No había nadie en los vestuarios del departamento de aurores a excepción de Harry Potter y Ron Weasley. Era muy temprano aun para iniciar su jornada laboral así que ambos aprovechaban de refugiarse ahí para conversar un rato.
Se podía decir que los dos se habían vuelto mucho más responsable que cuando eran más jóvenes, pero esconderse de sus superiores para que no les asignaran alguna tarea antes de la hora casi les hacía revivir su tiempo en Hogwarts, cuando eran a los profesores a quienes evadían.
—Ron ¿Tienes más información sobre el caso de Draco? -le pregunta Harry.
El pelirrojo niega con la cabeza antes de responder.
—Nada nuevo, Harry -le dice. Se queda pensando un instante, con la vista clavada en su vaso de café para luego buscar los ojos de su amigo —Y creo que Lehner me quiere sacar del caso. -agrega.
Harry le mira confundido.
—¿Por qué? -cuestiona.
—Porque me ha asignado dos casos extra, lo que me deja sin tiempo para ir a las reuniones del caso de Malfoy.
Harry lo comprende de inmediato.
—Piensa que me quiero inmiscuir. -opina
—¿Y no es lo que estás haciendo? -se burla Ron. —Sabes, Harry, creo que deberías tomártelo con un poco más de calma.
—¿Ah?
—Todos los días preguntas por el caso de Malfoy. Yo te ayudaré, ya te dije, pero no te hará bien que te obsesiones con esto.
—Necesito saber quién fue.
—Y lo sabrás, así que no te preocupes.
—Es más fácil decirlo -comenta antes de beber un sorbo del café que ya se le estaba enfriando.
—¿Han sido las cosas fáciles para nosotros alguna vez? -Harry suspira y le dedica una sonrisa de resignación. En parte, Ron tenía razón.
—Encontrar problemas, eso sí que nos ha salido fácil siempre. -opina.
Ron ríe y asiente.
—Por cierto. ¿Ya te llegó la invitación a la boda de Neville? -pregunta, cambiando de tema.
—Si -responde.
Él y Neville se habían mostrado distante los últimos días, específicamente desde la visita a su departamento, y como no. Neville no había sido muy comprensivo sobre lo de Malfoy y él tampoco lo estaba siendo con respecto a la situación de su amigo, pues también lo estaba pasando mal.
—Lo siento tanto por él -agrega, recordando lo destruido que Neville se veía cuando se enteró de lo enferma que estaba Hannah.
Ron asiente, de acuerdo.
—¿Crees que esté de ánimo para la despedida de soltero? -Harry le dedica una mirada que el pelirrojo habría catalogado sin problemas como "mirada tipo Hermione" y es que inmediatamente se explica —Quiero decir que podríamos hacer algo tranquilo, solo entre nosotros. Escribamos a Seamus y a Dean y vamos a tu apartamento a bebernos unas copas.
—Vale, sí, es una buena idea. Y que considerado de tu parte ofrecer mi apartamento. -Ron se ríe mientras Harry se incorpora —Ahora, creo que ya deberíamos ir a trabajar.
El pelirrojo se queja y hace una mueca con los labios.
—Podemos tomarnos otros diez minutos.
—Ya estamos diez minutos tarde.
—¿Y otros diez harán la diferencia?
Harry rueda los ojos, envuelve sus manos alrededor de sus muñecas y lo tira para que se incorpore.
—Supongo que eso es un no -le dice, siguiéndole —Qué aburrido te estás volviendo, Harry.
—¿No querrás decir responsable?
—No. Aburrido.
—Potter –le dice Blaise a modo de saludo cuando el pelinegro se presenta esa mañana en su oficina.
—Buenos días, Zabini -le responde —Y llámame Harry.
—Está bien, Harry. -le sonríe, haciéndole un ademán para que entrase.
Harry lo sigue hasta el centro del despacho y mira hacia su alrededor antes de hablar.
—Tienes poca privacidad aquí -comenta al notar que las paredes eran en su mayoría de cristal. Desde ahí, podía ver perfectamente al secretario, quien se balanceaba en la silla y bebía café.
—Una oficina cerrada te aísla -responde, ordenando una pila de pergaminos que tenía sobre su escritorio —Y no puedes aislarte si eres el líder. A las personas que tienes a tu cargo se les hará más difícil venir a consultarte lo que sea, siempre tienen ese temor de que te van a interrumpir.
