MOMENTANEA DEBILIDAD
Omegaverse
–FINAL-
¿Dónde estaba? Miró a su alrededor y sólo vio… Nada. Oscuridad. Hasta que una brillante y acogedora luz se hizo presente y por ella apareció su persona amada.
–Izuna…– Y si, Tobirama lloró… Lloró de felicidad, de alivio, de amor.
–Me has tenido mucho tiempo esperándote, Senju.– Izuna caminaba hacia él con una bonita sonrisa en sus labios.
–Yo… Yo… Lo siento mucho, Uchiha.
–Shht– Poniéndose de puntas unió su frente con la de su amado macho.–Se que usaste el sello del demonio para salvar a los tuyos y por eso tu alma quedó atrapada. Y ahora, por fin ha sido liberada.
Tobirama desvió la mirada avergonzado.
–Después de tu muerte no quería estar con nadie, te amo sólo a ti… Siempre. Pero ahora, te he decepcionado…
Izuna arrugó el entrecejo desconcertado y entendió. Le puso un dedo en los labios y le besó.
–Lo he visto todo… Estoy muy orgulloso de ti, Senju Tobirama. Ayudaste a un buen joven, un joven algo perdido que te necesitaba en ese momento. Evitaste que fuera violado y le dejaste escoger. Y por eso, te amo. Te amo tanto mi alfa.
Tobirama había ayudado a un Uchiha, había sentido su lucha interior entre serle fiel y a la vez ser tentado.
–Yo también te amo Izuna Senju. Te amo con todo mi ser.– Tobirama miró alrededor– ¿Nuestro cachorro también…
–Era un alma pura, volvió a reencarnar.– Su pequeño merecía vivir, poder tener laa vida que le arrebataron de forma injusta sin siquiera haberla empezado.– Vamos, te enseñaré esto. Es precioso.
Entrelazaron sus dedos y se adentraron más en el mundo puro mientras se ponían al día, tenían tanto que decirse.
…
Sasuke caminaba despacio hacia la aldea, le costaba mantener un ritmo alto, ya no era como con anterioridad. El peso se resentía, el más mínimo esfuerzo le agotaba… Estaba cercano a suceder lo sabía, tenía que llegar para recibir ayuda. Se detuvo un momento y suspiró, se frotó las lumbares y terco volvió a moverse mientras de forma inconsciente se sujetaba el vientre.
–Ya casi llegamos… Un poco más, por favor.– Hizo una mueca ante esa patada que recibió.– Estaros quietos un rato. Dadme un respiro.
Acarició su abultado vientre con cariño. Esos cachorros eran muy inquietos y serían fuertes, pues menudas patadas le daban. A veces conseguían doblarle del dolor, otras se quedaba unos segundos sin respiración y todo.
Rotó el cuello con suavidad y prosiguió su cansado caminar. Le dolían las cervicales, las lumbares, la cadera, los tobillos… Estar preñado era horrible… Pero también le hacía inmensamente feliz sentir a sus pequeños moverse con esa fuerza, saber que le escuchaban y respondían a sus estados de ánimo. Con ellos formándose en su interior no se sintió para nada solo en su viaje de redención.
Tobirama tenía razón, tenía una "mochila" en su haber llena de tristeza que se convirtió en un profundo odio y, para poder llegar a ser ese alguien que vio el Senju en él, tenía que deshacerse de todo eso. El primer paso fue luchar en el valle del fin contra Naruto. El Uzumaki peleó con todo contra suyo y los dos terminaron mal heridos pero arreglando sus diferencias. Su amistad resurgió ese día, su primer lazo tras la muerte de su familia se restauró. Pero no podía quedarse en la aldea aun, seguía algo resentido con Konoha y tenía que superarlo y expiar sus pecados, así que empezó su viaje justo después de que le salvaran de morir desangrado.
Y mientras viajaba fue que se dio cuenta de que no lo hacía solo. Fue toda una emotiva sorpresa que le dejó con lágrimas de emoción en los ojos mientras se tocaba el vientre sin podérselo creer. Sus pequeños… Esos pequeños que no sólo habían sobrevivido a la pelea contra Uchiha Madara, sino que sobrevivieron a la titánica lucha contra Naruto y a que casi muriera desangrado. Y esa primera vez que los sentía, aun sin saber que eran dos las crías que esperaba recordó a Tobirama Senju, su alfa y padre de esas criaturas.
–Tobirama, seremos padres.– Había susurrado a la nada, según cualquier persona que le viera y oyera. Pero él sabía que el Senju, desde donde estuviera, lo habría escuchado.– Vela por nosotros, para que todo salga bien. Yo me cuidaré y me esforzaré para que éste cachorro nazca.
Era una promesa, y un buen amigo le enseñó que las promesas se tienen que cumplir. Además se lo debía al Senju y éste se merecía que esta vez su cachorro naciera, que no sufriera la misma suerte que cuando Madara mató a Izuna y con él a su pequeño bebé que estaba por nacer.
