07

El aire abandonó sus pulmones, se quedó petrificada, su mente no le respondía para nada y su cuerpo menos. Lo que más deseaba en ese momento era que todo eso no fuera más que una ilusión causada por un genjutsu o si era una pesadilla, incluso rogaba que sus fuerzas volvieran a ella para salir huyendo.

Pero escapar no era una opción, eso la haría ver débil ante aquel que juró que no la volvería a pisotear.

Sasuke podría decirse que estaba en la misma situación, sí tenía pensado buscarla y pedirle perdón, aunque no supiera exactamente que decirle ya se le ocurriría algo cuando la encontrara, pero ahora que la tenía enfrente. Se quedó mudo…

Ya no habían quedado rastros de aquella niña que lo miraba de lejos en la academia, tampoco de aquella chica con la que formó equipo y le gritó que no se fuera de la aldea, ni de aquella que peleó en la guerra, ni de aquella que lo acompañó en su viaje de redención.

Ahora se veía muy diferente, ahora había una mujer completamente diferente. Su cabello rosa ahora un poco más largo, casi como cuando eran niños, sus ojos verdes más brillantes que nunca y su rostro más hermoso que nunca.

Ninguno de los dos sabía que decir, más que nada Sakura ya no tenía pensado volverlo a ver en la vida o en algún punto de su vida volver a encontrárselo ni por casualidad. Casi creyó escuchar su respiración agitada junto con los latidos de su corazón, sentía que en cualquier momento le iba a dar un ataque cuando lo vio acercarse a ella cada vez más.

A cada paso que daba hacía ella sentía su corazón acelerado y como su única mano comenzaba a sudar, se sentía como un adolecente tonto frente a la niña que le gusta, pero esta vez era diferente.

― ¿Cómo estas? –fue lo primero que pudo decir Sasuke una vez que la tuvo enfrente.

Ahora los nervios fueron reemplazaron por la rabia.

―Vaya, después de años y ¿lo único que se te ocurre decir es eso? –dijo Sakura con ironía mientras se cruzaba de brazos –realmente no tienes vergüenza.

Definitivamente había cambiado.

―Escucha Sakura en realidad yo…

―No, espera. No me digas, sé exactamente lo que vas a decir –lo detuvo mientras trataba de que no le picaran los ojos por retener las lágrimas que amenazaban con salir –Qué realmente no era tu intención dejarnos, que tus errores eran solamente tuyos y ni Sarada ni yo nos merecíamos cargar con todo eso, tal vez tengas razón, pero Sarada y yo tampoco merecíamos cargar con tus promesas vacías, así que ahórrate tu teatrito que ya me lo sé de memoria.

Sasuke realmente no sabía que decir realmente porque eso era exactamente lo que iba a decir.

―Adelante, te escucho. Hazlo, dame una buena excusa para quedarme a oír todas tus mentiras.

Son toda la fuerza del mundo se tragó su orgullo y dijo aquella palabra que ningún Uchiha era capaz de pronunciar.

―Perdóname…

Fue lo único que pudo murmurar, porque no tuvo los pantalones para expresar esa palabra a viva voz si realmente le importaba.

―Por todo…

El silencio reinó durante unos momentos mientras Sakura se quedaba quiera, con el ceño fruncido y brazos cruzados, esperando algo más que ese simple "perdóname"

― ¿Eso es todo? No, enserio tengo que preguntarlo ¡¿Eso es todo lo que debes decir?! –exclamó ya cansada.

Y Sasuke como siempre se quedó sin decir nada, Sakura había comenzado a derramar unas cuantas lágrimas por la frustración.

― ¿Cómo puedes decirme eso después de tanto? ¿Después de tanto que ha pasado entre nosotros?

―Te juro por la memoria de mi familia que realmente nunca fue mi intención hacerte daño, pero realmente tuve que hacerlo.

―También juraste en su nombre que todo lo que vivimos fue real, que yo era lo mejor que te había pasado en la vida, que siempre ibas a corresponder a mi amor y siempre estarías para hacer un hogar conmigo y con Sarada. Sí jurando en su nombre incumpliste con esa promesa, ¿Por qué debo de creer lo que ahora estas jurando? Puede que tradicionalmente ya no tengan nada que ver conmigo, pero por Sarada no te permitiré manchar la memoria de tus padres y tu hermano con promesas vacías.

