Treinta y ocho días antes…
Ran se acercó a su pareja y apoyó su mano en su hombro sin acabar de entender la situación. La lluvia entraba sin parar los pocos metros de la entrada a causa de la puerta abierta, pero nadie parecía cruzar la puerta.
"¿De quien se trata?" Preguntó Jodie asomándose e intentando mirar a través de todas esas gotas.
"No lo sé. Lleva la chaqueta del uniforme del FBI, debe ser Akai." Dijo Kudo tranquilizándose un poco.
Necesitaba la ayuda de su compañero para afrontar la situación en la que se encontraban. Si había otro hombre capaz de hacerle frente a todo esto y buscar un contraataque perfecto, ese era Akai.
"Voy a llamar al medico por si acaso. Puede que esté herido" Dijo Jodie moviéndose apresuradamente por los pasillos. Siempre se preocupaba por su equipo.
Una figura atravesó finalmente la puerta con dificultad, su cuerpo estaba empapado y sus pasos eran lentos y torpes.
Ran la reconoció al primer paso. Era la misma chica que había visto en casa del profesor días atrás y también la misma que había visto disparar con frialdad a aquella mujer minutos antes. Kudo hizo un gesto rápido para acercarse a ella pero Ran no pudo evitar frenarle y señalarle el arma que aún sostenía en su mano derecha.
La chaqueta le venía grande y se notaba que no era de su talla, pero esos rasgos peculiares se le habían quedado muy bien guardados detrás de la retina y ahora que la volvía a ver, podía asegurar con claridad lo que había presenciado.
"¡Es ella Shinichi, estoy segura!" Dijo agarrando su brazo con fuerza sin intención de soltarle. "¡No te acerques, aún va armada!"
La pelirroja, que respiraba ajetreadamente, se apoyó cómo pudo en la puerta cerrada y miró en dirección de la pareja con una media sonrisa en la cara.
"Vaya, que rápido que corren las noticias." Dijo al notar que ya sabían lo que había pasado.
Kudo se soltó del agarre de Ran y se acercó molesto por el comentario de ella, agarrándola con fuerza por los brazos. Él llevaba minutos preocupado sin saber nada de ella y ella se burlaba de la situación como si no fuese nada serio.
Sentía cómo el enfado se apoderaba de él a cada palabra que decía.
"¡¿Qué coño has hecho?!" Le preguntó enfadado.
Ella le miró fijamente a los ojos. "Ella también iba armada, solo me he defendido. Me siguieron cuando venia de camino y Kir me pilló de imprevisto. Iba a matarme, eso tenlo por seguro." Le explicó.
"¿Qué mierda de excusa es esa?" Le peguntó golpeando su espalda contra la puerta y haciendo que ella gimiera de dolor. "Podrías haberle neutralizado, no tienes el derecho de matarla. Era de la CIA joder." Le escupió con furia.
Kudo no la reconocía. Miró a través de sus ojos y no encontraba la lógica a todo eso. No era su método común de actuar, ella nunca escogía matar. No desde que estaba con él, no desde que se habían convertido en socios ¿Por qué hacía esto ahora que su libertad estaba pendiente de un hilo? Si pretendía echarlo todo a perder, lo estaba haciendo de puta madre.
Ran se quedó callada mientras observaba esa escena con toda su atención. Seguía sin entender que papel tenía esa chica en todo eso y que tipo de extraña relación llegaba a tener con su novio.
El profesor, que ella no se había dado ni cuenta que se encontraba ahí, se acercó a ellos dos y miró a la pelirroja con preocupación.
"¡Shinichi suéltala!" Le exigió a la vez que veía la sangre que empezaba a calar su chaqueta y a encharcar el suelo de su alrededor. "¡¿No ves que necesita atención médica?!" Dijo un poco alterado mientras intentaba separarlos inútilmente.
Kudo la tenía bien cogida y su furia le nublaba todo su alrededor en ese instante. "¡¿Intento convencerme diariamente de que no eres una asesina y te acabas comportando cómo tal?!" Le escupió volviendo a golpearla contra la pared. No podía haber echo eso, estaba en contra de sus principios.
"Iba a delatarte" Dijo ella cómo pudo mientras se mordía el labio para no gemir de dolor. Su agarre no era precisamente fuerte, pero no era nada suave y sus piernas empezaban a temblarle. "Iba a mandarles esta dirección a ellos para que pudiesen haceros una emboscada y acabar con todos vosotros." Continuó explicándole a la vez que sus ojos empezaban a brillar. "Gin te iba a matar, Kudo. Iba a mandarlo para matarte a ti y a tu familia." Acabó diciendo susurrando.
"¡Shinichi basta ya!" Exigió el profesor perdiendo los nervios a cada gota de sangre que veía caer. "¡Está herida!"
