Cuentos de Princesas de Disney

Por Maggie Grand

Los personajes no son míos son de sus autores correspondientes, Yo… solo escribo para que me lean

Los personajes no son míos son de sus autores correspondientes, Yo… solo escribo para que me lean

Temática Cuento Infantil

Inspirada, adaptado a los cuentos de época.

Basada al cuento del cuento original hermanos Grim.

Personajes Principales son: Candy White y Terry Grandchester.

Capitulo Tres.

Blancanieves

Había una vez, en pleno invierno, una reina llamada María que se dedicaba a la costura sentada cerca de una ventana con marco de ébano negro. Los copos de nieve caían del cielo como plumones. Mirando nevar se pinchó un dedo con su aguja y tres gotas de sangre cayeron en la nieve. Como el efecto que hacía el rojo sobre la blanca nieve era tan bello, la reina se dijo.

-¡Ojalá tuviera una niña tan blanca como la nieve, tan roja como la sangre!

La reina María, tenía como esposo al rey Albert, era noble y También deseaba tener una heredera.

El deseo de ambos se cumplió

A los Pocos meses después el deseo de ambos se hizo realidad, nació la niña más hermosa del reino, su piel era tan blanca que aun junto a la nieve su piel brillaba más, sus labios eran tan rojos que ninguna rosa roja del reino tenía tanta hermosura, sus cabellos eran rubios como el sol, sus ojos eran verdes como las plantas que adornaban el reino.

Por todo eso fue llamada Candy por ser dulce y White por su piel. Y al nacer la niña, la reina murió.

Poco a poco Candy fue creciendo y extrañaba mucho a su madre, porque por lo más que su nana Pony era cariñosa con ella, no era su madre.

El rey Albert al mirar la tristeza de Candy, pensó en casarse de nuevo, con el fin de que su nueva esposa pueda darle el afecto de madre.

Un día en un paseo por el bosque, el rey Albert conoce a una señorita muy hermosa, cabello rojizo llamada Eliza, el rey queda enamorado de su belleza.

Un año más tarde el rey Albert tomó a Eliza como esposa, sin duda era una mujer bella, Pero orgullosa y arrogante, y no podía soportar que nadie la superara en belleza, ella guardaba un secreto que nadie sabía, a ella le gustaba practicar la brujería, practica en la cual enamoro al rey perdidamente, logro que la tome como esposa, sin conocerla bien. Era una mujer joven, bella pero orgullosa y arrogante, y no podía soportar que nadie la superara en belleza. Tenía un espejo maravilloso y cuando se ponía frente a él, mirándose le preguntaba:

¡Espejito, espejito de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?

Entonces el espejo respondía:

La Reina Eliza, es la más hermosa de esta región.

Ella quedaba satisfecha pues sabía que su espejo siempre decía la verdad.

Eliza creció en la ambición y maldad, no le convenció quedarse como la más bella del reino, quería más, enveneno la comida del rey Albert, utilizando su brujería.

El rey Albert cae en una enfermedad que ningún médico podía determinar que tenía, a los pocos meses murió, dejando a Candy en la más profunda soledad y tristeza.

Muerto el rey Albert, la reina Eliza se apodero el reino, sumió al pueblo de pobreza, Candy creció como una empleada más. Candy se sentía sola, empezó a cantar una canción:

Desde muy pequeña me enseñaron a cuidarme.

Y la ausencia de mis padres cambio.

Mi camino siempre ha sido un constante peligro

Me lleno de valor y tengo fe, en mi corazon.

Hay momentos en que la esperanza no me alcanza

Y entre tanta oscuridad procuro ver el sol.

En mi mundo solo existe odio y venganza esto se terminó

Voy a salir de esta prisión... voy a luchar para ganar, es mi destino, no lo vas a evitar.

Voy a llegar sin descansar hasta ser libre de verdad.

Hoy tengo fuerzas en mi corazon herido, por esas fuerzas puede ver la luz del sol.

Puedo volar, puedo correr, en mil caminos. Y puedo despertar. Y al sentir. Mi libertad

Pienso que alguna vez estuve a punto de olvidar mis sueños, déjame ganar. No me dejare vencer por la maldad de la bruja

Hoy me siento feliz... mi príncipe apareció por la fuerza del corazon.

De: Fiorella Pennano (Princesas)

Los años pasan y Candy crecía y embellecía cada vez más; cuando alcanzó los siete años era tan bella como la clara luz del día y aún más linda que la reina.

