Después de unas semanas de excursiones y salidas, Kudo y Shiho, decidieron dar el paso para comunicarle a Zoe todo lo que pasaba. Alargar la situación no les servía de nada, sólo conseguían dejar en intermitente una situación incómoda entre ellos de la cual sentían que debían hacer algo al respecto.
Shinichi se dio una ducha cálida y se puso un buen y elegante conjunto para la cena de esta noche. Después de todas las quedadas de esas semanas, era la primera vez que Shiho volvía a reunirse con ellos y tenían la oportunidad de salir a cenar los tres. Estaba contento por ello, que apenas había pegado ojo esa noche. Todos los escenarios posibles aparecían en su mente y en cuanto aparecía la opción de rechazo, sus nervios salían a flote.
¿Y si su propia hija no quería saber nada de él al enterarse de cómo habían ido las cosas en realidad?
Era una niña pequeña, sí. Pero sabía lo observadora e inteligente que también era. Estaba muy unida a su madre y pese a no saber apenas nada del tema, conocía a la perfección cómo le afectaba a su madre. Eran muy protectoras la una con la otra.
Se perfumó sutilmente y cogió una chaqueta antes de salir de su casa y entrar a su coche. Condujo tranquilo sin dejar de controlar la hora, aun quedaban quince minutos para la hora acordada, pero después de su impuntualidad nata, quería mejorar y demostrar que podía comprometerse con lo que fuese necesario. Al llegar se bajó del coche y se dirigió a su portal intentando aparentar tranquilidad.
Shinichi les había propuesto una cena en un gran restaurante de la ciudad, pero Shiho, pese a que se había propuesto a invitarlas, prefería algo mas intimo para ese momento, así que le invitó a cenar a su propia casa. Y en cuanto la pelirroja abrió la puerta, captó un embriagador olor que hacía años que no olía.
Shiho había hecho curry, lo que más le gustaba a él. ¿Era una mera coincidencia o lo había hecho por él?
"Buenas noches, ¿Entras?" Le preguntó ella al ver que se había quedado parado pensativo.
"Sí, gracias." Contestó amablemente mientras se adentraba. "La cena huele muy bien."
"Gracias. Zoe está en el salón." Dijo caminando hacia el. "¿Estas listo?"
¿Lo estaba?
Era una pregunta difícil para ese preciso momento. Con una respuesta mucho más complicada. Uno nunca estaba preparado para enfrentar este tipo de cosas, pero aparecían y una vez pasaban, nos percatamos que podrían haber sido mucho peores.
"Estoy un poco nervioso, pero se que al final me sentiré aliviado." Le contestó escondiendo sus manos dentro de sus bolsillos.
"Zoe merece saberlo." Le contestó ella llegando a la entrada del salón. "No quiero privarle de nada y menos de su padre. Pero también quiero que su padre se comporte cómo tal." Le explicó ella.
"No os decepcionaré." Dijo guiñándole un ojo.
Ella ignoró ese gesto y volvió a la cocina. "Voy a buscar los platos, vosotros podéis ir sentándoos."
Kudo se quedó contemplando su espalda mientras se iba de su lado, al igual que lo hacía su dulce perfume. Odiaba el distanciamiento y la desvinculación que había crecido entre ellos dos.
"¡Shinichi!"
Zoe saludó a Kudo muy emocionada y los dos se sentaron antes de que Shiho apareciese con los platos.
El curry estaba buenísimo.
No podía esconder la cara de disfrute que ponía al devorar esa cena tan esplendida. De todos los curris que había probado, ninguno podía compararse al que preparaba la científica.
"¿Quieres repetir?" Le preguntó ella al ver su plato vacío al poco rato.
"¿Hay más?¿Se puede?" Le preguntó él con los ojos brillantes ante su propuesta.
Ella sonrió ante su reacción y cogió su plato para dirigirse a la cocina y ponerle otra ración.
"Mamá cocina muy bien." Dijo la niña, mirándole con una sonrisa amplia. "…A diferencia del abuelo."
Kudo río fuertemente por su comentario, suerte que el profesor hacía días que había vuelto a Tokio y no podía escuchado.
"Toma." Dijo la pelirroja al volver y poner el plato frente de él.
La cena parecía transcurrir con normalidad sin que los dos adultos se cruzasen apenas palabras, y a la hora de tomar el postre, el ambiente se puso más tenso y serio.
"Zoe, cariño." Le dijo su madre para llamar su atención. "Shinichi y yo llevamos días queriendo decirte algo muy importante." Empezó a explicarle.
Sentía cosquillas en el cuerpo de los nervios. Su hija había empezado a mirarles a los dos con confusión, sin entender que pretendía decirle su madre.
"¿Qué pasa?" Preguntó inquieta.
"Os habéis echo muy amigos estos días, ¿verdad?" Le preguntó su madre con suavidad a la vez que acercaba su mano para coger la suya.
"Siiiiiii." Contestó la niña contenta. " Shinichi es muy divertido." Continuó diciendo con una sonrisa.
Kudo y Shiho sonrieron, pero la última quitó rápido su sonrisa para volver a poner una cara neutral.
"Shinichi y yo nos conocemos desde hace muchos años. Antes de venir a Osaka, mamá vivía en Tokio." Le empezó a explicar tranquilamente.
"Trabajábamos juntos y tenemos muchos amigos en común." Intervino él. "El tío Heiji, por ejemplo."
Zoe se quedó escuchando atentamente. Su madre nunca hablaba de cuando vivía en Tokio, pese a sus preguntas, siempre se llevaba evasivas.
"Pero no pensábamos de la misma manera y eso acabó siendo un problema" Intentó explicar ella.
La pequeña levantó una ceja. "¿No erais amigos?"
"Sí" Contestó Kudo.
