Cuentos de Princesas de Disney

Por Maggie Grand

Los personajes no son míos son de sus autores correspondientes, Yo… solo escribo para que me lean

Temática Cuento Infantil

Inspirada, adaptado a los cuentos de época.

Basada al cuento de Bella Durmiente de los hermanos Grimm

Personajes Principales son: Candy White y Terry Grandchester.

La Bella Durmiente

Hace muchos años vivían un rey llamado Albert y una reina llamada María, quienes cada día decían: "¡Ah, si al menos tuviéramos un hijo!" Pero el hijo no llegaba. Sin embargo, una vez que la reina tomaba un baño, una rana saltó del agua a la tierra, y le dijo: "Tu deseo será realizado y antes de un año, tendrás una hija."

Lo que dijo la rana se hizo realidad, y la reina María tuvo una niña llamada Candy tan preciosa que el rey Albert, no podía ocultar su gran dicha, y ordenó una fiesta. Él no solamente invitó a sus familiares, amigos y conocidos, sino también a un grupo de hadas, para que ellas fueran amables, el hada Rosa que es Pony, el hada azul es Annie, el hada celeste es Patty. Eran generosas con la niña Candy. Eran cuatro estas hadas en su reino, pero solamente tenía tres platos de oro para servir en la cena, así que tuvo que prescindir de una de ellas.

La fiesta se llevó a cabo con el máximo esplendor, y cuando llegó a su fin, las hadas fueron obsequiando a la niña con los mejores y más portentosos regalos que pudieron: una le regaló la Virtud, otra la Belleza, la siguiente Riquezas, y así todas las demás, con todo lo que alguien pudiera desear en el mundo.

Cuando la tercera hada, había dado sus obsequios, entró de pronto la cuarta, llamada Eliza, (Maléfica), Ella quería vengarse por no haber sido invitada, y sin ningún aviso, y sin mirar a nadie, gritó con voz bien fuerte: "¡La hija del rey, cuando cumpla sus quince años, se punzará con un huso de hilar, y caerá muerta inmediatamente!" Y sin más decir, dio media vuelta y abandonó el salón.

Todos quedaron atónitos, pero la señorita Pony que es el hada mayor, se puso al frente, y aunque no podía evitar la malvada sentencia, sí podía disminuirla, y dijo: "¡Ella no morirá, pero entrará en un profundo sueño por cien años!"

El rey Albert trataba por todos los medios de evitar aquella desdicha para la joven. Dio órdenes para que toda máquina hilandera o huso en el reino fuera destruído. Mientras tanto, los regalos de las otras tres hadas, se cumplían plenamente en aquella joven. Candy, creció y era hermosa, modesta, de buena naturaleza y sabia, y cuanta persona la conocía, la llegaba a querer profundamente.

Sucedió que en el mismo día en que cumplía sus quince años, el rey Albert y la reina María, no se encontraban en casa, y la doncella Candy estaba sola en palacio.

Candy, fue recorriendo todo sitio que pudo, miraba las habitaciones y los dormitorios como ella quiso, y al final llegó a una vieja torre. Ella subió por las angostas escaleras de caracol hasta llegar a una pequeña puerta. Una vieja llave estaba en la cerradura, y cuando la giró, la puerta súbitamente se abrió. En el cuarto estaba Eliza disfrazada de una anciana sentada frente a un huso, muy ocupada hilando su lino.

"Buen día, señora," dijo Candy "¿Qué haces con eso?" - "Estoy hilando," dijo Eliza, disfrazada de anciana, y movió su cabeza.

"¿Qué es esa cosa que da vueltas sonando tan lindo?" dijo Candy.

Y ella tomó el huso y quiso hilar también. Pero nada más había tocado el huso, cuando el mágico decreto se cumplió, y ellá se punzó el dedo con él.

En cuanto sintió el pinchazo, cayó sobre una cama que estaba allí, y entró en un profundo sueño. Y ese sueño se hizo extensivo para todo el territorio del palacio.

El rey Albert y la reina María, quienes estaban justo llegando a casa, y habían entrado al gran salón, quedaron dormidos, y toda la corte con ellos.

Los caballos también se durmieron en el establo, los perros en el césped, las palomas en los aleros del techo, las moscas en las paredes, incluso el fuego del hogar que bien flameaba, quedó sin calor, la carne que se estaba asando paró de asarse, y el cocinero que en ese momento iba a jalarle el pelo al joven ayudante por haber olvidado algo, lo dejó y quedó dormido. El viento se detuvo, y en los árboles cercanos al castillo, ni una hoja se movía.

