Encontrar una manera para comunicarle a Zoe una noticia cómo esa, estaba siendo más difícil de lo que esperaban. La pequeña nunca había tenido una figura paterna a su lado y si no encajaba bien la situación, podía convertirse realmente en un problema desastroso.
"A la hora de despertarla es igual que tú, no soporta madrugar." Le siguió explicando la pelirroja riendo mientras mantenía la taza de café entre sus manos.
Llevaban casi dos horas hablando de la pequeña y todas las cosas que no conocía y quería descubrir. Sus oídos no dejaban escapar ni una sola palabra de las que soltaba la pelirroja. Estaba absorbiendo toda la información que podía y su sonrisa no podía borrarse de su cara. Le llenaba por dentro saber todas esas cosas, pero la tristeza aún no acababa de dejarle.
"Me preocupa no estar a su altura." Le confesó casi susurrando. "No conozco sus miedos, sus sueños ni las cosas que le hacen feliz o la cara que pone cuando está realmente enfadada." Le explicó frunciendo el ceño.
"Es tu hija. Hay cosas que simplemente las sientes, lo empezarás a entender pronto." Le dijo ella intentando animarle.
"Tengo que aprender rápido." Contestó rascándose la nuca.
"¿Has llegado hoy mismo de Tokio?" Le preguntó la científica cambiándole de tema.
"Sí. Voy a buscar un hotel para quedarme un par de días hasta que encuentre algo de alquiler." Le explicó bebiendo el café ya frío.
Ella asintió con la cabeza. Después de estos cinco años, le era extraño tener tan cerca al detective, siempre aparecía cuando empezaba a acostumbrarse a su ausencia.
"Conozco esa cara." Le contestó Kudo mientras la observaba con una media sonrisa. "Algo sigue rondando por tu cabeza. ¿Quieres compartirlo?"
La pelirroja mantuvo silencio varios segundos antes de contestarle.
"Esto no significa que nosotros vayamos a estar juntos cómo pareja. Vamos a hacer esto por Zoe." Le dijo firmemente.
"Lo sé." Le contestó tranquilo. "Gracias por dejarme hacer esto."
Ella le sonrió, pero por dentro no podía parar de sentir miedo a lo que podía venir. ¿Y si acababa pidiéndole la custodia compartida?¿Y si discutían de verdad y se proponía tener él la custodia total? Con el pasado criminal que tenía a su espalda, tenía todas las de perder en ese sentido. Kudo no podía quitársela.
"¿Seguro que solo es eso?" Le preguntó al ver que la preocupación de su rostro, no se calmaba.
"Se ha hecho un poco tarde, los dos deberíamos ir a descansar un poco." Le contestó levantándose y evadiendo su pregunta.
"Tienes razón." Dijo al comprobar la hora que se había hecho. "¿Puedo dejarte mi número de teléfono?" Le preguntó ofreciéndole una tarjeta personal. "Ya sabes, por cualquier cosa." Le explicó por una sonrisa.
"Claro." Contestó aceptándola un poco seria antes de que el detective desapareciese de su casa.
Esa noche tampoco pudo pegar ojo. A cada visita que recibía del detective, más crecían sus nervios, sus dudas y su insomnio.
"¿A dónde vamos mamá?" Le preguntó la niña resoplando mientras se dejaba llevar por su madre. "Llevamos andando un rato, ¿Por qué no hemos venido en coche?" Se quejó cansada.
"Por que hemos quedado con un viejo amigo e iremos con su coche. Es una sorpresa cariño." Le contestó su madre con una sonrisa, intentando no parecer nerviosa.
"¿Con quién?" Preguntó la niña curiosa a la vez que alzaba una ceja. Siempre iba a los sitios acompañada de su madre, Haneda o Heiji. No conocía ninguna otra amistad de su madre que no fuese uno de ellos dos. Era extraño.
Shiho abrió la boca para contestarle pero antes de hacerlo escuchó a alguien llamar su nombre tras su espalda.
"¡Shiho!" Chilló Shinichi a la vez que se acercaba con una sonrisa. "Buenos días chicas." Les saludó amablemente una vez se encontraba delante de ellas.
"¡Es el detective de la tele!" Chilló la niña señalándole con un dedo a la vez que lo reconocía.
"Hola Zoe, ¿Te acuerdas de mi? Nos conocimos el otro día en la central." Le preguntó amablemente a la pequeña pelirroja después de giñarle un ojo a Shiho.
Zoe asintió un poco cortada a la vez que buscaba las manos de su madre en busca de seguridad. Aunque fuese una niña vivaz y enérgica, de buenas a primeras, era un poco desconfiada a la hora de conocer gente nueva. En ese aspecto era cómo su madre.