Ahora tras un viaje de casi 8 meses volvía a Konoha para recibir ayuda en su parto, sentía que el momento se le tiraba encima y sabía que solo no podría. Era complicado dar a luz estando en un lugar extraño sin poder garantizar la seguridad de sus crías, también el parto de dos cachorros sería difícil, porque si… Descubrió que esperaba dos bebés, y más difícil era parir sin el apoyo y la fuerza de tu alfa al lado. Así que necesitaba la ayuda de los ninjas médicos de Konoha, además de un lugar donde se sintiera seguro en ese momento tan vulnerable para él y en los meses posteriores, pues tendría que ocuparse de sus cachorros recién nacidos.
Suspiró de nuevo y se aguantó el vientre. Ya faltaba menos… Por suerte. La entrada por fin apareció en su línea de visión y terco, sin detenerse siguió el trecho que le separaba de la aldea.
El entrar los porteros le miraron asombrados, mientras el suspiraba sintiéndose más relajado. Lo había conseguido.
–Es… Es Uchiha Sasuke.– Oyó que susurraban entre ellos.
–Si… Y está claro que necesita un médico…–Ese vigilante se acercó hacía él.– ¿Estás bien? Hemos mandado llamar a un médico.
Le asintió agradecido y callándose un jadeo algo adolorido siguió caminando, eso le calmaba y además, conocía donde estaba el hospital. Esa era su aldea después de todo, algo cambiada pero la esencia era la misma.
Un anbu saltó apareciendo delante suyo.
–Te ayudaré, vamos. – Le ofreció un brazo para que se sujetara y, aunque era alguien orgulloso, esta vez lo necesitaba.
–Veo que te ha ido bien, Uchiha Obito. Un anbu.
–A ti también te ha ido bien… O eso quiero pensar.– El otro Uchiha estaba muy preñado, pero imaginaba que estaba feliz de estarlo– Te veo a punto de explotar.– Un gruñido por parte del más joven le hizo reír con suavidad. Decidió mejor cambiar de tema, no quería hacerlo rabiar y que se le adelantara el parto… Aunque no le debía faltar mucho para parir.– Soy el anbu personal del Hokage.
–Y su amante…– Levantando una ceja. Sabía que su antiguo sensei seguía siendo el Hokage de la Hoja, aunque Naruto estaba a nada de subir al cargo.
El más alto rio divertido. Claro que era amante del Hokage, era su omega después de todo. Como su anbu era su deber protegerlo y asegurarse que no le sucediera nada; como su omega… También le cuidaba y miraba que no le faltase de nada a su pervertida pareja.
–Tengo que confesarte que estoy deseando que ese rubio cabeza hueca suba al poder.– Los Uchiha eran posesivos y dominantes. Y ya estaba cansado de compartir a su pareja con los cientos de habitantes de Konoha, con los dignatarios de otras aldeas, con cualquiera que pidiera una audiencia y con las horas que perdía en esa oficina. Por suerte en ese cuarto también sabían divertirse a puertas cerradas… la de veces que hicieron sus cositas en esa mesa, esa butaca, ese sillón, contra la ventana, en el suelo, contra las paredes… Después de todo, como ya hemos dicho, los Uchiha son posesivos y antes y tras cada reunión tenía que asegurar el despacho de posibles peligros y dejar claro a las visitas que ese tonto, era su tonto y tenía propietario.
–Me imagino que tus intereses son para ayudar a un amigo a cumplir su sueño de infancia, nada de intereses egoístas– Sonrió de lado con cierta arrogancia y diversión ante su propio sarcasmo, la carcajada del omega más mayor no se hizo esperar.
Aunque no había tratado mucho con Obito, en el fondo le conocía y sentía cierta conexión… Quizás por ser del mismo clan y ambos ser omegas.
–Totalmente, Sasuke. ¿Acaso dudabas de mi bondad?– Y si, una parte de él se alegraba, con fines egoístas, de que su Bakakashi dejara ese cargo. Pero por otra parte se alegraba de que Naruto Uzumaki pudiera cumplir ese sueño. Estaba feliz por ese amigo que había hecho durante la guerra.
Él mismo había deseado ser Hokage durante su infancia y adolescencia, y en cambio fue su pareja la que cumplía esa función. No le molestaba, sabía que su actuar había sido terrible. El dejarse dominar y manipular por alguien como Madara, iniciar una guerra en su nombre, matar a tantos… Aun no entendía como le habían permitido volver y poder ser ninja. Estaba seguro de que Kakashi y Naruto, que se había convertido en un muy buen amigo, habían hablado encarecidamente en su nombre. Y eso, más sus actos ayudando a los aliados n la batalla final le consiguieron el indulto. Más adelante se le permitió empezar con pequeñas tareas como ninja como forma de pagar sus pecados, finalmente a petición de Kakashi, se le permitió ser su anbu personal. Primero porque así sus habilidades serían bien aprovechadas y segundo, de ésta forma Kakashi aseguró que le tendría bien controlado. ¿Quién mejor que un Hokage para vigilar a tan peligroso ex criminal? Nadie encontró fallas a esa lógica. Y ahí estaba ahora… Siendo el anbu del Hatake, cuando escuchó que el omega Sasuke Uchiha acababa de entrar por la puerta y que necesitaba un médico porque parecía a punto de ponerse a parir el cachorro que gestaba, fue corriendo a verlo con sus propios ojos y a ayudarle.
