12.

–¿Estás segura de que oíste tal cosa?–Preguntó a la criada al escuchar sus palabras.

Hitomi sintió a la pregunta del segundo líder.

–Si, Tobirama-sama. Yo estaba escondida muy cerca y lo oí claramente. Lo juro mi señor.–Minato al oír el barullo la había hecho esconderse, mientras él plantaba cara a los invasores, aunque no tuvo oportunidad ante el sharingan y la voz de mando del poderoso alfa.

Minato se había quedado solo en esa casa de los líderes Senju. No se sentía para nada incomodo en ese lugar, quizás era porque en el ambiente estaba el olor de Hashirama, un aroma que le agradaba, no por nada era su destinado.

Estaba desayunando tranquilamente mientras la sirvienta de los Senju limpiaba el suelo de la cocina.

Los guerreros y sus anfitriones se habían marchado temprano, algo sobre unos enemigos que los habían citado. La sirvienta tampoco le supo decir más y él había estado profundamente dormido como para enterarse de su marcha a la batalla. Aun estaba recuperándose.

Dejó el té en la mesa al escuchar barullo, gritos y llegar a su nariz el olor del fuego. Fue a la puerta y abrió una rendija para poder ver que sucedía. Volvió a cerrar al ver a una alfa acercándose decidida hacia allí katana en mano y no era del clan Senju.

–¿Que sucede…

Le puso una mano en la boca a la sirvienta.

–Busca un escondite, ¡Deprisa!– La soltó viendo cómo obedecía.

Él se preparó para afrontar a esa guerrera que tenía todas las características para ser una Uchiha, aunque no había visto el sharingan en sus ojos.

La puerta fue abierta con brusquedad.

–Mira que tenemos aquí, un dulce omega rubito.–Se puso en guardia ante esa mujer de penetrante aroma –Oh, que mono. La hembra quiere plantarme cara, a mi una alfa Uchiha. Es una lástima que nuestros líderes no nos permitan cobrarnos las victorias… Serías un premio tan dulce que ya hasta te puedo paladear.

Afiló su mirada, kunai en mano amenazando a esa fémina. Si buscaba alterarle con sus palabras no lo conseguiría, él no era un omega asustadizo y sumiso, él también era un guerrero avezado. Fue nombrado Hokage… Unas simples palabras no le causarían temor, ni le harían desfallecer.

–¡Nanase, fuera!–Una nueva voz grave y dominante se hizo presente. Una voz que le causó que su vello se pusiera en punta y un estremecimiento le recorriera. Su águila interior ahuecó sus plumas como una reacción nerviosa y ansiosa incontrolable y se sintió eufórica.

La alfa Uchiha bajó su cabeza en sumisión y se alejó presurosa. Él por su parte miró a ese nuevo alfa dominante. Y abrió los ojos con reconocimiento, era Uchiha Madara y… su alfa. ¿Cómo era eso posible? Él ya había conocido a su alfa destinado, era el líder Senju. Pero también sentía que ese azabache lo era.

Se alejó un paso sin poder evitar esa reacción, estaba confundido. No lo entendía.

El alfa Uchiha sólo se dedicaba a observarle, analizándole. Una mirada apreciativa en sus ojos rojos. ¡El sharingan! Desvió la mirada asustado lo que causó la profunda carcajada del azabache.

–No temas omega, no usaría mi sharigan para herir a mi destinado

–Yo ya tengo un alfa destinado– Un gruñido bajo y profundo cortó sus falacias.

–Yo soy tu alfa y se que lo sientes.–Se fue acercando a él, lentamente, como un depredador, como lo que era.– Quieto omega–Ordenó con su voz de mando al ver sus intenciones.

Su instinto le obligó a obedecer y pronto sintió el otro cuerpo firme contra su cuerpo.

