Shiho agarró la puerta con fuerza a la vez que el pulso se le aceleraba ante su pregunta. Llevaba todos estos años intentando pasar desapercibida alrededor de la vida del detective, intentando evitar ese momento en el que justamente se encontraban. Y esconderse, al final no había servido de nada.
"¿Cómo te has enterado?" Preguntó sin entender cómo habían llegado ahí. Prácticamente no lo sabía nadie. Sólo Heiji y Agasa y esperaba por el bien de ambos, que a ninguno de los dos se le hubiese ocurrido contárselo.
"Eso no importa." Contestó él, sacudiendo la cabeza y apretando los puños. "Es mi hija, ¿verdad?" Preguntó insistiendo.
Ella permaneció callada. No se atrevía a confesárselo en voz alta. Llevaba estos cinco años intentando rehacer su vida e ignorando los recuerdos que le provocaba ver los rasgos que había heredado su hija, de su padre. Intentaba olvidarse de ello cada día. Y cada día fracasaba en el intento.
"Nuestros actos despreocupados, acabaron tuvieron represalias." Le contestó apartando la mirada. "Pero tú tenías una relación seria y nosotros no éramos absolutamente nada."
Kudo se sentía molesto. Llevaba casi cinco años siendo padre y no había sido consciente de ello hasta ese preciso momento. Un cúmulo de emociones empezaron a agruparse en su interior. La culpa, rabia, tristeza y alegría a la vez. Pero la que más le pesaba era la impotencia que llegaba a sentir.
La impotencia por el tiempo perdido e irrecuperable, por los errores causados por sus miedos y por frenarse todo esos años, en los que solo quería soltar el gas y acelerar a fondo con los sentimientos que realmente sentía.
"¡Soy su padre, Shiho!¡Debías habérmelo dicho!" Le reprochó sintiendo más rabia.
"La palabra padre, te viene grande en este momento. Que seas el portador de la semillita no te convierte en ninguna figura paternal. No has estado ni en un solo día de su vida, no la conoces siquiera." Contestó ella un poco fría al ver cómo se alteraba.
"¡Por qué no me has dado oportunidad para hacerlo!"
"¿Pasa algo?" Preguntó el profesor acercándose a la entrada al escuchar cómo alzaban la voz. "Shinichi, ¿Qué haces aquí?" Preguntó muy sorprendido al ver al detective.
Kudo chasqueó los dientes molesto. "¿Usted tampoco podría haberme dicho que tengo una hija?" Preguntó molesto.
"Kudo…" Contestó muy sorprendido. "No era algo que estuviese en mi mano. No podía hacerlo."
"Tenía todo el derecho a saberlo." Dijo arrugando la nariz y empezando a alzar la voz.
"Intenté decírtelo en su momento, joder." Contestó ella resoplando. "¿Podemos tener esta conversación dentro?" Le preguntó más tranquilamente, haciéndose a un lado para que pasase.
Entraron al salón y el profesor se llevó a Zoe a la habitación rápidamente para que no se involucrase entre esa conversación tan delicada.
Kudo se sentó en el sofá y ella ocupó el sillón enfrente suyo. Sus miradas estaban clavadas el uno al otro, casi siquiera sin parpadear y en completo silencio.
"¿Por qué te marchaste sin más después de que pasase algo así?" Le preguntó frunciendo el ceño. "Llevo cinco años engañado, Shiho."
"¿Es que no recuerdas las cosas que dijiste?" Preguntó sacudiendo la cabeza. "Te ibas a casar con otra mujer, Kudo. Y a mi, solo pareces quererme cuando sientes que no puedes tenerme." Le dijo agachando la cabeza.
Kudo apretó los dientes al empezar a recordar la última conversación que tuvieron. "Si me lo hubieses dicho, las cosas serían diferentes."
"Yo no quería que cambiases de decisión o obligarte a continuar tu vida conmigo. Las cosas no tenían que ser diferentes, tú tomaste la decisión que quisiste y deseabas en ese momento. No tienes que culparte por ello, hiciste lo que sentías. No puedes obligarte a sentir algo por alguien."
Kudo la escuchó atentamente mientras admitía la certeza de sus palabras. Al fin y al cavo, todas las decisiones que tomaba a lo largo de su vida, le habían hecho quien era.
"Supongo que Ran siempre ha sido el amor de mi vida." Contestó lentamente mientras se centraba en sus ojos. "Pero he tardado en darme cuenta que eso no significa de que ella sea la mujer de mi vida." Le confesó. "El amor de nuestra vida no siempre dura toda ella. Pero la mujer por la que decidimos dar sentido a nuestros suspiros, esa conexión y vínculo, duran toda la vida."
Shiho le miró atónita. Intentando buscar algo de flaqueza en sus palabras, pero la firmeza que desprendía sólo conseguía dejarla más descolocada. ¿Qué pretendía esta vez? A cada visita que le hacía, le dejaba más extrañada y con la cabeza más llena de dudas.
"A lo mejor deberías volver a Tokio para hablar con tu mujer." Le contestó entrelazando las piernas.
