08

No lo soportó, verla de esa manera, sonriéndole a alguien que no era él, siendo acariciada por alguien que no era el, en general amando a alguien que no era él y que sobre todas las cosas había sobrepasado su propia propuesta de matrimonio con creces. Más bella y sensual de lo que recordaba con ese vestido atrevido. Lo envío directo a un abismo en el que solo él tenía la culpa de haber perdido todo.

Por un momento le pasó por la mente huir, huir como siempre lo había hecho y dejarla atrás para que continuará con su vida más él no era un ser altruista. Él era muy diferente, la naturaleza de su clan lo deja completamente claro "nadie ama como un Uchiha y nadie odia como un Uchiha" es por eso que no se rendiría sin luchar su naturaleza posesiva y egoísta le prohibían renunciar a esa mujer. Esa había sido la razón por la que la había vuelto su esposa, además de estar enamorado, pero en su momento había sido una de las emociones más intensas que nunca había sentido y por lo tanto se aterró. El miedo que nunca había tenido en una pelea, lo tuvo al darse cuenta que su corazón dependía de un ser humano que además le había dado uno de los regalos más valiosos del mundo, fortaleciendo su unión.

Sintió el peso en sus hombros, una carga demasiado dura para alguien que había perdido todo en el pasado y en vez de aferrarse con todas sus fuerzas a eso que lo mantenía vivo, lo dejo. Rechazo totalmente ese tipo de ataduras para evitar que el futuro golpe fuera más devastador que el perder a su clan.

"Que estúpido error"

Y así en medio de todo ese espectáculo de mal gusto montado por Kiyoshi para terminar completamente con su sombra pensó en que jamás permitiría que lo aplastaran en el primer raund.

Ganó la batalla más la guerra aún están por determinar un afanador. Esta seguro que merecía lo que estaba pasando, pero tenía la oportunidad de redimirse hasta que ella caminará al altar y se casará con él. Mientras tanto aún nada estaba escrito en piedra y con ese pensamiento corrió lo más rápido que sus piernas le permitieron en busca de alguien que le ayudara a recuperar el amor de la peli-rosa.

Tenía que tragarse el orgullo para pedirle ayuda a la única persona que estaría dispuesto a ayudarlo.

Desde las sombras vio como la luz de la oficina del Hokage seguía prendida y con un simple salto llegó a la ventana. No eran las horas para nada de una visita y menos al verlo derrumbado completamente sobre un montón de papeles, durmiendo.

Tocó la ventana a pesar de verlo así y se dijo asi mismo que no tenía tiempo para esperar un segundo más y menos que amaneciera para hablar con él. Tomo más de dos toques hacer que Naruto despertara y cuando lo hizo le tomo un largo rato darse cuenta de dónde venían los golpes. Estaba frito por el exceso de trabajo y eso que aún no era Hokage.

Volteó a ver a la ventana y vio ahí a su mejor amigo.

—¡Sasuke!

El asintió al mismo tiempo que Naruto le abría la ventana y lo dejaba pasar.

—Que sorpresa verte por aquí, han pasado años —Dijo haciendo énfasis en la palabra años pues habían pasado varios sin noticias de su parte y sin siquiera una carta.

—Regrese hace poco –fue lo único que contestó.

Naruto asintió, empezaba a perder la esperanza que algún día regresara, puede que solo estuviera de paso por la aldea o le daría información acerca de algún enemigo peligroso. Naruto comenzó a quitar papeles de los sillones para hacerle espacio por si quería sentarse, pero Sasuke rechazo un asiento.

—Bueno, entonces debo suponer que tienes prisa por regresar a tu vida fuera de la aldea.

Sasuke dejó escapar el aire que había estado reteniendo, pero no le pasó desapercibido el tono brusco con el que había mencionado que tenía prisa.

—Lo cierto es que no tengo prisa en marcharme.

—¡Vaya! –exclamó Naruto.