Con un dedo Madara le levantó la barbilla al rubio omega, acariciando su piel, deleitándose con su calidez. Era atractivo y sensual, no se habría imaginado que su pareja destinada fuera un omega rubio de ojos azules, tan diferente a cualquier Uchiha, pero no le importó. Estaba satisfecho con ese omega, con lo que veía de él; esa piel bronceada, ese pelo rubio brillante como los campos de cereales cuando ya estaban por recoger, esos ojos azules impresionantes, vivos y astutos, que le recordaban al cielo primaveral. Y su aroma, ese dulce aroma que le llamaba a enterrar su nariz en esa piel y aspirar con fuerza, a lamer y morderle. Su propio cuerpo vibro con excitación.

Un jadeo escapó de los labios entreabiertos del rubio, producto de sus acciones, pues su nariz estaba olfateando con calma esa piel acanelada, rozándola con suavidad y suspirando encima de ella, haciendo jadear y estremecer al omega.

–Mírate mi hembra, reaccionando por mis acciones. Me gusta que te dejes llevar.–Lamió encima de sus glándulas de olor y el omega ladeo el cuello mientras soltaba el aire de forma lenta, tan diferente a los rápidos latidos que percibía–Me dan ganas de morderte, marcarte como mío, rubito.

Enterró con suavidad sus dientes en esa bronceada piel, solo raspando, sin penetrar realmente. El temblor por la excitación asaltaba al omega que le había sujetado con fuerza la armadura y se presionaba contra él, en una entrega absoluta. Sonrió satisfecho.

–Pero no lo haré ahora. Sería demasiado doloroso para ti hacerlo así.

La marca, causada por enterrar el alfa los dientes con fuerza en las glándulas de olor de un omega, era bastante dolorosa, por eso se realizaba durante el coito, en el momento que el omega estaba alcanzando su orgasmo y el alfa le anudaba. Esto hacía que al estar en la cúspide del placer, al sentirse pleno y saciado en su celo, el omega casi no sintiera el dolor causado por la mordida. Madara esperaría cuando se unieran con su omega para enlazarse con él.

Se separó un paso de su futura hembra y sonrió al verle en esa entrega absoluta y al percibir como su necesidad estaba cerca.

–Pronto… Te queda poco para estar en celo, pajarito. Por ahora, vámonos.

Minato abre los ojos y sacude la cabeza, saliendo de la ensoñación causada por los instintos y lo que le hace sentir el que es su destinado.

–No… Yo, no puedo hacerlo. –El alfa le frunce las cejas por la negativa y él retrocede. Madara es peligroso, lo que le causa a su cuerpo es peligroso. Casi cede ante sus instintos todo por su toque. –No puedo irme contigo.

Se gira para huir antes de que haga alguna locura dejándose llevar. Tiene que poner distancia entre ese alfa más agresivo y decidido en sus avances o caerá.

Madara le corta el paso y le mira con el sharingan, sus piernas pierden fuerza.

–No… Has dicho que no me dañarías con tu doujutsu. –Se queja débilmente.

–Y es cierto, no voy a herirte. Pero si tengo que usarlo para que no escapes… Lo haré. –No pensaba perder a su omega, todo por una rabieta de su hembra rubia por no querer irse con él.

Lo cargó en brazos

–Transmite mi agradecimiento a Hashirama por cuidar tan bien de mi omega–Rió con fuerza hacía donde estaba escondida esa criada y salió de la casa Senju.

Ya tenía lo que había ido a buscar. Esperaba que Izuna y sus hombres estuvieran bien tras ese "enfrentamiento" contra los Senju para entretenerles.

–Eso fue lo que ocurrió, Hashirama-sama… Siento no haber intentado detener o distraer a Uchiha Madara.–Por su temor paralizante el alfa Uchiha había raptado al futuro omega de su líder. Merecía que el líder Senju la ajusticiara o castigara de forma contundente por no haber protegido a su hembra.

–No es tu culpa. Madara te habría matado si hubieras intentado detenerle. Has hecho bien obedeciendo a Minato.–Calmó a su sirvienta.

–Pero… Señor…

–Sin tu testimonio no habríamos sabido lo ocurrido. Ves a descansar Hitomi. Ves con tu familia por hoy.–La despidió.

