Draco se aparece en el apartamento de Potter a eso de las nueve de la noche.
Estaba en silencio, casi a oscuras, iluminado solo por el débil fulgor del conjuro de calefacción en el centro de la sala.
Había pasado el resto del día en Malfoy Manor, en los jardines específicamente, porque era su lugar favorito cuando era niño y porque sabía que sus padres no estarían ahí cuando nevaba de esa forma. No quería verlos. No soportaba estar junto a ellos sin poder hablarles ni sentirlos.
—¡Potter! -llama para anunciar su llegada.
—Aquí -la voz del pelinegro se oye desde su habitación. Draco se aparece ahí y levanta ambas cejas cuando Potter trastrabilla por la sorpresa.
—Creí que ya habíamos dejado atrás la etapa del miedo al verme. -le dice.
Potter, quien ya estaba en pijama y ordenaba su habitación se cruza de brazos.
—Claro, pero que te aparezca de la nada me toma por sorpresa, qué quieres que te diga.
—Ya te dije que no puedo abrir puertas ni atravesar paredes, solo me aparezco, así que acostúmbrate. -replica, sentándose en la cama.
El moreno rueda los ojos y agita su varita. Al instante, el montón de ropa que estaba sobre la cama comienza a flotar ordenadamente hasta uno de los cajones del armario.
—Hoy me pasó algo divertido. -le comenta, sentándose en la silla que estaba frente al escritorio.
—¿Perdiste las gafas? -bromea.
—Luego de que te fuiste, fui al Caldero Chorreante por el almuerzo ya que no tenía ganas de cocinar -cuenta —Ya en el lugar, se me acerca una chica. Era pequeña, creo que no superaba los catorce años. Y me pregunta si nos podemos hacer una foto porque jamás imaginó encontrarse conmigo.
—Wow, la vida de los famosos -se burla.
—La verdad, esas situaciones me ponen demasiado incómodo. Además, yo estaba hecho un desastre. Así como me ves salí.
—¿Fuiste en pijama? -pregunta, perplejo.
—Esto no es un pijama
—No me lo creo.
—Que no. Es mi ropa de andar en casa.
—Y jamás debería ver la luz del mundo exterior.
—Pesado -se ríe —En fin, déjame continuar con mi historia.
—Bien, continúa ¿Te hiciste la foto con la niña?
—Sí. La chica iba con su amiga y ella nos hizo la foto. Y me miraba con tanta suspicacia que era extraño, pero decidí ignorarlo. Entonces, la chica que me pidió la foto me pregunta cuál había sido mi jugada más difícil.
—Voldemort intentando hacerte cenizas ¿no?
—Ni si quiera sabía que responder, es una pregunta un poco intensa. Pero antes de poder pensar en una respuesta, la chica agrega, si la del mundial del 94 o la del 98.
Malfoy estalla en carcajadas.
—O sea que te ha confundido con un jugador.
—Y no con cualquiera… Cuando se fue me dijo: adiós, Krum. -Harry se une a las carcajadas —Krum. Es que no me parezco en nada.
Draco le da tanta risa que se dobla hacia adelante.
—Es como confundir una veela con un duende. Y tú eres el duende, por cierto.
—No supe si sentirme halagado u ofendido. Krum lleva tanto tiempo sin aparecer en público que quizás la chica pensó que ya no estaría en forma, y se vería así: como yo.
—Y aunque te hayas parecido en algo -Draco entrecierra los ojos, como si así pudiese encontrar el parecido que a la chica se le hizo tan evidente —Debió haber notado que no se trataba de Viktor solo por el acento. No importa donde viva Krum ni por cuanto tiempo, el acento búlgaro no lo abandonará jamás.
—¿Está acá?
Él asiente.
—Está trabajando en Drusmtrang, pero está viviendo aquí.
—No debió haberse retirado tan joven. -opina Harry.
—Se retiró en la cima. Era mejor eso a que comenzara a decaer.
—Creo que su carrera daba para un tiempo más.