Pensó que lo primero que haría después de darle el reporte fuera pedir la siguiente misión para largarse lo antes posible.

—Hay algunas cosas que quisiera remediar –dijo Sasuke divagando en sus recuerdos.

Naruto arrugó el ceño, parecía algo contrariado y molesto. Cómo si su partida también hubiese afectado a su mejor amigo y si era así. Lo entendía.

—Yo...—comenzó haciendo difícil que una disculpa saliera de sus labios también para su amigo, pero Naruto se le adelanto.

—Sabes bien que te perdonamos Sasuke, pero puede que hayan algunas cosas que no se puedan remediar.

No esperaba que ese conjunto de palabras saliera de su boca y eso le hizo pensar seriamente si además se refería a Sakura.

—Necesito tu ayuda.

Naruto se sorprendió, nunca se esperó que Sasuke le pidiera ayuda sabiendo lo orgulloso que es y de tendencia a querer resolver las cosas por su cuenta, pero suspiro sintiendo que estaba muy a la defensiva. Sasuke siempre había sido una persona importante en su vida y por lo tanto su amigo, ante todo, su hermano. Ese sitio jamás había sido reemplazado por nadie.

—Si está en mis manos

—Creo que sabes perfectamente de la relación que existe entre Sakura y el doctor ese.

Naruto se mantuvo sereno, pero no entendía que quería con eso pues lo último que se le pasaba por la mente era que sintiera algo por Sakura aún o sí alguna vez realmente lo sintió. Cuando se había ido, había dejado muy en claro su posición y por lo tanto a una Sakura destrozada que solo se mantenía viva por el bien de su hija.

—Así que lo sabes.

Sasuke Asintió.

—Necesito que me ayudes a evitar que se case con el—Solto con la suficiente convicción que terminó de confundir a Naruto quien alzó una ceja. ¿Con qué propósito le pedía eso? ¿Por amor o por orgullo?

—No me puedes pedir eso—le respondió luego de largos segundos sin saber que responder.

—¿Por qué no?

Naruto se levantó exasperado y camino por la oficina tratando de encontrar las palabras adecuadas que no contribuyeron con las ganas terribles que tenía por gritarle y hacerle saber todo lo que había provocado su estúpida decisión.

Se paró frente a él.

—No le puedo hacer esto a ella.

—¡Ósea que prefieres que se case con ese aparecido! —le grito Sasuke muy molesto, su actitud era un puñal.

—¡Pues si! El no desapareció cuando más lo necesitaban y la apoyo en momento muy difíciles. Hasta deberías agradecerle por qué en vez de encontrar a una Sakura llena de vida y feliz hubiese encontrado a una persona hundida por la maldita decisión de un imbécil que nunca supo apreciar lo que tenía.

Sus palabras dolieron al punto que Sasuke se sintió avergonzado, bajando la cabeza. Había tocado una membrana sensible.

―Todos, absolutamente ¡Todos! te apoyamos cuando quisiste llevarte a Sakura, tu decisión no solo la afectó a ella y a tu hija, nos afectó a todos. Los muchachos confiaron en ti, Kakashi-sensei y yo confiamos en ti, maldición, ¡Los padres de Sakura confiaron en ti! Todos confiaron en que cuidarías a Sakura y que tus sentimientos eran sinceros, pero nos fallaste y dejaste a Sakura con el corazón roto y a Sarada confundida sobre lo que es la unidad familiar, así que deja que ella reconstruya su vida.

Puntualizó caminado a la puerta, no seguiría escuchando ese tipo de cosas. No podía y antes que terminara arrepintiéndose de sus palabras mejor se marchaba.

—¡La amo! —Exclamo Sasuke al ver que se marchaba y logró que se detuviera un momento.

—Eso también lo dijiste la primera vez...

Fue lo último que sentenció Naruto antes de irse de su oficina.