El hospital aparece ante su vista y Sasuke no puede evitar suspirar de alivio para si mismo. Necesitaba descansar antes de que las contracciones empezaran… Más fuertes. Porque si, había empezado a sentir ciertos espasmos y cierta tensión, aunque muy separadas unas de otras en el tiempo aun.
–¿Realmente te falta poco para ponerte de parto, verdad? Te noto en la mirada el alivio y también la tensión que te ha recorrido hace unos minutos. – Obito sonrió con suavidad. –Has esperado bien, bien hasta el último momento, Sasuke.
–Estaba lejos, ya empecé a caminar de vuelta lo que no esperaba es retrasarme tanto en el viaje. Necesitaba descansos más seguidos y moverme ya no me resultaba tan sencillo. También soy primerizo, pequé de desconocimiento.– Quien le iba a decir que un embarazo de dos cachorros no duraba 9 meses… Si, todo le había venido de sorpresa. – Por suerte he podido llegar a un lugar seguro para nosotros.
Les hicieron pasar a una sala de revisión y Obito ayudó al Uchiha más joven a sentarse. Sasuke había cerrado los ojos y se masajeaba el tirante y abultado vientre algo adolorido. Otra contracción se acercaba. Retuvo el aire unos segundos y lo soltó con suavidad buscando la relajación, mientras abría los ojos. Obito estaba mirándole el vientre con sus ojos brillantes. Se sintió pillado en su escrutinio.
–¿Qué se siente?– Más que curiosidad era anhelo, un deseo que él mismo no estaba pudiendo llevar a término.
Como omega, Obito se sentía un fracaso. Se sentía vacío por dentro, cada vez que su celo terminaba y sabía que en su útero no estaba formándose una cría que habría concebido con su alfa le dolía, le resquemaba. Se sentía un pésimo omega. Pero Kakashi siempre le decía que no era el momento, que no estaba preparado aun para fungir de padre. Él al principio tampoco deseaba aun cachorros, era considerado un criminal y quería establecerse bien y conseguir ser aceptado. Ahora ya se había ganado el respeto de camaradas y aldeanos… Su cuerpo y su mente estaban preparados para pasar al siguiente nivel. Formar una manada con el alfa que había permitido que le marcara, con el peligris. Pero éste no se sentía preparado para tal actividad… Y Obito se estaba empezando a desmoronar, a sentir que fallaba… Quizás Kakashi le había marcado en un momento de pasión desenfrenada, dominado por los instintos… Quizás lo había hecho para tenerle más controlado, después de todo la conexión que se establecía entre los dos miembros de ese lazo era muy útil para ciertos aspectos, sobretodo si uno de ellos era un criminal al que tenía que tener vigilado. Y todos sabían que Kakashi por la aldea era capaz de hacer casi cualquier cosa.
Sasuke viendo el estado afectado del omega más alto, le sujetó la mano y la llevó a su vientre.
–Es una sensación increíble, la primera vez que los noté… Lloré de la emoción que me embargó. Estoy feliz de que pronto estarán en mis brazos, pero a la vez estoy aterrado de que algo pueda salir mal o de cómo será está experiencia. Durante el embarazo ha habido momentos buenos y otros de malos, muy malos si te soy sincero… Los síntomas no se los deseo a nadie– Sonrió un poco– Pero creo que todo lo sufrido habrá válido la pena cuando los vea. ¿Volvería a pasar por todo esto? Seguramente si, sobretodo si me preguntas después del parto. Si lo haces durante, seguro que te diría que ni se te ocurra dejar que te preñen.
Obito rió y Sasuke le secundó con suavidad, antes de hacer una mueca.
–Oh, lo noto.– Notaba como el vientre se endurecía por momentos. Y la emoción recorrió su rostro. Deseaba tanto vivir eso… Todo y esos síntomas que decía el más joven.
La puerta se abrió y por ella entró Tsunade Senju.
–Uchiha… te noto a punto de dar a luz. Tardas un poco más y ya llegas con las crías bajo el brazo.– Se acercó a palpar y abrió los ojos.– Maldito necio… Podrían haberme avisado de que estabas de parto, ya, ahora.
Ahora entendía a su tío-abuelo Tobirama cuando se quejaba de los Uchiha. Eran unos tercos y orgullosos. Con tal de no mostrar "debilidad" estaba allí como si nada. Llamó a una enfermera que trajo una silla.
–Te llevaremos a una sala de partos, estarás solo y tranquilo. Yo estaré contigo, y si deseas a alguien más a tu lado.
