14.
Estaba cerca... Lo sentía. Su piel más tersa y con brillo, y cada día que pasaba más sensible al tacto. Su interior cosquilleante y su aroma más dulzón. Estaba a nada del celo, para algunos omegas ya había iniciado. Y los alfas también se mostraban más agitados y frenéticos. Los no enlazados buscando llamar la atención de algún omega soltero o soltera que les permitiera satisfacerles o demostrar que podría saciar su necesidad. Otros, los enlazados donde sus omegas no tenían cachorros muy pequeños; se mostraban más territoriales y agresivos, buscando proteger a su compañero y preparando víveres para encerrarse durante los, aproximadamente, tres días que estarían apareándose con sus hembras. Todo era un frenesí de aromas, gruñidos y rugidos de llamada y exhibición.
Por su parte, el alfa moreno había estado llevándole comida, flores, ropa y armas, cortejándolo al saberse aceptado o quizás, queriendo ganar sus favores por encima del alfa Uchiha, su otro destinado. Había estado oliendo a Madara rondando cerca del territorio Uchiha y dejando obsequios en su puerta cuando burlaba la vigilancia de los guardias Senju. Una armadura con los símbolos del abanico, una katana, presas, una bonita rapaz, un kimono... Definitivamente su habitación se estaba llenando gracias a los regalos de esos dos alfas. Y él sólo podía sentirse avergonzado por tantas atenciones. No creía merecerlas. Cada nuevo objeto, aunque útil, le hacía enrojecer demasiado.
–Hashirama, no es necesario en serio. Ya habéis hecho suficiente por mi... Esto... Esto es mucho.
Le dijo con las mejillas arreboladas mientras el Senju le entregaba una canasta de frutas. Ya era el segundo obsequio que recibía por parte del moreno en ese día. Mas Hashirama sonrió y le acarició la mejilla.
–Nada es demasiado. Déjame hacerte estos regalos, déjame mostrarte que tan buena pareja puedo ser, Minato.
Luego le había abrazado emocionado diciéndole lo adorable que se veía con ese sonrojo en su bello rostro. Lo que había causado un mayor tono rojizo en sus mejillas. Por suerte el líder Senju fue llamado por su hermano, que al irse su mayor se disculpó con la mirada con el rubio.
–Está muy feliz por saber que tiene una oportunidad contigo, Namikaze.
...
Tampoco consiguió que el alfa Uchiha dejara de llevarle regalos.
–No tendrías que estar aquí... Tampoco tienes porque regalarme nada, Madara-san. –El Uchiha le levantó una ceja y le recorrió con la mirada de forma lenta.
–Eres mi omega destinado y te estoy cortejando.
–Es muy peligroso y, no necesitas hacerlo. Es halagador, pero me das demasiado.–Él era alguien humilde, no necesitaba tanto para vivir. Tampoco estaba acostumbrado a que le cortejaran dos de los hombres más poderosos del mundo ninja... De echo no estaba acostumbrado a que nadie le cortejara.
– El cortejo es tradicional. Y soy Uchiha Madara, no me van a vencer estos ridículos Senju. Además no permitiré que mi omega vaya vestido con esas pintas... Te preferiría desnudo que portando eso que llevas.
Viendo las ropas con el emblema Senju.
Desvió los ojos sintiéndose apenado, es que esos alfas disfrutaban demasiado haciéndole avergonzar.
–¿No te habían cortejado hasta ahora, Minato?–La voz del Uchiha había sonado muy cercana, y es que se le había acercado aprovechando que no le miraba.
Negó con suavidad. No había sido cortejado por nadie antes. Kushina estaba interesada en él, pero siempre salían como amigos, lo hicieron desde niños y eso no cambió cuando llegaron a la madurez sexual.
–Mejor... Ya pensaba que tendría que encontrar la manera de ir a matar a esos alfas que posaron su interés en ti.– Aunque le resultaba extraño –Por otro lado, menudos idiotas... ¿Como llaman la atención de un omega en tu época?
–Estábamos en guerra, eso no era importante... Y las cosas son diferentes en mis tiempos.