La mujer se quedó indecisa y haciendo reverencias a su líder por su bondad hacia ella y su comportamiento cobarde.

–Ves rápido. Necesitamos hablar de esto en privado–Cortó el segundo líder mirándola firme e indicándole que saliera ya, con un gesto firme y cortante.

Se marchó deprisa, el segundo al mando no era tan indulgente y paciente como Hashirama-sama, la verdad es que le daba un poco de temor.

Cuando por fin se marchó la sirvienta, miró la cara preocupada de su mayor.

–¿Que pretende ese maldito cabrón Uchiha? Este burdo engaño es…

–¿Engaño? No tengo a Madara por alguien que le guste hacer teatro.

–Hermano, no puedes creer que es cierto. Que él también es el alfa destinado de tu omega. Es absurdo… Es ridículo.–¿Pero por que lo haría el Uchiha? ¿Que buscaba sacar haciendo creer que el rubio era su omega?– ¿Como puede pensar que caeremos en tal estupidez? Un omega con dos alfas… ¡Ja! Seguro busca extorsionarte de alguna forma, aunque… ¿Cómo se habrá enterado de que era tu omega?.

Hashirama no lo entendía, pero lo que sí sabía es que Madara no era un mentiroso.

–Yo no lo veo tan estúpido, Tobirama-san– Se inmiscuyó una nueva voz a la conversación.

–Shio-san, ¿Sucede algo?– Pregunta educadamente Hashirama.

Aunque deseaba ir por su omega, podía suceder algo grave en el clan.

–Venía a informar de las diferentes heridas que he tratado a raíz del ataque Uchiha y os he escuchado. Disculpad mi atrevimiento, Hashirama-san y Tobirama-san.– Miró a al líder– Todos están fuera de peligro… Eran heridas nada graves; algunas quemaduras por apagar las llamas, algunos cortes, golpes… Todo muy leve la verdad.

–¿Por qué dices que no es una idea tan descabellada?–Cortó el albino volviendo al tema inicial.

–He vivido mucho y he visto mucho también. De joven vi un trío de destinados… Todo empezó con dos omegas que trabaron una fuerte amistad y al llegar su celo encontraron a su destinado, el mismo alfa era el destinado de ambos omegas.

–¿Y que pasó?

–¿Qué quiere que pase, Hashirama-san? Formaron una bonita manada los tres y fueron muy felices. Una fuerte y unida manada de tres miembros, más las crías posteriores que tuvieron ambos omegas de su alfa.

–Pero eso es diferente Shio-san.

–¿Por qué señor Tobirama? ¿Por qué es diferente al caso actual?

–Porque eran dos omegas con un alfa, es mas normal eso que dos alfas teniendo al mismo omega como destinado.– ¿Acaso no era obvio su punto?.

Le mira con molestia y rechista.

–No me esperaba un comentario así de usted, Tobirama-san. ¿Se cree que los omegas no somos territoriales? ¿Que nos gusta compartir lo nuestro? ¿Que deseamos que nuestro alfa vaya con otros o que centre su atención en otros que no seamos nosotros? ¡No! Pero vosotros los alfas no se que os pensáis… Si tan solo es fijarais en lo que desea el que ha de ser vuestra pareja… Si le escucharais o tuvierais en cuenta sus deseos. –Le suelta un siseo, verdaderamente molesta. Tan enfadada por esa actitud 'alfista' que le da igual estarle hablando de esa forma a uno de los dos líderes –¡Alfas!… Os creéis que sólo vosotros podéis decidir y hacer lo que queráis… Y que los omegas están a vuestro servicio, a vuestra disposición. ¿Cuando aprenderéis?

Se miran con su hermano al caerles ese regaño por parte de la matriarca, de cualquier otro miembro del clan sería motivo de un fuerte castigo, quizás incluso ajusticiamiento; pero la matriarca es querida y respetada por todos. Incluso ellos respetan a la omega mayor.

Pero la mayor aun no ha terminado y se gira hacía el albino con una mueca furibunda.

