Shinichi se sentía confuso. Era consciente de los sentimientos que tenía por Ran, pero no podía negar que su cuerpo también sentía cosas cuando Shiho se encontraba cerca de él y no quería perder a ninguna de las dos. Sabía que no podía darle ninguna oportunidad a la pelirroja, pero no iba ceder fácilmente en dejarla ir.

"Yo tampoco puedo verte cómo una amiga." Le contestó.

Ella le miró sorprendida pero no bajo la guardia. "Entonces ambos estaremos de acuerdo con que lo correcto es que yo tome otro camino." Dijo agachando la cabeza.

"¿Y si dejamos lo correcto para otro momento?" Le preguntó él sin pensar mientras se iba acercando a su rostro. Acababa de pasar la peor guerra de su vida, su ropa aun olía a pólvora y estaba agotado.

El corazón de la pelirroja empezó a bombear con fuerza, podía captar su aroma a esa distancia y no podría mantener la calma mucho tiempo si seguía acercándose de esa manera.

"No es cómo si fueras una persona que evita las decisiones correctas." Le dijo ella, intentando mantener su cabeza fría.

Kudo apoyó su frente con la suya y puso una mano tras su espalda para que ella no se alejase.

"A lo mejor eres mi excepción." Le susurró contra sus labios antes de besarle.

Ella intentó negarse pero una parte dentro de ella, deseaba con ansias que no la soltara. Era demasiado agradable la sensación de estar entre sus brazos, pero sabía que no estaba bien.

"Kudo, para." Dijo separándose de él. "No puedes hacer eso."

Él la miró confuso. "Pensaba que yo te gustaba…¿No quiere que te b-"

"No de esta manera Kudo." Le cortó ella. "No puedes hacerle esto a Ran." Le dijo con la mirada triste. "No se lo merece."

"¿Y tú?" Le preguntó él mirándola fijamente. "¿No mereces que te quieran también?" Le preguntó.

Ella le miró con los ojos abiertos. No se lo esperaba. Conseguía cambiar las palabras de orden para llevar la conversación a su terreno.

"No sé si quiero que me quieras de esta manera, a demás, eso no es relevante. Estamos hablando de ti y de ella." Le contestó Shiho intentando no mirarle directamente.

"A mi si que me importa." Le contestó alzándole la cabeza y volviendo a besarla.

No sabía por que lo hacía, pero sentía que era la única manera de mantenerla cerca suyo. Se había acostumbrado a contar con su apoyo y presencia diaria en su vida, tal vez demasiado. Eran tan distintos el uno al otro que le gustaba aprender de ella día a día y su inteligencia, le hacía sentirse más comprendido a la hora de solucionar los casos.

Era su compañera, no podía marcharse.

Shiho se separó de él y apoyó una mano en su pecho para que no volviera a besarle, ya que si seguía haciéndolo, dejaría la cordura a un lado.

"Kudo…" No sabía que decirle después de todo eso.

"Solo…No te vayas, ¿vale?" Le dijo suavemente antes de levantarse y marcharse para volver a reunirse con Ran, cómo si nada hubiese pasado. Intentando mantener interiormente esa batalla mental que empezaba a tener su cabeza por esas dos mujeres.

Veintinueve días antes…

Se sentía extraño volver a casa del profesor con esa forma y con las espaldas libres a la organización. El aire se veía menos cargado y el ambiente era totalmente tranquilo.

"Bienvenida de nuevo a casa, Shiho." Le dijo el profesor con una sonrisa a la vez que cerraba la puerta detrás suyo y la ayudaba a acomodarse en el sofá. Ya no le era necesario ir en la silla, pero seguía teniendo la herida reciente y se cansaba con mucha más dificultad.

"Gracias." Dijo suspirando de cansancio al caer en el sofá.

"Voy a salir a comprar para hacer una buena cena esta noche. Shinichi y Ran vuelven esta misma tarde de pasar el fin de semana en Kioto y Kudo me ha dicho que se pasaría a cenar." Le informó con una sonrisa. "Me alegra saber que Shinichi y Ran han dado el paso."

Ella no contestó. Solo con saber que se iba a presentar esa noche empezaba a sentir nauseas de los nervios. No sabía cómo iba a actuar con ella después de todo, venía de pasar el fin de semana con su novia e imaginaba todas las cosas que podían haber pasado entre ellos. Sentía celos por Ran y se odiaba por ello.

