"Entonces…¿Vas a empezar a trabajar en la policía de Osaka?" Le preguntó Shiho al volver de acostar a la pequeña.

"Me he cogido unas semanas de vacaciones, pero sí, esa es la idea al menos." Le explicó él. "He pedido un traslado."

"Nos tocará volver a trabajar juntos." Dijo ella cruzando los brazos. "Vuelve el imán de cadáveres."

"No te veo muy satisfecha ante esa idea." Le contestó al ver su cara seria. "¿Tan malo es trabajar de mi lado?" Le preguntó alzando una ceja.

"No es eso. No puedo decir que no me guste trabajar contigo, lo único es que no quiero que me compliques la vida otra vez." Le contestó ella mirándole a los ojos. "Tenerte cerca, siempre son problemas añadidos."

"Vengo a ayudar, no a complicar las cosas." Le dijo él, intentando relajar la tensión del rostro de Shiho. "He madurado, puedo demostrart-"

"A mí no quiero que me demuestres nada, Kudo." Le cortó suspirando. "A quien debes demostrarle es a Zoe, tu hija, sólo eso. Olvida todo lo que hayas imaginado." Dijo con un tono un poco frío.

Kudo no bajó la mirada. Quería ver algún signo de duda, debilidad o incluso nostalgia si se daba el caso. Pero su cara era tan inexpresiva cómo cuando apenas la conocía. Había perdido la capacidad de leer a través de ella y su madurez la habían convertido en una mujer mucho más inteligente perspicaz a la hora de esconder sus emociones.

A lo mejor tenía razón y las cosas habían cambiado más de lo que esperaba.

"Gracias por la cena." Dijo levantándose de la mesa y dirigiéndose a la entrada.

"Yo estos días tengo bastante trabajo así que no pasaré por casa hasta la noche. El profesor estará a cargo de Zoe, así que si quieres quedar con ellos o añadirte a sus excursiones, puedes llamarle." Le propuso ella.

No quería acercarse tan rápido a su entorno, las heridas tenían que acabar de cicatrizar y no quería darle la oportunidad a abrírselas de nuevo. Prefería evitarle y poner distancias entre ellos. Con una hija, las cosas eran distintas.

"Claro." Contestó dirigiéndose a la puerta. "Buenas noches, Shiho."

"Descansa." Contestó ella cerrando con suavidad detrás suyo.

Apoyó su espalda en la puerta y suspiró lentamente con los ojos cerrados. Le costaba tanto pensar con claridad a su alrededor. Le notaba distinto y extraño, pero a la vez, su labia y sus gestos seguían siendo los mismos.

Era duro dejar ir y más cuando se quiere a alguien de esa manera. Podía decir que había sido lo más duro a lo que se había enfrentado. Dejarlo todo atrás, olvidarse de él y cambiarse de ciudad con una prueba de embarazo positiva y una maleta prácticamente vacía.

"¿Estás bien, Shiho?" Le preguntó el profesor asomado en la puerta, ya que había escuchado la puerta cerrarse.

"Sí " Contestó sin más, pasándose las yemas justo debajo de sus ojos, para no permitir a ninguna lágrima caer. "Voy a acabar de recoger." Dijo apagando la luz de la entrada y dirigiéndose al salón para evitar otra conversación.


El invierno y sus frías ventiscas empezaban a abandonar la ciudad poco a poco. A pesar de seguir ofreciendo noches gélidas y largas, habían ciertas horas del día, en las que los rayos solares transmitían una calidez muy agradable y embriagadora. Las terrazas de los bares también habían notado ese cambio, al igual que los parques infantiles y los deportistas, que llenaban las calles y sus aceras.

"¡Tíramela otra vez!" Le pidió Zoe desde la otra punta del campo, mientras alzaba las manos reclamando la pelota.

"¡Prepárate que voy!" Contestó Kudo, preparando su pie derecho para chutar la pelota con suavidad.

