4.

El amanecer llegó y Hashirama salió del futón, revisó una última vez a su omega renuente a dejarle, salió de la casa dispuesto a supervisar el clan y ocuparse de sus quehaceres. Antes de eso buscó a una matriarca omega y lo envió a su hogar a velar por el que sería su hembra.

–¿Quiere que lo asee también, Hashirama-sama?– Shio tenía muy buena mano con niños, omegas jóvenes preñados y enfermos.

–No Shio-san, aún está muy débil como para lavar su cuerpo sin exponernos a que agarre frio. Yo me ocuparé esta noche o mañana si lo veo mejor.–Le sonrió en agradecimiento –Sólo… vigila que no empeore e intenta que trague el líquido que he dejado preparado al lado de su futón. A pequeños tragos cada vez.

Él había estado dándole esa bebida especial preparado por él mismo a base de plantas y con sales minerales y azúcares naturales, para que el rubio no se debilitara. Era trabajoso, pues tenía que ponerle un pequeño trago cada vez y ayudarle a tragar masajeando su tráquea, pero era muy necesario para mantener el cuerpo hidratado ante la perdida de sangre y a la vez darle nutrientes para que no se debilitara de más.

–No se preocupe Hashirama-sama. ¿Hay algo más que deba tener presente?

–Si, mi hermano está descansando, no debe ser molestado a no ser que sea urgente.

Shio realizó una profunda reverencia y marchó a cumplir su cometido.

Él por su parte fue a ver a los hombres y como marchaban los trabajos de mejora de la fortaleza Senju.

Iban a ampliar la zona norte para tener más espacio de cultivo, zonas para el ganado y espacio para entrenar a los nuevos cachorros, estos necesitaban poder jugar y fortalecer sus cuerpos para el futuro entrenamiento que les esperaba. También construirían un par de sistemas de almacenamiento para el grano y los alimentos cosechados, así tener una reserva de cara al duro y difícil invierno.

Fue hacía la zona escogida, con su mokuton la ampliación de esos nuevos metros de muralla sería veloz. Los sellos correspondientes y una nueva larga, alta y gruesa muralla de troncos les dio el nuevo espacio que iban a necesitar. Lo siguiente que tocaría sería limpiar de maleza esas zonas y adaptarlo el espacio a las necesidades requeridas.

Ahora los omegas y las betas podrían trabajar los campos y cuidar los animales sin ponerse en riesgo de que los robaran, y estando junto a sus cachorros mientras lo hacían, todos a salvo, sin peligro de que les mataran las crías.

Al ir apareciendo la muralla un coro de voces se levantó admirándole y alabando su capacidad. Les sonrió apenado al terminar, era vergonzoso que hicieran eso.

Durante la comida estuvo hablando con sus capitanes y sus hombres, poniéndose al día sobre las necesidades a las que se enfrentarían; alimento, armas, productos a intercambiar con clanes aliados. Problemas que surgían en el día a día y se tenían que resolver. Además de las típicas consultas médicas, pues algunos alfas tenían a sus omegas a punto de parir a sus cachorros y los padres primerizos solían estar nerviosos a medida que se acercaba el día.

–Tranquilos, es algo natural. Vuestro mismo omega, aunque también esté asustado y temeroso, de forma instintiva sabrá que hacer. Vosotros sólo tenéis que prestarle vuestra fuerza y aplomo. –Les sonrió para calmarles – No os preocupéis si luego os hecha de su nido. Es algo instintivo de su nueva condición de madre, se vuelven sobre protectores con sus pequeños. Dejadle espacio aunque queráis conocer a vuestro cachorro. Cuando él o ella lo crea conveniente y lo sienta seguro os lo mostrará y os dejara volver al nido.

Hashirama nunca había asistido, ni siquiera visto de lejos, al parto de un omega. Era un acto demasiado intimo para que extraños pudieran estar presentes. Los mismos omegas se volvían demasiado territoriales y agresivos a medida que su estado de embarazo avanzaba. De hecho había un famoso dicho que rezaba: "Sólo hay una cosa más peligrosa que un omega embarazado protegiendo su territorio y eso es un omega protegiendo sus cachorros"

Y los mismo sucedía con los alfas, si ya cuando marcaban y enlazaban con su pareja se volvían territoriales… a medida que notaban el nerviosismo y agresividad de sus parejas por su preñez, ellos mismos reaccionaban siendo más territoriales con todo lo concerniente a su hembra y su futura familia. Hasta desencadenar en un punto donde los omegas sólo aceptaban a su alfa en el momento del parto. A lo sumo, si había complicaciones, aceptaban a una matrona omega, que solía ser Shio. Por eso la vieja omega se relacionaba con todos y cada uno de los omegas del clan, para que confiaran en ella y así le permitieran entrar en su territorio para seguir su estado y en caso de necesitarlo durante el parto.

