Su sonrisa se amplió en cuanto la pelirroja dejó su plato enfrente suyo. La comida que había preparado, olía especialmente bien, y el aroma, inundaba cada rincón del comedor. Siempre había tenido muy buena mano con la cocina y ahora que podía volver a probarla, no sabía hasta cuanto la había echado de menos.
"Muchas gracias." Dijo acercando su nariz al plato.
La científica sonrió ante ese gesto y le sirvió el otro plato a Zoe antes de sentarse en la mesa.
"¡Que aproveche!" Dijo la niña con entusiasmo mientras alzaba el tenedor con una sonrisa pegada en la cara. Siempre tenía energía para ofrecer.
Kudo estuvo mucho más callado esta comida. Le daba miedo decir algo inapropiado o indebido después de todo lo que le había explicado la pelirroja ese mismo mediodía. No sabía que hacer para intentar mejorar la fría relación que había quedado entre ellos.
"Está todo muy bueno." Dijo un poco tímido.
"Gracias." Contestó ella sin mirarle fijamente, mientras se concentraba en cuidar que Zoe comiese más y no tirase la comida.
Zoe no dejó que el ambiente se silenciase por mucho tiempo, siempre dedicaba la cena para explicar sus historias del colegio, y la sonrisa se su madre, le decía cómo disfrutaba de escucharlas.
No se la hubiese imaginado nunca de esta manera, cuidando y mirando con tanto amor a esa niña que estaba sentada a su lado. Parecía que cuando estaba con ella, sus penas no existían e incluso la tristeza podía disminuir en sus ojos.
¿Cómo habría sido todo si él hubiese dejado su vida para empezar una con ella? ¿Hubiese acabado también formado una familia con ella?
No podía parar de preguntárselo. Le sorprendía que Shiho hubiese sido madre primero antes que ellos. Siempre decía que no quería serlo, que era un papel muy grande y una responsabilidad muy dura que no quería mantener. Y ahí estaba con Zoe, mientras por otro lado, Ran llevaba un año detrás suyo insistiendo en querer iniciar su etapa cómo madre.
Le había evitado el tema a su mujer las últimas veces que se lo había sacado. Él sentía que ambos tenían demasiado trabajo cómo para poder ocuparse cien por cien a una criatura, aún eran jóvenes y podían esperar un par de años antes de empezar a pensar cualquier cosa. Ran insistía, pero el seguía diciendo que no tenían prisa ninguna.
Era una sensación extraña estar rodeado de madre e hija de la manera en que lo hacía. Poder ver ese lado maternal de Shiho, le llenaba de calidez sin saber ni siquiera por que. No se cansaba de contemplarla a cada caricia o beso que compartían.
Shiho no tardó en acostar a su hija. Volvió poco después con la cara cansada y tapándose un bostezo con la palma de la mano. Se sentó a su lado y le miró un poco curiosa.
"¿Querías hablar de algo en particular?" Le preguntó ella ahora que ya se encontraban solos.
"No…Sólo quería hablar. Hace mucho tiempo que no nos vemos." Le contestó. Por él, se quedaría toda la noche en ese sofá hablando con ella. La quería cerca de nuevo.
"¿Cómo está Ran?" Le preguntó Shiho desviando la mirada.
Habían temas que seguían separándoles e incomodándoles.
"Bien, está bien. Se sigue quejando diariamente de que paso demasiado tiempo en el trabajo, pero por lo demás, bien." Le contestó con sinceridad.
"Me alegro." Dijo ella con un tono bajo.
"¿Tú cómo estás?" Le preguntó el detective clavando su mirada en sus ojos.
Ella apartó la mirada pero volvió a fijarla en él para contestarle. "Estamos bien, Kudo. Zoe no me deja mucho tiempo cómo para preocuparme en mis problemas." Dijo soltando una pequeña risa. "Me extraña que vosotros no hayáis formado una familia llegado a este punto."
"Supongo que cuando sea el momento, ambos lo sabremos." Dijo argumentándose y excusando sus miedos.
"Deberías relajarte al respecto." Le dijo saboteando el té que había preparado. "Zoe ha sido la sorpresa más grande que he podido tener, pero aún así, tenerla ha sido también la mejor decisión que he podido tener."
"Se te ve feliz, así que eso es lo importante. Siento haber sido tan inmaduro, de verdad." Le dijo con la espina aún clavada. "Siento que no he estado las veces que me has necesitado."
"Ahora ya no tiene importancia para mí. Deja de darle vueltas." Shiho puso una mano encima de sus piernas al ver cómo se culpaba. "No te martirices con todo eso, que ya he gastado yo mucho tiempo haciéndolo." Le contestó con un tono cálido.
Shinichi la miró notando la nostalgia del tiempo. "No quiero que volvamos a ser dos desconocidos."
"Kudo…" Empezó a decir ella un poco seria.
"No Shiho. Me he pasado estos últimos años buscándote y he sentido cierta parte de mi vida atascada, que no ha empezado a reaccionar hasta que te he encontrado." Le explicó cómo pudo.
"No digas tonterías." Le contestó ella. "Nosotros no podemos volver a tener una relación cercana…" Dijo apartando la mirada.
"¿Por qué?" Preguntó impotente sin entenderlo.
"¿Cómo que "por qué"? Hemos sido amantes, Kudo." Dijo ella sintiéndose avergonzada por ello. "¿Qué pretendes?"