"No" Le corrigió rápidamente la científica.
"No lo entiendo." Intervino la pequeña más confundida.
Shiho suspiró ante la situación, mientras hacia memoria al pasado para poder explicarle a su hija lo que merecía saber.
"Nunca te he hablado de papá, ¿verdad?" Dijo Shiho suavemente.
"No." Contestó Zoe muy concentrada en la conversación actual.
"Verás, conocí a papá porque le destrocé la vida en un momento. Por unas cosas de las que yo no podía hacer nada para evitarlo." Le empezó a explicar con tristeza, de la manera más sencilla que podía. "…y después de poner todo mi esfuerzo en poder devolvérsela y empezar una amistad con él al trabajar juntos, empecé a quererle por el camino."
Zoe le sonrió a su madre con amor y Kudo tenía sus ojos clavados en ella, escuchando cada letra que salía de su boca.
"¿Era guapo?" Le preguntó Zoe divertidamente.
Shiho le sonrío mientras evitaba sonrojarse o mirar a Kudo de reojo "Sí, era muy guapo." Le contestó con sinceridad. "Pero él ya pertenecía a otra chica."
"¿Él no te quería?" Preguntó la niña entristeciendo su cara después de escuchar eso.
Kudo quiso interferir y decirle a su hija que se equivocaba, que siempre había amado a Shiho, pero la misma pelirroja se adelantó a contestar.
"No es eso cariño." Le dijo acariciándole la mejilla para que no se entristeciera. "Las cosas se vuelven muy complicadas a veces…" Le contestó sin saber bien que decirle. "La vida de los adultos es mucho más difícil."
"¿Y que pasó con él?" Preguntó muy curiosa.
"Él quería casarse con el amor de su vida y yo me vine a Osaka para poder ser feliz contigo." Siguió explicándole. "No tuve la oportunidad de decirle que tú estarías con nosotros en poco tiempo, y él, hace poco se ha enterado y está deseando poder estar contigo a partir de ahora." Le dijo muy nerviosa.
"¡¿De verdad?!" Exclamó ella muy emocionada. "¿Y cuando podré conocerlo?"
Shiho suspiró mientras volteaba la cabeza para mirar a Kudo. "Ya lo has conocido." Le contestó señalándole al moreno.
La niña empezó a emocionarse fuertemente a la vez que saltaba de la silla y se dirigía a loas brazos de su padre con los ojos llenos de lágrimas. Había envidiado a todas sus amigas por poder abrazar o estar con sus padres, y por una vez, ella podía abrazar al suyo.
Shiho se sentía cómo una mierda. No habían sido nada agradables todas las cosas que le habían tocado vivir, pero había intentado con todas sus fuerzas hacer lo correcto por Zoe. Y aún así, no podía sacarle el dolor que pudiese sentir ahora mismo.
"Lo siento Zoe. Pasaron muchas cosas después de eso y tampoco he sabido nunca cómo poder decírtelo." Le dijo mientras la niña se aferraba a su padre.
"¡Podrías habérselo dicho a él!" Le recriminó su hija enfurecida entre toda esa emoción.
"Zoe." Shiho se puso seria al ver cómo la niña alzaba la voz.
"Mi papá no sabía que yo existía." Contestó muy enfadada. "¡Te odio!" Le chilló.
Shiho se quedó helada tras recibir ese severo rechazo. Sabía las ganas internas que tenía Zoe de conocer a su padre, pero hasta ahora, Kudo tenía una familia en otra ciudad. No podía haberlo echo.
Se quedó con la boca entreabierta y los ojos brillantes. No era agradable escuchar esas palabras de un hijo.
"¡Quiero irme con papa!" Exigió la pequeña.
Kudo empezó a ponerse nervioso a ver el panorama que se estaba formando. Shiho se veía muy dolida y su hija, estaba llena de rabia en ese momento.
"Sigues viviendo aquí y eres una niña. No puedes hacer lo que te apetezca. Solo es un enfado por el momento, tienes que calmarte." Le contestó su madre muy seria.
"¡No quiero!¡Quiero irme con él!" Volvió a insistir.
Shiho abrió la boca para volver a contestarle, pero esta vez, Kudo tomó la iniciativa de la conversación.
"Cariño, no te pongas así." Se dirigió a su hija mientras le cogía las manos con cariño. "Mamá no tiene la culpa, y tiene razón, tú vives aquí." Dijo intentando calmar la situación.
"Eres mi padre, también puedo ir contigo." Contestó aún en sus trece, no quería separarse después de saber algo como esto.
"Claro Zoe, pero no así, y hoy tampoco es el día perfecto para hacerlo." Siguió hablándole suavemente.
La niña resopló insatisfecha y se apartó de su padre para volver a su habitación sin ni siquiera mirar a su madre.
"Te odio." Volvió a decirle antes de cerrar la puerta detrás suyo.
Shiho suspiró derrotada y se dejó caer en la silla más cercana. El dolor y la impotencia de todo lo que había pasado, se empezaron a apoderar de ella.
"Ha sido un shock para ella, no se lo tengas en cuenta." Intentó él animarle. "Se le pasará."
"¿Y tú que sabrás?" Le escupió ella molesta. "Apenas la conoces." Dijo gélidamente. "Me ha dicho que me odia, Kudo." Dijo dolida.
"No lo dice enserio. Dale tiempo."
"Duele de la misma manera." Le contestó. "Creo que deberías irte, se ha echo muy tarde."
"Claro. Nos vemos mañana en la central." Le dijo acercándose a la entrada.
"¿Empiezas mañana ya?" Preguntó ella no muy contenta al escuchar esa noticia.
"Sí, hoy es mi último día de descanso." Dijo abriendo la puerta. "Hasta mañana."
"Hasta mañana." Se despidió ella.
