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Toda mi vida he estado esperando
En este perfume de dolor
Para olvidar cuando necesite más
De estribillo infinito del amor
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Contrario de sus deseos, no pudieron recorrer la ciudad ni visitar los sitios que Nico quería revisar. Las cohortes lideradas por Lavinia y demás centuriones insistieron en recibir al Embajador de Plutón con una fastuosa comida y un diminuto entretenimiento consistente en música y baile en vivo. Will jamás imaginó que tras transportar la Athena Partenos su novio sería tan popular en este lugar, pero en la incomodidad de sus rostros advirtió que los legionarios estaban así o más desesperados, sus ojos no brillaban con el júbilo de la emoción sino con la claridad que muestran los cielos antes de la más devastadora tormenta.
La comida fue exquisita, el espectáculo excelso, Solace podía sentir el lazo divino que lo unía a los hijos romanos de Apolo y aunque podría acercarse a ellos, felicitarlos por tocar tan bien sus instrumentos clásicos o cantar con vigor desde lo más hondo de su corazón, luego de saber lo que Octavio le hizo a su amor, no tenía ninguna intención de apartarse de él. Infortunadamente, Di Angelo parecía tener otras ideas.
Una nueva melodía comenzó por lo bajo, una balada que sin lugar a dudas pertenecía a otra época, los hijos de Hades se miraron el uno a la otra conocedores de la historia oculta en la pieza, acto seguido, su novio se levantó de su asiento, se acercó a su hermana menor y le ofreció su mano para bailar.
Frank casi se ahoga con un hueso de pollo, Lavinia procedió a golpearlo en la espalda sin piedad, Will sabía que era él quién debía hacer algo por preservar la salud del Pretor, pero en cuanto los vio deslizarse hacia la pista tan silenciosos, elegantes y etéreos que más que caminar parecían flotar, por poco se olvida de respirar.
Levesque colocó una mano sobre el hombro del más alto, Nico cerró la suya a la altura de su cintura y sin más, procedieron a emular y enaltecer la memoria de sus padres. El que bailaban era un tema que quizás tuvo mucho que ver con el romance que les dio la vida a los dos. La tonada favorita de Hades, los rumores del inframundo decían que el cantante y compositor intercambió su alma por el talento para crearla. A juzgar por la letra, puede que hablara de la eterna devoción que el Dios le guardaba a todas y cada una de sus esposas, las madres de sus hijos y aquella que gobernaba a su lado no como su prisionera sino como su igual.
En los recuerdos que Di Angelo y Levesque guardaron en los rincones más preciados de su corazón se encontraba este baile, fue interpretado por sus padres muchos años antes de que supieran que aquel enigmático, oscuro y aterrador caballero era Hades. Cuando estaba con sus amantes en total secretismo y comunión, el inmortal parecía humano, tan dolorosamente humano que arrebataba suspiros, estremecía corazones y de ahí, el significado de la canción.
…
Baila conmigo por tu belleza sonando como un ardiente violín.
Baila conmigo a través del pánico hasta que esté seguro en él.
Elévame como a una rama de olivo y sé la paloma que me lleve a casa.
Baila conmigo hasta el final del amor.
Déjame ver tu belleza cuando los espectadores se hayan ido.
Déjame sentirte moviéndote como lo hacían en Babilonia.
Muéstrame lentamente los únicos límites que conozco.
Y baila conmigo hasta el final del amor.
Baila conmigo hasta la boda.
Baila conmigo tiernamente y por mucho tiempo.
Los dos estamos bajo nuestro amor, estamos por encima del amor.
Baila conmigo hasta el final del amor.
Baila conmigo por los niños que piden permiso para nacer.
Baila conmigo entre las cortinas que nuestros besos han gastado.
Levanta una carpa protectora ahora aunque cada hilo esté roto.
Y baila conmigo hasta el final del amor
...
Ni Frank o Will estaban al tanto de que sus parejas supieran bailar (con lo caóticas que eran sus vidas apenas si tenían tiempo para relajarse en compañía del otro, un par de horas cada día, pero en su mayoría lo que hacían era observar: el cielo, las estrellas o la luna, los campamentos que se habían vuelto su hogar) los movimientos suaves y elegantes de los hermanos poseían la cadencia propia de su época, los años que los vieron nacer y a la vez morir. En tiempo actual, ninguna dama o caballero sería capaz de emular esos pasos a la perfección, el romanticismo propio de su época se enterró junto a las guerras que la sucedieron, acontecimientos por los que Levesque entregó su vida, eventos por los que Zeus asesinó a María y Hades no encontró mejor solución que ocultar a Bianca y Nico en el Hotel Lotus.
