"¿Qué?" Preguntó sorprendida sin entender.
"No nos ha dado su nombre, pero no parece que tenga un compañero o algo así." Le informó.
"¿Está bien?¿Has podido hablar con ella?" Preguntó muy preocupada.
Kudo suspiró un poco aliviado "Sí, está bien. No es consciente de la situación en la que está, se cree que está de excursión con un hermano mío. La han engañado de mala manera, pero no parece triste ni que le estén haciendo nada malo."
Shiho sintió un pequeño alivio al escuchar esas palabras. Zoe estaba bien y esa era de las mejores noticias que podía escuchar. No pudo evitar sonreír y emocionarse al saber que había podido hablar con ella.
"Que alivio." Susurró saboreando el café y dejándolo a un lado para poder seguir hablando. "¿Te ha dicho que es lo que quiere?" Preguntó curiosa, sin acabar de bajar nunca la guardia. "¿Te ha dicho por que lo ha hecho?"
"Sí, bueno…" Contestó el detective un poco nervioso antes de beber un sorbo de café.
"¿Y bien?" Preguntó nerviosa al notar su reacción.
"La voz estaba distorsionada pero pudimos llegar a saber que se trataba de un hombre que actúa contra mí." Empezó a explicarle. "No tiene nada que ver con la organización ni contigo...Sus palabras de odio iban todas dirigidas hacia mí. Dice que me quiere hacer pagar por un caso de hace cuatro años, pero ni siquiera se a cual se refiere." Le explicó confuso.
"¿Le va a hacer daño a Zoe?" Preguntó ella, notando cómo el aire de sus pulmones se comprimía.
"No." Contestó él firmemente. "Me quiere a mi." Le especificó. "Después de lo que hemos descubierto, no creo que tardemos en dar con ella. Ya estamos cerca Shiho, iré a buscarla y volveré con ella."
Ella le miró fijamente, queriendo creerle con todas sus fuerzas, pero, después de todas las promesas que no había cumplido, no le era tan fácil esta vez el poder creerle o confiar. No podía permitirse volver a decepcionarse.
"Espero que acabe todo pronto." Le dijo sin saber que otra cosa podía decirle, seguía siendo todo muy tenso entre ellos.
"Y yo. Voy a ir a casa para repasar todos los casos que resolví hace cuatro años, no son pocos pero seguro que hay algo que se me está escapando." Le dijo mirando la hora que era. "Me enviarán cualquier ubicación en cuanto den con algo, te llamaré al momento de saberlo." Le explicó cogiendo unos cuantos documentos de la mesa antes de salir de ahí. "Vuelve a casa y aprovecha para descansar un poco mientras tanto." Le sugirió abriendo la puerta.
"Espera." Le contestó frenándole antes de que desapareciera. "¿Puedo ir contigo?" Preguntó ignorando su consejo.
Kudo se sorprendió ante su pregunta. "¿Qué?"
"Yo también quiero ayudar, aquí no puedo hacer nada y no quiero llegar a casa para encontrármela vacía e inundada de silencio. No puedes dejarme a un lado." Le dijo casi susurrando.
"Claro, ningún problema." Le contestó amablemente sin pensárselo mucho. "Vamos en mi coche." Le dijo reanudando el paso.
Shiho le siguió en silencio. Era muy contradictorio todo lo que hacía. No quería hablar con él, pero era al único al que le preguntaba sobre la investigación, no quería acercarse a él y sin embargo se dejaba cuidar por él. Y no quería ni verle y ahora se iba con él, con el temor de sentir esa soledad tan profunda al cerrar las puertas de su casa. Se sentía una tonta.
Ninguno de los dos dijo nada en todo el trayecto, siguieron en silencio escuchando las noticias que Shinichi siempre tenía encendías. Ella bajó el volumen para no llenarse de más malas vibraciones y se dedicó a contemplar el exterior mientras se acariciaba las sienes.
Buscó su bolso, sacó tres pastillas diferentes y se las tragó con la ayuda de un poco de agua. No le gustaba medicarse de esa manera, pero entre el dolor de cabeza que no le abandonaba y la ansiedad que había cogido, necesitaba tomar algo para no acabar de perder los nervios o la cabeza.
Llegaron a su casa poco después y Shinichi recogió un poco su departamento mientras la pelirroja entraba al salón.
"Perdona el desorden." Dijo un poco sonrojado de la vergüenza.
"No te preocupes." Contestó viendo cómo algunos de los juguetes de Zoe aún estaban por algún rincón de la sala. Se agachó para coger un tigre de peluche del suelo y lo acercó a ella para abrazarlo y olerlo un segundo. Su presencia no le abandonaba nunca.
"Tengo el ordenador en la habitación, ahora lo bajaré y podremos continuar con todo esto ¿Te apetece un poco de té?" Le preguntó Kudo con las manos llenas de cosas que tenía que tirar.
"Sí, gracias."
Devolvió el peluche donde estaba y esperó a Kudo sentada en el sofá, el cual apareció a los cinco minutos, dejando el té y el portátil sobre la mesa.
