La siguiente mañana…

Despertar en una habitación de hotel, no era lo más cómodo para él, daba igual lo lujoso que fuese, siempre era más cómodo despertar rodeado de los brazos de su mujer, al menos era más cálido y reconfortante. Después de casi cinco años, estaban acostumbrados a despertar el uno al lado del otro.

Se dio una ducha rápida y se vistió con uno de los trajes que había traído antes de bajar a buscar el primer café del día. Nunca había sido una persona muy madrugadora así que necesitaba todas las mañanas, si o si, esa ración de cafeína al despertarse. Era lo único que lograba despejarle con eficacia.

El hotel en el que se hospedaba, estaba muy cerca de la central de policía, así que se presentó en cinco minutos con el café en la mano, los sentidos ya despejados y la copia de documentos en la otra. El amanecer tan rosado y pálido que podía contemplar, le empezaba a dar la bienvenida de un día despejado y soleado. El tiempo era estupendo.

Dentro de todo ese caos de casos que se les había presentado, le alegraba tener la colaboración de alguien tan cercano cómo Heiji, con la inteligencia de ambos, acortarían mucho tiempo trabajando mano a mano.

"Buenos días a todos." Dijo saludando a sus nuevos compañeros con amabilidad y dejando el café encima de la mesa.

"Parece que ya estamos todos." Intervino su amigo a la vez que se ponía a su lado y cruzaba los brazos para empezar con la reunión. "Tenemos bastante faena que hacer hoy. Tenemos tres interrogatorios que hacer y necesitamos encontrar a los dos sospechosos que siguen desaparecidos para saber si tienen algo que ver con estos sucesos." Informó en voz alta. "Kudo y yo nos dirigiremos a la última escena del crimen y al volver, nos uniremos a los interrogatorios. Los demás ya sabéis que tenéis que hacer." Dijo con un tono firme. "¡A trabajar, chicos!"

Compartieron coche para ese corto trayecto y se dirigieron a un apartamento a diez minutos de ahí, dónde sólo dos días antes, otro cuerpo de otra mujer había aparecido. El piso no era muy lujoso ni extravagante pero era amplio y estaba decorado meticulosamente.

Se hicieron paso tras cruzar la barrera policial y entraron con cuidado de no contaminar la escena.

"El cadáver estaba justo ahí, entre la silla y la ventana." Le empezó a explicar su amigo a la vez que recreaba la escena.

Heiji no mentía cuando decía que esos casos estaban llenos de cabos sueltos, cuanto más le explicaba cada detalle, más variantes aparecían en su mente. Tenía un laberinto de opciones y a penas ninguna pista para empezar a organizar cada cosa en su lugar.

"Quien sea que esté detrás de todo esto, es alguien que sabe lo que está haciendo." Dijo Kudo pensativo mientras se acercaba a la sala continua de esa habitación para seguir investigando.

"Ese cabrón va por delante de la policía. Se está riendo de nosotros en nuestra cara." Contestó el moreno molesto a la vez que chasqueaba los dientes.

Una voz femenina les interrumpió a la vez que irrumpía en la sala sin dejar de mirar los papeles que traía. "Llevo una hora intentando contactar contigo, ¿Se puede saber por qué tienes el teléfono apagado?" Preguntó un poco molesta. "¿Cómo pretendes que contacte contigo así?"

Heiji se tensó al reconocerla y se giró para comprobar que verdaderamente se trataba de ella.

"¿Qué haces aquí?" Preguntó muy nervioso acercándose a ella.

"¿Tu que crees? He encontrado algo importante. No podía estar esperando a que se te diese por aparecer en la central." Le dijo entregándole los papeles que traía. "Te lo hubiese dicho por teléfono, pero no daba señal y en la central me han dicho que estarías aquí." Dijo observándole y percatándose de su repentino nerviosismo. "¿Pasa algo?" Le preguntó alzando una ceja.

Heiji observó su alrededor para comprobar que su amigo no había vuelto de estudiar la sala de al lado y suspiró aliviado antes de volver a clavar su mirada en ella.

"Tienes que irte." Le dijo aún nervioso mientras la acercaba a la entrada con rapidez.

"¡Oye!¿Se puede saber que te pasa?" Preguntó ella sin entender el comportamiento de su compañero. "¿Me estás echando?" Dijo cruzando los brazos. "He venido hasta aquí porque es importante."

"Shhhhhhht." Dijo Heiji poniéndose una mano en la boca para pedirle que bajase el tono de voz.

Shinichi apareció en la sala al percibir una nueva voz en la habitación dónde se encontraba su compañero y sus pies se pararon en seco en cuanto sus ojos reconocieron su silueta.

"¿Shiho?" Preguntó con un tono bajo, casi dudoso y sin acabar de creérselo.

Ella dejó de quejarse al escuchar su nombre por su boca. Paró el paso y se quedó con el cuerpo helado, aún dándole la espalda y sin encontrar el valor suficiente para darse la vuelta y enfrentarle la mirada. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que había escuchado su voz que podía notar cómo sonaba más madura por el paso de esos años. Sus piernas temblaban ligeramente sin poderlo evitar y sentía que el nudo que se le acababa de hacer en la garganta, cada vez era más grande.

"Shiho…Eres tú." Dijo el detective acercándose poco a poco hacia ellos.

Ella se soltó del agarre de Heiji y se giró lentamente al escuchar que se acercaba para clavar sus ojos en los suyos.

"Kudo." Dijo lo más seria que pudo.

Después de huir para no querer volver a encontrárselo, ahí estaba delante de ella, derribando ese muro que había construido ladrillo a ladrillo durante todos esos años para aislarse del dolor que le provocaba, para volver a tener ese fuerte impacto sobre ella que solía tener. El corazón le iba a mil y su mente se había quedado completamente en blanco. Se había convertido en un hombre muy atractivo.