Sasuke miró a Obito, pero éste le sonrió con cierto pesar y el más joven lo comprendió, acompañarle en esa situación sólo acarrearía dolor al Uchiha más alto. Él deseaba tener cachorros y tenía un alfa enlazado, en cambio Sasuke traería cachorros al mundo sin tener un alfa enlazado y habiendo quedado preñado en su primer celo. Sería demasiado cruel para Obito estar presente.
–Se fuerte, por tus pequeños. Nos veremos más tarde Sasuke.–Se fue dejándolos solos en esa sala a la que lo llevaron.
–Kakashi le ama y desea formar una manada con Obito, pero quiere tenerla cuando tenga el cargo de Hokage más por mano o esperar a que Naruto tome el puesto, de esta forma podrá estar por ellos.– Ella era la doctora que se ocupaba de que Obito no quedara en estado a petición del Hatake.–Kakashi también tiene que superar muchos miedos, miedos a perder lo que ama… Es algo que le acongoja demasiado. Ya le costó marcar a Obito y lo camufló con deber para con la aldea.
–Es un tonto…– Soltó Sasuke sin remordimientos.– Entiendo el dolor de la pérdida y el miedo a perder a tus seres queridos. Pero si quiere vivir tendrá que aprender a desprenderse de esa carga… Es algo que alguien muy astuto me dijo hace tiempo.
Y Tobirama tenía razón, Sasuke lo aprendió con su viaje y al sentir que estaba en espera. Tendría una familia de nuevo y si, le aterraba que la historia se repitiera, pero no tenía que aferrarse al dolor del pasado, porque entonces te perdías vivir. Lo que aprendió es a mirar hacia delante, vivir, intentar luchar por los que amabas, confiar en amigos y conocidos. Y eso es lo que iba a hacer. Vivir, vivir por sus cachorros, confiar en los que le rodeaban. Ser feliz y pelear por lo que amaba. En estos momentos lo que tenía que hacer es preocuparse por dar a luz a sus crías.
Sasuke miró a la alfa rubia, ésta le daba su espacio pero se mantenía en ese cuarto para asistirle. Le miró a la expectativa.
–¿Qué se supone que tengo que hacer?
–Seguir tu instinto, Sasuke. Yo sólo estoy aquí para garantizar que todo vaya bien, por si necesitas ayuda tu o tus pequeños. Pero nada tiene porque salir mal, no tienes un alfa que te apoye, pero eres fuerte y me tienes a mi para socorrerte de ser necesario.
Seguir su instinto… Sonaba muy bonito y fácil de seguir. Seguro que en la practica no era tan sencillo.
Se relajó en esas almohadas acumuladas en ese rincón de la habitación. Se había desnudado sin mostrar pudor por estar con la mujer rubia en un mismo lugar, pero es que sentía que eso era lo adecuado. Se tumbó y buscó una postura que le fuera cómoda. A los pocos minutos se removió ante una intensa contracción, cada vez las sentía más seguidas. Nervioso se levantó y caminó por el cuarto, eso ayudaba a relajarse un poco entre las contracciones. Luego volvía a tumbarse para buscar una postura cómoda y así volvía a empezar el ciclo. Gruñó frustrado y también por el dolor que le venía cada vez más seguido. No sabía cuanto llevaba así pero era lento. ¿No podía venirle el dolor de una vez y que salieran ya sus pequeños? Eso que estaba soportando ahora era un tortura, una muy lenta tortura. Resopló y apretó las mantas entre sus manos convertidas en garras hasta que terminó la contracción, luego liberó el aire y jadeó.
–Tranquilo, Uchiha. Un parto lleva su tiempo… Sobretodo para los primerizos.
–Mierda, es una tortura. Podría terminar ya.
–Acostúmbrate y tómalo con calma. No puedes apresurar un nacimiento y si, se que duele y que te dolerá aun más. Pero valdrá la pena cuando los tengas en tus brazos.– Le miró de forma tranquila, intentando transmitirle su calma al verle sufrir una nueva contracción–Respira, no luches contra ellas sino te agotaras antes de tiempo. Y créeme necesitas de todas tus fuerzas.
Tsunade llevaba la cuenta del tiempo entre contracciones, ya era la hora. Por suerte el carácter orgulloso y duro del Uchiha hacía que se mantuviera calmado ante eso que estaba sufriendo, había visto otros omegas y mujeres beta ponerse muy nerviosos ante lo que estaban sufriendo, desesperarse, agotarse antes de tiempo. Sasuke lo estaba haciendo muy bien, definitivamente iba por muy buen camino.
Pasaron unos largos minutos más y comprobó como se tensaba y soltaba un suave quejido de dolor mientras de forma instintiva abría sus piernas y clavaba sus garras en el suelo. El sudor recorriendo su piel y sus tendones marcándose del esfuerzo y la tensión. Se sintió orgullosa de ese joven omega primerizo, él solito estaba pujando cuando le tocaba sin que ella tuviera que estar allí diciéndoselo. Se quedó callado y quieta para no incomodarle ni molestarle.
