Y por supuesto, para evitarnos problemas. Declaro que los personajes no son míos, pertenecen a la genial Stephenie Meyer, y la historia a la maravillosa autora cupcakeriot, yo solo traduzco.

Y es una alegría para mí seguir contando con la ayuda de mi amiga y Beta, EriCastelo. Gracias por ayudarme a mejorar :*


Capítulo 6 – La chica que bromeaba demasiado

"¿Te encuentras bien?"

"Estoy bien. Mi… dignidad se llevó la peor parte," digo mientras froto mi trasero.

Edward resopla a sabiendas. "Si ese es el caso, diría que tienes bastante… dignidad para soportar bien la caída."

Le arqueo una ceja, y luego compartimos una risita en medio del enorme salón poco iluminado y en su mayor parte vacío. Con sus relucientes pisos de mármol, sus altos arcos y anchas columnas, sus retratos colgados y sus múltiples entradas, no puedo determinar si es una sala, un salón de baile más pequeño, ¿una sala de retratos? ¿Es una habitación en la que uno se oculta cuando quiere tener una conversación susurrada con una exnovia que no parece muy feliz de ser una ex? Es difícil determinarlo, sobre todo cuando no solo está palpitando mi trasero, sino que también palpita mi cerebro por la repentina comprensión que sucede que mi entrometido es de la nobleza.

Entorpeciendo también mi capacidad intelectual está el hecho de que, aunque estoy nuevamente de pie y no en un peligro inmediato—creo—Edward no hace ningún intento por soltarme. De hecho, sus pulgares rozan mi piel, trazando lentos patrones circulares en mis nudillos, casi como si se asegurara que estaba hecha de carne y hueso a diferencia de… ¿a diferencia de qué, niebla fantasma?

Aunque, en este momento, todo lo que falta son fantasmas emergiendo de la madera. Quizás nos encontraremos cara a cara con uno de esas generaciones de barones de hombros anchos y mandíbulas angulares cuyas imágenes rodean las paredes como festón rodeando un árbol de Navidad. Desde las largas túnicas de la Edad Media a los jubones y medias de la era Tudor, pasando a los chalecos y pantalones bombachos cortos hasta las rodillas de la era de la Regencia, los relatos cuentan una narrativa continua hasta cuando los chalecos se hicieron más cortos, y los pantalones bombachos dieron paso a los pantalones. Me pregunto qué pensarían todos esos hombres del heredero actual parado frente a mí en un traje moderno de tres piezas y una sonrisa que para el corazón.

Sin embargo, con todas esas ideas de fantasmas, es la hermosa rubia en tul rojo la que nos observa, quién permanece medio oculta detrás de una columna pero preparada en los bordes externos de mi vista periférica. Está tan perfectamente inmóvil como un espectro, y por unos minutos, es fácil olvidarla.

"Bella, ¿qué por todos los cielos estás haciendo aquí?" Edward pregunta, rompiendo el silencio.

"Estaba buscando un baño."

Él inclina su cabeza. "¿Viniste desde Londres a Kent en busca de un baño?"

"Bueno, obviamente no. Esa es una historia un poco complicada."

Sonríe con suficiencia, sus ojos iluminados por la diversión y sus manos todavía entrelazadas con las mías.

"No esperaría menos de ti."

A pesar de su burla, o quizás debido a ella, repentinamente me doy cuenta de algo. Mientras sus labios se fruncen y esperan mi respuesta, mientras su mirada esmeralda—similar pero diferente a la de sus ancestros y uno o dos de sus familiares actuales—sostiene la mía, y la excitación por sus toques continuos hace arder cada terminación nerviosa de mi piel… lo sé.

Sé que no hay forma de que mi mente hiciera esto algo más de lo que fue en ese vuelo de siete horas. Si acaso, como un innato instinto de supervivencia hasta que pudiera resolver mi mierda, mi mente lo minimizó.

"Y ahí quedaron tus famosos buenos modales británicos," respondo.

Él echa su cabeza hacia atrás y se ríe, el sonido resonando en la sala, y sé algo más: esas siete horas fueron tan maravillosas para él como lo fueron para mí, porque la verdad es que no soy tan divertida. Sin embargo, cuando sus ojos vuelven a los míos, brillan con humor, con un entusiasmo interior.

"Aunque, aún afirmo que ese desastre con la maleta no fue mi culpa."

"Bella, amor, te lo dice un jurista; eras totalmente culpable."

Compartimos una mutua risita, los dos bajando la mirada antes que nuestros ojos vuelvan al otro al mismo tiempo, encontrándose y sosteniéndose una vez más.

"Así que…"

"Así que…"

"Estás aquí."

"Y tú eres un barón."

"No es—"

"¿Por qué no me—?"

"¡Bella! ¡Aquí estás!"

Los ojos de Edward se desvían abruptamente de mí, y cuando mira más allá de mi hombro, retiro mis manos de su agarre, dándome la vuelta justo a tiempo para mantener el equilibrio cuando Rose me ataca. Bueno, no es tanto un ataque como ponerme en sus brazos como si no me haya visto en años. Alice es la siguiente, mientras detrás de ellas, Emmett, Jasper y Liam se acercan con mucho menos urgencia.

"Gracias a Dios," dice Rose. "Empezábamos a preocuparnos."

"Sí, hay locas historias sobre que estos viejos castillos ingleses están embrujados," agrega Alice estremeciéndose. "Oye, ¿por qué no traes puestos tus zapatos?"

"Me caí."

"¿Te caíste?"

"Se cayó mientras se entrometía en una conversación ajena," Edward se acerca y comenta.

Lo fulmino con la mirada. "No me estaba entrometiendo. No a propósito, al menos. Estaba perdida dentro de este castillo."