Pero alrededor del castillo comenzó a crecer una red de espinos, que cada año se hacían más y más grandes, tanto que lo rodearon y cubrieron totalmente, de modo que nada de él se veía, ni siquiera una bandera que estaba sobre el techo. Pero la historia de la bella durmiente "Preciosa Candy," que así la habían llamado, se corrió por toda la región, de modo que de tiempo en tiempo hijos de reyes llegaban y trataban de atravesar el muro de espinos queriendo alcanzar el castillo. Pero era imposible, pues los espinos se unían tan fuertemente como si tuvieran manos, y los jóvenes eran atrapados por ellos, y sin poderse liberar, obtenían una miserable muerte.

Y pasados cien años, otro príncipe llamado Terry, llegó también al lugar, y oyó a un anciano hablando sobre la cortina de espinos, y que se decía que detrás de los espinos se escondía una bellísima princesa, llamada Preciosa Candy, quien ha estado dormida por cien años, y que también el rey Albert, la reina María y toda la corte se durmieron por igual. Y además había oído de su abuelo, que muchos hijos de reyes habían venido y tratado de atravesar el muro de espinos, pero quedaban pegados en ellos y tenían una muerte sin piedad. Entonces el joven príncipe dijo:

-"No tengo miedo, iré y veré a la bella Preciosa Candy."-

El buen anciano trató de disuadirlo lo más que pudo, pero el joven no hizo caso a sus advertencias.

Pero en esa fecha los cien años ya se habían cumplido, y el día en que Preciosa Candy, debía despertar había llegado. Cuando el príncipe Terry, se acercó a donde estaba el muro de espinas, no había otra cosa más que bellísimas flores, que se apartaban unas de otras de común acuerdo, y dejaban pasar al príncipe sin herirlo, y luego se juntaban de nuevo detrás de él como formando una cerca.

En el establo del castillo él vio a los caballos y en los céspedes a los perros de caza con pintas yaciendo dormidos, en los aleros del techo estaban las palomas con sus cabezas bajo sus alas. Y cuando entró al palacio, las moscas estaban dormidas sobre las paredes, el cocinero en la cocina aún tenía extendida su mano para regañar al ayudante, y la criada estaba sentada con la gallina negra que tenía lista para desplumar.

Él siguio avanzando, y en el gran salón vió a toda la corte yaciendo dormida, y por el trono estaban el rey y la reina.

Entonces avanzó aún más, y todo estaba tan silencioso que un respiro podía oirse, y por fin llegó hasta la torre y abrió la puerta del pequeño cuarto donde Preciosa Candy estaba dormida. Ahí yacía, tan hermosa que él no podía mirar para otro lado, entonces príncipe Terry la besó. La Preciosa Candy, abrió sus ojos y despertó, y lo miró muy dulcemente.

_Oh gracias amado príncipe, por su dulce beso.

_Mi bella princesa Preciosa Candy, te amo y te amare siempre, serás mi princesa por siempre.

_Te cantare una canción mi amor.

Porque no me ves

Como te veo

Con más interés

Con tanto deseo

Que puedo hacer

Para encender en ti

Y diste luz

Este detalle en mis ojos, cuando llegas tu.

Te siento llegar,

Detrás de la puerta

Con una flor

De aquella huerta.

Donde los dos salimos a pasear.

Y donde no paso, hasta el final de mis días te voy a esperar.

Es tan lindo soñar con los ojos abiertos.

Con que muestra final

Sea como en los cuentos

Si tu me besas

Seré tu princesa y navegar el universo contra el adverso

Y entregar lo que nadie me dio

Eso es amor, me haces fuerte quererte, que solo olvidar

Es tan lindo soñar, con los ojos abiertos

Si tú me besas

Seré tu princesa

Hasta el final.

La princesa Candy y el príncipe Terry, bajaron juntos, el rey Albert y la reina María, despertaron, y toda la corte, y se miraban unos a otros con gran asombro. Y los caballos en el establo se levantaron y se sacudieron.

Los perros cazadores saltaron y menearon sus colas, las palomas en los aleros del techo sacaron sus cabezas de debajo de las alas, miraron alrededor y volaron al cielo abierto. Las moscas de la pared revolotearon de nuevo.

El fuego del hogar alzó sus llamas y cocinó la carne, y el cocinero le jaló los pelos al ayudante de tal manera que hasta gritó, y la criada desplumó la gallina dejándola lista para el cocido.

Días después se celebró la boda del príncipe Terry y Princesa Candy con todo esplendor, y vivieron muy felices hasta el fin de sus vidas.

Fin.

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