—Buen punto. Podrían implementarlo en la oficina de aurores.
Blaise asiente.
—Guárdatelo para cuando tu seas el jefe, entonces. -agrega, guiñándole un ojo.
—¿Gracias? -Blaise le dedica una sonrisita pequeña.
—¿Qué? ¿No aspiras a serlo?
Harry reflexiona un momento antes de responder. Jamás había pensado en la idea de ser el jefe de aurores algún día, pero no diría que no si en el futuro se presentase la oportunidad. Tenía muchas ideas que podía implementar.
—Puede ser, no lo sé.
Blaise suspira, agita su varita para que los pergaminos que habían sobre su escritorio se apilasen ordenadamente y luego le insiste al pelinegro para que tomase asiento frente a este.
—Bien ¿qué quieres saber?
—Todo, si puedes contármelo.
—Bueno, nací un seis de diciembre… -bromea, Harry rueda los ojos.
Y así, la última hora Zabini se dedica a contarle qué hacía su empresa exactamente.
Había comenzado como una pequeña -no tan pequeña, pensó Harry- tienda de insumos para pociones. Muchos de los ingredientes que vendía tenía que traerlos desde el extranjero, y en sus tantos viajes también comprendió que muchos países necesitaban de ingredientes que solo se daban en Inglaterra, así que al año de haber inaugurado comenzó a exportar.
No mucho tiempo después se percató de que, conociendo ya el mercado de los insumos, podía elaborar pociones, lo cual era muchísimo más rentable. Así que abrió un pequeño laboratorio y contrató a un par de pocionistas para que hicieran las pociones más demandadas. Tal fue el éxito que su empresa creció lo suficiente para atraer la atención de Theodore Nott. Un día que quedaron para beber un par de cervezas, conversaron sobre el tema y se asociaron. Así de simple. Nott sabía muchísimo de pociones así que en poco tiempo su catálogo pasó de tener treinta pociones a doscientos cincuenta.
Y ahí estaban. Con la empresa funcionando a la perfección.
Le contó toda la historia mientras lo guiaba por el edificio que no constaba con más de tres plantas. En la más alta estaban las oficinas administrativas además de la suya y la de Nott, quien no se encontraba en ese minuto ahí.
En la segunda planta estaba la zona de envasado y etiquetado, en la cual un par de magos se aseguraban de realizar unos cuantos conjuros que creaban un mecanismo que a Harry le recordó a cualquier fábrica muggle, con cintas mecánicas y máquinas automatizadas. Ambos eran hombres mayores que habían trabajado en el ministerio anteriormente, pero ya se habían retirado y el trabajo en la empresa de Zabini era flexible y bien remunerado.
Frente a la zona de envasado, había un pequeño laboratorio que se encargaba de examinar que las pociones cumpliesen con todas las reglas sanitarias que exigía el país a donde se dirigía.
En la primera planta estaba la zona de producción liderada por Nott. En ella había un grupo de cinco personas que preparaban las pociones, y cuando Theodore no las supervisaba entonces estaba creando o investigando sobre preparaciones para incluir en la oferta.
De esas cinco personas, tres eran chicas y dos chicos. Todos pocionistas que parecían ser mayores de treinta, y que llevaban trabajando ahí desde que se inauguró el área en la empresa.
Frente a ellos estaba la oficina de envíos, en donde preparaban todo para que estuviese listo para ser despachado a su país.
Y al final del pasillo había una última puerta.
—Y este es el laboratorio privado de Theodore -le dice Blaise, abriéndola y encontrándose justamente con el aludido. Éste sube inmediatamente la vista hacia ellos. Estaba inclinado sobre un caldero de cobre y parecía estar midiendo la temperatura con un aparato extraño. Tenía dos mesas a su lado, una llena de ingredientes y otra con una pila de pergaminos, plumas y libros.
Cuando se percata de que es Harry quien acompaña a Blaise, levanta las manos, una a cada lado de su cabeza, como si le estuviesen apuntando con la varita.
—Soy inocente, solo preparo una poción para dormir -bromea.
—Buenos días, Nott -le saluda Harry.
—Buenos días, Potter.