Kudo se agitó la cabellera con las manos nerviosamente. Tenía claro que no iba a volver a comportarse cómo un capullo con ellas dos, pero no estaba dispuesto a ver cómo la pelirroja desaparecía de nuevo y perdía su rastro por completo. No podía seguir mintiéndose, llevaba haciéndolo mucho tiempo y sabía que no le había traído nada agradable.
"Shiho, yo no te he dejado de querer…" Le confesó sin poder aguantarse.
"No, Kudo. No podemos volver a tener esta conversación." Dijo con firmeza a la vez que intentaba sacarse esas palabras de su cabeza.
No podía pretender venir de un día a otro cómo si nada y volver a poner toda su vida patas arriba. Ahora era madre y en esos momentos debía pensar por el bien de las dos, no solo el suyo propio. Y cada vez que tenía a Kudo cerca, sólo venían los problemas.
"¿Realmente te has olvidado por completo de mí?" Le preguntó con cierto miedo.
"No es eso. Las cosas no son tan fáciles cómo piensas."
"Sí que lo es, es una pregunta sencilla. ¿Has sentido algo al verme de nuevo?" Le preguntó con más firmeza.
Ella le esquivó con la mirada sin querer contestarle. No podía volver a ceder, debía controlar la vulnerabilidad que le provocaba. No iba a permitirle desenterrar todas esas emociones que le había costado tanto tiempo enterrar.
"Necesito saberlo." Dijo sin romper el contacto.
Ella no sabía que palabras utilizar. Aún estaba asimilando que acababa de reencontrárselo y ahora encima le venía con todo eso.
"Ha pasado mucho tiempo, Kudo…Sabes que mi vida ha cambiado por completo." Le dijo suavemente.
"¿Y lo que sentías?¿También ha cambiado?" Le preguntó de nuevo.
Ella tartamudeo mientras le contestaba nerviosa. "Es-Eso no es relevante."
"Para mí, lo és." Dijo justo antes de acercarse a ella para poder besarle con ternura.
Pero ninguno de los dos era la misma persona que habían dejado atrás y Shiho se apartó impidiendo que sus labios chocasen con los suyos antes de que acabase de embrujarla por completo. El corazón le iba a salir del pecho.
"Quiero ser honesto contigo." Le dijo él con los ojos aún cerrados. "No voy a jugar esta vez."
Shiho, que aún sentía la mente un poco aturdida por el momento, intentó calmar el calor de su cara y no sentirse afectada por ese acto.
"¿Y qué estás haciendo al intentar besarme de nuevo? No vuelvas a hacer eso, Kudo, piensa en frío por un momento. No soy la misma persona que conocías hace cinco años y tú siempre vuelves con Ran, ¿Recuerdas? Tú mismo me lo dijiste. Sabes que es ella, siempre ha sido ella." Le dijo ella con cariño y tristeza. "No puedes dejarte confundir ahora por esto. Entre nosotros ya no hay nada y nunca lo ha habido." Dijo apartando el contacto. "Yo tampoco merezco pasar de nuevo por esto."
Biiiiip biiiiiiiip biiiiip
El móvil del detective interrumpió ese incómodo momento. Sacó el móvil del bolsillo y colgó la llamada al reconocer el número.
"Será mejor que me vaya." Dijo sin mirarle fijamente, cogiendo su americana y saliendo de la sala con la tensión marcada en su rostro. "Gracias por la cena."
Ella no le contestó de vuelta, y él, salió de la casa sin mirar atrás. Y volvían a hacerse daño, siempre que se veían lo hacían.
Estaba enfadado, no con ella, ni con Ran, estaba enfadado por cómo habían acabado las cosas. Él creía que era feliz y que el peso que había dejado su ausencia, era simple nostalgia por los recuerdos compartidos. Pero era puro anhelo. Anhelo de sus miradas y de su piel y sobretodo, anhelo de ese efecto que tenía sobre él.
¿Cuánto tiempo más iba a negarse todo esto?
"¡Mamá¡¿No podemos ir al parque?" Le preguntó su hija con los mofletes hinchados.
"Más tarde cariño, primero tengo que ir a hablar con el tío Heiji." Dijo un poco más seria de lo habitual.
La charla que había tenido la noche anterior con Kudo, apenas le había permitido pegar ojo. Después de cinco años y otra relación por delante, esperaba sentir más indiferencia ante él, pero de nuevo, volvía a estar equivocada. Los nervios no abandonaban su cuerpo desde que el moreno le había intentado besar. ¿Por qué lo había hecho?¿Que pretendía hacer con eso?
Lo único que tenía claro, era que no iba a cometer el mismo error dos veces.
"Buenos días, Shiho." Le saludó Heiji un poco extrañado de verla ahí. "¿Hoy no es tu día libre?"
"Si, Zoe está en recepción esperándome." Le explicó. "Quería traerte unos documentos que me había dejado en casa, cómo hoy libro, no sabía si los necesitaríais." Dijo mirando a su alrededor en busca del otro detective. "¿Kudo aún no ha llegado?" Preguntó mirando la hora.
"Ha vuelto a Tokio esta misma mañana." Le explicó con naturalidad.
"¿Peguntas por el detective de Tokio?" Preguntó una compañera que acababa de introducirse en la conversación. "Es un hombre súper dulce. Ha dicho que tenía que irse, que no podía esperar a ver a su mujer." Explicó con la mirada iluminada. "Yo también quiero encontrar un marido así."
"Oh." Contestó ella muy sorprendida.
"¿Pasa algo?" Le preguntó al ver su sorpresa. "Lo estás buscando por algo?"
La científica negó con la cabeza rápidamente. "No, todo bien. Mejor así." Dijo volviendo a su expresión neutral de siempre.