El detective chutó la pelota y observó como la niña se movía por todo el campo para devolverle el toque. Al igual que él, la pequeña parecía ser muy buena en ese deporte. La pasión por el futbol parecía ser hereditaria.

"Shinichi ahora vengo, voy a comprar algo para beber." Le comunicó el profesor levantándose lentamente del banco.

"Claro, no se preocupe." Contestó acercándose a Zoe e intentando robarle la pelota con los pies.

Desde que había descubierto su paternidad, había pasado prácticamente todas las tardes con Zoe y el profesor. Desgraciadamente, Shiho no había querido compartir ese tiempo de ocio junto a ellos, no la había visto desde hacía dos semanas.

"¡Kudo!"

El detective se giró al escuchar una voz llamarle y su cara esbozó una sonrisa al reconocer la persona que se acercaba a ellos.

"¡Heiji!¿Que haces aquí?¿No tienes que estar en la central?" Preguntó el moreno a su mejor amigo.

"Hoy tengo la tarde libre y Shiho me ha dicho que estaríais aquí, así que he decidido pasarme para pasar un rato juntos." Le explicó alegremente mientras abría los brazos para que la niña pudiese abrazarle.

"¡Tío Heiji!" Dijo sonriente la pequeña. "¿Juegas con nosotros?" Le preguntó emocionada.

"He venido para hablar con Shinichi, ¿Me lo prestas unos minutos?" Le preguntó amablemente.

Los dos se sentaron en el banco más cercano y la niña se quedó jugando con unos amigos a los que acababa de encontrarse.

"Ya te quedan menos días para volver a reincorporarte al equipo." Dijo Heiji para empezar la conversación.

"Sí, tengo ganas de volver a trabajar, pero también estoy disfrutando de este momento." Contestó el detective sin dejar de vigilar a la niña.

"Se me hace raro verte actuar cómo padre."

"Para mi también sigue siendo un poco extraño." Dijo Kudo volviendo su atención a su amigo. "No paro de preguntarme tantas cosas sobre su infancia…" Dijo con nostalgia.

"Puedes preguntar." Contestó su amigo amablemente. "Dada la situación. Shiho, el profesor y yo, estamos aquí para echarle un cable en esto."

Se sentía algo aliviado saber que contaba con su apoyo, pero eso no le hacía más fácil la situación que estaba viviendo. Se sentía a millas de distancia de Shiho, y su hija, aún no sabía quien era realmente.

"¿Cuándo hablareis con Zoe?" Le preguntó curioso. "Ya sabes, decirle que no eres amigo de su madre."

"Si que somos amigos." Contradijo él.

"No lo sois." Continuó diciendo Heiji. "Puedes catalogarla cómo: Madre de tu hija, romance, examante, o incluso excompañera. Pero la opción de amiga, no creo que pueda estar entre ellas."

Shinichi no le contestó esta vez, aunque no opinaba del mismo modo, sabía que en parte tenía razón. "¿Puedo preguntarte algo?" Le preguntó, prefiriendo cambiar de tema.

"Claro." Contestó rápidamente.

"¿Cómo fueron los primeros días de Zoe?" Le preguntó volviendo a clavar su mirada en su hija, que no se cansaba de correr tras la pelota.

Heiji se sorprendió ante esa pregunta, pero sonrió al empezar a recordar ese periodo.

"Ser tío, también es un trabajo complicado." Dijo recordando todas las veces que había estado junto a ellas. Las consideraba de su familia pese a no compartir la misma sangre. "Shiho estuvo trabajando hasta el último momento y tal fue la situación, que se puso de parto mientras me acompañaba a investigar un caso a otra prefectura." Dijo medio riendo. "Se vuelca tanto en su laboratorio, cómo con Zoe. En todo este tiempo, sólo ha tenido tiempo para esas dos cosas."

