Kudo abrió los ojos de par en par tras escuchar el tiroteo que parecía que había ocurrido dentro del edificio, fijando sus ojos en él, a la vez que notaba el sudor frío caerle por la frente. No le gustaban esos improvistos.
"¡¿Qué ha pasado ahí dentro?!" Preguntó girando su mirada a todos los agentes de la carpa, sabiendo que todos sabían lo mismo que él.
Heiji no perdió el tiempo y empezó a ordenar a sus hombres para que se preparasen para entrar. Un tiroteo, cambiaba toda la situación. Mantuvo su mente fría e indicó a los paramédicos que estuviesen listos por cualquier cosa.
Pero Kudo, que ahora sentía la sangre de sus venas correr con furia, no esperó ni un segundo más para reaccionar. Cargó su pistola y le quitó el seguro justo antes de pasar la barrera con facilidad y entrar por la puerta. La preocupación que sentía por las dos mujeres que más quería, podía con todo, incluso si tenía que saltarse las normas o el protocolo para llegar a ellas. No iba a esperar después de escuchar eso.
Subió las escaleras saltándose los escalones de dos en dos, buscando la sala en la que debían estar.
Habían sonado dos disparos, los había escuchado demasiado bien.
La nave seguía en completo silencio a pesar de ello y no sabía si eso sería algo bueno o no. Shiho, debería haberle dejado que fuese con ella, él debía protegerlas a las dos.
¿Qué había pasado?
Abrió la puerta de dónde provenía la luz y alzó la pistola, preparado para contraatacar.
Suspiró de alivio al verlas.
Shiho estaba agachada, con las rodillas apoyadas en el suelo mientras tenía a Zoe abrazada entre sus brazos, sin intención de soltarla. No pudo evitar sonreír de plena alegría. Toda la tensión y nervios que sentía, se desvanecieron al presenciar esa escena tan conmovedora. Él estaba bien, si ellas lo estaban primero.
El hombre que había secuestrado a su hija, se encontraba estirado a ciertos metros de ellas, desarmado y herido. Lo reconoció en cuanto le vio la cara, pero no le interesaba él en ese momento, ya se encargaría de más tarde, lo primero era atender a su familia. El hombre estaba inconsciente a causa de un disparo en el muslo que había recibido por parte de la pelirroja, pero seguía respirando, el impacto no había sido nada grabe. Shiho sabía manejar un arma, había hecho un buen trabajo.
"¿Papá?" Preguntó la niña justo al darse cuenta que ahora se encontraba con ellas.
"Hola cielo." Le dijo con cariño mientras se acercaba a ellas tranquilamente y se agachaba para abrazarlas. "Estáis bien…" Suspiró otra vez lleno de alivio. Sintió cómo su alrededor desaparecía y sólo era capaz de centrarse en ellas. Como había extrañado esa calidez.
Se separó de ellas, aún sin querer frenar ese abrazo y se puso en pie mientras cargaba con su hija y le ofrecía la otra mano a Shiho.
Ella la aceptó con una media sonrisa y cuando él tiró de ella para ayudarle a levantarse, se contrajo automáticamente de dolor, frenó y se agarró con fuerza un costado.
"¿Shiho?¿Qué pasa?"
Kudo dejó a Zoe en el suelo y sus compañeros se hicieron paso a la sala justo en ese momento, dirigiéndose rápidamente al sospechoso para arrestarle y llevarlo abajo para que le atendiese una ambulancia.
Shinichi no soltó a la pelirroja en ningún momento.
"Estoy bien. Salgamos de aquí ya." Contestó intentando aparentar normalidad.
No quería que Zoe estuviese rodeada de todo eso, ahora parecía más asustada y después de escuchar esa conversación que había tenido sobre su pasado, se había quedado muy seria.
Se reincorporó y al dar un paso tuvo que volver a frenar y apoyarse en el detective.
"¿Qué pasa Shiho?" Preguntó al notar su peso sobre él. Soltó la mano que sostenía a Zoe y agarró los brazos de la científica para encontrar que pasaba. Y lo encontró en cuanto apartó su chaqueta y pudo ver la mancha que crecía en su camisa interior.
"¿Te ha herido?"
Su camisa estaba enrojeciendo, manchada de sangre, no parecía nada grave a simple vista, a pesar de tener herida, la bala solo le había rozado, pero aún así debían atenderla. No podía dejar que una herida así se le infectase.
"Deja que te lleve." Le propuso. "Abajo hay una ambulancia, deberían curarte y coserte la herida."
"No, estoy bien." Contestó continuando el paso sin soltar su mano. No iba a dejar que su hija la viese flaquear. "Puedo ir por mi propio pie "
La científica fue trasladada al hospital pese a sus negativas. La herida no era grave, pero cómo pensaba Kudo, necesitaban inspeccionarla y curarla cómo era necesario.
Shinichi subió al coche con su hija y se dirigió a un buen rimo hacia el hospital. Zoe pasó todo el camino callada. Haber presenciado esa escena, no había sido algo nada agradable para una persona de su edad. Había visto cómo herían a su madre y cómo su madre hería a otra persona. Por no hablar de todas las cosas que había escuchado y no acababa de entender.
"Ya ha pasado todo, cariño." Le dijo su padre mientras la miraba de reojo. Podía ver lo preocupada y asustada que se veía. "Iremos a por mamá y volveremos a casa."
