Treinta y cinco días antes…
Sus pies caminaron ligeramente por el pasillo, esquivando a los agentes y enfermeros que pasaban de un lado a otro. Frenó frente a su puerta y su bello se erizó al tocar el pomo metálico mientras que con la otra mano tocaba la puerta para avisar. Sentía su pulso en su oído.
Toc toc
Pero nadie le respondió por el otro lado.
Dudó unos segundos pero decidió abrirla igualmente. Se adentró poco a poco a la habitación poco iluminada y empezó a buscar con la mirada hasta topar con la cama de hospital. El silencio estaba instalado en la habitación, todo lo que podía escucharse era el pitido que marcaba su ritmo cardíaco y el leve sonido de su respiración a través del respirador.
Su mirada bajo y su corazón sintió un pinchado de dolor y culpa al verla en esa situación. Él siempre decía que cuidaría de ella y a la hora de la verdad, nunca lo hacía de la manera correcta. Sus promesas perdían credibilidad.
Apretó los puños y se acercó más a ella, ocupando la silla libre que habían dejado a su lado. La habitación era muy pequeña y con los aparatos de su alrededor, apenas quedaba espacio restante.
Su mirada se atrevió a observarla. Estaba rodeada de vías y tubos y su cuerpo se veía más pálido y débil.
"Shiho…" Dijo cogiendo una de sus manos entre la suya.
Shiho le miró e intentó apartarse el respirador de la boca para hablar con él, pero Kudo le frenó con la otra mano.
"No te lo quites." Le pidió.
Ella asintió y volvió a bajar la mano, intentando mantener su respiración tranquila y calmada. Aún se sentía mareada y anestesiada a causa de todos los calmamtes que le habían suministrado.
"Tienes que recuperarte, nosotros nos encargaremos de todo esto." Dijo apretando su mano. "Siento haberme comportado cómo un imbécil."
Ella le apretó la mano de vuelta y volvió a intentar sacarse el respirador.
"Eres un imbécil con el que una no puede estar enfadada mucho tiempo." Dijo con la voz medio rasposa por la sequedad de su garganta.
"¿Cómo te encuentras?" Le preguntó.
"Cómo si me hubiesen disparado." Le dijo con una media sonrisa. "Pero bien, estoy viva, que es lo que cuenta. ¿Aquí estáis todos bien?" Preguntó un poco preocupada, volviendo a taparse la boca y nariz al empezar a notar dificultad para respirar.
"Aquí estamos bien, Akai tiene que ponerse en contacto con nosotros en breves." Dijo mirando cómo su pecho subía y bajaba lentamente. "No te fuerces, ¿vale? Te han operado hace poco."
"¿Cómo está tu novia?" Preguntó ella esta vez a través de la máscara.
Kudo desvió la mirada con su pregunta, un poco incómodo por hablar de este tema con ella. Después de las cosas que pasaron entre ellos.
"Está bien. Nerviosa y confusa por la situación pero está sana y bien protegida." Le contestó.
Ella asintió y apretó los dientes al notar una punzada de dolor, y la culpa atravesó los ojos del detective. Quería evitarle todo ese dolor que sentía.
"Todos creemos en ti y esto acabará pronto." Le dijo con una media sonrisa. "Así que pase lo que pase, no te sientas culpable por nada de lo que suceda."
El moreno la miró con los ojos abiertos y asintió. Su sonrisa se veía igual de bonita aunque estuviese rodeada de toda esa palidez y vulnerabilidad.
Toc toc
El profesor interrumpió el momento asomando la cabeza por la puerta y Shinichi le dio permiso a que entrara.
"Yukiko me ha avisado de que habías despertado." Dijo con la preocupación aún marcada en su rostro. Llevaba años viviendo con ella y el vínculo que habían creado era igual de real que la preocupación que mostraba.
Kudo le dio un beso a la mano de la pelirroja para despedirse y la soltó antes de levantarse. "Siéntese aquí, profesor. Yo debería ir a reunirme con el resto del equipo." Le dijo con una media sonrisa antes de salir por la puerta para dejarles más intimidad.
Fuera de la habitación, a pocos pasillos de ahí, Ran seguía con sus pensamientos revueltos y confusos martirizándole la cabeza. ¿En que había estado metido su novio estos años? Su curiosidad e ímpetu por acabar con la criminalidad ya le habían echo pagar suficientes consecuencias. ¿Dónde pretendía acabar?
