Disclaimer: Los personajes y mundo de Shingeki No Kyojin no me pertenecen.

Déjamelo a mi

3: Sobre Petra.

Si alguien le hubiera dicho que su día normal de trabajo terminaría antes de empezar y que pasaría una tarde con su aparente exjefe en su apartamento, Petra habría reído alto y gritado que era imposible, pero ahí estaban ella y el señor Ackerman, con su apariencia ya ordenada y perfecta vestido en su traje negro habitual, cocinando una simple pasta a la boloñesa en su pequeña cocina como si fuera lo más común entre ellos.

Escuchaba claramente la voz burlesca de Nifa en su cabeza, incitándola a cometer ese acto prohibido que se había imaginado y soñado más veces de lo que quisiera reconocer, pero sabía muy bien que eso sería imposible de realizar cuando claramente el hombre que se había robado su atención el último año y medio no estaba interesado en nada que no fuera su trabajo y sus problemas.

Además, ella misma se había cambiado a un atuendo mucho más cómodo y para nada atractivo. Unos leggins gruesos negros, un gran suéter rojo que cubría todos sus atributos y unos calcetines largos de chiporro azules que le hacían muy poco juego a todo el conjunto.

No podía decir que no le importaba lo qué pensara el hombre de ella, pero, a pesar de que él se había convertido en su principal pensamiento, Petra estuvo segura desde un principio de que debía desechar cualquier sentimiento romántico que pudiera sentir por Levi.

No era porque fuera su jefe o que tuviera diez u once años más que ella y estuviera casado, que de por sí eran razones bastante válidas para salir corriendo, sino que, aunque le rompiera el corazón reconocerlo, lamentablemente, Levi tenía heridas demasiado profundas que por alguna razón se había negado a sanar o quizás, no era consciente de que debía hacerlo.

Lo notó en sus eternos silencios, en las bolsas oscuras que se le formaban debajo de sus afilados ojos debido a noches enteras en vela por estudiar un caso complicado; en cómo descuidaba su alimentación y estado mental, y también lo notó cuando llegaron a su apartamento y su expresión estoica cambió a una que aún no llegaba a interpretar, pero que definitivamente le había movido más de una emoción y recuerdo.

Por eso, aunque la curiosidad y la preocupación se apoderaran de ella hasta quitarle el sueño, quiso mantener una distancia sana con el pelinegro, sin preguntas, sin presiones y actuando estrictamente lo más profesional posible. Sin embargo, sus esfuerzos no fueron suficientes y antes de darse cuenta, ya estaba en medio de una situación que hasta ahora no llegaba a comprender del todo y el único responsable de aquello era Erwin Smith.

Los rumores estaban a la orden del día en los pasillos y aunque los involucrados jugaron un muy buen papel al mantener todo bajo perfil, existían momentos que se escaparon de las manos de ambos, como el desequilibrio de Levi que lo hizo actuar incluso en contra de sus propios deseos que hizo explotar en más de una ocasión una discusión entre el rubio y él.

Y Petra era espectadora y la encargada de arreglar cada desastre que dejaban en el camino.

- ¿Qué mierda? – La exclamación del hombre interrumpió sus pensamientos, Petra siguió la mirada azulada oscura de su acompañante que iba directa al suelo, en donde salió su precioso compañero peludo de apartamento. - ¿Vives con esto adentro?

- Es un apartamento, señor y Charlie es tan dueño de este lugar como yo. – Explicó fingiendo molestia y tomó en brazos al gato atigrado y de distintos tonos grises en su pelaje. Levi la miró como si hubiese perdido el juicio y la fe en la humanidad. – No pasa nada, es muy tranquilo.

- Es anti sanitario.

- No lo es. – Contradijo apegando la cabeza del felino a su mejilla derecha y la acarició de arriba hacia abajo. - He vivido cuatro años aquí con él y no me he enfermado ni una sola vez.

La vista del pelinegro viajó de la cara del gato a la de ella, una y otra vez, con el ceño fruncido característico en él, juzgando. Petra no se hacía problemas cuando el Ackerman tomaba esa actitud, por lo que solo le sonrió sin dejar de mirarlo a los ojos y soltó a Charlie con cuidado, cayendo con gracia al suelo de madera.

- Lávate las manos antes de seguir cocinando. – Exigió después de un breve silencio y tomó con seguridad un cuchillo para comenzar a picar cebolla, dándole la espalda a la chica. - ¿Estás segura de que no tenías planes para hoy?