La niña asintió, pero aún parecía que tenía algo rondándole por la cabeza.
"Cuándo volvamos...¿Te quedarás en casa con nosotras?" Le preguntó inocentemente, sabiendo realmente lo que le esperaba. No quería volver a dividir a su familia, ahora sabía que tenía un padre que se preocupaba por ella y no quería perderlo.
"Tu mamá y yo no estamos juntos, cielo. No puedo hacer eso." Le dijo sin querer sonar triste. "Estaré en la ciudad, pero no puedo quedarme en casa de tu madre. Apenas somos amigos ahora…"
"Entonces…¿Eso significa que no la quieres?¿No has querido nunca a mi mamá?" Le preguntó intentando entenderle. A veces era difícil entender las emociones de los adultos, sobretodo si hablaba de amor.
En el colegio, hacía pocos días, le habían explicado la historia sobre el hilo rojo que nos enlaza con nuestra otra mitad sin saberlo. Habían hablado muchas veces sobre el amor y la pequeña, siempre había creído que sus padres, antes de pasar lo que fuese que pasó entre ellos, se querían cómo los padres de sus compañeros. Pero ahora que tenía a su padre ahí, no lo veía del todo claro.
"No es eso, Zoe." Le dijo rápidamente al ver el punto de vista que estaba teniendo su hija. "No he hecho las cosas bien con ella, pero a tu madre, la he querido siempre y todavía lo hago.Tienes que saber eso."
"¿Y por que no estáis juntos? Cómo los otros papás…" Preguntó aún confusa.
"Querer a alguien no siempre es suficiente. Es algo que entenderás con los años." Dijo volviendo su atención a la carretera. No sabía hasta que punto entendería su hija la situación, pero no quería engañarla ni esconderle nada. Debía ir de frente.
Llegaron al hospital poco después y tras pasar por recepción, se dirigieron a la habitación que les había indicado la enfermera.
No le hacía ninguna gracia traer a su hija a estos sitios, pero tal y cómo habían ido las cosas anteriormente, no se iba a despegar de ella ni un solo segundo.
Toc toc
"Adelante." Contestaron suavemente.
Kudo abrió la puerta y se acercó a paso ligero hasta los pies de su cama. Shiho estaba ya vestida de ropa de calle, sentada en un lado mientras se abrochaba la chaqueta para salir a la vez que contemplaba cómo empezaba a oscurecer por la ventana. Llevaba todo el día tronando y las nubes estaban tan densas, que en cuanto descargaran, bañarían la ciudad durante largas horas.
"¿Ya te han dado el alta?" Preguntó Shinichi sorprendido.
"Las enfermeras dicen que la bala me rozó el costado superficialmente, pero sólo ha sido cuestion de unos puntos. Ya os he dicho que no era nada." Dijo bajando de la cama con cuidado. "Han insistido en hacer un chequeo pero todo está bien."
"Deberías haber entrado al edificio con un chaleco antibalas." Le dijo un poco preocupado. "El resultado podría haber sido mucho peor."
"Pero ha salido todo bien al final, ¿no?" Dijo girando la cabeza y mandándole una sonrisa a su hija, que seguía igual de seria que en el coche. "¿Vamos a casa?" Le preguntó ofreciéndole su mano.
Ella asintió mientras le cogía la mano y salieron los tres tras recoger los papeles. La científica se sentó en el asiento copiloto y Kudo arrancó el coche para llevarlas a casa.
Zoe llevaba rato mordiéndose la lengua. Quería preguntarle muchas cosas a su madre y su poca paciencia se agotaba con facilidad.
"Mamá…"
"¿Si?" Contestó la pelirroja mientras se volteaba para mirarla.
"¿Lo que dijo ese señor antes…" Empezó a preguntar con cierto respeto. El pasado de su madre, seguía siendo un misterio para ella.
"¿Qué te dijo?" Intervino Kudo, que aún no sabía de que hablan.
Shiho se tensó al acto y las manos que tenía sobre su falda, empezaron a temblar ligeramente.
"Dijo que mamá mataba a gente." Contestó en un hilo de voz.
Kudo apretó las manos en el volante mientras apretaba los dientes y Shiho había dejado de mirar a su hija, para volver la mirada al frente. Se sentía avergonzada, no quería que su hija la juzgara tras saber su negro pasado.
"Es difícil de explicar…" Empezó a explicarle con miedo.
Shinichi, al ver a la pelirroja en ese compromiso, se apresuró a intervenir para ayudarle.
"Mamá nació en un sitio dónde le hacían hacer cosas malas, a pesar de ser de las mejores personas que he conocido." Dijo mirándola de reojo. "…Pero luego, tuve la suerte de conocerla y la ayudé a escapar de esas personas."
"¿Tú la salvaste?" Preguntó Zoe, muy emocionada.
"No." Contestó el detective con una media sonrisa. "Tu madre se salvó ella sola. Yo solo estuve a su lado."
Shiho, que había dejado de temblar y ahora estaba más tranquila, le miró muy sorprendida a cada palabra que había dicho. Sus mejillas se calentaron inconscientemente, una parte de ella le gustaba que la defendiese de esa manera.
"Idiota…." Contestó mirándolo más fijamente. "Sabes que no lo habría conseguido sin ti."