–Por culpa de comportamientos como esos cada vez más omegas son reticentes a unirse a un alfa… – Ella hablaba con los omegas y las mujeres beta y era la confidente de estos, le contaban sus miedos, sus antiguos sueños abandonados, sus deseos frustrados.– Aunque saben que es algo que no se puede evitar pues desoír el destino puede traer consecuencias nefastas, para todos.

–¿Como de nefastas?

–Conoces la parte más suave de esas consecuencias, Tobirama-san. Pero además de la impotencia; hay amargura, dolor, tristeza, depresión, infertilidad… Muerte.

Tobirama apretó los puños y observó a la mujer mayor ¿Cómo narices podía saber lo que sufría por negarse a formar el lazo el Uchiha?

–Llevo muchos años vividos sobre estos pobres huesos… He visto mucho, demasiado… Y por eso mismo los omegas, aunque no desean formar el lazo para no encontrarse a merced de un alfa y ver frustrados sus propios deseos por satisfacer los de su macho… Saben que no les queda más remedio si quieren sobrevivir y estar bien, vivir sin sufrir esas consecuencias ni dolor.

Si, tras un balance inicial, los omegas descubrían que era mejor dejar que el destino siguiera su curso y dejarse marcar por el alfa en cuestión, que sufrir en solitario la negación de unirse. En la primera abandonaban sueños y libertad, pero tenían felicidad y una vida de pareja fuerte con un enlace que bien cultivado les proporcionaba sosiego, paz, placer y felicidad. Quizás esa vida familiar no era la deseada y dejaban sueños en el camino; objetivos que deseaban cumplir, pero no sufrían dolor en cada celo, sino que disfrutaban de esos momentos al lado de su alfa de forma plena. Tampoco se sentían cada vez más amargados y tristes, más solos… Hasta que terminaban muriendo de pena. Era una necesidad vital tanto en alfas como en omegas, el buscar a su pareja perfecta, la que marcaba el destino, y si la hallaban y no se unían… Su animal interior iba empeorando cada vez más y más, hasta morir.

–No estamos hechos para estar solos. Y más cuando encontramos a ese alguien que sentimos como perfecto para nosotros, ese alguien que nos completa.– Miró a los dos líderes de forma significativa– Y para los alfas no es diferente. Dolor, tristeza, ira… Muchos terminan enloqueciendo y otros terminan dejándose morir, el final es el mismo, todos encuentran la muerte al terminar suicidándose.

Tobirama calló cualquier objeción o queja ante esa falta de respeto por parte de la anciana omega. Sólo podía pensar en las palabras repetidas por la matriarca… ¿Izuna se sentía así? ¿Por eso no le quería aceptar? Y a su mente venían las palabras intercambiadas durante sus enfrentamientos. Las veces que le dijo que no conocía su lugar y había visto el músculo de la mandíbula del Uchiha tensarse, mientras sus dientes crujían. Las veces que le despreció por ser omega y estar peleando como los alfas, cuando intentó usar su aroma para atraerle o su voz de alfa para denigrarle… Quizás si que había sido un alfa cretino. ¿Y él? ¿Iría cada vez peor por no ser capaz de actuar de forma correcta? ¿Terminaría enloqueciendo, antes de suicidarse o se dejaría morir directamente? No quería terminar de ninguna de esas formas, y tampoco quería que el Uchiha acabara igual.

–Voy a ir a buscar a mi omega.–La voz de su hermano interrumpió sus pensamientos. Le miró y le vio preocupado y taciturno. Su situación tampoco parecía de las mejores… Y menos ahora.

–Te acompaño, hermano.

–¡No! Quédate aquí… Este es mi problema y mi lucha. Yo me enfrentaré a Madara por mi omega.–Miró hacia el exterior y como su gente se movía de aquí para allá para arreglar los destrozos causados por el ataque Uchiha.– Ayuda a los nuestros con la aldea.

Vio partir a su hermano y como salió veloz por el portón de entrada.

