02

Frente al espejo podía ver las secuelas de su vida. Un rostro más pálido de lo normal, unos ojos cristalinos y unos labios resecos. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que él se había marchado, pero parecía una eternidad.

Todo rastro de que alguna vez compartió con ella su hogar había desaparecido, sus pergaminos, sus shurikens y la primera katana que había pasado por sus manos la cual permanecía detrás del armario hasta el momento de la separación.

El llanto de Sarada llamo su atención en hizo que corriera a la sala. Ella había estado jugando en la alfombra, pero no sabía en qué momento había cruzado ese espacio directo a la cocina donde se había caído de una pequeña grada. Gracias al cielo no había pasado a mayores, más que el susto.

Sakura tomo a su pequeña hija y la arrullo tiernamente hasta que en su rostro volvió a haber una sonrisa. Todo iba bien hasta que la pequeña niña la cual empezaba a hablar pregunto por su padre.

—Pa-pa

Papá, esa había sido lo primero que dijo, resultaba cruel a cierto punto, Sasuke no debió haber hecho que la niña se encariñara con él si después iba a abandonarla como traste viejo.

Él era quien compartía con Sarada la mayor parte del tiempo y era quién jugaba con la niña cuando ella tenía trabajo en el hospital, cuando hacía los quehaceres de la casa, él la arropaba, la consentía, eso era cruel.

—Pa-pa—decía con insistencia mientras tomaba al oso que su padre le había regalado.

Sarada amaba el oso que le había regalado su padre y no había día que no fuera lo primero que tomase de la caja de juguetes si bien no dormía junto a ella.

—Pa-pa

A Sakura se le rompía el corazón escuchar la insistencia de su hija, pero ¿qué podía decirle? ¿tú papá nos abandonó? O ¿tú papá fue a cumplir una misión importante y nosotras debemos apoyarlo? Definitivamente ninguna de esas respuestas será suficiente para Sarada.

—Papa no está Sarada

Quizá podía mentir, pero no sabía hasta cuando la mentira podía durar. Sarada era una niña muy inteligente y quiera o no se daban cuenta de las cosas.

—¡Pa-pa!

La pequeña no conforme la respuesta de Sakura rompió a llorar, algo que a Sasuke le parecía maravilloso ya que eso le indicaba que sus pulmones eran los adecuados para una bola de fuego en un futuro. Qué hombre más idiota y egoísta.

—Sarada por favor cálmate—susurro Sakura tratando de consolar a la infanta, pero está se negaba y chillaba con más fuerza.

El timbre de la puerta sonó haciendo que Sakura rodará los ojos. No era precisamente el mejor momento para atender a alguien, no cuando Sarada está en pleno berrinche.

"Quizá debería dejarlo pasar", pensó Sakura sin dejar de acuchuchar a su hija.

El timbre volvió a sonar y después de unos segundos fueron toques en la puerta. Parecía que la persona al otro lado de la puerta tenía insistencia por hablar con ella.

A regañadientes dejo con cuidado a Sarada en el piso con sus juguetes quien había dejado de llorar, pero aún gemía inconforme.

—¡Voy! —grito Sakura en el momento que abría la puerta y se encontraba frente a una mujer vestida muy formalmente, pero con una falda muy corta y unos labios rojos. Obviamente no la conocía.

—¿Quién es usted? —pregunto Sakura con el ceño fruncido.

Ella se acomodo los lentes y sonrió mirándola de pies a cabeza. Sakura realmente era hermosa, pero parecía como si un tren le hubiese pasado encima. Esos no eran sus mejores días.

—Soy la abogada de Sasuke-kun—dijo con una voz melosa y con cierta propiedad en el tono.

¿Es enserio?, De todas las abogadas que hay en la aldea y Sasuke se consiguió a una que parece prostituta.

Sakura la dejo pasar, observando el departamento detenidamente para después fijarse en la niña. No parecía muy feliz, al ver eso Sakura se molestó, el problema era ente Sasuke y ella, su hija quedaba fuera del problema así que más le valía a esa mujer dejar de ver de esa manera a su hija.

La mujer frente a ella abrió su maleta sacando un montón de papeles sonriendo de manera arrogante.

—No pienso firmar nada hasta que lea todo.

Ella volvió a sonreír.

—No se preocupe, Sasuke-kun no está pidiendo nada.

Sakura pareció sorprendida. ¿Nada? ¿Ni siquiera contacto con su hija?

—¿Y Sarada?

