9.

El sol insidió en su cara y se removió cansado, no quería abrir los ojos, los sentía pesados y los parpados hinchados, su cabeza dolía horrores.

–Mgh, Kushina cierra las persianas…– Soltó tapándose hasta la cabeza. Había tenido una pesadilla horrible.

–¿Kushina? ¿Es alguien importante para ti?– Musitó Hashirama que había abierto la puerta de la habitación para comprobar si su futuro omega ya estaba despierto y deseaba desayunar. Sentía una gran curiosidad por quien era esa tal Kushina.

Minato al taparse hasta la cabeza olfateó las sabanas con más detenimiento, alarmándose al no reconocer esos aromas. Abrió los ojos confuso por el dolor de cabeza y las pocas horas de sueño, y encima malo y soltó un llamado al dejarse dominar por el instinto, todo eso causado por el temor.

–¿Alfa?¿Kushina?– Se frotó la frente soltando un quejido por el dolor que sentía. Su cabeza punzaba tanto.

Hashirama se deprimió un poco, ahora ya sabía quien era la tal Kushina, también se podía imaginar quien se había acostado con su omega, una alfa femenina. Por eso su entrada estaba tan angosta aun. Se acercó levantando las manos cuando lo vio alterado y liberando un relajante aroma.

–Minato, reacciona. Recuerda donde estás…– Decía de forma suave y calmada.

El rubio pareció por fin salir de su estupor al sacudir un poco su cabeza y parpadear. La tristeza invadió esos bonitos ojos azules, que se mostraban rojizos a causa del llanto nocturno.

–Oh, Hashirama-san… Discúlpeme.– Se excusó volviendo a recobrar su temple. Se volvió a frotar la frente con suavidad y cerró los ojos.

–¿Me permites?– Se arrodilló delante suyo y alargó una mano de forma tranquila, buscando que no se sintiera tenso.– Tengo conocimientos en sanación.

–Si, lo sé– Le dedicó una trémula sonrisa, se notaba que ese alfa estaba intentando comportarse con extrema precaución para que no se sintiera amenazado, y él se estaba comportando como un asustadizo omega en vez de el fuerte shinobi que era, ¡Si había llegado a ser nombrado Hokage!– Sus enseñanzas en técnicas médicas aun se practican en mis tiempos, gracias a ellas se salvan muchas vidas. Adelante, por favor.

Se quedó quieto en su sitio y pronto sintió la calidez de esa mano a pocos centímetros de su piel y como emanaba chakra verde hacia su frente. Suspiró al poder relajar sus facciones al desaparecer el dolor de cabeza. Cuando el Senju bajó la mano lo hizo rozando su mejilla derecha en una leve caricia, como si fuera el toque de una pluma en su piel. La mirada cálida y cariñosa de ese hombre se posó en sus ojos mientras le miraba.

–¿Estas mejor?– Unas palabras susurradas para no romper la atmosfera que se había creado.

–Si, gracias, Hashirama-san– Le observó directamente, esas afables facciones y esa dulzura dirigidas a su persona. Su corazón se aceleró y notó sus mejillas calentarse.

–Por favor, llámame Hashirama a secas.–Esos ojos azules le absorbían, desde que los vio por primera vez, ese tono de azul se había convertido en su color favorito.

Una ligera sonrisa se formó en sus labios al saberse escrutado por el omega rubio, un escrutinio que mostraba cierto interés… Su corazón latió esperanzado. Alargó de nuevo la mano y cuando el dorso de su dedo índice se posó en esa piel… El mágico momento se rompió. Minato se apartó de su toque y carraspeó.

–Yo… Hashirama-san, gracias por esto y…– Se levantó con rapidez, demostrando su agilidad y fuerza, aunque un leve mareo le asaltó pues había perdido mucha sangre y recién estaba recuperado de las heridas.–…y por ayudarme con mi problema. No quiero ser un estorbo en este lugar… Yo quiero ser útil mientras no haya otra forma de solucionar todo.