Sus ojos lo captaron cruzar el pasillo y acercarse hacía su dirección. Se veía pensativo y distante. Era muy distinto al Shinichi que había dejado marchar en Tropical Land años atrás. Su rostro se veía más maduro y marcado y su prepotencia y egocentrismo habían prácticamente desparecido. No sabía exactamente por todo lo que había tenido que pasar, pero todo eso había echo desaparecer una parte de él y estaba dando a conocer su yo más adulto y maduro. Le sorprendía ese gran cambio, siempre había sido un chico que pensaba mucho en si mismo y en la popularidad y ahora, todo eso parecía haber tomado un segundo plano.
"¿Cómo ha ido?" Le preguntó curiosa cuando ya estaba a pocos metros de ella.
"Bien." Contestó secamente.
"Si quieres hablar de algo, ya sabes que puedes hablar conmigo de lo que sea." Le apoyó ella apoyado su mano encima de la suya.
Él le miró y acarició su mano de vuelta. "No puedo contarte una historia que no es la mía. Estoy seguro que ella estará dispuesta a contarte todo lo que necesites cuando se recupere. Ten paciencia, es una buena chica."
Ran asintió y al ver la tristeza en sus ojos, tuvo el impulso de acercarse y besarle para apagársela. De todas maneras no tenía por que pedir permiso, era su novio y si le parecía besarle, lo haría.
Kudo se quedó quieto varios segundos, unos más de los que le hubiese gustado a la morena que hubiese tardado en reaccionar devolverle el beso.
"No dejes que esto pueda contigo, ¿vale?" Dijo contra sus labios.
Él asintió y se separó de ella. "Debería ir con Jodie y los demás." Le dijo intentando sonreírle. "Yo debería seguir investigando."
Treinta y tres días antes…
El edificio se había vuelto muy silencioso desde que la mayoría de los agentes se habían marchado hacía ya casi veinticuatro horas, incluido Shinichi. A pesar de que Jodie y los demás se opusieran, no habían convencido al detective a hacer lo contrario. Y ella no había tenido noticias de él desde entonces.
Se sentía inservible sentada en esa silla, mientras los demás combatían contra toda esa gente en vete a saber dónde. Quería ayudar en algo, pero no había nada que pudiese hacer a parte de ser paciente y no molestar. Suspiró cansada mientras se levantaba para ir a buscar una bebida. Kudo invadía sus pensamientos la mayoría del tiempo. Ahora que las circunstancias les habían enlazado al fin, no quería perderle de nuevo. Caminó hacia la maquina de refrescos y pulsó en el botón de té helado después de introducir las monedas.
Y cuando la lata cayó, la persona que llevaba días esperando encontrar, apareció por casualidad cruzando el pasillo. Cogió la lata rápido y se acercó a ella al encontrar su oportunidad.
Se puso delante de ella y le cerró el paso.
"Hola, creo que no hemos tenido la oportunidad de presentarnos. Soy Ran, Ran Mouri. La novia de Shinichi." Le dijo con una sonrisa agradable. Si esa persona era amiga de Shinichi, no quería causarle una mala impresión, pero en cierta manera quería dejarle claro su situación con la persona que tenían en común.
La pelirroja, que se encontraba en una silla de ruedas por su situación, asintió con la cabeza y apretó su mano con la suya. "Lo sé." Contestó secamente intentando buscar un espacio para pasar.
"¿Podemos hablar un momento?" Le preguntó, intentando evitar que marchase.
La científica se hizo a un lado y se quedó mirando a la morena, esperando a que empezase a hablar.
"Shinichi me ha contado todo sobre la organización que están intentando combatir, pero tengo mucha curiosidad sobre vosotros." Le dijo con un poco de vergüenza. "En todas las llamadas que nos hemos hecho durante este tiempo, nunca me ha hablado de ninguna compañera…Y ahora aparece contigo."
"No tienes de que preocuparte." Contestó con un tono neutro. "Kudo tiene un sentido de la justicia muy fuerte y me ha estado ayudando en este caso." Le explicó.
Ran asintió, la pelirroja le decía palabras contadas y no le daba mucha oportunidad a abrirse en la conversación. Podía ver cómo miraba por todos lados en busca de algo o alguien, parecía que no había escogido el mejor momento para esa conversación.
"¿Aún no han vuelto?" Le pregunto esta vez la pelirroja.
Ella negó con la cabeza. "Se marcharon ayer al atardecer." Le informó.
La pelirroja chasqueó los dientes ante su respuesta y se hizo a un lado para continuar con su camino.
"Espera." Llamó su atención. "No me has dicho tu nombre." Le dijo confusa.
La pelirroja le mandó una media sonrisa y le contestó sin parar el paso ni volver a girarse. "Cuanto menos sepas sobre mí, mejor será para tu seguridad."
Y se esfumó del pasillo.