—Me imagino que se refiere a su hija, bueno el dejó dicho que la custodia es toda suya.

—Pero me imagino que pidió verla en algún momento ¿No?

La mujer frente a ella negó dejando a Sakura bastante molesta. No solo se había largado si no que además no pensaba ver a Sarada. Se suponía que era su hija. De verdad que era un maldito.

La mujer salió unos minutos después con una gran sonrisa. En sus manos llevaba ya el divorcio firmado y no espero a que ella cerrará la puerta para llamarlo.

—¡Sasuke-kun, ya firmó!... Deberíamos celebrar. Que te parece en mi apartamento a las seis.

Sakura cerró la puerta y se dejó caer con lágrimas en los ojos. Así no más Sasuke-kun volvía a hacer su vida, sin ella, pero esta vez ella también lo haría...

La ilusionó con palabras bonitas, la dejaba tirada como trapo sucio y el corazón roto, abandona a su hija y de buenas a primeras él ya se había conseguido a una prostituta.

Después de pasar horas limpiando su apartamento y dejándolo como nuevo para olvidarse de lo que había pasado. Vio que su ánimo estaba mejor y decidió no solo quedarse con eso. Movió los muebles totalmente de lugar, lo decoro más femenino y tiró todo aquello que ya no servía.

Estaba limpiando su estudio cuando una tarjeta llamó su atención.

—Hoy vienen los médicos de intercambio –susurró mientras veía la invitación.

Tomó la invitación en sus manos. Cada cierto tiempo las aldeas mandaban a los más brillantes ninjas médicos de sus aldeas para fortalecer la alianza que tenían con Konoha y aprender nuevas técnicas de ninjutsu médico y para darles una agradable bienvenida Tsunade había decidido hacer una fiesta de gala. Ella había desistido en ir por qué las fiestas jamás habíamos sido de su agrado, pero ahora que volvía a su soltería, las cosas cambiaban.

Por un momento pensó en volver a declinar la invitación, pero total no perdía nada con conocer a los nuevos miembros del hospital de Konoha. Lo único que tenía que hacer era pedirle a Hinata que cuidara de Sarada hasta que ella regresara.

Corrió a su habitación y se arregló. Buscó entre todas sus cosas y no encontró mayor cosa, seguramente haría el ridículo en la fiesta y pondría en vergüenza a su aldea, luego se encontró con una bolsa y ahí vio un vestido lindísimo, no recordaba de donde lo había sacado, pero lo que contaba era que ya tenía un vestido para la noche, dejó a Sarada en su corralito con el oso de peluche, aún seguía algo enfadada de no ver a su papá, pero al menos ya estaba más tranquila.

Primero se dio una ducha con aceites para la piel y lavó muy bien su cabello para dejarlo sedoso, uso unas cuantas cremas para su piel y su cara para hidratarla, su cabello que ahora era más corto, no podía hacer mucho así que solo se lo onduló un poco por la mitad y el final, luego se colocó el vestido y se maquilló levemente para darle un mejor aspecto a su cara y que sus ojos tuvieran algo más de vida, se puso unos pendientes de perlas y unas plataformas rojas que iban a la perfección con su vestido.

No se podía reconocer al espejo, pero había quedado satisfecha con su trabajo. Ni si quiera alguna vez se había vestido para Sasuke de esa manera y por primera vez en su vida se sintió liberada. Disfrutando de su juventud ya que se había casado muy joven y también se había convertido en madre dejando esas emociones olvidadas por qué el amor de su vida ya estaba con ella. Hasta este momento donde prefirió su libertad.

Vistió a su hija y tomo una pañalera con destino a la casa de los Uzumaki. Sarada veía a su madre sin entender bien a donde se dirigían.

―Mamá tiene que salir por unas horas Sarada, pero te quedarás con tía Hinata, te divertirás mucho –le sonrió a la niña.

Ella no emitió ningún gesto de satisfacción o de inconformidad, solo escondió su carita en el peco de su madre.

No tuvo que tocar el timbre para que Naruto le abriera con un bebé de ojazos azules en brazos.

—¡¿Sakura?! —dijo un impresionado Naruto viéndola de abajo hacia arriba.

Hinata salió en ese momento con una gran sonrisa y se quedó de la misma manera al ver a Sakura.

—Me imagino que irás a la bienvenida.

—Si por eso quería pedirte un favor.

Hinata sin decir una palabra más le arrebató la bebé de ojos negros de los brazos. Era bien sabido que Hinata adoraba a esa niña y que, por lo mismo, tenía planes con Naruto de hacerse la propia.