–Pues aquí es lo que se hace. Pelear y obsequiar al omega para demostrarle que podemos proveer para él y para los cachorros que se engendren.
–Igualmente no necesito tanto, entre tu y Hashirama, no voy a caber en mi cuarto con tantos obsequios.
El gruñido en su oído fue gutural y profundo. Abrió los ojos alarmado, ¿Cuando se había pegado a él tanto? Pero no pudo recular, tampoco tenía claro que deseara alejarse del alfa azabache.
–Yo soy mejor alfa que ese dramático de Hashirama, omega. No lo olvides, aunque tampoco te dejaré hacerlo.
Los labios demandantes le besaron con dominancia y su animal interior ronroneo de gusto y disfrutó de la lujuria desatada del Uchiha. Madara era más crudo, más salvaje, más dominante y directo que Hashirama, el moreno era más dulce y afectuoso. Jadeó en ese beso y Madara aprovechó a colar su lengua en su boca sin permiso. El alfa le empujó contra un árbol y se apretó en su contra. Oh dios, como le encendía ese azabache con sus dominantes acciones. Hashirama preguntaba y esperaba permiso, Madara tomaba las cosas directamente.
Los dos le gustaban, le atraían demasiado... Uno más peligroso que el otro.
De pronto desapareció de entre los brazos del Uchiha, se había teletransportado a un árbol alejado usando uno de sus kunais preparados con anterioridad. Madara era peligroso para él, le daban deseos de dejarse llevar por la lujuria cuando le besaba de esa forma.
–Minato... Minato... Huir de tu alfa no está bien. Me da la razón para atarte las manos y que no puedas hacer tus sellos para escapar de mi toque. –Le observaba desde su posición de cara al tronco. El rubio escapando de su toque le daban ganas de cazarlo. Ronroneó mientras le miraba intensamente. –¿Quieres que te amarre omega? Te ate y te lleve a mi casa donde te daré placer de todas las formas posibles hasta que me supliques que te muerda y te anude.
Jadeó y apretó sus músculos, sintiendo el latido de sus genitales y la excitación que le recorrió. Madara era un descarado, pero le gustaba que le hablara de esa forma. ¿Se estaba volviendo un depravado?
Y ese ronroneo del alfa... Aunque no estaba cerca del Uchiha lo había sentido reverberando por sus huesos. Se agarró al tronco en el que estaba posado al temblarle las piernas. El alfa Uchiha era peligroso para él, si le ronroneara de esa forma en el oído se dejaría montar por el azabache ahora mismo. Apretó de nuevo su ano al sentir un poco de humedad y Madara sonrió más ampliamente, seguro que notaba su estado y olía su excitación.
–No te resistas más omega, ocurrirá tarde o temprano... Para que alargarlo el poco tiempo que te queda. ¿Una semana a lo sumo? Podría provocarte el celo ahora mismo y darte un placer como nunca lo has sentido... Solo tienes que bajar aquí y permitir que entierre mi boca entre tus piernas. Sabes que lo deseas...
–¡Madara! –El alfa Senju llegó y se interpuso entre el Uchiha y el Namikaze –¿Estás bien Minato? –Preguntó sin perder de vista al azabache. Mientras gruñía y inflaba pecho.
–Lárgate, Hashirama... Molestas.
–Eres tu quien molesta. Minato es mi omega, no lo dejaré contigo a solas.
–¡Es también mi destinado!–Se acercó al otro con actitud dominante.
–No te ha escogido aun...–No se dejaría amedrentar por su amigo de la juventud. Él era más fuerte que el Uchiha.
–Pero estaba a punto de hacerlo, idiota.–Le mostró el sharingan y los afilados dientes –Es por eso que has interrumpido, ¿verdad? Por qué no soportas que me escoja a mi y no a ti.
Y siguieron discutiendo cual gallos de corral, mientras a las fosas nasales de Minato llegaba el aroma fuerte de feromonas dominantes de ambos alfas. Jadeó por el efecto que le estaban causando a su organismo, aceleraban su celo. Uno lo podía aguantar, era fuerte... Pero la esencia de los dos machos era demasiado.
