15.
Madara saltó veloz entre los árboles, sabía más o menos el lugar del que hablaba la vieja omega Senju, pero sobretodo le guiaba el instinto.
Se detuvo viendo la cabaña a lo lejos y olfateó. El aroma del celo de su omega llegaba hasta su posición. Salivó, era embriagante. Notó los guardias apostados a su alrededor, pero estos no le hacían caso... Igualmente no serían rivales para su persona si se atrevían a plantarle cara o atacarle.
Siguió avanzando directo, sin detenerse de nuevo, demasiado extasiado por el dulce aroma del rubio. Su pene erectándose, en anticipación. Ese omega sería suyo. Hoy. Ahora.
"Mío. Mi omega." Rugió su pantera mientras las pupilas se le dilataban por la excitación.
Entró en la cabaña abriendo de golpe con el sharingan activado y lo vio. Se gravó la imagen en su memoria. Ni la puerta golpeando con fuerza la pared distrajo ninguno de los dos habitantes de esa cabaña. Minato en celo, arrullando con voz ronca y aterciopelada, mientras se refregaba contra las telas del nido. El aroma dentro de la casita de vigía era saturado, tan intenso que le incitaba a un frenesí sexual y animal.
Soltando un ronroneo bajo y profundo para hacerse notar ante su hembra, empezó a desnudarse. Lo primero que cayó fue su armadura y armamento que quedaron olvidados cerca de la entrada. Lo segundo su haori, mostrando su fuerte torso lleno de elásticos y elegantes músculos que tenso y abultó para pavonearse ante su destinado, él era su mejor opción, él era su macho. Sus sandalias quedaron regadas por el suelo mientras avanzaba hacia ese gran nido confeccionado por su pareja. Empezó a bajarse pantalón y fundoshi a la vez. Pero se detuvo con las prendas a medio trasero ante el sonido de la puerta abrirse. ¿Cómo se atrevían a molestarle? ¿Quién cojones era el futuro cadáver que se atrevía a interrumpirle? Se giró y rugió amenazante ante ese alfa...
...
Hashirama había recibido la carta de la anciana matriarca y partió presto a la cabaña, sabía perfectamente cuál era y donde se encontraba. Por fin se uniría a su anhelado destinado, decir que estaba feliz y emocionado era quedarse corto. Desde esa vez que le halló medio muerto y descubrió que era su pareja destinada, que deseaba enlazarse con el omega rubio venido del futuro. Pero Minato Namikaze había mostrado fuertes barreras ante su avance y bastantes reparos en aceptar lo que había decidido unir el destino, marcando una educada distancia a sus intentos de cortejo y avances... Ahora por fin el omega de ojos azules como el cielo veraniego había aceptado su sino. Una enorme sonrisa partía su rostro mientras saltaba de árbol en árbol.
"Mi dulce omega. Mío para amarte, mío para hacerte feliz".
Saludó encantado y con ímpetu a uno de los guardias que custodiaban el área para no ser molestados por algún intruso; era tal como le había informado Shio.
Estaba tan entusiasmado y tan ansioso que no reparó en el penetrante aroma almizclado del otro alfa en el cuarto, hasta que no abrió la puerta y reparó en Madara medio desnudo. El Uchiha se giró y rugió, y él sólo pudo abrir la boca como un pez fuera del agua por la confusión que le asaltó de ver al otro allí. Al final su animal interior lanzó un bramido en respuesta a esa amenaza.
–Lárgate Hashirama, hoy no estoy para aguantar tus dramas.– Mientras se cruzaba de brazos. Eso si, no hizo ningún intento para cubrir su desnudez, ni se subió los pantalones a su posición correcta en la cadera, ni quiso esconder que estaba excitado, muy excitado.
Hashirama enrojeció un poco al ver tal descaro por parte de su antiguo amigo.
–Minato es también mi omega. No pienso renunciar a él... Márchate tu, Madara. Me ha aceptado a mi, nuestra matriarca me ha dicho que me estaba esperando aquí..– Le mostró la misiva.
–¡Ja! Esa vieja también me ha venido a mi con el cuento. Me está esperando a mi y he llegado antes. ¡Fuera!– Si el Senju no se marchaba iba a pelear con todo, aunque hubieran sido buenos amigos en el pasado, pero no pensaba renunciar a su pareja destinada.