—Aquí se lo pasa todo el día -comenta Zabini, dedicándole una mirada divertida a Nott quien chasquea la lengua. Harry advierte que Draco, quien los había seguido en silencio, se había quedado en el umbral de la puerta.
—Y tú olvidas mi regla de no interrumpir -dice volviendo a su caldero.
—Lo siento, lo siento. -se disculpa Zabini.
—¿Y a qué se debe la visita? -los ojos verdes de Nott se posan sobre los de Blaise —No me digas que te has olvidado de pagar los impuestos.
—La verdad es que los he estado evadiendo. Me voy a azkaban y me vine a despedir.
—Solo quise venir a conocer un poco del rubro… -se explica el antiguo Gryffindor.
—¿Interesado en el mercado de las pociones?
—Algo así -responde y Theo le dedica una mirada confundida a Zabini.
—¿Qué poción has dicho que preparabas? -le pregunta mirando de reojo la mesa.
—Poción para dormir sin sueños, pero estoy trabajando en una nueva fórmula. Producirá un efecto más relajante pero que no te deja como un zombi al día siguiente.
—Blaise me ha dicho que eres de los mejores pocionista del país.
—Podría decirte que está exagerando, pero debo reconocer que sí soy muy bueno - A través del rabillo del ojo Harry nota que Draco está haciendo una de sus rondas por el perímetro.
—Sácame de una duda entonces. Si tengo la muestra de una poción desconocida y que además no sabes sus ingredientes ¿Puedes averiguar de que se trata? -Theo se lo piensa un segundo antes de asentir.
—Es jodidamente difícil, pero se puede, créeme.
—¿Es más difícil conseguir la formula así o a partir de ciertos ingredientes y una noción de cómo se prepara?
—Es una pregunta muy ambigua. De ambas formas es igual de complicado. Y todo depende de la poción, Potter. Ahora ¿A qué se debe todo este interrogatorio?
—Quiero saber más del rubro, ya te dije.
—Sé que Chang es una pocionista increíble. Ella también te podría ayudar ¿no? Fueron cercanos.
Harry está por responder cuando la voz de Draco lo distrae totalmente.
—No me lo creo, Potter, joder, mira esto. -Harry vuelve a mirar a Theo, musita una respuesta vaga y sus ojos vuelven a Draco —Este infeliz está preparando mi poción. -exclama, apuntando hacia el caldero que comenzaba a bullir. —No está preparando poción para dormir, para eso necesita judía sopífera y tiene hojas de mandrágora que causan el efecto opuesto. Esta es mi poción… pero ¿cómo obtuvo la preparación?
Harry se acerca más a la mesa de Theo mientras Draco continúa exclamando molesto contra el Slytherin.
—Has dicho que preparabas poción para dormir -dice Harry mirando a Theo, tomando los comentarios de Draco. —Pero no veo rastros de judía sopifera y las hojas de mandrágora no son necesarias…
El rápido cambio de expresión en el rostro de Theo evidencia lo mucho que se ha ofendido.
—Disculpa, pero ¿Yo te digo como hacer tu trabajo?
—Solo comentaba.
—He dicho que trabajo en una nueva fórmula.
—Nueva fórmula mis cojones -salta Draco —Esta poción es mía. Debe tener mis apuntes… pero ¿cómo?
Harry lo sostiene la mirada a Nott por un instante, quien no se molestaba en ocultar que ya no era bienvenido ahí. Entonces, Harry decide que lo mejor es cortar con la conversación. Necesitaba reunir más información antes de apuntarle y decir que se había robado la poción de Draco.
—Vale, vale. -Luego suspira. —Bien, muchas gracias a ambos por permitirme estar aquí. Ahora debo irme.
—Adiós -responde Theo, en un murmullo hostil.
—Déjame acompañarte a la puerta, Potter. -se ofrece Zabini. Harry asiente y caminan en silencio hasta la puerta.
Una vez que se alejan lo suficiente del laboratorio Harry se detiene y mira al Slytherin.
—¿Qué poción preparaba realmente Nott? -pregunta.
—Lo que él te ha dicho, Potter.
—No, no era eso. -le suelta Harry. Blaise frunce el ceño.
—Fui y soy malísimo para pociones -confiesa. —Con algo de suerte aprobé mi TIMO.