Los chillidos del profesor le despertaron de ese trance, Kudo abrió los ojos sorprendido y bajó la mirada para ver la sangre que manchaba su cuerpo y ahora sus manos. La soltó al momento y ella cayó sin más al no poder aguantar más tiempo su propio peso.
"Shiho…lo siento."
Estaba tan furioso y cegado por cómo había actuado, que no se había parado ni a comprobar si estaba bien. Sus cejas cayeron y se agachó para intentarle ayudarse a levantar, pero ella le empujó para que no se acercase más.
"¿Qué haces?" Le escupió ella fríamente mientras apoyaba su espalda de nuevo al suelo y se apretaba con fuerza la herida que no paraba de sangrar. "¿No crees que tu novia puede llegar pensar cosas que no son?" Le preguntó mirando a Ran de reojo.
"Deja de hablar, ¿vale?" Le dijo sin dejar de mirar la sangre y sin escuchar lo que decía. "¡¿Dónde está el médico?!" Preguntó abiertamente, volviendo a acercarse a ella.
"¡Que te vayas, joder!" Le chillo ella, volviendo a empujarle y tosiendo por ello.
Shinichi cayó al suelo y dejó de insistir en acercarse.
El medico apareció a los segundos y la transportaron en una camilla para poder operarle.
Ran no podía dejar de mirarla. Todo lo que le envolvía era una incógnita. ¿Por qué no había aparecido esa mujer en ninguna de las conversaciones que habían tenido por teléfono todos esos años?¿Por qué no la trataba cómo a los demás asesinos después de lo que había echo?
Cuarenta y tres días antes…
"¿Y crees que funcionará?" Preguntó Kudo levantando una ceja.
"Soy mujer Kudo." Dijo ella convencida levantándose para recoger la mesa. "No me subestimes con esas cosas."
"No se si Ran pensará que la idea es muy precipitada." Dijo no muy convencido.
"No tenéis por que hacer nada. No estás obligado a besarla o a acostarte con ella si no te apetece." Dijo ella haciendo que se sonrojara. "Es una escapada a otra ciudad con la mujer de tus sueños, ¿realmente lo ves mala idea?"
Shinichi negó con la cabeza, sabiendo la razón que tenía la pelirroja. Después de todo lo que había pasado, lo mínimo que podía hacer por ella era llevársela de fin de semana romántico y declararle su amor.
Pero algo le frenaba. Una gran parte de él quería seguir a por todas y lanzarse a la piscina con esa relación con Ran por la que tanto había esperado. Pero una pequeña parte, le decía que a lo mejor no estaba tomando la decisión correcta.
Su pie golpeaba el suelo con toquecitos de los nervios que tenía ante ese tema. Esperaba que la próxima vez que pudiese ver a la morena las cosas fuesen diferentes.
La pelirroja rio ante su nerviosismo y se acercó a una vitrina del profesor para sacar una botella llena de polvo. La sopló y giró su cabeza hacia el joven.
"¿Qué tal un par de tragos para quitarte esos nervios?" Le ofreció estudiando la botella. "Hace bastante tiempo que no podemos tomar una copa, deberíamos aprovechar, ¿no?"
Kudo la miró dudoso, pero estaba tan inquieto, que no se negó a ello. Ella sirvió un par de vasos pequeños y el par de tragos se convirtieron en cuarto y los cuatro en seis y así hasta que perdieron la cuenta. Al poco rato, ambos ya estaban medio borrachos hablando de cosas sin sentido.
Ella se levantó un poco torpe y le señaló sonriente mientras se dirigía a su cuarto.
"Voy a ponerme el pijama, porque a este paso, más tarde será un reto complicado." Dijo riendo.
Shinichi se quedó mirando esa manera tan divertida que tenía de sonreír. El alcohol había calmado sus facciones y su cara se veía mucho más relajada. No se acababa de acostumbrar a verla en esa forma adulta. Cuando estaban en los cuerpos de dos niños nunca había llegado a fijarse en ella, pero ahora que la tenía ahí delante sonriéndole de esa manera, podía asegurar que se hubiese fijado en ella si se hubiesen topado en otra ocasión.
"Claro, aquí estaré. No puedo ir a ningún otro lado." Dijo señalando la habitación.
Ella desapareció unos minutos y él volvió a servirse antes de que la pelirroja volviese. No era un chico que le gustase beber en realidad, pero ahora que volvía a tener su cuerpo, sentía que quería hacer todo aquello que no había podido hacer antes.
"¿No vas a servirme otra copa?" Le preguntó Shiho a medida que entraba de nuevo a la sala y volvía a sentarse a su lado ya cambiada.