–Déjalo, Madara. Sabes que soy más fuerte que tu...–No pensaba claudicar en esa cuestión. Su futura felicidad estaba en juego. Se cuadró tenaz.
–Veo que tienes ganas de bailar... Pues adelante. Luego ya me uniré a MI omega.– Él tampoco pensaba dejar que el Senju se quedara con su destinado.
Minato en pleno celo, sentía dolor y necesitaba a sus alfas. Que fueran a saciarle y ocuparse de su calentura y deseo... Pero los muy imbéciles, teniéndolo a él allí dispuesto a aceptarles, se ponían a sacar pecho y medirse a ver quien tenía el miembro más grande.
"Alfas... Shio tenía razón. Sólo saben pelear, aparearse, comer, pelear, volver a copular y dormir"
–¡Basta!– Con toda la fuerza de voluntad que pudo reunir en su estado, se levantó y les miró con acerados ojos azules.– Me tenéis harto. Yo os necesito... ¡A los dos!
–Pe-pe-pe-pero Minato...
–Estas loco omega si crees que...
–¡Silencio!– Les miró con seriedad y firmeza, demostrando quien era. No por nada fue admirado y fue nombrado el primer omega en ser Hokage. Por muy leyendas que fueran esos dos alfas, le escucharían y no habría discusión posible, porque no la admitiría.– Los dos sois mis parejas destinadas y no pienso, ni puedo, escoger a uno por encima del otro.
–¡Tsk!– El Uchiha rechistó y él le miró mal, haciendo que el azabache no añadiera nada más. Y luego, por si acaso miró igual al Senju, que ya no se atrevió a abrir la boca y bajó la cabeza mientras una de sus características auras de depresión le rodeaba.
–Si no estáis dispuestos a aceptar tal decisión y tal echo insólito que el destino ha querido de tal forma, me voy. Yo pasaré el celo en solitario, no sería el primer omega que decide no aceptar al alfa destinado. Y dejadme deciros que soy muy terco, cuando decido algo... Es para siempre.
–¿Hablas en serio, hembra?– Gruñó el azabache– ¿Esperas que acepte a este idiota dramático como la tercera pata de este asiento? No... ¿Directamente esperas que acepte a alguien más?
–Bueno, entonces sufriréis de impotencia.– Hashirama abrió los ojos y negó atemorizado. Mientras el Uchiha achicaba los ojos y gruñía, y se acercaba al rubio ignorándole.–Cuidado, alfa... Quizás no sea tan poderoso como tu, pero soy un buen shinobi y tengo muchas técnicas para plantarte cara y darte una buena batalla.
–Eres mi hembra, rubito.– Aunque se había detenido. No quería dañarle, sentía algo muy fuerte por el que era su omega. Pero no iba a permitir que les sucediera lo que amenazaba el de ojos azules.
–No soy nada tuyo. Y como sigas por ese camino... No lo seremos jamás. Así hasta que muramos. – Y luego continuó, estaba haciendo un gran esfuerzo para controlar su celo y para no ceder ante las feromonas de ambos alfas.– ¿Supongo que ya sabes que les sucede a las parejas destinadas que no se aceptan?
Pero no, Madara no sabía nada de eso. La vieja matriarca omega del clan Uchiha había muerto hacía tiempo sin poder preparar bien a su sucesora, la que había tomado su cargo intentaba hacer lo que podía con los pocos conocimientos de que disponía.
–Los alfas y omegas van empeorando a medida que van pasando los años y al final terminan muriendo... Locura, pena, malestar, soledad.– Respondió Hashirama afectado. Su hermano terminaría así como las cosas con su omega destinado siguieran igual.– Al principio se empieza como malestar, dolor e impotencia, pero la psique y las emociones van decayendo en ansiedad, tristeza, depresión.
–Izuna...– Musitó Madara con preocupación, al ver en el rostro del Senju que no mentía. Bajó la mirada, no quería sufrir tales cosas, tampoco que las sufriera Minato, ni Hashirama, reconoció a regañadientes. Pero él era orgulloso y bajar la cabeza ante el otro alfa era complicado.
