La científica se despertó al notar una cálida brisa en su cabeza. Abrió los ojos lentamente mientras se acostumbraba a la luz e intentaba recordar donde se encontraba. Las paredes no le eran familiares, el cuarto era mas grande que el suyo, no parecía que se encontrase en su casa.
Estaba en casa de Shinichi.
Estudió más su alrededor y se percató de la compañía que parecía haber tenido esa noche. Estaba recostada en el pecho de Kudo, el cual también parecía haberse quedado dormido en el sofá. Se ruborizó ante la cercanía, a esa distancia podía percibir su aroma y escuchar su respiración tranquila.
Levantó la cabeza para reincorporarse, intentando no despertar al detective y lo tapó con la manta que él le había dejado la noche anterior.
La casa estaba silenciosa y se podían escuchar los pájaros cantar a través de la ventana abierta.
"Buenos días." Dijo Kudo con una voz ronca. "¿Nos hemos quedado dormidos aquí?" Le preguntó observando la sala.
"Eso parece." Le contestó ella tapándose la boca mientras bostezaba y se levantaba del sofá. "Voy a despertar a Zoe."
Él le cogió la mano y tiró de ella ligeramente para que volviese a sentarse a su lado. "Quédate unos minutos más, aún es pronto." Le dijo sin soltarla, observando cómo el sol aún no brillaba con todo su resplandor y suavizando su mirada para convencerla.
Ella le miró fijamente y se dejó caer de nuevo a su lado, sin oponer resistencia pero manteniendo más distancias.
El sofá en forma de ele, les permitía tener esa distancia mínima que necesitaba la pelirroja, aunque estuviesen recostados uno al lado del otro.
El silencio no era incómodo esta vez. No les hacía falta iniciar una conversación para sentirse cómodos, anteriormente habían intercambiado más silencios que palabras así que no le importaba en absoluto.
Estaba más tranquilo al notar cómo había disminuido la rabia que tenía la pelirroja hacía él. No se quería imaginar cómo hubiesen sido las cosas si no hubiesen transcurrido de esa manera.
Se atrevió a pasar el brazo sobre sus hombros y acariciarle el brazo con las yemas. Ella se sorprendió, pero cedió apoyando la cabeza en su pecho y cerrando los ojos para percibir más su toque.
No sabe cuanto tiempo estuvieron así, pero ninguno de los dos hizo movimiento para separarse del otro.
En los próximos minutos, la pequeña se hizo paso en la sala tras despertarse y emitió un gran bostezo al cruzar la puerta y quedarse mirando a sus padres, que seguían uno al lado del otro sin percatarse de la presencia de la pequeña pelirroja.
Le ponía contenta ver que sus padres se llevaban mejor que días atrás. No acababa de entender las cosas que habían entre ellos, pero por una vez, se habían levantado los tres juntos.
"Buenos días cariño." Le dijo su madre al notar su presencia.
Ella le sonrió de vuelta y se acercó a ellos para subir al sofá y estirarse entre ambos sin pensárselo. Quería aprovechar todos los momentos que podía, nunca sabía si su padre podía volver a desaparecer de un día a otro, al fin y al cabo, él parecía venir de otra ciudad y si lo que habían tenido no había funcionado antes, nada le decía que funcionaría esta vez. Ella sólo quería que sus padres estuviesen juntos, cómo los de sus compañeros de clase. Su madre siempre se había presentado sola a todas las actividades y festivales que había hecho en el colegio, pero dentro de ella, siempre esperaba que su padre apareciese de un día a otro para acompañarlas.
Y ahí estaba después de tanto tiempo. Se lo había imaginado infinitas veces, pensando en cómo sería o que carácter tendría. Pero la realidad, había sido mejor que sus pensamientos. Se sentía contenta. Muy contenta.
Shiho le besó la frente y Kudo apoyó una mano sobre ella.
Durante la siguiente semana, tanto Shinichi cómo Shiho, decidieron cenar los tres juntos todas las noches. Al final de la misma, Kudo siempre volvía a su apartamento.