"¿Ves?" Él murmura cerca de mi oído. "Entrometerse accidentalmente en una conversación ciertamente es una posibilidad." Luego, se aparta. "Por otro lado, no es tanto un castillo más bien una casa señorial—aunque el que esté embrujada es una clara posibilidad."

Mientras tanto, Rosalie y Alice han pasado de estar innecesariamente preocupadas por mí a boquiabiertas mientras sus ojos van de un lado al otro entre nosotros.

"No le hagan caso; es un embustero." Pongo los ojos en blanco. "Estoy segura que este lugar no está embrujado."

Edward se encoge de hombros. "O es eso o tenía una imaginación muy activa cuando era niño."

"Eres un hablador," me rio entre dientes al mismo tiempo que me inclino para volver a ponerme mis zapatos—sin duda complacida cuando alcanzo a ver los ojos de Edward recorriendo mis piernas antes de antes de volver abruptamente a los míos. Sus mejillas enrojecidas a pesar de su expresión despreocupada.

"Cree lo que quieras."

"Lo que creo es que todavía tienes una imaginación activa, considerando tu preferencia en lectura—"

"Uhm, ¿hola?" Rose chilla.

"¿Qué nos perdimos aquí?" Pregunta Alice.

"Oh. Al, Rosie, él es el hombre que—"

Antes que pueda responder, los otros llegan y pospongo la presentación cuando con una sonrisa abiertamente afectuosa, Liam se acerca a Edward y sujeta su hombro con una mano. Con la otra, aprieta mi brazo, para luego inclinarse hacia mí.

"¿Estás bien?"

Me sorprende un poco su proximidad y la intensidad de su pregunta. "Estoy bien, Liam."

Él exhala aliviado. "Bien." Y después de otro apretón, Liam suelta mi brazo y vuelve toda su atención a Edward.

Durante los últimos días, las sonrisas tímidas de Liam se han hecho más seguras. Ha hecho uno o dos comentarios extraños. Y esa forma de agarrarme la mano en la línea de presentaciones, la que acepté como un gesto amistoso—y oportuno—al enfrentar la inquisición del dragón que escupe fuego de su abuela, hizo sonar un par de alertas. La constante preocupación de que las señales de Liam y las mías pueden haberse confundido en algún momento entre la traducción americana a la británica se intensifica.

Y no soy la única que nota este cambio en la intimidad. Mientras Edward y Liam se saludan, Rose y Alice me miran a los ojos con interesadas cejas arqueadas. Cuando mi mirada vuelve a Edward, que está en medio de un abrazo con un solo brazo con su primo, sus ojos están sobre mí. Y no están llenos de diversión.

"¡Edward, te he estado buscando!" Sonríe Liam, apartándose de su abrazo. "¿Cómo estás, amigo?"

"Estoy bien, Liam. Me da gusto verte."

Edward y Emmett se saludan de forma similar, luego siguen las breves presentaciones. Sin embargo, después que Emmett presenta a Jasper, Rose y Alice, Liam coloca su mano en mi espalda baja e interrumpe para cumplir con su deber de presentarme.

"Edward, me gustaría presentarte a Bella Swan. Ella es una amiga de Rose y Alice, está de visita desde Estados Unidos durante las fiestas."

Edward asiente, su mirada sobre mí y abruptamente inescrutable. "Entonces… entonces ella… ¿Bella es la amiga de la novia de Emmett, que mencionaste haber conocido en el pub la otra noche?"

"Sí."

Mierda.

"La nueva amiga con la que mencionaste que habías pasado los últimos días explorando Londres."

"Sí," responde Liam, luego me mira y sonríe. "Edward y yo somos muy cercanos; puede que te haya mencionado una o dos veces."

Mierda. Mierda.

"La amiga que mencionaste que traerías como invitada esta noche."

"Sí," Liam se ríe entre dientes avergonzado, todavía mirándome. "Bien. Quizás te mencioné más de dos veces."

"Nunca mencionaste su nombre, Liam."

El tono un tanto crítico en la voz de Edward hace que Liam levante la mirada y la aleje de mí. "¿Qué? Edward, ¿estás bien? Te pusiste un poco pálido, amigo."

"En realidad, Liam, Edward y yo—"

"Liam, Bella y yo—"

"¿Liam, no me presentas a tu nueva amiga? Bella, ¿no es así?"

La rubia con el vestido de princesa de tul rojo—Irina—que admito, olvidé por un par de minutos, ahora sale por detrás de la ancha columna. Se acerca como una estrella de cine caminando por la alfombra roja. Aunque Edward no se vuelve al escuchar su voz, eso no la detiene de deslizar su brazo despreocupadamente por el brazo de él y ceñirse a su costado. Él se pone rígido, y sus rasgos ya tensos se endurecen.

"Oh. Lady Irina," sonríe Liam. "¿Cómo está usted? No la vi ahí."

Lady Irina. Resoplo en mi interior. Por supuesto que ella es una lady. Lady Charlotte no se conformaría con algo menos.

Una vez más, Liam hace las presentaciones.

"Una nueva amiga para Liam," sonríe Irina, enfatizando la palabra amiga y haciéndola sonar más como 'amante'. "Eso es adorable. Es maravilloso conocerte, Bella, incluso si antes interrumpiste una conversación privada." Pretendía ser una broma amistosa, pero no hay nada amistoso en su fría mirada azul.

"También es… un placer conocerla… lady Irina. Y me disculpo por cualquier interrupción—"

"Bella, no te disculpes. Irina, no llamaría una caída accidental—que podía haber terminado en lesión—una interrupción," dice Edward. "Además, Bella no interrumpió nada muy importante."

