Mis chicas este cap contiene escenas para mayores de 18 por favor si son susceptibles no lean, no afecta nada la continuidad de la historia. sobre aviso no hay engaño, mis comadres las quiero! que lo disfruten!
Capítulo 18
Candy regreso a Neurología, la tarde paso sin novedad, Albert se encontró con ella al final del turno en el estacionamiento.
-Cariño, te invito a cenar.
-Amor, pero no vengo vestida para la ocasión, déjame ir al departamento a cambiarme y nos vamos.
-Vamos a mi apartamento cariño no te preocupes no es nada del otro mundo, solo te quiero raptar un rato.
-Perfecto, me gusta más la intimidad de tu casa, vamos.
Llegaron al apartamento de Albert y le pidió que cerrara los ojos.
El camino de la sala al comedor estaba alumbrado por velas, todo el departamento estaba a oscuras, se veía espectacular, flores en la mesa, música de fondo, en el camino de velas había pétalos de rosas por el piso negro estaba todo muy romántico, Candy abrió los ojos y se sorprendió por cómo se veía la decoración.
-Cariño esto esta perfecto, ¿a qué se debe esta sorpresa?
-A que estamos juntos amor y quiero consentirte mucho…Ven vamos a la mesa, ya debe estar todo listo.
Se sentaron en la mesa de mármol blanco, había una ensalada verde con frutos rojos y un filete a las finas hierbas, olía delicioso, de postre pastel de chocolate.
-Cariño esto se ve exquisito, y yo tengo mucha hambre.
-Lo se mi glotona, vamos comamos que esto se enfría.
-A ver mi doctor dígame ¿Cómo logras hacer estas cosas sin tener tiempo he?
-Tengo mis habilidades y un mago jamás revela sus secretos.
Candy se reía sabia que nunca le diría como lo hacía, pero no importaba le encantaba los detalles que tenia con ella. Terminaron de cenar y empezaron con el pastel de chocolate, de pronto Albert se puso juguetón.
-Amor déjame mostrarte una forma muy particular de comer pastel, decía pícaro Albert.
Tomo un poco con su dedo y se lo puso a Candy en la barbilla, empezó a comer de ella, Candy se reía por las cosquillas, Albert siguió con un poco más y se lo ponía en el cuello, el lo besaba y lamia, a ella ya no le parecía divertido si no mas bien excitante, el siguió con un poco más en la clavícula, ella ya se estaba emocionando muchísimo.
-Cariño me estorba esto, mientras pasaba el dedo por el cuello de la playera este gesto le indico a Candy que se la quitara de inmediato.
Ella se la saco por la cabeza y el encantado siguió en el nacimiento de los senos, seguía comiendo de ella, un poco mas en el ombligo, Candy batallaba para respirar.
-Candy ¿me dejas quitarte esto?
El pantalón salió volando también, Albert lo desabrocho y lo jalo por las piernas, descubrió que ahora había una pequeña tanga de encaje negro, siguió comiendo, paso por las caderas, excitantes caderas de tentación infernal, las piernas, las rodillas, Candy se mordía el labio, las sensaciones que le estaba causando eran maravillosas, ella estaba recargada en la silla y se le ocurrió que podría jugar a lo mismo que Albert.
-Cariño, ¿te importa que coma yo también?
Albert abrió los ojos y se saco la camisa por la cabeza lo más rápido que pudo. Candy tomo con el dedo un poco de cobertura del pastel, lo puso en la comisura de los labios, los beso y succiono, Albert sonreía quería saber hasta dónde llegaba Candy, siguió por el cuello, su rubia iba por buen camino, los pectorales fueron la siguiente parada, estaban erectos y los lamio con ímpetu, el pastel que había puesto era mucho y se entretuvo un buen rato ahí, Candy se estaba sintiendo muy sexy, quería demostrarle a Albert que ella también sabia jugar, el ombligo y él empezó a sudar, tenía que soportar, aunque se lo estaba poniendo muy difícil, le paso el dedo por dentro de la pretina del pantalón,
-Cariño ¿podemos deshacernos de esto?
-Sin problema amor… contestaba Albert jadeando…
Paso los dedos una vez mas sintiendo el nacimiento del vello púbico, después desabrocho el pantalón, Albert se lo saco por los pies con todo y zapatos, bajo un poco el bóxer y siguió por la cadera y comió un poco mas por ahí, el bóxer empezaba a estorbar también, Candy acariciaba las piernas de su hombre, le pidió ir a su antigua habitación pero el la alzo y paso sus piernas por su cintura y la llevo a la habitación de él, ahí la recostó en su cama y empezó el recorrido de nuevo, el cuello, la boca reclamaba todo como suyo, la tocaba toda, marcándola como de su propiedad, acariciaba sus piernas y su montes, la estaba editando, el brasier salió volando, dejando al aire aquellos montes que tanto quería descubrir, los apretaba, bebía de ellos sediento, los botones eran jalados levemente y ella le respondía arqueando la espalda, el seguía bajando ya era desesperante quererla sentir pero quería seguirla saboreando, le estorbaba la tanga y con la mirada le pidió permiso para quitársela, el vio el deseo de Candy en sus ojos y la rompió de un jalón, la exploraba, su cavidad estaba húmeda, su boca la empezó a reconocer como si la hubiera necesitado toda la vida, la lengua bailaba el ritmo que la hacia gozar, los dedos entraron en escena y entro primero uno, reconociendo el terreno, era sumamente estrecha, un segundo dedo se unió y ella gimió de placer, lo necesitaba, lo necesitaba dentro pero ya!.
Candy apretaba las sábanas, estaba a punto de llegar, pero Albert lo supo, se terminó de quitar el bóxer, puso en posición ya con el condón puesto y le pregunto al oído si estaba lista.
-Por favor Albert hazlo ya! ¡No puedo con esto que necesito ahora!
-Con cada mano tomo las suyas sujetándolas firmemente sobre su cabeza, se posiciono y entro de una sola estocada, Candy no tuvo tiempo de arrepentirse, le había causado dolor, pero era un dolor que se estaba volviendo placentero, Albert empezó a moverse poco a poco, volviéndose loco con la estrechez de Candy, le decía palabras de amor al oído, cuando sintió que ella se empezó a mover supo que ahora lo estaba empezando a disfrutar, poco a poco aumento el ritmo, Albert sudaba, estaba aguantando lo más que podía su orgasmo.
-Llega conmigo nena, juntos anda.
Era lo que necesitaba Candy para explotar en mil pedazos, la espalda de Albert quedo marcada con sus uñas, juntos llegaron a esa deliciosa experiencia por primera vez para Candy y años de abstinencia de Albert.
Se recostó a un lado de ella, mas satisfecho y cansado que nunca, esta mujer era maravillosa, no iba a poder estarse sin ella mucho tiempo, Candy por su parte acariciaba el pecho de Albert se sentía plena, satisfecha, nunca pensó que el sexo fuera tan placentero.
Albert seguía haciéndole mimos, se estaba excitando de nuevo, pero sabia que debía de ser paciente, no quería lastimarla.
-Quédate a dormir nena, por favor, solo esta noche.
-Está bien amor solo esta noche…