Se había creado cómo una rutina diaria entre el trabajo y los demás quehaceres, pero al final del día, ellas siempre le esperaban.
"¡Papá!" Chilló alegre Zoe mientras abría la puerta.
Shinichi se hizo paso y le entregó una bolsita pequeña. "Te he traído una cosita." Le dijo con una sonrisa.
La niña se emocionó y cogió la pequeña bolsa ilusionada para desvelar el contenido. Un montón de chocolatinas.
"Tendrás que pedirle permiso a tu madre antes." Le dijo levantando la mirada para contemplar el salón vacío. "Que por cierto, ¿Dónde está?"
"Acabando de hacer la cena." Dijo mientras señalaba a la cocina a la vez que sacaba las chocolatinas de la bolsa.
Kudo dejó a la niña entretenida mientras se adentraba en la cocina. La comida estaba sobre el fuego ya apagado y aún humeante. Pero la científica no parecía estar por ahí.
Cruzó la cocina y se dirigió al pasillo hasta llegar a una habitación entrecerrada con la luz encendida.
Toc toc
Picó con los nudillos y cruzó la puerta al no recibir respuesta. La puerta chirrió al abrirla y ella levantó la mirada al verle.
"He picado, pero no has respondido."
"Oh, hola." Le saludó sorprendida de encontrárselo ahí. "No te he escuchado llegar."
"¿Qué es eso?" Le preguntó al ver que tenía algo entre sus manos.
Ella volvió sus manos a la espalda y guardó el sobre que sostenía en un cajón.
"¿Podría preguntarte lo mismo, no crees?" Le preguntó de vuelta señalando la bolsa que cargaba.
"Oh." Contestó al olvidarse de ella. "Es para ti." Le dijo entregándosela.
"¿Para mí?" Preguntó extrañada aceptándola con cuidado. "¿Cuál es la razón?" Alzó una ceja.
"Ninguna, me apetecía y punto." Contestó acercándose a ella.
Shiho abrió la bolsa con cuidado y sacó su contenido con las cejas aún arqueadas.
"¿Te gusta?" Le preguntó un poco nervioso.
Ella se quedó callada mientras desplegaba lo que parecía un vestido rojo. Se veía muy elegante, pero a pesar de ser un vestido largo, lo veía un poco escotado para te ponérselo una madre de una niña de cinco años.
"Un poco atrevido, ¿no crees?" Le preguntó señalando el torso. "Recuerda que ahora soy madre."
"Tu cuerpo es perfecto, Shiho." Contestó poniéndose rojo al darse cuenta de lo que había dicho.
"¿Y a que viene este regalo?" Le volvió a preguntar sin acabar de entenderlo.
"La semana que viene es el cumpleaños de Zoe, así que es una buena ocasión para que te lo pongas." Le contestó rascándose la nuca. "Podemos ir a cenar a un buen restaurante."
"Lo pensaré." Dijo volviendo a guardarlo.
"¡Mamá, tengo hambre!" Intervino Zoe corriendo por su habitación. "¿Puedo comerme una chocolatina? Me las ha traído papá."
"Ahora no, que vamos a cenar." Negó con la cabeza. "Vamos, que se va a enfriar la cena." Dijo echándoles de su habitación y cerrando la puerta detrás suyo antes de volver a la cocina.
Shiho se estaba acostumbrando a que apareciese cada noche para reunirse con ellas. Le hacía más llevaderas todas las responsabilidades que cargaba. Pero aún así, no bajaba la guardia.
Pese a que todas las cenas se basaban en lo mismo, Shinichi disfrutaba cómo si fuese la primera. Siempre estaba alegre y sonriente.
"Zoe, es hora de dormir." Dijo la científica al ver que la niña se estaba revolucionando demasiado para la hora que se estaba haciendo. "Despídete de papá que vamos a ir a dormir."
"No quiero, un ratito más." Insistió.
"Zoe, es tarde, papá tiene que irse." Dijo más dura.
"No…"
Shiho suspiró intentando no alterarse. Su hija se lo ponía muy difícil cuando llegaba la hora de separarse.