―Sakura, realmente tengo que expiar muchas cosas, pero el haberme perdido tantas cosas es algo que nunca me voy a perdonar.

―Porque esa fue tu elección, así que no intentes usarnos como una excusa. Realmente creí que todo lo que yo hice por ti valdría algo, pero siempre me equivoqué, dime algo. Después todo lo que me costó sanar mis heridas y permitirme volver a vivir ¿Por qué decidiste volver?

¿Por qué volvió? ¿Acaso debía tener una razón? ¿No podía volver solo porque la extraña? No, realmente no fue por eso. Porque se sintió como perdedor cuando escuchó aquel rumor de que ella realmente no estuvo sola.

―Hay alguien en tu vida –soltó finalmente mientras desviaba la mirada.

Eso fue lo último que le faltaba, esa fue la gota que rebasó el vaso.

―Vaya Sasuke, pensé que eras todo menos un cobarde y un egoísta –dijo mientras se limpiaba las lágrimas de furia.

―Solo quiero confirmar si es verdad lo que escuché.

― ¿Así que realmente solo volviste por eso? ¿Realmente creerías que me la pasaría toda la vida llorando por ti? No, claro que no, yo continué con mi vida y planeo seguir haciéndolo –le recalcó Sakura enojada, Sasuke no tenía ningún derecho de reclamarle nada.

― ¿Tan rápido me olvidaste? ¿Realmente hiciste que otro bastardo ocupara mi lugar con MI HIJA?

― ¿Ahora si es tú hija? Realmente nunca te interesó ni cuando estuvo enferma y ni te atrevas a ponerme a tu mismo nivel porque aunque Kiyoshi fue más padre para mi hija que tú jamás, escúchame ¡JAMAS! Traté de ponerle un rol que no le corresponde y nunca le hablé mal de ti. ¿Sabes cuánto luché cuando se enfermó? ¿Cuánto tuve consolarla cuando lloraba todas las noches porque su papá nunca va a verla? ¿Cuántas excusas tuve que ponerle para explicar por qué estabas ausente? No, nunca te lo imaginarías porque siempre estabas pendiente de tu pena y no en la mía –seguía llorando.

Y eso era verdad, por su propia decisión se había perdido de la mayor parte de la vida de su hija y también había dejado a Sakura libre para hacer su vida, no tenía ningún derecho de reclamar nada acerca de lo que es su vida personal.

―Así que te lo pido, déjame hacer mi vida.

― ¿Y qué hay de Sarada?

―No la uses como una excusa, si verdaderamente te importa ella la verás cuando le convenga a ella y no a ti y también si ella decide tener una relación contigo. La hiciste sufrir demasiado con tu ausencia.

―Sakura…

―No, tú y yo ya discutimos lo que teníamos que discutir. Así que comienza a vivir tu vida y déjame seguir viviendo la mía.

Fue lo último que ella dijo antes de retirarse y que finalmente la toda la tristeza, enojo y frustración que llevaba dentro por años. Que nunca tomó importancia hasta que se reencontró con él.

Entró rápido a su casa para evitar que Kiyoshi o Sarada la vieran así, no quería que se preocuparan o que tuviera que explicar el porqué de sus lágrimas. Así que solo se encerró en el baño para tratar de calmarse.

Sus dedos temblaban, su mente estaba hecha un lío, solo había sido un momento, algo que no tenía por qué ponerla de aquella manera. Muchas veces hasta se había imaginado el momento que el regresaría y se trataría sus palabras. Por qué si, algo le decía que regresaría, pero nada la preparo para cuando llegara ese momento.

No podía decir que era demasiado pronto porque ya había pasado muchos años y tampoco podía decir que eran muchos por qué pensó que serían más. De todas formas, eso no cambiaba nada, Sasuke había regresado a la aldea y las arrugas tenues de sus ojos le sentaban muy bien. La madurez le sienta muy bien para su propio gusto. Que viera dado ella por qué se volviera alguien descuidado con su físico, que engordar, que tuviera una horrible marca que le cambiará ese hermoso rostro.

