Ahora tengo que declarar como siempre que los personajes no son míos, pertenecen a la autora Stephenie Meyer y la historia fue escrita por la asombrosa autora pattyrose, yo solo la traduzco.

Y como en cada una de mis traducciones, le agradezco enormemente a mi compañera de armas, mi porrista personal y querida amiga, Erica Castelo. ¡Quién diría que tus jalones de orejas seguirían después de once años! T.Q.M!


Nota de la traductora: Como saben los acentos no se pueden traducir y es una lástima. Pero para que puedan disfrutar más de este capítulo. Imaginen a cada uno de los pasajeros de este vuelo incluyendo a Entrometido con el elegante acento inglés, imagínenlos hablando así ;)


Capítulo 3 – La chica que se quedó dormida sobre el entrometido

Mientras Entrometido mueve esas largas piernas cubiertas con mezclilla al pasillo—empequeñeciéndome por casi medio metro, por cierto—estiro mi mano, y deposito mi abrigo, mi bolsa y mis regalos de Navidad en mi asiento. Después, dándole la espalda, centro toda mi atención en los compartimentos de arriba para el equipaje de mano.

Mientras tanto, ruego porque no pueda identificarme porque eso haría del viaje unas siete horas incómodas. Por otra parte, todavía traía puesto mi pesado abrigo en la puerta de embarque, y no es como si fuera rubia dorada como Rosalie o de pelo negro como Alice. Mi cabello castaño tiende a camuflarse y pasar desapercibido. Probablemente no me reconozca en lo absoluto.

Y cómo sea, ¿qué si dije una o dos veces polla en la puerta de embarque? De no haber estado de entrometido, nada de lo que dije le habría afectado a él o a su entrepierna de ninguna manera, forma o modo. Además, la gente hace ese tipo de cosas, ¿cierto?— ¿Hacer bromas en los aeropuertos? La gente hace todo tipo de cosas locas en los aeropuertos. Son lugares extremadamente estresantes, si lo piensas bien. Desde un punto de vista general, una chica que ya está agotada de la vida podría haber contraatacado a Entrometido mucho peor que cómo lo hice yo.

"¿Puedo ayudarla a meter su maleta en el compartimiento de arriba?" Pregunta. Para colmo, parece ser un entrometido caballeroso. Sin embargo, entre menos interactuemos, es mayor la posibilidad de que no se dé cuenta quién soy yo.

"Gracias, pero yo puedo," digo, continuando con un murmurado, "Maldición," cuando levanto mi mano y abro el compartimiento arriba de mi hilera y lo encuentro repleto. Dándome la vuelta, abro el compartimiento del otro lado. También está lleno. "Mierda."

Mientras tanto, mi entrometido compañero de asiento británico, alto y caballeroso todavía está parado y esperando.

"¿Todo está bien?"

"Bien. Simplemente perfecto," respondo.

Cuando él estira un largo brazo sobre mi cabeza y abre el compartimiento a la derecha, a ese le queda un espacio vacío. Desafortunadamente, es estrecho y más adecuado para el equipaje de mano de alguien que haya tomado nota de los lineamientos de la aerolínea, que requerían que todo equipaje de mano sea de cincuenta centímetros o más pequeño. Amazon promocionó mi belleza con un tamaño de cincuenta centímetros con capacidad de expandirse a cincuenta y cinco de ser necesario. En este momento, por lo abultada que está se acerca a los sesenta.

Con todo, Entrometido se vuelve hacia mí con una sonrisa confiada perfectamente blanca y con dientes uniformes.

"¿Necesita ayuda metiéndola ahí?"

"Nop. Yo puedo."

"¿Está segura? Está muy reducido." Cuando mira rápidamente mi equipaje y de vuelta a mí, arquea una ceja rojiza.

"Yo puedo," repito.

"De acuerdo," dice con uno de esos tonos que en realidad quieren decir, 'Pues eso, me gustaría verlo.'