/

Se levantó muy temprano como todos los días que iba a la academia y tocó levemente la puerta de la habitación que su madre compartía con Kiyoshi pero no se sorprendió que al abrir, la habitación continuará arreglada como si no hubiesen pasado la noche allí.

Mejor no pensaba como habían pasado la noche de su compromiso, pero eso no le quitaba que de alguna manera le alegraba que su madre fuera feliz al lado del doctor. Que sobre todo le tenía mucho respeto además de agradecimiento por haberla salvado. Era un grandioso ser humano.

—¡Mi niña estás despierta!

Escuchó que la llamaban desde la cocina.

―Si –contestó lo suficientemente alto para que la escucharan.

—Te prepararé algo muy rico para desayunar, ven a sentarte.

Sarada suspiro y bajo las gradas con dirección a la cocina. No le sorprendió que oliera increíble y le terminara abriendo el apetito.

Un desayuno muy rico a manos de Hoshi que siempre la consentía y termino de arreglarse mucho antes de lo que se establecía con tiempo. Luego tomo su mochila y su bolsa con el almuerzo.

—Un delicioso bocadillo sin tomate para la princesa. —expreso Hoshi dándole su almuerzo a lo que Sarada agradeció y ese marchó. Odiaba el tomate y agradecía que no se le olvidará como a su madre.

Comenzó su caminata regular a la academia con calma, el día era totalmente precioso y a pesar de lo lejos que quedaba la mansión de la academia. Lo prefería pues siempre la ayudaba a pensar. Aun así, Kiyoshi le había ofrecido acompañarla antes de su turno junto con su mamá si lo prefería, pero sentía que era abusar demasiado de su hospitalidad además de que la soledad siempre le ha gustado.

A pocos metros de llegar a la academia sintió una fuente presencia en su espalda, como si alguien la estuviese observando desde la distancia y eso le causaba cierto escalofrío que hizo que voltear varias veces en esa dirección más nunca encontró nada sospechoso, se sentía como en esas pésimas películas de suspenso donde cada vez que volteaban el fantasma ya se había ido hasta atacarla por detrás.

Nuevamente sintió ese escalofrío, tenía miedo de voltear y esta vez sí encontrarse con ese fantasma.

—¡Sarada! –La saludo Boruto a sus espaldas haciendo que Sarada se asustara.

—¡Hey se puede saber por qué gritas tan temprano! –le reclamó la pelinegra.

Boruto sonrió pasando sus manos por detrás de la cabeza.

—Pero que amargada—Respondió aún con una estúpida sonrisa en los labios que hizo que Sarada rodará los ojos con molestia.

—Entra o nuestro sensei nos dejara afuera.

—¡Que responsable!

Sarada suspiro con impaciencia, pero entendía que su amigo no entendía su actitud, su mamá no estaba con ella para poder hablarle sobre eso, necesitaba alguna opinión acerca de eso, aunque sea la de Boruto.

―¿Alguna vez has tenido la sensación de que alguien te observa?

Boruto arrugó el ceño y luego negó con la cabeza.

—Creo que no.

—Bueno, últimamente he tenido la sensación de que alguien me observa.

Boruto abrió los ojos como si una bombilla hubiera iluminado su cerebro o el poco cerebro que tiene.

—Creo que puedes tener razón. Alguien ha estado preguntando por ti.

—¿Qué? –preguntó confundida.

—Sí, un señor con el cabello negro y una gran capa del mismo color. Es algo extrañó, pero se parece a ti.

El corazón de Sarada comenzó a latir, martillando su pecho. ¿Podía ser coincidencia?

—¿Te pasa algo?, ¿Te has puesto pálida?

Sarada se aclaró la garganta

—No es nada—mintió aún que también se estaba mintiendo a si misma pues no lo quería creer. ¿Por qué ahora? ¿Sería posible? ¿Después de tantos años? ¿Sería realmente su padre?