Nada de eso había pasado a excepción de una cosa, el arrepentimiento en sus ojos. ¿De qué demonio servía? ¿A eso había regresado? Solo para fastidiarle la vida, no pudo evitar serenar unas cuantas lágrimas que no sabían si eras de coraje o de lástima. Ya no era la misma tonta de hace unos años que creyó profundamente en su fingido amor. Ya no era esa adolescente hormonal que no se rindió hasta hacerlo sucumbir en sus encantos. Tuvo que cambiar todo eso de ella para dar todo de su ser como una madre soltera para criar bien a Sarada y a pesar que todo esté tiempo tuvo el amor de Kiyoshi, él no era el padre de su hija.

Se quitó las lágrimas con el dorso de sus manos y se miró al espejo. Si quería ver a su hija, ella no se lo prohibiría mientras Sarada estuviera de acuerdo con eso, puede que hubiese heredado totalmente ese carácter orgulloso de los Uchiha pero ella no iba incluida en el paquete. Ella no volvería a pesar que alguna parte de su mente le decía que estaba mintiendo y otra muy orgullosa lo pensaba mandar a comer lodo.

Se limpió las lágrimas y decidió arreglarse para una cena perfecta con su pareja y su hija. Con eso en mente se le levantó un poco el ánimo y dejaría el desastre pasado atrás.

Ya no más, ya no más Sasuke Uchiha y con esa convicción se puso esas prendas tan pequeñas que Ino le había ayudado a escoger, ella quizá hubiese recibido algo más recatado, pero ante la insistencia de Ino, no le quedó otra opción. Así que allí estaba, tratando de ponerse unas prendas sumamente trasparentes, mirándose al espejo para tratar de no verse tan ridícula. No es que Kiyoshi no hubiese visto nada ha estás horas del partido, pero siempre tenía esas cosquillitas de saber si era lo suficientemente atractiva.

La puerta de la habitación se abrió dándole paso a la persona que no tendría que estar presenciando ese momento, no aún, pero y como fuese tomo el vestido que pensaba ponerse y escondió lo más que pudo de su ropa interior.

—¡Kiyoshi!

Le regaño e hizo que el levantara la vista, no esperaba que Sakura estuviese en la habitación cuando está estaba sin seguro más no pudo separar la vista de esa preciosura que intentaba tapar su cuerpo de sus ojos. Casi estaba tentado de tirar a la basura su plan original para esa noche e improvisar algo mejor.

—Tal vez deberíamos quedarnos aquí—susurro esa voz profunda que de alguna manera y a pesar de todo se había logrado colar en su caso fallecido corazón.

Kiyoshi se acercó a ella y colocó un beso para nada castos en sus labios y para su sorpresa continúo con ello hasta colocar un beso en sus hombros desnudos.

—Talvez—susurro Sakura mientras sus ojos se nublaban de deseo ante sus caricias y eso magníficos labios expertos.

Kiyoshi río y se apartó de ella a pesar que era lo que menos quería en ese momento, pero si seguían por ese rumbo podrían perder la reservación y con ello una cadena de malas decisiones. Con ello no podrían cenar a gusto como no lo hacían desde hace tiempo, no podría ver si magníficos ojos cuando le propusiera matrimonio y por supuesto no dejaría de sentirse nervioso a pesar que lo trataba de ocultar en ese momento.

― Pero, desgraciadamente no podemos. Así que ponte más hermosa de lo que ya eres, porque te tengo una sorpresa.

― ¡¿Una sorpresa?! –preguntó ilusionada.

De alguna forma sentía que podía perderla, que ella se negaría a tal propuesta y que regresaría años brazos de ese engreído Uchiha mas debía confiar en ella. En esa chica que le había dado una oportunidad en su vida y que también había terminado por cambiar la suya.

Depósito un beso casto en sus labios antes desparecer por la puerta no sin antes decirle que no podían quedarse o ella jamás conocería de esa sorpresa que le tenía preparada y río al verla bajar sus hombros con evidente decepción. Ya habría tiempo después para que le enseñará ese modelito que traía puesto y suele haría contar los minutos para regresar a casa.

La puerta se cerró y por un momento pensó que Kiyoshi daría por finalizada su cena, pero para su sorpresa no fue así. Además, esa dichosa sorpresa que había mencionado solo la dejo con mayor expectativa. Debía ser importante o no la habría rechazado.

