Ese viaje de negocios, le estaba trayendo más sorpresas de las que se esperaba.

Encontrarse a Shiho trabajando para Heiji, había sido algo que le estaba costando de digerir. A pesar de saber que lo hacía por ellos y para no entrometerse, se sentía en cierto modo traicionado por su mejor amigo. Después de ver que sólo solían cruzarse dos o tres palabras ásperas esos dos años atrás, no se hubiese esperado este cambio tan grande en su relación amistosa.

Heiji resopló después de varios minutos de silencio. "¿Vas a estar enfadado conmigo mucho más tiempo?" Preguntó con los ojos concentrados en la carretera.

"Deberías habérmelo dicho." Le respondió Kudo, serio y sin apartar la mirada de la ventana.

"Ya te lo dije en su momento, ¿recuerdas? Te dije que no contaras conmigo si la cagabas y después de que las decisiones y actos que decidiste hacer, en ese momento, ella necesitaba que alguien le echara una mano." Le intentó explicar tranquilamente.

"Eso no te daba ningún derecho a traerla aquí de esta manera, yo podía ayudarla perfectamente." Dijo Kudo quejándose.

"No, Kudo. Tú ya habías echo suficiente." Le dijo apartando la mirada para mirarle.

"¿Por qué me respondéis con ese tipo de contrastaciones? Sólo intento disculparme y hacer las cosas bien." Dijo indignado. "¿No es normal que me mosquee por que me hayáis mentido?"

Heiji apretó el volante con fuerza. "Déjalo. No lo entiendes, Kudo." Dijo un poco serio esta vez.

"Explícamelo entonces." Le respondió Kudo con el ceño fruncido y la voz más firme.

"No puedo, no es asunto mío." Le contesto mordiéndose la lengua para no hablar de más.

El silencio se volvió a acomodar entre ellos el trayecto que quedaba. No querían discutir y sabían que si seguían hablando de esos temas, a lo mejor se dirían cosas que no deberían. Debían respetarse y hablar de ello con la mente más fría.


Podría decir, que la reunión improvisada para mostrar los avances encontrados que les había ofrecido Shiho, había sido muy interesante. Pero no había escuchado ni una sola palabra de las que habían salido por su boca. Estaba demasiado concentrado en estudiar todos los cambios que su cuerpo adulto había tenido estos años.

Sus curvas se veían más marcadas y sus piernas más finas y esbeltas, al igual que su rostro, que a pesar de no mostrar ninguna imperfección, seguía mostrando la misma dureza y seriedad que conocía. Sin embargo, cualquier rasgo de la adolescencia había desaparecido y los años sólo hacían que mejorar su aspecto.

"¿Kudo?"

Su voz le sacó de su letargo. Se reincorporó de la silla a la vez que notaba cómo sus compañeros se volteaban para mirarle. Parecía que la reunión ya había acabado y la pelirroja se encontraba ahora delante de él, mientras los demás agentes estaban su alrededor en pequeños grupos y empezaban a salir de la sala.

"¿Vas a responderme?" Preguntó ella cruzando los brazos y alzando una ceja.

"¿Qué?" Preguntó desconcertado, clavando su mirada en sus ojos. "Perdona…¿Puedes repetírmelo?"

Shiho suspiró lentamente antes de volver a preguntar al percatarse de lo distraído que parecía. "¿Cuánto tiempo vas a quedarte aquí, en Osaka?" Le preguntó un poco seria con los brazos cruzados.

Él se sorprendió un poco ante su pregunta. "No mucho. Un par o tres de días." Le dijo tranquilamente poniendo las manos dentro de sus bolsillos. "Ran volverá entonces de un viaje de negocios y debería estar en casa para entonces." Le explicó.

La científica asintió con la cabeza y pasó por su lado para salir de la sala sin volver a decirle nada más. Si sólo se trataba de resolver ese caso, podía con ello, sólo debía evitarlo tres días y luego él volvería de nuevo a Tokio con su mujer, para no volver a verse nunca más. Cómo debía ser.

"¡Shiho espera!" Escuchó cómo le llamaba por su espalda, pero no frenó el paso al saber de quien se trataba. Siguió andando hasta que él aceleró el suyo y logró alcanzarla. "Un momento." Le pidió frenándola por el brazo.

"¿Qué quieres Kudo? Es la hora del descanso, deberías ir a comer con tus compañeros." Le dijo para hacer que se fuese.

"No me apetece. ¿Comemos juntos?" Le preguntó él.

"¿Qué?" Preguntó ella incrédula por su propuesta "No." Contestó sin ni pensárselo siquiera, volviendo a iniciar el paso e ignorando su propuesta.