"Es cierto," concuerda Irina. "Las riñas entre amantes se olvidan fácilmente." Ella se vuelve hacia él, lo bastante alta para que en sus pequeños zapatos de tacón quede al mismo nivel que él, y aunque baja la voz sus palabras son perfectamente audibles. "Sobre todo cuando lleva a un buen sex—"

"Irina," sisea Edward.

"Bien, entonces." Bruscamente, ella vuelve su atención hacia nosotros. "Ahora que todos nos conocemos y nos emparejamos maravillosamente, volvamos al salón, ¿les parece? Estoy segura que lady Charlotte está ansiosa por iniciar el baile."

Con su brazo envolviendo con firmeza el de Edward y su cuerpo esbelto ceñido a su costado, Irina tira de Edward y ellos toman la delantera de regreso al salón, uno caminando con rigidez mientras la otra se pavonea. Sus piernas igualmente largas superan en seguida mi paso, y aunque obviamente están susurrando, esta vez, sus palabras no se pierden en el aire.

Él mira hacia atrás una vez y de inmediato encuentra mis ojos, pero ahora los suyos están fríos e ilegibles, se mandíbula apretada, con sus fosas nasales ligeramente ensanchadas. Luego se vuelve a dar la vuelta.

"Barón y baronesa Masen, ella es Isabella Swan. Isabella, mi tío, lord Edward, es un par en la Casa de los Lores…"

Aparentemente Liam se ha designado como el Embajador personal de Presentaciones al Mundo de la Aristocracia.

Sé que tengo que encontrar un lugar y unos minutos para aclarar esto antes de que… antes de que él se salga más de control, pero mi mente es un tumulto. El gentío en el salón se ha multiplicado en los pocos minutos que nos ausentamos. Lo que es más, Edward e Irina han desaparecido de nuevo, y después de lo que dijo Irina sobre lo bueno de las reconciliaciones después de las discusiones, sigo imaginándolos en alguna parte oscura de este castillo, perdón, casa señorial—en uno de sus muchos rincones y recovecos con ella contra los antiguos muros, y su tul rojo envolviendo a Edward mientras él—

Sacudiendo mi cabeza disimuladamente, disipo la imagen en favor de los que están frente a mí. A pesar de la irritación que ahora aumenta, no puedo evitar apreciar la belleza que me rodea—los invitados con sus esmóquines, en sus centellantes vestidos de gala, y llevando puestas sus brillantes joyas. Personal de servicio en esmóquines caminan por todas partes sosteniendo en lo alto bandejas de espumosa champán en una mano mientras sostienen bandejas de sándwiches de té (1) y ostras envueltas en tocino en la otra. Gigantescos árboles de Navidad, adornados con rojo y dorado, decorando cada esquina. Exuberante festón verde y moños carmesí cubren las paredes ya ornamentadas. Más allá de la brillante pista de baile de mármol, espera una gran banda, por ahora solo tocando el arpa en el trasfondo del tumulto. Y hasta el fondo, siempre que se abren las puertas dobles, alcanzo a ver más personal de servicio en esmóquines, agregando los últimos toques a una mesa colocada con altísimos centros de mesa arqueados y dorados a lo largo de la mesa con candelabros de oro y candeleros. Y ciertamente por todas partes, navideñas luces blancas hacen que la casa explote totalmente con un esplendor casi cegador—como una gigantesca y mágica joya.

Suspirando y entrecerrando los ojos, sigo mirando… y buscando.

"¿Bella?"

"¿Hm?"

Liam se acerca y susurra, "Te estaba presentando al barón y la baronesa de Masen; lord Edward y lady Elizabeth son mi tío y mi tía."

"Oh." Parpadeando para desechar mi creciente frustración, devuelvo mi atención al aquí y ahora y extiendo mi mano para otro apretón. "Lo siento. ¿Cómo les va?" Haciendo una mueca al escuchar lo que sé es otro desliz, sacudo mi cabeza. "Lo siento. Quiero decir, lord y lady, es un placer conocerlos. Mierda. Quise decir—"

Mi rostro definitivamente está ardiendo, sobre todo cuando me doy cuenta que no solo estoy diciendo todas las cosas mal, también acabo de lanzar una maldición. Estoy considerando seriamente solo salir de este castillo—disculpen, casa señorial—y volver a Londres pidiendo un aventón.

Pero antes de que haga otro movimiento u otra torpeza, lady Elizabeth… la madre de Edward, se ríe entre dientes.

"Por favor, no te sientas incómoda, querida mía. 'Cómo les va,' 'Es un placer conocerlos,' 'qué tal', todos sirven muy bien."

Por un segundo, estoy segura que he escuchado mal. Pero la escultural lady me sigue sonriendo, y aunque Edward heredó mucho de su apariencia, así como su color de ojos, de su papá, el cabello color bronce así como la sonrisa burlona, definitivamente vienen de su mamá.

Una pequeña sonrisa se extiende por mi rostro.

"Gracias, lady Elizabeth. Tiene una… casa encantadora."

"Vaya, gracias. Tiende a haber muchas corrientes de aire en el invierno, pero… estamos encariñados de ella—de la forma en que uno se encariña de un museo. Isabella— ¿puedo llamarte Isabella, o prefiere señorita Swan?"

"Isabella… Bella está bien." Sugiero con cuidado mientras espero no haber metido la pata de nuevo.

"Bella," repite, "¿de qué parte de los Estados Unidos eres?"

"Oh," digo, momentáneamente sorprendida por su interés. "Soy originaria del estado de Washington, en la parte noroeste del país." Ofrezco, preguntándome qué tan familiarizada está con la geografía de los Estados Unidos. "Pero me mudé a la ciudad de Nueva York para ir a la escuela—quise decir, la universidad, y después de la graduación, me quedé ahí."

"El estado de Washington," asiente lady Elizabeth, "eso está cerca de la frontera con Canadá, ¿cierto? ¿Cerca de Vancouver?"