Plantando bien mis pies, cargo mi maleta con ambos brazos y la levanto como si manejara un saco de patatas, reprimiendo el correspondiente gruñido cuando tengo que elevarla por sobre la altura de mis ojos. Entonces, hago el admirable pero estúpido intento de meter una pieza de equipaje antirreglamentario en un espacio destinado para una caja de zapatos. Mientras tanto, sé que la figura de largas extremidades de Caballeroso Entrometido está detrás de mí. De pronto, sé exactamente cómo se sentía de incapaz de realizar la tarea más básica el pobre de Tyler mientras Sulpicia estaba detrás de él.

Mientras fuerzo y tiro de ella, retuerzo y empujo la maleta improductivamente, empiezo a sospechar que tal vez empaqué de más. Gotas de sudor empiezan a formase en mi frente. Mis manos se ponen sudorosas y abruptamente, recuerdo que olvidé ponerme desodorante. La ironía de semejante descuido no me pasa desapercibida, cuando solo unos minutos antes, rogaba que mis compañeros de asiento no hubiesen descuidado su higiene.

Me da un repentino ataque de nervios. Cuando una inapropiada risita amenaza con escaparse, la silencio mientras olisqueo disimuladamente mis axilas ahora húmedas. Al percibir un rastro de jabón y nada más, exhalo en alivio—por ahora—porque simplemente sé que Entrometido sigue observándome y esperando. Efectivamente, cuando miro por encima de mi hombro, no solo está él observándome con una sonrisa, sino que se ha formado una línea de compañeros pasajeros detrás de él.

"Bien, ¿qué está provocando esta fila, entonces? ¿Cuál es la demora ahí al frente?"

"Creo que el equipaje de mano de esa joven no entra correctamente en el compartimiento. Su maleta es demasiado grande."

"¿Su maleta es muy grande? Pero la aerolínea tiene reglas con respecto al límite del tamaño del equipaje de mano."

"Sí, ¿pero cuándo han creído los americanos que las reglas les aplican a ellos?"

"Ugh, muy cierto."

"Son más lineamientos que verdaderas reglas," murmuro mientras continúo forcejeando.

Detrás de mí, creo que escucho un resoplido.

"De hecho, ¿no es esa mujer atrevida que gritó polla como una docena de veces en la puerta de embarque?"

"Sí. Sí, creo que tiene razón. Esa es la chica polla."

Mis ojos casi se salen de sus cuencas, mis mejillas están en llamas— ¿La chica polla?—y mi rostro se enciende aún más cuando la conversación se convierte en un coro primitivo de impacientes chasquidos de lengua seguidos de gruñidos en toda regla. Para cuando siento el aliento cálido con aroma a menta de Entrometido cerca de mi oreja, mi corazón ya late a un ritmo desarticulado. Estoy a unos cinco segundos de gritar y que me echen de este vuelo, o de que la maleta me caiga en la cara. Probablemente ambas cosas.

"¿Está segura que no puedo ofrecerle ninguna ayuda?" Murmura él.

"Uhm, si no es una molestia…"

"No es molestia en lo absoluto."

En el momento siguiente, él desliza su brazo debajo de mi maleta y la soporta fácilmente con una mano. Su figura se acerca tanto que siento el calor que irradia de su cuerpo—más bien, es el calor de mi mortificación extrema. Sea lo que sea, al menos él huele bien, como a jabón y agua, ¡gracias a Dios!

"La tengo," me asegura.

Cuando suelto la maleta, dejo caer mis brazos y me quito del camino, ni siquiera puedo contener el prolongado suspiro que se me escapa a través de mis labios entrecerrados. Siento mis brazos como gelatina. Al sacudirlos, lo veo cambiar de tácticas con mi maleta de mi persistente pero inefectivo, 'Vas a caber ahí, hija de puta,' a un estratégico juego de Jenga. Utilizando su mano libre—porque él solo necesita una para cargar mi maleta—reorganiza cuidadosamente las otras piezas de equipaje en el compartimiento. Cuando termina, y le da a mi maleta un empujón, deslizándola tranquilamente. Después, él cierra el compartimiento y se da la vuelta para recibir una ronda de aplausos y elogios de nuestros compañeros pasajeros.