"Shiho, por favor. Solo quiero tener la oportunidad de poder hablar tranquilamente." Le pidió suavemente. "Aquí hay curiosos por todos lados." Dijo observando la gente que les observaba disimuladamente.

Ella paró el paso mientras resoplaba y se decidía a que responderle. Sabía que tenía que contestar. Era un cabrón, y por el momento, no había recibido ninguna señal a que nada en su personalidad hubiese cambiado. No iba a volver dejarse engatusar por él.

"Está bien." Respondió contradiciéndose.


"Que aproveche." Le dijo Kudo sonriente en cuanto les sirvieron la comida.

Shiho le mandó una media sonrisa sin mirarle fijamente cómo respuesta y empezó a comer lentamente en silencio. Pese haber aceptado a comer juntos, no sabía que decirle después de todo ese tiempo que habían pasado separados, se sentía incómoda pero aún le conseguía acelerar el corazón. Era una emoción extraña.

"Zoe se parece mucho a ti." Dijo Shinichi con delicadeza para empezar una conversación. "Parece ser una niña encantadora."

"Lo és." Contestó ella sin dejar de mirar la comida. "Está llena de vida, pero es demasiado nerviosa y aventurera." Dijo sonriendo al recordarla.

"Tienes razón, tiene un carácter muy abierto." Dijo Kudo después de probar bocado. Quería saber más sobre su vida actual y esperaba que ella acabara soltando alguna pincelada.

"Se parece demasiado a su padre." Contestó ella con un poco de nostalgia, mordiéndose la legua justo después de decirlo.

Algo cómo eso.

El moreno se incomodó un poco por sus palabras, pero aprovechó el rumbo que estaba tomando la conversación para poder indagar un poco más sobre ello. No sabía si estaba preparado a escuchar la verdad, pero necesitaba saberla.

"Así que…parece que acabaste conociendo a alguien especial..." Dijo para que ella siguiese explicándole a la vez que pinchaba con el tenedor en la comida de su plato.

Ella soltó los cubiertos con cuidado y puso las manos bajo la mesa a la vez que intentaba controlar su respiración para no ponerse nerviosa. Los recuerdos volvían con sus palabras. Había pasado tiempo, pero había cosas que no podía olvidar.

"Sí…conocí a alguien y aunque no te lo creas llegué incluso a estar prometida, ¿Te lo imaginas?" Le dijo levantando una ceja y curvando los labios para formar una pequeña sonrisa. "…Y sí. Podía decir que te había superado, Kudo." Dijo lentamente recordando su corto pasado.

Kudo dejó de comer para prestar toda su atención en ella. Podía ver cómo sus ojos se veían felices al empezar a recordar, pero la tristeza no acababa de abandonarlos.

"Oh…"

Se había quedado en blanco, no sabía que decirle. Había pasado todo el tiempo tan concentrado en su relación con Ran, el trabajo y en si mismo, que no le había entrado la posibilidad de que ella le hubiese olvidado o pasado página totalmente. Para él, era cómo si el tiempo hubiese estado congelado entre ellos y en el momento que se habían reencontrado, reanudase todas las emociones que había apartado e intentado olvidar previamente.

Pero no parecía ser lo mismo para ella.

Su corazón latía lleno de nervios, pero con la esperanza aún clavada en él. No sabía si lo que sentía eran celos o pura rabia hacía ese desconocido que le había robado su amor. Puede que ambas. No podía evitar centrarse en cada emoción que expresaba. Ese dolor que ella sentía y mostraba, era provocado por otra persona. Otro hombre concretamente.

"¿Tu ego se ha sentido dañado?" Le preguntó ella después de beber un poco de agua y observar cómo su cara se había vuelto más seria.

Él le intentó sonreír amablemente. "No…Me alegro de que hayas sido feliz, Shiho." Le dijo sinceramente. Pero algo no le acababa de cuadrar, no parecía haber tenido un final feliz. "Un hombre sabio no dejaría a una mujer cómo tú, ¿Qué pasó?" Le preguntó finalmente con ansias de saberlo, tragando lentamente la comida a la vez que clavaba sus ojos en ella.

"Una fuerte metástasis intervino en nuestras vidas." Contestó Shiho casi susurrando.

Sus ojos se abrieron impactados y la garganta se le secó después de escuchar esa declaración tan impactante y seria. Su pareja no la había dejado, había muerto.

"Lo siento." Fue todo lo que pudo decir.

Ella sacudió los hombros. "No estuvimos saliendo mucho tiempo, pero lo cierto era que nos queríamos…Desgraciadamente fue todo muy rápido. Falleció un par de semanas después de nacer Zoe." Le explicó sintiendo un nudo en la garganta. "Zoe empezaba el camino e su vida y la suya se acababa."

