.

—3—

. Las flores del mal revelan

Demonios ocultos de mi alma

Un amor fatal.

.

Will podría acostumbrarse rápidamente a esto, despertar cada mañana a su lado sería el equivalente a disfrutar de los Elíseos en vida, claro qué a pesar de lo sucedido, no se lo pensaba decir para no inflamar de más su ego. El hecho de que Nico le preguntara varias veces si estaba de acuerdo con esto emocionó enormemente su corazón. No es que Solace albergara dudas o que los dos jamás hubieran hecho nada de corte sexual en su relación. Si Will insistía tanto en que refrenaran su pasión antes de llegar a la penetración se debía a que siempre había una amenaza, una búsqueda o una guerra. Una razón por la que no quería que Nico descargara todo su potencial físico en él. Como médico era consciente de que después del clímax, ninguno de los dos tendría la fuerza o voluntad para levantar un arma o conjurar sus dones sobrenaturales a fin de proteger su vida, pero luego de que confesaran su amor junto a la arboleda de Dodona, no vio ninguna otra resolución.

Nico era un amante apasionado, dedicado y amoroso, le suplicó que lo tocara, que no dejara una zona de su cuerpo intacta y por su parte, Will solicitó lo mismo. Su novio ya tenía guardados algunos condones, lubricantes y accesorios que harían su experiencia más satisfactoria. Todos se encontraban ocultos en los cajones de la base de su cama, la supervisión diaria de las cabañas pretendía evitar este tipo de escenarios. Nada de contacto íntimo entre campistas, cero consumo de drogas, cigarros o bebidas alcohólicas aunque si habría de ser honestos, con el tipo de vida que llevaban, con lo rápido que maduraban y veían morir a sus camaradas —¿A qué otra cosa se podían aferrar?— Sin televisión, celulares o internet, era un auténtico milagro que no deliraran.

Will dejó estos pensamientos para algún otro momento y retiró las sábanas satinadas de la parte media de su cuerpo para caer en la cuenta de que Di Angelo se había aferrado al bordillo de su camiseta sin mangas, lánguido, soñoliento y pleno de sexo, Nico era la representación física y espiritual del erotismo, las marcas de sus besos y dedos, esas que el sanador no se abstuvo de dejar a lo largo de su esbelto y perfecto cuerpo resaltaban sobre su blanca piel como pétalos de rosas. Solace sintió nupcias en la parte baja del estómago, su boca de lleno de agua y su entrepierna palpitó, dura, dolosa y ávida de consuelo. No obstante, se tranquilizó, no quería despertarlo por mucho que ardiera en deseos de volver a tomarlo.

—¿Will...?

—Shh...—sigue durmiendo, tan solo iré al baño.

—Frío...

—Lo siento. —Solace besó la frente de su novio, deleitándose con lo lascivo que se veía con el pelo alborotado por él. Se tragó un juramento y evocó todas las veces que tiró de las sedosas hebras negras de sus cabellos a medida que se hundía en su centro, luego lo tapo con las mismas sábanas sucias de su amor y se dirigió al cuarto de baño para comenzar a alistarse.

.

.

.

Poco antes de caer dormidos, la parte madura y responsable de su cerebro le recordó que debían limpiarse y vestirse con el mínimo de prendas o quedarían pegajosos y francamente asquerosos. Nico ya estaba casi inconsciente cuando comenzó a trabajarlo, su docilidad una vez lo reclamaba el sueño le parecía infantil y por demás adorable.

Si recordaba bien sus charlas nocturnas, de pequeño Nico había sido bastante enfermizo, razón por la cual se volvió tan dependiente de su madre y hermana mayor. En los días malos, Di Angelo creía que si no la hubiera hostigado tanto, Bianca no se habría jurado a las cazadoras y no se habría entregado a los brazos de la muerte con tal de deshacerse de él. Will trató de decirle que a su entender las cosas no sucedieron así, pero lo cierto era que ninguno de los dos estuvo ahí y que Bianca di Angelo renació sin despedirse de su hermano menor.

