Los ojos de Potter se quedan sobre él lo que parece ser una eternidad, mientras poco a poco el color se va de su piel hasta quedar tan pálido como el papel.

Draco, no menos sorprendido, no se mueve ni un ápice para evitar asustar al antiguo Gryffindor. Y, para qué estábamos con cosas, él igual estaba ligeramente asustado de lo que podía pasar a continuación.

—¿Ma-Malfoy? -pregunta Potter en un titubeo, adoptando una postura de valor.

—Mhh. ¿Sí? -responde Draco, confundido. Y es que después de cuatro días de no ser percibido, se siente algo irreal ser visto.

Ante la respuesta, Potter retrocede en dos grandes zancadas hasta que su espalda toca la pared. La expresión de su rostro es del más puro horror, lo que a Draco no le hace la más mínima gracia porque no es que él luciera realmente mal ¿o sí?

Potter se lleva una mano a la cabeza y pasa los dedos por su cabello húmedo.

—No puedo creerlo. Me estoy volviendo loco. -dice para sí mismo.

Malfoy le va a responder, pero su réplica se ve interrumpida por la vibración de las protecciones del apartamento.

Potter le dedica una última mirada, y como aliviado por la repentina visita, se devuelve al baño un segundo para salir al siguiente con un pantalón deportivo en lugar de la toalla y corre a abrir la puerta.

—Ron -dice en una exhalación. —Pasa, pasa.

Draco lo sigue y ve al pelirrojo cruzando el umbral, mirando a Potter con el ceño fruncido.

—¿Qué te ocurre, Harry? Parece que has visto a un fantasma -le dice. Ni a Harry ni a Draco le hace gracia la broma.

Draco no puede evitar bajar la mirada para observarse. La verdad, no lucía como un fantasma. No flotaba, no era transparentoso ni podía atravesar las paredes. Hasta ese momento nadie lo había visto y en Hogwarts siempre se veían los fantasmas.

¿Podía ser que entonces que de alguna manera se hubiese transformado en un Poltergeist? Esa sería la guinda del pastel, pues lo único que le faltaba era ir a hacerle compañía a Peeves y atormentar a los niñatos en Hogwarts.

De todas formas, descarta esa opción de inmediato. Los muggles no podía ver a los poltergeists, los magos sí.

—Ven, acompáñame -le dice Potter a su amigo sin esperar respuesta. Enreda los dedos alrededor de su muñeca y tira de él en dirección hacia donde ellos estaban hace unos minutos. Sin embargo, donde sea que hubiese querido llevarlo, no ocurre, porque se detiene en seco cuando lo ve a él a mitad de camino.

—Harry, en serio ¿Te sientes bien? -pregunta Weasley, realmente preocupado.

Potter se queda todavía más pálido de lo que estaba. Se aclara la voz y mira a su amigo.

—Ron, no juegues conmigo por favor y dime que ves a Malfoy ahí.

Potter lo apunta y Draco no puede evitar enderezarse más al escuchar su nombre y buscar los ojos de Weasley, pero siente que le cae un balde de agua fría cuando los ojos de éste nunca se encuentran con los suyos.

—¿De qué hablas?

El miedo se acentúa en el rostro de Potter. Sus ojos color esmeralda se clavan directo sobre él tan asustados que Draco siente ganas de marcharse, pero su interés por la situación no se lo permite.

—Nada, Ron -responde finalmente, desviando la vista de él para concentrarse en Weasley. —Creo… creo que solo estoy cansado.

—Tienes muy mala pinta, amigo. -lo inspecciona con la mirada antes de agregar — Y ¿Qué es eso de Malfoy?

—Nada -responde, evitando mirar hacia él.

—Harry, puedes confiarme lo que sea. En serio.

—Ron, no ocurre nada. Creí verlo, eso es todo.

Draco, sin poder evitarlo, resopla. A Potter los nervios se le crispan ante el sonido y a Weasley no se le pasa por alto el extraño actuar de su amigo.

—Harry, ya. Creo que deberías recostarte. Te ves muy mal. -le insiste —Sé que es duro lo que te ocurrió. Sé que no le pudiste confesar a Malfoy tus sentimientos y creo que eso se te metió en la cabeza. -chasquea la lengua —¿Dormiste algo anoche?

Harry niega levemente.

—Ve a recostarte. -le ordena el pelirrojo —Yo avisaré en la oficina que estás indispuesto e iré por una poción relajante ¿si?

Potter acepta, tomando asiento tan confundido como si se hubiese golpeado la cabeza.

Weasley hace ademán de alejarse, pero se detiene y se dedica a examinarlo una vez más.

—Amigo, puede ser que como todo ocurrió tan repentinamente, estés pasando por un cuadro de estrés o algo así que te está causando alucinaciones. Deberíamos ir a San Mungo para asegurarnos de no que es nada grave.

Harry niega con la cabeza antes de hablar.

—No, Ron, estoy bien aquí. Tienes razón. Me iré a recostar y me beberé una poción para los nervios.

—Bien. -lo mira un instante con los ojos entrecerrados, como si temiera dejarlo solo —Yo voy por la poción -agrega, pero aun así titubea antes de salir.

Draco, no muy convencido de quedarse ahí, porque al parecer era un producto de la imaginación de Potter, camina hasta el centro de la sala.