Jadeos veloces se oían ahora mientras el joven buscaba regular su respiración y buscar un descanso entre esfuerzos. La siguiente contracción volvió a pujar mientras soltaba un ronco y largo maullido de dolor. Tsunade observó como algo asomaba entre las piernas del joven, el primero de los bebés estaba asomando su cabecita. Se preparó por si necesitaba intervenir en esa parte crucial del parto, había muchos omegas que por el dolor eran incapaces de reaccionar y ocuparse de limpiar a su cachorro; en los omegas enlazados no existía ese problema pues quien los asistía era su alfa y, éste se ocupaba de ayudar en el doloroso y agotador proceso.
Lo vio cambiar de postura antes de la siguiente contracción que llegó a los pocos segundos y como, ésta vez liberando un grito mientras lágrimas de dolor corrían por su rostro, el cachorro salió totalmente de su interior. Respirando agitado, el azabache sostuvo a su cachorro con manos temblorosas por la emoción y empezó a limpiarle el rostro y a frotarle la espalda, mientras liberaba un suave llamado hacia su cría. Un suave gemidito de llanto se oyó desde el cachorro, mostrando su respuesta hacía el llamado de su madre y también que estaba en perfecto estado, mientras su madre le acurrucaba contra su cuello y besaba su cabecita y olfateaba para grabarse el suave y dulce aroma de su cría en la memoria.
–Lo has hecho muy bien, Sasuke. Tienes unos minutos de descanso antes de que venga el segundo.
Cansado asintió a esa voz. Mientras seguía acurrucando a su pequeño y se tumbaba en ese camastro. La emoción recorriéndole por tener al primero de sus cachorros en brazos.
–Es… Es un niño… Es tan bonito… Tan perfecto.– Volvió a besarle en la cabeza y a ronronearle a su pequeño.
Tsunade no iba a acercarse ahora, el proceso tenía que continuar de forma natural para no incomodar a la madre. Luego si era necesario ya revisaría a las crías y al omega. Sasuke se tensó de nuevo y gimió.
–Deja al pequeño a tu lado, Sasuke. Tras el reborde en tu espalda –El cojín sobre el que estaba era grande, y encima había otro cojín adherido con un reborde para dejar al cachorro tras ese para que estuviera protegido de golpes o cualquier incidente. Como una almohada-cuna dentro de ese camastro de parto, que permitía dejar al cachorro cercano a la madre, pero a la vez protegido de posibles movimientos bruscos si nacían otras crías.
Tras poner a su primera cría a resguardo en ese espacio, podía verlo y tocarlo, pero a la vez evitaría que lo pisara cuando estuviera dando a luz a su hermano o hermana. Se centró en pujar cuando las contracciones llegaran. Estaba muy cansado… Eso era peor que cualquier pelea que hubiera sostenido antes. Apretó los dientes y se sujetó los muslos por detrás de las rodillas para poder ayudarse a pujar con más fuerza. El dolor al sentir sus paredes estirarse de nuevo ante ese segundo cachorro le hizo liberar un ronco alarido mientras nuevas lágrimas se deslizaban por su rostro sin que pudiera controlar esas reacciones. Con un último grito notó como su segunda cría salía de su interior, había sido igual de doloroso, pero un nacimiento más rápido. Estaba agotado, pero no podía desfallecer. Agarró a ese cachorro, otro macho, y le dio el tratamiento adecuado para que pudiera respirar. Su alivio creció cuando la cría soltó un fuerte llanto que se calmó al acurrucarlo contra su pecho. Se dejó caer de espaldas en esa cama, después de acurrucar también a su primogénito entre sus brazos. Lloró de alivio y felicidad con sus dos bonitos y sanos cachorros contra su torso. Mientras de tanto en tanto besaba sus cabecitas. Ronroneó feliz cuando ambos empezaron a mamar cada uno de un pezón.
–¡Puedo acercarme?– Preguntó respetuosa. Cada omega respondía diferente tras el parto, algunos con temor a su presencia alfa, otros con cierto resquemor, otros le dejaban revisarlos y revisar sus cachorros sin problema.
Un largo silencio se hizo presente. Notaba a Sasuke olfatear en su dirección, seguramente decidiendo si confiar en su presencia o mostrarse huraño y desconfiado. Finalmente el joven azabache decidió que no era una amenaza para él ni para sus crías y le permitió que fuera.
Esa mujer tenía cierto aroma familiar, olía a que era familiar de su alfa, familiar del padre de sus hijos, tenían lazos sanguíneos… Aunque eso ya lo sabía pues conocía el parentesco de Tsunade con Hashirama, era su nieta. En ese estado tan instintivo confiaba más en lo que le decía su olfato que en su conocimiento del árbol genealógico de esa mujer rubia. Ese aroma "familiar" la colocaba en un lugar cercano a ser considerada algo así como parte de su manada. Su pequeña manada de tres miembros, bueno casi cuatro si contaba a esa alfa que era familiar de sus cachorros.