Sanador y Pretor sintieron el impulso de llamar a Hades, pedirle que mirara a sus hijos porque a pesar de todas las heridas, de todo el dolor y pena que se habían visto obligados a soportar, seguían de pie y permanecían unidos, orgullosos de ser lo que son: hijos del inframundo, para las partes finales de la melodía, por cada vuelta que describían dejaban a su paso un camino de rosas tan rojas que parecían negras y diminutas gemas preciosas. Aquellas eran las virtudes que representaban a Lord Hades y Lady Perséfone.
La pieza acabó con una elegante reverencia de ambos y los legionarios estallaron chillidos, gritos y aplausos, la orquesta continuó interpretando piezas lentas, Nico se tomó un momento para levantar una rosa del piso y después se acercó predador a su novio. Solace no tenía ni la más mínima o remota idea de cómo bailar, en su experiencia de vida a lo más que llegaba era a sacudir su cuerpo como un epiléptico.
Su madre no lo inscribió jamás a clases de baile y en el campamento, Quirón siempre centró sus estudios en la sanación, luego de una breve prueba de aptitud quedó establecido que estaba absolutamente negado para cualquier otra cualidad de Apolo, ni la música, la galantería o las plagas, podía maldecir como un marinero griego y hacer que sus víctimas hablaran con rimas por un lapso no mayor a los siete días pero bailar, bailar con esa gracia celestial con que lo había hecho Nico Di Angelo. ¡Jamás!
—¿Te sentó mal la comida o por qué parece que vas a vomitar? —preguntó el hijo de Hades de pie frente a él. A sus espaldas algunas semidiosas y semidioses los señalaban sin un ápice de vergüenza y juraban por la laguna estigia que si Will lo rechazaba, combatirían a muerte por la oportunidad de bailar hasta el alba con Nico.
—Yo no…—balbuceó a media voz en lo que su novio se entretenía enredando la rosa sobre su oído.
—¿No quieres bailar? —Nico sonó ampliamente decepcionado, posiblemente porque Hazel y Frank ya estaban llenando la pista a pesar de que el Pretor, parecía tener la elegancia, sensualidad y gracia de un venado recién nacido sobre una frágil pista de hielo. Will negó con el rostro y se levantó rígidamente de la mesa.
—No sé bailar y estoy vestido como un pasmarote, claramente te voy a humillar.
—¿Quién dijo que algo de eso me importa? —Nico cerró firmemente su mano sobre la cintura de Will y el sanador sintió que su temperatura corporal aumentaba y descendía a marchas iguales.
—¿Cómo es que tú…?
—Siempre he tenido el sueño ligero y mis padres no eran especialmente discretos. En la casona de los Di Angelo, la música, el arte y el baile eran bastante importantes, según recuerdo, además de lecciones de salón, Bianca tomaba clases de piano y yo de violín.
—¿¡Tocas el violín!? —preguntó en un diminuto grito ligeramente histérico.
—No desde los nueve años. Hazel es bastante artística también, si su madre lo hubiera permitido, Hades pudo inscribirla a las mejores academias de Arte, espero que estando en la Nueva Roma pueda hacerlo.
—¿Y tú? ¿Quisieras estudiar algo en particular? —inquirió bastante interesado porque jamás habían conversado sobre esto: un futuro, una vida más allá de sobrevivir al siguiente verano. Di Angelo suspiró y negó con un movimiento de rostro.
—Dudo que exista una carrera que se enfoque en los rituales funerarios de todas y cada una de las culturas.
—Los otros panteones, recuerdo que los mencionaste cuando partió Quirón a su misión. —Nico asintió pero no ofreció mayores detalles al respecto.
—Supongo que tú, te recibirás como médico.
—¡Me encantaría! Aunque más que enfocarme en los semidioses me gustaría estudiar medicina tradicional.
—¿Para que no estés a punto de asesinar a tu padre si vuelve a convertirse en mortal?