"En desventaja nuestra, tenemos un montón de casos que revisar en un año. No he parado de trabajar, así que poca faena no tendremos." Le explicó abriendo las carpetas. "Lo bueno, es que podemos seguir la pista de que vamos detrás de un barón que probablemente haya perdido a algún familiar cercano en uno de mis casos. Posiblemente, una niña." Dijo apoyando un par de dedos en la barbilla mientras pensaba.
"Aún así, son un montón de casos los que tenemos que revisar." Contestó ella suspirando al ver toda la faena. Estaba agotada.
"Lo sé, aún así, me enviaran la ubicación de la llamada en cuanto consigan rastrearla. Dicen que no es imposible." Dijo mirando su teléfono de reojo por si había recibido algún mensaje o llamada. Pero no había nada por el momento.
Ninguno de los dos se despegó de la pantalla del portátil, sus mentes estaban concentradas y apenas hablaban entre ellos, a no ser que encontrasen algo que les llamase la atención. Sabían que eran más útiles aquí dentro que fuera, así que pondrían todo su empeño por dar lo mejor para su hija. En esto estaban juntos, quisiera ella o no.
"Esto es una mierda." Soltó ella horas después, resoplando mientras se rascaba los ojos cansados. "No sé que pretendes encontrar, yo llevo horas sin ver nada, no se ni qué tengo que se supone que tengo que encontrar." Dijo sintiendo impotencia.
"Tenemos que fijarnos en los pequeños detalles, Shiho." Le contestó intentando animarla, sin despegar su mirada de la pantalla. "Seguro que hay algo que no vemos, pero que está ahí. Ten paciencia. De los dos, siempre has sido tú la experta en mantener la calma en las peores situaciones" Le dijo mirándola de reojo.
"Es difícil tratándose de tu propia hija…" Contestó clavando si mirada en él. "Deberíamos estar ahí fuera buscándola, no aquí dentro perdiendo el tiempo." Dijo levantándose del sofá con los brazos cruzados.
"No estamos perdiendo el tiempo Shiho y sabes que fuera de aquí están los mejores profesionales buscándola." Le intentó explicar.
"¡Sus padres también deberían estar buscándola!" Le contestó alterada con los puños cerrados. Estaba cansada de no recibir respuestas de nada, se sentía al límite de la cordura. "Ella me odiaba…"
"¡Shiho, basta!" Le contestó él agarrando sus brazos para que dejase de alterarse. Notaba como le sobrepasaba la situación. "Lo estamos haciendo bien y eres la mejor madre que Zoe puede tener. Tu hija te quiere." Le dijo cogiéndole de la cara para que sólo se concentrase en él.
Ella se calló, sin tener opción a desviar la mirada.
De la misma manera en la que le hacía daño cómo ninguno, también sabía aliviarle y reconfortarle cómo nadie. Suspiró lentamente mientras cerraba los ojos e intentaba creer las palabras que le decía. Apoyó su frente en la suya, notando su respiración y la calidez que traía su cuerpo.
Quería dejar de sentir ese dolor, así que chocó sus labios con los suyos, mientras absorbía toda la ternura que podía. Su cabeza, por primera vez en días, se había quedado en blanco.
Bip bip bip
Kudo le correspondió sin dudar, pasando las manos hasta su cuello mientras la besaba apasionadamente sin darse cuenta del sonido del teléfono.
Bip bip bip
Shiho se separó al escuchar el ruido y clavó su mirada en el teléfono.
Bip bip
Kudo recuperó el aliento al percatarse y contestó antes de que colgasen.
"¿Sí? Soy yo." Contestó más centrado en la llamada. "Sí, lo entiendo. Gracias."
Guardó el móvil y se dirigió al perchero, dónde tenía la americana colgada.
"¿Qué ha pasado?" Preguntó cogiéndole del brazo. "¿Quién te ha llamado?" Especificó.
Kudo se acercó para besarle la frente y le dio su chaqueta. "Han podido localizar la llamada. Tenemos una ubicación." Le explicó mientras salían de la casa.
"¿Sabes algo de ella?" Preguntó aún preocupada .
"Las patrullas están al llegar, no te preocupes más, en nada volveremos a tenerla por aquí." Le dijo abriendo el coche y entrando al interior con el rostro más alegre.
La ubicación estaba un poco lejos de la ciudad, los dos estaban nerviosos. Kudo golpeaba con delicadeza el volante y ella intentaba no morderse las uñas. Tanto silencio le hacía recordar ese beso que le había dado a Kudo minutos antes y no pudo evitar sonrojarse ante ello. Ahora que lo pensaba más fríamente, se había dado cuenta de lo atrevida que había sido al besarle de esa manera.
Había distraído sus preocupaciones con razón…Y ahora no sabía que pensar sobre ello.
"Kudo."
"Dime." Contestó sin dejar de mirar al frente.
"El beso de antes…" Empezó a explicarle con la cara roja.
"No te preocupes por eso." Le contestó mirándola de reojo. "A los hombres también nos gusta que nos besen." Le dijo guiñándole un ojo.
"Idiota."
"No queda mucho para llegar." Le contestó con una media sonrisa.
Ya estaban cerca.