—Sabes que adoro a tu bebé, es adorable.

Naruto se rasco la cabeza

—¿Cómo estás? —pregunto con pena.

Sakura suspiro. No quería la lástima de nadie, tuvo mucho de eso los años que estuvo esperando al Uchiha.

—Hoy Sasuke me mando los papeles del divorcio y la verdad no sé cómo sentirme.

Hinata puso su mano en su hombro

—Es un...—se corto para no pronunciar algo que pudiesen repetir los bebés.

—Lo sé.

Naruto suspiro y se despidió de Sakura dejándolas a sola con Hinata.

—No sé cuánto me valla a tardar.

—Puedes tardarte lo que quieras, se que lo necesitas. Es más, espero que disfrutes la fiesta.

Sakura sintió y se despidió de su pequeña que empezaba a quedarse dormida en brazos de Hinata. Luego salió con dirección al hospital y cuando entro muchos de los que estaba allí presentes se quedaron sin palabras.

Aquel vestido blanco con rojo hasta con un corte que dejaba a la vista su pierna derecha y ese magnífico escote que hacía resaltar su tersa y suave piel y ese maquillaje la hacía ver hermosa, era como si un ángel hubiera caído del cielo.

Nadie podía creer que la hermosa, pero recatada doctora Haruno, estuviera presente en una fiesta de bienvenida con ese vestuario que la hacia ver espectacular. Ino fue la primera en acercarse y parecía satisfecha con lo que estaba viendo.

—¡Estás ...—dijo llevándose los dedos para besarlos—Divina!

Sakura se sonrojo por el comentario.

—Es el reflejo de la soltería

Ino abrió los ojos desmesuradamente

—¿Cómo…?

Pero Sakura la interrumpió.

—Hoy firme el divorcio.

Ino negó con la cabeza con rabia. Nunca en su vida se imaginó que Sasuke dejaría a Sakura pero el cambio no estaba mal, si veía a Sakura. Por un momento pensó que ella se quebraría, pero la Sakura que tenía enfrente, estaba decidida a ser diferente y dejar los recuerdos de Sasuke atrás.

—Salud por la nueva Sakura—brindo Ino levantando su copa.

Sakura sonrió y tomo una copa del mesero que pasó en ese momento.

—Salud.

Sakura le dio un sorbo a su copa y sintió como el líquido bajaba por su garganta. Ella no era de las que les gustaba el alcohol, pero no está mal. Ino el tomo de la cintura y la guio al centro de la fiesta en donde estaba los más altos representantes de las distintas áreas del hospital, entre ellos Tsunade y ahora los médicos de Suna, Kiri, Kumo e Iwa, pero entre estos resaltaba más el médico de Suna. Un chico bastante guapo que en el momento que vio a la pelirosa no pudo evitar babear.

—Les presento a Sakura...—Ino paró en seco, ahora ya no era Uchiha si no volvía a ser Haruno —A Sakura Haruno

Varios al rededor parecieron murmurar ante el cambio repentino del apellido, pero no lo hicieron público.

El médico de Suna se acercó y le hizo una reverencia. No pudo evitar sonreírle también a la preciosa mujer de cabello rosa.

—Un gusto Doctora Haruno, Yo soy el Doctor Kiyoshi Takahashi.

Tenía que reconocerlo, era un hombre bastante guapo, era más alto que ella con un traje blanco, una camisa rosa y una corbata roja. Piel clara, el cabello negro hasta los hombros y unos hermosos ojos violeta.

Tsunade se acercó a Sakura al oído. Ya se notaba que se había pasado de copas.

—Es una eminencia y ya que estás soltera de nuevo. No estaría mal que aprenderás sus técnicas—susurro lo suficiente alto para que toda la fiesta la escuchara.

Sakura se ruborizó, pero para Kiyoshi no pareció ofenderle.

—Me temo que soy yo el que debo aprender, pero si mis conocimientos le son de ayuda, sería un verdadero placer compartir con usted Doctora Haruno.

La pelirosa no pudo evitar sorprenderse ante sus palabras. Era todo un caballero realmente, educado y respetuoso.

―Doctor Takahashi será un verdadero honor trabajar con usted.

―El honor será todo mi mío Doctora.

La velada fue de lo más espectacular, fue realmente muy agradable convivir con el Doctor Takahashi, él se especializaba en pediatría, eso era realmente interesante.