"¡Gracias!"

"¡Buen trabajo, amigo!"

Por otro lado, yo murmuro un "Gracias" sin mirarlo a los ojos antes de escabullirme en la estrecha hilera. Entonces, me prometo que no le diré ni una palabra a Entrometido Caballeroso ni mirar en su dirección por el resto del viaje de más de seis horas.

Cinco minutos después, mientras entran los últimos pasajeros que llegan tarde, le estoy enviando un mensaje de texto a Rose y a Alice antes que el vuelo despegue. También estoy haciendo un arduo esfuerzo por ignorar a mi compañero de asiento a mi izquierda, aunque su figura es tan larga que le es difícil a mis ojos de ignorar. En mi vista periférica, veo cómo sus largas piernas prácticamente presionan sus rodillas contra la bandeja desplegable frente a él. Sus pies con esos Timberland llenan el espacio debajo del asiento frente a él. Se mueve mucho, supongo que intentando ponerse cómodo en un asiento hecho para alguien de la mitad de su altura. Cada vez que se mueve, mi asiento se sacude.

«Chicas, no creerán mi mala suerte. Le escribo a Alice y Rose en un chat grupal.

»¿El vuelo se retrasó? Pregunta Rose.

«Peor. Respondo.

»¿Se canceló por completo? Alice pregunta.

«Nop. Estoy sentada junto a Entrometido en el avión.

»¿Al que le diste una erección en la puerta de embarque por escuchar nuestra conversación? Pregunta Rosalie.

«¿Hay otro? Respondo.

»¡NO JODAS! Rose escribe.

»¡LMFAO! Qué embarazoso. Responde Alice.

«No se lo imaginan. Se desquitó espléndidamente por esa pequeña broma.

»¿Cómo? Pregunta Alice.

«Les contaré cuando llegue allá.

Cuando, simultáneamente, Entrometido y yo descansamos nuestros brazos en nuestros reposabrazos uno al lado del otro, él para sostener su libro y yo para escribir en mi teléfono, nuestros antebrazos se rozan uno contra el otro. Por una fracción de segundo, los vellitos en mi piel parecen fundirse a los suyos antes que los dos nos apartemos como si hubiésemos tocado un cable con corriente.

"Disculpe," dice bajito, pero escucho un tinte de asombro en su tono similar al que repentinamente estoy sintiendo.

»¿Y cómo lucen de cerca esos largos dedos y duros nudillos cuando estás directamente junto a él? Pregunta Rose.

«He estado intentando ignorarlo, pero los vellitos de su brazo provocan muchas cosquillas.

»¿QUÉ DEMONIOS?

Estoy a punto de intentar explicarme cuando el asiento a mi derecha finalmente se ocupa. Ni siquiera puedo conseguir una buena vista de la persona antes que mi estómago me obligue a que me gire instintivamente a mi izquierda, por completo. Cerrando mis ojos con fuerza, inhalo una bocanada de aire limpio con aroma a jabón… de Entrometido. Cuando vuelvo a abrir mis ojos, se encuentran con un par de llamativos verdes y divertidos.

"¿Todo está bien?" Pregunta con una sonrisa.

"Todo está bien. Gracias."

Él arquea una ceja, sosteniendo mi mirada.

"Disculpe, señorita. ¿Señorita?"

Parpadeando, estiro mi cuello y desvío abruptamente mi atención hacia la azafata de pie en el pasillo. Ella me sonríe, aunque su sonrisa es mucho más profesional y reservada que la de Entrometido.

"¿Sí?" Digo, devolviéndole el mismo tipo de sonrisa clínica.

"Tiene que guardar sus cosas ya sea en los compartimientos de arriba o debajo de su asiento," dice de prisa antes de alejarse.