La lógica señalaría que todo aquello sucedió para que Nico encontrara a Hazel y la profecía de los siete se llevara a cabo, pero también, y esto lo decía porque sus acciones definieron buena parte de su comportamiento, se podría pensar que Bianca eligió la resurrección porque en su soledad y desesperación, Nico no dejaba de invocar su fantasma.

El hecho de que poco a poco Di Angelo volviera a ser lo que fue, el chico que amaba sin restricción y se entregaba a sus pasiones sin temor lo llenaba de alivio, saber que si se aferraba a la protección, el cariño y el cuidado de alguien, esa persona era él, lo colmaba de tal júbilo que todo su cuerpo destelló.

Entre el vaivén arrítmico de sus cuerpos, las células de su piel, su sustancia divina o lo que putas pensara en ese momento, lo hizo brillar como el sol y Nico vaya que lo disfrutó. Bajo cualquier otra circunstancia, Solace lo habría tirado de la cama y se habría largado indignado a su cabaña, pero si no lo hizo fue porque su risa era agradable y casi mágica.

Continuando con las referencias mal informadas de su insolente novio, Di Angelo acotó que ya quisiera Luke Skywalker tener una espada luminosa como la suya. De hecho, y esto lo añadió colocándose a horcajadas sobre su desnudo cuerpo, apostaría su valía y el orgasmo de sus vidas a que la espada luminosa de William Andrew Solace era mucho más efectiva que todas las que aparecían en su sobrevalorada saga.

.

.

.

¡Por los Dioses!

Tenía que haber algo verdaderamente mal con él si a pesar de lo sucedido seguía enamorado perdidamente de Nico di Angelo.

Superado el breve lapsus mental, Will se retiró sus escasas prendas y abrió el paso del agua helada, se metió bajo la corriente sin mirarse al espejo. Su miembro estaba dolorosamente duro y hambriento de la apretada entrada de Nico, conformarse con su mano diestra luego de haber probado los más íntimos recovecos de su exquisito novio se sentía como una putada, pero su lado consiente, esa maldita y ensordecedora conciencia suya le repetía a voz en grito que después del almuerzo Quirón y Dioniso los llamarían a la Casa Grande, habría una reunión de consejo para discutir los pros y contras de visitar el Campamento Júpiter.

Pros: podrían tener un camarote reservado únicamente para los dos y si las películas y series 18 tenían algo de verdadero, los baños romanos eran un tributo a la depravación y la lujuria.

Contras: decenas de legionarios caídos que podrían reclamar la vida de Nico en su paso al más allá.

—¿¡Qué estás haciendo, tratas de provocarte una neumonía!? —la voz de Nico podría haberlo matado de un susto, pero antes de que su cuerpo o su mente pudieran reaccionar el chorro de agua helada fue reemplazado por agua caliente. Will hubiera preferido hacerse un ovillo para ocultar su vergüenza, pero su novio ya lo había visto.

—Eso se ve engorroso.

—¡Si lo sabes, haz algo al respecto!

—¿Orden del médico?

—¡NICO!

—¡Dioses! Cualquiera pensaría que después de anoche estarías de mejor humor. ¿O a caso es que yo...? ¿No fui bueno? ¿No te satisfice por completo?

—¡Cállate! —Will se abalanzó sobre la cálida e insaciable boca de su novio. Contrario de Di Angelo, Solace tenía marcas de dientes distribuidas por buena parte de la piel, para alguien que apenas hacía dos de sus tres comidas diarias, vaya que a Nico le gustaba morder.

Entre más ganaba profundidad su beso más se apretaban el uno contra el otro, la espalda de Nico se presionaba contra las frías losetas del baño, pero si lo encontraba incómodo o no, no dijo nada al respecto. Cuando su necesidad de llevarse al exceso alcanzó su punto máximo, Di Angelo invirtió la posición de sus cuerpos, como un amante o guerrero experto, se colocó por detrás de su novio, separó sus piernas con una de sus rodillas y lo inclinó en el ángulo correcto para comenzar a masturbarlo, Will gimió por la invasión y recargó la totalidad de su peso contra la helada pared del baño, acto seguido dejó escapar algunos sonidos bastante inhumanos presa del más exquisito placer.

