Cinco años después…
En esos años que habían pasado en su vida cómo casado, no habían cambiado muchos aspectos a cómo vivía antes de sellar su matrimonio con la morena. Seguía siendo el mismo obseso por los crímenes o incluso más y había veces en las que, Ran, debía frenarle un poco y hacerle ver que ahora no estaba caminando sólo.
Pero no podía evitarlo.
Se había vuelto más cerrado e introvertido en el trabajo, tirando siempre por su cuenta en las misiones y tratando de sacar siempre algo de tiempo al final del día para seguir buscando el rastro de la pelirroja. Pero cada día volvía a casa sabiendo lo mismo. Absolutamente nada.
Canalizaba toda esa desesperación y nerviosismo en su trabajo. Sabía que algún día acabaría dando con ella. Siempre la encontraba.
Quería pensar eso, ya que era lo único que le calmaba. Así que seguía su día a día en la oficina, resolviendo caso tras caso sin apenas darse tiempo a respirar, para no volver a cerrarse en los mismos recuerdos una y otra vez. Por más tiempo que pasase, la falta de su ausencia no disminuía.
Y a pesar de saber que era un hombre casado que lo tenía todo, se levantaba todos los días con la sensación de que le faltaba algo verdaderamente importante. Era cómo si la felicidad nunca fuese llena, siempre quedaba un pequeño vacío en todo, cómo tener una cortina que no le dejaba ver el otro lado de la ventana con claridad. Y sabía perfectamente cual era el único remedio de todo ese dolor.
Pero no sabía dónde podía encontrarla.
Bip bip bip
Su teléfono empezó a sonar dentro de su bolsillo, sacándole del trance que se había creado. Palpó su interior antes de sacarlo y contestó a la llamada antes de que colgasen.
"¿Si?"
"¿Kudo? Soy el inspector Megure, se que estás de semana de descanso pero, ¿Podrías venirte un par de días con nosotros a Osaka para investigar un caso?" Le preguntaron por la otra línea.
"¿A Osaka?" Preguntó Kudo muy curioso. "¿Qué hace nuestra policía en esa ciudad?"
"Ha habido una serie de asesinatos estas semanas y han contactado con nosotros ya que hace unos ocho años tuvimos unos casos sin resolver muy parecidos en Tokio." Le explicó Megure. "Me gustaría poder contar con tus habilidades para estos temas, nos serían de gran ayuda y a parte de eso, estoy seguro de que tu amigo detective también se alegrará de verte." Le dijo intentando convencerle.
Shinichi se lo pensó unos minutos antes de responder. Ran estaba comprando con su madre, ya que se había encaprichado en renovarse el armario y si no recordaba mal, su mujer se ausentaría por trabajo los siguientes tres días. Cada vez era más importante y su cargo en la empresa no hacía más que subir. Estaba orgulloso.
"Tengo tres días cómo mucho." Le contestó.
"Espero que podamos acabar con esto antes." Le dijo el inspector aliviado por su respuesta. "Mandaré a un coche a recogerte." Dijo antes de colgar.
Se levantó del sofá tras avisar a su mujer con un mensaje y guardar el móvil y se dispuso a preparar las cosas para esa escapada, si así podía llamarlo. El trabajo era de las pocas cosas que lograban borrarle toda la mente por un corto tiempo.
Osaka no estaba relativamente lejos, pero si lo suficiente cómo para dejarle con el cuerpo cansado.
En Japón, cada ciudad tenía su propia esencia y toque especial. A cada rincón que ibas te encontrabas una sorpresa y eso era algo que realmente le gustaba al detective. También le gustaba disfrutar y pasar tiempo con sus más cercanos. Y eso era lo que le recordaba esa ciudad.
Su mejor amigo y compañero en varios casos, se había dedicado a enseñarle cada rincón de esa ciudad en cada una de las veces que había venido a visitarle con su mujer. Seguían siendo amigos incondicionales y rivales en el trabajo al mismo tiempo.
Lástima que esa vez, el motivo de su viaje no era por interés propio o visitar.
Habían llegado justo cuando el sol empezaba a ponerse y a pesar de haber hablado con la policía local para que les pasasen toda la información y dejar la reunión para primera hora de la mañana, el detective prefirió presentarse en la central para que su amigo le explicase la situación con sus propias palabras e ideas.
No sabía a ciencia cierta si iba a encontrárselo, pero conociéndolo cómo lo hacía, sabía que se quedaría ahí todo lo que pudiese hasta que su mujer le reclamase.
Se identificó en recepción y pasó hacia adelante para buscar a su amigo.
La central era parecida a la que tenían en Tokio, la distribución de las salas era un poco distinta, pero tampoco era la primera vez que iba, así que no le fue difícil hacerse camino por esos pasillos.
Después de subir un par de plantas y cruzar un largo pasillo, pudo empezar a percibir la voz de su amigo.
"En mi punto de vista, deberíamos a empezar a buscar por esta zona. Si el temporal cambia, podemos perder pistas imprescindibles." Le escuchó decir con una expresión seria y pensativa.
Kudo sonrió al verle y entró sigilosamente a la sala.
"Si lo dice el mejor detective del Oeste, habrá que hacerle caso, ¿no?" Preguntó Kudo a su espalda para llamar su atención.
El moreno se giró sorprendido al escuchar su voz y esbozó una amplia sonrisa al verle. "¡Kudo!" Le saludó abrazándole.
Hacía casi un año que no se veían. El trabajo había sido demasiado intenso y con la familia, ninguno de los dos había podido sacar tiempo para ir a visitar al otro.
"¿Cómo estáis?¿Y Kazuha y el pequeño?" Le preguntó Shinichi al separarse.
