Heiji y Kudo, habían vuelto a trabajar codo con codo desde hacía casi una semana. Shinichi se sentía un poco perdido al principio, ya que apenas conocía a nadie y aún tenía que memorizar muchos nombres y salas. Pero no había nada con lo que no pudiese.

Lo malo, era que Shiho seguía igual distante y un poco molesta por los sucesos que habían llegado a pasar. Zoe se había enfadado mucho más de lo que se habían imaginado, y eso, le estaba empezando a afectar a la pelirroja.

"Déjame llevar esto al laboratorio y ahora nos dirigimos para allí" Le comentó Heiji con una bolsa de pruebas en la mano.

"Espera." Le frenó Kudo. "Déjame llevarlas a mí." Dijo señalando la bolsa que cargaba.

Hattori le miró dudoso pero no se negó, le entregó la bolsa y sacó sus llaves del coche del bolsillo. "Está bien, te espero en el coche entones."

Kudo asintió y cada uno tomó una dirección opuesta. Subió por el ascensor y cruzó el pasillo hasta llegar al laboratorio.

Toc toc

"Adelante." Contestó ella al poco tiempo con una voz neutral.

"Buenos días." Le saludó él mientras cruzaba la puerta.

Ella no le devolvió el saludo al reconocerle, se quedó en el mismo sitio sin dejar de mirar a través del microscopio. Podía notar lo tensa que se volvía a su alrededor. A pesar de intentarlo todo, siempre acababa haciéndole daño y esta vez, había puesto sin quererlo, a su propia hija en su contra ella. Se sentía fatal por ello.

"Vengo a traer unas pruebas." Dijo el moreno al ver que ella parecía no tener intenciones de hablar.

"Déjalas encima del escritorio." Contestó ella sin mirarle.

Él asintió y las dejó tranquilamente sobre su escritorio antes de volver a acercarse a ella. No sabía muy bien cómo hablar con ella, su relación era muy diferente a la que había tenido con Ai y ahora no podía anticipar nunca sus palabras.

"¿Cómo estás?" Le preguntó el detective.

"¿Necesitas algo más?" Preguntó secamente la científica, ignorando su pregunta. Se apartó del microscopio y se dirigió a su ordenador esquivándole para apuntar unas observaciones.

"No me gusta que estemos así." Le contestó decaído.

"¿No era esto lo que querías?" Le preguntó la pelirroja tajante y mirándole a los ojos por primera vez. "Zoe se ha ido contigo y con mi pasado de mierda, no puedo ni reclamarte la puta custodia compartida." Dijo herida.

Kudo se quedó callado unos segundos. La situación era realmente tensa.

Zoe había pillado un cabreo monumental con su madre, hasta el punto en el que Shinichi tuvo que ir una noche a casa de Shiho a recogerla. Ahora llevaba unos cinco o seis días en su casa, viviendo con él intermitentemente hasta que la situación se calmara un poco. Y pese a estar realmente feliz de poder vivir todas esas experiencias que estaba viviendo con su hija, le destrozaba ver a la pelirroja afectada de esa manera. Era una sensación muy agridulce.

Y completamente amarga para ella.

"¿Cómo está?" Le preguntó ella con un hilo de voz, intentando controlar sus ojos brillosos para que no cayera ninguna lágrima.

"Está bien." Le contestó él al fin. "Fue un shock para ella, está empezando a asimilarlo todo." Le explicó.

Shiho suspiró lentamente y le dio la espalda al detective para volver a su trabajo y finalizar con esa conversación. Lo único que le importaba era que estaba bien y se sentía feliz con él, los demás temas que quisiese hablar el detective, le importaban una mierda.

"He pensado que podríamos hacer algo los tres este fin de semana." Dijo él sin darse por vencido. "Ir a un parque de atracciones o algo parecido. Creo que Zoe estaría más receptiva." Le sugirió.

"Me lo pensaré." Contestó ella sin querer prolongar la conversación.

"Está bien. Heiji me está esperando, te dejo trabajar." Le dijo marchándose del laboratorio.


El malhumor y la desesperación de la científica, crecían cada vez más rápido a cada día que pasaba. El fin de semana estaba a la vuelta de la esquina y pese a la insistencia del detective, se había negado rotundamente a esa cita familiar que había planeado. No es que no tuviese ganas de ir y poder ver y abrazar a su hija, simplemente no tenía fuerzas para volver a recibir otro gesto de odio cómo el de la última vez.

No había dejado apenas de trabajar esa semana. Llegaba antes de que el sol saliese y se iba de buena madrugada. Todo para poder mantener su cabeza ocupada al máximo.

Apoyó los codos encima de la mesa y dejó caer su rostro sobre sus manos mientras suspiraba. Estaba exhausta.

"¿Se puede saber que haces aquí a estas horas?" Le preguntó Heiji asomándose por la puerta al ver la luz encendida, con el uniforme fuera y ya vestido con unos tejanos y una sudadera verde. "Ya se han ido todos, Shiho."

"¿Y eso que más da?" Contestó sin prestarle apenas atención.

"Vamos, Shiho. Vámonos a casa." Le dijo apartándola de su escritorio. "Tienes un serio problema con el trabajo."

"¡Ey, espera!" Dijo recogiendo todo lo que podía.

Apagó el ordenador y se aligeró a coger sus cosas antes de que el detective volviese atosigarle o incordiarle.