En retrospectiva, era una verdadera fortuna que a consecuencia de las constantes pesadillas y gritos agonizantes de Nico, Quirón permitiera que los hijos de Hefesto insonorizaran hasta el último resquicio de su cabaña. Solace necesitaba todo de él y se lo hizo saber presionando sus glúteos contra la dureza del menor, Nico no estaba seguro de hacerlo, no por falta de deseo o ausencia de técnica sino por temor de lastimar a su novio. Después de todo, los condones, lubricantes y juguetes que usaron anoche se quedaron en la cama. Will le rogó que lo hiciera, sólo las tejedoras sabían cuando volverían a estar así de cerca. En cuestión de segundos se volvieron uno. Di Angelo mordió la clavícula izquierda de Will al entregarse a su orgasmo, Solace no quería ni pensar en las consecuencias físicas de sus actos. Si el mundo se fuera acabar hoy, sería un orgullo irse así, en los brazos del príncipe del inframundo. Una vez recuperados sus cuerpos, Will encaró a su novio y se perdió en la profundidad de sus ojos.

—Eres perfecto. No cambiaria absolutamente nada de anoche y si me he puesto un poco histérico al despertar, es porque te amo y necesito tanto que siento que si no te tengo podría explotar. —Nico tardó un par de segundos en asimilar sus palabras, después la sonrisa de suficiencia en su rostro fue imposible de borrar.

—Tú también eres perfecto, Luke.

—¡No me llames así!

—¿Preferirías Anakin?

—¡Preferiría que miraras las jodidas películas antes de alardear de cosas que obviamente desconoces!

—Ninguno de los dos sabía una mierda sobre el sexo con penetración y nos las arreglamos bastante bien, ¿no crees?—señaló levantando su mano diestra, misma conque lo había bombeado hasta la más exquisita eyaculación.

—¡Por Hades! ¡Tú vas a ser mi muerte!

—No menciones a mi padre cuando estamos desnudos en una ducha. ¿Qué tal si se siente aludido y nos ve?

—¡NICO! —Will trató de empujarlo fuera de la ducha, pero honestamente ninguno de los dos había hecho el mínimo por lavarse y la hora de revisión de cabañas estaba casi estaba encima.

Conocedor de su situación, Nico tomó una generosa cantidad de shampoo con aroma a flores silvestres y se paró de puntillas para alcanzar los suaves rizos de Will, Solace tomó la barra de jabón con extracto de carbón negro y comenzó a pasarla por las suaves y torneadas planicies de Di Angelo, luego de algunos minutos de cómodo silencio entre los dos, el hijo de Hades sintió la necesidad de disculparse con su novio.

—Yo…lamento haberte mordido tanto.

—¿De verdad?—inquirió enarcando una ceja.

—Ni un poco, —respondió sonriendo de oreja a oreja. —Pero estarás de acuerdo en que fue un verdadero alivio que la sorpresa más la punzada de dolor te hicieran dejar de brillar.

—¡Oye! ¡Antes dijiste que mi poder de luz te gustaba!

—¡Y me encanta! pero quería hacer el amor contigo, no con una supernova. —Will besó a Di Angelo para que dejara de decir tonterías, la cadencia y humedad de sus cuerpos pudo haber reencendido la flama de su pasión de no estar completamente seguros de que ya había sonado la primera llamada al comedor, ambos terminaron de lavarse apresuradamente y sin más salieron del baño.

En el armario de la cabaña Hades (además de una sección reservada exclusivamente para Hazel) había prendas de los dos así como en la cabaña de Apolo había algunas prendas de riguroso negro que ningún otro campista se atrevía a usar. Luego de cambiar las sábanas de cama, desechar los condones usados y volver a guardar el lubricante y demás, Will admiró el espacio interior que no era tan diferente de las otras cabañas.