"Muy bien la verdad, es un poco difícil, pero estoy aprendiendo a combinar este trabajo con la paternidad." Le dijo sonriente. "¿Y vosotros?"
"Nosotros bien, cómo siempre. A Ran acaban de ascenderla." Le explicó un poco seco. "Desgraciadamente he tenido que venir por trabajo."
"Me alegra que hayas venido a echar una mano, los casos tienen muy pocas pistas concluyentes." Le empezó a explicar frunciendo el ceño e invitándole a que se acercase a la mesa. "Tenemos el cuerpo de tres mujeres. Las tres tienen aproximadamente la misma edad, treinta y pocos. Rubias, lo cual se ve claramente que no son japonesas y que provienen de un país extranjero, pero aún no sabemos si el asesino escoge a sus victimas basándose en su origen o su aspecto." Explicó mientras le enseñaba las fotografías e informes que habían recopilado.
Shinichi estudió bien cada detalle antes de abrir la boca. "¿Alguna relación entre las víctimas?" Preguntó apoyando el dedo índice en su barbilla mientras pensaba sin dejar de mirar las imágenes.
"Por el momento no hemos encontrado nada. La policía es-" Le intentó explicar antes de ser cortado por una voz muy aguda.
"¡Tio Heiji!"
Hattori se calló al reconocerla y se giró incómodo y tenso.
"¡Zoe!¿Que haces aquí?" Preguntó sorprendido al ver cómo la pequeña se le enganchaba en las piernas para abrazarle.
"Estoy aburrida, ¿jugamos un rato?" Le preguntó sin responderle.
Kudo, que había estado todo el rato observando los archivos que acababa de recibir, levantó la cabeza para observar a su amigo y sus ojos se abrieron completamente al ver a la niña que abrazaba sus piernas. Su color de pelo era tan peculiar.
Heiji se agachó para cogerla en brazos. "Ahora no puedo jugar Zoe y sabes que no deberías merodear por aquí." Le dijo con el rostro más preocupado. "¿No estaba Haneda contigo?"
"Estoy aquí." Dijo un hombre de pelo castaño a la vez que entraba por la puerta.
El moreno sentó a la niña en una silla. "Espera un momento." Y salió de la sala arrastrando al otro hombre. "Chicos, darme un segundo." Le dijo a sus compañeros para que dejasen la sala.
Todos salieron de la sala, excepto Kudo, que aún estaba totalmente sorprendido por la situación. observó bien los rasgos de la niña a la vez que la imagen de Shiho le volvía a la cabeza. Todo le recordaba a ella, se estaba volviendo loco.
La niña, que ahora miraba con curiosidad al detective que tenía delante, empezó a balancear los pies que le colgaban de la silla a la vez que esbozaba una sonrisa.
"¿Tú eres ese chico que sale tanto en la tele?" Le preguntó entrecerrando los ojos inocentemente al reconocerlo.
"¿Eh?" Kudo se quedó sorprendido ante su pregunta. "Supongo." Contestó sin dejar de mirarla.
"¡Vaya, eres famoso!" Exclamó entusiasmada. "¡Yo también quiero ser una policía famosa!" Dijo alzando los brazos.
"Si te esfuerzas, seguro que lo consigues." Le dijo con cariño.
La alegría y cariño que derrochaba la pequeña pelirroja, se le estaba empezando a enganchar al detective. Le transmitía mucha cercanía y a pesar de no ser bueno con los niños, estaba disfrutando de esa pequeña conversación.
"Entonces, ¿Eres tan bueno cómo dicen o todo es un truco?" Le preguntó la niña aún dudando.
"Nada de trucos, todo está aquí, en mi cabeza." Le dijo con seguridad.
"No sé si creerte, a mi mamá no le caes bien." Le dijo con una sinceridad cruda mientras balanceaba los pies. "Dice que el de la tele no eres tú, que todo lo que muestras frente a una pantalla es mentira." Le dijo con simpleza.
Shinichi se quedó callado unos segundos ante su contestación. No podía esperarse encontrar fans a todos los rincones que pisaba, también había gente que le odiaba y le miraba con malos ojos.
Soltó una bocanada de aire mientras pensaba y emitió una pequeña risa. "No lo sé, puede que tu madre tenga razón. Estoy seguro de que me caería bien." Le dijo volviendo a sonreírle.
La puerta volvió a abrirse y Heiji cruzó la sala hacia ellos.
"¡Zoe!" Dijo el otro moreno desde la puerta. "Nos vamos."
"¿Ya?" Preguntó la niña en desacuerdo.
"Sí, es tarde. Tenemos que volver." Le dijo manteniendo la puerta abierta. "¿No querrás que tu madre se enfade, verdad?"
La niña negó y bajó de la silla de un salto para salir dando saltos por los pasillos.
"¡Adioooooooooos!" Dijo sin dejar de moverse.
Kudo y Heiji volvieron a quedarse solos al minuto. Ambos estaban un poco distintos. Kudo, un poco curioso y dudoso, y Heiji, tenso y nervioso.
"¿Continuamos?" Preguntó Hattori.
"¿Quién era esa niña?" Le preguntó Kudo evitando la investigación.
"Es la hija de una compañera de trabajo." Le explicó sin mirarle. "¿Quieres que comprobemos las cámaras de seguridad de esta zona?" Le preguntó señalándole al mapa, volviendo a cambiarle de tema para no hablar más sobre ella.
Kudo le observó bien. Se veía muy nervioso y no entendía porque evitaba con tanta sequedad sus preguntas, pero no iba a insistir o presionarle. Era detective, sabía descubrir las cosas por su propio pie.
"Claro, cómo quieras." Contestó sin más.