Minato al límite de su control volvió al nido con piernas temblorosas y se sentó, mientras jadeaba de forma acelerada.
Hashirama observó a Minato, su estado necesitado y luego a Madara, su mejor amigo de la infancia, alguien con quien había deseado crear una aldea para proteger a todos y conseguir la paz, alguien con quien deseaba una alianza para que sus clanes dejaran de matarse entre ellos. Suspiró y sonrió para si mismo. Tendría que ser él, el Uchiha era arrogante y muy orgulloso. Se inclinó ante el otro alfa, mostrando que le reconocía como a superior y líder. No le importaba bajar su cabeza si con ello conseguía a su pareja y que está estuviera feliz y bien; y si además conseguía la ansiada paz con los Uchiha.
Madara lo miró agrandando los ojos.
–¿¡Hashirama!?
Minato desde el nido sonrió, si... Las cosas se podían arreglar.
–Madara, Minato es nuestra pareja. No quiero verle sufrir, ni a él, ni a ti, ni a mi... Todo sea dicho– Rio con suavidad– Realmente no quiero que nadie más sufra. Estoy reconociéndote como al alfa jefe de la relación, si tu estás de acuerdo, y si aceptas esto, podríamos también tener la paz entre nuestros clanes. Así solucionamos dos aspectos con una sola jugada, ¿Qué me dices?
El azabache miró a su antiguo amigo, todo y que Hashirama era más fuerte que él, estaba dispuesto a dejarle a él liderar en esa especie de triangulo amoroso propuesto por el destino. El jadeó de dolor de Minato detrás suyo y el saber que con esa aceptación podían llegar a un acuerdo de paz entre ambas familias le hizo asentir.
Hashirama sonrió y le estiró la mano para darse un firme apretón.
–Ve tu primero, como líder de nuestra manada tienes ese derecho.– Le dijo mirando a Minato retorcerse en el nido y frotarse contra las telas deseando saciarse.
Minato les necesitaba y, no le importaba esperar si con eso conseguía que todo fuera bien. Madara sonrió y terminó de bajarse los pantalones para luego dirigirse hacia el nido y arrodillarse delante del omega, mientras le agarraba del cuello y unía sus bocas de forma demandante y dominante.
Madara no era alguien paciente, sabía lo que deseaba y cuando lo quería. Y también notaba que Minato deseaba que no le diera muchos preliminares. Así que enterró un par de dedos en esa entrada para comprobar que estuviera dispuesto para él y al oír como el omega gemía, pedía por más y se apretaba contra sus dígitos como si los deseara más profundos, los quitó para substituirlos para algo con mayor consistencia, enfundó su pene en esa exquisita calidez húmeda hasta que sus testículos chocaron contra el cuerpo del rubio. Tanto alfa como omega suspiraron satisfechos.
–Hashirama... Ven.– Movió un dedo llamando a su amigo.– Minato necesita más atención, no podemos fallarle a nuestra caprichosa hembra.
Hashirama sonrió grande y se desnudó, para acercarse presuroso al nido. La verdad es que su pene dolía demasiado de ver como Madara penetraba al rubio y los dos gemían satisfechos, el sonido de las penetraciones, los increíbles jadeos eróticos de Minato, los gruñidos y suspiros del Uchiha, el aroma de los tres mezclado y el penetrante aroma a sexo... Si, demasiados estímulos que le tenían al límite.
Madara había cambiado de posición, tumbándose de lado con Minato mientras seguía penetrándole sin detenerse. Eso le permitió tumbarse delante del rubio y besarle, dejando al omega entre ellos dos para poderle atender a la vez. Agarró su pene y lo junto al del Namikaze masturbándoles a los dos de forma conjunta, consiguiendo que los brillantes ojos azules se humedecieran de tanto placer y se entrecerraran. Los gemidos del omega eran tan lujuriosos y llenos de erotismo, cada vez más roncos y seguidos hasta que al final liberó un fuerte jadeo y se tenso llegando a su orgasmo, ensuciando su propio vientre y el de Hashirama. Madara gruñó por la presión que ejercía ese interior sobre su miembro y se movió con más velocidad antes de alcanzar su orgasmo y morder la nuca del omega. Hashirama besó al rubio y se dedicó a consentirle para que olvidara la posible molestia que sintiera y la presión de un nudo tan grueso como el de un alfa masculino. Madara lamió la nuca marcada para aliviar a su pareja, a su hembra. Ahora estaban unidos, el primer miembro de su manada... Cuando Hashirama mordiera a Minato, se convertiría en el otro miembro de esa peculiar manada que estaban forjando en ese momento presente. El Uchiha ya le había dejado sitio en la nuca, en las glándulas aromáticas, para que el Senju pudiera morder a Minato.
