Treinta y siete días antes…
Esa noche parecía haber sido más larga que las otras. Los minutos pasaban lentamente y el segundero parecía resistirse duramente.
La pierna de Kudo se movía nerviosamente contra el suelo impacientemente. Ran, que estaba sentada a su lado, con la cabeza apoyada en su hombro mientras intentaba conciliar un poco el sueño, apoyó su mano en su pecho sintiendo su corazón acelerado.
"Todo saldrá bien." Le dijo con una sonrisa dulce.
Él asintió, pero no parecía muy convencido de sus palabras. Había algo que le preocupaba, o más bien alguien, y Ran, lo conocía lo suficiente como para percibirlo.
"Podemos hablar si quieres."
Kudo se quedó en silencio con pocas ganas de dar ninguna explicación. Estaba agotado y se sentía exhausto, y no podía olvidar su último encuentro con la pelirroja.
"¿A que viene tanto secreto, Shinichi?" Le preguntó cansada de sentirse confusa. "¿Quién es esa chica?" Le preguntó frunciendo el ceño. Ella preguntaba y preguntaba, pero nadie le había dicho nada por el momento y las preguntas se apelotonaban en su cabeza cabeza. Sus padres también estaban ahí y ella seguía sin entender cual era la magnitud de los acontecimientos que sucedían.
El ambiente se sentía pesado.
Kudo se tensó ante su pregunta y apoyó su mano en la suya mientras que la abrazaba con el otro brazo y la acomodaba en su pecho. "No ha debido de ser agradable ver lo que has visto. Deberías tratar de descansar un poco y dormir algo." Le dijo evadiendo su pregunta. "Creo que mañana será un día bastante ajetreado."
No quería hablar.
Ella asintió insatisfecha por su respuesta, pero se cubrió en su calidez y cerró los ojos para deshacerse del cansancio que cargaba. Debían pasar ahí la noche y no sabían con claridad cuanto tiempo más pasaría hasta volver a la normalidad. Se quedó dormida poco después gracias a las caricias del detective.
Jodie se acercó a ellos minutos después y contempló a la joven dormida. A causa del poco espacio, debían acomodarse en las butacas para poder descansar, ya que las pocas camas que habían. estaban ocupadas por los agentes heridos.
"Tú también deberías tratar de descansar, detective." Le dijo la rubia entregándole una botella de agua y una manta. "En poco empezará a amanecer."
"Gracias." La aceptó. "Creo que iré a buscar un café y repasar el operativo."
Se levantó con cuidado de no despertar a Ran e intentó evadir sus preocupaciones con la ayuda de la cafeína y paseos de una punta a otra del edificio. Sus pies frenaron cuando sus ojos captaron al profesor. No lo había visto desde que ella había aparecido y se le había encarado.
"Profesor." Dijo bajito a la vez que se acercaba a sentarse a su lado.
Agasa levantó la mirada al escuchar que le llamaban y chocó su mirada con la suya unos segundos antes de volver a bajarla.
"¿Cómo está?" Se atrevió a preguntarle sintiendo vergüenza.
"Ha salido de quirófano hace casi un par de horas, pero todavía no me dejan visitarla." Dijo un poco serio.
Kudo asintió y se quedó a su lado en silencio.
"¿Por qué no estaba aquí cuando ha empezado todo?¿Por qué no la tragiste contigo?" Le preguntó el profesor confuso.
Kudo apretó los puños al empezar a sentirse impotente. "Discutimos hace un par de días, no nos hemos hablado desde entonces."
"¿Discutisteis?"
Shinichi asintió pero prefirió no indagar en el tema, ya que aún no había conseguido aclarar todo lo que había pasado dentro de su cabeza. No se sentía preparado de compartirlo con él por el momento.
"¿Ha sido una herida grave?" Preguntó cambiando de tema.
"La bala le ha perforado un pulmón y han tenido que extirparle un trozo. Pero se recuperará." Dijo suspirando aliviado. "Al menos de momento solo sé eso."
El detective volvió a asentir.
"¿Shinichi?"
Una mano le toco delicadamente el hombro, pero el estaba tan absorto en sus pensamientos que dio un salto al notar el tacto y se volteó rápido hacia la voz.
"Ran."
La morena parecía haberse acabado de despertar. Sus ojos se veían cansados y podía ver las ojeras que ahora acunaban sus ojos. Esta situación les estaba dejando a todo exhaustos. Y eso no había echo más que empezar.
"Acaban de llegar tus padres." Le informó señalando a la dirección de donde venía. "Me han preguntado por ti."
Cuarenta y tres días antes…
Sus yemas, que agarraban su camisa con fuerza mientras sus labios seguían sobre los suyos, reaccionaron apartándole de un empujón al volver en si.
¿Qué estaba haciendo?
Le miró fijamente. Sus ojos azules se habían oscurecido y le transmitían cosas que nunca antes había visto. Su respiración seguía igual de ajetreada que la de él y sus ojos empezaron a brillarle a causa de la culpa que empezaba a sentir.
"¿Por qué has hecho eso?" Preguntó Shiho con la voz entrecortada.