Mi sonrisa desaparece y miro hacia el frente, inhalando pequeñas bocanadas de aire para evitar vomitar. Los compartimientos de arriba están a toda su capacidad, y mi… bolsa bastante grande está ocupando todo el lugar bajo mi asiento frente a mí. En consecuencia, no tengo opción más que viajar con mi abrigo y los regalos de Alice y Rosalie colocados en mi regazo.

Una vez más, siento los ojos verdes de Entrometido sobre mí y una vez más, lo ignoro. Mientras tanto, mi estómago se revuelve, gracias a mi nuevo predicamento así como a la persona sentada a mi derecha. Juro que estoy dispuesta a bajarme de este maldito avión, y ni siquiera hemos despegado todavía. Cuando el piloto anuncia las verificaciones previas al vuelo, mientras las azafatas realizan su rutina de seguridad, y Entrometido vuelve a su libro, dejo escapar un prolongado suspiro de alivio. Entonces, hago una mueca y en seguida me arrepiento de siquiera respirar. De cualquier modo, con mi mano cubriendo discretamente mi nariz y mi boca, ofrezco una silenciosa plegaria porque al parecer han olvidado el equipaje en mi regazo y a mí.

Desafortunadamente, al prepararnos para despegar, las azafatas tienen la mala costumbre de pasearse una última vez por los pasillos.

"Disculpe, ¿señorita?"

Ella se escucha mucho menos paciente, y cuando levanto la vista, la sonrisa que ahora me ofrece es claramente forzada.

"¿Sí?" En cambio, mi sonrisa en respuesta es quizás un poco demasiado inocente a juzgar por el resoplido que se escucha a mi izquierda.

"Por favor, guarde esas cosas ya sea en los compartimentos de arriba o debajo de su asiento para el vuelo."

"Oh. Uhm," Sacudo mi cabeza, "No puedo. Los compartimentos de arriba están todos repletos."

"Entonces, debajo del asiento frente a usted—"

"Mi bolsa es muy… quiero decir, el espacio bajo el asiento frente a mí es demasiado pequeño."

Sus labios se aprietan en una línea.

"Por qué no me da los paquetes, y veré si puedo encontrar algún espacio para meterlos en uno de los compartimentos."

"Desafortunadamente, son cosas muy delicadas. Sinceramente, no me molesta mantenerlos en mi regazo," sonrío. "Sé que no es la forma más cómoda de volar durante más de seis horas," me río entre dientes, "¿pero quién vuela en clase económica esperando espacio o comodidad?"

Tan pronto como las palabras salen de mi boca, me doy cuenta de lo estúpido que suenan. La sonrisa de suficiencia que me da la azafata, además de la vista en mi periferia de mi compañero de asiento tocando su frente con su palma también me da una pista. La azafata abandona toda apariencia de sonrisas serenas y profesionales.

"De hecho, señorita, no es para su comodidad que tenemos estas reglas en vigor; es por razones de seguridad."

"Oh, lo sé. Lo siento. No es mi intención parecer desconsiderada. Simplemente no estoy pensando claramente. Verá, hay un fuerte hed… quiero decir…"

"¿Hay un fuerte qué?" La azafata pregunta con impaciencia.

"Nada, nada. Mire, ¿puedo dejar los regalos aquí junto a mis piernas, al menos? Tengo espacio suficiente."

"No, no puede dejarlos ahí junto a sus piernas. Deben almacenarse y asegurarse para que no haya peligro de que se conviertan en proyectiles voladores."

"Bien, ¿qué está pasando ahora?" Alguien grita. "¿Por qué no hemos despegado todavía?"

"Parece haber un problema con el equipaje."

"¿Otro? ¿Quién es esta vez?"

Cabezas se giran alrededor, y sus ojos se enfocan en la azafata y yo.

"No me digas que es de nuevo la atrevida chica polla americana."

"Mierda." Agacho la cabeza y oculto mi rostro detrás de mi mano.

"Señorita, va a tener que guardar sus regalos."

"¡Sí, lo sé, lo sé!"