Cuando el nudo disminuyó el azabache salió de ese interior, Minato liberó un suspiro y ladeó la cabeza para observarle, el Uchiha reclamó sus labios y se estuvieron besando en profundidad durante largos segundos. Al romper el besó le miró con sus profundos ojos negros buscando cualquier signo de malestar en su pareja. Minato sonrió con suavidad.
–Estoy bien, de verdad– Esta vez miró a Hashirama y unió sus labios con el Senju, su beso era dulce y cariñoso.
En su siguiente ola de calor, fue el turno del castaño de montarle. Hashirama fue todo lo contrario a Madara, fue dulce, cariñoso, suave. Le hacía el amor con todo el cuerpo, con embates profundos y le llenaba de besos por todo el rostro. Y mientras, el azabache se dedicó a morderle la piel, besársela con pasión y apretar con sus manos sus zonas más erógenas. El contraste entre uno y el otro fue refrescante y muy sensual. Mientras uno le hacía jadear entre besos, el otro lo hacía soltar pequeños gritos y tensarse. Ese juego ambivalente le causó un gran orgasmo y que ordeñara a Hashirama, mientras el alfa le mordía intentando ser todo lo cuidadoso posible. Madara no dejó de juguetear con sus puntos de sensibles todo y estar en plena cúspide del placer, lo que hizo que su orgasmo se alargara hasta que tanta estimulación le resultó un poco dolorosa. Minato lloriqueó con suavidad para conseguir que su dominante alfa azabache se apiadara de él.
Se aparearon durante unos tres días, alternándose ambos alfas para copular con Minato, eso si, siempre otorgándole ambos muestras de cariño. Incluso una vez, en la cúspide de su celo, cuando más ansioso y necesitado se puso, llegaron a hacerle una doble penetración... Fue su apareamiento más escandaloso, se sentía tan y tan lleno, tan rozado en sus paredes, tan estimulado. Eso si, por suerte sólo uno de ellos anudó en su interior mientras el otro se corría encima suyo, abundante y espeso semen cubriendo su bronceado piel. También se turnaban ambos alfas para salir a cazar y así alimentar a su desgastado omega, los celos siempre fatigaban a las parejas en demasía. A veces el que salía a buscar comida y agua era Hashirama y otras, Madara. Pero los dos se ocuparon de que a Minato no le faltase nada, demostrando que podían cuidar a su manada y proveer por su hembra.
El rubio estaba satisfecho, sus dos machos le saciaron al máximo, ya fuera en el sexo como con otras necesidades vitales. La verdad es que le agotaron a tal nivel que llegó a perder el conocimiento en la última monta que recibió.
El rubio quedó laxo entre los brazos de Hashirama, que fue el que le sujetó, mostrando una plácida cara mezcla entre satisfecho y exhausto. El Senju le besó en la sien con una suave sonrisa, mientras acariciaba el rostro sudado del omega.
–Iré por comida– Dijo Madara mientras se levantaba. Iba a vestirse para salir, pero lo cierto es que estaba demasiado lleno de los rastros de lo sucedido en esa casita. –Necesitamos asearle y asearnos, descansaremos mejor una vez limpios.
–Descuida me ocupo yo. Calentaré agua para los tres y mientras consigues comida lo lavaré... También me desharé de las primeras capas de ropa del nido.
Mirando con cierto asco la ropa del mullido nido donde habían estado apareándose y que ahora estaba sucia de semen, sudor y saliva.
El Uchiha asintió antes de transformarse en pantera, pues era mejor que ir desnudo, y salir a por una presa, mientras el Senju se dedicaba a hacer lo que había dicho. Los dos alfas demostrando que eran perfectamente capaces de cuidar a su pareja.