Río luego de uno minutos, sería imposible que sucediera puesto que él se había ido y no regresaría. No había una razón para que lo hiciera y dudaba que un Uchiha se arrepintiera, al menos no válida; El orgullo estaba arraigado en sus venas y que ese sentimiento no lo había heredado de su madre. Por esa misma razón sabía que no regresaría.

Con esa irrefutable conclusión entro a clases y se esforzó por no quedarse dormida durante ellas por la simple razón que se había adelantado en esos temas por lo fácil que eran estás. Hasta en la clase práctica se le hizo muy fácil al lanzar varios kunai en un blanco a distancia. No había misterio en eso, pero no todos aprendían así de rápido y los comprendía.

Con ese pensamiento se sentó en una banca a contemplar como entrenaban los demás y para su sorpresa Shino-sensei de sentó a su lado.

—Eres una excelente alumna... –empezó, pero no sabía cómo continuar.

—Pero...—Dijo Sarada sabiendo que quería decirle algo importante.

Shino suspiró

—Bueno, llegará un momento más temprano que tarde que tendrás que dejar la academia—Le explicó, pero Sarada no entienda a donde quería llegar.

—Lo sé pero sigo sin entender su punto sensei.

—Soy muy malo para esto pues creo que lo que estoy a punto de decirte puede llegar a estancarte como Shinobi.

Las alarmas sonaron en la cabeza de Sarada. ¿Estancarse? ¿Cómo? Ella era la mejor alumna de su generación y futura Hokage. No había forma de que se estancara.

—¿Cómo? –dijo sin casi sin aliento

—Necesitas un maestro Sarada. Cómo miembro de clan Uchiha no puedes conformarte con cualquier persona pues a pesar que hay muchos otro que pueden ayudarte con el Jutsu bola de fuego y algún otro Jutsu especial de tu clan. Hay algo que nadie más puede ofrecerte.

—¿Qué cosa?

—A controlar el Sharingan.

Sarada arrugó el ceño, ese era un tema del que su mamá siempre le había hablado, puede que no lo haya despertado todavía, pero eso no cambia el hecho que su sensei tenga razón al decir que tarde o temprano necesite un maestro que le enseñe a controlar dicho poder.

—Quizá pueda convencer al sexto de que me enseñe.

—Es una buena idea, él puede enseñarte el Chidori y a controlar un poco tu Sharingan pero siempre tendrás un fallo puesto que el sexto perdió su Sharingan. Quizá al final no lo necesites ya que también puedes apoyarte del conocimiento de tu madre y llegar a ser una gran Kunoichi.

—No solo quiero ser una gran Kunoichi, también quiero ser Hokage.

Las palabras de Sarada no sorprendieron del todo al profesor puesto que al ver tal dedicación debía tener un interés mucho mayor.

—Y espero que realmente lo logres –le dijo antes de levantarse y ver a sus otros estudiantes.

Sarada asintió, pero la semilla de la incertidumbre había germinado en su cabeza. Nunca podría explotar al máximo su potencial y eso la deprimió en parte.

A la salida Boruto le ofreció que fueran por unas hamburguesas a Kaminari Burger, pero Sarada no tenía humor para ello y lo termino rechazando. Las palabras de su sensei se repetían en su mente, más que nunca tenía que buscar cómo llegar al sexto para que le ayudará a pesar que ya se hubiese retirado. Iba tan distraída que no se dio cuenta que alguien la seguía hasta que comenzó a sentir la misma sensación que en la mañana, esta vez aún más intensa.

Esta vez se dio la vuelta con la esperanza de no encontrar a nadie, pero eso no sucedió esta vez. Había un hombre de cabello negro y capa del mismo color. El mismo hombre descrito por Boruto quien se mantenía distante con un semblante serio.

—¿Quién eres? –le pregunto y no se había percatado que su voz temblaba.

—Sarada...