—Pues lo que Theodore preparaba era la poción de Draco. -insiste Harry
Blaise se ríe.
—No estoy para jodas, Potter.
—Te digo que era eso.
—¿Y cómo lo sabes?
—Porque –dice, pensando rápidamente en una mentira. No podía decirle que veía a Draco y que él le había dicho eso. Pensaría que estaba loco. —Las cosas de Draco fueron retenidas por los aurores para investigarlas antes de entregársela a sus padres. Quisimos saber en que trabajaba Draco y casi me aprendí su investigación de memoria.
Blaise niega con la cabeza, escéptico.
—No puede ser, Potter, te debes de haber confundido ¿Cómo conseguiría Theo la investigación de Draco?
—Eso no lo sé, pero estoy seguro de lo que hablo.
Blaise se queda un minuto entero en silencio, pensando. Harry está a punto de repetirle que se irá cuando el otro se aclara la voz.
—Intentaré averiguar.
—Me pones al tanto, por favor.
Dicho esto, Harry se aparece en su apartamento.
Draco daba vueltas por toda la sala cuando Harry se aparece ahí. Piensa que, si pudiese tocarlo, se le habría plantado en frente para que se detuviese y así ayudarlo a pensar.
—¿Cómo consiguió ese infeliz mis apuntes?
—Una poción. Dijo que puede averiguar la preparación si tiene una muestra ¿hiciste alguna que pudiese llegar a sus manos?
—Nunca saqué nada de Hogwarts, Potter.
—¿O sea que todo está allá?
—No lo sé, supongo.
Harry y Draco se miran un instante y comprenden de inmediato lo que el otro piensa y lo que Harry debe hacer a continuación.
—McGonagall -dicen al unísono.
Harry corre por una pluma y pergamino.
—Le escribiré preguntando por tus pertenencias.
El rubio asiente y mientras Harry se sienta frente a su escritorio, Malfoy se recuesta sobre la cama.
—Algo no me cuadra. -comenta después de un rato, pensativo, con los ojos puestos sobre el techo.
—¿Mh?
—Dime ¿Crees que Theodore sea mi asesino?
Harry no responde. Termina de trazar las últimas líneas de la carta a la directora, y cuando le ata el pergamino a la pata de su lechuza, se voltea y le mira desde su silla.
—Sería estúpido.
—¿Qué cosa?
El Gryffindor se incorpora y se deja caer suavemente junto a Draco, tan cerca que de poder sentirlo habría envuelto su mano con la suya.
—Que te haya asesinado solo por conseguir una poción. Estoy consciente de que le daría mucho dinero, pero ¿Requería tu muerte?
—Y no es como que mi poción no le fuese a dar dinero -comenta —Obtendría menos si yo entraba a la empresa, pero ganaría bien…
—Y si te la hubiese querido robar, hubiese sido necesario mucho menos esfuerzo que asesinarte.
—Mira, no podía desmemorizarme o algo por el estilo, Blaise se habría dado cuenta. -Hace una pausa —Pero había más opciones…
—Y era un buen momento, digo, aun no presentabas la poción. Si te la quería robar ese era el momento. -reflexiona un momento —Pero sería estúpido. Podrías acusarlo de robo.
—Y la multa por derechos de autor no es nada conveniente. Para eso mejor esperaba a recibir su parte de las ganancias cuando yo me uniese.
Harry se lo piensa un poco, se muerde el labio intentando repasar todos los detalles que sabía hasta el momento.
Se incorpora y se sienta con las piernas cruzadas y Draco no alcanza a criticarle que es incapaz de estar quieto antes de que Harry hable.
—El asesino siempre tiene una razón. Nadie mata a nadie por matar. Si el culpable es Nott, tenemos que averiguar cuál fue su motivo, pero sabemos que no es el dinero.
Draco asiente.
—Es que aún no me lo creo… ¿Nott?
—Esperemos la respuesta de McGonagall para seguir investigando.
El rubio asiente.
Harry suspira. Sus ojos se desvían hasta el escritorio y cuando se percata del enorme expediente que reposaba sobre éste, recuerda el informe que tiene que entregar mañana por la mañana. Le parecía tan estúpido tener que hacer un informe cuando tenía una posible pista sobre el homicidio de Draco en la que se podía enfocar. Sin embargo, si quería seguir reuniéndolas no podía dejar que lo suspendieran.