No debía hacer rodar la bola de nieve. Crecería y crecería y acabaría aplastándolos a todos.

Se tapó con una manta y cerró los ojos para tratar de descansar y no pensar en ese idiota. Los medicamentos le tranquilizaban demasiado y había pasado de dormir a parpadeos a estar cansada todo el día, así que no tardó en caer profundamente dormida.


A poca distancia de Tokio, en un tren de alta velocidad poco transcurrido, se encontraban Ran y su acompañante, haciendo el camino de vuelta a casa con los rostros cansados pero alegres.

"Muchas gracias por esto, Shinichi." Le dijo Ran sonrojada, con su brazo entrelazado con el suyo.

"No tienes por que dármelas." Le dijo sonriéndole. "Ha sido un buen fin de semana."

"Si que lo ha sido, has pensado en todo." Dijo más sonrojada pero alegre.

"Te lo mereces." Dijo volviendo su atención al exterior de la ventana.

Ella se quedó observándole. Lo veía realmente un chico muy guapo e interesante, no le sorprendía que las mujeres se quedasen mirándole o se acercasen a decirle algo. Se sentía afortunada de tenerle y poder decir que era su novio.

"Respecto a lo de anoche…" Intentó sacarle el tema, con la vergüenza marcada en la cara.

Kudo, más tranquilo, se giró y apoyó su mano encima de la suya. "No tienes que preocuparte por nada, las cosas suceden a su tiempo." Le dijo para tranquilizarla.

Habían pasado un gran fin de semana en uno de los hoteles más lujosos de Kioto. La estancia había sido perfecta y los sitios que habían visitado eran realmente espectaculares. Pero cuando se hizo de noche, la cosa no fluyó tan bien cómo ambos esperaban. Los nervios habían estado demasiado presentes y habían tenido que parar antes de llegar a ningún lado. Ella no estaba preparada.

Las cosas suceden cuando tienen que pasar, no tenemos por que forzar nada. Debía dejar fluir su relación con Ran, así que se quedaba con todo lo bueno que habían echo esos días.

Al llegar a Tokio, el cielo empezó a verse anaranjado provocado por la puesta de sol y Shinichi decidió pedir un taxi para acompañar a su novia a su casa. Se despidió al llegar con un dulce beso y le indicó al taxista que partiera hacía la dirección del profesor Agasa.

Se sentía feliz de estar con Ran, cualquier hombre besaría el suelo que pisaba. Era encantadora y una novia perfecta, a diferencia de él. No iba a negar que se sentía culpable de besar a otra mujer a sus espaldas. Pero Shiho se había convertido en su mayor tentación.

Pagó al taxista antes de bajar y abrió la puerta del profesor con su llave propia. La casa estaba bastante tranquila y oscura, pero podía escuchar la voz del profesor tararear a través de la cocina. Se acercó y entró para saludarle.

"Buenas tardes, profesor."

Él le miró y le devolvió la sonrisa. "Buenas tardes Shinichi, llegas en el momento perfecto. El estofado casi está " Le informó.

"Huele muy bien." Le alagó.

"Gracias. ¿Podrías despertar a Shiho mientras acabo? Lleva toda la tarde dormida en el salón."

"Claro." Contestó saliendo de la cocina.

No le costó encontrarla. Se encontraba plácidamente dormida en forma de ovillo bajo la manta. Se veía tranquila y su rostro parecía libre de preocupaciones. Alzó la vista para asegurarse de que el profesor no saldría de la cocina y se metió debajo de la manta para despertarle más agradablemente.

Ella gimió como protesta al notar que le invadían su espacio, pero aún dormida notó su calidez y se acomodó en su pecho inconscientemente.

Él se sonrojó ante su gesto y decidió susurrarle para que despertase. "Bella durmiente, casi es hora de cenar."

Shiho protestó un poco antes de parpadear y notar a quien tenía a su lado. Justo en ese momento dio un salto en el sofá y lo apartó de un empujón, haciendo que cayese al suelo.

"¡Auch!¿A que viene eso?" Preguntó el detective rascándose la zona adolorida.

