Trece días antes…

Pasarse los días encerrada en casa del profesor sin hacer absolutamente nada, empezaba a sacarle de quicio y a afectarle al humor. No se sentía realizada y ahora que volvía a tener la edad de trabajar, quería ayudar al profesor y compensarle todo lo que había hecho por ella años atrás.

Dejó de quejarse mentalmente y empezó a buscar ofertas de empleo por el ordenador. Tenía unos conocimientos muy altos y no se iba a incorporar en el primer empleo que encontrase. Pero aún rebuscando, nada acababa de convencerle y tampoco había una demanda extensa al currículum que ella tenía.

Rebuscó entre diferentes páginas, acompañada de una taza de café y tarareando la lista de música que había puesto.

"¿Estás ocupada?" Preguntó Kudo bajando el volumen del reproductor.

Ella dejó de tararear y le contestó sin apartar la mirada de la pantalla. "Tu casa es la que está al lado, creo que te has equivocado." Dijo la científica con un tono neutro.

"No me he equivocado, quería venir aquí." Le dijo sentándose a su lado.

Su habitación apenas tenía luz natural y la luz que iluminaba el cuarto era tenue y un poco anaranjada. "¿Estás buscando trabajo?" Le preguntó curioso y extrañado al percatarse en la búsqueda de su ordenador.

"¿Qué más te da a ti?" Le contestó girando la cabeza para mirarle.

"¿Por qué no aceptas la propuesta de nuestra policía?" Le preguntó sin entenderlo. "Es un buen contrato."

"¿Y tenerte cerca todos los días? No, gracias." Contestó volviendo su atención al ordenador. "Si has venido por el profesor ya puedes irte, porque se acaba de marchar a casa de un cliente."

"He venido por ti." Le dijo más serio. "Quería disculparme por lo que pasó el otro día." Dijo un poco avergonzado.

"¿Disculparte? Puedes ahorrártelo." Dijo ella poniendo poco de su parte.

"Shiho, no seas tan dura. Lo siento.' Dijo con sinceridad. "Ese chico quería coquetear contigo y me abalancé a actuar sin pensar." Dijo agachando un poco la cabeza. "Te hizo sonrojar…" Dijo entre dientes. No podía decir que no le molestaba. "Me puse celoso, ¿vale?" Contestó al fin.

"Soy una mujer libre, creo que no tengo que recordártelo." Dijo intentando concentrarse. "Estoy ocupada Kudo, si has acabado puedes marcharte."

Él cerró la pantalla de su portátil y le giró la cara para que le mirase. "Ven a trabajar conmigo, tú y yo somos un gran equipo." Le intentó convencer.

"Shiho y Kudo, no. Ai y Conan, puede." Dijo ella un poco triste.

"¿Qué más da eso? Sólo pruébalo, si no te sientes cómoda puedes buscarte otra cosa después. Prometo ayudarte si no te convence." Dijo sin intención de rendirse fácilmente.

Ella le miró poco convencida y mantuvieron el silencio varios segundos antes de recibir una contestación.

"¿Qué quieres de mi?" Resopló y suspiró agachando los hombros, sintiéndose derrotada y haciendo una lista mental de todas las cosas por las que debería mantenerse alejada de él.

"A ti." Le contestó él, haciendo lo que mejor sabía hacer para evadir todas esas preguntas, besarla. Provocando que esa lista mental, ardiera en su cabeza y se esfumase en forma de ceniza al sentir sus labios.

Kudo apartó el ordenador a un lado y abrazó su cuerpo para levantarla de la silla y llevarla hacia la cama sin dejar de besarle.

La quería cerca, siempre. Era algo inexplicable. No se saciaba de ella. Le quitó la ropa tan rápido, que no tuvo miramientos en romperle dos o tres botones de su camisa. Cuanto más se decían que no podían estar juntos, más ganas tenía de estar con ella. Era algo estúpido e inmaduro, lo sabía. Pero no había encontrado la fuerza de voluntad para dejarlo, era como un yonqui buscando con desesperación ese alucinógeno por cada rincón de su piel.