Sabía su nombre y su corazón pálpito con fuerza, estaba a punto de echarse a correr hasta que lo analizó un poco mejor, su rostro le parecía familiar de alguna parte hasta que su mente hizo click; lo había visto en la vieja fotografía del equipo ninja de su mamá, su rostro era mucho más maduro, pero era él, era su padre. Era una emoción distinta, apremiante, devastadora, por fin tener a su padre cara a cara. Lo reconocía y en medio de ese mar de sensaciones quiso correr a su encuentro y abrazarlo más esa era un impulso de su débil corazón, un sueño infantil que tuvo desde niña junto a esa esperanza desgarradora de que algún día regresaría con ellas para formar una familia feliz.

Soñando con que algún día vendría con ella, la ayudaría a entrenar, la acompañaría a la academia y viviría con ella y su madre.

Compuso su postura y su mente encarceló a su corazón por ser tan patético mientras tomabas las riendas de su cuerpo. No de dejaría manipular.

—¿Así que volviste? –dijo conforme en su tono frío.

—Sarada... has crecido mucho.

―Supongo que si –dijo con simpleza.

Sasuke se quedó en silencio un poco al ver a la niña un tanto insegura en su presencia, le quedaba jugar la carta del perdón.

―Sarada, sé que he cometido muchos errores y que realmente lo lamento.

No lo esperaba, para nada y solo por un segundo se asombró, pero se había prometido que no se quebraría y sería fuerte. Lo sería por el recuerdo de su madre llorando por varias noches sin consuelo.

—Lastima

Se dio la vuelta convencida que estaba haciendo las cosas bien.

—Sarada, deja que te explique las cosas.

No estaba en la naturaleza de un Uchiha suplicar y menos si se trataba de Sasuke, pero el desprecio de Sakura lo había afectado demasiado que no soportaría realmente el desprecio de Sarada y menos que viera como padre a ese médico aparecido.

No sabía si gritarle que se fuera al diablo o no decirle nada para después irse corriendo a casa con la esperanza de que su mamá ya estuviera ahí para estar protegida en sus brazos, pero su mente le jugó una pasada, las palabras de su sensei se infiltraron en su mente con saña. Necesitaba un sensei para que le enseñará a controlar el Sharingan y que mejor que su padre para tal tarea. Aunque estaba completamente insegura de cómo podrían resultar las cosas si comenzaban a convivir.

Se dio la vuelta y con su mirada neutra le dijo.

—Te escuchó.

/

Sakura estaba de lo más feliz en su turno, revisó un par de pacientes sin contener su emoción rebosante y tampoco pasó desapercibido el bello anillo de compromiso que adornaba su delicada y bella mano. Algunas de las madres de los niños a quienes atendía la felicitaron por su compromiso y esperaban una invitación a la boda. Estaba llenando algunos expedientes en su oficina cuando la puerta se abrió bruscamente, un poco sobresaltada vio a Ino que tenía una cara que prometía mucho sufrimiento si no le decía lo que quería saber inmediatamente.

―Ino, ¿Por qué entras así de repente? –preguntó Sakura con el ceño fruncido.

―Cuéntamelo, ahora.

Sakura solo suspiró en manera de frustración e hizo un ademán a su amiga para que se sentara, inmediatamente la rubia cerró la puerta con seguro y se sentó en la una silla viéndola con una mirada acusadora.

―Escuche que Sasuke volvió a la aldea, ¿lo viste? ¿Vio a Sarada? ¿Qué sucedió?

No le gustaba recordar ese encuentro, le resultaba incómodo y más aún que ahora estaba comprometida con un buen hombre.

―Nos encontramos en la calle donde me dio un mal intento de arrepentimiento, me pidió volver y le dije que no –fue lo único que dijo mientras seguía escribiendo en los expedientes.

―¿Lo dejarás acercarse a Sarada? –preguntó Ino con cautela.

―No sería correcto de mi parte negárselo, es su hija después de todo.

―¡La abandonó!