Ese era el motivo por el cual Hashirama, junto a Shio a la que ya había enseñado anteriormente, daba ciertas lecciones médicas tanto a los omegas como a los alfas enlazados. Shio había sido bien enseñada para ser una buena sanadora, así ayudara a heridos en batalla, enfermos, omegas en parto, crías que se herían jugando o enfermaban…

Reconocía que le gustaría asistir al milagro de un parto, pero ni loco intentaba meterse en el territorio y la intimidad de una pareja enlazada, y ese era el motivo de que en su aldea, las casas tengan cierta separación unas de otras, para evitar los retos por el territorio.

Sonrió al recordar que ahora tenía una hembra a la que cortejar, tenía que esmerarse y conseguir que el omega rubio le aceptase, y en un futuro estaría ayudando a su omega a tener sus propios cachorros. Su pecho se hinchó de anhelo y determinación. Su rubio era fuerte, le daría buenos y sanos cachorros. Y podrían tener varias camadas sin ningún tipo de problema. Su rubio estaba herido ahora, pero cuando se recuperara podría hacer gala de esa salud y fertilidad que notó en él. Un cuerpo fuerte y tonificado, no era de esos omegas que tenían apariencia delgada y pequeña; no, su hembra era fuerte con una buena musculatura, estaba en forma… Definitivamente le podría dar fuertes y numerosas camadas. Sonrió bobalicón. Oyó un carraspeo de uno de sus hombres y se rascó la nuca.

–Perdón… Es que encontré a mi pareja destinada.

–Felicidades, señor.

–¿Es el omega de la otra noche?– Asintió –¿Está él bien?

–Cada vez esta algo mejor, es realmente fuerte. Aunque aun no ha despertado, tengo esperanzas que lo haga en breve.

Su hermano se unió en esos momentos para comer con el grupo, Hashirama lo miró largamente.

–Shio se ha quedado con él, antes de venir me he asegurado que estaba lo suficientemente bien como para poderlo dejar sin avisarte. Y no, aun no ha despertado, pero respira con mayor fuerza y ya no tiene ese color tan macilento de piel.

No pudo evitar hacer una leve mueca, pero su hermano tenía razón… Shio era muy buena en la sanación, la había enseñado bien. Y siempre podía avisarles si llegaba a suceder algo, mejor no ir por esos derroteros, sino correría hacía su cabaña para velar a su pareja destinada. Su hermano debió prever su intención.

–Hashirama… Tenemos que entrenar con los más jóvenes, luego podrás ir con él.

Como líder y sublíder debían supervisar el entrenamiento de los más jóvenes del clan, ayudar a suplir sus carencias y mejorar sus habilidades, ellos eran los más fuertes y debían entrenar a hombres capaces para que protegieran los suyos y no murieran en batalla con facilidad.

En las guerras contra otros clanes, era normal que murieran shinobis, pero debían poder minimizar esas perdidas con una buena preparación. Pues en la fortaleza todas y cada una de las manos eran importantes para superar las adversidades y proteger el territorio, los omegas y hembras y los cachorros. Si morían demasiados hombres, la fortaleza quedaría muy desprotegida, el trabajo diario a realizar quedaría relegado a que lo realizaran menos hombres, lo que conllevaba no poder realizarlo y que quedara sin hacer, junto al cansancio que cumularían esos hombres al tener que sobreexplotarse para poder hacer todas las tareas; eso significaba no tener tanta comida para superar el invierno y otras adversidades, que a su vez causaría muertes en los miembros más desfavorecidos y débiles. Y todo eso también significaba menos cachorros, si los alfas morían, los omegas morían por estar mal alimentados y no eran tan fértiles por esa misma razón, eran menos cachorros, o lo que era lo mismo, adiós nuevas generaciones que darían nueva sangre, fuerza y continuidad al clan. Sino cada vez habría un clan Senju más envejecido y cada vez más debilitado, menos capaz de defenderse ante amenazas externas… acabarían exterminados a manos de clanes más poderosos y mejor abastecidos. Era todo un equilibrio que no se debía romper. Hashirama lo entendía bien, así que refrenó su deseo por correr junto a su destinado en esos momentos y se obligó a quedarse unas horas más en favor de su clan y lo que era mejor para la supervivencia del mismo.