"¿Y si te llevo yo a la cama?" Le preguntó el detective mientras la cogía en brazos y se la llevaba a la habitación después de guiñarle un ojo a Shiho. Parecía que Kudo aprendía rápido. Ella aprovechó el tiempo para fregar los platos que habían ensuciado.
"Ya se ha dormido." Shinichi se asomó por el marco de la puerta y entró lentamente.
"Gracias." Agradeció ella secándose las manos al acabar para acompañarle a la puerta y despedirse de él.
"Por cierto, se me olvidaba." Dijo frenando el paso mientras sacaba un sobre del interior de su americana. "Había esto medio salido de tu buzón y lo he cogido para que no volase con el viento."
Ella lo cogió rápido al ver el sobre.
"¿Tiene que ver con lo que me escondías antes?"
"No es nada."
"¿Seguro?" Preguntó dudoso. "Puedes contármelo, solo pretendo ayudar."
La pelirroja suspiró al sentirse pillada. "No es nada, son sólo fotos. El profesor las encontró el otro día e insistió para enviarmelas y que te las enseñase." Confesó un poco ruborizada. "Pero cómo no le hice caso cuando me las mandó por email, ha decidido hacerlo por correo."
"Entonces, ¿puedo verlas?" Preguntó curioso. "¿Son de Zoe?"
"Bueno, sí. Pero..." Sus mejillas se volvieron rosadas.
"No sientas vergüenza, si las ha enviado el profesor, seguro que son bonitas de ver."
Se quedó callada unos segundos antes de ceder y cambiar su dirección al salón.
"Espera un momento." Le pidió volviendo a su habitación.
Volvió poco después con el otro sobre que había guardado y se lo entregó mientras se ponía a su lado.
"Son de cuando Zoe era muy pequeña, creo que te gustaría verlas."
Shinichi se emocionó y buscó el cierre con prisas para abrirlo y poder revelar el contenido.
"No es que no quisiera enseñártelas..." Le empezó a explicar.
En la primera foto que vio, podía verse al profesor sosteniendo a su hija de apenas unos días. Se veía muy pequeña en sus brazos, su cara era regordeta y apenas tenía pelo en la cabellera. Era una foto muy bonita. Pero la siguiente le emocionó más. Shiho sostenía esta vez a su hija mientras sostenía la vela de su primer cumpleaños con la otra mano. Le brillaban los ojos y salían radiantes.
Entendía porqué no quería enseñárselas en un primer momento.
"...Fue una época feliz y muy dura a la vez para mí, ver depende que imagen me recuerda algún recuerdo amargo." Le acabó de explicar.
Él asintió mientras seguía disfrutando de cada imagen que veía.
"Mis padres no pueden esperar a verla. Les tomó por sorpresa, pero les he explicado todo lo que ha pasado y ahora están incluso más ilusionados que yo." Le explicó recordando la llamada. "Mi madre siempre ha querido tener una niña así, que no te sorprendas si aparece con un montón de regalos."
Ella río al recordar a su madre, hacía muchos años que no la veía y pese a tener confianza con ella, no sabía cómo serían las cosas después de tener a Zoe. Sus padres adoraban a Ran, sabía lo mucho que habían apoyado esa relación después de eso, no sabía cómo actuarían hacia ella. Sabía que era inevitable, pero seguía sintiéndose algo incómoda con el tema.
Era cómo una cadena. Después de que Kudo se enterase de lo de Zoe, se habían enterado sus padres y después del cumpleaños, sabía que ese tema se saldría un poco de sus manos.
"¿Sabes que todo esto llegará a oídos de Ran, verdad?" Le preguntó un poco incómoda.
Él la miró en silencio, pensando en las explicaciones que debería dar a partir de ahora.
"Esto es lo que quiero, no voy a dejar de hacer lo que quiero con quien quiero, sólo para no ofender a terceros. Quiero disfrutar con todos vosotros del cumpleaños de Zoe."
Ella le esbozó una media sonrisa intentando convencerse.
"También quiero verte lucir ese vestido…" Le dijo guiñándole un ojo.
"Idiota." Contestó intentando evitar el sonrojo.