"Mire, señorita. Todo el avión está esperando—"

"¿Señorita?" El aliento cálido y mentolado de Entrometido abanica mi mejilla. Cuando dejo caer mi mano y levanto la vista, él me ofrece una sonrisa comprensiva. "No tengo nada en el espacio debajo del asiento frente a mí. Puede guardar sus cosas ahí."

Mis ojos se dirigen hacia el espacio en cuestión cuando él retira sus grandes Timberlands, lo que lleva sus rodillas cerca de su pecho."

"Pero sus largas piernas—"

Se ríe entre dientes, haciendo un gesto con su mano rechazando mi débil intento por discutir. "Está bien, se lo aseguro. ¿Me permite?"

Con sus ojos en los míos, él alcanza mis regalos. Cuando asiento sin decir nada, él los agarra de mi regazo y con cuidado los coloca debajo del asiento frente a él. Después, se vuelve hacia la azafata. Aunque su tono es educado, hay una inflexión irritada en él.

"Problema resuelto."

"Muchas gracias." Ella le ofrece una amplia sonrisa antes de alejarse.

"¿Finalmente se resolvió el más reciente problema de la chica polla?" Alguien pregunta detrás de nosotros.

"¡Oiga!" Entrometido se vuelve en su asiento y le habla a la persona. "Ya es suficiente de eso, ¿no, amigo?"

La persona se queda callada.

Entrometido se gira de nuevo. Su mirada permanece en la pantalla frente a él por unos minutos. Luego, inclina solo su cabeza lentamente hacia mí.

"Gracias. Otra vez," digo. Él me sostiene la mirada como si esperara algo más. Cuando no le proporciono lo que desea, él me ofrece una sonrisa de lado y me guiña un ojo.

"No se preocupe." Lentamente, vuelve a su libro de historietas.

¿Y yo soy la atrevida?

Al fin, ascendemos de camino a la vieja y alegre Inglaterra. Mientras subimos, mis oídos duelen por la presión, pero no me atrevo a alcanzar el paquete de goma de mascar en mi bolsa, bajo el asiento frente a mí. A estas alturas, prefiero lidiar con que me truenen los tímpanos. Planeo moverme tan poco como sea posible por el resto del vuelo, sin importar lo incómoda que eso me haga sentir; no ir al baño, sin comer en el vuelo, nada.

Por los siguientes minutos, me siento de forma rígida, manteniendo mi mirada y mi nariz hacia el frente en la pantalla de televisión frente a mí. Que en este momento, exhibe el curso del vuelo transatlántico de más de seis horas que nos llevará a Heathrow.

Mi teléfono suena con un mensaje de texto de último minuto que entra antes que mi señal desaparezca, y con cuidado, lo levanto de mi regazo.

»Bella, cariño, ya te extraño. Que tengas buen viaje. Y no te enamores de ningún británico.

Hago una mueca cuando lo leo. En mi vista periférica, creo que veo a Entrometido desviar la mirada de su libro de historietas y echar un vistazo en mi dirección.

»Llámame cuando aterrices, incluso si es solo para decirme que llegaste bien. Voy a volverme loco hasta escuchar de ti. Solo un mensaje breve, ¿de acuerdo?

Cierro mis ojos con fuerza, con mis pulgares cerniéndose sobre el teclado. Estoy agotada física y mentalmente no solo por las últimas semanas, sino también por el vuelo que apenas si lleva una hora. Mi mente divaga. Llevándome devuelta a nuestros primeros momentos juntos, antes que supiera que estaba casado, devuelta a lo… impresionada que estaba por él y su bastante refinada sofisticación, por su generosidad y su buena disposición a compartir sus conocimientos conmigo. Pienso en cuando hicimos el amor… las sensaciones… las emociones…

Y me asalta el recuerdo muy reciente y estúpidamente excitante de un brazo rozando contra el mío.

Mis ojos se abren de golpe.

Una vez más me pongo rígida, fulminando con la mirada el espacio para el brazo entre Entrometido y yo, segura que debe haberse rozado de nuevo conmigo. Pero su brazo no está nada cerca del mío. De hecho, tiene ambos brazos pegados a su cuerpo como si se esforzara por no tocarme.