Despacio para no mostrarse amenazadora, se acercó al agotado omega Uchiha. Y le sonrió satisfecha por tan buen trabajo realizado por el joven, realmente lo había enfrentado con entereza y una fuerza interior envidiable. Pero antes de poder abrir la boca para felicitarle y a la vez que contarle el procedimiento a seguir, se quedó asombrada al ver esos cachorros y al olfatear y, sentir cierto aroma que reconocía muy bien de cuando era niña.
–¿Quién… Quien es el padre?– Sabía quien era. Ese aroma no podría olvidarlo. Esos cachorros eran familiares suyos, eran de su clan, de su manada. Esos dos cachorros son sus primos. ¿Pero como…?
Nadie le había contado lo que sucedió a Tsunade después de que cayeran en ese genjutsu. Sólo que Orochimaru había ido ayudar junto al Uchiha y esos tres chavales más, junto a los edo tenseis de los Hokages. Que pelaron contra Madara y le vencieron. Nadie entró en más detalles… Y ahora encontraba esto.
Sasuke le sonrió con suavidad y acariciando la cabeza del cachorro con la pelusilla blanca, habló.
–Se llamará como su padre, Tobirama. Al otro le llamaré Izuna. – Ese cachorrito tenía pelusilla negra. –Supongo que puedes considerarlos primos.
Tsunade abrió grande los ojos y estos se humedecieron. Luego cerró la boca y sonrió con gentileza y cariño hacía esos pequeños. Nuevos Senju. El clan no iba a morir con ella.
–¿Puedo preguntar cómo?
Sasuke se incorporó un poco y de forma suave para no molestar a sus cachorros y se dispuso a contarle como Tobirama Senju le había salvado, primero de ser abusado en su primer celo y luego marcándolo para ayudarle con el dolor del estro y protegiéndolo con su aroma, su cuerpo y sus palabras. Mientras estaba explicando su relato se detuvo al sentir unas ligeras contracciones.
–Estás expulsando la placenta, Sasuke. Si me permites te ayudaré y te revisaré para ver que no necesites puntos. También te limpiaré un poco. –Un parto era muy aparatoso en cuanto al sangrado, mejor asear al joven omega, así también se sentiría mejor.
Y mientras el Uchiha le terminaba de contar, Tsunade se ocupó de limpiarle y deshacerse de las sabanas sucias y de la placenta expulsada. Estaba tan agotado que no sintió vergüenza de ser revisado en sus partes inferiores, la verdad es que agradeció la limpieza y el cálido chakra para sanar posibles pequeños desgarros, fue como un bálsamo calmante para ese dolor e irritación que sentía.
–Esta sala es tranquila, si te parece bien puedes quedarte aquí a descansar por hoy. – Revisó un poco esos pequeños cuando dejaron de mamar y su madre se lo permitió. Fue cuidadosa y los acunó con amor.– Son preciosos. Me alegra no ser la última Senju que queda. Gracias Sasuke Uchiha.
Los dejó al lado de su madre para que durmieran y les acomodó una manta encima, tapándolos con mimo a los tres.
–Descansa, lo has hecho muy bien.
–¡TEME!– Naruto había entrado en tromba a la habitación. Le habían avisado, cuando había vuelto de su misión, que Sasuke estaba de vuelta y de que iba hacia el hospital, pero de eso hacía horas. Se quedó mirándole tumbado entre esos cojines y abrió los ojos asombrado al oler algo diferente y ante el suave movimiento de esos bultitos que se apreciaban, ¡Eran cachorros!.– ¿Son… Has…
–¡Maldito niño! Que no ves que vas a despertar a los cachorros… Y encima Sasuke necesita reposar tras tan arduo trabajo de parto. – Le dio un capón en la nuca que casi manda al rubio al suelo, mientras le regañaba con firmeza pero en voz muy baja– Haz el favor de no estar gritando en un hospital. Y menos cerca de las salas de parto… Lo que menos desean los omegas y las betas es que un escandaloso este gritando con esa molesta voz que tienes.
Le agarró de la oreja para sacarlo de la habitación, mientras el rubio se debatía inconforme.
–Ba-chan… Eres muy cruel. Mi voz no es molesta, ttebayo.– Luego puso un puchero junto a unos ojos de cachorro– Quiero quedarme con él… Con ellos.
–Ni lo sueñes, usuratonkachi.– Sólo le faltaba tener que soportar a Naruto en un momento como ese, estaba agotado y quería dormir, no más bien necesitaba con urgencia dormir.
–Voy a quedarme, teme. Eres mi mejor amigo– "También el omega que me gusta"– Y mi deber de mejor amigo y compañero es estar a tu lado, a vuestro lado. Cuidaros en estos momentos para que puedas descansar tranquilo, ttebayo.
Sasuke rodó los ojos y al final desvió la mirada, cediendo ante el terco del dobe. Confiaba en él, le confiaría la vida a Naruto y también le agradaba estar con él. La verdad es que se sentiría más calmado y dormiría mejor en ese espacio si Naruto se quedaba en ese cuarto. Lo sintió acercarse demasiado y le miró serio, mientras cubría con su cuerpo a sus cachorros en un acto instintivo y protector. Sabía que el dobe no les dañaría, pero su instinto de omega de proteger a sus bebés recién nacidos era muy intenso ahora mismo.