—¡NICO! Prometiste que ya no te burlarías de eso. ¡Me asusté muchísimo!
—Lo harás mejor la próxima vez.
—¿En serio crees que habrá una próxima?
—Creo que todo es posible y que por eso, deberíamos atesorar cada instante. —Will asintió perdiéndose en la intensidad de sus ojos oscuros. El salón de baile pronto se abarrotó de semidioses, faunos, lares y dríades que bailaban en secretismo y total comunión, no obstante a las afueras del recinto seguían soplando aquellos vientos abominables, esos que helaban la carne de los hijos de Hades e inflamaban las malas pasiones de todos los demás.
Solace había sentido un ligero estremecimiento en el pecho tan pronto como atravesaron las estrechas fronteras, pero al recibir los rayos del sol contra la bronceada piel y tomar una bocanada de aire fresco se sintió mejor. Él, aún no alcanzaba a entender o dimensionar la profundidad de estos eventos, de momento, su prioridad era regresar con su novio al Campamento Mestizo, hacerle olvidar toda la pena que aquí había sufrido.
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Pasaron la noche en la habitación de Will, luego de hacerse el amor Nico volvió a aferrarse a sus ropas y buscar seguridad y refugio en el calor su pecho. Solace pasó buena parte de la noche acariciando sus cabellos y cuando soñó, tuvo una agradable visión de su amor, lo vio en un campo de flores similar al que alguna vez visitaron. La diferencia estaba en que las flores no se marchitaban a su lado y que su novio lucía pacífico y hermoso, todo un ángel o semidiós bendecido por las gracias de la belleza y juventud eternas.
A la mañana siguiente, al salir de la ducha, junto a sus prendas habituales encontraron nuevas sotanas para los dos, la de Nico era del mismo elegante negro ribeteado con motivos de calaveras, la de Will era de color blanco, decorada con diminutos arcos y flechas. El sanador no quería ponérsela, de hecho no entendía cómo es que Nico podía enredarse en dos metros de tela y seguir luciendo regio, intimidante y endemoniadamente apuesto. Su novio remedió la situación recordándole que las sotanas eran símbolo de poder y posición social, además podían usarlas encima de sus ropas cuando salieran a la calle y en ausencia total de ellas cuando estuvieran en total intimidad. La tentativa de tener a Nico totalmente desnudo debajo de aquel alijo de telas lo orilló a vestirse en un santiamén.
Concluido el desayuno, las dríades y faunos no reprimieron el impulso de obsequiarle a Will una corona de flores a juego con la de Nico, luego de que Solace casi llorara de la emoción, se reunieron con Hazel y Frank para visitar las zonas más afectadas por la guerra, el Pretor no quería que su amada los acompañara pues ya había resultado bastante afectada durante la primera inspección pero la digna hija de Hades insistió en que no dejaría ir a su hermano completamente solo.
—¡No estará solo! —acotó Frank señalándose a sí mismo.
—¡Sabes bien de qué hablo! —insistió cruzando los brazos a la altura del pecho.
—Todos estaremos bien.—medió Nico.—Si llegara a suceder cualquier cosa, Will podrá ayudarnos, es el mejor sanador que he conocido. —las mejillas de Solace ardieron al rojo vivo, una parte de él se arrepentía de sus arrebatos de anoche, pero la otra no había resistido el impulso de desnudar a su novio y volver a acariciar, lamer y besar todas y cada una de las cicatrices que poblaban su cuerpo.
—De acuerdo. —Frank suspiró derrotado, ajustó sus armas y los llevó al lugar donde asesinó a Calígula, vengó a Jason y estuvo a punto de sacrificar su propia vida. Las energías conflictivas que percibió Nico al llegar al Campamento Júpiter eran mucho más violentas aquí, el hijo de Ares sintió una irracional ira nublando su mente, pero la reprimió cerrando su mano diestra en la zurda de Hazel, Will se sintió ligeramente mareado, como en las ocasiones que usaba demasiado de su poder divino para sanar a sus pacientes. Nico y Hazel por su parte, sintieron un frío atroz atravesarles el cuerpo hasta meterse en su alma y corazón.