Las paredes de piedra fueron levantadas con materiales oscuros, del lado de Nico había incrustaciones de cráneos y repisas con diferentes tipos de armas, del lado de Hazel relucían variedad de joyas ornamentadas, flores artificiales y piedras preciosas, su cama a diferencia de la de Nico estaba rodeada por gruesas cortinas de terciopelo dorado que se mantenían en su sitio gracias a un extravagante dosel. En el costado izquierdo de la cabaña ardía en todo momento el fuego azul de una hoguera, frente a esta se localizaba una mesita de centro coronada por dos elegantes sillones de terciopelo negro, en la pared contraria se levantaban enormes libreros de piso a techo a rebosar de ejemplares de toda clase de temas, desde la literatura fantástica hasta las novelas eróticas que habían enviado a Will en un viaje sin retorno al país de las maravillas. Finalmente, al fondo de todo esto se localizaba el baño dónde no creía que pudiera volver a entrar sin sentir que su corazón explotaba y su libido se derramaba.

Ahora que Nico terminaba de colocarse su fiel chaqueta de aviador sobre los hombros, Solace extrajo un objeto de su maletín médico y se lo ofreció sin decoro.

—Aquí tienes. —comentó señalando una de sus gomas de mascar curativas.

—No estoy herido y no estoy interesado en recuperar la virginidad de mi trasero, gracias.

—¡No te la doy por eso!

—¿¡Entonces por qué!? ¿Para guardar las apariencias? ¡Todos en el campamento ya creen que lo hacemos como posesos y me gustan las marcas de tus dedos! ¡No voy a renegar de ellas así como no he renegado de ninguna otra cicatriz obtenida en batalla!

—Número uno, no hay ninguna batalla. Número dos, nadie aquí se arrepiente o avergüenza de lo sucedido, pero aún podrías necesitar todas tus energías para efectuar el rito.

—¿Y qué hay de ti? —cuestionó cruzando los brazos a la altura del pecho.—¿Además de escabullirte de mi cabaña justo después del sexo, también morías por eliminar toda evidencia del delito?

—¡No creo que haya delito en demostrar cuánto nos queremos! ¡Y no me estaba escabullendo! Mi malévolo plan, si es que seguías durmiendo como el magnífico y seductor ángel que llamó la atención de Favonio e inflamo las más bajas pasiones de Eros, era alejar de tu puerta a cualquiera que intentara meter su nariz en ella, luego iría al gran comedor, saludaría apresuradamente a mis hermanos y te traería la cantidad más absurda de comida, porque tú sabes, se queman calorías importantes durante el sexo y de verdad, necesito que recuperes todas y cada una de tus facultades. Si me complaces en esto, te prometo que tendrás mi cuerpo desnudo en tu cama por un mínimo de tres noches, comenzando en el momento exacto que volvamos de la Nueva Roma.

—¡Bien! ¡Pero no soy ningún jodido ángel!—declaró arrebatándole la goma de mascar e introduciéndola en su boca. Justo cuando salieron ansiosos por devorar un enorme y jugoso almuerzo, se toparon con Connor Stoll quien era el responsable de la supervisión de las cabañas por ese día. El hijo de Hermes los saludó con un movimiento de rostro y después se concentró en su papeleta.

—¿Qué calificación le darías a la pureza y santidad de tu palacio, Di Angelo?—Nico se mordió el labio inferior como si verdaderamente lo estuviera pensando, después sintió su estómago rugir como le sucedía cuando vivió en las calles y escupió lo primero que se le ocurrió.

—¿Siete de diez?