Se mordió el labio inferior ante la adrenalina que le había dejado en el cuerpo y pudo notar cómo sus labios aún tenían restos de su aroma.
"No lo sé." Contestó serio. "La verdad es que no lo sé."
Sus sentidos parecían haber vuelto más en si con ese choque de realidad, con esa bofetada de palabras que le había sentado cómo un jarrón de agua fría. La había besado aún sin haber sido la chica de la que estaba enamorado. Pero había querido hacerlo, era consciente. ¿Por qué?
"¿No lo sabes?" Preguntó Shiho reprimiéndose las ganas de llorar. "Vaya mierda de respuesta."
"Yo..."
"Sabes que yo no soy Ran." Le cortó agachando la cabeza.
Por más que ella hubiese deseado ese momento, sabía que no era un acto sincero y eso solo hacía que doliese más.
"Lo siento, es que no quiero que te vayas." Dijo firmemente.
"Irme o no es solo decisión mía." Dijo seriamente. "No deberías jugar con una mujer cuando estás pensando en declararte a otra." Le escupió separándose de él y desapareciendo finalmente del salón. Dejándolo ahí, solo, borracho y avergonzado.
Kudo resopló cabreado y se dejó caer en el sofá para quedarse dormido al poco rato gracias a todo lo que había bebido.
Tenía razón.
"¿Shinichi?"
Kudo se removió en el sofá perezosamente y parpadeo un par de veces antes de reconocer donde se encontraba. Había pasado la noche en casa del profesor y se había quedado dormido inconscientemente en el sofá del salón después de que Shiho se marchara.
"Shinichi despierta." Dijo el profesor sacudiéndole.
"¿Qué hora es?¿Que quiere profesor?" Pregunto remoloneando sin acabar de abrir los ojos. Le dolía la cabeza y no le apetecía moverse de ahí. Suponía que eso era lo que la gente llamaba resaca.
"Shinichi, no seas perezoso." Insistió abriendo la cortina del salón para permitir entrar más luz natural. "Shiho me ha dicho que tiene que hacerte un chequeo. Ya sabes, las primeras veinticuatro horas." Dijo con naturalidad.
Kudo resopló y se puso un poco nervioso en cuanto escuchó el nombre de su compañera. Recordaba haberla besado y haber tenido una conversación incómoda, así no tenía especiales ganas en realizarse ese chequeo o tenerla cara a cara.
"Dile que estoy bien, no hace falta." Dijo bajo la manta.
"Cómo no muevas tu culo hacia mi laboratorio en cinco minutos, me voy a encargar de que recuerdes mi apellido toda la vida." Intervino una voz femenina y gélida saliendo de la cocina con una taza de café en mano.
Kudo se destapó al momento y pudo ver a la pelirroja apoyándose en el marco de la puerta para girarse hacia él. No le miró fijamente, pero pudo notar que no se encontraba en su mejor estado de animo.
Y sabía que él tenía la culpa de ello.
"Voy."
Bajó detrás de ella hacía el laboratorio en completo silencio y se sentó en un taburete bostezando mientras ella dejaba la taza sobre la mesa y acababa de preparar las cosas.
Contempló cómo su bata blanca se movía por todos los lados, abriendo cajones y cerrándolos. Le gustaba ver la manera en que se veía su compañera en su forma original, la bata blanca contrastaba con su pelo agresivo y sus curvas de adulta. Su genética europea había jugado muy bien con ella.
"No me mires así." Dijo ella sin mirarle, desenvolviendo una aguja y un tubo para la muestra. "Tengo que sacarte una muestra de sangre antes de que desayunes nada." Le dijo acercando sus manos a su brazo izquierdo para desinfestarle.
Él asintió y permaneció callado mientras ella procedía a ponerse enfrente suyo y apretarle el brazo con una goma mientras buscaba la vena. Podía volver a sentir su olor desde esa distancia, a diferencia de él, ella parecía llevar más horas despierta y el buen olor que hacía y el pelo húmedo que humedecía ligeramente su bata, le hacían saber que se había duchado hacía poco.
Aprovechó su cercanía para observar su cara. Tenía la esencia y rasgos de la niña que él había conocido, pero la madurez también estaba presente en su rostro. Se fijó en sus ojos cansados, que le decían lo poco que parecía haber dormido esa noche a diferencia de él.
"Respecto a lo de anoche…" Empezó a hablar él.
Ella se tensó con sus palabras y se precipitó a hablar antes de que él continuase.
"No tienes que explicarme nada. Los dos bebimos y ya está. No voy a entrometerme en tu relación, no me interesa." Dijo sacándole sangre e intentando prestar toda la atención solo a lo que tenía entre las manos.
Él apretó los labios ante sus palabras tan tajantes. "Bueno...Me devolviste el beso." Le dijo casi susurrando.
La científica dejó el potecito lleno a un lado y le miró a los ojos por primera vez. "¿Y eso que importa?" Preguntó intentando mantenerse neutral. "Estás enamorado de Ran."
"Lo estoy." Confirmó él.
Ella apretó los labios. "¿Entonces?"