Todavía un tanto aturdida, miro alrededor para asegurarme que nadie leyera mi mente. La cabina está oscura ahora. Solo las tenues luces de arriba proporcionan iluminación para las azafatas. Uno que otro foco de lectura está encendido sobre unos cuantos pasajeros que no tienen intenciones de dormir durante el vuelo—como mi compañero de asiento a mi izquierda. Desconcertada por mis pensamientos, suspiro y vuelvo a cerrar mis ojos, esperando dormir sin soñar por las siguientes cinco horas y media o algo así.

Volviendo poco a poco pero tranquilamente a la conciencia, acurruco mi cabeza cómodamente en mi firme pero acogedora almohada y ciñó aún más la manta de felpa a mi alrededor. Después, mientras dejo que me despierten los diferentes sonidos de las mañanas en la ciudad de Nueva York, repaso una lista mental de todas las cosas que tengo que recordar antes de mi vuelo nocturno a Londres.

¿He optimizado mi equipaje de mano y mi bolso de tal modo que utilice cada posible milímetro de espacio? Listo.

¿Dejé afuera y preparada mi ropa deportiva cómoda pero a la moda? Listo.

¿Están envueltos en plástico de burbujas y papel navideños los regalos de Alice y Rosalie? Listo.

Ese jabón fresco que estoy oliendo… probablemente también debería empacarlo.

Le toma un momento a mi cerebro confundido por el sueño darse cuenta que no tengo una jodida idea de dónde viene ese aroma a jabón. ¿Y dónde carajos están los ruidos matutinos de la ciudad de Nueva York? Todo lo que escucho es un zumbido sordo y monótono… y el ruido de un motor.

Con un jadeo, mi cabeza se levanta de golpe de su extremadamente placentero pero tremendamente inapropiado lugar de descanso—el hombro de Entrometido. Cuando nos miramos a los ojos, él sonríe divertido.

"Y entonces, ¿cómo estuvo tu siesta?"


¡Jajajaja, les digo, esta pobre Bella no da una! Pero al menos parece que Entrometido está encantado con ella, ¿no creen? Ya la ayudó y hasta la defendió *suspiros* ¿Y qué creen que signifique que parece haber dejado una más grande impresión un roce de brazos con el entrometido que los momentos vividos con el hdp infiel? Que por cierto, estoy segura que más de una debe haberlo insultado al ver esos mensajes de texto que le volvió a enviar a Bella, tal parece que está empeñado a no dejar que Bella lo olvide, ¡ugh! Pero bueno, hasta ahora parece ser que este vuelo le va a ayudar mucho a Bella, esperemos que así sea. Espero que hayan disfrutado del capítulo y como siempre, estaré esperando ansiosa sus reviews para saber qué les pareció y leer pronto el siguiente, no olviden que Patty también lee con nosotras y está al tanto de su respuesta. No cuesta nada ser agradecidos, solo unos minutos de su tiempo, escribir unas cuantas palabras en el cuadrito de abajo y enviar, ni siquiera tiene que estar registrados en FF, no lo olviden ;)

Muchas gracias a quienes dejaron su review en el capítulo anterior: Lizdayanna, kasslpz, aliceforever85, Leah De Call, AnnieOR, Jade HSos, Adriu, Brenda Cullenn, Sully YM, NarMaVeg, MichelleGutierrez, Adriu, dobleRose, Aislinn Massi, Cherryland, Ali-Lu Kuran Hale, BereB, MissannieL, Isis Janet, injoa, Arlette Cullen Swan, Hanna D.L, E-Chan Cullen, bealnum, Idrt12, saraipineda44, MajoRed, Adyel, Mafer, tulgarita, Noriitha, Lectora de Fics, malicaro, Mio1973, Liz Vidal, Lady Grigori, EriCastelo, Yendry Villachica, Bertlin, mrs puff, y algunos anónimos. Saludos y nos leemos en el siguiente, espero que muy pronto. DEPENDE DE USTEDES.