Ocurrió que un día cuando le preguntó al espejo:

¡Espejito, espejito de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?

El espejo respondió:

La Reina Eliza es la hermosa de este lugar, pero la linda Candy lo es mucho más.

La reina Eliza, por fin se dio cuenta que Candy existía, pero ya no era la niña que vivía en la cocina, se había convertido en una hermosa mujer. A partir de ese momento, cuando veía a Candy el corazón le daba un vuelco en el pecho, tal era el odio que sentía por la niña. Y su envidia y su orgullo crecían cada día más, como una mala hierba, de tal modo que no encontraba reposo, ni de día ni de noche.

Entonces hizo llamar a un cazador llamado Tom y le dijo:

-Lleva esa niña al bosque; no quiero que aparezca más ante mis ojos. La matarás y me traerás sus pulmones y su hígado como prueba.

El cazador Tom obedeció y se la llevó, pero cuando quiso atravesar el corazón de Candy, la niña se puso a llorar y exclamó:

-¡Mi buen cazador Tom, no me mates!; correré hacia el bosque espeso y no volveré nunca más.

Como era tan linda el cazador tuvo piedad y dijo:

-¡Corre, pues, mi pobre niña!

Pensaba, sin embargo, que las fieras pronto la devorarían. No obstante, no tener que matarla fue para él como si le quitaran un peso del corazón. Un cerdito venía saltando; el cazador Tom lo mató, extrajo sus pulmones y su hígado y los llevó a la reina Eliza como prueba de que había cumplido su misión. El cocinero los cocinó con sal y la mala mujer los comió creyendo comer los pulmones y el hígado de Candy.

Por su parte, la pobre niña Candy se encontraba en medio de los grandes bosques, abandonada por todos y con tal miedo que todas las hojas de los árboles la asustaban. No tenía idea de cómo arreglárselas y entonces corrió y corrió sobre guijarros filosos y a través de las zarzas. Los animales salvajes se cruzaban con ella, pero no le hacían ningún daño. Corrió hasta la caída de la tarde; entonces vio una casita a la que entró para descansar.

En la cabañita todo era pequeño, pero tan lindo y limpio como se pueda imaginar. Había una mesita pequeña con un mantel blanco y sobre él siete platitos, cada uno con su pequeña cuchara, más siete cuchillos, siete tenedores y siete vasos, todos pequeños.

A lo largo de la pared estaban dispuestas, una junto a la otra, siete camitas cubiertas con sábanas blancas como la nieve. Como tenía mucha hambre y mucha sed, Candy comió trozos de legumbres y de pan de cada platito y bebió una gota de vino de cada vasito. Luego se sintió muy cansada y se quiso acostar en una de las camas. Pero ninguna era de su medida; una era demasiado larga, otra un poco corta, hasta que finalmente la séptima le vino bien. Se acostó, se encomendó a Dios y se durmió.

En la media noche volvieron los dueños de casa; eran siete enanos cada uno con sus nombres: Sabio es el mayor (es Albert), Dormilón es (George), Gruñón (es Neil), Mudito (Tom), tímido (es Anthony), Bonachón (es Archie), tontín (Stear) que excavaban y extraían metal en las montañas. Encendieron sus siete farolitos y vieron que alguien había venido, pues las cosas no estaban en el orden en que las habían dejado. El primero Albert (Sabio) dijo:

-¿Quién se sentó en mi sillita?

El segundo Dormilon (George):

-¿Quién comió en mi platito?

El tercero Gruñón molesto (Neil):

-¿Quién comió de mi pan?

El cuarto Mudito (Tom):

-¿Quién comió de mis legumbres?

El quinto Tímido (Anthony):

-¿Quién pinchó con mi tenedor?

El sexto Bonachona (Archie):

-¿Quién cortó con mi cuchillo?

El séptimo Tontin (Stear):

-¿Quién bebió en mi vaso?

Luego el primero Albert (Sabio) pasó su vista alrededor y vio una pequeña arruga en su cama y dijo:

-¿Quién anduvo en mi lecho?

Los otros acudieron y exclamaron:

-¡Alguien se ha acostado en el mío también! Mirando en el suyo, el séptimo descubrió a Candy, acostada y dormida. Llamó a los otros, que se precipitaron con exclamaciones de asombro. Entonces fueron a buscar sus siete farolitos para alumbrar a Blancanieves.

-¡Oh, mi Dios -exclamaron- qué bella es esta niña!