—Mmm...déjame ver, los dos tienen el cabello húmedo, las pupilas ligeramente dilatadas y sus mejillas aún están sonrosadas, eso para mi es un 10/10

—¿¡Qué...!?—chillaron los dos, Connor les guiñó un ojo y por alguna razón, Will sintió el impulso de ocultarse por detrás de la esbelta y atlética figura su novio. Stoll ni se inmutó con el movimiento, por el contrario, parecía estar absorto en sus pensamientos.

—Ah, y pensar que a los dos los acogimos en nuestra cabaña cuando no eran más que unos tiernos e inocentes niños y mírense ahora. ¿Ocupaste todo lo que te conseguí? —inquirió acercándose al oído de Nico y el hijo de Hades asintió con las mejillas ardiendo al rojo vivo.

—¡Excelente! Díganle a mis hermanos que me guarden algo de comida. En verdad, agradezco que los Dioses reconozcan a sus hijos, pero honestamente, hay mas molestas cabañas que revisar cada mes. —Stoll no esperó respuesta alguna, corrió como un vendaval a la siguiente cabaña y así, Will tuvo unos doce segundos para zarandear a su novio.

—¿¡A él!? ¿En serio, tenías que pedirle esas cosas a él?

—¿De qué otra manera las iba a obtener? ¿Me imaginas entrando en una farmacia o sex shop?

—¡Pero es Connor! ¡Su hermano literalmente pasó años tratando de hacer un movimiento conmigo!

—¿Travis, en serio?

—¡Sí! Y le dije una y otra vez que no era mi tipo a pesar de que él, insistía en que los chicos mayores y ligeramente malvado son mi tipo.

—Pues…no se equivocó.

—¡Yo soy mayor que tú!

—Nací a finales de los años 20

—¡Sigues teniendo quince y yo dieciséis! Ahora, ¿¡Sí eres consciente de que ellos dos no tienen ninguna clase de secreto!?

—¿Y qué esperas que le diga? No es como si hubiera una maldita cámara en mi cabaña.

—¡NICO! —la pareja finalmente había llegado a la mesa de Apolo donde Will aprovechó para sentarse y estrellar su cabeza contra la superficie de madera lustrada.

—¿Qué le hiciste a nuestro hermano, Di Angelo? —indagó Kayla apuntándolo con su flamante y punzante tenedor.

—Nada que debas saber, pero si está actuando así se debe a que está reflexionando sobre lo diferente que sería su vida si le hubiera dado a Travis el sí.

—¡¿QUEEE?! —en automático, toda la mesa de Apolo comenzó a discernir.

—¡Las bromas que diariamente enviaban a los campistas a la enfermería!

—¡Su insistencia en hacer una fiesta absurdamente grande el día de su cumpleaños!

—¡La manera en que lo dejaba ganar durante todos y cada uno de sus enfrentamientos!

—¡ESO NO ES CIERTO Y TAMPOCO HE PARTICIPADO EN MUCHAS ACTIVIDADES DEPORTIVAS!—rumió Will con la cabeza aún oculta entre sus manos.

—¡Oh, Oh! También pidió hablar con él el día que se marchó a la Universidad! ¿Qué sucedió ahí, Will?—preguntó Austin y hasta Nico y las mesas de los costados dejaron su comida para escuchar mejor.

—Dijo que si algún día terminaba con Nico, no dudara en buscarlo sin importar la hora, el lugar o que estuviera con alguien más.

—¡AHHHHH! —toda la mesa estalló en gritos y vítores, claramente orgullosos de la gran propuesta que consiguió su hermano. Will los empujó a todos fuera de su espacio vital y dirigió una mirada furiosa a su novio.

—¿¡Por qué estás tan tranquilo!?

—No es como si estuviéramos rompiendo en un futuro cercano y tienes derecho a ser el objeto de deseo de algún otro mozo. Yo por ejemplo, fui manoseado por Lester mientras intentaba ponerlo a salvo.

—¡¿QUÉ?! —gritó Will poniéndose de pie.

—¡No puede ser! ¿Por eso te veías tan incómodo cuando lo dejaste conmigo y corriste a buscar a Will? —chillo Kayla y Nico asintió.