Rápidamente se enfundó en el vestido acordado para la ocasión, tomo los tacones y paso por el cuarto de Sarada que se había quedado dormida con un montón de libros encima. Quitó los libros y la arropó. No sabía en qué momento había crecido tanto y se había vuelto tan responsable. Ya le habían contado que si seguía así terminaría la academia pronto, era muy inteligente, una digna copia de su padre y con ello no pudo evitar sentir una punzada de dolor. Quito un mechón de su frente y beso esa parte de piel descubierta. Ella nunca dejaría de ser su bebé.

Cerró la habitación de su hija y bajo las escaleras, no se sorprendió ver a Kiyoshi con una sonrisa marcada en sus labios mientras la veía de pies a cabeza.

—Dame un momento, solo me pongo los tacones unos vamos. No quería despertar a Sarada con el sonido de ellos—Se disculpó, pero Kiyoshi hizo un ademán restándole importancia y se hinco en el suelo.

La escena le paro el corazón por unos segundos y su pulso se aceleró dejándola sin aliento. Kiyoshi tomo su pie y lo besó con mucho cariño antes de ponerle el tacón, luego lo bajo y repitió eso con el segundo pie. Nadie, nunca había hecho eso por ella y un leve sonrojo cruzo sus mejillas. Él era todo lo que había soñado en la vida y sin embargo algo le decía que estaba equivocada.

—¡Gracias!

—A sido todo un honor para mí ciertamente.

Ella sonrió y tomo su brazo para ir a cenar, a ese lugar donde tanta espectativa tenía Kiyoshi y que pretendía ser una noche inolvidable para ambos. Pensó que el lugar estaría cerca, pero más lejos de la realidad y cuando pregunto a donde se dirigían, Kiyoshi le dijo que tuviera paciencia.

Luego de casi una hora de camino, Kiyoshi le coloco un pañuelo en los ojos y la ayudo a subir unas gradas. Sakura estaba muy emocionada y más cuando su novio no dejaba se susurrarle que se tranquilizara que no faltaba mucho.

—¡Hemos llegado! —puntualizo Kiyoshi desatando el nudo del pañuelo y dejando que este se deslizara por su cuello y el nacimiento de sus pechos.

—¿Dónde estamos? —pregunto Sakura tratando de acostumbrar sus ojos, pero rápidamente se quedó sin alientos. Había oído hablar de ese lugar, entre sus círculos más cercanos no dejaban de hablar al respecto e Ino se volvería totalmente loca cuando supiera a donde la había llevado Kiyoshi.

—¿Te gusta?

—¡No lo puedo creer! —dijo en medio de un exclamación y un pequeño gritito— ¿Cómo es posible?

El lugar era muy nuevo, de lo más lujosos de toda Konoha. Lo que ningún "Shinobi" podía permitirse pagar, pero allí estaba ella, tomada de la mano de Kiyoshi a punto de entrar a ese lugar de ensueño.

—¿Es increíble, no te parece?

Sakura se dio la vuelta y colocó un beso en sus labios.

—Esta es la mejor sorpresa que me hallas dado. Es sorprendente y me encanta.

—Qué bueno que te guste, pero la sorpresa aún no ha terminado.

—¿A no? –preguntó con un poco de picaría imaginando que se refería a un tema íntimo de ambos.

—No

Kiyoshi la llevo a un reservado donde las ventanas daban directo al mar. Era una vista preciosa mientras los rayos de luna iluminaban las olas. Un recuerdo de algo muy parecido se escabulló en sí mente, en donde estaba frente al mar con Sasuke exactamente disfrutando de una vista así, pero con menos lujos por supuesto, de inmediato sacudió su cabeza intentando ahuyentar ese recuerdo, definitivamente el haberse encontrado con su ex la dejó mal y no quería hacer nada para hacer sentir mal a Kiyoshi debido a un espectro del pasado que debería estar más que enterrado.

—¿Sakura?

La voz de Kiyoshi la trajo de nuevo a la realidad y acepto que le ayudará asentarse en la mesa con la caballerosidad que solo Kiyoshi podía tener. Debería meterse un cuchillo en la mano cada vez que se acordase de él y que si recuerdo tratará de arruinar todo lo bonito que tenía con Kiyoshi.

—Lo siento, estaba algo distraía y solo me quedé observando la hermosa vista.

—Sabía que te gustaría este lugar por eso no dudé en traerte.