Y sintieron una alegría tan grande que no la despertaron y la dejaron proseguir su sueño. El séptimo enano se acostó una hora con cada uno de sus compañeros y así pasó la noche.

Al amanecer, Candy despertó y viendo a los siete enanos tuvo miedo. Pero ellos se mostraron amables y le preguntaron.

-¿Cómo te llamas?

-Me llamo Candy -respondió ella.

-¿Como llegaste hasta nuestra casa?

Entonces ella les contó que su madrastra Eliza había querido matarla, pero el cazador Tom había tenido piedad de ella permitiéndole correr durante todo el día hasta encontrar la casita.

Los enanos le dijeron:

-Si quieres hacer la tarea de la casa, cocinar, hacer las camas, lavar, coser y tejer y si tienes todo en orden y bien limpio puedes quedarte con nosotros; no te faltará nada.

-Sí -respondió Candy- acepto de todo corazón. Y se quedó con ellos.

Y ese era la rutina de todos los días Candy tuvo la casa en orden. Por las mañanas los enanos partían hacia las montañas, donde buscaban los minerales y el oro, y regresaban por la noche. Para ese entonces la comida estaba lista.

Durante todo el día Candy, permanecía sola; los buenos enanos la previnieron:

-¡Cuídate de tu madrastra; pronto sabrá que estás aquí! ¡No dejes entrar a nadie!

La reina Eliza, una vez que comió los que creía que eran los pulmones y el hígado de Candy, se creyó de nuevo la principal y la más bella de todas las mujeres. Se puso ante el espejo y dijo:

¡Espejito, espejito de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?

Entonces el espejo respondió.

Pero, pasando los bosques en la casa de los enanos, la linda Candy lo es mucho más.

La Reina Eliza, es la más hermosa de este lugar

La reina quedó aterrorizada pues sabía que el espejo no mentía nunca. Se dio cuenta de que el cazador la había engañado y de que Candy vivía. Eliza sin piedad mata al cazador Tom por haberle engañado. Después de su muerte, Reflexionó y buscó un nuevo modo de deshacerse de ella pues hasta que no fuera la más bella de la región la envidia no le daría tregua ni reposo. Cuando finalmente urdió un plan se pintó la cara, se vistió como una vieja buhonera y quedó totalmente irreconocible.

Así disfrazada atravesó las siete montañas y llegó a la casa de los siete enanos, golpeó a la puerta y gritó:

-¡Vendo buena mercadería! ¡Vendo! ¡Vendo!

Candy, miró por la ventana y dijo:

-Buen día, buena mujer. ¿Qué vende usted?

-Una excelente mercadería -respondió-; cintas de todos colores.

Eliza sacó una trenzada en seda multicolor, y Candy pensó:

-Bien puedo dejar entrar a esta buena mujer.

Corrió el cerrojo para permitirle el paso y poder comprar esa linda cinta.

-¡Niña - dijo la vieja qué mal te has puesto esa cinta! Acércate que te la arreglo como se debe.

Candy, que no desconfiaba, ni sabia que era su madrastra, se colocó delante de ella para que le arreglara el lazo. Pero rápidamente Eliza lo oprimió tan fuerte que Candy perdió el aliento y cayó como muerta.

-Y bien -dijo Eliza-, dejaste de ser la más bella. Y se fue.

Poco después, a la noche, los siete enanos regresaron a la casa y se asustaron mucho al ver a Candy, en el suelo, inmóvil. La levantaron y descubrieron el lazo que la oprimía. Lo cortaron y Candy comenzó a respirar y a reanimarse poco a poco.

Cuando los enanos supieron lo que había pasado dijeron:

-La vieja vendedora no era otra que la malvada reina Eliza. ¡Ten mucho cuidado y no dejes entrar a nadie cuando no estamos cerca!

Cuando la reina Eliza volvió a su casa se puso frente al espejo y preguntó:

¡Espejito, espejito, de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?

Entonces, como la vez anterior, respondió:

La Reina Eliza, es la más hermosa de este lugar, Pero pasando los bosques, en la casa de los enanos, la linda Candy lo es mucho más.

Cuando oyó estas palabras toda la sangre le afluyó al corazón. El terror la invadió, pues era claro que Candy había recobrado la vida.

-Pero ahora -dijo Eliza molesta- voy a inventar algo que te hará perecer.

