INICIO DE TODO
Me había separado de mis alumnos, ellos tenían su propia misión liderados por Kakashi Hatake, el joven tenía capacidad para dirigirlos, aunque fuera su primera vez como líder de escuadrón.
Yo por mi parte me dirigí veloz a ocuparme de mi propia misión, un batallón de rivales estaban causando estragos entre las fuerzas de Konoha. Nos estaban obligando a retroceder, cada vez ganándonos más y más terreno, matando a muchos de los nuestros.
Al llegar oí como aclamaban mi nombre y mi apodo con euforia entre el bando de Konoha y con temor en el bando enemigo.
Lance mis kunais entre el campo de batalla mientras con velocidad esquivaba a los diferentes combatientes, usando los mismos kunais para esquivar los fuertes ataques de mis rivales. Todos iban cayendo sin saber de donde les venía el golpe, nadie podía igualar mi velocidad y destreza cuando usaba mi técnica estrella, la que me dio un nombre temido por mis enemigos "El Rayo Amarillo de la Hoja", y no era por ser arrogante.
Estábamos ganando, Konoha se estaba imponiendo frente a nuestros enemigos. Los ánimos de mis compañeros volvían a subir al ver el giro de los acontecimientos a nuestro favor. Oí voces aclamándome como héroe de guerra, voces anunciando que el enemigo se retiraba, que volvía a sus tierras.
–Están retrocediendo, perseguidlos y que vuelvan a su hogar, de donde nunca tendrían que haber salido.
Los de la Hoja empezaron a agruparse en escuadrones persiguiendo a los que huían para hacerlos retroceder aun más. Era nuestro momento.
Llegué a un claro deteniéndome unos segundos para observar a mi alrededor. Había dejado una estela de cadáveres a mi paso. No era algo que me motivara, pero sabía que era necesario. Eran ellos o nosotros, Konoha y sus habitantes dependían de que ganáramos esas batallas.
Un potente chakra apareció ante mi, un buen rival que pretendía darme batalla. Me preparé para el combate, analizando su postura, sus posibles movimientos y el ataque que me lanzaría, debía ser precavido. Preparé un par de kunais.
El otro ninja también hizo lo mismo conmigo, me estudiaba, conocía mi fama y mi velocidad. Me sonrió curvando un lateral de su boca, con malicia.
–Es un honor para mi tener el placer de enfrentar el temido Rayo Amarrillo de la Hoja. Te admiro, sabes. Pero esto no puede seguir así, tengo que intentar detenerte aunque me vaya la vida.
No abrí mi boca, mi función en esa batalla, mi misión, era matarlos y/o hacer que se retiraran. Cualquiera de las dos me valía.
Nos lanzamos uno hacía el otro, con uno de mis kunais me aparecí detrás de él. Me esquivo con maestría lanzándome unos papeles bomba. Pero yo ya no estaba ahí.
Ese ninja era listo, con gran capacidad de reacción casi como si pudiera prever mis ataques. Tenía que acercarme más y ponerle un sello a él, de esta forma podría darle un golpe de gracia.
Lancé un kunai de nuevo hacía ese hombre, vi su sonrisa satisfecha antes de desaparecer y aparecer en ese momento a su lado. Donde me esperaba, lanzándonos a un combate de taijutsu. Era un gran guerrero, diestro en las artes ninja. Pero no podía estar perdiendo el tiempo en ese lugar. En uno de mis golpes conseguí ponerle un sello en el estomago. Y saltando hacia atrás me aparté. Preparé un nuevo kunai, le haría creer que lo usaría para esquivarle pero en realidad me serviría para atravesarle y matarlo de una vez, me necesitaban en otro lugar.
Inicié el ataque y lancé un kunai, pero lejos de materializarme donde el kunai fue a parar, me materialice ante él usando la marca en su ropa con un nuevo kunai en la mano. Pero justo cuando estaba apareciendo ante ese ninja él activó una poderosa técnica. Una fuerte energía nos rodeo, quise volver a usar el dios del trueno para apartarme, algo me lo impedía así que aplique todo mi chakra para poder alejarme a alguno de los kunais marcados que había diseminado por ese campo de batalla. Mi intuición me decía que quedarse allí era peligroso. Mi intuición no me falló.
Mi chakra, el de mi enemigo, nuestras técnicas… algo reverberó uno contra el otro. Las dos energías se juntaron creando una fuerte explosión que nos succionó y luego nos catapultó de golpe. Salí despedido rebotando con varios arboles hasta acabar en el suelo muchos metros más allá, mientras maleza a la que también le había afectado la explosión salía volando en todas direcciones, junto con tierra, rocas, árboles jóvenes, ramas… Me golpearon y me pasaron volando al hacerme pequeño contra el suelo. Me dolía todo, intenté levantarme sin conseguirlo y miré alrededor, veía borroso por el humo y las partículas de tierra en el aire pero aun así no acababa de reconocer ese paisaje, ni esas olores. Una rama me golpeó con fuerza en la cabeza y mi mundo se oscureció.
