13.

Pues si, se había transformado en su bestia interior y se había largado aprovechando que esos dos alfas se medían por él.

Y mientras se alejaba volando con sus poderosas alas, no podía evitar pensar que toda esa situación era una absoluta locura… ¡Todo! Desde terminar en esa época pasada hasta descubrir que sus, ¡SUS DESTINADOS!, eran los shinobis más temidos y admirados de todos los tiempos. Ya le chocó conocer que Hashirama Senju, el dios de los shinobis, era su alfa… ¡Por kami si era del pasado! Y ahora encima encontraba que el Uchiha más temido de todos los tiempos, el hombre que iba a la saga en poder y fuerza al Senju, era también destinado suyo. Si no lo estuviera viviendo en sus propias carnes no se creería a quien le viniera con tal historia. Parecía pura fantasía, pero era tan cierto como que se llamaba Namikaze Minato y era un omega de la villa oculta de la Hoja, o bueno, lo había sido pues Konoha aun no existía en esos tiempos.

"Y ni existirá como esos dos se maten…"

Ahora se sentía culpable por marcharse de esa forma y dejarlos a su vera. Si se mataban no pactarían para formar la villa oculta entre las hojas. Pero antes de cometer la locura de girar para volver, se recordó que era un omega y esos que había dejado en esa habitación eran sus alfas destinados… O lo que era lo mismo, podría adelantarse su celo al estar en presencia de ambos y entonces si que sería desastroso.

Tras volar durante algunas horas, debatiéndose entre que hacer, si debía volver y ya no donde dejó sus alfas, sino a su tiempo; aunque aun no tenía ni idea de si era posible tal cosa; o dejar todo de lado en ese futuro al que quizás ya no volvería y aceptar su destino. Estaba tan confuso… Y él siempre había tenido las ideas muy claras, con un objetivo marcado que había perseguido con ahínco, pero por otra parte… Algo muy instintivo le decía que ese era ahora su sitio y que se quedara con sus alfas. No sabía que hacer… Se detuvo en una rama gruesa a descansar de su agitación.

...

La pantera cambió su rumbo al oler algo interesante y saltando unos montículos encontró el origen de ese aroma. Se sentó sobre sus patas y miró fijamente a la distraída rapaz. Minato levantó la cabeza al notarse observado y miró a la pantera y como ésta iba cambiando hasta quedar en un desnudo azabache que se apoyó en el montículo de rocas detrás suyo y cruzó los brazos ante su pecho con arrogancia y descaro.

–Así que el plan de mi hermano ha fallado– Olió con fuerza– O quizás no, porque lo huelo levemente en ti.– Una sonrisa burlona apareció en ese agraciado rostro.– Te felicito si has conseguido escapar de él.

Cambió a humano quedando de pie en esa rama para poder hablar con el otro omega.

Los dos eran omegas guerreros, fuertes e implacables en la batalla. Los dos grandes luchadores en sus tiempos… Y ahora estaban ahí midiéndose, sintiendo el poder del otro y su chakra. Minato sabía que el omega Uchiha le superaba en fuerza y capacidades, también en experiencia, pero tenía a su favor que Izuna quería y respetaba a su hermano, con lo cual nunca dañaría al que era su destinado. Pero igualmente tenía que ir con cuidado, no confiarse.

–Tu hermano ha tenido una inesperada visita. –El elegante levantamiento de ceja por parte del Uchiha no le animo a revelarle nada más.– Si vas a casa quizás aun encuentres a esa visita, Uchiha Izuna.

–Sabes mi nombre, pero tu aun no te has presentado… ¿Por que imagino que no quieres que te llame omega de mi hermano?

–Namikaze Minato es mi nombre.

–Pues Namikaze Minato, nos volveremos a ver, cuñado.– Le guiñó un ojo a ese rubio con malicia. Le gustaba su carácter valiente y a la vez precavido.

–Si, puede que acabemos siendo cuñados… Cuando te marque Senju Tobirama-san.– No se dejaría amedrentar con el juego del omega Uchiha, él también sabía jugar a eso. Le sonrió de forma inocente.

– Que bromista… Estoy seguro que hablando contigo no me aburriré cuando formes parte del clan Uchiha.– Menuda lengua más afilada tenía ese tal Minato.

–No estoy bromeando, según el destino Senju Hashirama también es mi alfa y aun no he decidido a cual escoger.

–Si sabes lo que te conviene, a Madara. Sino te voy a tener que enseñar a las malas tu error.– Amenazó con el sharingan a punto y saliendo de su falsa postura relajada.