Los alfas a su vez, oliendo la necesidad del omega, aun se pusieron más frenéticos, los dos querían aparearse con él por encima de su rival y superar al otro.
Minato cayó de rodillas mientras respiraba acelerado. Tenía que salir de allí, aun no había tomado una decisión. Hizo lo único que se le ocurrió, salir volando al ser incapaz de concentrarse para hacer los sellos de su técnica y reunir el suficiente chakra. Y mientras alzaba el vuelo escuchó el bramido y rugido de llamado de Senju y Uchiha, respectivamente. Los ignoró como pudo.
Ya era la segunda vez que escapaba volando de esos dos poderosos alfas...Si lo vieran su maestro Jiraiya o el Sandaime Hokage, sentirían una gran vergüenza. Él era un prometedor y poderoso shinobi, ganó el título de Yondaime Hokage... Pero es que ante esos dos era incapaz de hacer otra cosa. Su cuerpo se quedaba clavado, se volvía irracional y el nerviosismo le dominaba. ¡A él! El chico más calmado y astuto de su promoción. Suponía que todo era causado porque esos dos hombres eran sus destinados, el poder de su parte animal y las hormonas le debían controlar por encima de su mente racional.
El aire frio calmó ese maldito cosquilleo de necesidad que le provocaron sus dos destinados al liberar sus feromonas.
Aterrizó en el clan Senju, cerca de donde la matriarca machacaba unas hojas de, suponía por el intenso olor, alguna planta medicinal. La mujer le observó y sonrió.
–Ahí tienes una manta para cubrir tu desnudez. Voy a poner agua para calentar y haré té. Quizás tengas ganas de contarme porque llegas así y oliendo a pre celo.
Una vez con el té delante y la gran manta cubriendo su cuerpo. Empezó a hablar, la afable mujer mayor manteniéndose callada de forma respetuosa, esperando a que estuviera preparado para contarle lo sucedido y eso hizo.
–Llega el celo y aun no se a quien escoger... Mi omega no sabe... Los dos me atraen demasiado.–Terminó el relato. Estaba tan confundido respecto a eso.
–¿Escoger? ¿Por que tendrías que hacer tal cosa?
Parpadeó con asombro por esas palabras y abrió la boca, luego la cerró y se rascó la nuca.
–Está claro– La anciana omega le miró y parpadeó con una suave sonrisa, buscaba que continuara– Tengo que aceptar a uno y el otro tendrá que encontrar otra pareja que no sea yo. ¡No podemos ser un trío! Ellos se matarían... Si ya pelearon cuando Madara se me llevó y seguro que ahora también estarán luchando.
–Bah, jovencito... Son alfas, siempre están luchando. Y cuando no luchan se aparean y cuando no, comen y sino, ordenan esperando que alguien les haga caso... Ya sabemos que la verdadera voz cantante en el hogar y la relación la llevan los omegas, con lo cual sus ordenes de "macho dominador" nos entran por un oído y salen por el otro.
–¡Señora Shio!– Rió muy a regañadientes por esas palabras.
–Mira, como yo lo veo... El destino ha querido que tengas dos alfas. Si desechas a uno, que tu mismo dices que no puedes, lo condenas a muerte. – Levantó la mano para que la dejase continuar.– No irá a buscarse otro omega cuando sabe que su destinado está ahí, cerca y vivo con otro alfa. A la vez te condenas a ti mismo, tu omega no aceptara renunciar a una de sus otras mitades y... El otro acabará también pereciendo al perderte a ti.
– Pero no lo aceptarían, se mataran o estarán peleando a cada segundo... Por mucho que diga que los alfas solo saben hacer esas tres cosas.
–Minato, el señor Hashirama y Madara-san llevan toda la vida peleando, según ellos a muerte, y nunca he visto que Hashirama-sama llegue a casa con más que algunos arañazos y golpes. Antes de ser "enemigos" fueron buenos amigos y, no se harían verdadero daño. Lo cierto es que nuestro líder anhela la paz con los Uchiha y, quizás ésta sea la oportunidad perfecta.