—¡Por eso papá comenzó a disculparse entre lastimeros lloriqueos e impidió que pudiéramos curarlo! —señaló otro de sus hermanos. Will procedió a hacer lo más lógico posible, tomó su bandeja, caminó hasta la hoguera y arrojó toda su comida en ella.

—Por favor Lord Hades mantenga apartado a mi padre Apolo de mi querido novio Nico. —un ligero temblor sacudió el piso luego de que la comida se convirtiera en ceniza. Will regresó a su mesa y procedió a atacar furiosamente la ensalada de Kayla.

—No acabas de iniciar una guerra entre Dioses, ¿cierto?

—¡¿Te parece que me importa?! ¡Alguien en esta familia debe empezar a marcar los límites! —acotó el rubio hincando el diente en una deliciosa cama de lechuga bañada en aderezo, ajonjolí y trozos de pechuga asada de pollo. Di Angelo se limitó a terminar su hamburguesa doble con queso, aros de cebolla y tocino, mirar a su novio de soslayo y sonreír de medio lado. Solace se permitió un momento para profundizar en el hecho de que su padre mencionó varias veces el gran parecido que guardaba Nico con su amado Jacinto, su estómago se contrajo al instante, sintió ganas de vomitar, pero reprimió el impulso porque Quirón levantó la voz para hacer los anuncios del día.

Kayla y Austin procedieron a colocar sobre la mesa dos mochilas de viaje con provisiones, el Centauro repitió los eventos de anoche, la solicitud de los Pretores misma que requería del servicio inmediato del Hijo de Hades y la asistencia de William Solace, algunas miradas pecaminosas se dirigieron en su dirección, susurros mal disimulados sugerían la clase de servicio que le daría Will a Nico. Quirón los silenció a todos y les recordó la importancia de llevar a cabo estos rituales.

—Nunca se sabe cuando habrá una nueva profecía o búsqueda. Sus hermanos, nuestros camaradas caídos en batalla deben ser recordados y debidamente honrados.

Nico terminó sus patatas fritas y asintió sombríamente, ninguno de los presentes olvidaría las palabras de Alessa O'Brien o los rostros contorsionados por el dolor de los espíritus que murieron en ese mismo campamento sin ser reconocidos.

El almuerzo terminó con la llegada de un carro volador impulsado por un bellísimo pegaso de color caramelo, en su interior no se encontraba nadie conocido, la chica delgada de piel morena y cabello teñido de rosa chillón se presentó a sí misma como Lavinia, centurión de la novena cohorte y estaba ahí para escoltar a los griegos que harían el favor de salvarlos de la perdición. Nico se limpió los labios con la servilleta blanca y tanto él como Will tomaron sus mochilas y se acercaron a la mesa principal.

—¿Tan mal están las cosas?—inquirió Quirón y la semidiosa asintió con el rostro.

—La mayoría de los Lares se han marchado y hasta los espíritus de la naturaleza tienen miedo. Ella habló de calles bañadas de sangre como la luna roja brillara en el cielo y el Rey de los Fantasmas no cumpliera con su cometido. —Will presionó la mano de su novio por lo bajo. Lavinia también comentó que Hazel no quería que Nico desgastara sus fuerzas viajando a través de las sombras y por ello la envió.

—De acuerdo, vayan con cuidado y tengan éxito en su misión. —los despidió Quirón y así los tres se dirigieron al claro donde descendió el carro volador.

—¡Dioses! ¡Eres idéntico a cómo te describió Reyna! —chilló Lavinia poco antes de arrojarse a sus brazos y fundirlo en un fuerte abrazo. Nico trastabilló, si bien es cierto que gracias a Will era más receptivo al contacto físico, que esto sucediera sin previo aviso aún le ponía los nervios de punta.

—¿E…ella te habló de mi? —Lavinia los instó a subir en la carroza voladora y una vez se nivelaron varios metros por encima del campamento mestizo asintió.