- Muy segura. – Mintió, pero eso no importaba cuando ya había dado aviso a Moblit que no iría a la reunión de los asistentes y secretarios de la oficina. Levi soltó un suspiro pesado y la miró de reojo cuando se posicionó a su lado. – ¿Qué pasa?

- Perdóname. – Respondió quedamente, sin detener su tarea.

- ¿Por qué?

- Por todo, supongo. – Dijo en el mismo tono, frunciendo el ceño como si estuviera reflexionando en algo. Petra lo miró fijamente esperando a que continuara. – Arruiné tu Navidad, no he sido yo mismo desde hace un tiempo y sé que ha sido una mierda tratar conmigo por eso.

- No importa, no ha sido tan difícil. – Dijo rápidamente, sintiéndose nerviosa de pronto. – Y no arruinó mi Navidad para nada.

- Literalmente te dejé sin trabajo. – Aclaró encarándola, Petra rio nerviosa, que tuvieran estaturas similares no ayudaba a evitarlo, aunque fuera un poco. – Y no fue tu culpa.

- La señorita Zoe me dijo cuando me contrató que podía ir con ella si no lograba cumplir con sus exigencias, señor. – Confesó con una sonrisa y lo miró. – Me quedo con la idea de que pude estar con usted un año y medio cuando nadie esperaba que durara más de una semana.

- ¿Vas a pedirle ayuda a Hange, entonces? – Preguntó con clara curiosidad, levantando una de sus delgadas cejas.

- No, señor. – Contestó y la expresión de la chica se volvió más pensativa y miró al frente como si su salpicadero celeste fuera lo más interesante del mundo y sonrió. – Creo que es tiempo de retomar ciertas cosas que dejé a medio camino.

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Cuando Petra logró el puesto de secretaria en la firma Paradis, pensó que era la chica con la mayor de las suertes. Nunca había pasado por su cabeza que en un lugar así de importante y reconocido, ofreciendo una paga más que generosa, podrían tomar en cuenta a una chica sin experiencia como ella.

Por consiguiente, cuando se presentó ante Levi Ackerman, la primera impresión que se llevó de él fue que sería como trabajar para Miranda Priestly del ''Diablo viste a la moda'', pero en un contexto entre abogados, obviamente. Él no le hizo el favor de darle la bienvenida ni de explicar cómo sería la dinámica entre ellos. De hecho, ni se esforzó en mirarla bien de buenas a primeras, lo que la hizo bajar sus expectativas a la mitad con respecto a lo que fue su entrevista con Erwin Smith y Hange Zoe, aunque ellos le habían advertido que sería especialmente difícil tratar con su nuevo jefe.

Pero esa primera impresión terminó por ser desechada con el pasar de los días porque su jefe, pequeño, tan serio, exigente y tan solitario, no era como el personaje de Meryl Streep ni de cerca.

Para empezar, Levi Ackerman era extremadamente sensible y era fácil de adivinar que no estaba pasando por el mejor momento emocionalmente hablando. Esto en un principio no preocupó demasiado a Petra porque no era su asunto y esperó a que eventualmente se le pasara en algún momento.

La segunda diferencia era que el pelinegro no era molesto. Petra se limitaba a estar siempre en su lugar, atendiendo llamadas, conversando con uno que otro empleado que pasaba, viendo sus redes sociales y organizando la agenda de Levi. Era muy difícil que él le solicitara algo porque era sumamente autosuficiente, por lo que la chica se preguntó qué fue lo que pasó con las secretarias anteriores que no pudieron permanecer tanto tiempo con él cuando el trabajo era demasiado fácil.

Fue en esa calmada rutina que pudo darse cuenta fácilmente de que Levi Ackerman no comía. No salía a almorzar con todo el personal, como tampoco era común verle en la cocina preparando algo que no fuera té. Además, él siempre estaba en su oficina antes de que ella llegara y siempre que se terminaba su horario, él no mostraba intenciones de querer salir de ahí, a no ser que tuviera alguna audiencia o reuniones con clientes.

Pronto, de pasar a estar encerrado horas y horas trabajando, aparecieron las visitas breves de su excéntrica compañera Hange Zoe a su oficina. Petra podía observar a través de los ventanales que siempre se trataba de la castaña hablándole a su jefe mientras él con suerte la miraba y al final terminaba todo con la mujer saliendo alterada y sin despedirse de nadie.

La pelirroja no sabía qué tanto hablaba la abogada con su jefe, pero viendo que no existían avances en la mejoría de su estado de ánimo, supo que no estaba recibiendo la ayuda que realmente necesitaba.