"Vaya, sí, lo está."

"Nunca he estado en la parte noroeste del país," musita lady Elizabeth, "aunque me encantaría algún día. Mi hijo me dice que es muy bonito y parecido a nuestra campiña debido a las similitudes del clima."

Lord Edward asiente, de acuerdo a todo lo que dijo su esposa. "Sin embargo, hemos estado en la ciudad de Nueva York. Esa ciudad sí es similar a Londres, ¿estás de acuerdo, Bella?"

Estaba más que un poco sorprendida por lo… diferente que ellos eran a no solo las pocas personas que me presentó Liam hasta ahora, sino de lady Charlotte.

"Veo muchas similitudes, sí, lord Edward," sonrío, "aunque para mí siempre ha existido algo… mágico en Londres."

Lady Elizabeth se ríe entre dientes de una forma discreta y refinada. "Quizás es toda la lluvia en nuestro país la que comparas con la magia. Aunque puedo ver cómo la densa niebla puede considerarse mística por aquellos que también pasaron su infancia perdidos en ella."

Por unos segundos, no digo nada, convencida de que he vuelto a meter la pata, y ahora me están corrigiendo.

Me acerco a Liam. "¿Qué dije mal ahora?"

"No estoy seguro."

"Perdona a mi esposa, Bella," lord Edward sonríe, acercándola a él. "Le gusta mucho bromear, pero a veces, en especial en nuestros círculos, nos encontramos con personas que no se dan cuenta—"

"No. No, está bien," le doy una amplia sonrisa. "Es solo que no esperaba… me encanta la gente que bromea. ¡Yo también bromeo!" Digo, descansando una palma en mi pecho. "¡En Estados Unidos, somos amantes de las bromas!"

Los dos se ríen.

"Creo que es encantador," dice lady Elizabeth. "Una cultura amistosa y abierta."

"Nuestro hijo tiende a parecerse a su madre—"

"Desafortunadamente, sí, a veces se parece a su madre en su incapacidad para recordar la sociedad a la que pertenece y por tanto no recuerda que nosotros no hablamos en tontos acertijos."

"Oh, maravilloso. Tu madre nos acompaña," lady Elizabeth le murmura a su esposo.

En el momento en que lady Charlotte aparece, la vibra ligera en nuestro círculo decae. Las sonrisas relajadas de los padres de Edward desaparecen, y lord Edward se aclara la garganta.

"Madre—" Cuando lady Charlotte se aclara la garganta, él empieza de nuevo. "Baronesa Masen, ¿ha conocido a Bella, la invitada de Liam para esta velada?"

La baronesa viuda simplemente me ofrece una mirada de soslayo.

"Oh, sí, la abeja. Tuve el… ahem, placer. Como estaba diciendo, esta cultura de bromas, mofas y diversión, es lo que lleva a ese país y a sus habitantes," dice como si le hablara a gente del pantano viviendo en una fosa, "de una situación desastrosa a otra. ¿Qué país prospera cuando no entiende la necesidad de mantener la compostura, para mostrar moderación?"

"Creo que mostramos—" Empiezo a decir.

"Nunca he visitado ese país, y no tengo intenciones de hacerlo nunca," declara. "No hay nada de él que me interese—una cultura carente de talento con cafeterías, vaqueros y tartas de manzana. Hmph," resopla de forma despectiva.

"Porque una cultura de pubs, aristocracia y pastel Shepherd (2) es mucho mejor," responde lady Masen de forma irónica.

"Precisamente," responde ella, ignorando por completo la burla de lady Elizabeth.

"Querida madre, creo que tal vez estás minimizando solo un poco los vastos y variados talentos estadounidenses."

"De ninguna manera."

"Bueno, toma a Bella por ejemplo," continúa lord Masen. "¿Qué es lo que haces en los Estados Unidos, Bella?"

"Soy arquitecta," sonrío.

"Una arquitecta," sonríe él. "Magnífico."

"Una arquitecta," lady Masen repite. "Mi hijo me contaba que conoció a una arquitecta en su vuelo de regreso de los Estados Unidos la semana pasada."

Mi corazón da un vuelco. "¿Ah, sí?"

"Hmph. Arquitecta," la baronesa viuda vuelve a interrumpir. "Los americanos no saben nada de verdadera arquitectura—de construcciones destinadas a durar toda una vida. Todo lo que construyen son estructuras altas y vulgarmente brillosas de mal gusto."

"Construimos mucho más que eso, lady Charlotte. De hecho, estoy extremadamente orgullosa del trabajo en el que he participado hasta ahora."

La baronesa se sobresalta y se me queda mirando como si le hubiera dicho 'Vete a la mierda, vieja bruja ignorante,'—lo que obviamente pensé en hacer pero inteligentemente me lo guardé. Ella mira de mí a Liam, luego a su hijo, después finalmente a su nuera, como si esperara que uno de ellos me retara, me desafiara a un duelo o algo así.

"Edward," dice lady Masen, y por un momento, mi corazón se detiene hasta que me doy cuenta que ella le habla a su esposo, "tu madre tiene toda la cultura y sofisticación de una persona que nunca se ha alejado de estas cuatro paredes."

"Gracias, nuera," dice lady Charlotte como si le hubieran hecho un cumplido. "Hmph," ella resopla en mi dirección antes de dirigir su mirada furiosa de dragón nuevamente hacia Liam. "Liam, ¿no te pedí que encontraras a tu primo?"

"Lady Charlotte, lo hice."

"Entonces, ¿dónde está?" Demanda ella.

"Yo… no estoy seguro…"

"Por el amor— ¿de qué has estado alguna vez seguro, Liam?"