Volvió a romper el contacto visual para que él no fuese capaz de ver ninguna emoción en ella. Volvió a su escritorio e intentó continuar con el chequeo cómo debía hacerlo.
"Te besé por qué me apetecía, Shiho. Me sentí atraído y lo hice." Dijo confundiendo a la pelirroja por completo.
"¿Por qué te contradices?" Preguntó girándose para volver a mirarle. "Me dices que estas enamorado de otra mujer y seguidamente me dices que te has sentido atraído por mí. ¿A que juegas?" Le dijo con el ceño fruncido.
Él negó con las manos mientras se acercaba de nuevo a ella. "No estoy jugando, solo quiero ser sincero contigo. Simplemente lo he sentido."
"¿Y eso dónde me coloca, Kudo?" Le escupió ella. "Mejor no contestes." Dijo abriendo la puerta del laboratorio. "Solo eres un capullo que no sabe lo que quiere."
Kudo se sintió dolido por sus palabras. Siempre que intentaba ser amable con ella, ella le respondía con sus cortes gélidos y contestaciones. Él intentaba ser delicado y a ella le daba igual herirle.
"Sé de quien estoy enamorado." Le dijo firmemente, hiriéndola un poco más. "Olvídalo. Ha sido un error."
Ella sujetó el pomo con fuerza y le indicó hacia las escaleras. "Puedes irte, ya tengo lo que necesitaba."
Y Kudo cruzó la puerta sin volver a dirigirle la palabra.
Treinta y cinco días antes…
Las ojeras de sus ojos habían aumentado pese al par de días que habían pasado tranquilos y sin ningún inciso. Los ataques habían cesado y el FBI aún no sabía muy bien por qué. Los informadores infiltrados llevaban horas sin comunicarse con nosotros y después de haber perdido bastantes bajas en cuanto el enfrentamiento empezó, aprovecharon para sanar y fortalecer el equipo.
"Cuando esto acabe me tienes que prometer que tendremos una cita en condiciones." Le dijo Ran entre sonrojos.
Kudo le sonrió tristemente al recordar las cosas de las que había hablado con la científica. "Tengo pensado algo que va a gustarte."
Ella sonrió entusiasmada y se acercó a él para darle un corto beso en los labios. "¿De que se trata?" Le preguntó animada.
Él, que en ese momento lo último que quería era pensar en organizar un fin de semana, intentó mandarle una sonrisa amable. "Ya lo verás en su momento."
Ran le devolvió la sonrisa, pero sabía que él no estaba cien por cien en ella en esos momentos. Sus ojos se veían pesados y sabía que estaba realmente preocupado.
"Los atrapareis." Intentó animarle.
"Lo haremos." Confirmó firmemente. Apretó los puños y dientes ante la rabia que sentía por la organización. "Van a pagar todo lo que le han hecho."
¿Le han hecho?¿Volvía a referirse a ella?
La morena le miró estudiándole. ¿La preocupación que cargaba, era por ella? No se sentía cómoda ante ello. Él siempre había velado por su seguridad y en ese momento sentía que no era la única que le provocaba esa preocupación. Se sentía celosa.
"¡Shin!" La voz aguda de su madre le retumbó los oídos a medida que cruzaba el pasillo hasta parar delante de ellos dos. "Al fin te encuentro." Dijo su madre con una sonrisa.
"Hola Yukiko." Le saludó Ran amablemente.
"Hola Ran."
"Mamá, estoy ocupado." Le contestó su hijo, sin dejar de mirar los papeles de su escritorio.
No había parado ni un segundo desde que había puesto un pie en el edificio. Todo su tiempo libre lo pasaba en estudiarles y buscar posibles jugadas. Necesitaba distraerse y sentir que ayudaba a la policía. Necesitaba hacer algo.
"Se acaba de despertar." Dijo sin más.
Pero no le hizo falta ni más palabras, ni más explicaciones para saber de que estaba hablando su madre. Su bolígrafo cayó sobre las hojas y se levantó de la silla para acercarse de un paso a su madre. "¿Está despierta?" Le preguntó él de nuevo sin acabar de creérselo.
"Está en la habitación del final del pasillo." Le dijo su madre con una sonrisa.
Kudo no pudo evitar sonreír ampliamente ante la buena noticia que acababa de decirle su madre. El corazón se le aceleró y su sangre empezó a correr con fuerza.
Ran pudo ver el cambio en su cara. Los ojos le brillaban ante lo que su madre le comunicaba. ¿Por qué era tan especial esa chica? Empezaba a no hacerle ninguna gracia. Cogió la mano de su novio antes de que desapareciese y la apretó con fuerza.
"¿Tienes que ir tú?" Le preguntó Ran sin soltar su camiseta.
No tenía lógica que su novio fuese de los primeros en ir a verla. ¿No estaba aquí su familia o ningún otro conocido?¿Por qué debía ir él? Era su novio, debía quedarse con ella.
Kudo le miro fijamente a los ojos y le besó la coronilla. "No tardaré. Ahora vengo, ¿vale?"
Y se separó rápido de su agarre para correr por el pasillo.