Levesque se aferró a su novio convencida de que si no lo hacía podría volver a andar por los campos de Asfódelos mirando el rostro de una madre que ya no la recordaba y los de las miles de almas que iban y venían en un interminable desfile. Nico tomó las manos de Will llenándose con su ternura y calor, después las entrelazó con las de los pretores, ninguno de los tres se quejó aunque la acción les extrañó.
—Manténganse fuertes.
—¿Qué harás tú? —preguntó Will, pero los ojos de Nico ya eran blancos como la bruma.
Di Angelo expandió sus dones e intentó hacer lo que siempre hacía, encontrar historias e identidades para devolverles su individualidad y así liberar a las almas. El problema estaba en que aquí no había nada. Ninguna presencia además de odio, ira, resentimiento, recelo y venganza. Emociones humanas, no, emociones que se alimentaban de la esencia humana. Lo que él buscaba, los espíritus de la naturaleza cruelmente asesinados, los semidioses atacados por los Eurinomos, no estaba por ninguna parte.
Siguió descendiendo auxiliado por su poder de las sombras, rozó la superficie del inframundo sintiendo la ira de Hades pues su padre le había prohibido terminantemente volver a entrar en el inframundo, ese rechazo lo condujo a otra parte, una corriente extraña que lo aferró con nada más que ambición, lastimó su alma, flageló su cuerpo y envió descargas de auténtico dolor por toda su sustancia.
Nico trató de recomponerse a sí mismo, el dolor no era ajeno a su esencia, él había experimentado tal cantidad de sufrimiento en su corta existencia que cuando conoció a la Diosa de las torturas ésta ni siquiera lo tocó. Al contrario, lo reverenció: así como estaba, roto y maltrecho era perfecto.
Anuló esa línea de pensamiento en pos de identificar al nuevo autor de su sufrimiento, lo que encontró lo abrumó: Un cuerpo más no de un Titán, ni tampoco el de Jason. Era un hombre, un espectro construido a base de humo y sombras, sus ojos eran rojos como la sangre fresca y se posaron en Nico. Un estremecimiento como ninguno otro lo paralizó por completo, trató de empuñar su espada para defenderse a sí mismo, pero el más mínimo movimiento lo hería.
El ser oscuro postrado ante él sonrió con gozo y después habló.
Suya era la voz que llevaba casi un año escuchando en sus sueños.
Esta era la persona que decía necesitar su ayuda más no precisaba de nada más que del placer de devorar su alma.
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Por el otro lado los tres semidioses vieron lo mismo: el cuerpo de Nico tensándose con todas sus fuerzas, luchando contra invisibles ataduras para tratar de liberarse a sí mismo. Las heridas en su cuerpo iban en aumento, de todas ellas manaba sangre roja que manchaba los pisos y arrancaba de la superficie diminutos destellos, Hazel supo en su interior que se trataba de almas, la esencia pura de los legionarios que ahí fueron asesinados, no solo en esta era sino desde la primera de las guerras, Frank adquirió la posición defensiva por puro instinto, los vientos a su alrededor habían enloquecido, los espíritus de la naturaleza y los mirones huyeron despavoridos, pero en las copas de los árboles más cercanos a ellos permanecían posados tres enormes cuervos.
Se parecían a los que Hazel relacionaba con su padre, los que describía como emisarios de desgracias o avizores de la muerte, Will permaneció en su sitio mirándolo únicamente a él, tratando de hacer suyo el dolor de Nico, recordándose sus promesas y sueños, el de esta mañana le parecía especialmente esclarecedor. Si bien es cierto que Nico se veía divino rodeado de flores, su cuerpo era un poco más adulto que el de ahora.
Ellos madurarían juntos, lucharían juntos, vivirían y morirían juntos. Impulsado por esta creencia, hizo aparecer el arco dorado y apuntó a una distancia no mayor a los cincuenta centímetros de Nico. Solace no sabía qué clase de amenaza es la que había encontrado en su viaje astral, pero lo que sí sabía es que estas almas trataban de ayudar, le mostraban el sitio y así fue que Will dedicó una oración a su padre Apolo, a su tía Artemisa y también a los Reyes del Inframundo para que su flecha liberara a Nico. El destello que emitió su saeta los dejó momentáneamente ciegos, pero al recuperar la visión el cuerpo de Nico yacía en el piso y Hazel gritó, la morena aferró a su hermano mayor, Zhang intercambió una mirada de admiración y respeto con Solace, el sanador se sintió totalmente exhausto porque concentró todo lo que tenía en ese disparo, pero aún no podía descansar, quería estrecharlo, revisarlo, sanarlo, infortunadamente, no pudo hacerlo.