"Madre, deja en paz al pobre Liam." Lady Masen suspira. "Y la razón por la que mi hijo sigue desapareciendo es porque no está contento con gran parte de la lista de invitados de esta noche. ¿No discutimos tú y yo sobre no invitar a toda joven soltera y con título en el país a su fiesta de cumpleaños de este año? ¿No fue así que lo convenciste de venir a casa para esta fiesta en primer lugar?"

"Obviamente, mentí."

"Madre," lord Masen suspira. "Eso es horrible."

"¡No es horrible, es necesario! ¡El muchacho cumple treinta años! ¡Es tiempo que siente cabeza!"

"¿E invitaste a lady Irina, madre?" Lady Masen la reprende aún más. "Sabes que él y lady Irina ya no son—"

"Lady Irina es la única hija del duque de Tilbury, y ella tiene cuatro hermanos, y si es seguro que alguna de estas mujeres aquí esta noche tenga un niño, es ella."

"¡Madre!"

"¿Qué?" Levanta sus palmas en una demostración de exasperación. "En 27 generaciones de la baronía Masen, un heredero varón inglés puro siempre ha sido el primogénito y por lo tanto, ha mantenido la Casa en poder de la familia Cullen. Imaginen que naciera primero una niña." Se estremece.

Lady Masen deja caer la cabeza y pone las palmas en su frente.

"Por qué recibo un constante abuso y quejas de ustedes dos en vez de interminable gratitud por mi sabiduría, no lo entiendo." De nuevo, se vuelve hacia Liam. "En ocasiones, creo que mi trabajo aquí habría sido más fácil de haber sido tú el heredero en vez del suplente." Me mira a mí. "O quizás no."

Con eso, se aleja.

Cuando Liam y yo nos alejamos de los padres de Edward, él me sonríe a modo de disculpa.

"Una vez más, lamento la descortesía de mi abuela. Edward, e incluso Emmett, siempre han sido mejor que yo en responderle."

"Al parecer, también la mamá de Edward," digo.

Liam se ríe entre dientes. "Sí. Supongo que de ahí lo heredó Edward. Tía Elizabeth es muy sincera en su desagrado por la forma establecida de hacer las cosas, sobre todo para alguien de su posición."

"Me parece extremadamente extraño que todavía exista una forma establecida de hacer las cosas."

"Te advertí que la había."

Cautelosamente, coloco una mano en el antebrazo de Liam y nos detengo.

"Liam, en realidad, no me importa la descortesía de tu abuela. Ella tiene unos ciento cincuenta años, y al parecer, su forma de pensar lo refleja."

Nuevamente él se ríe, al parecer aliviado. "Excelente. Me alegra," dice en voz baja.

"Lo que más me preocupa…" Digo claramente, asegurándome que pueda escucharme por sobre el bullicio a nuestro alrededor y por sobre el arpista al otro extremo del salón. "Lo que más me preocupa son las conjeturas que parece estar haciendo, y las conjeturas que algunos otros están haciendo, las conjeturas que tú pareces estar fomentando, de que hay más que solo amistad entre nosotros."

Su rostro decae, y mientras está ahí parado ajustando su corbata y sus gafas, acciones que lo conozco lo suficiente para saber qué hace cuando está nervioso, mi corazón duele un poco por él. Pero tengo suficientes problemas en mi vida amorosa. No necesito añadir otro.

"Me disculpo," dice finalmente tan bajito que tengo que esforzarme para escucharlo. En este momento, su mirada está en el suelo entre nosotros. "Desde ahora, me aseguraré de que no se hagan tales conjeturas."

"Gracias." Después, agacho la cabeza de modo que esté en su línea de visión, y cuando sus ojos avergonzados finalmente encuentran los míos, le ofrezco una sonrisa. "Oye, durante los últimos días, he disfrutado mucho de nuestra amistad. Espero que pueda continuar."

Suspirando, me ofrece una sonrisa tímida. "Claro. Tengo sed ahora. ¿Te gustaría una bebida?"

Probablemente él solo quiere huir de mí por un rato, lo que entiendo. Las cosas se sienten un poco incómodas.

"Sí. Eso sería genial."

"Iré por un par de copas, ¿sí?"

"Gracias." Mis ojos recorren el salón lleno de gente. "Y yo veré si puedo reunir al resto de los chicos. Quién sabe dónde demonios estarán."

Su rostro ahora se ilumina, como si el prospecto de estar a solas conmigo repentinamente apestara. Sí, le encantaba hace un minuto.

"Me parece estupendo."

Nos separamos, los dos probablemente aliviados de hacerlo. Mientras me abría paso entre la multitud, tuve que pararme de puntillas para ver por encima de la mayoría de sus cabezas. Desafortunadamente, no todas somos altas como la jodida lady Irina. Pensar en ella me tiene nuevamente imaginándolos a ella y Edward, probablemente escondidos en algún rincón oscuro medieval por aquí, haciéndolo como—

La imagen me molesta aún más de lo que ya estoy. Exhalando frustrada e incapaz de encontrar a una maldita persona que conozca, me abro paso entre la gente y encuentro una esquina, donde me paro junto a uno de los enormes árboles de Navidad y solo… espero.

"¿Perdida de nuevo?"

Mi respiración se detiene. Al girarme a mi derecha, un par de incomparables ojos esmeralda encuentran los míos. Pero tensa e insegura de en qué posición estamos—además de junto a un árbol de Navidad—solo consigo darle una débil sonrisa.

"En cierta forma. Aunque esta vez no tanto."

Edward asiente despacio, sus rasgos inescrutables al señalar a su izquierda.

"Bueno, acabo de ver a Rosalie y a Emmett por allá, aunque Alice y Jasper estaban en esa dirección." Señala un poco más en dirección al este. "Liam…" dice cautelosamente, señalando a su derecha, "está por allá, si lo estás buscando."