Y con la ayuda de sortilegios, en los que era experta, fabricó un peine envenenado. Luego se disfrazó tomando el aspecto de otra vieja. Así vestida atravesó las siete montañas y llegó a la casa de los siete enanos. Golpeó a la puerta y gritó:

-¡Vendo buena mercadería! ¡Vendo! ¡Vendo!

Candy miró desde adentro y dijo:

-Sigue tu camino; no puedo dejar entrar a nadie.

-Al menos podrás mirar -dijo Eliza disfrazada, sacando el peine envenenado y levantándolo en el aire.

Tanto le gustó a Candy, que se dejó seducir y abrió la puerta. Cuando se pusieron de acuerdo sobre la compra, Eliza, le dilo:

-Ahora te voy a peinar como corresponde.

La pobre ingenua Candy que nunca pensaba mal, dejó a Eliza que la peine, apenas ésta le había puesto el peine en los cabellos el veneno hizo su efecto y la pequeña cayó sin conocimiento.

-¡Oh, prodigio de belleza -dijo la mala mujer Eliza- ahora sí que acabé contigo!

Por suerte la noche llegó pronto trayendo a los enanos con ella. Cuando vieron a Candy en el suelo, como muerta, sospecharon enseguida de la madrastra Eliza. Examinaron a Candy y encontraron el peine envenenado. Apenas lo retiraron, Candy volvió en sí y les contó lo que había sucedido. Entonces Albert le advirtieron una vez más que debería cuidarse y no abrir la puerta a nadie.

En cuanto Eliza, llegó a su casa la reina se colocó frente al espejo y dijo:

¡Espejito, espejito de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?

Y el espejito, respondió nuevamente: La Reina es la más hermosa de este lugar. Pero pasando los bosques, en la casa de los enanos, la linda Candy, lo es mucho más.

La reina Eliza, al oír hablar al espejo de ese modo, se estremeció y tembló de cólera.

-Es necesario que Candy, muera -exclamó-aunque me cueste la vida a mí misma.

Se dirigió entonces a una habitación escondida y solitaria a la que nadie podía entrar y fabricó una manzana envenenada. Exteriormente parecía buena, blanca y roja y tan bien hecha que tentaba a quien la veía; pero apenas se comía un trocito sobrevenía la muerte. Cuando la manzana estuvo pronta, se pintó la cara, se disfrazó de campesina y atravesó las siete montañas hasta llegar a la casa de los siete enanos.

Golpeó. Candy, sacó la cabeza por la ventana y dijo:

-No puedo dejar entrar a nadie; mis amigos enanos, me lo han prohibido.

-No es nada -dijo la campesina- me voy a librar de mis manzanas. Toma, te voy a dar una.

-No-dijo Candy -tampoco debo aceptar nada.

- ¿Ternes que esté envenenada? -dijo Eliza-; mira, corto la manzana en dos partes; tú comerás la parte roja y yo la blanca.

La manzana estaba tan ingeniosamente hecha que solamente la parte roja contenía veneno. La bella manzana tentaba a Candy y cuando vio a la campesina comer no pudo resistir más, estiró la mano y tomó la mitad envenenada. Apenas tuvo un trozo en la boca, cayó muerta.

Entonces Eliza, la examinó con mirada horrible, río muy fuerte y dijo.

-Blanca como la nieve, roja como la sangre, negra como la muerte. ¡Esta vez tus amigos enanos no podrán reanimarte!

Vuelta Eliza a su casa interrogó al espejo:

¡Espejito, espejito de mi habitación!

¿Quién es la más hermosa de esta región? Y el espejo finalmente respondió. La Reina Eliza, es la más hermosa de esta región.

Entonces su corazón envidioso encontró reposo, si es que los corazones envidiosos pueden encontrar alguna vez reposo.

A la noche, al volver a la casa, los enanitos encontraron a Candy tendida en el suelo sin que un solo aliento escapara de su boca: estaba muerta. La levantaron, buscaron alguna cosa envenenada, aflojaron sus lazos, le peinaron los cabellos, la lava-ron con agua y con vino pelo todo esto no sirvió de nada: la querida Candy, estaba muerta y siguió estándolo.

La pusieron en una parihuela. se sentaron junto a ella y durante tres días lloraron. Luego quisieron enterrarla, pero ella estaba tan fresca como una persona viva y mantenía aún sus mejillas sonrosadas.