Naruto fingió no darse cuenta y se sentó en un sillón cercano, mientras le miraba con una suave sonrisa feliz y algo soñadora, emocionada. ¿Podría tener oportunidad con Sasuke? ¿Se dejaría cortejar por él? ¿Cuidar por él? Por ahora parecía que si, que le aceptaba cerca suyo y de sus cachorros. Les miró descansar, se sentía lleno y feliz. Si, esas crías eran de otro alfa… Pero si el teme le dejaba estaba dispuesto a hacerse cargo de ellas, de intentar ser su padre.
A la mañana siguiente, tras volver a revisar a Sasuke y a los dos mellizos, Tsunade les dio el alta. No había necesidad de que el Uchiha se mantuviera en el hospital, estaría mejor en un ambiente más conocido y tranquilo. Antes de que se fueran les prometió que se mantendría cerca de ellos, si la dejaban. Esas crías eran de su clan y eso para ella convertía a madre y cachorros en parte de su manada, su familia. La pequeña sonrisa satisfecha del Uchiha y su asentimiento le llenaron el corazón de dicha. Senjus- Uchiha, unidos en unos diminutos seres. Lo que en el tiempo de su abuelo y tío-abuelo no se consiguió por culpa de Madara Uchiha, se había logrado ahora en esa época de paz… Y también por las acciones del mismo hombre.
Naruto insistió en no separarse del azabache para nada. Y ella sintió que, aunque Sasuke hacía cara de molestia por eso, en realidad se alegraba de tener al alfa cercándolo.
–Ya conoces a Naruto, es fiel y daría lo que fuera por ti.– El Uchiha levantó una ceja.– Está soltero, creo que estaba esperando la oportunidad de que volvieras y le dejaras estar contigo.
No dijo nada, pero estaba asombrado. ¿Naruto no estaba con ningún o ninguna omega? Pero si tras la guerra y proclamarse como uno de los héroes de la misma, era uno de los alfas más deseados de Konoha. ¿Cómo podía ser? Le había estado esperando en serio… Le observó de forma disimulada, aunque fue descubierto en su escrutinio y a cambio recibió una brillante y esplendorosa sonrisa made in Uzumaki. Suspiró para si, no iba a negar que estaba feliz de saber eso.
Ahora se dirigían a… Pues no tenía ni idea, su hogar fue destruido por el ataque de Pain. Pero Naruto iba decidido hacía un lugar concreto mientras le animaba a base de sonrisas y miradas dulces.
–Te llevo a mi casa…– respondió a la mirada interrogante. – Ya no es ese pequeño cuchitril de antaño, así que no hace falta que pongas esa cara de espanto teme.– Le dijo divertido de ver esa alarma en su amigo.
–Eso ya lo veré cuando lleguemos.– Y el Uzuamki amplió más la sonrisa al ver que aceptaba ir con él.– No te emociones, es sólo que no tenemos donde más ir.
Llevaba a sus cachorros colgando de un portabebés atado a su tronco, a la vez que les protegía con su brazo. De vez en cuando bajaba la mirada y comprobaba que los pequeños estuvieran bien y durmiendo.
Dos presencias hicieron que detuvieran sus pasos.
–Kakashi-sensei… Miré, Sasuke ha vuelto y ha tenido dos increíbles y bellos cachorros.– Dijo con orgullo como si esas crías fueran suyas.
Sasuke le miró unos segundos y su corazón latió en su pecho con violencia, mientras un agradable calorcito le recorría. Ese alfa, ese alfa que le gustaba reconocía a sus cachorros casi como propios. Eso le decían sus palabras y su aroma, posesivo y protector, feliz. Mientras éste les rodeaba como queriendo cubrirles y cuidarles. Disimuló lo que estaba sintiendo mirando a su ex sensei y a Obito que le acompañaba. Sonrió suavemente al ver la cara del otro Uchiha mientras miraba sus cachorros. Anhelo, deseo, cariño, emoción… Le destapó a sus pequeños para que pudiera verlos y la emoción se filtró aun más en esos ojos del más mayor, mientras una lenta sonrisa se formaba en sus labios y sus ojos se humedecían.
–Son la cosa más bonita que he visto nunca…– Musitó mientras estiraba un brazo con suavidad. Un brazo que se quedó a medio camino mientras sus dedos temblaban un poco. Luego bajó la cabeza y el brazo, su aroma se agrio un poco al deprimirse… Su omega interno lloraba de anhelo y él no estaba pudiendo darle algo que tanto su lado humano, como su lado más instintivo deseaban.– Cuídalos mucho, Sasuke Uchiha.
Luego se había girado y había saltado lejos de ellos. Queriendo mantener una distancia suficiente para que no percibieran su dolor al ver su deseo insatisfecho. Le dolía ver esas crías del más joven de los Uchiha.