Luego de que terminó de supervisar el entrenamiento junto a su hermano y de hacerles notar sus puntos flacos y como trabajarlos, fue hacía su hogar. Encontró a Shio al lado de su omega cantando una suave canción de cuna.

–Oh, señor Hashirama… Bienvenido.

–Gracias, Shio. Y gracias por tu trabajo.

–De nada, señor. Sólo he estado aquí a su lado, dándole de beber el preparado y cantándole, parece que le gusta oír una voz. Su respiración y sus facciones se relajan con ello.

Se acercó y pasó la mano entre esas revueltas hebras rubias.

–Es un omega muy bello, Hashirama-sama y tiene una gran fuerza vital. No se preocupe, despertara cuando se sienta preparado.

Shio le dedicó una reverencia y salió para dejarles intimidad.

Minato no despertó hasta dos días después. El tercer día que pasó inconsciente, murmuraba con voz enronquecida palabras sueltas de vez en cuando, parecían nombres… Pero no reconocían ninguno. Y al cuarto abrió los ojos, meras rendijas. El rubio parecía desubicado y muy confundido. Los ojos de Hashirama brillaron emocionados al ver ese bonito color azul, el color de un cielo limpio de verano, brillante, vibrante, lleno de vida… aunque ahora desconcertado y cansados.

–¿Do-dónde… estoy?– Murmuró con voz rota y afónica, mientras miraba sin mirar realmente.

–En la fortaleza Senju.– Respondió Tobirama. Hashirama estaba demasiado ensimismado en ese cielo azul en los ojos del omega.

–No… no puede ser…– La única Senju que conocía estaba errante por el mundo, luchando por Konoha pero sin vivir en ella realmente… Y recordó la guerra que estaban librando –La batalla… Konoha… nos atacaban.

–Shhh… estas a salvo ahora. Tranquilo.– Calmó al omega con voz suave Hashirama.

Minato volvía a cerrar los ojos, agotado. Dejándose envolver de nuevo por la inconsciencia.

–Espera…– Mientras le acariciaba la mejilla. Sus dedos cosquillearon al hacer contacto y el rubio abrió de nuevo los ojos un poco, notando ese cosquilleo también. Se miraron a los ojos y una pequeña y suave sonrisa adornó los labios del rubio.

–Alfa…– Murmuró enronquecido, pero reconociendo a su pareja destinada. El alfa dentro de Hashirama bramó e infló pecho, su corazón latiendo veloz por la emoción. El omega los había reconocido como a su pareja.

–Omega… Por fin te encuentro.– Le paso la mano por la mejilla en una suave caricia. –Dime tu nombre, mi omega.

–Minato… Namikaze, Minato.– Y con una última sonrisa que se quedó adornando sus labios, el omega volvió a dormirse.

Con una gran sonrisa Hashirama miró a su hermano. Su hembra, le había llamado alfa y por fin sabía su nombre, era un nombre precioso y esos ojos azules… Eran los ojos más bellos y llamativos que había visto nunca. Tobirama al lado estaba pensativo.

–Namikaze… No me suena ese clan. Tampoco me suena lo dicho de Konoha.

–Lo se, a mi tampoco. Pero podemos preguntar a los guerreros más veteranos o a nuestros comerciantes, a ver si en sus viajes hacía intercambiar productos han oído algo sobre una batalla en ese lugar que ha dicho…

–Konoha.– Le recordó. –Si, es una buena idea. Me ocupo. También les preguntaré si han oído hablar de algún clan llamado Namikaze.

Pero nadie en su fortaleza reconocía a ningún clan apellidado así, ni con esas características físicas. Tampoco reconocían el nombre de Konoha. Era un misterio que el mismo rubio les tendría que resolver cuando despertara definitivamente y en todas sus facultades. Les tocaba seguir esperando, pero iban por buen camino. El tal Minato se recuperaría y no tardaría en estar recuperado del todo, o lo suficiente como para responder sus preguntas… Por mucho que a su líder no le gustara que interrogara a su omega, pero no pensaba poner en peligro su hogar y su clan, y sabía que Hashirama tampoco permitiría que sus miembros, personas que dependían de él, se pusieran en riesgo, sabría hacer lo correcto.