8.
El sonido de las trompetas anunciando la llegada de alguien a la fortaleza sacó a Izuna de su concentración, había estado entrenando a los jóvenes alfas que formarían parte de las tropas y el sudor recorría sus cuerpos. Se enderezó y les miró de forma fría y algo altiva.
–Hoy habéis trabajado mejor, pero aun os falta mucho para poderos considerar shinobis a pleno derecho. Debéis esforzaros más, en el clan Uchiha no aceptamos inútiles entre las tropas, somos un clan guerrero, uno de los más grandes… Y eso se tiene que notar en nuestros ninjas.– Miró hacia la puerta de entrada. Sabía que no eran enemigos quienes se acercaban pues el sonido de las trompetas era diferente según quien viniera a la fortaleza.– Lavaos e id a trabajar en vuestra labores.
Pasó por su lado de forma arrogante y con la cabeza bien alta, era el segundo al mando del clan Uchiha y el segundo en poder. La última vez que alguien intentó retarle por el echo de ser omega no le duró ni medio segundo antes de terminar retorciéndose de dolor y muriendo pocas horas más tarde. Todos habías aprendido la lección, el segundo líder Uchiha no tenía tal puesto por favoritismos al ser Madara, su hermano mayor, el líder; sino que era segundo líder y mano derecha del líder por derecho propio. Lo mismo que el último alfa que intentó lanzarse encima suyo para someterlo y que se convirtiera en su "hembra", quizás buscando subir de nivel al emparejarse a tan superior omega. Le arrancó la polla con un kunai y murió desangrado entre terribles gritos agonizantes de dolor. Nadie tocaba a Izuna si él no quería ser tocado, fue el mensaje que lanzó a todos. Definitivamente Izuna se había ganado el respeto de todos y cada uno de los miembros del clan Uchiha, nadie le despreciaba, nadie le trataba menos por ser omega, nadie le miraba por encima del hombro… Era un omega temido y respetado por todos, era admirado por cada alfa, beta y omega de esa fortaleza. Todos querían ser como él, tener tanto poder como él, ser tan buen guerrero como él y poseer sus favores, tanto de amistad, como de confianza, como sexuales. Pero en cambio Izuna no aceptaba a ninguno de los machos que de forma respetuosa y educada se le ofrecían para que los considerara como tal.
Oyó las voces que empezaron a correr de boca en boca anunciando quien era el que llegaba, y sonrió feliz. Su hermano por fin volvía tras unos meses de duro invierno pasados fuera de la fortaleza junto a muchas de sus tropas que fueron con él.
Antes de que empezara el invierno les había llegado una misiva a la fortaleza, un pequeño contingente venía a ofrecerles trabajo. Se trataba de un señor feudal menor, pero muy acaudalado, que estaba en conflicto con otro señor feudal. El señor menor deseaba aumentar sus tierras, conseguir más poder, ambicionaba las tierras, las hijas y el dinero y poder que ostentaba el otro feudal. Pero él, aunque muy rico, no disponía de un gran ejercito. Por eso mismo había querido contratar a los Uchiha, que durante los meses de más frío, cuando casi no había batallas con otros clanes shinobi, se empleaban a quien les pagara mejor. Madara había aceptado la propuesta a cambio de dinero, semillas y alimento, animales y ropa de calidad. El pequeño feudal no tuvo problemas en garantizarles todo lo que pedían a cambio de su victoria.
Tras algunos meses de pelea en ese frío invierno, pues las tierras que ambicionaba el feudal menor eran muy extensas, Madara y su ejercito se habían alzado con la victoria y ahora volvían al hogar cargados de telas, armaduras y armamento requisado a los perdedores, semillas para plantar en primavera, alimento conservado con sales y especias, animales para criar y engordar y dinero, que guardarían para comprar productos que necesitasen y de los que carecían.
Izuna fue a recibir a su hermano con una sonrisa en el rostro, sonrisa que fue correspondida por su mayor.
–¿Qué tal el viaje y la victoria?–Le preguntó tras abrazarle.
–El viaje fue pesado, las tierras eran extensas y los ejércitos del feudal estaban muy distribuidos por todo el territorio. Pero lo conseguimos con facilidad. –Le mostró todos los carromatos cargados con la paga y el pillaje que habían realizado. Además de los animales que guiaban– Un buen botín como puedes ver.
Ordenó a los hombres que repartieran la comida y llevaran las semillas para almacenar, se iban a plantar en breve. Además de guardar a los animales en los cercados.
Luego se alejaron con su hermano rumbo a su hogar. Necesitaba en un buen baño, el clima estaba mejorando y la nieve estaba casi derretida. Estaban entrando en la primavera, miró a Izuna a su lado… Sabía que empezaba una mala época para su menor, desde que se descubrió que esa maldita rata albina era el macho destinado de su pequeño Izuna, su pobre hermanito sufría en todos los celos un dolor atroz. Ya no aceptaba ningún macho en su recinto para que le ayudara a superar esos tres días del calor, ahora los sufría en solitario y de forma dolorosa, pasándose el lado gimiendo y maullando por su alfa destinado. Era muy triste esa situación, el hado era demasiado cruel… No tenía ganas de descubrir a quien le deparaba el jodido destino para él, seguro que su sino también era una absoluta mierda, parecían gafados en ese sentido.