Y así, sin pensarlo mucho, comenzaron las pequeñas acciones de Petra para hacer esas grandes diferencias en la vida de Levi.

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Él iba a una velocidad endemoniadamente lenta en esos oscuros tiempos que estaba pasando. Levi te miraba, pero no te observaba atentamente; te respondía, pero no era capaz de escucharte y eso se repitió en cualquier ámbito. Todo era más difícil; física y mentalmente imposible a simple vista y Petra notó que empeoró aún más después de su última conversación con Erwin Smith.

Fue en un caso de una empresa que había solicitado los servicios exclusivos del pelinegro para evitar la indemnización de una extrabajadora que los demandaba por acoso laboral y sobreexplotación. Era un trabajo fácil y rápido para el Ackerman, sin embargo, la insistencia de la demandante de no solo recibir una indemnización y castigar a quienes le habían hecho tanto daño estaba quitándole más tiempo de lo necesario. La mujer tenía las pruebas, pero el poder económico de sus clientes hacía más difícil que ella pudiera llegar al acuerdo esperado.

- ¿Y no existe un riesgo de que la empresa arriesgue una multa? – Preguntó inocentemente una mañana, dejando su té de media mañana encima de su escritorio, ganándose una de esas miradas sin emoción del hombre, levantando una de sus cejas. – Si la chica tiene pruebas suficientes…

- No sabía que eras abogada también, Ral. – Comentó Levi irónicamente, haciendo que ella uniera su entrecejo y desviara sus ojos ámbar hacia un lado. – El problema es que se ha vuelto una guerra entre el heredero de esta empresa y la chica. Un amigo está involucrado en el embrollo y no están pensando en las consecuencias.

- ¿Y si ella hace una acusación informal, pero pública? – Sugirió seriamente. – Eso funciona bastante como presión para que el acosador ceda.

- ¿Quieres que nuestro cliente pierda? – Levi cambió mínimamente su expresión a una de curiosidad.

- ¿Usted cree que ellos están haciendo lo correcto? – Respondió casi desafiante.

- No se trata de eso. Bien o mal, ellos pagan para que resuelva este tipo de problemas.

- Bueno, dígales el peligro que conlleva si la chica decide en su desesperación hacer esto público, que les generará más pérdidas y problemas. Hay muchos casos de cómo personas y empresas sufren de las consecuencias con este tipo de acusaciones y lo rápido que se vuelven viral en las redes.

- ¿Pretendes que sientan pánico por una situación hipotética que ni la demandante ha amenazado con crear? – Cuestionó y una sonrisa llena de superioridad iluminó el rostro de la joven.

- Usted es el abogado, señor Ackerman. Puede hacer que su argumento no suene tan obvio delante de ellos. – Contestó dándole la espalda. – Y así, le hace un favor a esa chica que no tiene la culpa de haberse cruzado con un tipo con pésimas intenciones.

Un par de semanas después, el mismo Levi se acercó a su escritorio para darle aviso de que el trato estaba cerrado, cumpliendo con cada condición de la chica demandante, a lo que ella le respondió con una enorme sonrisa que había hecho lo correcto y entonces la enorme muralla que la separaba de su jefe tuvo su primera grieta.

Aprovechando que el hombre con suerte lograba concentrarse en su trabajo, Petra se dedicó a estudiar todos los casos que recibía y en sus tiempos libres se juntaba con Moblit Berner para resolver dudas sobre el tecnicismo de las leyes y armar buenas sugerencias para resolver los más complicados para el abogado.

Sutilmente la pelirroja logró que Levi se detuviera a pensar en los tipos de trabajos que aceptaba realizar. Desde si en realidad tenía el tiempo suficiente para dedicarse a ellos hasta si realmente era éticamente correcto defender a una persona que era claramente culpable en algún caso. Puso en duda sus propios métodos y pronto, esa luz que creyó que se había extinguido, volvía aparecer al fondo del túnel débilmente.

Petra aprendió a leerlo, a respetar sus silencios y espacio; también pudo conocer las muchas cualidades y defectos que poseía y antes de que fuera consciente de lo que sucedía, Levi Ackerman se convirtió en el hombre más fascinante y guapo que había conocido en su vida. En la privacidad de su mente agradecía que él hubiese aparecido en su vida porque había despertado de nuevo esa pasión que creyó alguna vez dormida por lo que había dejado atrás.

Sin embargo, ella seguía sin conocer su historia y no podía asegurar que él sintiera algo de admiración y cariño por una simple secretaria o si había logrado alivianar un poco esa carga que llevaba en su corazón por tanto tiempo.