Sasuke entendió lo que sentía el otro pelinegro. Soltó el aire y miró de forma afilada al Hatake, mientras éste sintiendo la acusación en esos ojos negros. Y posteriormente en los azules de su otro alumno, se rascó la nuca.
–Yo…– Suspiró sonoramente y desvió la mirada.
–Eres un imbécil.– Sentenció Sasuke pasando por su lado.
–Pe-pero…– La mirada glacial del Uchiha le detuvo y decidió centrarse en lo que había ido a decirle– Yo venía a ofrecerte un piso vacío. Te corresponde tras perder el tuyo en el ataque de hace años.
–No lo necesito. Me quedo con el dobe. –No deseaba estar sólo y no iba a perder el tiempo como estaba haciendo Kakashi con Obito. Tenía que vivir, ser feliz y cuidar a su familia, y con Naruto podía cumplir eso.
Naruto liberó un sonido de complacencia y miró a Kakashi antes de seguir a ese teme que le traía loco.
–Deja el pasado atrás sensei, busque su felicidad… La tiene al lado, pero se la está negando. Al final por sus miedos lo único que va a conseguir es perder lo que ha conseguido…– Miró hacía donde estaba Obito esperando a su alfa, al Hokage que debía proteger. Manteniendo la distancia para que no vieran su dolor y su "incompetencia", según él, como omega. – Lo perderá a él.
Sin más que decir siguió a Sasuke, fue en pos de su nueva felicidad, su nueva manada, su nueva vida, su nueva familia. Ya ninguno de ellos estaría solo nunca más.
… Años después…
–¡Teme! Voy a llevar a Tobirama e Izuna a la academia, antes de ir al despacho– Había conseguido todos sus sueños. Una bonita familia, ser Hokage… Estaba tan feliz.
–No te olvides la merienda.– Sasuke apareció por el marco de la puerta y sonrió enamorado al verle. Cada día le amaba más y más.– Y vosotros niños no os dejéis nada.
–¡Si, mamá! ¡Si, mami!
Sasuke en cuanto había podido había vuelto a sus funciones como ninja, abriendo el cuerpo policial de Konoha del cual era jefe. De esa forma podía estar cerca de sus pequeños y tener un horario más flexible que siendo anbu o jounin. Aunque ahora estaba de baja… O más bien relegado a funciones administrativas y de mando.
Naruto se acercó a besarle, siendo correspondido antes de agacharse y besar ese abultado vientre de su omega.
–Cuida de mami, bebé– Musitó restregándose contra ese bulto y liberando su aroma para marcar esa zona.
–Dobe, van a llegar tarde… Y tu también.– Le regañó con suavidad, mientras acariciaba ese pelo tan rubio de su alfa.
Si, permitió que Naruto le marcara poco después de irse a vivir juntos. Una vez que su útero se recuperó del embarazo y el parto y Tsunade le dijo que era seguro volver a iniciar las relaciones sexuales, mientras le giñaba un ojo… Como había enrojecido ante el descaro de esa Senju. Y fue en esa primera vez, después de que el rubio fuera paciente, le diera su espacio, le cortejara, volvieran a formar sus lazos de confianza… Que durante la monta, Naruto le mordió dejando su marca en su nuca, él se lo había permitido al dejar esa zona al descubierto de forma mansa y sumisa, dándole permiso. Y no se arrepintió ningún día de esa decisión. Naruto era una gran pareja. Era dulce, era leal, se preocupaba por él y los cachorros, era un buen padre, un buen compañero y era obediente. Porque si, Sasuke era el que llevaba la voz cantante en esa relación… Después de todo Naruto era algo "despistado" y necesitaba su guía. Sonrió arrogante.
–¡Jooo, teme! Estaba mimando a nuestro pequeño, ttebayo. –Se quejó de forma algo infantil y berrinchuda.
Sasuke resopló y le dio un ligero golpe.
–Vuelve a casa este mediodía temprano y podrás mimarnos tanto como deseos…– Le guiñó un ojo mientras una torcida sonrisa le ladeaba los labios. Los niños no estarían para comer… Y ellos tendrían tiempo para… Sonrió más ampliamente al ver que su rubio captaba el mensaje.
–¡Niños! ¡Nos vamos ya! Tengo que llegar a la oficina y adelantar mucho trabajo.–Y así poder plegar antes, ir a por su teme y correr para su hogar a… Hacer cositas no aptas para compartir.– Salió por la puerta y agarró a un niño debajo de cada brazo mientras corría hacia la academia.– Rápido, rápido…
Los cachorros debajo del brazo de su padre suspiraron sin pelear, el usuratonkachi de su papi era un terco y su mami ya lo decía… Era un dobe. Se miraron entre ellos y rodaron los ojos. Podían ser pequeños, pero no tenían un pelo de tontos. Sus papis practicaban seguido el darles hermanitos, y ellos estaban felices por, en breve, convertirse en hermanos mayores.le meterco y cuando se le met ene su padre suspiraron sin pelear, el usuratonkachi de su papi era un terco y cuando se le met en