–¿O puede que mejor no escoger a nadie, verdad? Creo que esa es tu postura respecto al destino y tu alfa,… Y así los dos os torturáis y sois infelices.

Izuna se lanzó hacia ese rubio, lo capturaría para su mayor. Madara no se merecía sufrir porque su omega no quisiera formar el lazo con él. Él protegería a su hermano, lo mismo que su hermano le cuidaba siempre.

Minato que había invocado un kunai de una marca en su antebrazo mientras hablaban con el Uchiha, lo lanzó veloz; notando la sonrisa del Uchiha al creer que había fallado, se teletransportó unos metros lejos del azabache.

–No me dejaré capturar de nuevo, Uchiha Izuna-san. Aquí termina nuestra amena charla.

Antes de que el rápido omega azabache saliera de su estupor por verle usar esa técnica, volvió a aplicar los sellos desapareciendo. Miró alrededor al estar de nuevo en ese socavón que realizó al aparecer en ese tiempo mal herido y medio moribundo. Había aprovechado una de las marcas de Tobirama.

Soltó un siseó molesto… El omega rubio se le había escapado usando esa técnica que odiaba tanto, esa técnica que poseía su rival/enemigo/alfa destinado. Viendo que sabía usar tal capacidad le quedaba claro que el omega de ojos azules como el cielo tenía una fuerte relación con los Senju. O su hermano se daba prisa en amarrar y enlazarse con ese rubito o realmente el tal Minato se dejaría marcar por el jodido Senju Hashirama. No lo permitiría, no dejaría que su hermano sufriese del dolor que causaba no tener a tu destinado contigo. Se volvió a transformar en pantera para correr velozmente al clan, tenían que encontrar una manera de capturar al rubio y que su hermano copulara con él antes de que lo hiciera Hashirama. Y mientras galopaba de camino a casa, las palabras que le soltó Namikaze Minato flotaban por su mente y se repetían una y otra y otra vez.

"¿O puede que mejor no escoger a nadie, verdad? Creo que esa es tu postura respecto al destino y tu alfa,… Y así los dos os torturáis y sois infelices."

Apretó su potente mandíbula con rabia, lo suyo era diferente… Aunque si que era una tortura en muchos aspectos. La pantera maulló con suavidad afectada, para luego sacudir su cabeza y rugir con ira. No se sometería a un alfa tan déspota y autoritario como Tobirama, prefería seguir sufriendo.

Una vez solucionados todos los asuntos del clan… Maldiciendo a los Uchihas todo lo posible por ese desbarajuste y ese caos que crearon, se encerró en su despacho para continuar leyendo pergaminos e investigando sobre las técnicas espacio-temporales y su funcionamiento. Le había prometido a Minato que le ayudaría y él cumplía sus promesas… Las palabras de la vieja Shio venían a su mente. Si Minato se iba, ¿Hashirama podría terminar igual o peor que él? Su hermano podría morir… Él era un ninja honorable, un hombre de palabra y se la había dado al omega rubio. Estaba en una encrucijada, o su hermano o su honor, si es que encontraba que realmente Namikaze Minato podría volver realmente a su tiempo, él lo creía improbable.

Estuvo horas encerrado en su despacho hasta que sintió la puerta de su despacho ser tocada.

–Tobirama-sama, Minato-san ha vuelto.– Avisaba a su segundo líder siguiendo las ordenes de éste.

–Que venga a mi despacho.– La mujer se retiró después de dedicarle una reverencia respetuosa.

Pocos minutos después la puerta volvía a ser tocada y dio el permiso de pasar.

El omega entró y esperó con paciencia.

–Te veo bien, luego de la experiencia… Hitomi, la sirvienta, nos explicó lo sucedido, se que mi hermano fue por ti… ¿Le viste o escapaste por ti mismo?

Su mayor hacia horas que no volvía, sabía que era fuerte, pero el maldito Uchiha también lo era. Mentiría si dijera que no estaba preocupado.

–Si, Uchiha Madara me llevo con él usando su sharingan. Tu hermano apareció en la casa donde me llevó el alfa Uchiha y aproveché para irme. –Compuso un rostro compungido, no le había gustado tener que escapar de la situación que se viviría en ese espacio –No podría haberme quedado a ayudarle… No en esta época tan cerca del celo y ante dos alfas que, según he podido comprobar, son ambos mi destinado. Habría sido peor seguir ante ellos, cayendo ante el instinto y la necesidad.