No cuando lo encontró esa mañana hecho un desastre mucho más grande de lo que presenció durante todos esos meses. Sintió que cada uno de sus esfuerzos fueron en vano y una antigua herida se abrió debido a su nuevo posible fracaso.

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Él no podía recordar cuándo había sido la última vez que había vivido una Navidad así de cálida y tranquila o si alguna vez había experimentado siquiera algo así en su vida.

Los últimos años siempre fueron de trabajo o reuniones que terminaban siendo más una fiesta más con todo el descontrol y un intercambio rápido de regalos, sin sentir mucha emoción por la festividad, por lo que seguía siendo chocante para él que todo esto se diera con Petra.

Fue en el momento que puso un pie en su departamento, el ruido imaginario de un ''clic'' resonó en su cabeza, despertándolo completamente para así tomar atención en la chica que había decidido cancelar todos sus planes y pasar ese día con él, porque por supuesto no le creía que no tuviera algo preparado desde antes.

El lugar estaba repleto de arte, plantas y fotografías. Los colores pasteles y lo rústico de los muebles reflejaban muy bien la personalidad de la chica, pasmándolo de buenas a primeras. Eso, sumándole a todos los adornos, el pequeño árbol y las luces de navidad que decoraban toda la sala, hacía que estuviese aún más cargado de esa extraña energía que emanaba su antigua secretaria.

Después de cenar, se entretuvieron mirando algo de televisión y cuando el reloj marcó la medianoche, la pequeña figura de la chica saltó del sofá y se fue directo a su habitación. Cuando regresó lo hizo con una bolsa navideña en sus manos y con un sonrojo adornando su lindo rostro, la extendió hacia él. Levi parpadeó confundido y la miró esperando una explicación.

- Feliz Navidad y feliz cumpleaños, señor Ackerman. – Dijo tímidamente, dejando la bolsa en sus piernas. – No es la gran cosa, pero espero que lo disfrute.

- Yo… - Su mente quedó en blanco por unos segundos sin saber por dónde empezar y fijó su mirada en el objeto que tenía en su regazo. – No tengo nada para ti.

- No se preocupe por eso. – Contestó con una sonrisa, sentándose a su lado, pero sin llegar a invadir su espacio personal. – Me la he pasado bien hoy, con eso basta.

- ¿Cómo supiste que era mi cumpleaños? – Preguntó una vez que procesó lo que estaba pasando y sus ojos se posaron en ella nuevamente.

- Tengo mis contactos.

- ¿Por qué?

- ¿Señor?

- ¿Por qué haces esto por mí?

- Puede que no todos se lo digan, pero usted es una buena persona. – Respondió, jugando nerviosa con sus dedos pulgares apoyados en sus muslos, con la cabeza gacha. – Por eso el detalle.

¿Buena persona? Cuando hasta antes de ella, ninguna de sus secretarias le aguantaba su pésimo carácter y no era alguien querido en general por siempre andar de amargado. Las pocas personas que lo toleraban, era porque tenía a Erwin haciendo de mediador todo el tiempo.

Esta chiquilla no tenía idea de quién era y solo había visto de él a un hombre completamente roto. Aun así… Aun así…

Abrió la maldita bolsa para distraerse de cualquier hilo de ideas que estaba haciendo y reconoció rápidamente los envoltorios de una gran variedad de tés. Soltó una pequeña risa para ocultar cualquier emoción exagerada que pudiera exteriorizar. Por supuesto que Petra le regalaría algo así.

- Gracias, Petra. – Se animó a decir sinceramente. – Por esto y por todo.

- No fue nada. – Dijo la chica, sonriendo y Levi pensó que con esa sonrisa ella podía iluminar cualquier lugar que ella quisiera.

- ¿Qué harás ahora? Si se puede saber… - Preguntó luego de un largo silencio.

- Regresaré a Denver, supongo.

- ¿A Denver? – Preguntó sorprendido y su estómago se apretó debido a una inesperada angustia.

- Mi padre vive allá y creo que no vale la pena seguir tan lejos de él. – Explicó mientras subía sus piernas al sofá para así cruzarlas. – Voy a preparar el examen de ingreso a la Universidad de Colorado y continuar mis estudios de Psicología.

- Tienes el plan hecho. – Comentó sin ocultar su impresión y ella respondió con su risa cantarina.

- ¿Y usted señor?

- No tengo ni puta idea. – Otra risa acompañó a su comentario y meditó por unos segundos antes de terminar diciendo mirándola seria y fijamente a sus grandes y expresivos ojos color miel. – Pero… ¿Qué tal es Denver para vivir?