― ¿Qué puede decirme sobre usted Doctor?

―Pues no podría decir mucho no soy tan interesante, en cambio usted aparte de ser una mujer muy hermosa es una heroína de guerra, usted dio todo se sí para auxiliar a los heridos, verdaderamente es una mujer admirable.

Eso hizo sonrojar un poco a Sakura.

Las personas que los observaban desde lejos o bien estaban cerca de ello comenzaban a susurrar, algunos creían que había una buena química entre ellos, otros que tienen veneno en vez de sangre murmuraban que Sakura era una mujerzuela, su esposo, héroe de guerra estaba arriesgando su vida por el bien de la aldea y ella se pone a coquetear con un médico extranjero, que vergüenza.

Y no puede faltar aquellas mujeres que decían que Sakura tenía la enorme suerte de encontrar hombres tan atractivos y también las que decían que ahora Sasuke estaba disponible, tranquilas chicas, Sasuke Uchiha ahora era soltero y sin compromiso.

― ¿Es usted casada Doctora Haruno? –pregunto de repente Kiyoshi.

Eso la tomó por sorpresa.

― ¿Por qué lo pregunta?

―Disculpe mi atrevimiento, pero me parece imposible que una mujer tan bella como usted no tenga a su lado un hombre que se lo diga todos los días y que sea su apoyo incondicional.

Lo había pasado perfectamente hasta que tocó el tema prohibido, su fallido matrimonio, pero tarde o temparano tendría que afrontarlo poder escuchar el nombre de Sasuke sin romper a llorar y mostrar fortaleza ante su hija cuando ella pregunte por su padre, era momento de afrontarlo como una mujer fuerte.

―De hecho, soy divorciada.

El Doctor la vio impresionado.

―Mi ex prefiere la libertad, así que lo mejor fue divorciarnos así yo puedo reconstruir mi vida desde cero y él puede seguir con su vida sin mí.

―Disculpe mi atrevimiento, pero creo que ese hombre cometió el peor pecado de la tierra al haber abandonado a una mujer que solo uno puede encontrar una sola vez en diez vidas.

―Me alaga Doctor Takahashi, pero no estoy sola, de todo lo malo que pasó en mi relación, pude tener algo hermoso y eso fue Sarada.

― ¿Sarada?

― Mi hija.

―Vaya, apuesto a que debe ser igual de hermosa que usted.

―Muchos dicen que se parece más a su padre.

Y se la pasaron entre pláticas y risas, llegó el momento del brindis y Shizune fue la que tuvo que dar la bienvenida a los médicos ya que Tsunade no estaba en condiciones de dar un discurso sin que se le escaparan un par de cosas.

La velada terminó con éxito, así que fue por Sarada a la casa de Naruto.

―Se quedó dormida –le dijo Hinata.

― ¿Será que puedo pasar por ella mañana? No quisiera despertarla.

―Por supuesto, no hay problema.

Los días pasaron lentos, el divorcio fue efectivo a la semana, su tiempo mayormente lo ocupaba en el hospital y en Sarada y su vida diaria era de su casa al hospital, del hospital a su casa y sinceramente era una rutina que la estaba asfixiando un poco, estaba pensando en mudarse, el departamento tenía tantos recuerdos que solo le recordaban a Sasuke, una casita pequeña con un jardín donde Sarada pudiera jugar y donde podía comenzar realmente de cero.

Estaba en la sala viendo algunos expedientes de algunos pacientes, mientras monitoreaba a Sarada por el radio de bebés, últimamente ella no se había sentido bien los últimos días, pero esperaba que mejorara con los medicamentos y los cuidados que le estaba dando.

—Mama…—la voz de Sarada era débil e hizo que Sakura corriera a su habitación.

Al llegar a la habitación de su hija se asustó demasiado al ver su pequeña carita roja y que comenzaba a sudar, se asustó aún más al sentir que estaba hirviendo en fiebre. Sea lo que sea que tuviera estaba empeorando.

Sakura estaba más que asustada, era alrededor de le media noche, no lograba controlar la fiebre y temía que su pequeño cuerpo colapsara en cualquier momento. Tenía que llevarla urgente al hospital y rogar al cielo por qué no fuera nada malo. Con un chiflido llamo al Halcón que solía dormir en las afueras de su apartamento. El había sido el único que no se había ido del todo con su dueño.

—Tengo que avisarle a Sasuke—pronuncio Sakura apenas en un murmullo, escribiendo algo rápido para después ir corriendo al hospital. Él era su padre y tenía derecho a saber de Sarada.