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Will despertó en la enfermería, tardó un poco en recordar lo sucedido y en comprender que se había desmayado, Lavinia le obsequió una esplendorosa sonrisa antes de ayudarlo a bajar de la cama y acercarlo a la habitación de junto. Nico permanecía dormido, sus signos vitales eran estables, sus heridas se encontraban sanadas, medicamente no había nada mal en él con excepción de su alma.
—¡Oh, gracias a los Dioses que estás bien! —pronunció Levesque a manera de saludo, Lavinia se disculpó con los dos y fue a realizar lo que tuviera qué hacer, Hazel permaneció concentrada en su hermano. La palidez en su rostro era la habitual en él, pero resultaba difícil tenerlo así luego de pasar la noche anterior bailando en la pista.
—¿Recuperó la conciencia en algún momento? ¿Logró decir algo?—preguntó Will ampliamente interesado, la pretora negó con un movimiento de rostro.
—Pasó horas siendo presa de horribles pesadillas, no se relajó hasta hace poco.
—¿Descansaste aunque sea un minuto?—inquirió concentrándose en ella pues como hijo de Apolo, podía sentir el agotamiento escurriendo por cada partícula de su ser, Hazel lo miró como si estuviera loco, Will sonrió pensando que así debía lucir él cada que Nico hacía lo imposible y permanecía obstinado al pie de su cama esperando a que despertara.
—Deberías reposar. Ha estado practicando, pero si la presencia que lo llamó es tan fuerte como para apresarlo y lastimarlo sin estar completamente en este plano, es probable que Nico duerma durante días.
—¿¡Qué…!?—gritó Hazel al borde de la histeria.
—Clovis, un hijo de Himnos me encontró en mis sueños, dijo que Nico está bien. Totalmente agotado pero a salvo.
—¿Cómo?
—No lo sé, Nico solo le pidió a Clovis que me agradeciera por lanzar esa flecha. Personalmente, no creo que el enemigo haya sido vencido, lo que hice tan solo debió servir para que su alma regresara a su cuerpo.
—¡Oh, Dios mío! ¡Esto es culpa mía! Las furias debieron ser suficiente advertencia, pero estaba tan distraída que no las vi.
—¿Te refieres a las mensajeras de Hades?—preguntó alarmado, Hazel asintió alisando los pliegues de la sábana de Nico.
—Como sabes, Hades no puede acercarse libremente a mi. Es parte del trato entre él y Thanatos, para que el Dios de la muerte no reclame de nuevo este cuerpo, Hades debe pretender que jamás reviví. Entonces, cuando quiere decirme algo envía a los cuervos.
—Qué considerado, a Nico regularmente le envía esqueletos, fantasmas o zombis.
—Oh, lo ha intentado, pero suelo regresarlos a la tierra antes de que digan hola. Volviendo a las furias, luego de que te desmayaras Frank se transformó en un aterrador oso, los tomó entre sus brazos y los trajo hasta aquí. Por mi parte, los cuervos convertidos en brujas dijeron que Hades está redecorando la habitación reservada para mi hermano.
—¿La que le ofreció para pasar la inmortalidad a su lado?
—Puede que lo esté haciendo por precaución o que las furias me lo dijeran a manera de advertencia. Lo que sea que Nico decida hacer en este sitio, pondrá en riesgo su vida.
—Ja! ¿No es lo habitual en todo lo que decide hacer? —refutó irónico.
—Admiro tu ausencia de miedo.—reconoció la pretora mirándolo a los ojos. Will negó con el rostro acariciando las pálidas mejillas de Nico para constatar él mismo el estado de su novio.
—Claro que tengo miedo, en especial de perderlo, pero lo entiendo. Verás, cuando descubrí mis poderes de sanación, mi madre se había inyectado una sobredosis fatal, yo tenía siete años así que no sabía cómo actuar, supongo que todo fue instinto: quitar la jeringa de su brazo, rogarle a la vida, a dios o a quién fuera, que no se la llevara de mi lado.