La vida sólo hacía que golpearla. Se sintió realmente apenado después de escuchar todo eso. Él, que debería haber estado ahí para ella, la dejó tirada por puro miedo. Y después de huir de él y venir a Osaka, se acaba quedando sola con una niña pequeña. No se lo merecía.

"Aún así, no me arrepiento de nada." Dijo bien segura. "A él no le importaron las adversidades ni mi pasado."

"Shiho, si puedo ayudarte en algo…" Empezó a decirle buscando sus ojos, que nunca le miraban directamente.

Pero ella parecía haber tenido suficiente de esa conversación, había dicho demasiado. "Debería volver al laboratorio." Dijo levantándose de la mesa con rapidez a la vez que escondía su rostro bajo su flequillo.

"Pero…Aún no has acabado de comer." Le dijo el detective señalando su plato medio lleno.

"No tengo hambre." Contestó cogiendo sus cosas y dejando un par de billetes encima de la mesa antes de salir apresuradamente del local.

Shinichi se quedó sorprendido y en cuanto vio que la pelirroja marchaba, se levantó y dejó el resto de dinero antes de salir tras ella.


Shiho, prácticamente había desaparecido prácticamente toda la tarde. Se sentía un poco mal por haberse sacado a flote ese recuerdo tan amargo. La culpa empezaba a pesarle en los hombros. Si él hubiese hecho las cosas bien, le habría ahorrado muchísimo sufrimiento.

El run run de la cabeza no le dejaba en paz. Quería hablar con ella y tener una conversación menos áspera y más burlona. La echaba de menos. Incuso sus burlas y bromas pesadas.

"¡Hasta mañana!" Se despidió Heiji subiendo a su coche. "¡A ver si mañana vienes más centrado!" Le dijo antes de irse con una sonrisa burlona.

Kudo alzó la mano para despedirse y sacó las llaves para subir a su coche. No iba a ir al hotel esta vez. Primero tenía que hacer una parada en otro destino. Ya no era un adolescente inmaduro, se le habían escapado demasiadas cosas cómo para dejar otra vez esa conversación a un lado. Habían sido muy cercanos, en todos los sentidos. Y no iba a dejar que le evitase ahora que finalmente la había encontrado. Hubiese pasado en su vida lo que hubiese pasado.

Condujo con tranquilidad por la ciudad mientras pensaba en todas las palabras que podía decirle. Pero ninguna le quitaba el dolor que le había causado. Lo único que podía hacer, era demostrarle que era un hombre totalmente distinto al que dejó atrás. Ya no era un cobarde y estaba ahí para ayudarle y apoyarle en todo lo que necesitase.

Aparcó cerca de la dirección que había conseguido y caminó hasta el portal que marcaba su número.

Ningún apellido marcaba su fachada.

Ding Dong

Picó al timbre sin pensárselo más y esperó tener la suerte de encontrársela en casa. Pero no parecía haber nadie.

Se dio media vuelta y se dispuso a salir del portal.

"¿Hola?"

La suave voz de Zoe le hizo frenar el paso y dar media vuelta lentamente para volver a dirigirse a la puerta.

"¿Eres el detective famoso, verdad?" Preguntó a la vez que mantenía la puerta medio cerrada.

"Sí." Contestó sin más. "¿Está tu mamá en casa?" Le preguntó con ambas manos en los bolsillos del pantalón.

"¡Zoe!" Se escuchó decir detrás de la niña. "Te he dicho mil veces que no abras la puerta principal. Tienes que avisarme." Dijo la pelirroja apareciendo por su lado.

"Ha venido el detective." Le dijo la niña con una sonrisa. "Me ha preguntado por ti."

La pelirroja frunció el ceño sin entender y giró la cabeza para enfrentarse con sus ojos azules.

"Kudo, ¿Qué haces aquí?" Preguntó muy confusa.

"Shiho…¿Podemos hablar?" Preguntó aún parado en el mismo sitio.

"¿No es un poco tarde?" Preguntó ella observando el cielo ya oscuro.

"Este mediodía te has ido muy rápido…sólo quería hacerte saber que estoy aquí, no quiero que volvamos a ser dos desconocidos." Dijo cabizbajo.

Ella suspiró a la vez que lo analizaba. Se veía cansado, pero aún así lo encontraba físicamente perfecto.

"¿Quieres cenar con nosotras?" Le propuso ella a la vez que apoyaba la cabeza en el marco de la puerta y abrazaba a Zoe acariciando su brazo.

"Me encantaría." Contestó el detective con una sonrisa sincera.