Asintió sabiendo que eso era cierto, y también estaba asombrado de que realmente esa posibilidad de un omega con dos alfas fuera posible. ¿Cómo se procedía entonces? ¿Matando al alfa Uchiha para que no interfiriera? ¿Les afectaría, al omega rubio y a su hermano, de alguna manera el eliminar al tercero en discordia? Estaba perdido en ese asunto, y no le gustaba sentirse así de ciego y confundido.

–¿Tobirama-san, estás bien?

–Si.–Le miró de nuevo, analizándole –Te he llamado porque, tal como dije, he estado investigando. Toma asiento.

Carraspeo aclarándose la garganta antes de proseguir.

–Como ya te dije, no veo posible el que vuelvas a tu tiempo… Seguramente morirías si lo intentas, además te faltaría encontrar la manera de volver a crear tal poder para generar la suficiente energía para abrir un campo temporal.–Miró esos brillantes ojos azules empañarse un poco, pero a la vez parecía que el omega ya había aceptado que esa era su nueva vida –Casi mueres al terminar aquí, ir a un tiempo futuro el cual no existe ahora, te causaría la muerte por el gran poder que tendrías que emplear para llegar, un poder que como he dicho no podrías adquirir. Eso si realmente no terminas más allá de esta época. La verdad es que tus opciones son: intentarlo y morir, intentarlo y acabar más en el pasado, también en un estado malherido, con lo cual podrías morir al no haber nadie con conocimientos de sanación como hallaste aquí… O, quedarte y aceptar que quizás el destino te quiso aquí por algún motivo.

Minato asintió, en el fondo sabía que ya no podría volver… Repetir las circunstancias que le llevaron aquí era algo casi imposible. El otro shinobi con el que había peleado en la guerra y que causó que terminaran allí con su choque de energías, había quedado destrozado según le dijeron y él, había sobrevivido de milagro.

Miró al que él conocía como Niidaime Hokage con decisión, probándolo.

–La señora Shio me estuvo explicando que renegar o no aceptar a tu pareja destinada, se llegaba a pagar con la muerte, tanto para alfas como para omegas. –Levantó los hombros –Lo que significaría que aunque llegara a buen termino a donde pertenezco, corro él riesgo de morir de todas formas. –Sonrió un poco –Morir porque no salga bien al ser imposible o morir de pena porque mi parte animal se deja perder. Tampoco tengo muchas opciones, ¿No cree?

Le frunció el ceño un poco, sin gustarle la insinuación.

–Mira omega, yo también se esa historia del sufrimiento y muerte por desoír el destino. Pero si estás insinuando que miento para proteger a mi hermano…

Minato detuvo su discurso molesto, levantando sus manos de forma conciliadora.

–Nunca se me ocurriría insinuar o decir tal cosa, Tobirama-san –Le sonrió pacificador–Os conozco, ¿Recuerdas? Se que eres un shinobi de honor y que no me mentirías, aunque la vida y felicidad de Hashirama pueda estar peligrando.

Asintió satisfecho ante esas palabras.

–Antes de volver aquí, estuve pensando y se que esta es mi única vía. Algo me hizo llegar aquí y entiendo que no puedo volver a mi vida anterior.

–Minato, aquí tendrás una buena vida. Mi hermano, aunque algo…–Hizo una leve mueca. Hashirama era un dramático y se emocionaba con facilidad, tanto que a veces se descontrolaba y se mostraba débil ante los demás. La sonrisa del rubio le dio a entender que le comprendió–Pero es la mejor persona que he conocido… Tanto que se preocupa por rivales y enemigos, que no lo merecen. Con él puedes ser muy feliz.

–Lo se… Aunque me duele dejar mi vida anterior. Llegue a ser líder de mi aldea, tenía unos sueños y, tanto por cambiar, quería mejorar la vida de las personas, sobretodo los más desfavorecidos, quería que todos fuéramos iguales; alfas, betas y omegas. Todos con las mismas oportunidades, los mismos recursos y las mismas enseñanzas.

El alfa Senju bajó la mirada hacia su escritorio y pensó en las palabras dichas, la vieja Shio había acertado en como se sentían los omegas. Que mal comportamiento había tenido, tanto él como los demás alfas que estaban a su alrededor. Nunca se había fijado en esas diferencias de trato, en como se trataban a las demás castas, en como nunca se habían parado a preguntarles que deseaban hacer realmente. Suspiró internamente y volvió a dirigir su roja mirada hacia la azul.

–Nos dijiste que estabas en una guerra contra otros clanes y que la situación ante el trato que reciben los vuestros no había mejorado, siguen las desigualdades. ¿No has pensado en que podrías luchar para cambiarlo ahora? Empezar a cambiar el modo que tenemos, me incluyo también, de ver a omegas y a las mujeres beta. –El levantamiento de ceja por parte del omega le demostró su interés y que tenía plena atención.– ¿Y si kami-sama, el destino o… Quien sea, te envió aquí para evitar todos esos males? ¿Para que las cosas se hicieran diferentes ésta vez?

