-Aún así yo…entiendo que te gustan las mujeres. – comentó el chico mientras desviaba la mirada. – No…puedo prohibirte ir con mujeres, por eso…me basta con que sepas como me siento. Al fin siento paz. – sonrió.
Shino, al notar el gesto de Yamagi quedó sorprendido por la madurez que el muchacho mostraba. Se sentía como un niño a su lado, pero era obvio, Yamagi no solo había crecido, era papá.
-¿Crees que podría estar con alguna mujer sabiendo eso? – preguntó el castaño mientras se acercaba a los labios de Yamagi. – Eres más hermoso que cualquier mujer que haya conocido. Opacas a cualquiera, sin mencionar que me siento completamente enloquecido por ti. – acto seguido, acarició lentamente los labios del chico mientras nuevamente tomaba la palabra. – Dime qué quieres, Yamagi.
Ante tal ofrecimiento, el chico decidió responder con firmeza, era hora de que ese hombre fuera suyo:
-Ya no soy un niño, quiero que seas mío Shino, solo mío. No quiero compartirte con nadie más, ni con ninguna otra mujer.
Acto seguido, Yamagi se le abalanzó y le estampó un beso en los labios. Le demostraría a Shino de lo que era capaz.
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Durante todo el trayecto hasta la base de Tekkadan, Violeta se mantuvo en silencio mientras se encogía sobre sí misma. Estaba muy preocupada por Yamagi y lo único que deseaba era que las cosas no se arruinaran aún más. Eugene notó la tristeza y el cansancio de la chica, por lo que intentó calmarla un poco.
-Estoy segura que para mañana todo estará estupendo. Ese idiota arreglará las cosas. – habló Eugene mientras detenía el auto y ayudaba a la joven a bajar.
-¿Tú crees? Aún así…dudo que pueda dormir. – mencionó con pesar la chica.
-Entonces vamos a caminar hasta que te dé sueño. -dijo el vice capitán mientras la tomaba de la mano y la llevaba a una pequeña terraza cerca de las oficinas principales.
En cuanto llegaron, se quitó su chaqueta y se la colocó a la chica para tratar de resguardarla del frío. Le impresionaba que estuviera tan sobria después de todo lo que bebió, él ya estaría inconsciente.
-Este…es un lindo lugar. – comentó Violeta mientras se acurrucaba en la prenda.
-Así es. Cuando fundamos Tekkadan celebramos aquí.
Luego de unos minutos de silencio, en los que meditó acerca de la confianza que sentía hacia Eugene, Violeta tomó la palabra:
-Te diré la razón por la cual quiero mucho a Yamagi. Él me salvó la vida. – Eugene volteó la mirada con interés. – Mi familia tenía una pequeña empresa mecánica en la tierra. Éramos mi madre, mi padre y yo. Siempre estuve cerca de las máquinas desde que aprendí a caminar. – la chica sonrió con ternura. – Sin embargo, hace cuatro años incendiaron nuestro local. A mis padres los asesinaron brutalmente.
-¿Nunca supiste quiénes fueron esos bastardos? – preguntó Eugene con ira.
-No. Esa noche… me golpearon muy fuerte la cabeza y, a pesar de estarme casi desangrando me vendieron a un traficante de mujeres. Ahí, me dieron ayuda médica muy tarde por lo que perdí la memoria. El día que conocía a Yamagi nos transportaban en una nave, escondidas. Los traficantes se habían detenido en una de las instalaciones supervisada por Ghjallarjorn y ahí fue cuando nos rescataron. Yamagi había sido la persona encargada de revisar la nave; así que nos encontró ahí. De inmediato llamó a las autoridades y nos rescataron.
A Eugene no le sorprendía. Ese chico era muy astuto.
-Si perdiste la memoria, ¿cómo es que recuerdas la muerte de tus padres?
-Estuvimos unos días en las instalaciones mientras daban aviso a nuestros familiares. Al final me quedé sola, era obvio que nadie vendría por mí. Sin embargo, una de las chicas había escuchado a los traficantes hablar sobre mí, así que antes de irse le explicó todo a Yamagi. Él, se hizo cargo de mí y me llevó con un médico que me explicó todo lo que sucedía en mí cabeza a raíz de la lesión. Me comentó, que con suerte iría poco a poco recuperando mi memoria y así fue. Pero solo fueron mis conocimientos sobre mecánica.
-¿No recuerdas nada sobre esa noche en particular? – Eugene la miraba con admiración. Para ser una chica con un pasado tan duro, era muy fuerte.
-Solo…recuerdos borrosos, nada en concreto o relevante. En ocasiones logro recordar la sombra de los asesinos, pero si me esfuerzo por aclarar más la imagen me da jaqueca.
-Imagino que desde entonces has estado al lado de Yamagi. – la chica asintió. – Sabes, me alegro de que él te salvara. Gracias a ti, él se volvió una persona distinta, una mejor; ¡eres fantástica! Y todo eso ha sido muy positivo para nosotros en Tekkadan. Así que…¡Gracias! – exclamó el rubio mientras se inclinaba respetuosamente hacia la joven.
-N-No debe darme las gracias. – demonios, se sentía muy nerviosa justo ahora.