–Pero... ¿No cree que esto es distinto? No estamos hablando de pactar una paz y unas condiciones...
–¿Ah, no? ¿De que trata un vínculo de enlazamiento sino un contrato entre un alfa y un omega? Ellos dos, pequeño, sólo necesitarían llegar a un acuerdo. En una relación, sea del tipo que sea, se tiene que establecer unos roles claros, en el momento que se llegue a ese acuerdo se terminarán todos los problemas.
Se quedó meditando esas palabras hasta que sintió la presencia del líder Senju que llegaba con algunos golpes y marcas.
–¿Ves lo que te decía jovencito?– Le susurró la matriarca antes de prestarle atención a su señor.– ¿Hashirama-sama, se ha peleado con un gato?
–Uno muy grande y terco.– Resopló, aunque sus ojos brillaban de emoción. Le gustaban esas peleas con Madara, le recordaban a sus años de juventud. – Minato, ¿estás mejor? Siento que Madara te haya molestado de esa forma.
Analizó el buen humor del alfa Senju y descubrió que la anciana Shio tenía razón. Sonrió a su vez y asintió.
–Estoy perfectamente, gracias Hashirama.–Por fin ya era capaz de hablarle sin usar sufijos honoríficos, aunque le había costado bastante.
–Me alegro.– Le acarició la mejilla durante unos segundos.– Voy a cambiarme.
Mientras le veían marcharse continuaron la charla con la matriarca.
–Hazme caso, Minato, seré anciana pero no soy tonta. Llevo muchos años ayudando a otros omegas, además de tener mis propias experiencias, se de lo que hablo jovencito.
–El problema es cómo.
–Tu déjamelo a mi... Te quedan algunos días antes del celo y sé el sitio perfecto para pasarlo, sin que el Uchiha corra peligro por venir a buscarte espoleado por tus feromonas y llamado, y sin que a nuestro líder le ocurra nada.
–Van a ponerse a pelear– Y él de mientras sufriría el dolor que conlleva estar en celo y que nadie se ocupe de él.
–No les va a durar mucho... Su necesidad de aparearse será superior.
...
Y así el día antes de su celo, la anciana Shio ya tenía una ubicación entre ambos territorios para ese acontecimiento. Una agradable casita fronteriza que habilitó con agua, comida, mantas y cojines todo para comodidad de lo que un omega y su alfa pudieran necesitar.
Él por su parte se sentía ansioso, el cuerpo sensible, caliente y susceptible. La ropa empezando a molestarle y a resultarle incomoda y dolorosa en según que puntos sensibles. Tenía tantas ganas de quitársela...
En cuanto puso un pie en esa casita le gustó, tanto a él como a su bestia interior, era tan acogedora y estaba muy bien abastecida. No tardó mucho en reclamarla como su territorio y en hacerla suya al marcarla con su aroma.
Shio observó al omega concentrado realizando un gran nido para estar cómodo en ese celo que no tardaría mucho en sufrir de lleno. No le dijo nada mientras salía del lugar, sabía que para ese punto Minato era más instinto que racional.
–Vosotros os quedáis aquí... Pero dejad distancia suficiente, necesitan intimidad y ya sabéis como de territoriales se vuelven todos. No intentéis impedir el paso a Uchiha Madara, él también es destinado del señor Minato. No intervengáis, oigáis lo que oigáis.– Aleccionó a los guardias beta que había seleccionado para proteger el puesto fronterizo de otros posibles atacantes que quisieran aprovecharse de la situación.
Ya se había ocupado de avisar a Hashirama-sama, mediante uno de sus hijos. Otro de sus hijos, que también era shinobi del clan, la llevó hasta la fortaleza Uchiha. Allí los guardias armados les detuvieron.
–Quiero ver a vuestro líder, el señor Madara.
–Volved por donde habéis venido Senju, sino queréis morir.– Su hijo iba a desenfundar y le obligó a detenerse.
–¿Vais a matar a una pobre omega vieja y, a su buen hijo que la está ayudando, porque sus piernas ya no son lo que eran? Que valientes sois, Uchiha.– Vio dudar al guardia, su aroma relajante y maternal ayudaba a mantener la calma.– Uchiha Madara querrá saber esto, créeme.