"No lo estaba buscando."

Una vez más, asiente, su manzana de Adán subiendo y bajando, aunque sus ojos normalmente expresivos no revelan nada.

"Bueno, ¿hay alguien más que te gustaría que buscara? Mis piernas son mucho más largas que las tuyas, lo que hace mucho más fácil para mí hacer ciertas cosas como encontrar amigos en grandes grupos de personas—"

"¿Y ubicar equipaje en compartimentos?" Sonrío.

"Sí. Eso también."

No puedo evitar reír entre dientes. "Vaya, gracias por llamarme enana."

"No dije tal cosa. Tú tienes la costumbre de poner palabras en mi boca."

"Y tú tienes la costumbre de ocultarte detrás de tus supuestos buenos modales británicos para luego tomarme el pelo despiadadamente."

Trata de mantener el rostro serio pero en seguida termina riendo. "Me disculpo."

"No lo hagas. Pasaste siete horas en un vuelo con esas largas piernas tuyas dobladas como un pretzel para que los regalos de Navidad de mis amigas pudieran llegar en una pieza. Tienes derecho a la misma cantidad de horas de bromas consecutivas."

Ahora me ofrece una sonrisa torcida, metiendo las manos en sus bolsillos al acercarse. Acercándome también, trago con fuerza cuando el aroma de su jabón flota a nuestro alrededor. A pesar del gentío, de pronto somos solo él y yo junto a este árbol.

"¿Oh, en serio? ¿Y cuántas horas me quedan? ¿Sabemos? No quiero exceder mi límite."

"No estoy segura. Pero creo que todavía te quedan unas cuantas. Deberíamos estar bien."

Nos miramos a los ojos.

"Feliz cumpleaños, por cierto."

Se encoge de hombros. "Gracias."

"Así que… eres un barón."

"En realidad, no," sonríe.

"Pero lo serás."

"Ahh. Sí. Lo seré."

Resoplo. "¿Por qué no lo mencionaste?"

"¿Qué, en el vuelo?"

"Sí."

"Disculpa por entrometerme en tu conversación, pero, ¿puedo ayudarte con tu equipaje? Oh, y por cierto, soy heredero de una baronía."

Pongo los ojos en blanco. "Bueno, obviamente, no así."

Cruza los brazos sobre su pecho. "¿Entonces, cómo?"

"Hola, peculiar americana. Disfruto leyendo historietas de horror. Por cierto, algún día seré un barón."

Ahora se ríe con ganas. "A tu manera es mucho peor." Pero cuando se detiene, una suave sonrisa juega en sus labios. "¿Recuerdas que te dije eso—sobre las historietas?"

"Por supuesto."

Los dos nos quedamos callados.

"Eres de la aristocracia, Edward."

"Apenas," sonríe con suficiencia. "Un barón es el título más bajo en la nobleza, solo un paso por encima de ustedes, la los plebeyos."

Lo miro ceñuda.

"Estoy bromeando. Bella…"

"¿Sí?"

"En ese vuelo… sentí… una conexión—"

"Edward—"

"Pensé… que quizás… tú también, y comprendí cuando dijiste que no querías iniciar algo mientras tuvieras complicaciones en tu vida. Pero si eso cambió o si la razón por la que no has llamado es que conociste a mi primo y te gusta él, lo comprendo."

"Edward—"

"Él es un tipo genial. Como un hermano para mí." Resopla. "En realidad, me pareció divertido que los dos conociéramos mujeres en las que nos interesamos, la misma semana."

"Edward—"

"Y," él suspira, desviando la mirada de mí y hacia el árbol detrás de nosotros, "si prefieres que no mencione que nos conocimos… antes, no diré nada. Nada pasó realmente, de todos modos—"

"Edward, detente." Al escuchar mi tono molesto, sus ojos vuelven a mí. Tomando una respiración profunda, la libero poco a poco. "Mira, Liam es un gran chico, y me divertí muchísimo con él los últimos días…"

"Como dije, lo comprendo." Edward asiente de forma estoica.

"No, no lo comprendes. Tal vez yo le guste a él para más que una amiga, pero yo lo veo a él solo como un amigo, y se lo dejé claro hace unos minutos."

Sus ojos esmeralda se abren como platos.

"La razón por la que aún no te había llamado," suspiro, "bueno, es complicado, pero… empiezo a pensar que puede no ser tan complicado como había pensado."

Edward me da una expresión de curiosidad. "Y, por supuesto, te lo explicaré si quieres que lo haga, pero no aquí y no ahora. Y también…" Con mi corazón acelerado en mi pecho, estiro mi mano lentamente y rozo mis dedos con los suyos. Miles de chispas fluyen y se electrifican entre nosotros como rayos horizontales. Mi respiración se atora en mi garganta cuando veo a Edward tomar varias respiraciones continuas.

"También, la otra razón por la que no te había llamado fue porque me había convencido que de ninguna manera esto podía ser real—no después de simplemente siete horas—y nada menos que en un vuelo."

"En económica," sonríe.

"En económica," me rio entre dientes. "¿Y qué, por todos los cielos, estabas haciendo tú en económica?"

"Te lo dije. Mi familia, bueno, mi abuela me quería en casa para esta fiesta. Me prometió que se efectuaría… de forma diferente a como ha sido en el pasado."

"Obviamente, mintió," digo, repitiendo lo que ella misma admitió hace poco.

"Mintió totalmente, y estaría realmente furioso en este momento por haberme tomado la molestia… de no haberte conocido en ese vuelo y si no te hubieras presentado aquí esta noche."

Una vez más, simplemente nos miramos a los ojos, pero nuestros dedos continúan rozándose, deleitándose en esas chispas eléctricas que zumban y crepitan entre nosotros.