No iba a interponerse en la misma relación después de todas las cosas que habían pasado. Había aprendido la lección y ya no se conformaba con tener un pedazo de su amor, ella buscaba que la quisieran de verdad, sin mentiras ni tapujos. Quería estar con alguien que estuviese a la altura como hombre y como padre de su hija.
Kudo entrelazó sus manos encima de sus rodillas. "Le he pedido el divorcio." Dijo muy serio.
"Oh." Le contestó sorprendida.
Sus ojos estudiaron sus manos y pudo ver que el anillo que lucía semanas atrás, había desparecido de sus dedos.
"No tienes que hacer esto." Le contestó arrugando la nariz. "Te arrepentirás de haberlo hecho. Ella es muy especial para ti, lo sabes."
"Lo sé. Pero también se que tú eres la mujer de mi vida." Le contestó sin vacilar.
"Deja de decir eso." Le dijo ella mientras intentaba no sonrojarse e ignorar.
"Es lo que siento, Shiho." Le contestó sonriéndole, ahora menos nervioso.
"No puedes hacerlo. Preguntó esta vez un poco molesta. "¿Lo has hecho por Zoe?"
"No…Lo de Zoe me he enterado hoy mismo al relacionar conceptos después de una conversación. Soy detective, ¿recuerdas?" Le explicó.
"¿Y quieres que vuelva a creer completamente en ti, después de toda la mierda que hemos pasado?" Le preguntó ella resoplando y apoyando su cabeza en su mano. "¿Crees que soy tan tonta?"
"Sólo quiero una oportunidad." Le dijo casi susurrando.
"Ya tuviste una." Contestó aún un poco molesta. "No quiero que vuelvas a jugar con nuestras vidas y luego desaparezcas de nuevo tras los brazos de Ran. No voy a dejar que jodas los sentimientos de Zoe. Ella está llena de bondad y alegría. No voy a permitir que la decepciones."
Él se quedó callado unos segundos. Entendía toda esa desconfianza que le transmitía después de su ausencia. Sólo había hecho que fallarle y lastimarle cuando las cosas se habían complicado. Ahora tenía que tragarse los reproches. Pero no podía ignorar lo que ahora sabía.
"No puedes pretender que me vaya cómo si no supiese que tengo una hija en esta ciudad. Quiero hacer las cosas bien, de verdad que quiero." Le dijo con tristeza.
Ella le miró detenidamente. Sabía que si se empeñaba y ella se negaba rotundamente, podía recurrir a la ley y tener realmente problemas serios con él. No quería eso y ninguno de los dos merecía algo así.
"No puedo negarte que quieras venir a verla o conocerla, eres su padre al fin y al cabo. Pero ella no sabe quien eres." Le dijo ella apartando la mirada.
"¿No te ha preguntado nunca por su padre?" Le preguntó extrañado el detective.
"Claro que lo ha hecho." Contestó sonriendo tristemente. "Le intenté explicar que no en todas las familias están mamá y papá, también había veces que por las circunstancias que fuesen, sólo estaba mamá o papá." Le explicó. "No suele indagar mucho después de ver cómo me afecta el tema. Es una niña demasiado inteligente para la edad que tiene."
Kudo se quedó sorprendido al escuchar sus palabras.
"No podía decirle que su padre estaba casado con otra mujer. Es sólo una niña después de todo." Le dijo finalmente.
"Yo no puedo juzgarte por nada después de mi comportamiento y ausencia." Le dijo con una sonrisa triste. "Pero si que puedo intentar rectificar mis actos a partir de ahora."
Ella suspiró, poco convencida a lo que escuchaba.
"¿Realmente es esto lo que quieres?¿Estás seguro?" Le preguntó aún dudosa. "Tienes la oportunidad de continuar con tu vida sin estas responsabilidades y ataduras."
"Lo único que quiero ahora, es intentar recuperar estos últimos cinco años." Dijo con una risa triste. "He pensado en mudarme a un apartamento aquí en Osaka para poder organizarnos y tener un trato más fácil. Será temporalmente, hasta que encuentre algo más seguro y estable por la zona."
"¿Estás seguro?" Le volvió a preguntar.
"Totalmente." Contestó seriamente. "Quiero estar presente en la vida de mi hija."
"No sé si es lo mejor para ella...no sabemos cómo reaccionará al enterarse…" Dijo la pelirroja un poco preocupada.
"Podemos encontrar una buena manera de decírselo entre los dos. Su reacción es impredecible, pero creo que será bueno que lo sepa más temprano que tarde." Le comentó tranquilo.
El profesor apareció al salir de la habitación. "Perdón por molestar. Zoe ya está dormida." Le informó a Shiho. "Yo voy a subir a mi cuarto a deshacer la maleta y descansar un poco."
"Gracias." Le dijo Shiho con una sonrisa. "Buenas noches profesor."
"Buenas noches chicos." Les dijo desapareciendo de nuevo.
"¿Quieres un café?" Le preguntó ella observando las tazas de té vacías. "Con esta conversación creo que necesitaremos uno." Le dijo con una media sonrisa a la vez que se levantaba del sofá.