Recuerdo bien que sentí la calidez del sol brotando en mi pecho, fluyendo hacia mis manos aferradas a su cuerpo. Lo que no sabía entonces es cómo liberarlo, la enfermedad, el dolor, el caos, debe salir de mi o destruirá mi cuerpo. Pasé siete días en coma luego de salvar a mi madre y cuando desperté en el hospital del condado ella no estaba ahí, los servicios de sociales dijeron que estaba a salvo. Yo no entendía a salvo de qué hasta que los Sátiros enviados por Quirón me dijeron que la culparon de mi condición y mamá no lo negó. Debió estar aterrorizada al despertar de su sobredosis y encontrarme así, la verdad es que nunca lo supe, jamás la volví a ver. Los Sátiros me llevaron al Campamento Mestizo y ella no me volvió a buscar.
—Lo lamento. —comentó Hazel con compasión. Will agradeció el gesto, pero la verdad es que a él le gustaba pensar que Nahomi Solace lo abandonó porque sabía que estaría mejor en el Campamento Mestizo. Al igual que Nico y muchos otros, escapó a los pocos días de llegar a destino, desesperado por abrazar a su madre y regresar a su hogar sin saber, que en su escape pondría en riesgo no sólo su vida sino la de los demás. Algunos Sátiros murieron tratando de protegerlo de variedad de monstruos, las dríades y náyades contactaron con sus hermanos en el campamento, Michael Yew el antiguo líder de su cabaña fue quién finalmente lo encontró y resguardó. Levesque carraspeó arrancándolo del amargo mar de sus pensamientos, preguntó si lo suyo por Nico realmente había sido amor a primera vista.
—Me gustaría responder que sí, pero la verdad es que la primera vez que lo vi era un friki adorable que no paraba de hablar de Mythomagic, los chicos de la cabaña Hermes se lo comieron vivo. ¡Era tan fácil burlarse de él! Luego de haber visto combatir a Jackson se creía lo que le dijeras sobre el mundo en el que vivimos. ¿Armaduras, espadas, escudos? Los quería todos, pero era tan delgado y pequeño que nada de lo que teníamos se amoldaba a su cuerpo.
—Gracias, con esa declaración me quedó bastante claro que no fue amor a primera vista.
—¡Porque no lo fue! En aquel entonces, con gusto lo habría adoptado como mi adorable y encantador hermanito menor, luego escapó, no lo volví a ver o pensar en él hasta que se vino la batalla de Manhattan y muchas cosas cambiaron de perspectiva para mi. Comenzando con mi admiración por el gran amor de Nico, Percy el maldito Jackson.
—¡Oh, por Hades! ¡No me digas que lo confrontaste!
—¡Sí! pero no por Nico. Resulta que al bendito hijo de…Poseidón no se le ocurrió mejor manera de retrasar a Tifón que levantando una jodida ola de catorce metros y tirándole un enorme puente encima, puente dónde se encontraba mi hermano mayor. Yo, te juro que lo entendí, dadas las circunstancias, era prioritario detenerlo aunque sea un momento, pero lo que me hizo replantear mis juramentos de no asesinar, es que se negó a ayudarme a recuperar su cuerpo. ¡El héroe más grande que jamás ha pisado nuestro campamento tenía mejores cosas que hacer! No pelear cara a cara contra Tifón, no disculparse con mi padre Apolo por aplastar a su querido hijo, no. ¡Él tenía que encontrar a Chase! y así pasé las siguientes horas tratando de recuperar alguna parte de mi hermano que pudiéramos enterrar.
—¡Debió ser horrible!
—Por eso me tatué un estúpidamente enorme sol en el corazón. Cuando no recuperamos los cuerpos completos o no sabemos a que padre divino perteneció cada cuerpo, todos son ofrecidos como hijos de Hermes, al menos así nos aseguramos de que el mensajero de los Dioses lleve sus almas al otro lado.
—Eso es muy noble de su parte y no puedo creer que Percy actuara así. —reconoció Hazel colocando un mechón de cabello rizado por detrás de su oído. Will resopló y aclaró que después del incidente Jackson lo buscó para que sanara a Annabeth y se disculpó encarecidamente por su acción.
—¡Es verdaderamente molesto no poder enfadarte con él!