"¿Por qué hemos quedado con él?" Le preguntó confusa a su madre, aún sin despegarse de sus piernas.
"Es un viejo amigo de mamá, cielo." Le dijo intentando separarla un poco de ella. "Ha venido a pasar unos días con nosotras." Le intentó explicar. "Quería conocerte."
"Pero…A ti no te cae bien." Le contestó a su madre al recordar los comentario que había escuchado decir respecto al detective.
Shiho se sonrojó ante el comentario incómodo de su hija. "Los problemas de los adultos son un poco complicados. ¿Quieres ir a patinar o no?" Le preguntó para que dejase de decir más cosas por el estilo.
Kudo soltó una pequeña risa ante la escena y les señaló su vehiculó para que subiesen.
"¡Que grande!¡Y huele a nuevo!" Dijo la pequeña pelirroja, saltando alegremente en el asiento trasero.
"Zoe, estate tranquila por favor." Le dijo su madre un poco tensa. No quería que a la pequeña se le fuese a escapar una mano y rompiera algo. Ese coche, a diferencia del suyo, parecía realmente caro. "No tardaremos en llegar."
"No te preocupes." Le dijo el detective mientras observaba por el retrovisor la amplia sonrisa de la pequeña pelirroja. "Mayoritariamente voy solo en este coche y nadie se sube nunca detrás. No tengo mucho tiempo libre cómo para salirme de mis planes habituales, exceptuando algún día que haya ido con Ran a cenar o algo así." Le explicó tranquilamente.
Shinichi estaba más nervioso de lo que pensaba que estaría. Tener a Zoe tan cerca, sabiendo que era parte de él, le hacía acelerarse a cada paso que daba. Tenía miedo de no hacer lo adecuado. Era la primera vez que chocaba con todas esas emociones y hasta el momento, no sabía cómo reaccionar ante ellas.
"¿Todo bien?" Le preguntó la científica al bajar del coche una vez aparcaron en el parquin. "Estás muy serio."
"Sólo estoy un poco nervioso." Le dijo entre una media sonrisa. "Todo esto es nuevo para mí." Le explicó observando a la niña que aún ocupaba el asiento trasero.
"No tienes por que estarlo, lo harás bien sin darte cuenta." Le tranquilizó ella antes de sacar a la niña del coche.
A pesar de que fuesen las últimas semanas de invierno y la nieve ya no cubría la ciudad, habían pistas de hielo en los que aún se podía ir a patinar con la familia o amigos.
Él no era un experto en ese deporte, pero Shiho le había comentado las ganas que tenía la pequeña de ir. Así que, si Zoe quería ir, él haría el mejor esfuerzo en parecer uno.
"Tres entradas para patinar. Dos adultos y un n-" Le comunicó Kudo a la cajera.
"No." Intervino Shiho rápidamente. "Un adulto y un niño. Yo no patino." Dijo firmemente a la vez que sacudía las manos negando.
"¿Cómo que no patinas?" Le preguntó alzando una ceja. "Hemos venido aquí para ello."
"Esto a sido idea tuya." Dijo alzando las manos. "A mi no se me da bien." Le explicó. "La verdad es que prefiero mirar y esperaros con un chocolate caliente."
Kudo insistió un poco pero la científica era demasiado tozuda cómo para cambiar de opinión, así que compró dos entradas y fueron a la caseta para coger los patines de su talla.
"¿Sabes patinar?" Le preguntó emocionada Zoe al detective, mientras su madre le ataba los patines. "¿Me enseñarás?"
Shinichi le sonrió alegremente mientras acababa de atarse los cordones. "Claro." Le dijo sonriente. "Nos lo pasaremos tan bien, que tu madre querrá venir a la pista para patinar con nosotros." Dijo mirando de reojo a la científica.
La niña rio y abrazó a su madre antes de correr cómo podía hacía el que no sabía que era su padre. "¡Vamos!" Dijo impaciente mientras agarraba su mano y lo arrastraba hacia la pista.
El carácter de Zoe y el de Shinichi eran tan similares, que no habían tardado en conectar el uno con el otro.
Shiho y él, habían decidido no decirle que era su padre hasta que lo conociese un poco mejor, ya que por el momento, era un mero desconocido para ella.
"Toma."
La pelirroja dio un pequeño salto al no esperarse a Kudo de vuelta tan rápido
"¿Querías chocolate, verdad?" Le preguntó a la vez que le ofrecía el vaso de cartón con una amplia sonrisa.
"Gracias." Le contestó devolviéndole la sonrisa a la vez que aceptaba la bebida.
"¡Shinichi!" Le chilló Zoe impaciente en la entrada de la pista.
"¡Voy, voy!" Dijo separándose de la pelirroja. "Disfruta de las vistas, pelirroja." Le dijo justo antes de girarse.