—Siempre que podía la encontraba en su lugar favorito, admirando los cielos, bebiendo su café a rebosar de azúcar, crema y chispas multicolor, pensando en las personas que tanto quería y que seguían adelante mientras ella, simplemente se quedaba atrás. No es que haya dejado de importarle la legión, es sólo que...

—La muerte de Jason lo cambió todo.—comentó Nico.

—Así es. Dar su vida tan desinteresadamente por los demás podría parecer heroico, pero en realidad, creo que él se sentía desesperado, perdido y solo.

—La mayoría de los semidioses nos sentimos así en algún momento de nuestras vidas. —corroboró Nico mirando sus manos, apretando los puños.

—Y es por eso que a pesar de lo mucho que pensaba en ti, Reyna se juró a las cazadoras para tratar de encontrar una nueva pasión y un nuevo significado en su vida.

—Lo sé y lo entiendo. En su carta mencionó que ninguna cacería se interpondría entre los dos. Siempre que la necesitara vendría a mi.

—Me dijo lo mismo.—corroboró Lavinia. —Solo necesitamos enviar una carta o un suspiro al viento. Oh, Dioses, disculpa mis malos modales, tú eres Will, ¿cierto?

—Sí —Lavinia le sonrió y estrechó su mano con ternura, luego mencionó lo obvio.

—Escuchamos algunas cosas de ustedes, la mayoría vino de parte de Meg y Lester, pero también de Annabeth y Percy, por eso es que Reyna no tuvo miedo de seguir adelante, sabía que estarías bien porque ya no estás solo.

—Y ella tampoco...—confirmó Nico mirando al cielo.

—De acuerdo, pueden relajarse al interior de mi carro. Besos, arrumacos, me tienen sin cuidado. —a pesar del ofrecimiento, los semidioses sintieron el impulso de alejarse lo más posible el uno del otro.

—Oye...—comentó Will con apenas un hilo de voz, llamando la atención de los dos.—Disculpa el atrevimiento, pero tú...¿Sabes qué hay veneno en tu cuerpo?—las mejillas de Lavinia se tiñeron de carmín y procedió a hablar sobre una dríade venenosa de lo más hermosa. Hazel ya le había hecho prometer que dejaría de verla, pero tenía las hojas más exquisitas, la piel más suave y divina, la voz...

—¡Tenemos la idea!—interrumpió Solace con las mejillas sonrojadas.—Sólo, déjame curarte y Nico y yo guardaremos tu secreto.

—¡Trato hecho!

El resto del viaje transcurrió en un agradable silencio, luego de haber usado sus dones Will se quedó dormido contra las fuertes y cálidas formas de Nico, el hijo de Hades aprovechó el momento para pedir detalles de lo que estaba sucediendo. Lavinia dijo que comenzó de a poco: susurros, lamentos, ecos de aquellos que perdieron y que creyeron habían partido a un lugar mejor. No los escuchaban todas las noches, pero el hecho de no sentirlos u oírlos no quería decir que se hubieran ido. Hazel y algunos otros semidioses, hijos de deidades menores relacionadas con el inframundo intentaron contactar con ellos, pero lo único que consiguieron fue sentir su amargura y pena.

—Frank no quiso que nuestra Pretora lo volviera a intentar, tengo entendido que las secuelas en ella fueron enormes, se abrazaba a sí misma, lloraba sin razón aparente y se llevaba las manos a los oídos presionando la superficie hasta hacerse daño. Desde luego, no te llamamos para atraer sobre ti las mismas desgracias. Es sólo qué…toda esa energía empieza a afectar otras cosas, las aguas, los cielos y los cultivos.

—Fui su última opción.

—Cómo dije, los Lares y los espíritus de la naturaleza están inquietos, hay demasiada desolación y rabia en el lugar donde fallecieron. Tan solo queremos que tengan la oportunidad de sanar. —Nico asintió y pasó el resto del viaje acariciando los rubios cabellos de Will, contemplando cada detalle de su rostro sereno y bello.