—¡Lo sé! Yo diría que es parte de su encanto.
—Eso no quita el que ahora quiera romperle la cara por todo lo que le hizo pasar a Nico.
—¡Si alguna vez te decides a hacerlo, por favor llámame!
—¡Hecho!
—¡Absolutamente, no! —gritó una tercera voz perteneciente a Frank. Hazel y Will se congelaron en su sitio, el pretor los fulminó con la mirada y dijo que nada de venganzas personales mientras él estuviera vivo, además era bastante probable que a Nico no le gustara ver a Jackson herido.
—¡Pero es por el honor de mi hermano!—se quejó Levesque.
—Hora del relevo, cariño. Ve a descansar y cuando despiertes me dirás si aún quieres ver noqueado a uno de tus mejores amigos. —Hazel rezongó otro poco aludiendo a la gloria de los hijos de Hades, pero aún así besó la frente de su hermano y se retiró a sus aposentos. Frank preguntó a Will si necesitaba algo en particular, mantas, malteadas, almohadas, quizás un libro, el sanador negó con un movimiento de rostro. Todo lo que necesitaba era permanecer junto a Nico.
—Vengo de visitar a Ella y Tyson, las palabras que recitara la arpía puede que hayan sido malinterpretadas.
—¿Qué dijo exactamente?
Cuando la luna se levante roja en el cielo,
las almas que fueron robadas
se liberarán por mandato del Rey Fantasma.
Pero si su gesto no es correspondido,
de sangre se teñirán las calles
hasta destrozar el Hades.
—El Rey Fantasma sin lugar a dudas es Nico, —corroboró Will. —Su mandato puede tratarse del rito. Cuando lancé la flecha no me quedó la mínima duda de que hay almas cautivas en esto y él querrá liberarlas sin importar el precio.
—¿Te refieres al gesto correspondido? En sus comicios, pensamos que dotándolos de una gran bienvenida, las tejedoras sabrían que todo está en equilibrio, pero ahora no estamos seguros. No había ningún demonio o ser primigenio involucrado en todo esto.
—No lo sé, pero por lo que he visto, Nico libera a las almas sin esperar nada a cambio.
—Entonces, ¿habría que corresponder al demonio? ¿Deberíamos renunciar a Nico? —Will sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo entero. Su muerte sin lugar a dudas destrozaría el Hades y aunque su padre parecía resignado a tenerlo a su lado, él no lo creía. ¡No quería, no lo dejaría!
—No decidiremos nada hasta hablarlo con Nico, estoy seguro de que habló con esa presencia y que a pesar de estar dormido, se encuentra trazando un plan. Lo he visto levantarse de cosas peores y al igual que Hazel posee las virtudes de muchos otros semidioses. En la antigüedad, se decía que Zeus se empeñó en exiliar a Hades porque en realidad temía a su poder.
—¡No pronuncies esas palabras en alto! ¡Nos maldecirás a todos!
—Pero es la verdad. El rey del inframundo era tan apuesto como el rey de los cielos, tan dotado para las artes, la música y la poesía como mi padre Apolo, también era un erudito capaz de disertar durante horas con Hefesto, Artemisa y Athena, un competidor voraz que mantenía a raya los impulsos siempre inquietos de Hermes y Poseidón, en materia de guerra pocas veces fue derrotado por Ares y en lo concerniente al hogar (Hera) y al amor (Afrodita) de más está decir que conoció a una sola mujer a la que juró venerar con el corazón.
—¿Hablas de Perséfone? ¿A caso no la secuestró para obligarla a permanecer a su lado?
—Sí y no. La secuestró para poder hablar en privado con ella y le ofreció su corazón además de la corona, Zeus maldijo su unión condenándolos a un matrimonio estéril y siglos después hizo jurar a Hades que no tendría más hijos con mortales, pero Bianca, Hazel y Nico ya habían nacido.
—Un segundo, ¿Qué estás sugiriendo?
—Nada en particular, sólo recordaba las palabras de Apolo en relación a que Zeus detesta ser retado en materia de poder y los hijos del inframundo podrían ser de lo más poderosos si se les permitiera crecer.
—¡Dioses! Guarda silencio y ruega para que ninguna otra persona te haya escuchado, Solace.
—Está bien, oraré para que despierte Nico a tiempo de completar el rito.