Los enanos se dijeron:

-No podemos ponerla bajo la negra tierra. E hicieron un ataúd de vidrio para que se la pudiera ver desde todos los ángulos, la pusieron adentro e inscribieron su nombre en letras de oro proclamando que era hija de un rey llamado Albert. Luego expusieron el ataúd en la montaña. Uno de ellos permanecería siempre a su lado para cuidarla. Los animales también vinieron a llorarla: primero un mochuelo, luego un cuervo y más tarde una palomita.

Candy, permaneció mucho tiempo en el ataúd sin descomponerse; al contrario, parecía dormir, ya que siempre estaba blanca como la nieve, roja como la sangre y sus cabellos dorados como el sol.

Ocurrió una vez que el hijo de un rey llamado Richard llegó, por azar, al bosque y fue a casa de los enanos a pasar la noche. En la montaña vio el ataúd con la hermosa Candy en su interior y leyó lo que estaba escrito en letras de oro.

Entonces El príncipe que se llamaba Terry, dijo a los enanos:

-Denme ese ataúd; les daré lo que quieran a cambio.

-No lo daríamos por todo el oro del mundo -respondieron los enanos.

-En ese caso -replicó el príncipe Terry- regálenmelo pues no puedo vivir sin ver a Candy. La honraré, la estimaré como a lo que más quiero en el mundo.

Al oírlo hablar de este modo los enanos tuvieron piedad de él y le dieron el ataúd. El príncipe Terry, lo hizo llevar sobre las espaldas de sus servidores, pero sucedió que éstos tropezaron contra un arbusto y como consecuencia del sacudón el trozo de manzana envenenada que Candy aún conservaba en su garganta fue despedido hacia afuera. Poco después abrió los ojos, levantó la tapa del ataúd y se irguió, resucitada.

-¡Oh, Dios!, ¿dónde estoy? -exclamó.

-Estás a mi lado -le dijo el príncipe Terry lleno de alegría.

Le contó lo que había pasado y le dijo:

-Te amo como a nadie en el mundo; ven conmigo al castillo de mi padre Richard; serás mi mujer, mi esposa, mi princesa.

Entonces Candy, comenzó a sentir amor por él y se preparó la boda con gran pompa y magnificencia, invitaron a sus amiguitos los enanitos que se alegraron al ver a Candy viva y hermosa como siempre, eso no es todo invito al cazador, al enterarse que murió se apeno, aun así, También fue invitada a la fiesta la madrastra Eliza de Candy. Después de vestirse con sus hermosos trajes fue ante el espejo y preguntó:

¡Espejito, espejito de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?

El espejo respondió:

La Reina Eliza es la más hermosa de este lugar. Pero la joven Princesa, futura Reina Candy, lo es mucho más.

Entonces la mala mujer Eliza lanzó un juramento y tuvo tanto, tanto miedo, que no supo qué hacer. Al principio no quería ir de ningún modo a la boda. Pero no encontró reposo hasta no ver a Candy.

Al entrar reconoció a Candy y la angustia y el espanto que le produjo el descubrimiento la dejaron clavada al piso sin poder moverse.

Pero ya habían puesto zapatos de hierro sobre carbones encendidos y luego los colocaron delante de ella con tenazas. Se obligó a la bruja Eliza a entrar en esos zapatos incandescentes y a bailar hasta que le llegara la muerte.

Entonces, así fue al final de ese cuento el cazador Terry y la princesa Candy, se casaron, los enanitos fueron testigos de la boda.

Después de la boda Candy se presenta al palacio para ser nombrada como la nueva reina junto con su esposo Terry, el nuevo rey, ambos formaron un reinado justo.

Candy llevaron a los enanitos para que vivan con ella, todos vivieron felices.

En el reino de Candy y Terry reino el amor y la paz, y fueron felices para siempre.

Fin

….

….

Fin…

Notitas mías:

¡Hola! ¿Cómo están?

Espero que muy bien y que sigan acompañándome en el desarrollo de esta historia. ¿Qué les pareció el cuento? ¿Les gustó? No sé a ustedes, espero que sí, puse a una Candy elegante y refinada, sin perder esa sencillez que es característica de ella. Y mi Terry, caballero y un príncipe, Y goce mucho escribir mis cuentos favoritos de Disney.

Ese cuento recién lo he escrito, pero la otra versión de blanca Nieves la escribí hace mucho tiempo, inspirada a mi imaginación, donde se enamora del cazador... después la volveré a publicar.. esta es mas apegada al cuento de los hermanos Grimm.

¡Espero sus reviews!

¡Nos vemos pronto ¡

El próximo cuento es: Blanca Nieves en otra versión.