El gesto del shinobi al mando hacia un subordinado, le mostró que la escuchaban y que iban a por su líder. Les agradeció.
Pocos minutos después el poderoso líder Uchiha estaba en las puertas con su porte orgulloso y arrogante. Shio nunca lo había visto con anterioridad y quedó gratamente sorprendida. Madara Uchiha tenía una estructura fuerte y musculada, con un rostro de facciones finas y elegantes, su desordenado pelo azabache profundo le daba un aspecto de salvaje sensualidad. Definitivamente era el tipo de alfa que haría mojar a muchos omegas y mujeres beta con su magnetismo animal, todo un semental.
–Habla, anciana.– Directo al asunto y encima mirando de forma intimidatoria a esos dos intrépidos Senju en sus puertas.
Aunque sus modales no acompañaban su aspecto. Chistó, algún fallo había de tener tan imponente hombre.
–Tu omega te está esperando en el puesto fronterizo del noroeste. Como sabes el destino ha querido que Minato Namikaze tenga dos alfas... No lo estropees, ni le hagas sufrir.– Se giró hacia su hijo que estaba intentando mantener el tipo frente al poderoso líder Uchiha, mientras éste soltaba un gruñido por sus palabras. – Ya he terminado aquí, hijo. Podemos irnos.
– Si madre.– Su hijo se agachó para cargarla a caballito y así poder volver rápido al clan.
Y sin mirar atrás, ni temer ser atacados por su desfachatez, empezaron a volver hacia los territorios Senju en una suave carrera.
–Señor Madara, ¿Quiere que la capturemos por atreverse a...?
–No, dejadlos marchar. Escoltadlos para que nadie les ataque y volved sin pelear contra los Senju.– No iba a apresar a una matriarca por estar ayudando a otro omega o preocupándose por dicho omega, cuando era su función en los clanes. La verdad es que agradecía que la matrona Senju, se preocupara de que su destinado no sufriera dolor, significaba que era una buena cuidadora de los gestantes de dicho clan y que se preocupaba por ellos.
Un par de shinobis salieron tras madre e hijo para escoltarlos según las ordenes de su líder.
Madara se giró hacía uno de sus generales.
–Te quedas al mando mientras no estoy. No busquéis pelea contra nuestro enemigos. No quiero ser interrumpido, no molestéis a Izuna... Os atacara en su estado.
Su hermano Izuna había empezado el celo y estaba encerrado en una de las casas de las afueras del clan, para evitar que fuera molestado. Aunque nadie en su sano juicio dentro del clan Uchiha iría a ingresar en el territorio donde el omega sufría en solitario.
...
En el territorio Senju, Taro se presentaba ante su líder con una nota de su madre. Con una reverencia se la dio, para luego retirarse a cumplir sus demás funciones como ninja del clan.
En cuanto releyó lo que decía dicha nota escrita por Shio, fue hacía su hermano.
–Tobirama, me tengo que ir. Estaré fuera tres días o cuatro. No te preocupes por mi, ni busques a Minato.
Tobirama le miró con una ceja en alto y sonrió un poco.
–Comprendo... – Y con cierto retintín añadió.– Que os vaya bien.
–Madara también irá.– Le añadió saliendo ya por la puerta.
–¿Qué? Entonces necesitas refuerzos y matarle ya de una vez para que deje de interferir.
–No hagas nada. Es una orden y es nuestro problema.– Dijo con firmeza sin girarse a mirarlo. Para después saltar las murallas y correr hacía el lugar donde le citaban.
Tobirama le vio desaparecer y apretó los puños. Madara y Hashirama en una lugar, imaginaba que intermedio entre ambos territorios, con Minato en celo. La que se podía liar en esa zona... Pero su hermano se equivocaba en una cosa, ni loco se quedaría allí quieto.
–¡Tou!– El nombrado le hizo una reverencia– Te quedas al mando, protege al clan. Volveré cuando termine lo que tengo que hacer.
Y sin más explicaciones salió rumbo a su destino, siendo cuidadoso para no ser descubierto.
