Zoe no podía estar más entusiasmada por celebrar su cumpleaños de esa manera. Hasta ahora, su cumpleaños se basaba en que el profesor y Heiji venían a celebrarlo con ellas y luego cenaban en su restaurante favorito. Este año, su padre y sus otros abuelos también estarían. Era como vivir un pequeño sueño, era inevitable que se sintiese emocionada. Era pequeña, pero se había dado cuenta como su corazón se había llenado con la presencia de su apreciada figura paternal. Se sentía más completa.

"Mamá, ¿Cuándo va a llegar papá?" Le preguntó corriendo de una habitación a la otra.

"Tranquilízate cariño, no tienen que tardar en llegar." Le contestó poniéndose los pendientes.

¡Ding! ¡dong!

"¿Quieres ir a abrir y mirar si es él?" Le preguntó Shiho con una sonrisa en la cara.

"¡Siiiiiii!" Contestó corriendo hacia la entrada.

La pelirroja se puso unos tacones no muy llamativos y se dirigió a la entrada detrás de su hija.

El profesor, Heiji y Kazuha habían llegado. Y ella sonreía como nunca mientras los abrazaba.

"Te estás haciendo grande eh." Dijo Hattori sacudiéndole el pelo.

"Ya tengo cinco años." Contestó muy contenta.

"Habéis venido pronto." Intervino Shiho con una sonrisa.

"Queríamos ayudarte a preparar las cosas y Heiji es el encargado de la barbacoa." Dijo Kazuha alegremente.

"No os preocupéis por eso, ya esta todo listo. Solo falta hacer la carne."

"Entonces, vamos a ello." Dijo Heiji frotando sus manos.

"Profesor, voy a tener los ojos en usted." Le dijo al ver cómo miraba la comida.

Heiji encendió el fuego y los demás se sentaron a esperar a que llegase el resto.

"¡Mamá!¿Me haces una trenza?" Preguntó la pequeña acariciándose el pelo.

"Vamos al baño y cojo el peine." Le dijo ofreciéndole su mano.

Su pelo era fino y liso y a pesar de no ser muy largo, podía hacerle una trenza a cada lado. No podía evitar sonreír al ver lo feliz que era con esos detalles.

"Estáis guapísimas."

Shiho soltó la trenza que tenía entre las manos y miró al espejo para comprobar quien había entrado. No había escuchado volver a sonar el timbre.

"¡Papá!"

La científica puso una coleta para fijar la trenza y bajó a la niña de la silla en la que estaba sentada.

"¡Felicidades!" Chilló entusiasmado mientras le abrazaba fuertemente. "Tu regalo te está esperando en el jardín." Le confesó sonriente.

La niña se separó de ellos y atravesó la casa para descubrir su regalo. Shiho guardó la silla y recogió el baño antes de salir del baño.

"Te lo has puesto." Dijo Kudo con una sonrisa.

"¿Qué?" Preguntó ella saliendo del baño.

"El vestido." Dijo mirándola de arriba abajo. "Te sienta muy bien."

Shiho abrió la boca un poco sonrojada, pero la voz de su hija Intervino antes de que pudiese contestarle.

"¡Mamá, ven aquí! ¡Mira que me ha regalado papá!" Se escuchó chillar a Zoe desde el patio.

"Tu hija nos espera." Contestó finalmente apartando la mirada y evadiendo su cumplido.

Él asintió y la siguió, contemplando las vistas de su cuerpo luciendo ese vestido raso. Se había puesto una torera de manga larga que cubría sus hombros y parte del torso, pero le seguía sentando genial. Cualquiera dudaría al saber que había tenido una niña.

Y él tenía ganas de volver acariciar la curva de sus caderas.

Una vez abajo, Shiho se percató de que los padres de Shinichi ya habían llegado, y a su hija, le encantaba la bici que le había comprado su padre. Apenas estaba aprendiendo a manejarla ella sola, pero que le hiciesen ese regalo, sólo le creaban más ganas de aprender. Empezó a dar vueltas por todo el patio sin apagar su sonrisa.

"Ten cuidado." Dijo Shiho sin perderle el ojo mientras se acercaba al profesor. "¿Puedes vigilarla un momento? Tengo que ir a la pastelería a recoger su pastel." Comentó mirando la hora.

"Claro ve tranquila, a la comida aún le falta un poco y Hattori parece que lo tiene dominado." Le comentó observando al moreno liado en la parrilla.

"Gracias, no tardaré en volver."

"Espera." Dijo Kudo sacando sus llaves y dirigiéndose a ella. "Deja que te acerque."

Ella asintió y los dos subieron al coche en dirección a la pastelería.

"¿Puedo preguntarte algo?" Preguntó Kudo a medio camino, cortando el silencio que se había creado..

"Claro, supongo." Contestó ella alzando una ceja.

"¿Crees que podríamos tener una oportunidad?" Escupió.

"¿Qué?¿A que te refieres?" Alzó una ceja.

"A nosotros dos." Dijo un poco demasiado directo para ella. Llevaba demasiados días con esa pregunta en su cabeza. "Es obvio que yo sigo sintiendo algo por ti. ¿Y tú?¿Has conseguido olvidarte de mí por completo?"

"No sé si quiero volver a entrar en otra guerra para perderla." Contestó desviando la mirada hacia el frente, no se sentía muy cómoda con esa conversación.