-Muy bien. Entonces…a cambio quiero que sigamos siendo socios. – comentó Eugene mientras le extendía la mano y al mismo tiempo le sonreía.
-¡Está bien! – respondió Violeta devolviendo el gesto.
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El molesto sonido de una alarma lo hizo despertarse pesadamente. En cuanto se incorporó, sintió a su lado el cuerpo musculoso de su acompañante, cosa que lo hizo abrir por completo sus orbes azules. A su lado, Shino continuaba durmiendo, con la salvedad de estar desnudo desde su torso. Yamagi se puso tan rojo como un tomate, no se atrevía a bajar más la sábana, pero estaba frustrado. Él no recordaba que ambos hubieran tenido relaciones sexuales, y si eso sucedió, necesitaba recordarlo maldición. Quería grabarse el imponente cuerpo del castaño para siempre. Sin embargo, notó que al menos su persona, tenía puesta la ropa de la noche anterior, por lo que estaba realmente confundido. ¡Ahhh! ¡Su cabeza iba a explotar!
-¿Yamagi? – preguntó Shino mientras se despertaba y notaba el espectáculo de gestos en el mecánico. - ¿Estás bien?
-S-Shino…- murmuró el rubio mientras su rostro nuevamente se sonrojaba. No sabía por dónde empezar. – Nosotros…pasamos la noche juntos.
-Así es. – contestó el piloto mientras se incorporaba.
-B-Bueno…acaso…nosotros acaso…¿hicimos algo? – preguntó al fin.
Shino no entendió muy bien a qué se refería el joven, pero en cuanto hizo memoria de los sucesos vividos por la noche, supo de inmediato que gracias al licor Yamagi no recordaba nada.
-Claro. – respondió haciendo que el rubio lo mirara con pánico. – Las cosas se pusieron increíblemente intensas. Pero justo cuando íbamos a empezar la mejor parte te quedaste dormido. – reveló Shino como si aquello fuese el suceso más importante en la historia.
Los besos habían empezado a subir de tono, así como también las caricias. Realmente estaba muy excitado por la forma en la que Shino lo tocaba. Con desesperación, el castaño cambió de posiciones rápidamente, pero justo cuando terminaba de quitarse su camisa, notó que los movimientos del joven eran pausados. Yamagi estaba completamente dormido. Suspiró con cansancio, pero con una sonrisa, solo atinó a acostarse al lado del rubio y abrazarlo para dormir a su lado.
-Yo realmente lo lamento. – habló Yamagi mientras se cubría el rostro con vergüenza. Se quería morir. A dónde se fue toda su valentía.
-No te preocupes. Podemos seguir en cualquier momento. – sugirió Shino mientras lo sentaba nuevamente sobre sus piernas. – Sin embargo, debemos irnos, así que será para después. Lila te espera. - finalizó depositando un suave beso en los labios de su compañero.
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El incesante ruido de la cortadora le estaba triturando la cabeza. Gracias a los tragos de ayer, amaneció con una jaqueca del demonio y para colmo, debía trabajar temprano.
-¡Apaga esa maldita cosa del infierno Dante! – exigió la pelirosa con desesperación mientras se sentaba pesadamente en una pequeña mesa.
A su lado, Eugene y Chad la miraban con pena.
-Lo siento, pero Yamagi me pidió cortar esta pieza hoy. Debemos iniciar con Flauros hoy mismo. – respondió el peli naranja mientras continuaba su labor.
-Por favor arránqueme la cabeza. – se continuaba quejando la joven.
Cerca de quince minutos más tarde, luego de sentir que casi enloquece y de que Eugene tuviera que ayudarla a mantenerse de pie, Yamagi hizo acto de presencia cargando consigo a la Lila.
-¡Lamento mucho la tardanza! Toma Violeta. – dijo mientras le extendía dos pastillas. – Te aliviará el dolor y podrás continuar trabajando.
-Debería estar incapacitada. – comentó mientras se tragaba el medicamento.
Eugene y Violeta notaron que el rubio llegó solo, sin embargo, por la cara de felicidad que traía, eso significaba que todo había salido bien.
-Espero no les moleste, pero hoy Lila estará aquí con nosotros. – Ante la aceptación del grupo, el chico colocó a la pequeña en la mesa, le sacó una serie de juguetes y lápices de colorear y se dispuso a hacer su trabajo. – Quédate aquí y no te vayas. Sé una niña buena.
Tan solo minutos después, Shino apareció con un rostro más feliz de lo usual. Chad y Dante se adelantaron y continuaron cortando la pieza para empezar con Flauros. Por su parte, el dúo de socios notó con atención como el par de tortolitos interactuaba de forma sobre actuaba frente a ellos.
-Diablos, el sexo de reconciliación sí que hace maravillas con las personas. – comentó Violeta dejando a los tres varones sonrojados.
Al final, luego de toda una mañana de arduo trabajo, lograron reconstruir toda la parte izquierda del Gundam, por lo que, por la tarde, se dedicarían a reconstruir el resto del cuerpo.
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Capítulo 9 ¡up! Espero que sigan disfrutando muchísimo el fic. ¡Los amo!