"Hay cosas que no cambian pese a que pasen los años." Dijo recordando la obsesión por el trabajo que tenía.

"Y otras cosas, cambian demasiado." Continuó Heiji.

"¿Era feliz?" Preguntó el moreno curioso. "Con Ryo, me refiero." Especificó.

"¿Seguro que quieres hablar de estas cosas?" Le preguntó su amigo.

Kudo asintió. "Me has dicho que preguntase, ¿no?"

"Tienes razón." Heiji soltó una pequeña risa. "Aprendí de ella desde el primer momento que pisó la oficina. Era imposible que pasase desapercibida con ese don sobre sus hombros, y Ryo, fue el primero en romper la coraza que traía, incluso antes de que yo pudiese hacerlo." Empezó a explicar. "En pocas semanas, parecía que volvía a sonreír gracias a él. Creo que sí, era feliz."

Shinichi se sintió dolido al saber esos detalles, pero necesitaba saberlos aunque sintiese celoso. Tenía que llenar ese vacío temporal que tanto quería conocer.

"Siempre recordaré la primera vez que subí a aquella habitación de hospital con Kazuha para conocerla." Dijo volviendo a sentir esa calidez.

Flashback

"¿Estás seguro que es esta dirección?" Le preguntó su novia, caminando de su lado. "Este pasillo es eterno."

"cincuenta y ocho, cincuenta y nueve, sesenta." Dijo pensando en voz alta a la vez que ignoraba el comentario de su compañera y se concentraba en encontrar la habitación que buscaba.

"Por aquí." Contestó guiando a su novia.

La habitación era pequeña e individual. Paredes blancas y una ventana bastante grande recubierta con una cortina pálida.

La calma se notó al primer paso que dio y la pareja calló al notar que habían llegado.

Shiho no se había percatado de ellos, estaba demasiado concentrada con el bulto que ahora ocupaban sus brazos. Pero el profesor les sonrió y les invitó a acercarse.

"Parece que ya somos uno más." Dijo Hattori llamando la atención de la pelirroja.

Shiho dejó de mirar a la pequeña para saludar a la pareja con una cálida sonrisa. "Hola tío Heiji." Le dijo girando el bulto de entre sus brazos para que pudiesen verle mejor.

"¡Que pequeña que es!" Exclamó Kazuha emocionada.

"¿Quereís cogerla?" Preguntó ella acercándosela a ellos.

Era muy tierno ver a la pareja cargando la criatura. Sabía que en un futuro serían unos padres buenísimos, por el momento, iban a encargarse de que la pequeña creciese sana y rodeada de felicidad.

El profesor estaba realmente emocionado, con los ojos brillantes. La situación esas últimas semanas, había empeorado muchísimo. Ryo había perdido la conciencia hacía muy pocos días y se encontraba en otro hospital, enganchado a un montón de cables y máquinas. Esperando al momento en que su cuerpo deje de luchar.

No habían hablado de ello desde el momento en que le habían ingresado por el parto. Necesitaban respirar un segundo y poder darle una cálida bienvenida a la pequeña que había conseguido endulzar esos días tan amargos.

Hattori cogió a la niña de los brazos de su pareja y le acarició la cara con una sonrisa. "Vas a ser una niña muy consentida." Le dijo provocando que la criatura hiciese muecas.

"¿Has pensado en algún nombre?" Preguntó Kazuha muy curiosa.

"Zoe." Contestó la madre con una sonrisa. "Significa vida." Les explicó.

La sonrisa de los tres visitantes se ensanchó en el momento que lo escucharon. Era perfecto. Ella, era perfecta.

Fin Flashback

Vida

No se había percatado de ello. Shiho había escogido un nombre muy acertado. Cerró los ojos mientras intentaba imaginar la escena y luego los abrió para contemplar la vitalidad que desprendía la pequeña pelirroja.

Quería que a partir de ahora, esa pequeña estuviese presente en todos los recuerdos que crease.