Y joder, tenerla era cómo un chute de éxtasis. No quería saber como iba a ser pasar la abstinencia de su contacto.

Diez días antes…

Kudo bajó del coche patrulla, estirando los brazos y músculos para liberarse la tensión acumulada de toda la jornada.

"Por fin llegamos." Dijo suspirando. "Odio este tipo de criminales." Se quejó Kudo con el ceño fruncido.

"Para eso estamos aquí nosotros, para frenarles los pies e intentar hacer de esta, una ciudad mejor." Le contestó Takagi cerrando el coche con llave.

Entraron uno al lado del otro a la central y pasaron la recepción después de saludar al agente que empezaba el turno de noche. Entraron en el ascensor, subieron a la cuarta planta y al salir al pasillo se encontraron a Sato, hablando alegremente con Yumi, ya vestidas con la ropa de diario.

"¡Hola Chicos!" Saludó Yumi alegremente. "Si que llegáis tarde, nosotras estábamos apunto de irnos." Dijo mirando el reloj.

"¿Vais a algún lado?" Preguntó Takagi al ver que iban un poco más arregladas de lo normal.

"Vamos a cenar a un restaurante que acaban de abrir, ¿Te quieres venir con nosotras?" Le preguntó con una sonrisa.

"Pues si, la verdad es que me gustaría. Hace días que no ceno fuera de casa." Dijo sonriente. "Kudo, ¿Te vienes?" Dijo mirando a su compañero.

"Ir sin mi, estoy cansado, prefiero ir para casa." Contestó él.

"Cómo tú veas." Contestaron. "¡Hasta mañana!"

"¡Hasta mañana!" Contestó Shinichi continuando con su camino.

Sentía todo su cuerpo cansado tras una jornada tan larga y estaba ansioso por llegar a casa y dejarse caer en el sofá de una vez. Sólo le quedaba recoger sus cosas y dejar atrás ese edificio. Cruzó los pasillos hacia su despacho, pero sus pies se pararon en una puerta que estaba un poco antes de la suya y se adentró silenciosamente al ver que se encontraba entreabierta.

Una sonrisa se instaló en su cara sin que él pudiese remediarlo. Verla ahí, trabajando de su lado, le hacía realmente feliz.

Ella no parecía haberse dado cuenta de su presencia, parecía profundamente concentrada a lo que fuese que estuviese observando por el microscopio. Estaba recostada hacia delante y los mechones cortos de su flequillo cubrían parte de su cara. Lo único que conseguía pasar por su cabeza en ese momento, eran las maneras que tenía de deshacerse de esa bata, que tapaba su figura y que sólo le podía sentar tan bien a ella, para poder hacer con ella todo lo que pasaba por su mente. Pero tenía que tranquilizarse. No sentía sólo lujuria por ella, sabía que no y no era tan inútil cómo para no verlo o darse cuenta de ello a esas alturas y circunstancias. Se estaba enamorando de ella. Estaba seguro de ello. Y le daba miedo, por que ya era tarde para poder corresponderle. Ran había esperado mucho tiempo y no podía decir tampoco que no la quisiera. Simplemente ya era tarde para ellos dos.

Se acercó a su espalda y la abrazó apoyando la barbilla en el hombro. Ella se sobresaltó, pero se calmó en cuanto reconoció de quien se trataba.

"¿Aún trabajando?" Le preguntó el detective.

"Pensaba que ya estarías en casa." Contestó ella apartándose del microscopio para girarse y poder mirarle.

"Me alegra que al final hayas decidido aceptar este trabajo, ¿Lo sabes, verdad?" Le preguntó apoyando su frente en ella. Era difícil controlarse.

"Es la tercera vez que me lo dices hoy, Kudo." Contestó ella medio riendo, entrelazando sus dedos tras su cuello. "A lo mejor no era tan mala decisión cómo pensaba. La gente es agradable y el trabajo es bastante más interesante de lo que esperaba, al menos por el momento."

"Si bueno, no llevas aquí ni una semana y parece que ya has revolucionado a medio personal." Le dijo medio riendo, recordando cómo todos sus compañeros intentaban acercarse a ella a la más mínima excusa.