No se atreve a hablar porque de pronto siente que todo fue un error. Que nadie tendría que verlo, pero por un instante fugaz Potter pudo. ¿Y si ya no? ¿Y si era invisible de nuevo?

Decide entonces sentarse en el sofá que estaba frente al Gryffindor, quien en ese momento ocultaba su rostro con las manos.

Se queda en silencio hasta que el pelinegro levanta la vista y se talla los ojos, pero cuando se pone los lentes y parpadea varias veces, vuelve a dedicarle esa mirada asustada que a Draco ya le estaba poniendo de los nervios.

—Potter –le dice con voz firme, principalmente para que dejase de mirarlo así. Estaba muerto, que ya estaba enterado, pero no lucía como un inferius. Vamos, que no se merecía esa mirada.

—Esto no es real -se dice Potter así mismo para calmarse, pero por como tomaba nervioso el dobladillo de la sudadera que Weasley le había hecho aparecer antes de irse, le indicaba todo lo contrario.

—Para tu información, Potter, yo me siento muy real.

El aludido se levanta de un salto del sofá y le da la espalda.

—Vale, creo que sí debo ir a San Mungo.

—Por hablar solo, sí, pero por verme a mí, no. -le dice, ya molesto.

El pelinegro decide enfrentarlo, se voltea y le mira directo a los ojos.

—No eres real. Si lo fueras, Ron también te habría visto.

—Mira, yo tampoco lo entiendo. Nadie me ha visto desde… bueno, desde que me encontraron en el callejón Diagon. Y no sé por qué tú si puedes verme. -le explica.

—Porque enloquecí y que esté hablando contigo lo empeora.

—Ya estabas mal de la cabeza muchísimo antes de esto -le suelta, ofendido.

Potter no responde. Las protecciones del apartamento vuelven a vibrar, seguido de un insistente golpecito en la puerta.

—Harry ¿Qué ocurre? Ron está preocupado. -la voz de Granger se oye preocupada al otro lado de la puerta.

Potter lo mira por última vez. Parece estar a punto de añadir algo, pero no lo hace. Por el contrario, se limita a alejarse y abrir la puerta.

La chica pasa y lo examina con una preocupación casi maternal.

—Estoy bien, Herm. Sólo necesito descansar -le responde, volviendo a sentarse en el sofá, evitando mirar en su dirección.

—Ron fue al callejón diagon por una poción.

—No era necesario que vinieras.

—Tranquilo, tengo el día libre.

Se quedan en silencio por un instante. Potter se envuelve en una manta que había en el sofá y la chica se muerde el labio, como si quisiese decir algo, pero no se atreviese.

—Harry, por qué no has encendido la calefacción, hace tanto frío aquí. -comenta, tocándole las manos antes de agitar su varita.

—No desperté hace mucho…

La chica asiente, lo mira insegura antes de hablar.

—¿Harry, seguro está todo bien? Ron me dijo que… -Potter la interrumpe.

—Jamás me había pasado antes, Hermione. -le cuenta, mirándola a los ojos. —Dime, ¿Crees que exista la posibilidad de, no lo sé, sea real o solo está mi mente?

Granger suspira. Afirma la cabeza en el hombro de su amigo y Harry aprovecha de esconderle un mechón tras la oreja.

—Siempre existe la posibilidad, Harry. Aunque sea poco probable -le responde, pero a juzgar por su rostro, el pelinegro no parece muy conforme con la respuesta. Draco se siente más o menos igual.

—Pero ¿Tú qué crees?

—Yo creo que necesitas descansar, vino una cosa tras otra. Primero lo del caso Hills, luego el robo en Grimmauld Place, y bueno, nada se compara a lo de ahora.

Harry, por su parte, está a punto de comentar que también existe la posibilidad de que sí esté volviendo loco, pero recuerda una de las últimas palabras que Dumbledore le dijo: "Claro que esto sucede en tu cabeza, Harry, pero ¿por qué eso tiene que significar que no es real?"

No. Pero era imposible.

Mira hacia su alrededor. Malfoy ya no estaba y una parte de él se siente aliviado.

—Te puedo dar el número de mi psicomago. – sugiere Hermione. —No te haría mal.

—¿Ves a un psicomago?

Hermione se incorpora y le dedica una mirada mitad divertida mitad incrédula.

—¿Tú puedes dormir bien con todo lo que pasó? -suelta —Ha pasado tiempo, pero en ocasiones toda esa presión y angustia vuelve…

—Vale, entiendo.

—¿Te parece si vamos por algo de comer mientras Ron regresa con la poción?

Harry asiente. No tiene ganas de ir, pero tampoco se quiere quedar solo en casa, así que se incorpora para vestirse algo más cómodo.

Cuando regresan, Ron ya está en su departamento y los tres se toman un café y comen muffins de la pastelería que quedaba cerca.

Harry intenta olvidarse de lo ocurrido, pero no puede. Parte de él se mantiene en alerta todo el tiempo, y cada vez que cree que distingue una sombra, sube la vista para ver si se trata de Malfoy. Pero tal como apareció, así se fue.

Sus amigos notan que está inquieto así que le recomiendan que se tomase la poción para los nervios. Al cabo de unos minutos decide que lo mejor es dormir.

Holi.

Muchas gracias por leer el fic.

Cualquier sugerencia o crítica constructiva es bien recibida.

¡Que tengan una linda semana!

XOXO

=Elie.