"Suerte. Y ves con cuidado".

Su hermano era muy poderoso, un dios le consideraban… Pero Madara también era muy fuerte.

Despertó en una casa que no reconocía, eso se estaba haciendo una constante últimamente. Se incorporó despacio, pero no sentía efectos secundarios de ese genjutsu al cual le sometió el Uchiha.

–Bienvenido a tu nuevo hogar, mi omega.– Sonrió al ver como el rubio le fruncía el ceño, tenía carácter… Eso le gustaba. –¿Que te ocurre rubito?

–Tengo un nombre, ¿Sabes?

–Me lo imagino, pero no me lo has dicho. Yo me llamo…

–Se quien eres. Uchiha Madara hijo de Tajima y actual líder del clan, tu hermano menor, Izuna, es el segundo al mando… Y es un omega. Lo que hace que no entienda tu falta de respeto hacia mi, otro omega.

–¿Te he faltado al respeto? ¿Cómo rubito?

–Me llamo Minato Namikaze. Y me has raptado… Eso es un crimen de donde yo vengo.

–Minato… Mmm, me gusta. Pero te equivocas, si respeto a los omegas. En este clan, por petición de Izuna, entrenamos en el baile de la guerra al omega que lo desea.

–Eso no resuelve que yo estoy aquí en contra de mi voluntad…– Resopló.

–Cuando llegue tu celo no pensaras lo mismo, ni tampoco cuando nos enlacemos, Minato.–Se acercó al reacio omega, se estaba haciendo el difícil y eso le divertía. Se lo miró con intensidad mientras avanzaba cual depredador hacía él. El omega se alejó un poco– No debes temerme mi omega. Soy tu alfa y cuidaré de ti, te proveeré y aquí serás tratado como líder al estar unido a mi.

–Tengo que irme… No debería estar aquí. No soy de aquí, ¿entiendes?– Buscó una puerta o algún sitio para irse, sin darle la espalda a ese macho. Era tan diferente a Hashirama y a la vez esa decisión que mostraba el alfa Uchiha y esa dominancia le gustaban, le atraían.

Sonrió, ante esa timidez de ese rubio, el ver como esos bonitos ojos azules le rehuían, olfateó con fuerza, se sentía cada vez más excitado y la actitud esquiva del omega y su aroma dulce no aplacaban sus "ánimos exaltados".

Quieto Minato– Ordenó con su voz al verle cerca de la salida. Una cosa es que le divirtiera y excitara ese comportamiento y la otra que sus hombres vieran a su destinado rehuirle, cuando todas las hembras siempre se le mostraban dispuestas a aceptarle, incluso se ofrecían.

Pero toda su diversión de "caza" hacia su esquiva pareja terminó al percibir un aroma no bienvenido, ni en su territorio, ni en su clan. Un alfa que conocía demasiado bien. Soltó un gruñido y agarrando a su omega se apartó de la puerta antes de que ésta fuera derribada. Soltó al rubio, protegiéndole con su cuerpo.

–Ese es mi omega… Madara– Soltó con voz gutural y molesta.–Suéltale.

Madara gruñó ante el descaro.

–¿Me estás jodiendo, Senju?– Se erizó ante el moreno– Es mi omega. Mi olfato no me engaña, ni mi instinto.

Estás cosas se sabían, en cuanto veías a tu pareja destinada lo reconocías, tu cuerpo, tu animal interior, vuestros aromas… Todo te llamaba hacía ese otro, hacía uniros, hacia sentiros atraídos de forma irrevocable. Era imposible confundirse o equivocarse.

Un ave levantó el aire a su paso con sus fuertes aleteos, para salir en el boquete donde antes estaba la puerta de entrada a la vivienda del líder Uchiha. Los dos alfas vieron marcharse a la rapaz y gimotearon en llamada, hasta que se dieron cuenta que los dos había realizado el llamado a su pareja y se miraron entre ellos con rabia, retándose a repetirlo ante el otro si tenía narices. Hashirama bramó, Madara rugió.