―Ino, si él quiere acercarse a ella yo no puedo impedírselo. Pero también depende de la opinión de Sarada y si quiere tener algún contacto con él o no; le dejé bien en claro que lo primordial era el bienestar de Sarada y si quería verla podía hacer, pero que se fuera olvidando de mí.

Sakura seguía escribiendo, solo que no se dio cuenta de que comenzó a apretar el bolígrafo con el "mínimo" de fuerza que tenía cuando estaba molesta lo cual resultó que el bolígrafo se rompiera y la tinta le salpicara un poco.

―¿Eso es todo lo que querías saber? –le preguntó Sakura a Ino un poco molesta por recordar ese hecho.

Ino decidió levantarse para ir por un pequeño vaso de agua de la purificadora que tenía la pelirosa en su consultorio y se volvió a sentar dándole también un vaso de agua.

―No, hoy llegaste más radiante que de costumbre. Tus ojos brillan y parece que tu cabello está más sedoso lo cual me indica que después de ese desagradable evento hiciste "cositas" con Kiyoshi más tarde –se lo dijo de manera pícara.

―Pues no todo son perversiones como siempre te los imaginas, puerca –dijo con burla para después mostrarle a Ino ese hermoso anillo que le había dado Kiyoshi.

Ino quien se encontraba tomando un sorbo de agua la escupió al momento de ver el enorme diamante que adornaba la mano de su mejor amiga.

―¡No es cierto! –exclamó la rubia sorprendida.

Poco después de haber pasado ese shock Ino comenzó a gritar emocionada y para qué negarlo, Sakura también se puso a gritar emocionada levantándose de su asiento junto con Ino para comenzar a saltar como dos niñas emocionadas.

―No puedo creer que realmente te lo propusiera.

―Fue tan romántico, me llevó a cenar, me dijo lo mucho que nos ama a mí y a Sarada y luego me lo propuso.

―¡Que emoción! ¡Pero también me muero de envidia!

―Fue lo mejor.

―Acabando este turno necesitamos hacer una reunión de chicas urgentemente, tenemos que preparar donde se celebrará la boda, el vestido de las damas de honor, tu vestido de novia, la música, las flores, ¡La despedida de soltera! Ahhhhh, tenemos mucho que planear.

Definitivamente había mucho que planear, aún tenían tiempo, pero ahora con la llegada de Sasuke lo mejor sería solo concentrarse en su boda, total lo más probable era que el pelinegro al ver que su pequeño capricho no le fue concedido tal vez abandonaría la aldea de nuevo.

―¿Cómo se tomó Sarada la noticia? –cayó en cuenta la rubia al recordar lo celosa que es la niña con su madre.

Y Sakura con una sonrisa respondió.

―Fue ella quien le dio permiso a Kiyoshi de pedir mi mano.

―Pues Kiyoshi hizo un gran trabajo si logró ganarse el cariño de tu linda niñita.

Una linda niñita que puede ser capaz de dejarte como brocheta rostizada si alguien hacía algo que le provocara lágrimas a su madre.

―Puede que el cariño se lo gané más profundamente, por ahora es solo un simple cariño y respeto por todo lo que ha hecho por nosotras.

―Él es un caballero Sakura, realmente te sacaste la lotería con ese hombre. Pero fuera de eso, necesitamos un día de embellecimiento entre nosotras.

―Pues voy a ver si mis padres pueden cuidar a Sarada y luego lo planeamos.

Siguieron el resto del tiempo platicando de todo lo que tuvo que pasar Sakura para llegar a ese momento tan hermosos que marcaría un buen porvenir en su vida.

/

Muy lejos de ahí en una cueva oscura e iluminada por unas cuantas velas se encontraba una figura encapuchada que leía cientos de pergaminos prohibidos y tenía cientos de herramientas que servirían para una buena sesión de torturas.

―Pronto…

Muy pronto…

CONTINUARÁ…