"¿Qué pretendes?" Le preguntó Shiho fuertemente sonrojada.

"Solo quería despertarte con delicadeza." Dijo el moreno levantándose del suelo.

Sus ojos cansados le observaron detenidamente antes de contestarle. "Claro, bienes contento de haber pasado un buen fin de semana." Le soltó intentando amagar la molestia que sentía por ello.

Él se sentó a su lado y puso un brazo alrededor de su hombro. "Ha estado bien, eres muy buena dando consejos. Pero he estado preocupado por ti, ¿Estás mejor?"

Ella resopló. "Vamos Kudo, déjate de tonterías. No voy a seguir tu juego." Le dijo fríamente apartándose de él.

"No eres un juego para mi."

"¿A no? Pues no lo parece." Contestó. "Deja que el agua corra entre nosotros dos y dedícate a contentar a tu novia." Dijo levantándose del sofá.

"Shiho, espera." Le frenó por la muñeca. "Solo estoy confundido. Tienes razón, soy un imbécil que no sabe lo que quiere." Le dijo cabizbajo. "Eres una de las personas que más me conoce y comprende, por eso te pido un poco de tiempo para poder aclarar mi cabeza. No quiero tomar ninguna decisión de la que pueda arrepentirme, solo dame unos días. Entonces, llegado el momento dejaré de marearte." Le pidió.

"Para ser un detective, los temas amorosos son tu tema más flojo." Le contestó con una media sonrisa, sin ser capaz a negarse. No quería perderle y en cierto modo, sabía que era la única oportunidad de estar con él.

A lo mejor no lo tenía todo perdido.

Shinichi aprovechó el momento para abrazarle por la espalda e intentar transmitirle todo lo que sentía. Eran tan diferentes y especiales, que sabía que sería de las decisiones más duras que tomaría. Pero necesitaba saber que sentía aunque sus acciones fuesen egoistas.

"Harás que me arrepienta." Le susurró la pelirroja mientras se giraba para clavar su mirada con la de él. "Estoy segura de ello."

Él apartó los mechones desordenados que cubrían su cara con suavidad y se quedó mirando sus labios. No quería presionarla, ya tenía suficiente con el caos que había montado. Ahora quería conocer esa faceta suya que tenía escondida profundamente y que sabía que muy pocos tenían el privilegio de conocer. Necesitaba saber que necesitaba en su vida. La espontaneidad y romanticismo de Ran o la tranquilidad y picardía de Shiho.

Podía considerarse un capullo con mucha suerte, pero realmente no quería hacerle daño a nadie. Sabía que tenía sentimientos por ambas, pero no se sentía preparado para perder a ninguna de las dos. No todavía.

"Nuestras vidas también se componen de los errores que cometemos." Le dijo el moreno contemplando sus ojos.

Shiho suspiró lentamente intentando ignorar sus palabras. Si seguía hablándole de esa manera no podría mantener sus manos lejos de él mucho más tiempo. Sus ojos eran preciosos y su mirada era extremadamente cálida.

"No dejes que me lo piense mucho más." Le pidió sin pensar mientras se mordía el labio para no estar tentada a besarle.

Kudo le sonrió, se inclinó y la besó para alejarla de todos sus pensamientos. Sus besos eran completamente diferentes a los de Ran. Su novia era extremadamente dulce y tierna a la hora de besarle, mientras que la pelirroja, aparte de tener experiencia, besaba con pasión y vehemencia.

La científica se separó por falta de aire, con las mejillas sonrojadas y los labios rosados. "Voy a preparar la mesa." Dijo excusándose hacia la cocina para no prolongar la escena.

Cenaron tranquilos, disfrutando de una conversación tranquila y del sabroso estofado que había preparado el profesor. Ellos dos cruzaron un par de miradas acompañadas de sonrojos, que pasaron por desapercibido frente al profesor mientras hablaba por los codos.

Extrañamente, se notaba feliz. Era consciente de que eso era algo que no podía durar mucho tiempo, pero después de anhelarlo todo ese tiempo, una parte de ella deseaba que él la mirase y tratase con ese cariño y dulzura. Sus sentimientos no era algo que pudiese encender o apagar.

Pero todo eso solo era jugar con fuego y sabía que tarde o temprano, acabaría quemándose.