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Ha Minato siempre le habían desestimado, sus mismos compañeros en la academia le veían como a alguien débil, alguien que no valía para la lucha y que en cuanto empezaran a darles misiones sería un estorbo. Le juzgaban por su apariencia y su eterna sonrisa educada y feliz en el rostro.

Minato era un omega, pero aunque había algunos sectores de alfas que aun creían que los omegas eran criaturas débiles y dadas a la emotividad e irracionalidad, la mayoría de la sociedad sabían que eso no era así. Había grandes e impresionantes omegas que eran ninjas, si les había costado años y esfuerzo poder alcanzar la precaria igualdad en el trato de la que disponían ahora.

Pero aun había clases que eran diferentes para unos géneros que para otros. Por ejemplo, los omegas, indiferentemente de su género y las mujeres betas, tenían clases especificas a su género y a lo que serían destinados en un futuro, la crianza de los cachorros. Además tenían clases de seducción, pues podría ser necesario en una misión para encandilar a un enemigo alfa. Otra de las clases para omegas era, apareamiento con alfas, enlaces, embarazo y nido, celos, supresores y anticonceptivos, parto y un largo etcétera que Minato odiaba y que se saltaba. Pues si, el pequeño rubio era menospreciado y pasaba bastante desapercibido entre sus compañeros, pero tenía una gran capacidad para fugarse y era alguien muy, muy rápido. No asistía a las clases especificas a su género y asistía sin que nadie lo notara a las clases de alfas y betas macho, si estas le interesaban. Además gracias a su astucia e inteligencia, nunca era atrapado y siempre sacaba unas notas excelentes, incluso en esas clases a las que nunca había asistido.

Esa discriminación hacia su genero y hacia las mujeres beta, es algo por lo que Minato quería luchar. Él sería el primer omega en ser Hokage y lucharía por la igualdad entre alfas, betas y omegas; nadie tenía que ser juzgado por su género, todos los que asistían a la academia querían ser ninjas para luchar y proteger su hogar, y para conseguir eso, todos merecían el mismo trato. Sus compañeros se reían cuando le escuchaban proclamar que sería Hokage. Incluso la que fue unos meses después su mejor amiga, se rió de él la primera vez que le escuchó. Ella era la alfa Kushina Uzumaki, traída a la aldea para ser la nueva recipiente del zorro de nueve colas.

Pero Kushina cambió su opinión de él al ser raptada y él, ese omega del cual se había reído, ser el único en darse cuenta y salvarla de esos ninjas de kumogakure. Minato demostró una valentía digna de un gran shinobi y una destreza digna de un jounin. A partir de ese instante, y con el apoyo de su nueva amiga, la carrera como ninja de Minato sólo hizo que despegar y brillar con fuerza. Destacando por encima de cualquiera, a los diez años fue promocionado a gennin, dejando pasmados a sus antiguos compañeros de academia que siempre se habían burlado del pequeño omega.

Jiraiya su maestro confió en su fuerza y le enseñó todo lo que sabía, Kushina también le mostró técnicas y pergaminos de su clan, tanto el maestro como la joven alfa quedaron asombrados con la astucia del rubio. En poco tiempo aprendía la mencionada técnica que le estuvieran mostrando y no sólo eso, la perfeccionaba, la adaptaba y la hacía suya. También creaba nuevas y asombrosas técnicas, mostrando una habilidad creativa que hasta ahora sólo habían visto en el segundo Hokage.

Jiraiya con una idea formándose en su cabeza, le pidió al Sandaime que le permitiera al joven omega leer e investigar los pergaminos creados por el Nidaime, petición que Hiruzen aceptó enseguida. Él también había percibido el talento natural de Minato Namikaze. Y no se equivocaron, el rubio hizo suyo el Jutsu Del Dios Trueno Volador (Hiraishin no Jutsu), una técnica que el segundo había creado y Minato había copiado y ahora usaba a la perfección.

Y no sólo eso, parece que aprendió otras técnicas más oscuras, también ideadas por el Senju, más prometió no usarlas sino era estrictamente necesario. Y Minato era alguien en quien se podía confiar plenamente, aunque fuera un adolescente.

Durante esa época también desarrolló una técnica propia, que no se guardó sólo para él, pidiendo consejo a Jiraiya para crearla, en cuanto la tuvo aprendida se la enseñó a su maestro. Siendo paciente con el sabio de los sapos para solventarle todas las dudas y mostrándole la mejor forma de aprender a usar su rasengan, pues así nombró a su técnica. Demostrando con eso, que tenía grandes dotes para la enseñanza, pues no sólo era amable y paciente, sino que sabía entender las posibles dificultades que tendría la persona con la que trataba y le guiaba en la mejor dirección para que pudiera solucionar las dudas para un mejor y más rápido aprendizaje. Si, definitivamente Minato Namikaze era un shinobi muy completo, era contundente y letal cuando era necesario y amable, simpático y educado en las situaciones que lo requerían.

A los 17 años, Minato sufrió su primer celo, que afrontó con la mayor de las enterezas. Pensándolo muy seriamente y después de sopesar los pros y los contras, decidió pasarlo con su amiga, la alfa Kushina Uzumaki. Los dos adolescentes se encerraron en el hogar del rubio durante esos tres días del celo del omega y Kushina se dedicó a saciar todas y cada una de las necesidades de su mejor amigo. La única petición del omega fue que la alfa no lo reclamara como a suyo, por lo tanto nada de morderle la nuca y que al terminar necesitaba anticonceptivos, pues no quería tener cachorros, de momento.