Kudo, que tenía las mejillas sonrojadas a causa del alcohol, pudo esconder en ellas la vergüenza que empezó a sentir al verla luciendo solo una camiseta anchas y unos pantalones demasiado cortos. Le sirvió otro trago y decidió cambiar el tema al empezar a venirle ciertas preguntas en la cabeza.
"¿Y tú que harás cuando esto acabe? Creo que nunca hemos hablado sobre ello." Preguntó curioso.
Ella le miró sorprendida pero intentó no tener contacto directo con él. "¿A que viene eso?" Preguntó con evasivas.
"Estamos realmente cerca y tengo curiosidad." Le explicó. "No es que me hayas hablado del tema en ninguna otra ocasión. Siempre acabamos hablando de mí."
"Bueno..." Dijo apoyando el vaso en sus labios mientras pensaba. "La policía quiere que trabaje en su laboratorio, pero quiero ver como acaban las cosas antes de ponerme a tomar ninguna decisión." Dijo tranquilamente.
"¿Es que tienes alguna otra opción mejor?" preguntó Kudo, ofendiéndola inconscientemente.
Ahora que había entrado en su vida, no se imaginaba que la científica tuviese intenciones de desaparecer. Aquí había encontrado un hogar y personas que la trataban como de su familia, y después del pasado que había tenido, quedarse a trabajar aquí era la mejor opción que veía.
"Tks.." Chasqueó los dientes molesta. "El alcohol te hace comportarte cómo un capullo. ¿No has podido llegar a pensar por un momento la opción de que no quiera quedarme aquí una vez acabe esto?" Le escupió seria.
"Eso es una tontería." Dijo sin tomarse sus palabras en serio. "¿Por qué querrías irte?"
"¿Una tontería?" Preguntó ella con los brazos cruzados, más molesta a cada palabra que escuchaba. "¿Crees que me hace gracia quedarme en un lugar en el que nunca he pertenecido? Esta es mi oportunidad a encontrarme a mi misma." Intentó explicarle.
El rio, parecía un poco más embriagado de Shiho, notaba más impulsividad en sus palabras y sabía que no pensaba mucho lo que decía. Solo lo escupía sin más.
"No tienes que buscarte ni encontrarte, yo ya se quien eres. Eres Shiho Miyano." Dijo alzando la cabeza.
Ella le miró seria, sabiendo que él no acababa de entenderla. "Kudo…"
"Eres una hija para el profesor, no puedes abandonarle." Dijo dejando de bromear y clavando su mirada en ella para que notase que ahora le hablaba con más seriedad.
"Y estoy agradecida de ello, pero lo entenderá. Creo que necesito hacerlo." Dijo agachando la mirada.
"¿Hablas en serio?" Preguntó resoplando.
Ella no asintió ni lo negó. No podía quedarse ahí sabiendo que la persona de la que estaba totalmente enamorada empezaba su vida de ensueño con su amor correspondido. No podría quedarse ahí y verles todos los días. Necesitaba olvidarle, y eso sólo podía hacerlo si marchaba y empezaba una nueva historia. Muy lejos de Japón.
Shinichi sacudió la cabeza al entender que la pelirroja estaba hablando seriamente de marcharse.
"Eres mi compañera…" Dijo buscando motivos para que se quedase.
"¿Compañera?" Ella volvió a mirarle, pero esta vez el verde de sus ojos se veía apagado y más oscuro. "No es suficiente para mí…" Contestó levantándose del sofá. "Me voy a la cama."
Él la miró sorprendido y dolido, sin acabar de entender muy bien porque, pero sus manos la frenaron inconscientemente. Sintió un impulso de su pecho y la volteó para que se girase hacia él.
Y sin saber por que, la agarró de las mejillas y la besó. Fue lo único que se le ocurrió para hacer que se quedase. Su cabeza estaba un poco mareada pero podía percibir el dulce sabor de su boca combinado con el del alcohol. Su mente se desconectó y en cuanto la pelirroja reaccionó y le devolvió el beso, él aprovechó para profundizarlo.
Su cabeza no pensaba en nada, ni siquiera era consciente de cada gesto o acto que hacía, solo había sentido el impulso de que debía hacerlo y su cuerpo había decidido actuar por delante de cualquier pensamiento de su cabeza, por delante de cualquier consecuencias.
Shiho, que le inundaba la sorpresa y el afecto del momento, bajó sus barreras permitiendo al detective besarle y absorber el amor que guardaba muy profundamente. Había soñado demasiado con eso, al menos quería permitirse sentirlo una vez.
Se sentía cómo en el jardín del Edén.
Pero el encantamiento se esfumó al recordar que ella no era la razón del estado y nerviosismo del detective. Sino otra mujer.