Amarro la nota a su pata y dejó que este se perdiera en la oscuridad de la noche. Luego tomo a Sarada y la llevo lo más rápido que pudo.

—Ya llegamos —dijo Sakura esperando que Sarada le contestará, pero ella no lo hizo. — ¡Sarada! —la voz de Sakura había perdido la cordura tanto como Sarada había perdió la inconciencia.

Sakura corrió y cuando paso las grandes puertas empezó a gritar que la ayudasen. No había pasado ni dos minutos cuando apareció el Doctor Takahashi.

—¡Doctora Haruno! ¿Qué sucede?

Sakura para ese momento era un mar de lágrimas

—Es Sarada, no sé qué tiene. He tratado de bajarle la fiebre, pero no puedo, está hirviendo y perdió la conciencia yo ya no sé qué hacer –dijo sollozando.

Kiyoshi la tomo del hombro y le sonrió.

—Ella estará bien, no tiene de que preocuparse.

Sus palabras la habían dejado sin aliento, la seguridad con la que lo había dicho era suficiente para hacerla sentir mejor.

― ¡Muchas gracias, Doctor!

El sonrió y tomo a la bebé en brazos. Ni siquiera Sasuke había sido tan amoroso al momento de tomar a su bebé y ahora sólo podía pensar que el médico había llegado como un ángel. Kiyoshi corrió con Sarada en los brazos y entro a su consultorio donde se puso a trabajar. Era un experto en ninjutsu médico pero su chackra era distinto, como si tuviera un don en las manos.

Estuvo en la sala de espera mucho tiempo y una enfermera le aconsejó tomar un poco de aire afuera para tranquilizarse y le dio un té para los nervios, salió se acercó a una ventana para tomar aire fresco por qué de ninguna manera se moverá de esa sala de espera hasta obtener noticias de su hija.

Escuchó el aleteo de un ave y vio al halcón mensajero, de seguro era la respuesta de Sasuke y efectivamente así fue, pero en vez de recibir un "estaré ahí lo más pronto posible" recibió un frío y corto "de seguro puedes hacerte cargo".

Era increíble, ¡ERA SU HIJA!, ¿Cómo pudo minimizarlo de esa manera? Lo referente a ella no debería importarle para nada, pero su hija debería ser la prioridad en su vida.

―Doctora Haruno –escuchó a sus espaldas, inmediatamente volteó y vio al Doctor que atendía a Sarada.

―Doctor, por favor dígame ¿Cómo está mi hija? –suplicó Sakura entre lágrimas.

―Sarada ya está fuera de peligro, tenía una infección, pero afortunadamente está respondiendo al tratamiento.

― ¿Puedo verla?

―Por supuesto.

Guio a Sakura por los pasillos del hospital hasta llegar a cuidado infantil y ahí vio a la niña de sus ojos despierta, pero aún débil. Se acercó a ella la tomó de su manita y le habló.

―Pronto estarás bien mi amor, vas a estar bien, pronto volveremos a la casita.

Sarada le dio una pequeña sonrisita a Sakura, eso hizo que ella soltara lágrimas de alegría, su niña fuerte va a salir de eso.

Sarada quedó internada una semana y todos los días Sakura iba a verla a cuidado infantil donde se mostraba su mejoría, Sarada ya era nuevamente la niña que estaba acostumbrada a ser, un poco seria, pero sonreía un poco más, muy pronto su carita volvía a tener aquella vitalidad y finalmente llegó el día en que la darían de alta.

—¿Cómo lo hace? —pregunto Sakura al ver como Sarada se recuperó por completo.

Él le guiño un ojo.

—Puedo contarle mi secreto, pero eso sería hacer trampa.

Ella se río por su broma.

―No tengo manera de pagarle por esto Doctor Takahashi.

―Por favor, solo llámame Kiyoshi.

―Está bien, Kiyoshi. No tengo como pagarte por lo que hiciste por mi hija.

―Pues me conformaría con que aceptara tomar un café conmigo un día de estos. Sakura, ¿Espero no le moleste que nos tuteemos?

Eso sorprendió a Sakura, hace mucho tiempo que no salía con nadie, aún no se recuperaba al cien por ciento de su fracaso con Sasuke y sería una buena oportunidad para hacer nuevos amigos.

Así que ella asintió con una pequeña sonrisa murmurando un…

Me encantaría…

CONTINUARÁ…