Se había alejado yendo a las ventanas y abriendo para airear el cuarto, necesitando espacio. No entendía que había pasado, bueno si… Hashirama era su alfa destinado, por muy inverosímil que esa situación fuera y su omega interno deseaba esa cercanía y el toque del Senju. Por poco cae ante el encanto de sus instintos y su deseo como omega, pero había recobrado el control antes de permitir que esa magia, ese destino que les ataba fuera a más. Él no pertenecía allí… Él tenía sueños, aspiraciones, metas… Y esas estaban en Konoha, en su presente y no en ese presente, por mucho que su animal interno protestara, porque volver a su presente significaba perder al que era su macho.

Hashirama suspiró para si y bajó la mirada entristecido.

–No te preocupes, aun estás algo convaleciente. Es mejor que por hoy descanses bien, no quiero que caigas de nuevo enfebrecido o que tus heridas se reabran, la piel aun está delicada, Minato.– Le sonrió para infundirle confianza– He venido a buscarte para desayunar, tienes que recobrar fuerzas. Vamos, te acompaño a la cocina– Empezó a andar esperando que el otro se pusiera a su lado, más el omega se empeñó en guardar las distancias– Y por favor, llámame Hashirama.

Ahí en la cocina estaba ya Tobirama comiendo y había dos platos más, uno debía ser para él.

–Con permiso.– Olió y el agradable olor a comida le abrió el apetito.– Que aproveche.

Empezó a comer ese pescado con arroz, si, realmente tenía más hambre de la que pensaba.

–Hay más si deseas repetir…– Sonrió jovial el alfa moreno. Si su omega tenía tanto apetito, eso era buena señal.

–Si, pero come con más calma. Te va a sentar mal.–Añadió con seriedad el albino.

Minato se había sonrojado ante esas palabras y se había disculpado.

–No le hagas caso a mi hermano, es bueno que tengas hambre. Es una magnifica señal que todo funciona bien en tu cuerpo y de esta forma te recuperaras antes. Perdiste mucha sangre y tu cuerpo necesita energía para reponerla. –Mientras le gruñía a su menor. Éste sólo levantó los hombros sin darle importancia– También sería bueno que salieras a que te tocara el sol o incluso dar un pequeño paseo si te sientes con fuerzas suficientes.

–Si, pero no se te ocurra salir de los dominios del clan.

–¡Tobirama! Minato no es un prisionero.

–No, no lo es; pero aun está débil y podrían hacerle daño cualquiera de nuestros enemigos. También podrían robarlo para violarlo… Es un omega sin lazo y que encima esta recuperándose de una importante herida, sería una presa fácil.

–Pero no tienes porque decirlo así, esas no son maneras.

–No lo voy a adornar, las cosas son así… Nos gusten o no.

–No os preocupéis por mi– No se sentía a gusto sabiendo que discutían por su culpa, levantó las manos conciliador– Por favor. Se cuidarme bien y soy consciente de mis limitaciones actuales. No actuaré a la ligera.

–No te preocupes, si deseas salir alguien te puede acompañar.– Hashirama le sonrió animado.

Tobirama sólo le asintió.

–Espero que sea cierto, tenemos cosas que hacer. Sobretodo con la llegada de la primavera, todo se acelera y los problemas aumentan.– Se levantó dejando los utensilios utilizados en un pequeño barreño para que luego una beta del servicio se ocupara de lavarlo.– Me voy adelantando, tengo que supervisar el entrenamiento y luego hacer mis tareas.

–No le hagas caso… Mi hermano siempre ha sido directo y brutal al expresarse. – Sonrió conciliador– Aunque si es cierto que en la primavera aparecen más conflictos, algo normal ante la llegada del celo omega.

Minato se quedó rígido, no había pensado en esa época del año, de fondo seguía oyendo la voz de Hashirama, diciéndole que allí estaría protegido, que los omegas eran respetados y que su clan era un buen lugar para sufrir el celo, los alfas no eran unos salvajes brutos que se lanzaran como bestias irracionales y salvajes ante ellos.

–…Y yo podría ayudarte.– Aunque enrojeció al decirlo y enseguida se afanó a excusarse hablando muy rápido y nervioso– pero sólo si tu lo deseas y no haría nada que no quisieras, lo juro.

–¿Qué?–Preguntó saliendo de su estupor.– Disculpa, estaba algo distraído.

–No te preocupes, he sido un desconsiderado. No quería incomodarte.– Era evidente que ese tema era algo molesto para el rubio, le había dejado estupefacto, tanto que había desconectado durante unos largos segundos.