Izuna le ayudó a quitarse la armadura y le preparó un té mientras las criadas terminaban de llenarle la bañera, también le dio un cuenco con lo que había sobrado del desayuno que le habían preparado esa mañana.
–Ha ocurrido algo interesante o que deba saber durante mi ausencia. ¿Algún problema en la fortaleza o con nuestros enemigos?
–En la fortaleza todo bien. Los nuevos reclutas están entrenando bien, progresar favorablemente y seguramente en breve alguno podrá unirse al ejercito. Se acercaron a husmear algunos ninjas del clan Sato… Fueron eliminados y el mensaje que dimos fue alto y claro, ninguno más volvió. Aunque ahora durante la primavera y los celos, ya sabes…–Hizo una mueca molesta. Una época que disfrutaba antaño, una época que odia con toda su alma ahora.
–No te preocupes, ahora ya estamos aquí y el que intente venir para robar alguno de los nuestros no vivirá mucho, ni siquiera podrá acercarse a los nuestros.– Habría alfas en celo también en breve, pero no era problema. Ahora todos los guerreros estaban en el clan, entre todos se protegerían.
–Nuestros mayores enemigos han estado muy calmados durante estos meses…– Se quedó callado algo preocupado por lo ocurrido hace unos días atrás.
–¿Izuna?
–Hace unas noches, hubo una luz que iluminó el cielo a varios quilómetros de aquí. Era lejana pero fue tan potente que la noche se aclaró durante unos breves segundos, y el sonido como a gran desprendimiento de tierra y rocas se oyó hasta aquí. Como si hubiera habido una grandiosa explosión.
–¿Dirección? ¿Lo fuiste a explorar?
–Noroeste. Y si, por la mañana. Olimos a los Senju y otras dos presencias, a mucha sangre, se notaba unos poderes muy fuerte. La tierra, los arboles y las rocas arrancadas de su lugar y lanzadas varios metros más allá. Había un grandioso cráter. Y marcas… Como las que hace esa maldita rata.– Él no encontraba explicación posible a la explosión en si, ¿Qué técnica o arma causaba algo parecido? Sin olor a explosivo, ni nada que se le pareciera. Sin signos de fuego...–Nunca había visto nada parecido. Y nuestros ancianos, cuando les consulté, tampoco.
Madara se incorporó de su baño y se puso un kimono.
–Iremos ahora. Quiero verlo con mis propios ojos. Iremos tu y yo solo.
–De acuerdo. Te espero fuera.–Izuna fue a cambiarse él también pues había estado entrenando a los jóvenes desde bien temprano, agarró sus armas y esperó a su hermano fuera de la casa que compartían. También aviso a uno de los hombres de confianza sobre que saldrían.
No tuvo que esperar mucho a que saliera Madara con sus armas y todo lo que pudiera necesitar en ese cinturón de herramientas atado a su cadera.
–¡Vamos!
El viaje hacia la zona de esa terrible explosión fue veloz y sin descanso, ambos eran fuertes shinobis bien entrenados para recorrer grandes distancias en el menor tiempo posible sin mostrar ningún tipo de signo de fatiga.
Al llegar Madara observó las rocas y árboles arrancados de raíz. Grandes árboles con raíces profundas que había sido arrancados como si fueran simples hierbas tiernas y habían sido lanzados metros lejos. Olfateó y era cierto, nada de polvora, ni signos de fuego, ni de sellos explosivos… Nada. Pero si olía a Hashirama Senju y a Tobirama Senju, gruñó profundo sin poderlo evitar. Siguió avanzando porque también había olido sangre y un aroma que le llamaba mucho la atención. A medida que iba avanzando más hacia el centro desde donde todo se había originado, su corazón aceleró sin poderlo remediar, su nariz aspiraba una y otra vez con las aletas extendidas y sus pupilas se dilataron mientras un gorgoteo salía de su garganta. Su respiración se profundizó. Soltó un potente rugido al comprenderlo.
Izuna observó como su hermano avanzaba como sonámbulo, como si alguien tirara de él y vio esos signos que mostró. Abrió los ojos grandes y se tapó los oídos ante el fuerte rugido. No podía ser… Su hermano había hallado el aroma de su destinado. Reconocía los signos pues a él y a esa jodida rata albina también les sucedió; por suerte Madara estaba allí a su lado esa vez y el Senju de las narices tampoco iba solo.