"¡Yo no he hecho nada!" Le contestó riendo ante su comentario. "Son tus agentes que no paran de irrumpir en el laboratorio. Deberías controlar tu platilla." Dijo divertidamente.

Él cerró los ojos y respiró profundamente su aroma. ¿Por qué debía hacerlo todo tan complicado?¿Por qué le había abierto la puerta de esta manera a esos sentimientos que sólo habían conseguido hacer su conexión más intensa? Ahora se sentía adicto a todo lo que le rodeaba, estaba metido en un bucle el cual sabía que no debería haber entrado nunca.

"¿Qué tal si recoges lo que estabas haciendo y nos vamos ya para casa?" Le preguntó suavemente volviendo a abrir los ojos para poder contemplarla. "Puedo acercarte dónde el profesor antes de ir a recoger a Ran."

"Está bien, no te preocupes. Puedo coger el metro o pedir un taxi." Dijo deshaciendo el agarre para evitarle y recogiendo todos los utensilios que tenía por la mesa. "Mañana nos vemos, ¿vale?"

"Vamos, deja que te acerque. Es tarde." Dijo suavemente, acercándose de nuevo a su espalda mientras ella seguía recogiendo.

"Prefiero irme por mi cuenta, de verdad, no hace falta." Dijo sin dejarse convencer, con un tono más serio.

"Está bien." Contestó él entre dientes. "Entonces…¿Cenamos juntos el viernes?" Le preguntó.

"Lo pensaré." Contestó la pelirroja deshaciéndose de la bata y colgándola en el perchero antes de dejar el laboratorio.

"¿Eso es una evasiva?" Le preguntó el detective alzando una ceja, levantando la mano para acariciarle la mejilla y bajar su rostro para besarle.

Pero ella volteó la cara ligeramente, evitando que sus labios pudiesen juntarse.

"Es sólo un "lo pensaré"." Contestó volviendo a girarse a la puerta para cerrarla con llave y no tener que enfrentar la mirada confusa que sabía que tenía en el rostro. "No nos deberíamos estar viendo tantos días seguidos, deberíamos centrarnos más en el trabajo para no hacer la situación más complicada de lo que ya está, Kudo." Dijo con coherencia. "La bola se está haciendo demasiado grande y no me siento precisamente cómoda con todo esto. Es agotador sentir que juegas a escondidas mientras una mujer completamente maravillosa te espera todos los días pacientemente para ofrecértelo todo.

"No te entiendo, ¿Estás insinuando que quieres que pare?" Le preguntó confuso sintiéndose como una mierda con sus palabras.

"Es que nunca quise empezar esto, Kudo. De esta manera no." Dijo ella agachando la cabeza. "Y no puedo seguir así. Al final de todo, soy yo la que se despierta todos los días sola y toda esta mierda me come la conciencia por dentro. No me hace precisamente feliz." Dijo mirando al suelo, sin querer enfrentarle.

Kudo sabía que tenía razón, pero se sentía molesto por todo eso. Él no se sentía preparado para dejarla atrás, así sin más.

"Pero podem-"

"Se acabó Kudo. Los dos sabíamos que esto no duraría mucho tiempo. Solo ha sido un enganche físico, lo sabes." Dijo firmemente. "A partir de ahora, seremos sólo lo que se supone que debemos ser. Compañeros de trabajo."

Shinichi se quedó con el ceño fruncido, sin querer aceptar las palabras que escupía la pelirroja, pero ella no le dio mucha opción a poder continuar con la conversación y desapareció a paso ligero entre los pasillos de la central de policía, buscando la salida más rápida de el problema que habían creado.

Pero no era tan fácil cómo buscar una puerta y conducirte a la salida. Eso era más complicado y ni ellos sabían hasta cuanto. Se iban a hacer tanto daño, tanto cómo se habían llegado a querer.

Shiho le dejó ahí parado sin saber cómo reaccionar, con la banda sonora de sus finos tacones resonando contra el suelo al compás de su corazón acelerado y nervioso, que empezaba a perder el ritmo a la vez que ella desaparecía.