"Lo haré." Le contestó riendo y soplando el contenido antes de acercarlo a su boca.
La científica les observaba fuera de la pista, apoyada en el marco que le separaba de ella, sin perderse ni un solo detalle de ese primer encuentro entre padre e hija. Una parte de ella no podía evitar sentirse feliz. Había soñado muchas veces con que Zoe pudiese tener una vida normal con su padre y madre. Pero ellos, ni iban a estar juntos, ni habían empezado cómo una familia usual.
Pero los pensamientos negativos persistían. ¿Y si se cansaba de ellas?¿Se arrepentiría de querer tomar esta responsabilidad?¿Podría sobrellevar este giro de ciento ochenta grados que ha dado su vida? No tenía ninguna respuesta a todas esas preguntas, sólo podía esperar y que el tiempo le dijese a su debido momento, que se equivocaba.
La fuerte risa que emitía Zoe, le conseguían evadir todas esas preocupaciones que le aparecían. Su hija se veía muy feliz, al igual que Kudo, que los nervios que traía hacía media hora atrás, se habían transformado en pura alegría.
Por el momento, no parecía haber sido mala decisión. Cruzaba los dedos para no equivocarse esta vez.
La vuelta a casa, fue completamente diferente a la ida. A pesar de solo haber quince minutos hasta su casa, Zoe se había quedado completamente dormida nada más acomodarse en el coche. Tanto desgaste de energía, correr y patinar de arriba abajo sin parar, le habían pasado factura.
"Que silencio." Dijo la científica mientras sentía la calma que transmitía el cielo anaranjado, que a cada minuto se oscurecía más.
"Me lo he pasado muy bien, sinceramente." Dijo él sin dejar de mirar la carretera, ni de sonreír.
"Lo he visto. No se cual de los dos parecía más niño." Se burló entre risas. "Cuando eras Conan, no eras tan divertido." Le dijo alzando una ceja.
"He disfrutado cómo un crío." Le dijo contemplándola de reojo. "Zoe es tan alucinante cómo tú." Le alabó.
Shiho chasqueó los dientes y apoyo su espalda en el costado para verle mejor. "No lo intentes." Le dijo al ver por dónde se encaminaban.
"Esa faceta tuya de chica difícil, es muy sexy, ¿lo sabías?" Le dijo contemplando el rosado de sus mejillas que aún podía sacarle.
"Cállate." Le dijo poniendo su dedo índice entre sus labios y mirando de reojo, que Zoe siguiese igual de dormida. "Estamos aquí por tu hija." Le susurró, intentando cambiar de tema.
"¿Quieres ir a cenar?" Le propuso, sin escuchar todas las quejas de la pelirroja.
"¡¿Qué dices?!¿Estás loco?" Dijo abriendo los ojos. "Zoe está cansada, debería ir a casa."
"Está el profesor contigo, puede quedarse con Zoe." Insistió.
"No." Contestó firmemente. "Las cosas han cambiado." Le dijo cortando el contacto visual. "Nos reuniremos juntos hasta que Zoe sepa toda la verdad. Entonces nos organizaremos para que puedas estar con ella y todas esas cosas." Le explicó volviendo su atención al exterior de la ventana.
Kudo se quedó callado al escuchar esas palabras. Por una parte le alegraba el poder saber que ella no se interpondría a la hora de querer pasar tiempo con su hija, pero no era así cómo él quería solucionar las cosas.
Quería intentarlo y ser una familia. Esa que tanto había estado evadiendo.
Hasta que no ha tenido delante de sus ojos la figura de su hija, no ha sido consciente de la plenitud y alegría que le transmitía.
"Ya hemos llegado." Dijo un poco más serio al aparcar en su portal.
El profesor salió a recibirlas y Shiho sacó con cuidado a la niña, que empezaba a despertarse mientras bostezaba.
"¿Ya hemos llegado?" Preguntó la niña con voz somnolienta.
"Si cariño." Le contestó Agasa a la vez que la cogía de los brazos de su madre. "Y he hecho tu comida favorita para cenar." Le dijo con una sonrisa.
La niña abrió los ojos al escuchar eso y esbozó una amplia sonrisa. "¿Seguro?"
"Claro."
Zoe se volteó para dirigirse a su madre, que se había quedado en el portal para despedirse del detective.
"¿Puede quedarse a cenar Shinichi con nosotros?" Le preguntó haciéndole ojitos.
"Otro día cariño." Le contestó su madre.
"Porfiiii." Insistió sin dejar de mirarle de esa manera.
Shiho resopló ante la petición de su hija y se dirigió al detective a la vez que cruzaba los brazos. "¿Quieres quedarte a cenar?" Le preguntó sin acabar de estar convencida.