—Puede ser -Draco suspira. Mira a Potter y cuando éste le devuelve la mirada añade —Y vamos, no tienes nada que envidiarle a Krum.
Draco no era de lanzar cumplidos tan fácil, pero ya qué. Estaba muerto. No perdía nada.
Harry desvía la vista, y Draco casi podría asegurar de que éste se sonroja.
—Estoy seguro de que hace unos minutos atrás me comparaste con un duende.
—Bueno, no eres tan alto…
—No sé si me estás insultando o qué… -dice, divertido, parándose de la silla para caminar hasta la cama.
—Oh, no quieres que te insulte, eso seguro.
Potter se recuesta sobre ésta, de modo que sus pies quedan colgando por el lateral. Draco le imita. Hombro con hombro y sabe que se están tocando, pero es incapaz de sentirlo y sabe que Potter tampoco puede.
—Te confesaré algo que jamás imaginé contarte -le dice Harry de pronto, luego de una pausa. —De hecho, estoy seguro de que me arrepentiré luego.
—A ver qué es. -insiste, con una ceja en alto.
Potter lo mira, y a pesar de que es algo imposible, su corazón -el que debería estar quietito como un adorno- se dispara como loco y el estómago le da una vuelta entera cuando los ojos verdes del chico se posan sobre los suyos mientras se muerde distraídamente los labios, como indeciso, como si estuviese armándose de valor para lo que dirá a continuación.
A Draco no le gusta pensar así, pero imagina que si estuviese vivo en ese mismo instante se habría impulsado hacia adelante para besarlo.
Como no puede, levanta las cejas.
—Cuando íbamos en sexto, creo que me gustabas -Sí. En ese momento se hubiese lanzado por un beso. Su corazón late todavía más rápido y es algo que no tiene sentido, porque su corazón no debería ni siquiera estar bombeando sangre, para empezar. —Yo sabía que tramabas algo, que eras un mortífago, pero una parte de mí quería descubrirte, yo qué sé, para hacer algo. Ayudarte, no lo sé, tenía dieciséis años y si miro hacia atrás creo que ese algo era enrollarme contigo, para qué estamos con cosas.
Draco aspira con tranquilidad para evitar sonreír y verse muy ansioso.
—Yo que estaba del otro lado, pienso que tu deseo de pillarme con las manos en la masa era más grande que cualquiera de tus deseos hormonales. -responde, porque no podía evitar hacer un comentario sarcástico cuando se quedaba sin palabras.
—Puede ser -asiente el pelinegro.
Draco suspira.
—¿Qué hubiese pasado si nos hubiésemos enrollado? -Pregunta. Harry le mira antes de reír.
—No lo sé. Ni siquiera se me ocurre.
Malfoy suspira antes de confesar:
—Pensé en desistir ¿sabes? Una vez me dije que si te convencía de que no quería hacerlo quizás tu irías con Dumbledore y convencerías al viejo de que me quitara el asunto de mortífago de encima. Pero no quería arriesgar a mi familia. Mi padre estaba en Azkaban y toda la responsabilidad estaba sobre mí.
—Draco… -lo interrumpe.
—Pero no quise arriesgarme. Lo podía perder todo. Si te contaba que efectivamente era mortífago o a Dumbledore, puede que no quisieran ayudarme, o que pensara que sería espía doble o algo así. Y si eso ocurría mi madre podría salir herida. Voldemort amenazaba con eso.
—Yo no sab… -Draco lo vuelve a interrumpir.
—Sé que no sabías, cómo ibas a saberlo. Luego, cuando me enteré de que Snape sí jugaba a los dos bandos no pude evitar odiarlo por un tiempo. Él sabía que había una escapatoria y también sabía que yo me estaba desviviendo por cumplir la estúpida misión de Voldemort. Me enfurecí tanto de que no me hubiese dado la opción de salir de ello. Después, claro, me di cuenta de que él se encontraba en la misma posición que yo. Si me confiaba que estaba con Dumbledore, yo podría delatarlo y todo se iría a la mierda. No era fácil tampoco para él -suspira y luego le dedica a Potter una pequeña sonrisa —Y sí, pasamos de una conversación trivial a una muy intensa.