"¿Ahora qué?" Sonrío.

"Ahora…"

"Damas y caballeros, me gustaría su atención, por favor."

Es lady Charlotte—nada más y nada menos que por el equipo de sonido. Y a pesar de la petición que agrega al final, ella demanda la atención de todo el mundo.

"Ahora, para abrir el baile, como en años pasados, mi nieto, lord Edward Cullen, el futuro barón de Masen, escoltará a una afortunada joven lady a la pista de baile."

"Demonios." Todo el aire deja los pulmones de Edward cuando se vuelve para fulminar a su abuela con la mirada desde el otro extremo del salón. "Maldición, le dije que no haría eso."

Lady Charlotte continúa. "Sin embargo, necesito la ayuda de todos. Al parecer tenemos un poco de problemas para localizar a Edward. Así que les pido a todo ustedes que miren a su alrededor en este momento y me ayuden a encontrarlo."

"Ella es diabólica."

"Si no fuera un jurista, asesinaría a la vieja arpía."

Al mismo tiempo, los ojos de todos vagan por el salón de baile. No toma más que unos pocos segundos que algunos de ellos localicen a Edward. Susurros se elevan en el aire, y mi corazón late con fuerza cuando más de un par de ojos me observan con curiosidad.

"Ahh, ahí está él," exclama lady Charlotte.

Al momento siguiente, ella me ve junto a su nieto—no del suplente, sino del verdadero heredero. Se sobresalta visiblemente, y en ese momento, sus ojos se entrecierran tanto que desde el otro lado del salón, parecen dos rendijas horizontales en lo alto de su frío y arrugado rostro.

"Oh, querido Dios," digo entre mi aliento, con mis labios apenas moviéndose, "me vio contigo."

Lady Charlotte me mira ceñuda antes de volverse drásticamente y asentir una vez a la banda. El arpista comienza una introducción conocida.

"Este año, abriremos el baile con el Vals de las Flores de Tchaikovsky."

"¿Un vals?" Susurro con incredulidad. "¿Sabes cómo bailar el vals? ¿Qué estoy diciendo? Claro que sabes cómo bailar vals. Eres un barón."

"Heredero a la—" Empieza a corregirme.

"Como sea."

"Y yo elegiré a la joven lady lo suficientemente afortunada como para acompañarlo. Ella es una joven lady que no solo rechaza todas las características de lo que se pasa por cultura en la ignorante sociedad de hoy, sino que representa la elegancia y gracia y…"

"Está hablando de Irina."

"Está jodidamente loca," sisea Edward.

"¿Pero qué es lo que vas a hacer, simplemente no bailar?"

"… y un linaje que es casi insuperable en estos tiempos…"

Edward se gira de nuevo hacia mí. "Abre el baile conmigo."

"Estás jodiendo…" Siseo. Mientras mi mirada vaga por el salón de baile, no me sorprende para nada las veinte docenas o algo así de miradas que están sobre nosotros. "Tu abuela espera que abras el baile con Irina."

Él sonríe y alcanza mi mano, entrelazando sus dedos con los míos. A pesar del martilleo en mi pecho, su toque lanza una descarga de calor por mi cuerpo y en cada una de mis extremidades.

"¿Quieres que abra el baile con Irina?"

"¡Demonios no, pero no sé cómo bailar vals!" Digo con los dientes apretados.

"No es tan difícil." Entonces, dándole a mi mano un suave tirón, me lleva a través de la gente que abre el paso.

"Es fácil para ti decirlo; eres un barón."

"Heredero de la—"

"¡Ni siquiera puedo bailar el limbo!"

Arqueando una ceja, me lleva hacia la deslumbrante pista de baile mientras las primeras notas de la sección de cuerdas y los susurros sorprendidos de la multitud flotan en el aire a nuestro alrededor.

"¿Dirías que aprendes rápido?"

"En mi currículum, lo diría, sí. En la vida real, me toma algo de tiempo."

Él se detiene, y por un momento, creo que he conseguido convencerlo del evidente riesgo en su sugerencia. Pero antes que pueda dar un suspiro de alivio, Edward levanta nuestras manos unidas a lo alto y las extiende sobre nuestros hombros, sus ojos brillando con diversión cuando mi respiración se atora en mi garganta.

"Estarás bien. Lo prometo. Coloca tu otra mano en mi hombro."

Con mi corazón latiendo con fuerza, hago lo que me dice.

"No los mires a ellos, mi hermosa chica americana. Mírame a mí."

Después, cuando la sección de cuerdas hace una pausa y espera, él desliza su mano bajo mi brazo y la descansa firmemente en mi espalda.

"Ahora, respira," dice entre su aliento, sonriendo con dulzura, con su mirada esmeralda en la mía, "y solo sígueme."

Cuando asiente, se unen las trompetas, su música casi tan fuerte como el latido de mi corazón. Casi. Mientras Edward me conduce de forma experta por la pista de baile, soy un rígido desastre de dos pies izquierdos enredándose entre ellos. Hago todo lo que puedo por evitar hacer tropezar a Fred Astaire aquí presente.

Todo mi cuerpo arde. Mi rostro está en llamas.

Edward me sonríe. "¿Estás bien?"

"Me imagino siendo quemada en la hoguera y considerando todas las formas en que eso sería preferible a esto."

Se ríe entre dientes. "Solo relájate."

Pero no me relajo. Para nada. En vez de eso, empiezo a sudar en pánico. Mis palmas se ponen cada vez más húmedas.

"Te estoy sudando todo."

"No importa. Me babeaste todo en ese vuelo."

"¡No es cierto!"

"Lo hiciste, pero no me importó. Es momento de una vuelta."