"Todos los baches, por altos que sean, acaban pasando." Le dijo el moreno intentando animarla inútilmente.

"¿Tú también con esas?¿Podéis dejar todos de decirme todas esas gilipolleces?" Preguntó ella un poco cansada. "No sirve absolutamente de nada."

El moreno calló y siguieron caminando por el pasillo hasta que el teléfono de ella interrumpió su paso. Lo sacó del bolsillo y su cara se molestó al ver el identificador de llamadas.

Era Kudo.

No quería cogérselo. Sabía que es lo que pretendía hacer con esa llamada y no iba a ceder dijese lo que dijese. Pero también sabía que si no le contestaba seguiría llamando posteriormente, así que descolgó la llamada y le contestó muy secamente.

"¿Qué quieres, Kudo?"

Para su sorpresa, un largo silenció le contestó de buenas a primeras. Sabía que Shinichi estaba en la otra línea, ya que podía escuchar su respiración a través, pero él parecía que no decía palabra.

"¿Kudo?" Preguntó más confusa esta vez. ¿Se había equivocado?

El ceño de la pelirroja se frunció en cuanto empezó a notar la respiración de Kudo un poco nerviosa. Descartó rápido esa opción. Algo no cuadraba, lo sentía y cada segundo que pasaba en silencio, las dudas e incertidumbre crecían. ¿Había pasado algo? Pensó en colgar y correr a su casa cuando finalmente le contestó.

"Shiho…" Dijo al fin con un hilo de voz.

"¿Qué pasa?" Volvió a preguntar ella rápidamente, ahora, con cierto miedo.

"Es Zoe."

"¿Está bien?" Preguntó intentando no mostrar desesperación.

"Yo...no lo sé. Ha pasado todo muy rápido." Contestó él nervioso.

"Kudo, dime que ha pasado."

Heiji empezó a prestar atención al ver su rostro cambiar, sabía que hablaba con Kudo, pero no tenía ni idea de que le estaba diciendo.

"Estábamos jugando en el parque y cuando he vuelto de recoger la pelota ya no estaba. Ha desaparecido sin más. La he buscado cómo loco y he encontrado un pañuelo suyo en una acera cercana." Dijo completamente apagado y lleno de culpa. "Shiho, creo que alguien se la ha llevado."

Shiho dejó de escucharle en ese preciso instante. Todo su alrededor parecía haberse bloqueado al acto, incluso ella. No podía hablar, no podía moverse, no podía respirar. No podía hacer nada.

La impotencia, la rabia y una profunda tristeza y dolor, le golpearon fuertemente tras esa noticia. Se sentía cómo si se fuese a romper en mil pedazos.

El teléfono aún estaba apoyado en su oreja y su mirada se había quedado vacía de un segundo a otro.

"Acabamos de abrir una investigación, Shiho. La vamos a encontrar." Le dijo el detective al notar que no reaccionaba. "La búsqueda acaba de empezar y ya hay bastantes cosas en marcha, pero necesitamos que vengas aquí. Te he mandado una ubicación." Le pidió.

"Voy para allí." Contestó sin más justo antes de colgar.

"¿Qué ha pasado?" Le preguntó Hattori con una ceja alzada al ver su reacción.

"Zoe." Le contestó la pelirroja cortamente con lágrimas en los ojos. Si hablaba más, rompería a llorar. Y en ese momento, no podía acabar de perder el control. Tenía que intentar sacar valor de dónde no lo tenía.

Salió corriendo en dirección al parquin, con su compañero a su espalda, que se adelantó para ocupar el asiento piloto y llevar a la pelirroja junto al detective mientras seguía sus indicaciones.

El trayecto fue en absoluto silencio y Heiji no se atrevió a intervenir, ni encontró ninguna palabra adecuada que hiciese sentir mejor a su compañera.

La zona estaba acordonada cuando llegaron.

Shiho abrió los ojos de par en par en cuanto el coche paró y notó cómo las manos le temblaban de los nervios.

Salieron al momento y se dirigieron directamente al circulo de policías que se había formado muy cerca de donde estaban.

Shiho tenía los brazos cruzados, buscando algo con la mirada mientras caminaba. Y lo encontró rápido.

Se acercó a él y le cogió del brazo con fuerza para apartarle del circulo y poder tener una conversación más privada.

"¡Auch!" Se quejó adolorido mientras se acariciaba el brazo que le había arrastrado.

"¿Se puede saber que has hecho?" Le preguntó ella con los ojos brillantes, sin dejar de agarrar su traje con fuerza.

"Shiho, ha sido un segundo." Le intentó explicar. "Alguien debía estar observándonos."

"¿Y se puede saber a que clase de enemigo te estás enfrentando cómo para que secuestren a tu hija?" Le preguntó enfadada.

"Shiho, eso no tiene sentido, tú también trabajas en la central." Dijo tranquilo, intentando calmar un poco la conversación.

"¡Vete a la mierda!" Le chilló sin poder aguantar las lágrimas. "Apenas llevabas unos días con ella y ahora no se si voy a volver a verla."

Sus nudillos se habían vuelto blancos y sus manos no habían dejado de temblar. Se había quebrado.

Kudo podía decir que nunca la había visto de esa manera. Se veía desolada y le daba la sensación de que podía caer en cualquier momento. Así que envolvió sus brazos en ella y la abrazó fuertemente mientras rompía a llorar, intentando aliviarla de alguna manera.