El segundo Hokage tenía razón. Podría cambiar las cosas a mejor... Sabía lo que ocurría en su tiempo, podría ayudar a Hashirama y a Madara, ya que eran sus parejas, y podrían mejorar lo que era su presente... ¡No! El futuro, ahora donde vivió antes era su futuro. Encaminar todo hacia la formación de Konoha, una aldea mejor de lo que él había conocido, podría guiarles. Y a la vez, cambiar el triste final de esos 4 poderosos shinobis que, en su tiempo, veneraban y admiraban. Podría intentar ayudar a todos. Asintió hacia el segundo al mando del clan Senju.

–Hashirama no te pondría ningún problema o dificultad. Él mismo te ayudaría a mejorar el trato hacia los géneros.

–Eso también lo se. Hashirama es un alfa que se preocupa verdaderamente por los suyos y por su felicidad. Gracias por tu ayuda, Tobirama-san.

Sus tripas sonaron y sonrió mientras se rascaba la nuca avergonzado.

–Será mejor que vayamos a cenar, yo también tengo hambre.– Apostilló el albino.

Los dos fueron en silencio hacia la cocina donde las sirvientas ya estaban poniendo la comida en la mesa. Se sentaron observando el lugar vacío.

Minato miró al albino, no podía evitar sentirse algo preocupado.

–Mi hermano, aunque despistado y torpe, es poderoso. Madara no le ha vencido, tranquilo.

Pero eso también le preocupaba al rubio… Esos dos alfas que cuando los dejó estaban tan dispuestos a pelear, esos dos shinobis que cuando luchaban cambiaban la geografía del terreno a su paso, los dos eran su pareja escogida por el destino… Estaba preocupado por los dos.

El albino resopló a su lado al percibir esa pequeña intranquilidad del rubio, recordando su especial situación.

–Tampoco le ocurrirá nada a ese maldito Uchiha puercoespín –Añadió a regañadientes. Hashirama nunca hería a Madara, ni Madara a su hermano. Tenían una extraña amistad/rivalidad… Acrecentada por años de repulsión por parte de ambos clanes, pero disminuida por su amistad de juventud.

Asintió conforme y agarró sus palillos.

–Gracias por la comida.

–Gracias por la comida–Secundó de forma mecánica y sin estar muy pendiente de la realidad, pues se quedó sumido en sus problemas y los de su mayor… Un trio destinado y con alguien tan repulsivo y rencoroso como el Uchiha. No quería estar en la piel de su mayor… además de que tenía sus propios problemas, tenia a su propio Uchiha problemático para lidiar con él. Gruñó antes de meterse con cierta rabia un trozo de comida a la boca y masticar con fuerza, parecía que quisiera pagarlo con la pobre comida.

La nueva presencia les hizo levantar la cabeza de sus platos y, despejar la mente, para mirar la puerta con fijeza. Y no tardó mucho en entrar quien estaban esperando desde hacía rato.

Minato abrió los ojos y se mordió el labio para no reírse. Por su parte Tobirama frunció el ceño ante el aspecto que presentaba Hashirama.

Al entrar y verlos ahí cenando enrojeció un poco, le habían pillado cuando más deseaba pasar desapercibido.

–Voy a lavarme y cambiarme –Musitó intentando disimular lo máximo posible su andrajoso aspecto. Yendo directo hacia donde tenía su habitación, o intentándolo.

–Hashirama… Parece que te hayas peleado con una manada de gatos salvajes.

Eso detuvo al moreno dejándolo tieso durante unos segundos, hasta que suspiró sonoramente y bajó la cabeza avergonzado.

–Casi ha sido así… –No se podía decir que su último enfrentamiento con Madara había sido una batalla de honorables shinobis, con sus técnicas ninja y todo eso… ¡Para nada! Se habían peleado como dos machos de pelo en pecho por la atención de la hembra, como si fueran un par de gallos que se disputaran el derecho del corral… Y por eso venía con la ropa rota y andrajosa, lleno de golpes e incluso algún arañazo y mordisco. –Pero no pienso decir nada más sobre esto. Y vosotros tampoco explicaréis nada.

Le vieron marcharse antes de que el rubio sonriera divertido y negara y Tobirama curvara sus labios en una mueca burlona.

–Idiotas… Los dos. –El rubio soltó una suave carcajada por esas palabras del albino.