"Qué quieres decir con que es—"

Levanta nuestras manos entrelazadas y me gira bajo su brazo. El salón de baile da vueltas en un vertiginoso círculo. Veo breves destellos de color, de lo que podrían ser los vestidos de Rose y Alice, en base a los conocidos tonos y formas. No puedo estar segura porque no puede detener mi impulso, sigo dando vueltas.

"Wow," Edward sonríe, deteniéndome. "Solo una vuelta a la vez—por ahora."

"¿Por ahora? Creo que intentas matarme."

"Nunca."

Cada vez que me hace girar, identifico a alguien en base a los colores que pasan frente a mí. Como la persona pelirroja en esmoquin parada de forma estoica en la orilla de la pista de baile. En mi siguiente vuelta, dos figuras que podrían ser lady Elizabeth y lord Masen. Después, hay un destello de tul rojo.

"¿Ves? Estás aprendiendo."

"Sí, mírame siendo una experta diez minutos después de terminar el baile."

Edward se echa a reír con ganas, sus ojos reflejando el brillo del candelabro sobre nosotros. Una vez más, me hace girar. Esta vez, cuando alcanzo a ver un destello de cabello gris azulado en un reluciente traje blanco, me tropiezo.

"No los mires," dice Edward. "Mantén tus ojos en mí. Escúchame; este es el mejor baile de salón de apertura que he bailado en mi vida."

"Mentiroso," me echo a reír.

"No estoy mintiendo. Te lo juro, Bella. No lo estoy haciendo."

No sé si es la intensidad de su voz, el brillo en sus ojos, su toque, la música, el champán, los giros vertiginosos—o una combinación de todo ello. Pero para cuando la secuencia de cierre empieza, realmente me estoy divirtiendo mucho en el baile. Mis pies se mueven hacia atrás y adelante, y aunque probablemente los estoy moviendo muy mal, bien podría ser Ginger Rogers. Mantengo la barbilla en alto y mis hombros derechos mientras Edward me hace dar vueltas una y otra vez, y reímos y reímos por todo y nada. Cuando mete una combinación de elevaciones y giros, estoy literalmente—y figurativamente—flotando en el aire.

"Casi termina," me informa él.

"¿Ya?"

"¡Prepárese para la última parte, señorita Swan! ¡Lista! ¡Tranquila!"

Con una última elevación y giro, Edward me echa hacia atrás, y chillo sorprendida, riendo al terminar el baile con una pierna en el aire.

Nuestro espectáculo recibe un aplauso ensordecedor mientras Edward se cierne sobre mí, con su pecho agitado.

"Perfecta."

"Lo fue, ¿cierto?"

"No el baile, no. La ejecución fue fatal. te ves perfecta."

"¿Perfectamente sudada y alocada?"

Se ríe entre dientes. "Como dije, perfecta."

"Y me mentiste; dijiste que fue el mejor baile que habían tenido en tu vida."

"No por la ejecución técnica," sonríe.

Nos sostenemos la mirada.

"Bella…" Él traga con fuerza antes que sus ojos se posen en mis labios. "Bella, me he estado muriendo por… puedo…"

Ya se está acercando, y apenas consigo asentir ansiosa y sin aliento antes que la boca de Edward roce la mía.


(1) Es un tipo de sándwich de pan blanco, sin bordes, cortado en triángulo, relleno con alguna proteína. Inicialmente se servía como acompañante de la hora del té, se conocen cerca de 50 recetas para prepararlos.

(2) Plato que consiste en carne picada cocida, cebollas en salsa y una cobertura de puré de papa.


*Suspiros* ¡Todo un cuento de hadas! Al menos por ahora jejeje, porque obviamente no será tan fácil. ¿Cómo le irá a Edward y a la abeja, como le dice el dragón, después de ese baile? Y sin duda, Irina no estará para nada contenta con que la dejaran plantada para el baile, ya veremos qué hará después de esa humillación. Pero qué les parecieron los padres de Edward, evidentemente son personas que a pesar de su posición son sencillos, ¿pero será que acepten a Bella como posible pareja de su hijo? Esperemos que sí, porque se ve que estos dos no pueden ya estar separados, pobre Liam, pero fue bueno que Bella dejara claro que no lo veía más que como un amigo. Pero después de ese baile, ¡y ese beso! ¿Habrá un problema entre los primos, casi hermanos? Bueno, todo eso lo veremos más adelante, mientras tanto, esperaré ansiosa sus reviews para saber qué les pareció y leer pronto el siguiente. Recuerden, POR FAVOR, que el único pago que recibimos por hacer esto son sus reviews, una forma de agradecimiento que nos alienta a seguir compartiendo estas hermosas historias con ustedes. No lo olviden, por favor.

Muchas gracias a quienes dejaron su review en el capítulo anterior: Jade HSos, Car Cullen Stewart Pattinson, jupy, kasslpz, DobleRose, paupau1, Aislinn Massi, AnnieOR, injoa, JessMel4, Tecupi, Lupita Pattinson Cullen, Cassandra Cantu, somas, MichelleGutierrez, Leah De Call, Sully YM, , alejandra1987, bealnum, Lizdayanna, aliceforever85, nelsy, Tata XOXO, Isis Janet, Rosiichita, rosycanul10, Adyel, Mio1973, Rose Hernandez, Lectora de Fics, Arlette Cullen Swan, malicaro, NarMaVeg, Noriitha, Lauguilln, tulgarita, Lady Grigori, Ali-Lu Kuran Hale, Cherryland, PRISOL, E-Chan Cullen, mrs puff, saraipineda44, Liz Vidal, Idrt12, Missannie L, angryc, Bertlin, EmilyChase, Mafer, y algunos anónimos. Saludos y nos leemos en el próximo, espero que muy pronto. DEPENDE DE USTEDES.