El omega acababa de recuperarse de algo terrible, no sólo por su herida, sino porque el mundo que conocía ya había quedado atrás, ahora ese lugar, esa Konoha que nombraba era el futuro y según su hermano no creía que se pudiera viajar al futuro, pues aun no estaba escrito, al menos en ese momento presente que era el que vivían. Había perdido a todos los que conocía, todo… Y él le sacaba el tema del celo y se ofrecía a pasarlo con él, con la esperanza de que le permitiera marcarlo durante el apareamiento, sobretodo si lo dejaba satisfecho y le demostraba que era el macho adecuado... Era un tonto sin cerebro que se adelantaba de forma impulsiva y todo porque le dominaba la emoción y la felicidad.

–Hashirama-san…

–Hashirama, por favor.– Le cortó con una sonrisa. Y le bromeó– Sino me voy a molestar, jeje.

–Perdón– Se rascó un poco la mejilla avergonzado. Para él ese hombre era una gran leyenda y le costaba quitarle el honorifico.– ¿Sabe donde está mi ropa?

En su ropa llevaba pastillas supresoras, le serían de utilidad para no pasar ese celo y alargar su tiempo en ese lugar sin miedo a entrar en su calor, sería desastroso para él. Si le mordieran quedaría atado al alfa y no podría volver jamás a su época. Y recordaba haber puesto un blíster entre los bolsillos internos de su chaleco. Eso le ayudaría a sortear dos celos, aunque esperaba poder solucionar su situación antes de tener que pasar tanto tiempo en ese pasado, ahora presente.

–Tu ropa fue quemada, lo siento. Estaba demasiado destrozada y llena de sangre. Era imposible recuperar nada o arreglarla o lavarla siquiera.– Sonrió amigable– No te preocupes, sino te gusta esto que te hemos prestado tenemos más ropa para ti. O si lo prefieres te podemos llevar a que nuestras costureras te fabriquen algo más de tu gusto… Si les describes tu ropa podrían intentar coser algo parecido, son realmente hábiles en ello.

Se quedó en shock… La ropa le era igual, en cuanto volviera podría tener de nueva. Pero sus píldoras… Sus píldoras ya no estaban y sabía que en esa época no se fabricaban aun, según tenía entendido los omegas en ese tiempo usaban infusiones que podían retrasar o mitigar los efectos del celo. Estaba perdido… Tenía que actuar rápido para poder volver.

–¿Estás bien? ¿Te duele algo o te ha sentado mal la comida?– El rubio parecía ido y afectado por algo.

–No, no se preocupe Hashirama-sa… Discúlpeme. No es nada.– Se levantó agradeciendo los alimentos y dejó lo usado en el barreño– Voy a tomarle la palabra, aunque primero me ocuparé de lavar.– Vio que el Senju iba a protestar– Es lo mínimo que puedo hacer para pagar vuestra ayuda.

Empezó a lavar los utensilios, y Hashirama se acercó a dejar los suyos en ese mismo barreño. Sus manos se tocaron y sintió un calor muy agradable recorrerle, su respiración se profundizó, aunque enseguida pudo controlarse.

El alfa Senju tampoco quedó mucho mejor por ese toque, además de poder oler a su omega al estar tan cerca. Tragó saliva con dificultad al sentir ese increíble aroma del rubio, ese aroma que le excitaba y le encendía. Le dieron ganas de enterrar la nariz en ese estilizado cuello y lamer esa piel de forma suave, convenciéndole mediante sus acciones de que le permitiese seguir y que así llegase a aceptarle como a su pareja. Soltó un grave murmulló llamándole, deseaba al omega, su pareja marcada por el destino.

Minato necesitó de toda su fuerza de voluntad para no responder al grave sonido de llamada por parte del que era su alfa destinado, su omega deseaba responder y abrazarse a ese cuerpo, aceptar el cotejo que el macho estaba realizando.

–Disculpe señor– Uno de sus shinobis entró en la cocina, aunque al verles tan cerca y oler los aromas que estaban empezando a liberar, sobretodo el alfa, se giró para darles un poco de intimidad–Mis disculpas… Yo, me iré y…

Namikaze parpadeó y se alejó unos pasos del magnetismo que se había creado entre los dos en un instante. Eso había estado muy cerca, un poco más y cede ante su instinto. Suspiró para si mismo.