—Es demasiado –dijo un poco abrumada por estar rodeada con tanto glamour.

—No lo es, tu mereces más

Sakura le sonrió y tomo su mano.

—¡Gracias!

El mesero llegó a pedir su orden y no se extrañó que Kiyoshi pidiera lo mejor de lo mejor y que para acompañarlo pidiera una botella de vino y para después un Champagne. No entendía que estaba pasando, ni que se suponía que estaban celebrando hasta que la velada transcurrió entre platillos que jamás había probado y que sobre todo valían el sueldo de todo un mes en el hospital, puede que incluso hasta más si se ponía a pensar cuidadosamente.

—¿Que te pareció la cena? —le pregunto Kiyoshi mientras destacaba el Champagne y servía en las copas.

—Ha sido una maravilla, Gracias

—Eres mi vida Sakura y quiero que lo siga siendo.

Sakura no entendía a que se estaba refiriendo, a que se debían todas esas palabras bonitas y a ese aparente nerviosismo que trataba de esconder sin resultados favorables.

—Sakura Haruno, desde el momento que te vi supe que cambiarías mi vida y no me equivoque.

—Kiyoshi –dijo algo extrañada.

Kiyoshi levantó la mano para detener sus palabras, no era el momento o no podría continuar sin ponerse más nervioso y no quería arruinar el discurso que tanto tiempo le había costado planear para que fuera perfecto, inolvidable y sobretodo que tuviera una respuesta positiva.

Sakura se quedó muda, pero eso no impidió que sus ojos se cristalizaran, esas palabras no se merecían.

—Solo te pido que me permitas cambiar la tuya también, para bien por supuesto. Se mi esposa. Cásate conmigo.

Dijo al mismo tiempo que se arrodillaba y abría la cajita de terciopelo mostrando un hermoso anillo de compromiso. Algo que le dejo con la boca abierta, sin palabras.

—Si preguntas por Sarada. Ella me dio su aprobación mientras no te hiciera llorar a menos que quiera morir achicharrado –dijo cerrando los ojos

Sakura seguía sin palabras y causo que Kiyoshi estuviera más tiempo arrodillado de lo que debería esperado una respuesta. Sabía de debía tener paciencia, pero su silencio le hacía pensar en su rechazo y no estaba preparado para eso. No quería que le rechazara, no podría soportarlo.

—¿Sakura?

Sakura sonrió con lágrimas en los ojos y acepto cayendo de rodillas para colocarse a su altura.

—Si acepto. Acepto ser tu esposa.

Kiyoshi sonrió también tirado los miedos infundados a la basura y prometiéndole a su mismo dedicar su vida a ese pequeño sol que alumbraba sus mañanas. A esa peligrosa que cierto Uchiha había abandonado para su fortuna.

No espero más, no había más que hacer y en medio de los aplausos de todo el restaurante la besó, la besó profundamente hasta que les faltó el aliento. Cielos, aún no lo podía creer.

—Sakura Haruno había aceptado ser esposa.

/

Desde las sombras y con una copa en la mano que había tomado de uno de los meseros vio la escena que se proyectaba frente a sus ojos y no pudo evitar que la rabia se extendiera por todo su cuerpo.

La copa de cristal se quebró en sus manos, el líquido corinto se desparramó ensuciando su camisa y la sangre cayó al suelo producto de los profundos cortes. No lo esperaba, sobre todo no esperaba verla tan feliz. Que lo hubiese olvidado tan pronto y la justificaba.

Después de su conversación no pudo evitar seguirla para asegurarse de que estuviera bien, pero nunca esperó que después de haberla visto llorar ella estaría de lo más feliz y bonita a lado de ese idiota con sonrisa de muñeco de pastel.

Realmente era un idiota de los más grandes.

Él sujeto con el que estaba no era un pelagatos bueno para nada si la traía a un lugar tan caro como este y sobre todo si le ponía esa tremenda piedra en la mano como símbolo se su compromiso. ¿Qué le había hecho pensar que ella no se volvería a enamorar? ¿Qué le había hecho pensar que con su inminente belleza no se encontraría un buen postor? ¿Qué le hacía pensar que dejándole una hija no detendría a los buitres como ese tipo?

Ahora la pregunta era ¿Que haría el?...

CONTINUARÁ…

/

Y Eso es todo.

Nos vemos una próxima vez.