Harry asiente antes de comentar:
—¿Te das cuenta en cómo nos hubiésemos ayudado de haber confiado el uno en el otro?
—Hubiese sido otra la historia, pero, en fin. Por qué no olvidamos que pudimos haber cambiado muchas cosas y hablemos de algo más reciente. ¿Qué hubiésemos hecho en nuestra cita? Te confieso, Potter, que quería cancelarla, pero me daba pena decírtelo así que me morí.
Harry rueda los ojos, mitad divertido.
—¿Puedes dejar de hacer bromas sobre tu muerte?
— No hacerlas no quitarán que esté muerto, y créeme que hay muchas buenas.
—No me gustan.
—Qué aburrido, Potter. ¿Y bien? Teníamos cita en un restaurante muggle para cenar.
Harry asiente y le mira con las cejas en alto.
—Luego yo hubiese escuchado tus quejas sobre lo lento que atienden los muggles.
—Te lo concedo. -concuerda Draco —Y tú me habrías intentado convencer de que esa lentitud es lo de menos.
—Exacto.
Draco se lo piensa un segundo antes de agregar:
—Te habría llevado a volar ¿sabes? O sea, tenía planeado proponértelo. ¿Recuerdas que en las últimas cartas hablabas de lo mucho que extrañabas subirte a una escoba?
—Y antes de eso, yo te habría llevado al London Eye. -le dice Harry —Muy cliché, lo sé, pero creo que habría sido lindo.
—Bien. Entonces, restaurante, London Eye y volar. Para ese rato ya nos habría dado frío y como yo siempre estoy preparado para todo -se da aires de importancia —Habría llamado a mi elfo para que nos trajera chocolate caliente o café.
—Tu idea era mejor. -opina el pelinegro —Yo pensaba que iríamos a una cafetería.
—¿Y dejar las escobas? Claro que no.
—¿Nos habríamos besado? -pregunta Harry, aparentando desinterés, pero con el pulso a toda velocidad.
—Supongo. Creo que sí. Pero al final de la cita -responde Draco —Porque si nos besábamos antes habríamos continuado haciéndolo y puede que todo el plan: las escobas, el café, London eye, se hubiesen ido a la mierda y hubiésemos preferido ir a follar.
Harry se ríe.
—¿Y no planeabas que follaramos en la primera cita? -pregunta el pelinegro
—Lo pensé ¿Sabes? Me dije: ¿Hasta dónde llegaremos con Potty?
—Bien, yo no hubiese aceptado follar contigo -confiesa y Draco no puede evitar dedicarle una mirada dolida que al estúpido de Potter le hace gracia —Al otro día tenía que estar en el ministerio a las 8. Si hubiésemos follado no me hubiese querido ir en la mañana.
—Que cursi eres. -se burla.
—Y tú un pesado.
Draco suspira. Le hubiese gustado darle un empujoncito juguetón en el hombro, pero mejor ni lo intenta.
—Bueno, al fin y al cabo, la cita sonaba bien. No debí haber muerto. Lo siento.
—¿Seguirás con las bromas?
—Si, ya empecé y no puedo parar.
—Viste, eres un pesado total. -Harry se incorpora y le mira con cara de pocos amigos.
—Tendrás que matarme para que pare… oh espera.
—No me dan risa.
—Yo estoy que muero de risa… otra vez.
—Vete, voy a dormir.
—¿Y el pesado soy yo?
—Quiero dormir.
—Que humor, Potter, qué humor -se ríe mientras se pone de pie. Harry intenta continuar con su semblante serio pero la risa de Malfoy hace que una sonrisa quiera dibujarse en su rostro.
—Mañana me tengo que levantar temprano para ir a ver a los chicos y averiguar de la entrevista de Nott y Zabini.
—Bien, bien, me voy. Duerme bien, Potter.