La espera empezaba a poner a todo el mundo nervioso. Todos estaban cansados y las horas de sueño que habían perdido, les empezaba a afectar el humor y paciencia. James les había comunicado la victoria por parte del FBI hacía varios minutos, pero nadie parecía llegar por el momento.
Las caras cansadas esbozaban sonrisas alegres ante la reciente victoria, pero ella solo quería ver a su detective cruzar la puerta para dirigirse hacia ella. Se había acabado, ahora les tocaba vivir con libertad y comenzar a construir la vida juntos que tanto ansiaba.
La multitud se había reunido a la entrada principal al recibir el comunicado de que los coches empezaban a llegar. Los padres de Shinichi, de Ran, el profesor y James, se encontraban entre ellos.
A ella, sin embargo, hacía rato que no la veía.
No había vuelto a hablar con ella y sentía que aún tenía una espina clavada que no se liberaría hasta descifrar todas sus dudas.
Los aplausos empezaron a sonar en cuanto los primeros agentes cruzaron la entrada. Se veían realmente exhaustos y sus uniformes estaban llenos de barro, suciedad y restos de sangre. No parecía haber sido una batalla agradable. Pero su mirada seguía pasando por todas las caras mientras buscaba la mirada zafiro que tanto extrañaba.
"Ran." Le dijo una voz cansada a sus espaldas.
Ella se giró al reconocerle y sus ojos empezaron a brillar al contemplar su cara. Sus ojeras bañaban sus ojos y su rostro estaba lleno de suciedad, pero su mirada seguía brillando con resplandor.
"Shinichi." Dijo con las lágrimas amenazando con saltar de sus ojos.
"Se ha acabado. Ya estoy de vuelta, para siempre." Le contestó con una sonrisa antes de besarle.
Ran se fundió en su tacto e ignoró el resto de personas que le rodeaban para abrazar su cuello y liberar toda la angustia que había sentido. Ese momento era tan perfecto, que nada podía arruinarlo.
Kudo se separó de ella y le besó la frente con ternura antes de empezar a buscar con la mirada a su alrededor, sin encontrar ningún rastro.
"Ran, ¿Sabes dónde est-"
A lo mejor si que había alguien que podía fastidiarle el momento.
"Creo que sigue en su habitación." Contestó Ran más seria. "No la he visto desde esta mañana, estará en su habitación. No sale de ahí." Le informó.
Shinichi sonrió y volvió a besar los labios de su novia antes de alejarse. "Voy a hablar con ella, ahora vengo."
La morena le dejó marchar a desgana. Estaba molesta, su novio acababa de llegar y justo después de encontrarse con ella, marchaba para encontrarse con otra chica. No era lo que se esperaba sinceramente. Miró su espalda desaparecer ante sus ojos y se reunió con el grupo para darle la bienvenida a los otros agentes.
El detective, por otro lado, caminó ligeramente hasta la habitación de la pelirroja y tocó un par de veces antes de entrar.
"Adelante."
Abrió la puerta y se acercó a la cama, dónde la científica se encontraba sentada y con la mirada medio perdida.
"Hola." Le saludó con una sonrisa. "Pensaba que te alegrarías más de verme." Le dijo al ver su cara poco expresiva.
Ella le intentó mandar una sonrisa, pero su tristeza se veía a través de ella. "La pesadilla se ha acabado, ¿no?"
Shinichi se sentó a su lado y le dio un cálido abrazo. "Ahora nos toca empezar nuestra historia cómo nos de la gana." Le dijo intentando animarla.
Shiho se apartó de él y giró la cabeza a otro lado. "Nuestras historias ya no están conectadas Kudo. Es hora de que cada uno tome su camino."
Él la miró sorprendido y le cogió de la cara para que le enfrentase. "¿Qué dices?"
"Sabías que este momento llegaría. Yo también tengo que continuar con mi vida." Dijo sintiendo una pena profunda en su interior. Ella no pertenecía a su historia, se había infiltrado en ella y la había pisoteado, así que ahora debía dejarle a él seguir escribiéndola junto a Ran.
Y ella debía tirar su libro a la hoguera y empezar otro de cero.
"Me da igual lo que digas, no voy a dejarte marchar. Tu lugar ahora es aquí, con nosotros." Le dijo firmemente.
Ella suspiró. "¿Quieres que me quede aquí para ver cómo tu relación con Ran no hace más que mejorar?" Le escupió ella enfadada.
"Shiho, eres mi mejor amiga." Intentó convencerle mientras le acariciaba el brazo.
Ella le apartó de él. "No Kudo. Nosotros no somos amigos, al menos ya no." Negó ella. "Nos hemos besado, joder." Dijo cruzando los brazos. "¿No entiendes que yo no puedo verte cómo un amigo?"