Fueron tres días de pasión arrolladora, Minato era un omega en celo muy participativo, muy físico y apasionado. Para Kushina, que estaba terriblemente enamorada de él, fueron los tres mejores días de su vida, también los más agotadores, siendo su primera vez calmando el calor y la necesidad de un omega. Recordaba al llegar al hogar del rubio, como fue recibida por el olor a mar y arena del rubio, sólo había estado una vez en la playa cuando era muy pequeña, pero entrar en ese apartamento y ser recibida por ese agradable aroma la transportó a esa época durante unos segundos, sonrió con nostalgia. Minato aun no había iniciado con el calor en si, pero le faltaba muy poco. Estuvieron hablando entre risas, de anécdotas y de misiones, comieron y vieron un rato la televisión antes de acostarse juntos en una cama, como habían hecho con anterioridad, como los mejores amigos que eran y con la confianza que se tenían. A medianoche la alfa fue despertada por un dulce aroma a feromonas, oyendo los quejidos adoloridos de su amigo y como se retorcía en esa cama intentando no molestar. Pero eso fue hasta que la vio despierta y mirándole asombrada, con las pupilas dilatadas y respirando acelerada por esas dulces feromonas, ahora además de oler a playa el rubio desprendía un aroma dulce como a melón, era embriagador; se controló gracias a que era su amigo y el omega al que amaba, pero toda consideración se fue al traste cuando Minato la llamó necesitado.

Kushina se lanzó a besar al omega, mientras sus manos se dedicaban a desvestirlo y desvestirse. La humedad de Minato escapaba de su ano y se sentía en sus muslos, su pene estaba erecto, necesitando atención. En cuanto Kushina lo tocó, el omega corcoveo las caderas y tensando su cuerpo se corrió. El pene de la alfa salió de su interior, estaba muy excitada con la imagen y los olores que le llegaban a la mente.

–Kushina… Te necesito dentro… Me duele… Mmm

Separando sus piernas con delicadeza, Kushina se posicionó y penetró con el máximo cuidado posible a su amigo rubio. El Namikaze se tensó y gimió, aunque la penetración había sido molesta, a su vez había notado alivio para su febril cuerpo. Movió sus caderas, mientras se abrazaba a la alfa y la besaba. Las embestidas no se hicieron esperar, al principio suaves para que se acostumbrara, luego cada vez más veloces para satisfacer sus necesidades, para acabar siendo irregulares y sin coordinación por parte de ambos al estar cerca de su liberación. Minato gimió tensándose y corriéndose entre ambos cuerpos y Kushina gimió en alto al sentir como su pene crecía en su base y liberaba su abundante semilla en ese cálido interior. Los dientes crecieron en su boca y sintió la necesidad de marcar al alfa entre sus brazos.

–No lo hagas, por favor.

–Tranquilo, te lo he prometido. Nunca haría nada que no quisieras, Minato.

Enternecido acunó sus mejillas y se besaron de nuevo con delicadeza y cariño. Los días posteriores no salieron de esa cama, que la pelirroja tuvo que cambiar varias veces, cuando el omega tomaba un descanso de las constantes montas, a causa de sus fluidos, y la sangre de Minato al perder la virginidad en esa primera vez; la alfa estaba orgullosa de haber conseguido ser la primera pareja de ese bello y cotizado omega. Ahora sólo le quedaba convencerlo de que era la idónea para él, por ese motivo Kushina fue muy delicada y entregada en satisfacer a su mejor amigo, del cual estaba profundamente enamorada, sería la alfa más dichosa del mundo si Minato Namikaze le correspondiera de la misma manera como ella le amaba a él.

Desde ese celo, la relación entre Minato Namikaze y Kushina Uzumaki se hizo más profunda y con más confianza. Cuando fue el turno de que la alfa entrara en su celo, ahí estuvo el omega saciando su necesidad. Con el paso del tiempo se hicieron pareja, aunque Minato nunca permitió que la Uzumaki le mordiera la nuca para reclamarle como suyo, ni tampoco permitió que le preñara, aun no deseaba tener crías. Su animal interior no lo quería, la alfa roja le gustaba mucho, pero no lo suficiente como para entregarse a ella totalmente. Sentía que le faltaba algo muy importante, algo que anhelaba y que allí no encontraría, no al lado de esa hembra de zorro, sentía que Kushina Uzumaki no era para él.

Años después Minato fue nombrado Hokage, tal como siempre había deseado, estaba sumamente feliz. Y Kushina también estaba feliz y orgullosa de ese omega, su omega. Aunque éste no le permitiera ser una autentica alfa con él. Su zorro gimoteo, sintiéndose algo infeliz e incompleto, pero Kushina como siempre escondió esta sensación, éste sentir y sonrió grande para su Minato. Hoy era un día para celebrar, un gran cambio se avecinaba, un gran paso para todos los omegas de la aldea hacía la total igualdad, y quizás ese gran cambio también sería mundial pues otras aldeas podrían seguir su ejemplo.

Pero el Yondaime no pudo realizar ese cambio hacia la igualdad de trato entre alfas, betas y omegas, pues poco después estalló la guerra; donde todos los shinobis de Konoha fueron necesarios. Kushina fue con su equipo al frente nordeste, Minato fue enviado al oeste. Ya no se supo nada más de él, había desaparecido en esa explosión que causó un socavón de medio kilometro. El entierro de todas las victimas de esa maldita guerra fue pocos días después al terminar las batallas, se habían perdido grandes shinobis. Y el más llorado fue el prometedor omega que había conseguido realizar su sueño por tan poco tiempo, su sueño de ser el primer omega en ser nombrado Hokage.