"Pero, no me has respondido." Insistió. Eran adultos, ¿no? Se suponía que podían hablar de frente aunque fuese un tema delicado.

"No, no me he olvidado. Pero es irrelevante." Dijo apoyando el codo en la ventana.

"No puedes decir eso cuando tenemos una hija en común." Se quejó ante sus evasivas mientras ponía los cuatro intermitentes y se hacía un lado. Justo en la entrada de la pastelería.

"Lo puedo decir justo por eso." Dijo mirándole fijamente. "Debes empezar a acostumbrarte a no tener siempre lo que quieres. Esta vez no tenemos que centrarnos en nuestro bien, sino en el de otra persona que depende de nosotros." Contestó abriendo la puerta y saliendo del coche.

Kudo resopló una vez solo. Shiho siempre había sido una chica difícil y distante. Y se imaginaba que después de lo que había pasado, su muro fuese más alto.

Pero él era reconocido por no rendirse fácilmente, y esta vez, tenía el objetivo bien marcado.

Ella llegó a los cinco minutos y volvió al interior del coche sin decir palabra. Se veía más seria que cuando habían entrado al coche minutos atrás y no debía ser muy listo cómo para saber que le había cambiado la sonrisa.

"Lo siento, no quería incomodarte." Se disculpó volviendo arrancar el coche.

"Está bien, yo también lo siento." Contestó más suave de lo que el detective esperaba. Suspiró lentamente apoyando el codo en la ventana. "Las cosas están viendo muy de golpe. Volviste apenas hace unas semanas, Zoe está ilusionada, pero acune ahora sintamos tranquilidad, nuestras vidas van a volver a girar drásticamente cuando la prensa filtre todo esto. Lo último que necesito, es meterme en una relación para que luego vuelva a salir mal y las cosas se queden peor de lo que ya estuvieron en el pasado." Le intentó explicar. "Y más si hablamos del padre de mi hija."

Él asintió mientras analizaba cada palabra que decía, quedándose con las que más le interesaban. "¿Eso significa que aún sientes algo por mi?" Preguntó ilusionado.

"Eso significa que no vamos a ser una pareja."

"Por ahora…" Rectificó él susurrando, pero ella llegó a escucharle.

"No voy a cambiar de opinión de un día a otro, Kudo. No se trata de nosotros."

"¿La excusa es que no quieres ser feliz?"

"Las últimas semanas que pasamos fueron súper felices." Le contestó con ironía al recordar ese amargo secuestro.

Kudo estaba un poco serio al no conseguir cambiar su opinión ni lo más mínimo. Se respetaban y habían aprendido a llevarse bien, pero su confianza, no era para nada la misma.

"Necesito que sepas que el Shinichi de ahora, es una persona completamente distinta." Dijo mirándola de reojo y aparcando de nuevo en su portal.

"Yo tampoco soy la misma Shiho que se quebraba a cada esquina." Contestó saliendo del asiento copiloto. "A lo mejor te sorprendes y no te gusta la Shiho que encuentras ahora." Cerró la puerta con el ceño fruncido.

Él salió del coche riendo, quitándole tensión al ambiente y provocando una expresión de confusión en la cara de la pelirroja.

"De ti, me gusta hasta tu mal humor." Le contestó guiñándole un ojo.

Se volvieron a reunir con sus amigos y familiares y se sentaron todos juntos para comer. Ella apenas entablaba conversación, había pasado mucho tiempo desde que se habían reunido todos juntos y a duras penas sabía que decir.

"Shinichi nos comentó que también estás trabajado en la central." Intervino Yukiko, intentando conversar con la pelirroja.

"Sí, no puedo quejarme la verdad, tengo un buen equipo." Contestó mirando a Heiji de reojo, recogiendo unos cuantos platos y escabulléndose a la cocina.

Sin embargo, Yukiko le siguió con otra pila de platos. "¿Cómo estás?" Le preguntó más íntimamente.

La pelirroja dejó los platos en la pica y contestó sin levantar la mirada.

"Estoy bien."

"Quiero que sepas que tanto Yusaku cómo yo entendemos las cosas que sucedieron entre vosotros. No vamos a juzgarte por nada." Le dijo suavemente. "Queremos ayudaros en lo que podamos y sabemos que tienes tus motivos para estar molesta con nuestro hijo." Le dijo con una media sonrisa.

Shiho asintió mientras se miraban a los ojos. "Fue complicado, pero ambos hemos madurado."

No sabía que decirle. No quería remover el pasado con Yukiko y no le iba a hablar mal de su propio hijo.

"Sé que Kudo es de las personas que más daño te han hecho, pero también sé lo feliz que te puede llegar a hacer." Le dijo con una media sonrisa. "¿No quieres intentar ser feliz, Shiho?"

"Tu hijo me ha preguntado algo muy parecido." Contestó agachando la mirada intentando no rodar los ojos.

"Entonces, puede que debas pensarlo con más calma." Le sugirió guiñándole un ojo.

No le hacía falta ver mucho para saber que aún había algo entre ellos. Sólo hacía falta ver cómo se miraban.

"Sé que Zoe está ilusionada y entiendo que vosotros estéis así de contentos con Shinichi, pero no voy a volver con una persona para mentir a mi hija con la idea de una familia feliz. Si estoy con alguien, tiene que ser con confianza plena, creando algo sincero."

Pero ella se había creado una coraza muy fuerte y las inseguridades y miedos no iban a dejarle ceder tan fácilmente.