Él estaba igual de sorprendido que ella. Llevaba tanto tiempo buscándola fuera del país, que encontrársela en esas circunstancias, tan cerca a él, le hizo explotar en un millón de dudas.

"¿Qué haces aquí?" Le preguntó sin parpadear siquiera. "Te he estado buscado por todas partes."

Shiho cruzó los brazos. "No tenías por que hacerlo." Contestó con el mismo tono serio. "No me fui para que lo hicieras."

"¿Qué haces aquí?¿Cómo has llegado a esta ciudad?" Le volvió a preguntar, esta vez siendo más especifico.

Ella resopló. "¿No es obvio?" Preguntó enseñándole los papeles que traía. "Trabajo." Respondió secamente.

"¿Trabajo?" Preguntó sin entenderlo bien. "Ya tenías un trabajo. Tú y yo éramos un equipo, En Tokio." Dijo un poco triste.

"Éramos todo menos un equipo." Le contestó irónicamente. "Ya estaba cansada de cargar toda esa mierda." Dijo suspirando.

Kudo agachó la cabeza suspirando y apretando los puños antes de volver a levantarla para observar a su amigo. "¿Tú sabías esto todo el tiempo?" Le preguntó empezando a molestarse al chocar con esa realidad.

"Kudo, yo no podía decirte nada." Contestó Heiji moviendo las manos nerviosamente. "No era algo que estuviese en mis manos."

"¿Me habéis mentido todos todo este tiempo?" Les preguntó más molesto a la vez que clavaba su mirada en la pelirroja. "No he dejado de buscarte ni un solo día y resulta que al final estabas aquí, con mi supuesto mejor amigo."

Ella dio un paso hacia atrás para tener más distancia entre ellos. Él no sabía que lo que había pasado ella esos últimos cinco años.

"¿Acaso crees que eres el único que lo ha pasado mal este tiempo?" Contratacó ella, cansada de sus estúpidos ataques. "No tienes ni puta idea de cómo han sido las cosas aquí. Tú no te quedaste solo." Le dijo con una voz dura, provocando que se callase.

El detective se quedó callado unos segundos a la vez que calmaba su respiración. Era consciente de su comportamiento con ella los últimos días que la había visto, así que no quería poner las cosas peor ahora que por fin la había encontrado. Le había hecho mucho daño.

"Lo siento mucho." Dijo bajando la mirada. "No debí haber tenido ese comportamiento contigo. Fui un completo inmaduro."

"Eso ya es indiferente." Dijo ella suspirando. "Tú estás felizmente casado, pero mi vida también ha cambiado." Dijo sin mirarle directamente a los ojos.

Shinichi pudo ver cómo se ponía nerviosa.

Kudo tuvo un pequeño flash del día anterior al escuchar sus palabras y sus ojos se abrieron con dudas y cierto miedo al recordar ciertos detalles.

"La niña que vi ayer en la central…"Dijo pensativo y casi susurrando. Recordaba que tenía su color de pelo.

"Es mi hija, Kudo." Le respondió Shiho mirando al suelo.

Shinichi abrió mucho los ojos, escuchar esas palabras le había sorprendido muchísimo. No se hubiese imaginado que Shiho rehiciese su vida de esa manera, pero aún y así, no veía ningún anillo o marca de él en sus dedos. El misterio siempre la acompañaba.

"¿Estás casada?" Preguntó para salir de dudas, un poco más directo de lo que esperaba.

Ella negó con la cabeza.

"Shiho, ¿Por qué tardas tanto?" Preguntó Haneda entrando a la sala. "El coche está mal estacionado."

Kudo se puso nervioso al volver a ver a ese hombre. Era el mismo que había estado con su hija el día anterior y ahora se presentaba para venir a buscarla a ella. ¿Ese tipo era el misterioso?

"¿Es su padre?" Preguntó Kudo señalándole a la vez que se mordía los celos por dentro.

Ella río tristemente a la vez que agachaba la cabeza. "No, sólo somos Zoe y yo. Su padre no ha estado nunca presente en su vida." Dijo con un poco de tristeza. "Haneda es un compañero de trabajo y un buen amigo."

"Oh." Contestó igual de sorprendido. No pudo evitar sentir cierto alivio al escuchar esa respuesta.

Después de todo, seguía sintiendo ciertos celos por ese hombre que le había conquistado después de que él lo hiciese. Aunque la cosa no pareció ir tampoco bien con esa relación, llegaron a tener una hija en común y eso, para él, era un hecho muy importante.

"¿Te falta mucho?" Preguntó Haneda ante la escena que veía.

"Sólo tengo que explicarle unas cosas a Hattori." Contestó ella mientras se giraba para hablarle, poniendo fin a esa conversación tan incómoda que estaba teniendo con Shinichi.

Heiji, que estaba mirando los papeles que le había entregado la pelirroja, los recogió y se los volvió a entregar a ella. "¿Por qué no volvemos todos a la central y nos lo explicas ahí con más calma? Nosotros ya hemos revisado lo que veníamos a mirar y me interesa bastante los archivos que me has traído." Le propuso el moreno con una voz ahora tranquila.

Ella miró primero a Shinichi, que no había dejado de mirarla, antes de girar su mirada a él. "Claro, ahí os lo podré explicar todo mucho mejor."

Los cuatro salieron de ahí en un par de coches hacía la misma dirección. Kudo y su compañero en uno y Shiho y Haneda en el otro. La pelirroja pasó el trayecto observando por la ventana mientras analizaba los acontecimientos inesperados que acababan de pasar.

Teniendo a Kudo tan cerca, las cosas sólo podían empezar a complicarse.