–No te preocupes, Ryo. Ahora mismo estaba por salir– Él también suspiró para si, su pene estaba duro al tener tan cerca de su pareja y al liberar ambos ese aroma de cierto deseo por el otro. Y es que había estado cerca, pero ahora su omega se había alejado y estaba a la defensiva, se notaba en la tensión de su cuerpo.– Mis disculpas Minato, me necesitan. Si deseas algo no dudes en buscarme.

Le miró una última vez anhelando que su omega le llamara, que deseara su contacto, sus caricias, su cortejo, su cuerpo… Que deseara esa unión entre ellos. Pero el Namikaze no se giró a mirarle. Sólo se despidió y le dijo que no se preocupara, que no quería ser una molestia. Se marchó sintiéndose abatido, aunque sabía que no tenía derecho…

–Señor, ¿Es ese su omega destinado?– Le asintió a Ryo.

–Pero me rehúye, creo que ya tiene a alguien en quien piensa.

–Hashirama-sama, yo no he visto eso al ir a por usted. El omega parece que si acepta su cercanía y si desea su cortejo.– Ryo le animó.– Yo creo que quizás sólo está confundido.

Hashirama miró a su hombre y analizó sus palabras. Sonrió al notar la sinceridad del shinobi. Era cierto, el rubio aun necesitaba tiempo para aceptar su situación y adaptarse a ese entorno y a él. Una gran sonrisa se plasmó en su rostro, aunque Minato no le había llamado para que no se alejase, estaba feliz porque había permitido su acercamiento, Ryo tenía razón… Podría cortejarlo pues Namikaze le daba pie, o al menos aceptaba tenerlo cerca y además se sentía afectado por él, no le era indiferente. Con nuevos ánimos empezó sus tareas, agradeciéndole al otro por hacerle ver ese punto de vista diferente.

Minato por su parte terminó de lavar todos los cacharros usados en el desayuno y salió fuera de esa casa.

–Por donde tendría que empezar…

Primero tenía que salir de la fortaleza y analizar bien donde ocurrió todo, el lugar a donde fueron a parar con su enemigo, el socavón donde los Senju le encontaron.

Se transformó en su águila pues de esta forma sería casi imposible que algún alfa buscara capturarle, bueno allí le llamaban "robarse a un omega". Bufó molesto, en esa época los omegas parecían simples medios para tener descendencia o diversión para los alfas, aunque según le dijo Hashirama en los Senju no era así.

Se elevó por encima de los muros de la fortaleza y más arriba, mucho más arriba, dejándose llevar por el alma salvaje de su rapaz. Disfrutando del viento removiendo sus plumas y de la sensación embriagante e ingrávida de dejarse arrastrar por las corrientes de aire ascendente. Era tan liberador. Se dejó llevar por el aire, volando en concéntricos círculos durante algunas horas, su mente encontrando una calma que ansiaba. Poder poner todos los pensamientos que le preocupaban en orden para poder irlos abordando, buscando soluciones sin dejarse afectar por las emociones, siendo racional. Una vez todo en orden, descendió en el claro. Se quedó posado en una gruesa rama analizando el entorno y buscando posibles peligros. No percibió a nadie cerca del lugar, aunque si olfateó dos nuevos aromas no reconocidos. Sus plumas se encresparon, el alfa que olía… ¿Era su destinado? Lo podía reconocer… ¿Pero como era eso posible? Su destinado era Hashirama Senju, lo sintió como tal cuando le vio y cada vez que le tenía cerca o interactuaba con él. ¡Mierda! Ahora se sentía confuso de nuevo, encima no tenía ni idea de porque sentía que ese aroma del claro y el del Senju, el de esos dos alfas, eran su pareja destinado. Sacudió la cabeza. Ahora no tenía tiempo de pensar en eso, si conseguía descubrir como revertir esa situación y volver a su tiempo, no tendría que preocuparse porque los aromas de dos alfas le llamaran la atención.

Bajando de la rama, volvió a su forma humana y estuvo investigando todo el claro. Las marcas, el lugar donde estuvo posado herido… Donde estuvo su enemigo. Pero por mucho que investigó y aplicó sus conocimientos no conseguía sacar nada en claro.

Se levantó de forma presurosa al sentir una fuerte y poderosa presencia. Se puso en posición de pelea.