Su hermano empezó a olfatear cada lugar donde su destinado había estado en ese claro y volvió a rugir al remover la tierra y apreciar una mancha de sangre reseca y absorbida por el terreno. Siguió moviéndose y se paró al lado de un árbol donde pudo apreciar la marca del jodido albino, esa que usaba para desplazarse. Gruñó amenazador. "No le bastaba con ya estar enlazado con un omega, mi hermanito, ¿Qué me quiere quitar a la hembra que me pertenece a mí? Puta rata albina y rastrera". Pero también olió a Hashirama allí… ¿Y si era Hashirama él que le quería quitar a su omega destinado? Después de todo un alfa que ya conocía al que era su omega no podía volver a tener relaciones con nadie que no fuera su pareja… Eso le hizo reír macabro en su interior, pues mientras su hermano no cediera a la tentación de entregarse a su alfa, esa jodida rata estaba castigado a ser célibe, a no poder tener erecciones y orgasmos completos. Eso le divertía, saber el sufrimiento de ese cabrón le divertía... Aunque su hermano también sufría durante sus celos y eso ya no le gustaba.
–¿Madara?– Su hermano se había quedado quieto cerca de la marca de ese hombre, del que resultaba que era su mierda alfa. Olfateó y oler a Tobirama, además de los otros dos, le hizo estremecer… No faltaba mucho para la época de su celo. Cerró los ojos y sacudió la cabeza. Era un omega Uchiha, tenía que controlarse.–¿Has hallado a tu omega?
Asintió a la pregunta y se alejó de esa zona especifica. Sabía que a su menor le costaría estar cerca de donde estaba el aroma del alfa albino.
–Parece que los Senju se lo han llevado.– Miró con decisión a su hermano y luego en la dirección donde estaba la fortaleza de ese clan.–Voy a por él. No me quitaran lo que es mío por derecho. Nadie le quita nada a un Uchiha.
–¡No!–Se puso delante, aunque su hermano le rugió.– ¿Me atacarías?
Sacudió la cabeza y suspiró, las emociones cuando encontrabas a tu hembra eran muy intensas para un alfa, el instinto estaba a flor de piel, ese instinto salvaje que le instaba a reclamar lo que le pertenecía, a su destinado, su hembra, su omega, la madre de sus futuros cachorros.
–Sabes que… – Gruñó y cerró los ojos, su sharingan estaba presente y brillaba con fuerza. Necesitaba calmarse.–Tengo que ir a por mi omega.
Gruñó de nuevo con decisión.
–¡No! Y no me gruñas más, hermano.– Le gruñó de vuelta y activó su sharingan, cuadrándose. – Sabes tan bien como yo que si vas ahí, así… Ahora… Es un suicidio. Vas a morir en cuanto pongas un pie en ese lugar. Y no, no vamos a ir a atacar de golpe…
–Yo soy el líder Uchiha, Izuna. No lo olvides.
–Y yo tu mano derecha y sublíder. Y mi deber es mantenerte a salvo y evitar las máximas bajas posibles.– No se iba a amedrentar, menos ante Madara su adorado hermano mayor.–Eres más listo que esto. Controla tu instinto y piensa bien, hermano. Podemos conseguir a tu omega, pero con una buena estrategia y no lanzándote como loco; tu y nuestros shinobis a una muerte segura… O a tener muchas bajas en nuestra filas. Y tu omega también podría salir dañado en un ataque sin estrategia.
Madara respiró en profundidad, Izuna tenía razón. El instinto le había dominado y era mejor pensar las cosas con cabeza, trazar un buen plan. Le asintió y dio la vuelta para volver a la fortaleza Uchiha.
–Esta noche trazaremos posibles planes para que me pueda robar al omega.– Mientras saltaba de rama en rama, sin detener su ritmo.–Gracias, Izuna.
Izuna sonrió a su hermano.
–Te ayudaré hermano. Aun tenemos tiempo antes de que inicie el celo…
Con un poco de suerte tendría a su omega en su cama para poder pasar el celo de su hembra juntos, de ésta forma ya harían la ceremonia de enlace y le pertenecería. Y si todo iba bien ya le llenaría con su esperma y le metería cachorros en su útero, esperaba que fuera bien fértil, deseaba una gran camada.
Sonrió mientras se relamía, ya podía saborear la victoria y como haría suyo a ese omega que el destino le había seleccionado, poseía tan buen aroma… Y encima según había olido en el rastro más reciente estaba ya a salvo, pues ese olor a su sangre le había preocupado, parecía en el aroma cercano al árbol su omega parecía ya sano y salvo, ya no olía a debilidad y a sangre. Tragó la saliva que se le acumuló en la boca al oler ese magnifico aroma, se estaba poniendo duro por haberlo olido.
Izuna olió la excitación de su hermano y rodó los ojos "Alfas…", en cuanto olían a su pareja destinada les atacaba la lujuria. Más hizo ver que no se daba cuenta y siguió a un buen ritmo hacia la fortaleza. Sabía que su hermano se estaría masturbando esa noche de forma frenética. Por suerte dormían en cuartos separados y bastante alejados uno del otro, de esta forma los dos podían tener su intimidad. Además no podía criticar al mayor, pues él mismo se sentía afectado por haber olido el aroma de su alfa, simplemente que se controlaba mejor. Otra de las cuestiones por las que no diría nada sobre el estado de su hermano, lo mismo que Madara no diría nada sobre el suyo. Se miraron de refilón, los dos conociendo las reacciones del cuerpo contrario, ninguno dijo nada, siguieron saltando de árbol en árbol hasta llegar a la fortaleza Uchiha.