—Debo hacer un informe -se queja.
Draco le mira por un instante sin comprender a qué se refiere, pero sus ojos también caen sobre el expediente y lo entiende.
—Bien. Me voy.
Harry se apresura por aclararse la garganta y antes de que el otro se marchase le dice:
—Te quiero
Draco le sonríe.
—También yo, Potter.
Draco siempre se inventaba reglas para todo. Estaba acostumbrado, así lo habían criado sus padres. No es que hayan sido demasiado estrictos, pero le decían que las reglas ayudaban a mantener todo bajo control y Draco, con el tiempo, comenzó a odiar que las cosas no funcionasen siempre como quería.
Estar muerto no le había quitado la manía, y hasta el momento ya se había creado una. Esa regla era no pasar las noches con Potter.
La primera vez que el pelinegro le pidió que se quedara junto a él, se negó. Hasta ahora no podía explicarse muy bien el por qué, pero más o menos lo entendía.
Quedarse junto a Potter mientras dormía le resultaba en cierta parte doloroso. Era otra forma más de recordarse que ya no pertenecía a ese mundo, que nunca podría compartir realmente esa cama con él.
Es por eso que, antes de que se hiciese muy tarde, se apareció nuevamente en la sala del apartamento del Gryffindor. Calculaba que más o menos ya debería de haber terminado de hacer su informe y que, quizás, incluso estuviese cenando.
Pero cuando lo llama no recibe respuestas, así que comienza a buscarlo.
Parte de él sabía que se encontraba en su habitación, sin embargo, pasa por la cocina de todas formas. Desde el umbral puede ver que no había indicios de que el chico hubiese cenado, así que finalmente se dirige al cuarto.
Ahí estaba.
Sobre la cama con un pergamino en una mano, la cabeza floja sobre la almohada y los lentes en la punta de la nariz inclinados hacia un lado. Dormía plácidamente sobre el edredón. Parecía que se había cansado de la silla del escritorio y se había pasado a la cama a continuar con su trabajo, pero que obviamente el cansancio le había pasado la cuenta.
Draco casi nunca lloraba, pero en ese minuto las ganas lo invaden. Siente como su garganta se cierra, su pecho se contrae y como las lágrimas empujan por salir de sus ojos para resbalar por sus mejillas.
Sin embargo, no lo hace. No llora y siente tanta tristeza como impotencia.
Si pudiese habría caminado en silencio hasta el moreno, le habría quitado las gafas cuidadosamente para dejarlas en la mesita de noche junto con el pergamino que colgaba de sus dedos. Entonces, se habría quitado los zapatos para recostarse a su lado, lo habría abrazado y habría agitado la varita para taparse a ambos con una manta. Le habría dado un pequeño beso en la frente, suave para no despertarlo pero de todas formas Potter lo haría, le dedicaría una mirada somnolienta antes de sonreírle, corresponder a su abrazo y continuar durmiendo. Puede que incluso hubiese dejado un beso flojo sobre sus labios para luego acurrucarse más contra él.
Puede que incluso no hubiese hecho nada de eso.
Puede que lo hubiese cubierto con la manta solo por un momento, mientras él fuese por la cena. Luego lo despertaría para que comiesen juntos y Potter comenzaría a quejarse porque obviamente preferiría seguir durmiendo. Pero luego de convencerlo, se habrían sentado alrededor de la mesa y el pelinegro le contaría sobre el caso en el que trabajaba mientras él, probablemente, se quejaría de lo poco que faltaba para que las vacaciones de invierno terminasen y tuviese que volver a ver a la tropa de niñatos gritones a los que adoraba más de lo que demostraba, a los que solo fingía no soportar porque su reputación y el respeto que le tenían estaba en juego.
Draco no puede ni podrá hacer nada de eso.
En el futuro Potter continuaría durmiendo con las gafas en la punta de la nariz y con el pergamino finalmente en el suelo hasta que lo despertase el hambre o el frío. Entonces, le dolería la garganta al día siguiente y comería alguna porquería porque estaría demasiado cansado como para cocinar algo.
Sin embargo, en ese momento al menos puede hablar.
Lo llama varias veces hasta que Potter finalmente despierta y le dedica esa sonrisa somnolienta como la que imaginó.
